A grandes rasgos, las dos elecciones autonómicas del domingo pueden darnos varias claves: el PP mantiene Galicia pese -y no gracias- a la nefasta política económica y antisocial del Gobierno de Rajoy, el PNV volverá al Gobierno vasco aún sin saber de la mano de quién o quiénes o qué hará en materia económica, el PSOE es incapaz de liberarse de la desconfianza que provoca en el electorado y, como última clave y a consecuancia de la anterior, a su izquierda se forman grandes movimientos políticos de protesta, concretados en EH Bildu -este también por otras razones- en Euskadi y por Alternativa Galega en Galicia, además de un gran incremento de los votos en blanco y nulos.
En el caso gallego, todo parecía indicar que Feijóo iba a tener complicado mantener la mayoría absoluta y, en la izquierda, la incógnita era si Alternativa Galega de Esquerdas, la coalición de Esquerda Unida y el partido de Beirás iba a conseguir ningún o uno o dos escaños. Las encuestas erraron y a Feijóo le salió bien la jugada de adelantar las elecciones, antes de que Rajoy profundice en sus políticas impopulares: aunque ha perdido una cantidad nada despreciable de votos -más de 135.000- la izquierda ha perdido muchos más, ya que la suma de PSdeG, BNG y AGE pierde más de 170.000, pese al gran ascenso de estos últimos.
Es notorio que los votos de Alternativa Galega vienen, sobre todo, del BNG, en la batalla particular sostenida entre un Bloque controlado por el comunismo nacionalista de la Unión do Povo Galego, difuminada su condición de "frente popular" del nacionalismo gallego, y la AGE que, encabezada por Beirás, ha ganado la partida quedando por delante del viejo BNG. Los otros escindidos del BNG, la derecha de Compromiso por Galicia, quedan muy por detrás con un 1,1% de los votos. Pero en la nueva AGE también han recibido votos de antiguos votantes socialistas que, posiblemente de no haber existido esta opción, habrían ido a la abstención como ha hecho otro gran número de votantes socialistas, o habrían mantenido su voto sin mucha convicción. Como apunte, es necesario destacar el gran aumento de la opción del voto en blanco y del voto nulo, que suman alrededor de 75.000 votos, confirmando el desapego por las limitaciones de la política.
Convicción. Confianza. Son las palabras malditas para el PSOE. Es obvio que no hay que dudar del compromiso del socialismo con el Estado del Bienestar y de la comprensión de las responsabilidades que se deben tener al gobernar en cualquier administración. Pero no es suficiente para muchos electores. Al PSOE aún le pesa la mala gestión de los primeros años de crisis, y eso ha sido suficiente para que el PP, libre de competidores potenciales cercanos ideológicamente -UPyD no despega como en otras regiones y el partido de Mario Conde no ha convencido a casi nadie-, vuelva a ganar pese a su desgaste. El PSOE pierde y no consigue votos, incapaz de transmitir ilusión al electorado, anatemizado por buena parte de la izquierda y con los lazos con la intelectualidad progresista deshechos.
El PP quiere -y ya lo hace- presentar la victoria de Feijóo como una validación a sus políticas nacionales. Es dudoso que así sea. Rajoy podrá respirar un poco, pero no mucho: los resultados de Euskadi no son nada buenos para él y seguramente los de Cataluña sean aún peores; además, sobre España aún pesa la sombra del rescate. Los problemas siguen sin solucionarse y está por verse que en 2013 haya "brotes verdes" para este Gobierno. Al PP le sigue beneficiando la inexistencia de opciones que compitan nacionalmente en el campo de la derecha, así como la división de la oposición: desgraciadamente, está claro que el proyecto neoliberal que puede ofrecer el PP es el único de la derecha; desgraciadamente, también, la izquierda presenta demasiadas divisiones y enfrentamientos internos, divididos entre la consciencia de la responsabilidad que supone gobernar y el populismo ansioso de pontificar que es la "única y verdadera izquierda". Es esa misma izquierda, por cierto, que permite pasar los presupuestos del gobierno derechista de Extremadura.
Seguramente, de haber existido en Galicia un proyecto ilusionante e integrador de izquierda, las cosas serían distintas. Es indudable que buena parte de esta incapacidad se deba al recuerdo de los últimos años del Gobierno de Zapatero, así como al recuerdo decepcionante del bipartito gallego, que no consiguió ofrecer un modelo de Galicia alternativa al del PP regional, que aprovechó ese tiempo para renovarse. Es también indudable que otra buena parte de los malos resultados del centro izquierda se deban a direcciones políticas bastante desnortadas. En La Voz de Galicia, Roberto L. Blanco Valdés escribe:
"[Los partidos de hoy] son organizaciones controladas por los profesionales de la política que, una vez encaramados en el grupo dirigente, consideran toda ida que se aparte de la línea oficial una herejía cuando no una traición inadmisible. Y así, aquellos intelectuales colectivos que hace un siglo soñó Gramsci se han convertido en partidos cerrados y profundamente jerarquizados, cuyos dirigentes practican una selección inversa de las élites con la finalidad de evitar la entrada de militantes cualificados con posibilidad de disputar la silla a los que mandan".
Gramsci. El recurso al certero pensamiento de uno de los grandes intelectuales italianos no puede ser más acertado. Aplicado al caso del PSOE, el partido está perdiendo sus lazos con la sociedad, no es capaz de integrar a más gente con ideas no ceñidas al control de una organización declinante -como puede ser el caso del PSM- y la jerarquía y el dominio desdibujan a una militancia decaída y retrasan los debates a momentos acaso más propicios. Para los que lo dominan, se entiende. Siempre que ocurren derrotas así se oye decir "tenemos que tomar nota". Esa es la reacción admitida para el grupo dirigiente, porque es neutra, difusa. Pero cuando se existen voces que piden algo más, como revisar la dirección dada y pedir responsabilidades, lo que se oye, desde altas instancias y agradecidos es "ahora no toca". Suele ocurrir que nunca se toma nota y nunca es la hora de que toque. Y así podría entenderse la situación actual del PSOE. Es más necesario que nunca que el PSOE, que es un partido sensato, consciente de la historia reciente de España -porque también ha sido su propia historia-, sea de nuevo un partido centrado en la sociedad, que sea entregado a la sociedad y no sea controlado por un grupo dirigente. Urgen más que nunca debates abiertos, integrar a gente nueva y rehacer los lazos con la sociedad para volver a crear un nuevo bloque que dispute la hegemonía.
¿Y será verdad que Alternativa Galega es la "Syriza gallega", como no se cansan de mencionar las voces más izquierdistas, algunas tan relevantes como Pablo Iglesias Turrión? Yo, personalmente, lo dudo. Es notorio que la existencia de una amplia indignación en la ciudadanía ha calado sobre todo en los más progresistas y en los más perjudicados por la crisis económica, que se traduce en un voto a las opciones más radicales. AGE, por fortuna o infortunio, es conocida por "lo de Beirás". Su crecimiento impresionante -y loable, dada las grandes energías que compensaron la falta de recursos- se debe, sobre todo, al carisma del viejo líder del BNG unido al sentimiento de indignación. Ha pescado allí donde había peces. No obstante, AGE no es una formación ideológicamente coherente; ha tenido, eso sí, grandes resultados hablando más de la crisis y de lo social que de nacionalismo y de modelo de Estado. Mientras hablen contra la gestión de la crisis de Feijóo, les irá bien, y la presencia de Beirás en el parlamento gallego asegura que los portavoces socialista y del Bloque, sean los que sean, habrán de ponerse las pilas para destacar entre los discursos de Feijóo y Beirás. Si, por el contrario, llegan a hablar de modelo de Estado, será un punto de división: sabemos que Beirás es un nacionalista convencido y que la gente de EU habla alegremente del mal concepto que tiene IU del federalismo. También sabemos que la mayoría de gallegos sabe muy bien lo que significa Galicia y lo que significa España: a diferencia de Euskadi, en Galicia no ha entrado en la campaña el modelo de país que se quiere.
Enlaces de interés:
"Desapego", de Alfredo Vara, (La Voz de Galicia, 23/10/2012).
"El PSOE, de la Tierra a la Luna", de Roberto L. Blanco Valdés (La Voz de Galicia, 23/10/2012).
"Feijóo y Beirás: tanto monta, monta tanto", de Xosé Luis Barreiro Rivas (La Voz de Galicia, 23/10/2012).
"Galicia y el efecto Syriza", de Pablo Iglesias Turrión (Blog Otra vuelta de tuerka, Público, 22/10/2012).
"La factura del bipartito", de I. Bermúdez de Castro (La Voz de Galicia, 23/10/2012).
"La irrupción de AGE en Galicia crea un referente para toda la izquierda", (El País, 22/10/2012).
Nota: más tarde subiré mi opinión de los resultados de Euskadi.
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