Como hace dos años, este blog vuelve a contar con la colaboración de Dion Baillargeon para acercarnos un poco al desarrollo de las elecciones legislativas de Estados Unidos, en esta ocasión coincidiendo con las elecciones presidenciales. Ambas convocatorias son de las más reñidas de la historia reciente de Estados Unidos y, aunque las presidenciales entre Obama y Romney acaparan toda la atención mediática, las elecciones legislativas tienen una importancia especial, ya que el control de la Cámara de Representantes y del Senado es imprescindible para que el presidente norteamericano para el período 2013-2017 pueda llevar a cabo su agenda política sin obstáculos. En especial, si Obama es reelegido presidente, el control del legislativo por los demócratas puede salvar el programa sanitario del presidente u Obamacare.
El Congreso de los Estados Unidos está compuesto por la
Cámara de representantes, que cuenta con 435 miembros elegidos en distritos
uninominales repartidos con criterios demográficos, y un Senado de 100
miembros. Cada Estado tiene dos senadores independientemente de su número de
habitantes. Los representantes son elegidos cada dos años y los senadores cada
seis, de modo que cada dos años 33 senadores y la totalidad de los
representantes han de someterse al veredicto de las urnas. La fecha de las
elecciones legislativas coincide con las presidenciales cada cuatro años: este
año es el 6 de noviembre.
En las elecciones legislativas de noviembre de 2010, los republicanos lograron hacerse con el control de la Cámara de representantes. Entre sus atribuciones está la de aprobar el presupuesto anual y el llamado “techo de gasto”, la cantidad máxima de deuda pública que el departamento del Tesoro puede emitir. El año pasado, la oposición republicana a aumentar el gasto público (alimentada sobre todo por los nuevos legisladores del intransigente tea party) retrasó durante semanas un acuerdo sobre una necesaria elevación de ese techo de gasto, colocando al país al borde de la suspensión de pagos. En consecuencia, en agosto de 2011 Stardard&Poor’s rebajó la calificación crediticia de los Estados Unidos por “su improvisada política fiscal”, China tuvo que retrasar importantes decisiones de política monetaria, y las bolsas europeas vivieron las semanas más volátiles del año, sufriendo pérdidas sensibles. Dicho de otro modo: un granjero de Missouri elige a un legislador republicano, y la consecuencia última es que una gran empresa española pierde parte de su valor.
Pues bien, lo que se nos viene encima en 2013 es mucho, mucho peor; los medios americanos lo llaman “the fiscal cliff”, y consiste en lo siguiente: a principios de año expirarán automáticamente una serie de medidas de gasto extraordinarias (como la prórroga de los famosos recortes de impuestos de Bush) que supondrán una dramática reducción del déficit. Si las cosas siguen su curso, la oficina del presupuesto del Congreso prevé una contracción de más del 1% del PIB el próximo año. No hace falta decir que una nueva recesión de la economía americana tendría consecuencias globales que muy bien podrían afectar a nuestro ya maltrecho país.
Por tanto son muchos los economistas que abogan por llegar a
un nuevo acuerdo que mitigue los recortes de gasto público del próximo año,
pero de momento Obama y los republicanos no parecen cercanos a entenderse. Los
demócratas han decidido tomar ofensiva en este
tema, proponiendo una prórroga de los recortes de impuestos sólo para
aquellos que ganen menos de 250.000 dólares anuales; por su parte, los
republicanos dicen que sólo apoyarán la prórroga de los recortes en su
integridad. La composición del Congreso la próxima legislatura será por tanto
de vital importancia para estas negociaciones.
Creo que son razones más que suficientes para estar atentos a lo que pasa con las elecciones legislativas este
noviembre. Para empezar, hay que decir que es altamente improbable que los demócratas recuperen en control de la
Cámara de representantes; en cambio, en el Senado (actualmente con una algo
escasa mayoría demócrata de 53 a 47) sus expectativas han mejorado los últimos
meses.
Senado:
Hasta hace poco, parecía seguro que los demócratas iban a perder el Senado en 2012. Para empezar, de los 33 senadores que se presentan 23 son demócratas y sólo 10 republicanos. Si excluimos una docena de escaños “seguros” (es improbable que la demócrata Dianne Feinstein de California o el republicano Orrin Hatch de Utah ganen por menos de 20 puntos), la parrilla de salida sigue siendo complicada para los demócratas: han de defender 16 puestos, mientras que sólo hay unos 5 en manos republicanas que se encuentren de verdad en liza. La razón es que se someten a su primera reelección los senadores de la hornada de 2006, un año en el que los demócratas (propulsados por la impopularidad de Bush y la guerra de Irak) lo ganaron casi todo. También en sitios en los que ahora es complicado repetir victoria.
Hasta hace poco, parecía seguro que los demócratas iban a perder el Senado en 2012. Para empezar, de los 33 senadores que se presentan 23 son demócratas y sólo 10 republicanos. Si excluimos una docena de escaños “seguros” (es improbable que la demócrata Dianne Feinstein de California o el republicano Orrin Hatch de Utah ganen por menos de 20 puntos), la parrilla de salida sigue siendo complicada para los demócratas: han de defender 16 puestos, mientras que sólo hay unos 5 en manos republicanas que se encuentren de verdad en liza. La razón es que se someten a su primera reelección los senadores de la hornada de 2006, un año en el que los demócratas (propulsados por la impopularidad de Bush y la guerra de Irak) lo ganaron casi todo. También en sitios en los que ahora es complicado repetir victoria.
Para conseguir un control efectivo del Senado, los
republicanos (que confiaban en conservar
todos y cada uno de sus 10 escaños en liza) sólo tenían que ganar a 4 de los candidatos demócratas vulnerables.
Tan fácil parecía esta tarea que, hasta hace un año, expertos y estrategas conservadores
como Dick Morris apuntaban la
posibilidad (algo exagerada) de que los republicanos lograran quedar cerca de una supermayoría de 60 senadores, lo que además privaría a sus
adversarios demócratas del poder de veto sobre las votaciones que posee la
minoría en esa cámara. Dado que los
Estados de Missouri y Nebraska
parecían inclinarse decididamente por ellos, los republicanos sólo necesitaban
en realidad ganar dos de la media docena de los escaños demócratas más
disputados. Tenían una ventaja clara en varios de ellos como Dakota del Norte, Montana o Wisconsin, y
estaban en empate técnico o con una ligera ventaja en Virginia o Massachusetts. Pensar en una mayoría republicana de 54 o
55 no parecía descabellado hace sólo unos meses, pero de repente las cosas
empezaron a torcerse. Veamos dónde y cómo:
Maine. A pesar de
ser sólidamente demócrata a nivel presidencial, este Estado de Nueva Inglaterra
está representado por dos senadoras republicanas de orientación moderada (una
auténtica especie en extinción en la política estadounidense). Pues bien, la
senadora Olympia Snowe
anunció en febrero que no se presentaba a un cuarto mandato (con alguna crítica
al actual posicionamiento de su partido). De este modo se abrió el camino a la
candidatura de Angus King,
antiguo gobernador del Estado que se presenta como independiente pero que
seguramente se unirá al caucus demócrata.
Esto supone para los republicanos la pérdida de un asiento que estaban seguros
de seguir conservando, porque King tiene una enorme ventaja en las encuestas de
unos 20 puntos. Aquí, todo el pescado está vendido.
Missouri. En unas
bochornosas declaraciones que llegaron a copar las portadas de la prensa
internacional, el candidato republicano Todd Akin aseguró que una mujer no
puede quedarse embarazada en caso de violación
legítima. Esto ha revivido las posibilidades de reelección de la senadora Claire
McCaskill, que hasta entonces languidecía en las encuestas. Akin, que había
ganado unas ajustadas primarias con el apoyo del tea party, al principio fue presionado por su propio partido para
que abandonara a favor de otro candidato más viable. No obstante, ante su
empecinamiento (y las circunstancias crecientemente adversas) algunos donantes
republicanos han vuelto a acercarse tímidamente a él. Ahora mismo McCaskill se
ha convertido en la favorita a la reelección, pero su ventaja en las encuestas
no es tan sólida como para descartar aún del todo una victoria republicana.
Como curiosidad, cabe mencionar que este es el mismo escaño que ocupó el presidente
Truman entre 1935 y 1945. No dejéis de echarle un ojo a este Estado el día de
las elecciones.
Massachussetts. En agosto de 2010
murió Ted Kennedy, el viejo león del
Senado, y en las elecciones especiales celebradas para completar el resto de
su mandato se impuso por sorpresa el republicano Scott
Brown. Su rival demócrata de este año, la profesora de Harvard Elisabeth
Warren, es una popular escritora y todo
un símbolo de la defensa de los derechos de los consumidores. Su fama y su marcado perfil progresista
movilizarán sin duda a los votantes de ambos partidos. A pesar de que Brown ha
disfrutado durante muchos meses una ligera ventaja en las encuestas (lo cual no
es poco meritorio en este Estado profundamente demócrata), Warren ha conseguido
ponerse en cabeza tras la exitosa convención de Charlotte y el escándalo de
Todd Akin. No obstante, la media de realclearpolitics le concede poco más de un punto de margen.
Este es sin duda uno de los enfrentamientos electorales más reñidos y
significativos de la noche del 6 de noviembre: si gana, Warren se reforzará
como una de las figuras de referencia del progresismo a nivel nacional; en
cambio, si gana Scott se confirmará una de las más grandes humillaciones
electorales que han sufrido los demócratas esta última década.
Wisconsin. Esta
es otra de las elecciones estatales con mayor carga política de 2012. Los republicanos
confiaban en que este iba a ser uno de los Estados clave para sellar su
conquista del Senado, gracias a una serie de acontecimientos que han movilizado
notablemente su base local. Además de derrotar al popular senador demócrata
Russ Feingold, en 2010 también lograron elegir gobernador a Scott Walker, que
fue luego forzado a convocar elecciones
anticipadas hace sólo cuatro meses por una revuelta de los empleados
públicos en contra de una ley que limitaba sus derechos de negociación
colectiva. La subsiguiente victoria de Walker, la designación del nativo Paul
Ryan como candidato a la vicepresidencia, el retiro del veterano senador demócrata Herb Kohl (que deja abierta la
competición por el escaño que ha ocupado durante más de dos décadas) y la
candidatura del antiguo gobernador Tommy Thompson dibujaban un escenario
inmejorable para los republicanos. Hasta hace pocas semanas, Thompson
disfrutaba de una razonable ventaja sobre su competidora, la joven demócrata
progresista Tammy Baldwin, pero las
encuestas han dado un vuelco: ahora es Baldwin la que va en cabeza. Si bien
la distancia no es insalvable ¿será esta otra oportunidad perdida para los
republicanos?
Indiana. El veterano senador Richard Lugar ha sido aquí la última víctima republicana del radical movimiento del tea party en unas elecciones primarias. De haber podido presentarse al que hubiera sido su séptimo mandato en el Senado, Lugar probablemente hubiera sido reelegido por un amplio de margen; no obstante, su apoyo a la reforma migratoria y a los nombramientos de Obama para la Corte Suprema le valieron un profundo odio de los más conservadores (como muestra, valga este video de Dick Morris) que a la postre lograron imponer a Richard Mourdock como candidato. Mourdock y el candidato demócrata, Joe Donnelly, se encuentran ahora totalmente empatados. Aunque Indiana se inclina decididamente hacia los republicanos para las elecciones presidenciales (lo que puede resultar instrumental para una victoria de Mourdock), lo cierto es que los republicanos ven con incertidumbre el resultado para un escaño por el que no deberían estar preocupándose. ¿Le puede volver a costar, como ya sucediera en 2010, el tea party el control del Senado a los republicanos?
Indiana. El veterano senador Richard Lugar ha sido aquí la última víctima republicana del radical movimiento del tea party en unas elecciones primarias. De haber podido presentarse al que hubiera sido su séptimo mandato en el Senado, Lugar probablemente hubiera sido reelegido por un amplio de margen; no obstante, su apoyo a la reforma migratoria y a los nombramientos de Obama para la Corte Suprema le valieron un profundo odio de los más conservadores (como muestra, valga este video de Dick Morris) que a la postre lograron imponer a Richard Mourdock como candidato. Mourdock y el candidato demócrata, Joe Donnelly, se encuentran ahora totalmente empatados. Aunque Indiana se inclina decididamente hacia los republicanos para las elecciones presidenciales (lo que puede resultar instrumental para una victoria de Mourdock), lo cierto es que los republicanos ven con incertidumbre el resultado para un escaño por el que no deberían estar preocupándose. ¿Le puede volver a costar, como ya sucediera en 2010, el tea party el control del Senado a los republicanos?
En resumen: el súbito empeoramiento de las perspectivas del
GOP en estos cinco Estados ha puesto en duda que pueda hacerse con el Senado
este año. Parece que Montana,
donde el demócrata Jon Tester tiene problemas, y Nebraska
siguen escoradas de su lado; pero estas hipotéticas victorias serían
neutralizadas por la ya segura e inesperada pérdida de Maine y quizá una derrota en Massachussetts
(lo que dejaría igual el actual status
quo de 53/47). Además, están a la
defensiva en lugares que no esperaban como Indiana.
Asumiendo que no sean derrotados en este último Estado (ni en ningún otro, como
Nevada o Arizona), los republicanos necesitarían ganar en Dakota del Norte (donde van por delante), además de en tres de
estos cuatro: Missouri, Wisconsin, Conneticut y Virginia (donde van
ligeramente por detrás). No perder Massachussetts implicaría que sólo tendrían
que ganar en dos Estados de este último grupo, lo que facilitaría algo las
cosas. La improbable vía alternativa es remontar en Estados que hace un par de
años soñaban con conquistar pero que ahora parecen difíciles, como Florida, Ohio o Pennsylvania.
Cámara de
Representantes:
Hacer un análisis o una predicción electoral sobre la Cámara
de Representantes es aún más complejo que hacerlo sobre el Senado o las
elecciones presidenciales. El gran número de distritos uninominales, la posible
volatilidad del voto, los incontables factores locales o la falta de encuestas
públicas son sólo algunas de las dificultades con las que nos encontramos. No
obstante, no parece probable que Nancy
Pelosi, actualmente la líder de la
minoría demócrata, vaya a recuperar el próximo enero la presidencia de la cámara.
En 2010 los demócratas obtuvieron 193 escaños, y los
republicanos 242; por tanto, para llegar a la mayoría de 218, los demócratas
necesitan imponerse en 25 distritos nuevos. No obstante, según las estimaciones
del New York Times
y
RealClearPolitics, para lograrlo los demócratas deberían no sólo hacerse
con la veintena de escaños más disputados, sino también derrotar al menos a una
docena de republicanos que parten como favoritos.
Existe un indicador sobre la intención genérica de voto para
el Congreso; es decir, una media indicativa de la gente que piensa votar
republicano o demócrata en su distrito. Aunque ahora mismo ambos partidos se
encuentran literalmente empatados (lo cual en principio podría parecer un mal
augurio para el partido que ostenta la mayoría), el siempre meticuloso Nate
Silver estima que los demócratas necesitan tener entre 4 y 5 puntos de
ventaja en ese indicador para tener una posibilidad de hacerse con la cámara. Una
de las causas de este fenómeno es el infame abuso que los republicanos han
hecho del gerrymandering: la manipulación
de las lindes de los distritos electorales de un Estado, normalmente para
fusionar zonas habitadas por minorías (todas ellas marcadamente demócratas).
Esto altera la demografía del resto de distritos del Estado en su favor, al
disminuir la proporción de esas minorías. La huella de esta práctica se nota
sobre todo en el sur profundo. Os invito a que examinéis la composición de las
delegaciones al Congreso de Estados como Alabama, Mississippi o Georgia: entre una
abrumadora mayoría de congresistas republicanos suele haber unos pocos
demócratas, invariablemente elegidos por llamativos márgenes, y que (¡qué
casualidad!) son prácticamente todos afroamericanos.
Dicho esto sólo cabe llamar la atención sobre algunas de las
elecciones a la Cámara de representantes más llamativas, y que puede ser
interesante seguir la noche del 6 de noviembre. En primer lugar, destacaría el noveno distrito de Ohio. Se trata de un
distrito nuevo, creado por la asamblea del Estado (controlada por los
republicanos, he aquí otro ejemplo de gerrymandering) mediante la fusión de dos antiguos
distritos demócratas, ya que por población, Ohio pierde dos congresistas este
año. Esto obligó a enfrentarse en unas agrias primarias al mítico Dennis Kucinich
con Marcy Kaptur, en las que ganó esta última (tras 16 años, Kucinich tendrá
por tanto que dejar el Congreso el próximo enero). Lo curioso es que el
candidato republicano por ese distrito es ni más ni menos que Samuel
Wurzelbacher (más conocido como Joe el fontanero), quien saltó a la fama
tras un espontáneo encuentro con John McCain en las presidenciales de 2008. Sin
duda, Wurzelbacher ha protagonizado uno de los spots más pintorescos de lo que llevamos de campaña.
En segundo lugar, he de mencionar sin duda una de las elecciones más emotivas de este año: la del segundo distrito de Arizona, donde el demócrata Ron Barber tratará de repetir la victoria que consiguió este verano para completar el mandato de la dimisionaria Gabrielle Giffords, que como recordaréis fue salvajemente tiroteada por un fanático en 2011.
En segundo lugar, he de mencionar sin duda una de las elecciones más emotivas de este año: la del segundo distrito de Arizona, donde el demócrata Ron Barber tratará de repetir la victoria que consiguió este verano para completar el mandato de la dimisionaria Gabrielle Giffords, que como recordaréis fue salvajemente tiroteada por un fanático en 2011.
Por último, señalaré algunos distritos especialmente
disputados donde podrían ser elegidos miembros del tea party. No hace falta decir que una reducción de la influencia
de este grupo en el nuevo Congreso puede ser instrumental para un entendimiento
que evite una crisis fiscal y económica el año próximo. Estad atentos al octavo distrito de Minnesota, el octavo distrito de Maryland o distrito nº 24 de Nueva York, donde los
actuales legisladores del tea party
deberían tenerlo especialmente complicado para repetir victoria. Puede ser
interesante también ver los resultados que Michelle Bachmann, la
presidenta del caucus del tea party, consigue en su sexto distrito de Minnesota. Os
recuerdo que Richard Mourdock de
Indiana y Todd Akin de Missouri son
los candidatos de este grupo fundamentalista al Senado.
Mis sinceros agradecimientos a todos los que hayan tenido la
paciencia de leer esta crónica de las próximas elecciones legislativas
estadounidenses. Espero que os sirva para tener una mejor compresión de todo lo
que vertiginosamente se sucederá la noche electoral del 6 de noviembre.
Dion Baillargeon
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