"La respuesta socialista" es el lema con el que abre el 38º Congreso del Partido Socialista Obrero Español. En Sevilla, el principal partido de la oposición tiene como tarea para este fin de semana
- Realizar una dura autocrítica por las severas derrotas de 2011 y la línea política seguida durante el inicio de la crisis económica.
- Elegir entre Carme Chacón o Alfredo Pérez Rubalcaba para dirigir al partido en los próximos cuatro años e iniciar la renovación tanto en ideología y discurso como en cuadros.
- Hacer una verdadera "respuesta socialista", un impulso necesario por recuperar el proyecto socialdemócrata y europeísta que devuelva la confíanza en el proyecto europeo y el crédito al Partido Socialista como partido progresista de gobierno.
Más de 950 delegados, elegidos por congresos provinciales, y estos a su vez por los militantes de cada agrupación del partido, son los elegidos para dar esta respuesta. Se discutirán más de 16.000 enmiendas, una cifra bastante relevante, si la comparamos con las apenas 1.500 enmiendas que discutirá el congreso del Partido Popular dentro de poco, en la misma capital andaluza. Es, quizás, un dato muy importante si queremos medir la calidad democrática y participativa entre los dos grandes partidos de España, máxime cuando el centenario PSOE vive momentos muy duros, fuera de muchos gobiernos autonómicos, reducido su poder local y mermada su militancia, frente a un partido conservador que, hoy por hoy, aglutina el máximo poder local, autonómico y nacional en toda su corta historia. El PSOE es un partido con tanta historia que no es posible entender buena parte de la historia contemporánea de nuestro país sin él; por eso, el trabajo de los delegados tiene un valor adquirido, y es que el PSOE no puede degenerar a la irrelevancia política; tiene, por obligación histórica, reconectar con su base social, que a día de hoy está totalmente indignada con las decisiones recientes de la pasada legislatura. El PSOE necesita urgentemente reconstruir los puentes destruidos, tras haber bajado de la barrera psicológica del 30% de votos a nivel nacional, perder cuatro millones de votos y mantener la posibilidad de perder, por primera vez, Andalucía, y -aunque ganó las elecciones en número de votos- seguir fuera del gobierno del Principado de Asturias en la nueva convocatoria electoral tras el fiasco de la experiencia de Álvarez Cascos.
La socialdemocracia jugó un gran papel histórico para construir el Estado de bienestar y consolidar la democracia en Europa. El neoliberalismo ha roto el consenso sociadelmócrata y se propone destruir todo lo que la socialdemocracia significa; el poder se ha desplazado de los ciudadanos a un reducido núcleo plutócrata, que no es ni siquiera nacional, es transnacional, porque el poder del capitalismo no conoce fronteras. La socialdemocracia no se puede quedar reducida en las estrechas fronteras de la nación, la ciudadanía no puede languidecer y encogerse de brazos por miedo o pérdida de la confianza. El socialismo democrático no solamente tiene que ofrecer una nueva fuerza para recuperar lo perdido y seguir progresando; es la ciudadanía la que tiene que devolver su confianza a un movimiento pragmático, realista pero combativo. Eso tiene que ser la socialdemocracia, y no el apéndice de un sistema económico que les conduce a la irrelevancia. A izquierda y derecha de la socialdemocracia queda el populismo y la reacción, las respuestas vacías y retóricas o las acomodaticias y serviles.
No es solo el PSOE quien tiene que recuperar ese espíritu, sino toda la socialdemocracia europea. Hay que romper y superar esas fronteras estrechas de la nación, sustituirlas por el federalismo europeísta, la unión y la respuesta conjunta de la ciudadanía europea. No es por la identidad ni un "destino histórico" que se quiere ver a las naciones, es porque es la mejor vía para defender nuestros valores y nuestra sociedad.
En un fin de semana no se pone punto y aparte a un partido con varios errores en su política, sin olvidar sus muchos aciertos. Hay que renovar los cuadros dirigentes y cambiar sus prácticas. Hay que abandonar la pobreza ideológica, el caudillismo y servilismo de algunos. El partido tiene que estar abierto a la sociedad y a sus estratos activos, y su actual estructura supone una rémora para el nuevo siglo. Tampoco un fin de semana gesta y da a luz la renovación: la renovación comienza en este Congreso, que alumbra un período donde el partido habrá de dotarse de nuevas prácticas, ideas y propuestas que ofrecer como alternativa a las políticas de contrarreforma y estrangulamiento de la economía que ejecutan los conservadores.
Poniendo directamente sobre la mesa mis preferencias, mi apuesta es por el proyecto que lidera Carme Chacón. No es cuestión de apostar por personas, no por ser de tal sexo o tal región, no porque lo apoye fulano o mengano. Ese es el juego de la prensa y su estrechez de visión, la misma estrechez que provoca la ironía de leer y escuchar críticas, antaño, por la falta de debate y contestación a los liderazgos caudillistas; y ahora, esa estrechez provoca hablar de "guerras civiles" por la discusión y puesta en debate de dos candidaturas. Esas candidaturas, lógicamente, comparten lo esencial, pero son las diferencias de criterio, respuestas y perspectivas las que las separan y nos permiten, o deberían permitirnos, dejarnos llevar libremente por nuestro criterio para decantarnos hacia una u otra dirección.
Por ello, creo que el proyecto de Carme Chacón es el mejor para comenzar la renovación del partido, trazar un nuevo discurso para España y colaborar en una socialdemocracia europea que, en el futuro, debe estar cada vez más unida y ser un referente como movimiento progresista europeo. Hay que hayar la combinación necesaria entre ruptura y continuidar; ruptura con los errores que han desconectado al partido de la sociedad; continuidad con lo que supone el proyecto socialdemócrata y libertador de un partido histórico. Si triunfa el proyecto de Chacón, las ideas cobrarán un nuevo protagonismo para dotar al partido de las respuestas necesarias que la sociedad necesita de su referente socialdemócrata. El enquistamiento y la irrelevancia no son la respuesta, sólo caminar hacia adelante, innovando y arriesgando.
Enlaces de interés:
El momento decisivo
Cinco claves sobre el congreso del PSOE
Una alternativa por hacer
- Realizar una dura autocrítica por las severas derrotas de 2011 y la línea política seguida durante el inicio de la crisis económica.
- Elegir entre Carme Chacón o Alfredo Pérez Rubalcaba para dirigir al partido en los próximos cuatro años e iniciar la renovación tanto en ideología y discurso como en cuadros.
- Hacer una verdadera "respuesta socialista", un impulso necesario por recuperar el proyecto socialdemócrata y europeísta que devuelva la confíanza en el proyecto europeo y el crédito al Partido Socialista como partido progresista de gobierno.
Más de 950 delegados, elegidos por congresos provinciales, y estos a su vez por los militantes de cada agrupación del partido, son los elegidos para dar esta respuesta. Se discutirán más de 16.000 enmiendas, una cifra bastante relevante, si la comparamos con las apenas 1.500 enmiendas que discutirá el congreso del Partido Popular dentro de poco, en la misma capital andaluza. Es, quizás, un dato muy importante si queremos medir la calidad democrática y participativa entre los dos grandes partidos de España, máxime cuando el centenario PSOE vive momentos muy duros, fuera de muchos gobiernos autonómicos, reducido su poder local y mermada su militancia, frente a un partido conservador que, hoy por hoy, aglutina el máximo poder local, autonómico y nacional en toda su corta historia. El PSOE es un partido con tanta historia que no es posible entender buena parte de la historia contemporánea de nuestro país sin él; por eso, el trabajo de los delegados tiene un valor adquirido, y es que el PSOE no puede degenerar a la irrelevancia política; tiene, por obligación histórica, reconectar con su base social, que a día de hoy está totalmente indignada con las decisiones recientes de la pasada legislatura. El PSOE necesita urgentemente reconstruir los puentes destruidos, tras haber bajado de la barrera psicológica del 30% de votos a nivel nacional, perder cuatro millones de votos y mantener la posibilidad de perder, por primera vez, Andalucía, y -aunque ganó las elecciones en número de votos- seguir fuera del gobierno del Principado de Asturias en la nueva convocatoria electoral tras el fiasco de la experiencia de Álvarez Cascos.
La socialdemocracia jugó un gran papel histórico para construir el Estado de bienestar y consolidar la democracia en Europa. El neoliberalismo ha roto el consenso sociadelmócrata y se propone destruir todo lo que la socialdemocracia significa; el poder se ha desplazado de los ciudadanos a un reducido núcleo plutócrata, que no es ni siquiera nacional, es transnacional, porque el poder del capitalismo no conoce fronteras. La socialdemocracia no se puede quedar reducida en las estrechas fronteras de la nación, la ciudadanía no puede languidecer y encogerse de brazos por miedo o pérdida de la confianza. El socialismo democrático no solamente tiene que ofrecer una nueva fuerza para recuperar lo perdido y seguir progresando; es la ciudadanía la que tiene que devolver su confianza a un movimiento pragmático, realista pero combativo. Eso tiene que ser la socialdemocracia, y no el apéndice de un sistema económico que les conduce a la irrelevancia. A izquierda y derecha de la socialdemocracia queda el populismo y la reacción, las respuestas vacías y retóricas o las acomodaticias y serviles.
No es solo el PSOE quien tiene que recuperar ese espíritu, sino toda la socialdemocracia europea. Hay que romper y superar esas fronteras estrechas de la nación, sustituirlas por el federalismo europeísta, la unión y la respuesta conjunta de la ciudadanía europea. No es por la identidad ni un "destino histórico" que se quiere ver a las naciones, es porque es la mejor vía para defender nuestros valores y nuestra sociedad.
En un fin de semana no se pone punto y aparte a un partido con varios errores en su política, sin olvidar sus muchos aciertos. Hay que renovar los cuadros dirigentes y cambiar sus prácticas. Hay que abandonar la pobreza ideológica, el caudillismo y servilismo de algunos. El partido tiene que estar abierto a la sociedad y a sus estratos activos, y su actual estructura supone una rémora para el nuevo siglo. Tampoco un fin de semana gesta y da a luz la renovación: la renovación comienza en este Congreso, que alumbra un período donde el partido habrá de dotarse de nuevas prácticas, ideas y propuestas que ofrecer como alternativa a las políticas de contrarreforma y estrangulamiento de la economía que ejecutan los conservadores.
Poniendo directamente sobre la mesa mis preferencias, mi apuesta es por el proyecto que lidera Carme Chacón. No es cuestión de apostar por personas, no por ser de tal sexo o tal región, no porque lo apoye fulano o mengano. Ese es el juego de la prensa y su estrechez de visión, la misma estrechez que provoca la ironía de leer y escuchar críticas, antaño, por la falta de debate y contestación a los liderazgos caudillistas; y ahora, esa estrechez provoca hablar de "guerras civiles" por la discusión y puesta en debate de dos candidaturas. Esas candidaturas, lógicamente, comparten lo esencial, pero son las diferencias de criterio, respuestas y perspectivas las que las separan y nos permiten, o deberían permitirnos, dejarnos llevar libremente por nuestro criterio para decantarnos hacia una u otra dirección.
Por ello, creo que el proyecto de Carme Chacón es el mejor para comenzar la renovación del partido, trazar un nuevo discurso para España y colaborar en una socialdemocracia europea que, en el futuro, debe estar cada vez más unida y ser un referente como movimiento progresista europeo. Hay que hayar la combinación necesaria entre ruptura y continuidar; ruptura con los errores que han desconectado al partido de la sociedad; continuidad con lo que supone el proyecto socialdemócrata y libertador de un partido histórico. Si triunfa el proyecto de Chacón, las ideas cobrarán un nuevo protagonismo para dotar al partido de las respuestas necesarias que la sociedad necesita de su referente socialdemócrata. El enquistamiento y la irrelevancia no son la respuesta, sólo caminar hacia adelante, innovando y arriesgando.
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