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martes, 29 de noviembre de 2011

Breves apuntes sobre la reforma electoral propuesta por el PP de Madrid

Hoy el PP de Madrid ha presentado en la Asamblea regional una propuesta de ley para reformar la ley electoral de la Comunidad de Madrid. Inmediatamente, se ha generado un gran revuelo y han empezado a llover críticas muy duras. A la espera de poder leer detenidamente la propuesta, vamos a considerar los avances dados por la prensa:

- De los 129 diputados actuales, un tercio, esto es, 43 escaños, serían elegidos en distritos uninominales. Supuestamente, la fórmula sería "first-past-the-post", es decir, mayoría simple a una vuelta.

- Esos 43 distritos serían fruto de la agrupación de varios municipios, o individuales para ciudades mayores y para los distritos más poblados de la capital.

- Los 86 diputados restantes serían elegidos de modo proporcional con escrutinio de lista (presumiblemente cerrada y bloqueada, si no dicen lo contrario) para partidos por encima del 5% de votos válidos.

A simple vista, podría parecer una propuesta por crear una supermayoría artificial conservadora en la región, ya que el PP suele ser, por ahora, el partido más votado en la mayoría de municipios, así como podría obtener facilidades para conseguir diputados con pocos votos (por ejemplo, el hipotético representante de la zona norte, de 29.000 habitantes) o por el gerrymandering de unir Arganda con Rivas, como han denunciado detractores de la reforma propuesta. En este caso, es de suponer que la negativa del resto de partidos impediría tal solución.

Si el PP de Madrid presenta esta propuesta, está obligado a la negociación, no sólo con el principal partido opositor, esto es, el PSM, sino que sería bueno para la salud democrática de la región buscar el consenso total, creando una ley que cuente con el apoyo de IU y de UPyD. Por ello, creo que la base de partida es muy interesante: se viene reclamando desde muchos foros la reforma de la ley electoral y acercar los diputados a los electores, ¿qué mejor oportunidad que ésta?

No entiendo, pues, la gran oposición inicial, menos de los que aceptan la reforma electoral en un sentido más próximo elector-representante. Podrá decirse, claro, de qué sirve elegir un diputado por distrito cuando se unirán a los elegidos por vía proporcional, pero entonces la ley actual también serviría de poco... ¿conocemos los nombres de los 129 diputados madrileños? ¿O de los 129 candidatos que iban en la lista del PP? ¿O en la del PSM? y así...

Por ello, creo que el PSM debería considerar la propuesta y avenirse en discutirla, si bien teniendo en cuenta ciertas premisas:

- Se podría intentar que esos 43 diputados no sean elegidos por mayoría simple, sino por el sistema de voto preferencial, de manera que el elector tenga tres votos por orden de preferencia para, a través de recuentos, posibilitar que el diputado elegido tenga la mayoría absoluta de votos, además de permitir los acuerdos entre distintas fuerzas políticas. Este es el sistema irlandés.

- Habría que tener muy claro si los 86 diputados por lista proporcional no se unen a los 43 ya elegidos, de modo que la Asamblea tuviera una distribución desproporcionada respecto al número de votos de los partidos; tomando como referencia el modelo alemán, si un partido obtuviera una sobrerrepresentación por distritos uninominales, esto se atenuaría recibiendo menos diputados de la lista proporcional, de tal forma que se mantendría la proporcionalidad, exactamente igual que en Alemania: allí, SPD y CDU/CSU obtienen todos los escaños uninominales, pero el saldo final es proporcional por la corrección en las listas proporcionales.

Si consigo leer la propuesta del PP, ya confirmaré o revisaré estas tesis. Pero antes de criticar por criticar, hay que informarse o contemplar las diversas posibilidades potenciales.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Este país necesita algo más que un Parlamento, necesita esperanza: reflexiones antes del día de reflexión

Mañana se acaba ya la campaña electoral. Dentro de tres días estaremos votando. Uno se pregunta el por qué de ciertas costumbres en las elecciones de nuestro país. Desde el martes previo a la jornada electoral se prohíben encuestas, el día anterior a las elecciones se prohíbe pedir el voto para garantizar una jornada de reflexión, algo que en pocos países existe; se ha convertido, más bien, en un día de descanso tras dos semanas intensivas de promesas, anécdotas, mucho debate (poco entre los presidenciables) y demasiada información acerca de los programas electorales. Esto último es una broma, en estas elecciones. A juzgar por las encuestas, pocos parecen tener aún dudas acerca de su voto; si una campaña existe para dar a conocer un programa, pedir el voto, y hacer que el electorado se vaya moviendo, esta es una campaña con un sonoro fracaso. Esto lleva a otras reflexiones, por ejemplo, de qué sirve hacer mítines hacia grupos que ya están convencidos de su voto, ¿no es quizás el mitin un acto electoral desfasado? Pero, al parecer, queda muy bien en la pequeña pantalla diez segundos de cualquier líder hablando ante miles de personas, atento a la lucecita roja que indica que proceden a grabarle para el telediario del mediodía o de la noche. A pesar de la importancia de la pequeña pantalla, lo que no se ha hecho en cuatro, o en dos años, es imposible cambiarlo en dos semanas.

Rajoy, hay que reconocerlo, lo ha demostrado con creces. En dos semanas no ha hecho lo que tampoco ha realizado en cuatro o dos años. Ciertamente, su estrategia es la de permanecer callado y esperar, y muchas cosas indican que, por desgracia, tendrá éxito aunque, sin querer adelantarme, es una gran verdad que las elecciones las pierde el gobierno y no las gana la oposición. A lo sumo, Rajoy nos dio un par de silogismos sobre economía pero no nos respondió a cómo usaría su varita para resolverlo todo si ganase las elecciones. Sin embargo, creo que terminó por creerse el mantra conservador que, de ganar su partido las elecciones, al día siguiente todo iría por "el buen camino", que dijo hoy Esperanza Aguirre (me aterra que pueda haber ideas tan divergentes sobre el buen camino). Ahora, parece querer curarse en salud y ya va advirtiendo de que "el gobierno no lo puede hacer todo" (que se lo digan a Zapatero) y, si primero decía que no iba a tocar nada de los servicios públicos, ahora es tocar todos, menos las pensiones. ¿Y si en el próximo aviso son todos, y también las pensiones? Elecciones ya pasadas, claro está. Rajoy tiene una máxima: contar la verdad antes de unas elecciones es la mayor insensatez.

Es curioso cómo los políticos se acercan, a regañadientes, a la realidad. Primero el PSOE negó la crisis, pero el PP la quiso ver antes de tiempo, y ni unos ni otros previeron que esta crisis no iba a ser un bache en el camino, ni para España ni para Europa. Rajoy tiene razón: si hay empleo hay más ingresos. Al PSOE le ha ocurrido lo contrario: a menos empleo menos ingresos, y de ahí está cayendo el frágil castillo de naipes de la economía nacional. El PSOE se está quemando haciendo lo que puede para que el barco no se vaya a pique; ciertamente, España no ha sido intervenida, como Irlanda, Grecia o Portugal, pero me temo que la situación no se puede sostener mucho. Sin ingresos, ni la socialdemocracia ni el liberalismo pueden salvar una economía. En un mundo globalizado, y más en un mercado tan integrado como el europeo y sin soberanía monetaria, un país puede hacer muy poco. El PSOE llevaba una lógica: si se aguanta hasta que la economía mundial se recupera, el país se recupera. Por desgracia, la crisis no ha terminado. ¿Y que ocurriría si en pocos meses España necesita un rescate europeo? Rajoy, y Rubalcaba, lo tienen en mente, aunque no lo digan. A Rajoy se le nota, y sus lugartenientes ya lo avisan: si ellos gobiernan, habrá movilizaciones populares, una especie de "os lo advertimos y no tenéis derecho a quejaros".

Hay quienes dicen que Zapatero ha hecho los recortes más grandes de nuestra historia. Lo que no dicen es que si no ahora estaríamos peor. Personalmente, me puse en contra de los recortes (está expuesto en este blog) y, como otros, nos lamentamos de que no se hubiera hecho algo en la época de vacas gordas. Pero, ¿quién lo hubiera hecho? ¿Quién pensaba que se aproximaba este tsunami financiero? La política más antisocial es quedarse sin financiación. Otros, en su programa electoral, hablan también de crear empleo por financiación pública. Sí, a muchos nos parecería bien pero, ¿se podría hacer en este contexto? Porque estamos en lo mismo: el Estado está endeudado, necesita más deuda y esta se encarece cada vez más. ¿Cómo se resuelve? Argumento de Rajoy: más empleo, más ingresos. Sin el cómo, vamos listos. Argumento de Izquierda Unida: empleo pública. ¿Cuáles, cómo, para qué? El mismo callejón sin salida. Argumento de Rubalcaba: inversión en I+D+i y en educación. Otra vez a lo mismo, con qué dinero, pero es el argumento que más se aproxima a la realidad. Las políticas a largo plazo son las más acertadas, pero las que nadie ve ni reconoce. A izquierda y derecha del PSOE se dan respuestas populistas, irreales y a corto plazo. No se puede resolver así nada. Rubalcaba, y cualquier político, tienen difícil vender y ganar con políticas de largo plazo. La herencia de Zapatero es envenenada, sí, pero si no estuviera él, sería la herencia envenenada de cualquier otro, de izquierda o derecha.

Zapatero debe ser, actualmente, el político más odiado de España. La derecha le odia desde siempre, y para ellos el 20 de noviembre es el día del desquite. No sé si a partir de entonces sus brazos mediáticos se moderarán, pero les niego cualquier raciocinio, a juzgar por su comportamiento ilógico. A riesgo de comparar, Zapatero es el Suárez actual. Suárez también dejó una herencia económica nefasta, y era odiado a derecha e izquierda; unos no le perdonaban una reforma en vez de ruptura y otros no le perdonaban una ruptura en vez de reforma. Ahora, izquierda y derecha le alaban, le mitifican y los que tanto le repudiaban antaño ahora intentan reivindicarle. ¡Ay, si Suárez pudiera recordar! Lo mismo que le sucedió a Suárez le sucedió a Carrillo, y ahora a Llamazares, los mismos que le odiaban ahora le reivindican como mejor orador de la última legislatura. Tiene mucha razón Andreotti al decir que existen "amigos, enemigos y compañeros de partido". ¿Signfica esto que Zapatero será reivindicado en el futuro? Lo dejo a los historiadores del futuro.

Unas elecciones sin ilusión, apáticas (será la primera vez que pudiera producirse un cambio político con menos participación), sin hablar sinceramente de economía ni de la Unión Europea. Se necesita más que nunca una agenda única socialdemócrata: el Estado nación ya no sirve como marco de referencia para las políticas económicas y sociales. La Unión Europea necesita una reconversión más política y fiscal para responder a la crisis y, dentro de ella, la emergencia de un Partido Socialista único para todos los europeos. Realmente, estas elecciones no solucionarán nada, ni por la izquierda ni por la derecha, más que victorias pírricas y derrotas inútiles. La respuesta es siempre Europa.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Debate a dos y a cinco


Viendo los debates que se están desarrollando en algunas de las elecciones españolas, podemos dictaminar que los debates de 1993 fueron un gran éxito: salieron tan bien, influyeron tanto en el electorado que algunos no quisieron volver a repetirlos; o permitir unos debates light, encorsetados, aburridos, limitados... nada que ver con otros países donde existen multitud de debates, incluso entre candidatos de un mismo partido, o más dinámicos.

El debate del lunes entre los dos principales partidos transcurrió, a grandes rasgos, como lo esperado. Rajoy intentó no perder terreno y no arriesgarse, de ahí que sus propuestas fueran apenas débiles esbozos, más bien cuestiones teóricas en las que todos estamos de acuerdo. ¡Cómo no vamos a estarlo, cuando es simple que a más empleo, más ingresos! ¡Ese es justamente el problema que tenemos ahora mismo! Ahora bien, no dio respuestas concretas, excepto alguna ayuda a las PYMEs y cuestiones del IVA, música que suena muy bien, pero con el fondo de bajadas de impuestos y los consiguientes recortes.

Rubalcaba tenía una losa muy pesada que ya le impedía ganar, de entrada, el debate: la pésima situación económica. Con todo, su baza era desarmar el programa oculto de los conservadores. Era una estrategia peligrosa: la impresión que me dio, en algún momento, es que nos estaba relatando el programa de humo -pero programa, al fin y al cabo- del PP, y sus propuestas de transformar el ICO, en la contratación, mejoras en I+D+i, servicios públicos, etcétera, quedaba diluido intentando pillar en un renuncio a Rajoy. Tampoco, claro podía darle muchas alas a su adversario, que salió con un esperado "¿y por qué no hizo todo eso en estos últimos años?"

Durante buena parte del debate, Rubalcaba marcó la agenda, llevando la ofensiva, aunque Rajoy intentó no seguirle el juego y, cuando pudo, este supo embrollarle en las neblinas que leía en sus chuletas, como el tema de las diputaciones para no tener que hablar del matrimonio del mismo sexo, aunque al final tuvo que entrar; no sé si hizo bien, porque me dejó preocupado su afán por crear ciudadanos de segunda clase que se pueden "unir", pero no casar.

Rubalcaba dio una impresión de conocer más su programa que el propio Rajoy, que tenía que leer hasta sus propuestas, recordándonos aquella vez que no recordaba las medidas de su partido para crear empleo. No se puede tener mucha confianza en un candidato que no sabe lo que propone. En definitiva, Rubalcaba tenía difícil, si no imposible, ganar; pero podía haber hecho más. Añado un gran suspenso para los dos candidatos por dedicarle a la Unión Europea como proyecto europeo o a las relaciones internacionales apenas unos breves instantes del final.


En el debate a cinco de ayer, de entrada diré el enorme acierto de permitir que fuera Izquierda Unida, representada por Gaspar Llamazares, la que representara el grupo parlamentario que creó con Esquerra Republicana. A juzgar por la intervención de los otros dos grupos nacionalistas, PNV y CiU, el debate hubiera quedado desfigurado entre los dos grandes partidos nacionales y la intervención de los nacionalistas, sesgada sólo para sus más cercanos conciudadanos -lógico, por otra parte; sólo se presentan en una parte limitada de nuestro país-. Lo mismo digo si en vez de ir Gaspar Llamazares hubiese ido Cayo Lara, que no le llega ni a la suela del zapato en cuanto a argumentaciones y réplicas.

Sí es cierto que los dos partidos nacionalistas hablaron -a veces- de temas más generales, pero para ir de inmediato a los problemas de su región. Y no es cierto que en el debate a dos no se hubiera hablado de Cataluña o Euskadi; por supuesto que se habló, porque se hablaron de los problemas que afectan a nuestro país, donde a día de hoy Cataluña y Euskadi son parte integrante del mismo, aunque no les guste, pero ellos no representan la totalidad de sus regiones. A falta de renovar las Cortes, 9 de los 18 diputados vascos y 25 de los 47 catalanes, así como 9 de los 12 senadores por Euskadi y 8 de los 20 por Cataluña pertenecen al grupo socialista.

Ya Josu Erkoreka, del PNV, reconoció que no era el único vasco del debate pero sí el único que tenía un programa "pensado en Euskadi, por Euskadi y para Euskadi", lo que no estaría mal en unas elecciones regionales, pero el día 20 de noviembre elegimos diputados que representan a toda la nación. Ramón Jáuregui, vasco con orgullo y orgullo para todos los españoles, no sólo hablaba por y para Euskadi, hablaba por y para toda España. A diferencia de Rubalcaba, Jáuregui sí reivindicó la labor del gobierno de Zapatero por resolver, aunque infructuosamente, el golpe de la crisis a la economía española; también reivindicó la labor del gobierno en cuanto a derechos sociales y vertebración del Estado autonómico como garante de su pluralidad social y cultural.

Junto con Jáuregui, y como dije antes, Llamazares fue el otro acierto del debate. Es más, incluso para mí fue el verdadero ganador, capaz de obviar el radicalismo demagogo del programa electoral de Izquierda Unida y, frente al nacionalismo de Pere Macias y de Erkoreka, él vino a "hablar de las personas". También fue ganador por encima de Gallardón, al que debió resultar irónico defender que el PP arregla la economía cuando los recortes de las comunidades gobernadas por los conservadores, las de antes y las nuevas desde este año, siguen creando parados y recortando los servicios públicos, aparte del insulto malsano a los madrileños, a los que deja una deuda astronómica que será -y ya es- difícil de pagar.

En definitiva, para el debate a cinco, mi reconocimiento a Llamazares por su discurso de izquierda, socialdemócrata, sí, porque era más realista que el que enarbola ahora su partido, lo que no deja de ser una desgracia por la estirilidad de su triunfo dialéctico.

Un dato: en las elecciones de 2008 ya flotaba sobre el ambiente el fantasma de la crisis, y se celebró un debate económico entre el ministro de economía, Solbes por entonces, y el "ministrable" conservador, Manuel Pizarro. En 2011, cuando la economía es la principal preocupación de los españoles, ni existe un debate monográfico de economía ni existen ministrables reconocidos en uno y otro partido.

Otro dato: la ambigüedad calculada de los conservadores respecto al matrimonio del mismo sexo es preocupante, y las referencias de portavoces del PP en los medios infunden más temor que tranquilidad. Hay que dejarlo bien claro: los derechos no se crean, se reconocen, y no se pueden eliminar. No se pueden crear ciudadanos de segunda, el derecho a la vida es también el derecho a vivirla como queremos, sin hacer daño a los demás. Todos los derechos reconocidos son innegociables.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Una vez más... recuerden, recuerden...


Escribir cada año una referencia más de V de Vendetta, cómic y película, empieza a consolidarse como una costumbre en este blog. Últimamente los quehaceres de los estudios me absorben tanto, y escribo tan poco... qué ironía, un socialdemócrata que apenas tiene tiempo para escribir algo acerca del socialismo democrático, del Partido Socialista o de su candidato a las elecciones encuentra un resquicio para homenajear a un personaje de ficción que, además, es anarquista.

El año pasado hice una semblanza un poco más psicológica y personal de V, víctima y a la vez villano -pero, si alguien tuviera en sus manos su poder, ¿quién no lucharía contra un poder tiránico aun derramando sangre, sangre culpable?-, las anteriores fueron reflexiones personales y cuestiones más de actualidad. ¿Qué podríamos decir este año? Siguen existiendo motivos para luchar por nuestra libertad, pues vivimos en un mundo que se convierte en nuestra pesadilla: que, en nombre de nuestra libertad, se nos ha coartado, instalándonos de nuevo el miedo en la sociedad occidental al "enemigo", comunista en su momento y, una vez caído el muro de Berlín, en este nuevo siglo el enemigo es el musulmán, el inmigrante, el extraño, en definitiva; en nombre del progreso, del empleo y de la felicidad, se nos arrebatan las tres, echan la culpa de la crisis económica al común y nos quieren seguir engañando ofreciéndonos el consumo irresponsable mientras nos arrebatan las bases de la verdadera felicidad.

Justicia, igualdad y libertad, como dijo V, son algo más que palabras, son metas alcanzables. Se nos está arrancando la condición de ciudadano, poco a poco, hasta que la palabra pierda todo su significado, porque justicia, igualdad y libertad son también responsabilidad, pensamiento y solidaridad, sin las cuales no puede existir sociedad humana, que es el reino de la ley, que procede de nuestra participación y consentimiento, sin opresión. Que nadie nos engañe, la libertad no está en los mercados ni en naciones, está en la gente, como ciudadanos y no como consumistas.

En dos semanas elegimos un nuevo parlamento en nuestro país. Somos tan conscientes de qué poco pueden cambiar las cosas... porque sabemos que elegir un reducto tan pequeño de soberanía no arregla las cosas, no sin unión -europea, mínimo-, y plantarle cara a esa clase tan difusa que domina los mercados financieros. Sí, existe la lucha de clases, es estúpido negarla, y seguirá existiendo mientras unos pocos sigan queriendo dominar a la mayoría. Este país necesita algo más que un parlamento, necesita esperanza.