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viernes, 18 de marzo de 2011

Libia: ¿demasiado tarde?


Por fin, ayer por la noche (hora española) el Consejo de Seguridad de la ONU votó por establecer una zona de exclusión aérea sobre Libia, con las significativas abstenciones de China y Rusia, con derecho a veto, y de los miembros no permanentes Alemania, India y Brasil. De momento, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Qatar son los países dispuestos a intervenir decididamente para evitar los ataques de Gadafi al poder rebelde de Bengasi. Egipto podría contribuir igualmente con tropas.

La decidida intervención militar, en principio, rompe la doctrina Bush de la guerra de Irak: el ataque contra el sanguinario régimen de Gadafi viene avalado por las peticiones de la resistencia de Bengasi, el apoyo de la Liga Árabe y la autoridad de las Naciones Unidas. La otra cara de la moneda es la desesperante tardanza de la comunidad internacional por tomar una decisión al respecto y la persistente división de la Unión Europea sobre las revoluciones y revueltas en el mundo árabe. Ahora, cuando la resistencia agoniza en unas pocas ciudades, esperando el sangriento golpe de Gadafi, quizás sea todo demasiado tarde. A lo mejor se podrá hacer retroceder o destruir el tiránico régimen de la Yamahiriya de Gadafi, pero el daño se ha hecho: la sinrazón humana ha ocasionado ya demasiados muertos. Las dudas del mundo y el contraataque de Gadafi hacen peligrar la "primavera árabe": Los regímenes de Bahrein y Yemen han empezado a reprimir sin piedad a los manifestantes.

¿Qué significa esta posible o inminente intervención? ¿Es un acto más por preservar los intereses occidentales o por evitar la prometida masacre de Gadafi? En una visión perversa, no es la resolución de la crisis libia lo que hará bajar el precio del petroleo, sino la degradación de la crisis nuclear de Japón. Sin duda alguna, está en el acervo de todo país soberano determinados intereses: es intrínseco a toda institución humana. La humanidad, aparte del afán de competencia por la supervivencia, propio de todo organismo vivo, también posee el altruismo, la cooperación y la solidaridad, en simbiosis con lo anterior. Sin duda, ambas facetas están presentes en este caso: habrá quienes consideren o quieran ver con mayor fuerza la existencia de intereses económicos y geopolíticos en la intervención en la guerra civil libia. También habrá los que consideren que la intervención es necesaria para poner freno a las violaciones de los derechos humanos, evitar las amenazas de más muertes o de olas de refugiados, etcétera, reconociendo que ambos bandos pueden cometer esas barbaridades.

La única postura defendible es reconocer que los libios poseen, como todos, derechos inherentes, entre los que se cuentan el derecho a la vida, a la libertad y a gobernarse a sí mismos como decidan. El mundo ha guardado un incómodo silencio a este respecto: Gadafi era, paradójicamente, el "fiel aliado" de las potencias occidentales contra el islamismo, a la vez que uno de los modelos de la extrema izquierda por su "revolución verde". Los mejores ejemplos a estas dos paradojas son las peligrosas amistades de Gadafi con Berlusconi y con Hugo Chávez, así como la financiación de la campaña electoral de Sarkozy, si damos crédito a las palabras de Saif al Islam, el hijo del tirano libio. Igualmente, la apreciación sobre los rebeldes es variopinta: se les llama libertadores, se les reconoce como los legítimos portavoces de Libia por algunos países y también se les acusa de cercenar los derechos de las mujeres.

Es decir, se agita el miedo al islamismo. Pero, una vez más, ¿ese miedo al islamismo radical es justificación suficiente para mantener el represivo poder de Gadafi sobre sus compatriotas? Las medidas palabras de diversos personajes públicos, desde los más "gubernamentales" a los más "anticapitalistas", les unen por primera vez en vagas defensas de la permanencia de Gadafi.

Pese a que estamos viviendo meses movidos por las revoluciones árabes, no nos despegamos de considerar la "minoría de edad" de la nación árabe, a la que muchos aún ven incapaz, propensa a entregar el poder a los que hablan en nombre de Dios y reprimir a sus minorías nacionales, religiosas, a los homosexuales o a las mujeres. Esa visión, la más pura herencia colonialista, es la que justifica la permanencia de tiranos considerados occidentalizados, laicos o revolucionarios. Pero, ¿hemos olvidados la lucha de Europa por la Ilustración, por sacudirnos el yugo de los estamentos y de la Iglesia? ¿Hemos olvidado que hasta hace pocos años aún se justificaba la violencia doméstica, la marginación de los homosexuales, o se prohibía el aborto, el divorcio y no se observaban las mínimas garantías de los derechos civiles? ¿Es que los europeos somos una raza superior, dotada de mayor conciencia propia que el resto de humanos del orbe? No hace mucho que Europa ha vivido los peores crímenes de la Historia, que existieron unos campos de exterminio donde murieron millones de judíos y otras minorías, o que en Yugoslavia también se intentó una limpieza étnica.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Mesa redonda "¿Hacia dónde va el mundo árabe? en UAM-Filosofía y Letras


Las revoluciones de Túnez y Egipto -creo que ya podemos calificarlas de tal modo- siguen generando charlas y conferencias de los expertos en el mundo árabe. A día de hoy, sin contar la conferencia de ayer en la Universidad Autónoma de Madrid, he podido asistir a la charla de Casa Árabe del 1 de febrero y al debate del Círculo de Bellas Artes del día después, ambos sobre Túnez. No obvio que se habrán desarrollado muchos otros actos por nuestro país, y también por otros países, que sirven, a todos los que tienen el honor de escuchar las palabras de los entendidos en ese mundo, de conocer un poquito más un mundo cuya impresión está contaminada por los estereotipos, los prejuicios y el sesgo de los medios de comunicación, amén de los intereses de nuestros gobiernos. Estas charlas son una gran oportunidad para intentar superar esos muros con los que habitualmente nos enfrentamos en el día a día. Desde esta modesta posición, y el escaso conocimiento propio, os intentaré sintetizar el acto de ayer, día 15 de febrero, realizado en la facultad de Filosofía y Letras de la UAM.

Organizado por el Departamento de Estudios Árabes e Islámicos y moderado por Ana Planet, profesora de dicho departamento, contó con las intervenciones de dignos expertos en el mundo árabe en nuestro país, muchos agrupados en el Taller de Estudios Internacionales Mediterráneos (TEIM), cada uno intentándonos acercar qué ocurre en cada uno de los países árabe-islámicos.

Miguel Hernando de Larramendi, profesor de la UCLM, nos acercó a la realidad de los regímenes autoritarios árabes y a la serie de revueltas, hoy olvidadas en Occidente. Esas revueltas, que afloraron en los países árabes a finales de los 80, llevaron al derrocamiento de Burguiba por Ben Ali, en Túnez, y al intento de apertura en Argelia, abortado al querer evitar la victoria electoral de los islamistas y la consiguiente guerra civil. Los regímenes autoritarios, en los últimos veinte años, intentaron una serie de reformas de arriba abajo, muy lentas: apertura al exterior, pluralismo limitado y liberalización y privatización de la economía, con la connivencia de su principal aliado, Estados Unidos, unidos a él en un objetivo común tras el 11-S: luchar contra el islamismo y utilizar el miedo a éste en Occidente para resistir a las presiones de democratización.

Luz Gómez García, profesora de la UAM, a través de unos extractos del libro del libanés Samir Kassir (1960-2005), De la desgracia de ser árabe, nos acercó la visión de este autor, asesinado en Beirut. La mentalidad de Kassir era muy pesimista: veía en las causas del subdesarrollo árabe en el analfabetismo, la gran desigualdad social, la superpoblación de las ciudades, la desertización de las provincias, percepción de no existir un futuro... con ello, Gómez García replicaba ese pesimismo a que ahora el espacio público árabe ha cambiado de manos y deja a esa desgracia de ser árabe en paréntesis.

Daniel Marx nos devolvió la atención en Túnez, diluida tras la importancia que ha cobrado la revolución egipcia en los últimos días, hablándonos de las condiciones del régimen de Ben Ali, las causas de su caída y los interrogantes para el futuro. El régimen benalista tenía dos caras, una liberal, por su herencia del régimen de Burguiba y el éxito económico posterior, y otra autoritaria, con un auténtico estado policial donde había 200.000 policías en un país de poco más de diez millones de habitantes. Era un régimen de "consumir y callar", con un potencial acceso a la clase media pero sin derechos políticos. Este régimen cayó desgastado por cuatro factores: un clima de represión y miedo constante sin la excusa real de peligro islamista, la corrupción de los Trabelsi (la familia de la mujer de Ben Ali), la censura a los medios de comunicación y redes sociales y la crisis económica, con la subida del paro joven, hasta un 44,5% entre los jóvenes diplomados. Marx elevó dos interrogantes: ¿Ben Ali se fue empujado por el ejército o pensaba volver para "salvar al país" del caos que pudiera producirse? Como interrogantes para el futuro, planteó el miedo de que el nuevo gobierno provisional, ya sin benalistas, pudiera controlar el caos y la violencia que pueden desatarse en Túnez; también quién pilotará la transición, cómo se depurarán los crímenes de la dictadura, quién ganará las elecciones o quién reformará la constitución.

Para Bárbara Azaola, profesora de la UAM experta en Egipto, la revolución tunecina abrió un momento de esperanza e ilusión en los egipcios, que sentían la desgracia de que no podrían hacer lo mismo que sus hermanos tunecinos. Pero las revueltas han tenido éxito y acabaron con Mubarak. Gracias a ello, los egipcios han perdido el miedo a manifestarse y a soportar las presiones agónicas de Mubarak para desgastar y desacraditar al movimiento ciudadano. A su vez, dentro del régimen se dio lugar a una serie de tensiones entre la nueva y la vieja guardia del partido pero también dentro del ejército, imponiéndose la vieja guardia y tomando el poder tras la salida de Mubarak. Aún está por ver que esto suponga la verdadera entrega del poder a civiles o, por el contrario, los generales sigan controlando el poder. La nueva junta militar va dando pequeños pasos, como la suspensión de la constitución y del parlamento, pero aún no se han liberado los presos políticos, ni se ha reformado la ley de partidos o tomado medidas respecto a la sempiterna ley de emergencia.

Bernabé López García, experto de la UAM en Marruecos, fue un poco pesimista respecto a posibles cambios en nuestro inmediato vecino árabe. Existe, dijo, una sensación de que el "enemigo exterior" quiere que se agite el cambio y eso provoca una cierta contencion pese a que el nivel de insatisfacción es el mismo que en otros países árabes. Hay convocada una manifestación para el día 20 de febrero, pero sin saber dónde y el motivo para manifestarse. El principal escollo es la figura del rey: muchos están cansados de la monarquía y del lastre que supone para la economía del país, pero otros más están acordes con el principio de "viva el rey y muera el mal gobierno": no es el rey el culpable, sino todos los que están directamente por debajo de él, desde sus amigos hasta los políticos que mantienen el sistema corrupto e inoperante. Izquierda y derecha están unidas en un mismo gobierno que es débil e incapaz de desarrollar ninguna política, sólo se reparten el poder y sus prebendas. Las débiles reformas propiciadas por el rey, tales como el estatuto de la mujer, algo avanzado, y el código de familia, se han detenido y aún permanece la incógnita de si la monarquía se parlamentarizará y seguirá el ejemplo de la transición española.

En una línea general, Bernabé López habló de las revoluciones ocurridas como revoluciones de individuos, algo que seria revolucionario en el mundo árabe: el nacimiento del individuo, rebelado frente al clan, la familia y al "papá Estado/rey/presidente". Sería además una "mutación laica", que no daña las religiones existentes.

Desde Yemen vía Skype, Leyla Hamad nos acercó la realidad de un país olvidado, del largo proceso que ha seguido el presidente Saleh desde su inicial mandato como presidente del tradicionalista Yemen del Norte a presidente del Yemen unificado, con la incorporación del sur marxista y la colaboración con la oposición, primero socialista, luego islamista, a la posterior marginación de ambas. El intento de democratización del país, iniciado a mitad de los años 90, se detuvo, derivando al semipresidencialismo y a un cada vez más al presidencialismo autoritario, con la ampliación de los mandados del presidente y de los diputados y el vacíado de competencias del legislativo. A ello se suma la frustración de la oposición y de la ciudadanía por el proamericanismo de Saleh y su eternización en el poder que, pese a prometer en 2006 que no se presentaría a la reelección, se desdijo de sus palabras y ganó unas elecciones claramente falsificadas.

Amaia Goenaga, también vía Skype pero desde Líbano, nos explicó el significado de las últimas manifestaciones en el país de cedro, no relacionadas con las revoluciones del norte de África, sino con asuntos internos. La situación política se degradó más con el nerviosismo de Hezbolá al estar cercano el anuncio de la acusación del tribunal de justicia por el asesinato del primer ministro Rafik Hariri. Hezbolá, temiendo ser acusado, ha mantenido presiones para hacer caer al gobierno y para desacreditar al tribunal. El primer punto ya lo ha conseguido, con la caída del gobierno de Saad Hariri y el nombramiento de un gobierno dirigido por Najib Mikati, con apoyo de Hezbolá y del bloque prosirio. El sistema libanés, pese a garantizar cierta libertad, es sectario, al dividir el poder por cuotas confesionales y estar sometido al control de las élites de cada comunidad religiosa, impidiendo la existencia de un movimiento nacional único.

Rafael Bustos, profesor de la UCM y colaborador del TEIM, habló del caso argelino. Argelia es un caso distinto al de Túnez o Egipto: el régimen no tiene fisuras internas frente a un movimiento de la calle muy dividido, con el recuerdo de la guerra civil de los años 90, que mantiene una sociedad dividida. El gobierno argelino contribuyó a la poca asistencia de la manifestación del 12 de febrero con el bloqueo de los transportes, y el islamismo, en un bloque de oposición diferente, criticó a los convocantes laicos y estudiantiles.

Waleed Saleh, profesor de la UAM, cree que las revoluciones actuales han derrumbado varios mitos: que los árabes sean sumisos a sus gobiernos o que no estaban preparados para la democracia. También habló de la actual situación de su país natal, Irak. Saleh no cree que sea una democracia real: la guerra destruyó un país que, pese a la dictadura de Sadam, funcionaba y contaba con un gran potencial humano. La democracia ha caído en manos de grupos sectarios que no creen en ella: han destruido a la élite cultural y el poder lo pasan a controlar ignorantes que no saben manejar un país. Por ello, ha crecido la sensación de inseguridad, faltan servicios básicos, el petróleo se vende sin control del gobierno central y todas las regiones están controladas por milicias, ya sean suníes, chíies o kurdas. El gobierno central ha perdido su poder y el país se ha dividido en tres zonas: los kurdos, con afán expansionista a Kirkuk por el petróleo de su región; los suníes, y los chíies del sur, que han establecido de facto una república islámica, bajo control e influencia iraní.

Marta Saldaña, becaria del TEIM, hizo un rápido repaso a los países del golfo pérsico, con revueltas en cada país por el paro joven, la corrupción y la violación de derechos humanos, unido a la discriminación de la población chií en países de regímenes suníes. En Kuwait las protestas consiguieron la dimisión del ministro de Información y el mantenimiento de las protestas para pedir democracia. En Bahrein el lunes 14 de febrero hubo manifestaciones masivas en la capital, Manama, con el resultado de un muerto. Protestaban por el fin de la discriminación a los chíies y por los intentos de equilibrio demográfico con la nacionalización de suníes saudíes. En Arabia Saudí hay movimientos reformistas que elevan peticiones al rey, protestas de mujeres por el amejoramiento del abastecimiento de agua, aprovechado para pedir trabajo y criticar la corrupción existente. En Omán las revueltas son por los precios. En Qatar existe una oposición más débil y las reformas se producen, aunque de forma lenta. En los Emiratos existen presiones para convocar nuevas elecciones, las segundas de su historia.

Luciano Zaccara, profesor en la UAM, habló de las reacciones en Irán a las revoluciones árabes. La revolución egipcia, que coincidió con las fiestas de la revolución iraní, fue aprovechado por el ayatolá Jamenei para manifestar que son las reminiscencias de la revolución islámica de Jomeini. Pero, al mismo tiempo, el régimen prohibía manifestaciones de apoyo al pueblo egipcio de los opositores Musavi y Karrubi. En su lugar, se dio lugar a una manifestación oficialista, de menor asistencia, con difusión de imágenes manipuladas de las manifestaciones de 2009 contra Ahmanineyad, más concurridas.

Por último, Carmen Rodríguez, investigadora de estudios turcos en la UAM, habló de la influencia que puede tener o recibir Turquía de las revoluciones del norte de África. Habló de un "invierno democrático", regresión democrática, opuesto al proceso de reformas democratizadoras iniciado en 1999, el "verano democrático", por la oposición de países de la UE a su ingreso, por las medidas ambivalentes del islamista AKP y la debilidad de la oposición laica, configurándose dos bloques, religioso y laico, muy conservadores e inmóviles. A favor de Turquía, posee una sociedad civil consolidada y experiencias democráticas, descontenta con el modelo actual por la falta de laicización, en su opinión, aunque la "primavera árabe" puede dar un nuevo impulso al proceso democratizador.

Y para finalizar esta extensa síntesis, os añado el vídeo que visionaron al principio de la charla, "Sout al horeya", "la voz de la libertad", de la revolución egipcia.



miércoles, 2 de febrero de 2011

Conferencia "¿Hacia dónde va Túnez?" en Casa Árabe

La caída de la dictadura de Ben Ali en Túnez es, como vamos comprobando y reflejando desde multitud de foros y medios, la chispa de la oleada democratizadora que protagonizan los ciudadanos árabes. Ayer, en Casa Árabe de Madrid, con Gema Martín Muñoz (directora de Casa Árabe y experta en procesos políticos del norte de África) como moderadora, pudimos conocer las opiniones de Souhayr Belhassen, activista tunecina y presidenta de la Federación Internacional de los Derechos Humanos, y de Kamel Jendoubi, hasta hace poco exiliado tunecino y presidente de la Red Euromediterránea de Derechos Humanos y portavoz del Comité por el Respeto de las Libertades y los Derechos Humanos en Túnez. Asimismo, la conferencia fue de las más concurridas de todas las que organiza Casa Árabe, con una presencia destacada de tunecinos entre el público y de expertos en el mundo árabe-musulmán.

Souhayr Belhassen explicó que el proceso político que está viviendo Túnez es un fenómeno tunecino y que ha servido de catalizador para el resto de los países de su entorno: "está trastocando el mundo árabe", dijo. Por fin, las reuniones de los activistas de los derechos humanos, como cualquier reunión de asociaciones civiles, se pueden celebrar sin el control del "partido-estado".

Para ella, esto ha sido posible por la tradición reformista de Túnez, precursora en el mundo árabe del primer sindicato, de la liga de derechos humanos, el código de las personas más laico y medidas avanzadas en derechos de la mujer, anticoncepción y aborto. ¿Cómo pudieron mantenerse las dictaduras de Habib Burguiba primero y la de Ben Ali después? Burguiba fue un "dictador ilustrado" y Ben Ali prometió desarrollo económico a cambio de "infantilismo político". Pero, a la larga, un régimen no puede perdurar cuando sus valores son el ostracismo, la corrupción y el nepotismo. Ello, unido a la marginación de la población del centro del país del desarrollo económico de la costa, la desesperación de la generación más joven, usuaria de Internet y sin empleo y el empobrecimiento de las clases medias, base del régimen de Ben Ali, fue una frustración contenida, que estalló con la inmolación de Mohamed Bouazizi en la ciudad de Sidi Bouzid.

Los sucesos de Túnez son, para Belhassen, una revolución moderna, mixta, laica, democratizadora y responsable. De momento, no ha experimentado ninguna deriva en la lucha social por la dignidad, la democracia y la libertad.

Más extensa fue la intervención de Kamel Jendoubi. Explicó su alegría y su orgullo de ser tunecino, sin que los represente Ben Ali, como estar "en una nube". Más polémico que Belhassen, Jendoubi recordó que el dictador Ben Ali huyó del país sólo hace unos pocos días, y que el régimen, con toda la tecnocracia y aparatos represivos de los que se sirvió para controlar al pueblo aún existen, sin tampoco olvidar que Ben Ali no contó únicamente con apoyos internos, sino también externos, como todos los gobiernos occidentales. Ahora, dijo, "todos dicen ser revolucionarios", en referencia a todos aquellos que apoyaron a Ben Ali: los medios de comunicación, y los intelectuales e ideólogos afectos al dictador derrocado.

No es, en opinión de Jendoubi, una revolución social -"aún"-, sí una revolución política, iniciada por la fractura del espacio público, causada por el intento del régimen por controlar Internet y, sobre todo, Facebook, usada por miles de jóvenes tunecinos. Es una revolución de los actores de la sociedad civil: los parados universitarios con conciencia, en contacto con los sindicalistas y con los abogados, que han nutrido a las protestas de eslóganes, de conciencia. A la existencia de Internet y Facebook, fundamentales para la difusión de noticias y concentraciones, se ha unido la labor de Al Yazeera al ser un espacio donde "la gente normal ha podido hablar".

El sistema de la dictadura aún permanece. El partido dusturiano, mezclado con el Estado, permanece intacto y los aparatos represivos también: siguen existiendo doce mil miembros de la policía política y toda la red de informadores, la guardia presidencial y las fichas de "nombres negros", los considerados enemigos políticos del régimen, como Jendoubi. Es necesario, añadió, cambiar a los responsables políticos, todos nombrados por el clan de los Trabelsi, la familia de la mujer de Ben Ali.

Existen problemas: el riesgo de que la revolución sea confiscada por cualquiera de las fuerzas políticas, o que por la inexistencia de líderes opositores fuertes los ideólogos del régimen aprovechen la situación, así como el desencadenamiento del caos por la liberación de pequeños criminales para crear inseguridad y así justificar una intervención del ejército o de los aparatos del régimen. A estos problemas le añade el gobierno, que no considera de unidad nacional, o las tres comisiones que se han creado sobre la reforma política, la de investigación de los crímenes y la de anticorrupción. Son comisiones formadas por técnicos nombrados por el gobierno, sin responder a las demandas políticas de la población. Jendoubi se preguntó por las limitaciones de las comisiones, ya que consideró inaceptable que pretendan investigar sólo los crímenes del último mes, cuando son años y décadas las de violaciones de derechos humanos.

Europa debe dejar su papel de "fuerza hipócrita" y ayudar al desarrollo económico de Túnez para ayudar al gobierno a satisfacer las demandas de empleo de los tunecinos, en este impasse de seis meses de transición hasta la celebración de elecciones legislativas y presidenciales.

Con la caída del dictador, el mapa político tunecino se está recomponiendo. El sindicalismo de la UGTT, puntal junto con el partido dusturiano de Burguiba y Ben Ali para la cultura política de la independencia, también está afectado por la corrupción. Pero el sindicalismo y el resto de actores de la sociedad civil deben estar integrados en el nuevo régimen, incluyendo a los islamistas de En Nahda para evitar volver a los viejos tiempos de enfrentamiento entre islamistas y no islamistas, y también a los restos del viejo partido-estado, que reconstituido o con un nuevo partido, sus integrantes también tienen derecho a existir.

Sobre un tema crucial -el papel del islamista En Nahda- Jendoubi recordó que no se quieren presentar a las presidenciales, pero habrá que ver a quién apoyarán, ni intentar dominar el futuro legislativo. Tampoco se sabe cuántos votos recibirán, sólo la capacidad que tengan para llegar a acuerdos con el resto de fuerzas sociales determinará su peso. En Nahda, explicó, "quieren existir políticamente y conciliar Islam y modernidad", en línea con el reformismo tunecino, inspirándose en el modelo turco del AKP. Asimismo, los laicos deben de ser capaces de hacer frente dialécticamente al debate ideológico con los islamistas.

En Nahda no cuestiona el estatuto de las personas, defiende la democracia, la soberanía popular, la libertad de opinión y de conciencia. Todo ello, no obstante, no evita que puedan tener una "agenda oculta", pero eso lo demostrarán los hechos. Por último, Jendoubi explicó que el movimiento islamista está dividido, entre los que querían unirse a Ben Ali y los que se oponían a él, entre la vieja generación de líderes (exiliada) y la nueva (en el interior), que no quiere verse controlada por estos. Y, cuestión muy importante, En Nahda nunca ha recurrido al terrorismo ni llamado a la violencia, excluyendo de sus filas públicamente a los violentos. En pocas palabras, para que el proceso político sea un éxito según Jendoubi, "tiene que prevalecer la inteligencia".

Enlaces destacados:
Vídeos de Casa Árabe
Noticia de la conferencia en El País

jueves, 7 de octubre de 2010

La astucia política de Geert Wilders


Cuatro meses después de las elecciones ya se sabe qué partidos integrarán el nuevo gobierno neerlandés. Tras arduas negociaciones, que abarcaban desde el centro izquierda hasta la extrema derecha, Mark Rutte, líder de los liberales de derecha VVD, formará gobierno con los democristianos de la CDA, ahora cuarta fuerza política de los Países Bajos. Ambos partidos suman 52 escaños de 150. Para conseguir la mayoría parlamentaria, 76 escaños, deberán apoyarse en la extrema derecha del PVV, el Partido por la Libertad de Geert Wilders, que sólo proporcionará apoyo parlamentario.

Es, sin duda, el resultado que más se acercaba a los deseos de Rutte. En junio, comentando los resultados de las elecciones neerlandesas,
aposté por la formación de un gabinete de centro-derecha con el PVV. Argumentaba que era la coalición de gobierno que haría posible un mayor desmantelamiento del Estado del bienestar neerlandés, endurecería la inmigración y sería más beligerante respecto al Islam. La participación de la extrema derecha en el gobierno revelaría "a la opinión pública la esterilidad del odio como programa político" y podría correr la misma suerte que su antecesor ideológico, la Lista Pim Fortuyn, que desapareció como opción política.

Lamento haber estado tan equivocado
, ya que acerté en parte y no en lo importante. Subestimé la inteligencia de Wilders. Evitando el ejemplo de la Lista Pim Fortuyn, consigue eludir la responsabilidad del gobierno pero haciendo que el futuro gabinete de liberales y democristianos aplique sus exigencias. En el acuerdo firmado con ellos, se prevé una reducción de parlamentarios y funcionarios, el ahorro de 18.000 millones de euros, recorte de la ayuda al desarrollo y de la cuota a la Unión Europea. A pesar del recorte social que se prevé, Wilders intenta presentar a su partido como defensor de los jubilados y trabajadores con medidas como mayores ayudas a ancianos y la subida de la edad de jubilación de 65 a 66 años, por debajo de lo que planteaban los liberales.


En las medidas que más interesan a Wilders, la inmigración y el Islam, el nuevo gobierno prohibirá el burka en todo el país, restringirá los fondos públicos a las escuelas musulmanas, las condiciones para la reunificación familiar serán más estrictas, los inmigrantes que no superen los exámenes de civismo serán expulsados y los escolares inmigrantes deberán ir a centros especiales para aprender el neerlandés y alcanzar el nivel de aprendizaje de sus compañeros. Se vigilará la concesión de asilos político de "países peligrosos". Además, se aumentará el número de policías. Y sobre los "coffeeshops" donde se consume legalmente marihuana, deberán convertirse en clubes de socios. A fastidiarse el "turismo de maría".


Así pues, la sombra de Geert Wilders sobre el nuevo ejecutivo será alargada, con la circunstancia de que él se lava las manos de las decisiones impopulares que deberán tomar, pero apropiándose de las populares. Con ello, quiere consolidar el crecimiento de su partido y obtener buenos réditos electorales para próximas elecciones. Para ello, no dudará en mantener el discurso del odio al Islam y la visión de dos civilizaciones enfrentadas: Occidente contra el Islam y su invasión, la inmigración, Occidente como sociedad democrática amenazada por un Islam tiránico e invasor.


Hay dos métodos de controlar a la gente
: asustándola y desmoralizándola. Ya han conseguido desmoralizar a las clases medias y bajas para alejarlas de la socialdemocracia. Ahora las asustan para que no puedan prescindir de la extrema derecha. Wilders quiere ser un líder mesiánico, carismático y providencial para los Países Bajos. En ello, habrá "salvado" a la sociedad neerlandesa: habrá mantenido el orden y los valores tradicionales, una sociedad homogénea y temerosa del poder. Lo conseguirá, claro está, a costa de destruir los mismos valores de democracia y libertad que dice defender.


Actualmente, Geert Wilders está siendo juzgado por los tribunales neerlandeses por incitación al odio, discriminación e insultos a los musulmanes. Amparándose en un supuesto partidismo de los jueces, Wilders se niega a contestar sus preguntas. ¿Cómo lo verán sus conciudadanos? Wilders intenta explotar el juicio como un proceso político y una restricción a su libertad de expresión, que considera que no debe tener restricciones. "
Es usted muy bueno haciendo planteamientos que luego no quiere discutir", dijo Jan Moors, juez presidente del caso.

El juicio
sentará un precedente sobre los límites de la libertad de expresión. La principal preocupación es que este proceso sea visto como una "rendición" al Islam, como quieren venderlo la extrema derecha, recordando la reacción de los islamistas ante las caricaturas de Mahoma en la prensa danesa. Así, para ellos Islam es islamismo radical, es violencia, es tiranía y sus brazos son el terrorismo y la invasión a través de la inmigración. No hay lugar a distinciones, todos los musulmanes son iguales para ellos. Por extensión, nosotros, los europeos, los demócratas, los defensores de la libertad, sólo podemos combatirlo. Tener otra mentalidad implica habernos "rendido".

Ésa es la verdadera visión totalitaria, la única peligrosa para la libertad. Tenemos que combatir a los intolerantes.

(Traducción aproximada) "Extremista. Te perjudica a tí y a la sociedad"

miércoles, 22 de septiembre de 2010

La democracia en el mundo árabe


Ayer tuve el honor de asistir a la conferencia "Expectativas para la democracia en el mundo árabe" en la Casa Árabe de Madrid, pronunciada por Khair El Din Hasib. Hasib es doctor en Economía por Cambridge, máster en Economía por la London School of Economics, ex gobernador del Banco Central de Irak y actualmente director del Centro de Estudios para la Unidad Árabe.

La conferencia versaba en torno a las preguntas de qué significa la democracia en el mundo árabe, por qué el mundo árabe no ha seguido el camino de democratización de otras regiones como América Latina o Asia y cuáles son sus factores internos y externos. Lo que voy a pasar a relatar es un resumen de las notas que tomé.

Para el doctor Hasib, la democracia es el mejor modelo de gobierno posible, que no deja de poseer defectos, pero también está abierta a mejoras en su funcionamiento. Así, la democracia se convierte en patrimonio de la humanidad. Tras la I Guerra Mundial, los aliados no cumplieron sus promesas de mantener unido e independiente el mundo árabe liberado del dominio del Imperio Otomano, y por el contrario se lo repartieron entre las grandes potencias vencedoras (Gran Bretaña, Francia e Italia). Con ello, el mundo árabe pasó del dominio otomano a la del imperialismo occidental.

Los países árabes, fragmentados, llegado el momento de su independencia, no tuvieron oportunidad de evolución a la democracia. Hasib lo atribuye a la existencia de élites formadas en la época otomana, que fueron las que gobernaron los países tras su independencia entre los años 20 y 60 del siglo XX. Los tímidos intentos que se hicieron para celebrar elecciones no son comparables a un modelo democrático.

Sobre qué quiere decir democracia en el mundo árabe, el Centro de Estudios para la Unidad Árabe plantea hacer una "Hoja de ruta" sobre la disposición de estos países para la democracia. El proyecto de renacimiento del mundo árabe consiste para Hasib en varios elementos: unidad, democracia, justicia social, desarrollo económico independiente, independencia nacional y civilización, uniendo en un mismo proyecto las corrientes políticas del panarabismo, socialismo, nacionalismo e islamismo.

La democracia árabe debe contemplar un modelo de gobierno que reconozca la libertad (de expresión, reunión, asociación...), pluralidad política, representatividad local y nacional, libertad de elegir y ser elegido, votar y supervisar a los gobiernos, soberanía popular, separación de poderes, independencia judicial, alternancia política, un sistema socioeconómico justo e igualdad de derechos y oportunidades, plasmados en una constitución.

Mientras que en la última década del siglo XX países de América Latina, Europa Oriental, Asia o África han pasado de dictaduras a democracias, en el mundo árabe no ha ocurrido lo mismo, sino que se han mantenido la existencia de golpes militares y dictaduras. Sólo el régimen de Náser en su momento, según Hasib, consiguió incluir ciertos elementos de democracia, pero el resto de regímenes sólo querían mantenerse en el poder, impidiendo cualquier evolución a la democracia. Aunque fue a partir de la década de 1970 cuando empezaron a celebrarse elecciones parlamentarias, el poder aprendió cómo engañar mediante la falsificación electoral, vacíando de contenido y resultados las elecciones legislativas. Estas elecciones en el mundo árabe no tienen por qué llevar a reformas, según revistas árabes como "Contemporary Arab Affairs".

Lo que ocurrió, a juicio de Hasib, es que mientras que en América Latina el gobierno y la oposición reconocieron que eran incapaces de vencer a la otra parte, llegaron a acuerdos de transición a la democracia y de integración de ambas partes en un nuevo sistema político. En cambio, en el mundo árabe ninguna de las dos partes, gobierno y oposición, quieren negociar nada. No existe mentalidad pactista, reflejando el subdesarrollo político, social y cultural de las élites políticas e intelectuales árabes en gobierno y oposición. Mientras, estallan focos de desesperación popular, revueltas del pan y desconfianza a soluciones pacíficas.

La democracia sólo se aprende ejerciendo, en palabras de Hasib. Hay que excluir el recurso a la violencia, hay que empezar ejerciendo democracia interna en el seno de los partidos árabes, renuncias por ambas partes y la concreción de un "bloque histórico" que concerte unos objetivos de cara a la fase de transición a la democracia. Hace falta una cultura de democracia y de derechos humanos, que los niños árabes aprendan esos valores en las escuelas, además de que lo aprendan las autoridades y la sociedad. Hay que dinamizar y apoyar a los movimientos de derechos humanos y crear una opinión pública democrática.

En Occidente se confunde Islam con terrorismo, pero el Islam no es incompatible con la democracia y los derechos humanos. Existen paises como Túnez, Líbano, Marruecos, Egipto o Yemen donde los partidos islamistas han aceptado el juego político. Para Hasib, que los islamistas vayan a aprovecharlo para conquistar el poder y excluir a los demás es falso. Lo que hay que juzgar es su comportamiento y no las intenciones.


En la ronda de preguntas, el doctor Hasib defendió un modelo de democracia social, no un sistema capitalista, pero determinando que es al pueblo árabe a quien le incumbe escoger su sistema de gobierno. En Palestina, por ejemplo, las últimas elecciones fueron un proceso limpio que dio como resultado la victoria de Hamás. Occidente no quiso reconocer su victoria y practicó un doble criterio de reprochar la falta de democracia en el mundo árabe pero no aceptándola cuando no le interesa.

Sobre el conflicto del Sáhara Occidental, no se atrevió a pronunciarse claramente, argumentando que los países de pequeña población son económicamente inviables en la época de la globalización y por eso deben darse uniones políticas y económicas supraestatales, a semejanza de la Unión Europea. La desgracia de los árabes es situarse en una zona estratégica para la economía mundial. A las potencias occidentales les interesa que se mantengan disgregados y no se democraticen para que el precio del petróleo no cambie. El temor de Occidente es que el pueblo árabe exija un precio justo por el crudo para poder desarrollarse económicamente.

Sobre los islamistas, el doctor Hasib argumenta que éstos reconocieron que no existía un paradigma de Estado islámico, al existir tan pocos fragmentos sobre éste en los textos islámicos, por lo que el pueblo está capacitado para elegir lo que le conviene en cada momento. Lo mismo ocurriría con la Sharia, la ley islámica, al no poder darse una aplicación literal sino una interpretación de los principios que la inspiran.


En una opinión más personal, yo juzgo una visión demasiado optimista y tímida de la realidad árabe. Se quieren evitar unas críticas más concretas de las élites árabes en pos de la búsqueda de consensos panárabes, pero no es lo mismo la situación de la monarquía saudí que el régimen sirio o la monarquía marroquí. Asismismo, no se juzga con el mismo prisma la situación del Sáhara Occidental, ocupado ilegalmente por Marruecos, que el de Palestina, con un conflicto con una potencia no árabe como es Israel. Incluso la misma crítica a las élites dirigentes adolece de objetividad: el doctor Hasib ve en las élites educadas en la época otomana el primer obstáculo a la democratización en el mundo árabe, pero no hay que olvidar que las élites posteriores de los años 60 para adelante se han educado, como él mismo, en universidades occidentales.

La relación con Occidente siempre es difícil. Por un lado se achaca a su hegemonía política y económica los problemas que adolece el mundo árabe, por otro es fuente de inspiración para llegar a un modelo político democrático y al Estado de derecho que posibilite un "renacimiento" árabe. Sin obviar que en Occidente se educan los hijos de la élite. El "bloque histórico" que preconiza Hasib es un concepto típicamente gramsciano (y occidental), cuya filosofía política fue muy influyente en el socialismo árabe. Pero el bloque histórico debe ser verdaderamente ambicioso.

En un hándicap, realmente, que esas pretensiones tan loables como es conseguir la democracia en el mundo árabe deban moderarse en la búsqueda de consenso con las élites gobernantes para llegar a una transición, a la vez de buscar el máximo de apoyos posibles con la incorporación de los islamistas. No sólo hay que juzgar el comportamiento, sino saber cuáles son las intenciones de cada grupo. Para que la democracia sea efectiva, todos tienen que reconocer al adversario, a la vez que construir un modelo de pesos y contrapesos que evite la conquista del poder por un grupo en exclusiva. A pesar de la necesaria crítica, deseo con todo corazón que el mundo árabe alcance la libertad y la democracia.

viernes, 18 de junio de 2010

Lo que el velo esconde


La aprobación, en varios ayuntamientos catalanes, como Barcelona, Lleida o Tarragona, o pequeñas localidades de Cataluña, como El Vendrell o Vic, entre otras, de decretos o mociones para prohibir el uso del burka y el niqab en instalaciones públicas ha creado polémica. El burka es una túnica que tapa a la mujer completamente de pies a cabeza y el niqab es el velo que sólo deja los ojos al descubierto. Estas normativas no impedirían el uso del hiyab, el velo que cubre sólo el cabello, de estas tres la prenda más utilizada por las mujeres de religión musulmana y de origen árabe.

Pero, ¿qué se esconde tras estas medidas? La polémica está de actualidad en los últimos días. En Madrid impidieron la escolarización de una niña, de padres inmigrantes marroquíes y nacida española, en un colegio de Pozuelo por usar el hiyab. En Cataluña son un número importante los municipios que empiezan a restringir el uso del burka y del niqab en las instalaciones municipales. Podríamos estar de acuerdo con la medida en tanto que esas prendas son degradantes para la mujer, son de uso minoritario y no se restringe el hiyab, con lo cual no sería una medida antimusulmana sino defensora de los derechos de las mujeres.

Sin embargo, no es ésa la cuestión principal. En Cataluña las elecciones regionales están muy próximas y todos los partidos calientan motores. Mientras CiU aspira a volver al Palau de la Generalitat, el PSC mantener sus pobres resultados y el resto de pequeños partidos quedarse como están, todos temen a Josep Anglada, líder de Plataforma por Cataluña (PxC). Sí, le están haciendo una publicidad excelente (mencionarle en estas líneas es hacerle publicidad gratuita, por desgracia). Plataforma por Cataluña es una formación de extrema derecha que defiende la cultura occidental, los valores cristianos (identidad, familia...) y la exclusión de los inmigrantes, sobre todo si vienen de países árabes. No critica el islamismo radical, sino que venga aquí. "Aquí no cabemos todos", reza la web de este partido, una afirmación compartida también por el Partido Popular y su líder(?), una simplificación bastante ignorante o interesada del fenómeno de la inmigración.

Este partido extremista
va marcando la agenda política de Cataluña, provocando una neerlandización de la política catalana, a imagen y semejanza del Partido por la Libertad (PVV) de Geert Wilders, con un gran punto: el Islam como amenaza a nuestra sociedad occidental y la inmigración como invasión. Eurabia, Cataluñistán... es decir, explotar el miedo de la gente a lo diferente, dicho en otras palabras: xenofobia. Y esta xenofobia está impregnándose en el resto de partidos políticos, sin posibilidad de escaparse a este debate.

Tenemos, por una parte, la defensa a ultranza que hace el PP de prohibir los símbolos musulmanes, la complicidad de CiU y lo que es peor, la falta de posiciones firmes en la izquierda: ni PSC, ni ICV ni ERC ni sus homólogos a nivel nacional saben qué decir ni qué defender. A lo más, todos optarían por rechazar la extensión de estas medidas municipales a la vez que, sin embargo, se declaran contrarios al uso de estas prendas. En la izquierda parece existir una auténtica contradicción entre la defensa del multiculturalismo (respetar el uso del velo) y del feminismo (rechazar el velo).

Si no podemos confíar en los partidos de izquierda para defender la visión progresista de la sociedad, tenemos que hacerlo los ciudadanos progresistas. Hay que hacerse varias preguntas: primero, ¿cuántos burkas hemos visto por la calle?; segundo, ¿es contrario el uso del velo islámico a la defensa de los derechos de la mujer? Hay que tener en cuenta que en los países árabes y musulmanes existen movimientos de defensa de los derechos de la mujer, cuyas integrantes usan el velo hiyab, como también el niqab, por elección propia. Del uso del hiyab, incluso del niqab, podemos tener la constatación de que en la mayoría de casos es por propia decisión. No así del burka, prenda no islámica, sino afgana, de imposición claramente machista. Una pregunta: aquel que viste a la moda, ¿viste libremente?

¿Qué se consigue con la prohibición? Esconderlo, pero sólo de las instalaciones públicas. En la calle seguirán existiendo. Quizá los que nos preocupa es ver cosas diferentes a nosotros (xenofobia), costumbres que chocan con nuestra concepción occidental. Es un valor y una obligación respetar las costumbres. Hace poco, en un centro comercial, pude ver a la vez una monja, con su toca y su túnica, al lado de dos mujeres musulmanas, con su velo y su túnica. ¿Diferencias? Puede que solo en cuestiones teológicas...

Prohibir no hace que se deje de usar. Es más, lo puede reforzar y en mal sentido. Nuestros valores han de ser los de la integración de todos los individuos en una sociedad pluralista y libre, adaptando, incorporando o respetando aquellas costumbres que no entran en contradicción con los derechos individuales. En cambio, mantener la exclusión del diferente, que ni siquiera es ya inmigrante, es español (por adopción o nacimiento), hace que se refugien en aquellos símbolos y guetos que refuercen su identidad. No estamos muy lejos de la banlieue francesa.

Son la integración, la apuesta por la educación y la defensa de la libertad los medios que no sólo pueden arrancar los últimos vestigios del machismo, sino que realmente propicien el libre uso de la prenda que deseen, así como de la religión y costumbres que quieran seguir. Ésos son los valores progresistas que debe defender la izquierda y el resto de la sociedad.

Enlaces de interés:

"Ni imponer ni prohibir el hiyab"
Declaración programática de PxC

viernes, 11 de junio de 2010

Elecciones en los Países Bajos


Resultados:
VVD (liberales de derecha): 20,4% y 31 diputados (+9)
PvdA (socialdemócratas): 19,6% y 30 diputados (-3)
PVV (extrema derecha): 15,5% y 24 diputados (+15)
CDA (democristianos): 13,7% y 21 diputados (-20)
SP (socialistas de izquierda): 9,9% y 15 diputados (-10)
D'66 (liberales de izquierda): 6,9% y 10 diputados (+7)
GL (verdes): 6,6% y 10 diputados (+3)
CU (calvinistas): 3,3% y 5 diputados (-1)
SGP (protestantes): 1,8% y 2 diputados (=)
PvdD (defensores de los derechos de los animales): 1,3% y 2 diputados (=)

Posibles coaliciones (mayoría absoluta en 76 diputados):
VVD+PvdA+D'66+GL (coalición "púrpura): 81 diputados
VVD+PVV+CDA (coalición de centro-derecha): 76 diputados
PvdA+SP+D'66+GL (coalición de centro-izquierda): 65 diputados
VVD+PvdA+CDA (coalición de unidad nacional): 82 diputados
VVD+PVV+D'66 (coalición liberal): 65 diputados

El resultado de las elecciones neerlandesas va a dar mucho juego en las negociaciones para formar un gobierno de coalición. De primeras, hay que fijarse en los sondeos electorales de la campaña electoral, mostrando la
caída paulatina de la democracia cristiana de primer a tercer lugar, y el desinfle de la opción anti-islámica del Partido por la Libertad de Wilders, que en algunos momentos se situó en primer lugar. Aunque la sorpresa ha sido que tal desinfle no era tan acusado, al quedar por encima de las predicciones de los sondeos y sobrepasar a la CDA, cuyo resultado ha sido el peor en toda su historia y perder su condición de principal fuerza política. La etapa de Jan Peter Balkenende, primer ministro democristiano (2002-2010), ha tocado a su fin.

En su lugar,
el liderazgo del gobierno corresponderá sin lugar a dudas a Mark Rutte, dirigente del partido liberal VVD que, por primera vez, accederá a la jefatura del gobierno. Una coalición alternativa liderada por el socialdemócrata PvdA, que juntara al Partido Socialista (SP), Demócratas'66 e Izquierda Verde, no tiene los apoyos suficientes en los Estados Generales.

Existen muchas opciones para lograr un ejecutivo más o menos estable. La preferida por los liberales, VVD+PVV+CDA, reuniría a toda la derecha, tendría mayoría ajustada en el Parlamento,
tendría pocos miramientos en cuestiones de inmigración o estrechez hacia el Islam, programa estrella de Wilders, y podría plantearse sin muchos problemas recortes sociales para reducir el déficit y austeridad económica. Una alianza con los partidos progresistas, PvdA y D'66, aceptaría igualmente recortes presupuestarios pero manteniendo el desvelo por la cuestión social, necesitando además el apoyo de la Izquierda Verde, que entraría por ver primera en el ejecutivo neerlandés. Una coalición semejante ya funcionó de 1994 a 2002 con el socialdemócrata Wim Kok, con PvdA, VVD y D'66, la coalición "púrpura", precisamente la que aprobó los matrimonios del mismo sexo. Una última coalición bastante probable es la "unidad nacional", con liberales, socialdemócratas y democristianos, libres de partidos extremistas como el de Wilders para acometer las reformas económicas.

Quiero centrarme en una posible coalición, la de centro-derecha.
Implicaría la participación obligada del Partido por la Libertad en el gobierno. Siempre ha sido un duro debate la participación o exclusión de estos partidos en los gobiernos nacionales: el partido democristiano austríaco fue muy criticado por incluir en su gobierno al FPÖ de Haider, en Bélgica los partidos flamencos practican el "cordón sanitario" contra el ultraderechista Interés Flamenco. La extrema derecha austríaca, actualmente, se halla dividida, la flamenca en decadencia. Sin duda la participación del PVV podría repetir la situación de 2002-2003, cuando el primer gobierno Balkenende incluyó a la Lista Pim Fortuyn (LPF) en su gobierno, que cayó por los conflictos de este partido, y en las siguientes elecciones el partido desapareció. Es decir, la participación del PVV, heredero del "fortuynismo", podría demostrar su inconsistencia como partido de gobierno, la de su programa y de la insensatez que provocaría violentar la convivencia social entre neerlandeses. Ello, a costa de sacrificar un gobierno, una legislatura y provocar nuevas elecciones.

Finalmente, quiero destacar los resultados de otros partidos neerlandeses. No es agradable seguir viendo el
paulatino descenso de la socialdemocracia del PvdA, lejos de mejores resultados electorales de los años 50-90 (entre 30 y 55 escaños), y su incapacidad, junto la de la socialdemocracia europea, de saber conjugar política social con buena imagen de gestor económico. Si hay que destacar, es que el ascenso del PVV no proviene de los votos socialdemócratas, como ocurrió con Pim Fortuyn, sino de la caída de los democristianos y, muy probablemente, del Partido Socialista. Éste, que en 2006 logró una espectacular tercera posición, queda relegado a quinto partido, sin duda tiene mucho que ver con su nula capacidad de influencia para formar parte de un gobierno estable. El otro partido que más crece, los social-liberales de D'66, son la apuesta de los progresistas que sí tienen más facilidad para participar en el gobierno y mantener el Estado del bienestar. Por otro lado, la Izquierda Verde (GL), recupera el nivel de diputados de finales de los años 90, con un electorado que viene en su mayor parte del Partido Socialista.

¿
Cuál es exactamente el ideario del Partido por la Libertad? Geert Wilders, su líder, es un antiguo miembro del partido liberal VVD, y su partido recoge las aspiraciones del asesinado Pim Fortuyn: no es conservador, sino que tiene ideas liberales llevadas al extremo, mantener la economía de mercado capitalista, poner freno a la inmigración, sobre todo de los países musulmanes, y una idea de ser neerlandés como europeo, cristiano, contrapuesto a lo que no reuna esas condiciones. Esa idea de mantener una democracia a la defensiva es destruir la democracia, además de expresar una profunda intolerancia y un evidente racismo, disfrazado de cuestión religiosa. ¿Pero acaso no es su modo de lucha de civilizaciones de Samuel P. Huntington? Perdemos lo que nos caracteriza, el respeto a los derechos civiles, como puede ser la libertad de expresión o el derecho a las minorías. No podemos reaccionar negándolos, sino difundiéndolos, porque por encima de las culturas son universales, ya que aseguran la convivencia pacífica.

El programa del PVV se centra en la frustración y en la búsqueda del chivo expiatorio como fuente de todos los males, costumbres no ajenas a la historia europea. Pero esos odios no son programa de gobierno. El mantenimiento o auge de la extrema derecha se debe a que el miedo que provoca (ya tuvo Europa a Hitler) y al aislamiento en la oposición, un excelente medio para desgastar al gobierno y al resto de fuerzas políticas y seguir conquistando apoyos. Una hipotética participación ministerial podría revelar a la opinión pública la esterilidad del odio como programa político, unido a que el resto de la sociedad y los medios de comunicación encabecen una crítica constante a su ejercicio de gobierno, si la hubiera, y consigan retirarle todos los apoyos.

Por último, os pongo el enlace del blog de Andrés Boto, que también trata estas elecciones.

sábado, 27 de marzo de 2010

Resultados finales de las elecciones parlamentarias iraquíes

Movimiento Nacional Iraquí (chií con apoyo sunní): 25,87% y 91 esc.

Estado de la Ley (chií laico): 25,76% y 89 esc.

Alianza Nacional Iraquí (chií religioso): 19,43% y 70 esc.

Alianza Kurda: 15,27% y 43 esc.

Movimiento por el Cambio (kurdo): 4,36% y 8 esc.

Alianza Unida de Irak: 2,9% y 4 esc.

Frente del Acuerdo Iraquí: 2,72% y 6 esc.

Unión Islámica del Kurdistán: 2,27% y 4 esc.

Grupo Islámico de Kurdistán: 1,41% y 2 esc.


Aunque el resultado varía, no cambia mi apreciación en el post de hace unos días, ya que la dificultad sigue radicando en las personalidades de Allawi y al-Maliki a la hora de formar gobierno, y las resistencias del primer ministro saliente, al-Maliki, de reconocer la derrota que ha sufrido por la mínima.

"Instrúyanse, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitaremos todo vuestro entusiasmo. Organí­cense, porque necesitaremos toda vuestra fuerza".

Antonio Gramsci, Fundador del Partido Comunista Italiano

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Bienvenidos al Árbol Socialdemócrata, un sencillo blog que pretende dar su pequeña aportación a los ideales del socialismo democrático y de la libertad.

Os invito a leerme, no sólo por afinidad, conformidad a lo escrito o discrepancia, sino para que cada uno cree conciencia propia y ajena. Todos tenemos que contribuir a la libertad, ser una nueva ventana a la esperanza por un mundo mejor.

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En nuestros conflictos políticos, la República tiene que ser una solución de término medio, transaccional y la válvula de seguridad contra sus desaciertos es el sufragio universal. Lo que se pierde en unas elecciones, puede recuperarse en otras. Nada duradero se funda sobre la desesperación y la violencia. La República no puede fundarse sobre ningún extremismo. Por el solo hecho de ser extremismo, tendría en contra a las cuatro quintas partes del país.

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