Artículo de febrero-marzo 2010 de Foreign Policy edición española, de Peter Williams
Son homosexuales, han venido para quedarse y hay gobiernos desde África a Asia que no saben muy bien qué hacer al respecto. Estos son cuatro países donde los movimientos en favor de los derechos de los gays se enfrentan a una dura batalla por la igualdad.
La lucha por los derechos de los gays en Norteamérica y Europa lleva ya varias décadas en marcha, desde que fuera introducida en la conciencia nacional por la crisis del sida en los 80 y 90, y más recientemente cristalizara en la batalla a propósito del matrimonio homosexual. En otras partes del mundo, no obstante, la lucha está todavía en una fase mucho más inicial. He aquí cuatro países en los que los incipientes movimientos a favor de homosexuales -y transexuales- están ahora remontando el vuelo, y encontrándose además con una desagradable reacción.
UGANDA
La batalla: El parlamento ugandés, no contento con la legislación antigay de la era colonial existente, está estudiando la Ley contra la homosexualidad, que pretende castigar la “homosexualidad agravada” -básicamente, las relaciones sexuales si uno de los participantes es VIH positivo- con la muerte, y otras formas de sexo gay con la cadena perpetua. Aquellos que tengan conocimiento de alguna actividad homosexual y no la denuncien se enfrentan a hasta tres años de cárcel. La ley, que podría votarse este mismo mes, convertiría también en delito el trabajar a favor de los derechos de los gays, con una posible sentencia de hasta siete años.
Las perspectivas: Tras una intensa presión por parte de gobiernos extranjeros y ONG a favor de los derechos humanos, el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, se ha distanciado de la ley, en la creencia de que aprobarla podría poner en peligro la disposición de los donantes extranjeros a enviar ayuda al país. El sentimiento antigay está aquí todavía firmemente arraigado, y costará mucho que eso cambie. Es bastante más probable que Uganda siga siendo uno de los casi 40 países africanos que todavía prohíben directamente la homosexualidad que el que se una a Suráfrica, el único Estado del continente que ha legalizado el matrimonio homosexual.
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MALAUI
La batalla: Como muchos ugandeses, los malauianos consideran la homosexualidad como una diabólica importación occidental, algo que no existiría de forma natural en su país si no fuera por la influencia de los extranjeros. De modo que unos cuantos casos en los que se han visto implicados gays malauianos, por primera vez visibles, han conmocionado a la población de este país africano, en el que la homosexualidad puede ser castigadas con hasta 14 años en prisión. Primero, el 28 de diciembre, dos hombres, Steven Monjeza y Tiwonge Chimbalanga, fueron detenidos por celebrar su compromiso con un tradicional ritual chinkhoswe -la primera vez que una pareja gay lo hacía. El veredicto sobre su caso se espera para dentro de poco. El 30 de enero, otro hombre fue detenido por “perturbar la paz” tras colocar un póster que decía “Los derechos gay son derechos humanos”. Más tarde, durante la campaña de represión antihomosexual del 15 de febrero, un hombre de 60 años fue detenido por “sodomía”.
Las perspectivas: La detención y posterior maltrato en prisión de Monjeza y Chimbalanga han suscitado la condena de las ONG internacionales, así como un aumento de la tensión entre los activistas por los derechos de los gays y el Ejecutivo, que se ha dedicado activamente a provocarlos para que se expongan abiertamente, en otras palabras, para arriesgarse a ser detenidos y encarcelados. “En lo que respecta al gobierno de Malaui, sólo tenemos dos gays en Malaui: Steven Monjeza y Tiwonge Chimbalanga”, afirmó el funcionario gubernamental Kingsley Namakhwa. “Si hay otros, que salgan a dar la cara”. En un país en el que una de cada catorce personas tiene VIH/sida, y en el que cada hora mueren ocho personas, según la ONG internacional AVERT, salir a dar la cara podría ser una gran idea -si eso significara un mejor acceso a los servicios sanitarios, no cárcel y tortura.
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PAKISTÁN
La batalla: Los hijras, hombres transexuales o travestidos de India y Pakistán, hace mucho que son una parte de la población reconocida y parcialmente tolerada, que se gana como puede la vida bailando en las bodas y ejerciendo la prostitución mientras se enfrenta a la constante amenaza de la agresión y la discriminación. India despenalizó la homosexualidad el verano pasado, pero es todavía ilegal en Pakistán, y una ceremonia privada de matrimonio homosexual celebrada allí en 2005 fue recibida con amenazas de muerte. De modo que fue una gran noticia que en julio de 2009 el Tribunal Supremo de Pakistán dictaminara que los hijras pasarían a ser oficialmente reconocidos y registrados como ciudadanos. Como India, cuya comisión electoral comenzó a permitir que los hijras marcaran su género como “otro” en las papeletas de votación el pasado noviembre, Islamabad ha recomendado que se analice una tercera opción de género que pueda ser incluida en los carnés de identidad emitidos por el Estado.
Las perspectivas: Desde la histórica sentencia de 2009, se ha producido un significativo aumento del activismo hijra, con la organización de manifestaciones y celebraciones por todo el país, y la victoria del primer equipo de críquet hijra de la historia sobre una escuadra profesional el pasado agosto. Pero la lucha por la igualdad no está ni mucho menos ganada -los jugadores tuvieron problemas a la hora de convencer a algún político local para que se dejara ver en el partido. Mientras tanto, los gays de Pakistán continúan viviendo en un ámbito privado. Si encuentran una comunidad es en reductos urbanos pequeños y aislados. Los movimientos de base pueden verse alentados por las recientes victorias legales allí y en India, pero la aceptación social generalizada está todavía lejos.
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TURQUÍA
La batalla: Turquía goza de un amplio reconocimiento como uno de los países más tolerantes para la comunidad LGBT de Oriente Medio. Es uno de los únicos cuatro países de la región -los otros son Israel, Jordania, y, desde 2003, Irak- en los que el sexo gay es legal, y Estambul tiene una animada comunidad homosexual. Pero la aparentemente liberal sociedad turca ha estado sometida a escrutinio desde hace un par de años debido a una serie de asesinatos cometidos contra gays y transexuales. En 2008, Ahmet Yildiz fue asesinado por su padre en el que se convirtió en el primer asesinato de un gay en un crimen de honor del que se tiene noticia. Durante los dos últimos años, mientras tanto, al menos se ha dado muerte a ocho transexuales. Sólo en los primeros meses de 2010, dos mujeres transexuales fueron asesinadas, aparentemente a causa de violencia homófoba. El país se encuentra fracturando entre un gobierno islamista y modernizador que espera poder adherirse a la Unión Europea y una población conservadora que siente aprensión respecto al cada vez más visible papel de los gays en la sociedad turca. Pero ahora, además de los asesinatos, Ankara está reprimiendo a los activistas a favor de los derechos de los gays, iniciando un proceso civil para cerrar un grupo local llamado Triángulo Negro y Rosa bajo la acusación de que viola “los valores morales y la estructura de la familia turca”.
Las perspectivas: Las ONG internacionales han protestado airadamente por la violencia y el intento del Ejecutivo turco de poner obstáculos a los grupos activistas. Y los esfuerzos de Turquía para unirse a la Unión Europea probablemente le llevarán a atemperar algunos de sus peores excesos. Aún así, las muertes y la represión del gobierno sugieren que la reputación de este país como un relativo oasis de derechos humanos en Oriente Medio no va a durar mucho.
1 comentario:
Se dice "a favor de".
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