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martes, 27 de abril de 2010

Lo que Julio Anguita dijo en la UAM


El pasado jueves 22 de abril Julio Anguita, ex coordinador general de IU y ex líder del Partido Comunista, acudió a un ciclo de conferencias de cultura de la república en la facultad de filosofía y letras de la Universidad Autónoma de Madrid. Su intervención fue, sin duda, la más esperada de todas, y no defraudó.


La crisis actual del sistema no sólo es de índole económica, sino que lo es también social, medioambiental, política y ética, o de valores. El sistema capitalista ha muerto de éxito al llegar a todos los rincones del planeta y, lo que sucede en crisis como esta, es que hay un exceso de producción porque la demanda ha bajado, y como el desarrollo tecnológico permite una mayor producción con menor número de trabajadores, ha ocurrido que sobra el aparato productivo.


La solución a esta crisis, sobre todo en España, que es donde nos interesa, es un debate sobre la realidad con una solución ciudadana y política, política en el sentido clásico, de participación de los ciudadanos en los asuntos de la polis.


Anguita centró su atención en varios aspectos claves en la actualidad para tener en cuenta en el camino a la nueva república. En la justicia, señaló que posee un funcionamiento corrupto cuyo origen se sitúa en proceder del franquismo, desde la aberración legal de que los rebeldes fueron los que juzgaron a los republicanos de adhesión a la rebelión. Criticó la formulación actual de la Constitución al hacer a los partidos de únicos vehículos de participación y fomentar su corrupción. También los sindicatos recibieron críticas, porque ahora son aparatos del Estado en vez de ser organizaciones de defensa de los trabajadores.


El problema de la corrupción en España es ya estructural debido a nuestra cultura de “el que no roba es gilipollas”. Eso establece las pautas de la reacción indiferente de parte de la sociedad hacia la corrupción y al desprecio de lo público, a la proliferación de la recomendación, el favoritismo, el nepotismo… los fondos públicos han tomado una nueva acepción de público, del mismo estilo que un lupanar.


Sin ética no hay política, ni república. Es la ciudadanía la que debe decidir cómo salir de la crisis global sin recurrir a economistas o líderes, deben tomar parte porque sólo se pueden conseguir las cosas con la movilización ciudadana.


La III República Española es, básicamente, la Declaración Universal de Derechos Humanos con la Carta de la Tierra. La república debe partir de un punto básico y de consenso y a partir de ahí ya se pasarán a discutir los ismos. Esta república tiene que tener como principios varias cosas:


Democracia, con una nueva ley electoral y participación ciudadana. Paz, que debe ser confiada en las Naciones Unidas tomadas en serio por la comunidad internacional. Laicidad, permitiendo el pensamiento libre de todos los ciudadanos, todas las opciones religiosas y la libertad de crítica. Cultura, con un concepto de austeridad romano contra la dominación del consumismo. Felicidad, como la entendían los padres fundadores de Estados Unidos, donde el yo somos el nosotros. Educación, como la piedra angular de la república, donde los padres y los poderes públicos tomen responsabilidad de su papel en la formación de los ciudadanos del mañana. Estado, con conocimiento histórico de lo que es y ha sido España y la necesidad de saber cómo funcionan las instituciones para ser ciudadanos.


Anguita no ve un movimiento republicano realmente existente ni coordinado, sino diversos grupos minoritarios, “que se creen depositarios del santo grial republicano” y “son expresión de la sectarización”. Toda una crítica para IU y las organizaciones afines. Para traer la república es necesario un diálogo sin apriorismos de los ismos, donde puedan entrar todos los sectores de la sociedad española para integrarlos en el proyecto republicano.


En ningún modo la III República puede ser una copia de la II República, ese experimentó acabó y la nueva república ha de ser de nueva planta, amplia y ciudadana. Los partidos deben ser cosmovisiones que luchen en el terreno de las ideas y reformulados para abandonar las malas prácticas actuales. Anguita achaca a los partidos el “mal ibérico” de no guiarnos por ideas sino por caudillos y rencillas personales, en un país donde no existe la objetividad y todos comen de lo que tiene que comer. Los medios de comunicación forman parte de ese mal, a la vez que se ha abandonado la antigua cultura obrera, con sus ateneos y sus casas del pueblo por la de la televisión, con su fútbol comercial y sus programas basura. El conocimiento es inseparable de la lucha obrera.


Este es un discurso que comparto al 99%, que va en la línea de lo que planteé hace dos semanas; la república sólo puede venir como regeneración del sistema desde abajo y por la ciudadanía. En este proyecto caben todas las ideologías.

jueves, 15 de abril de 2010

Manifiesto del Árbol Socialdemócrata por la III República


Los 14 de abril son días de la libertad. La historia de España ha estado plagada de demasiadas desgracias colectivas, demasiada sangre derramada, demasiada cabezonería en muchas partes. La sociedad española vive hoy en una democracia que goza ya de más de 30 años de existencia.


Pero no es suficiente, sus límites son sobrepasados por una sociedad dinámica que exige nuevas formas de relación entre política y ciudadanía. El sistema ha propiciado una partitocracia escandalosa que ahoga y sustituye a la sociedad civil. La corrupción, el favoritismo y el secretismo impiden el sano control de la política por la sociedad. Ningún sistema debe de ser eterno e inmutable, menos cuando ese sistema ha ido pervirtiéndose por el paso del tiempo.


Asimismo, España arrastra un problema secular, el problema de la nación. España no ha conseguido alcanzar un consenso unánime en la idea de nación. El antiguo Estado centralista y el nuevo Estado descentralizado no consiguieron resolverlo nunca. Mientras el antiguo sometió al país a los intereses del centro del poder, el nuevo provocó el surgimiento de poderes que no han mejorado la administración pública, sino que han provocado sentimientos de insolidaridad inaceptables en un país moderno y occidental y el surgimiento de fuertes clientelas regionales. Se les llama coloquialmente feudos. Pero en democracia no puede haber siervos, sólo ciudadanos. España es de los ciudadanos.


La nación moderna debe ser capaz de ir más allá de lo que nos separa, debemos luchar por los que nos une. Una nación positiva y no negativa. Somos una sociedad diversa: tenemos varios idiomas de larga y rica evolución, culturas dignas de admiración y regiones cuya visita cura cualquier ciego particularismo. La Costa da norte gallega es tan bella como el parque nacional de Timanfaya. Los caseríos vascos tan destacables como la arquitectura tradicional canaria o andaluza. España no es una cosa, España es nuestra identidad. No podemos sino sentirnos orgullosos de nuestro país, y por eso debemos cuidar su futuro.


La república deberá ser un nuevo contrato social, una democracia integral en todos los niveles. El afán no es persistir en una política decepcionante, sino en devolver a la “política” su significado completo. El hombre es un animal político porque vive en comunidad, y todos decidimos el rumbo de esa comunidad. Política lo abarca todo, influye en nuestras decisiones, actos y pensamientos. No hay que exigir sólo responsabilidad a la clase política, sino también a la ciudadanía. Nuestro objetivo es mantener la armonía basada en los derechos humanos y sin discriminar a nadie. La sociedad tiene que tomar conciencia de sí misma.


España necesita cada vez más una regeneración. Cada día comprobamos que, en las condiciones actuales, es imposible. La Constitución es irreformable en la práctica y los partidos imponen sus visiones a la sociedad. Sólo el acto creador de la república puede devolver definitivamente la soberanía a su legítimo propietario, el pueblo, y establecer nuevas bases que respeten esa premisa universal.

martes, 13 de abril de 2010

La república del pasado y la república del futuro


Mañana será 14 de abril, fecha de la proclamación oficial del último experimento republicano español. De haber sido el definitivo y no haber sido truncado por los acontecimientos históricos, mañana sería fiesta nacional de España. Por suerte tampoco lo es ya tampoco el 18 de julio.


El sentimiento republicano en España, a día de hoy, aún no es el sentimiento mayoritario. Tampoco lo es el monárquico. Si antiguamente había un franquismo sociológico, hoy hay un juancarlismo sociológico, sin revestir a ninguno de los dos una consideración negativa o positiva. La figura del actual rey, consolidada por su actuación visible aquel 23 de febrero de 1981, se va erosionando con el tiempo, pero conservando buena parte del intenso apoyo.


No somos una república coronada, ni una monarquía republicana, ni el rey es republicano. Vivimos en una monarquía parlamentaria con un rey como jefe de Estado, un Estado que lo es de Derecho y democrático. Poco a poco, sin embargo, las nuevas generaciones se van inclinando por la forma republicana de Estado.


Observando la situación política y social, hay que preguntarse cómo llegará la nueva república. Primeramente hay que tener en cuenta qué tipo de república pueden querer los españoles. Voy a referirme a las organizaciones más destacadas, y este término es muy generoso porque su conocimiento mediático se reduce a las manifestaciones con presencia de la izquierda.


Las organizaciones sociales y políticas más destacadas que preconizan la república son las próximas al Partido Comunista y a Izquierda Unida, así como fuerzas políticas regionalistas y nacionalistas. Sin embargo, su tipo de república es el régimen menos preferido por los españoles, además que reviste de un discurso de protesta de la situación actual, sin llegar a ser una proposición seria. En esa amalgama de república confluyen la reivindicación de la II República, la autodeterminación de las nacionalidades, la democracia participativa, el control popular de la economía y la construcción de un régimen socializante imitando los extintos modelos del bloque socialista, además de ser excesivamente sectarios. Ellos son los únicos puros, la verdadera izquierda y la voz del pueblo.


Un abismo de propuestas, independientemente de que sean legítimas, acertadas o no, que explican por qué aún hoy la mayoría sigue identificando república con un previsible caos. Las experiencias de las dos repúblicas españolas no ayudan. Y sin embargo el potencial republicano en la sociedad es inmenso, pero la gente, por encima de todo, quiere tranquilidad. Hay que dar una alternativa para esa tranquilidad que posibilite un rumbo inexorable a la república.


Un obstáculo claro para la III República es la II República. Y es que reivindicar este período de la historia se confunde con exigir decidir libremente nuestro futuro republicano. La III República no debe ser nunca la II República. Parece mentira que dediquen buenas palabras a esas “repúblicas burguesas”, como las llamaban en su día los anarquistas, comunistas y buena parte de los socialistas. El único período aceptable para ellos fue, sin embargo, 1936, fecha nefasta para todos los demás.


Un aspecto destacado son las ideas que deben inspirar a la nueva república. El republicanismo es la única ideología válida. No es únicamente propio de las repúblicas, muchas monarquías parlamentarias tienen gobiernos y partidos imbuidos de esta ideología. En general los países más desarrollados, monarquías o repúblicas, siguen sus principios. Son Estados Unidos, Suecia, Alemania, Francia, Reino Unido, un largo etcétera. Básicamente el republicanismo es una ideología que defiende radicalmente la democracia y los derechos del ciudadano, sobre todo la igualdad y la solidaridad, además de exigir un gobierno transparente y eficiente. La corrupción y los errores políticos se castigan muy fuertemente. El republicanismo no es la ideología de las organizaciones pro-república, por desgracia tampoco lo es aún de la clase política actual.


La república la tenemos que hacer entre todos, apelando a la totalidad del pueblo. Los poderes políticos y económicos siempre temen y temerán este hecho. Es quizás el principal escollo a salvar. Una gran masa social que reclame la república llevaría o, bien al amoldamiento del poder, o a la elevación de una tensión de la que no habría marcha atrás.


Los grandes cambios políticos no se hacen de la noche a la mañana y sin las condiciones necesarias para ello. Visto lo visto, la economía se recuperará, y el factor revolucionante de la crisis no se ha dado ni se dará. Sólo queda exigir la regeneración de la política y un nuevo contrato social. Contrato que sólo puede ser la república. Tiene que llegar la hora de los ciudadanos.

domingo, 6 de diciembre de 2009

El 25% de los españoles quiere una república


Según el sondeo de Metroscopia para El País, con ocasión del 31º aniversario de la actual Constitución, los partidarios de la república se han visto incrementados del 15% al 25%. El apoyo a la monarquía se mantiene en un 66%. En otros sondeos, como el Publiscopio, el 61% de los encuestados está a favor de poder decidir libremente entre monarquía y república, y en 2005 El Mundo publicaba que el 38% de los jóvenes preferían la república; en conjunto, los republicanos eran el 23,5% de encuestados frente al 38% de monárquicos.

Todo indica un aumento de las opiniones favorables a la instauración de la república, pero, ¿la monarquía sigue contando apoyos por el llamado juancarlismo? ¿Qué sucederá cuando acabe el reinado de Juan Carlos I? ¿No deberíamos empezar a plantearnos un futuro alternativo a la continuidad monárquica? Y, a fin de cuentas, ¿cómo volverá la república a España? ¿Desde la Zarzuela, Moncloa o la Carrera de San Jerónimo? ¿O de todos y cada uno de nosotros, españolitos de a pie?

domingo, 19 de abril de 2009

Por qué la república


El pasado 18 de abril Madrid vivió una edición más de las manifestaciones por la república. En la manifestación “unitaria” había, desde partidos históricos como el PCE, Izquierda Republicana, colectivos republicanos y jóvenes, muchos de ellos “castellanistas” y de las organizaciones más radicales, como el Colectivo de Jóvenes Comunistas, del leninista PCPE. En lo “unitario”, más bien parece todo muy “minoritario”. Así fue la manifestación de este año, minoritaria, una sombra de lo que fue el año pasado o el anterior.


Yo no acudí a este año, ya que las Juventudes Socialistas de Latina y las de Carabanchel organizaron un acto conjunto el mismo día 14 de abril (con la lectura del manifiesto que subí al blog ese día), al que asistí. Sí presencié la manifestación de cerca, tras visitar el Museo Arqueológico Nacional para proseguir en mis trabajos de clase, y el Museo del Prado para ver la exposición de Francis Bacon. Pude observar la mala educación de una señora, que no dudó en enviar a un sitio, no muy recomendable para nadie, a los manifestantes.


¿Dónde está la unidad? ¿En la minoría más absoluta? ¿Qué nuevo régimen democrático vendrá de una minoría que en muchos casos no puede calificarse de democrática, sino más bien de estalinista? Esa república reivindicada, con su “autodeterminación” de las naciones y su confederalismo, es una república que nunca debería llegar. Esa no es la república que quiere ni muchos de los republicanos, ni muchos de los que se confiesan indiferentes entre la monarquía y la república.


Unitarios de verdad. La unidad sólo puede venir entre el PSOE e IU, las dos fuerzas de izquierda con fuerza de verdad, pero sin que falten el resto de fuerzas políticas, republicanas en buen grado o accidentalistas en el modelo de régimen. Dirán los que se creen “la única izquierda” que el Partido Socialista es un partido del régimen. Poca historia saben y poca realidad conocen. La república debe venir con un amplio apoyo, que aún no existe, y en un momento histórico propicio, que aún no ha venido. Cuando eso ocurra, sin duda muchas fuerzas políticas se pondrán del lado de la ciudadanía por la república. Las Juventudes Socialistas se proclaman republicanas, pero ¿ese republicanismo es sincero? ¿Se seguirá manteniendo esa reivindicación en el propio Partido? ¿Es una forma de ser “más papistas que el Papa”, como son muchas organizaciones juveniles de los partidos políticos?


Cultura cívica. La educación en unos valores cívicos republicanos debería desembocar, primero, en una ciudadanía celosa de sus derechos conquistados, segundo, en una búsqueda de la racionalidad en el sistema político, cosa que sólo puede encontrarse en una república democrática.


Lealtad con la historia. Muchas reivindicaciones por la república parecen querer no la III república, sino la II república. Eso es un error histórico, porque trasladar la II república a la actualidad es un anacronismo y la vuelta a los errores por la que los españoles llegaron a las manos, y al derramamiento de sangre, en más de una ocasión. Entonces, sólo con el reconocimiento de los errores cometidos por unos y otros podremos llevar a cabo un régimen más racional y democrático. No se puede recuperar lo perdido por unos, ni mantener lo imposible por otros, los tiempos han cambiado para todos.


Racionalidad. El reinado de Juan Carlos I, auspiciado por la dictadura franquista, ha conseguido crear un régimen tan legítimo y democrático como el de Portugal, que con un golpe de Estado derrocó a la vieja dictadura salazarista y mediante la ruptura creó la democracia portuguesa. Unos por reforma y otros por ruptura, pero han sido caminos convergentes: en la democracia. Hay que reconocer al rey su trabajo realizado, conjuntamente con los grandes personajes y partidos de la Transición, para que 1976-1982 no fuera un 1936-1939. Si es verdad que sólo se han creado “juancarlistas” en vez de monárquicos, lo racional sería la apertura de un proceso constituyente tras el actual reinado. Aunque la Constitución contemple la sucesión en la monarquía, no hay un verdadero contenido democrático ni legitimidad en el paso de un rey a otro. La sucesión real pertenece a otro tiempo histórico, al de los súbditos, no al de los ciudadanos.


Reforma. El actual sistema camina a su desvirtuación y parálisis. La Constitución no contempla un presidencialismo; por tanto, la concreción de qué sistema quieren los españoles, si presidencial o más parlamentario, es un debate necesario. Y junto a ello, cuál será la forma de elección de las tres grandes instituciones del Estado: Jefatura, Gobierno y Parlamento.


A ello hay que añadirle problemas de índole más directa: el problema del empleo, urbanismo, la sanidad y la educación, cuatro grandes preocupaciones de la ciudadanía. Competencias, contenidos, resultados… no terminamos de salir del debate de qué educación queremos, no nos cansamos de ver cada año corrupciones por el urbanismo, no nos rebelamos por la degradación de la sanidad pública en algunas regiones españolas…


Solidaridad. ¿Por qué las grandes diferencias regionales? España ha creado un federalismo de facto que no se refleja adecuadamente en su ordenamiento constitucional, algo que también hay que plantearse. Pero el federalismo no es la diferencia, es la descentralización de las decisiones, una condición obligada para la participación ciudadana en la toma de decisiones y para dar mejor respuesta a los problemas que cotidianamente surgen. Los ciudadanos tienen derecho a las mismas condiciones sanitarias, educativas, urbanísticas y de empleo en todo el país, otra cosa bien distinta es la forma de administrarlas según las condiciones de cada lugar. Todo nacionalismo o localismo, como forma de apartarse del resto y situarse por encima de los demás, es completamente egoísta e irracional, crítica que vale tanto para el nacionalismo político como para el liberalismo que permite las tan elevadas desigualdades sociales.



La cuestión por la república es algo más que la discusión sobre la forma de elección del Jefe del Estado. Es un problema de racionalidad, democracia participativa y reformulación de las instituciones para responder a la España del siglo XXI. Cuando todos esos problemas se planteen, porque no se puede esperar mucho, habrá que plantearse la cuestión de la república: la república es necesaria para resolver los problemas de los ciudadanos.

martes, 14 de abril de 2009

Día de la República



POR LA III REPÚBLICA

Hace 78 años se proclamó la II República Española. El 14 de abril de 1931 toda España vivió un día de fiesta, alegría y paz, porque ese 14 de abril fue la esperanza en la nueva democracia y en el progreso que tanto se necesitaban. España, bajo la anterior monarquía, fue un país atrasado, analfabeto, reducto del caciquismo y del dominio de unos pocos. Esa esperanza de democracia y progreso se truncó por la falta de sentido común y realismo de todos los sectores políticos.

Hoy, 78 años después, España es un país moderno, maduro y democrático. Hace treinta años se tuvo el suficiente realismo para intentar curar las viejas heridas y no volver a dividir a los españoles. Por eso, como España ha demostrado su madurez democrática, no podemos olvidar el legado republicano, el legado de libertad, igualdad y solidaridad. La república es buena para España, la república es necesaria para España.

La sociedad española ha alcanzado un alto grado cívico, defensora de sus derechos y conocedora de sus posibilidades. La sociedad moderna exige una democracia moderna, dinámica y participativa, algo que el sistema actual demuestra no ser capaz de llevar a cabo.

Los cambios democráticos y pacíficos son necesarios. El Estado debe adaptarse a la nueva realidad. Los ciudadanos deben tener un control más estricto de las decisiones políticas. Los ciudadanos deben poder elegir todos los cargos representativos. Los ciudadanos deben tener protegidos sus derechos y libertades. Los ciudadanos merecen un Estado de bienestar que supere las diferencias económicas y sociales y les ofrezca una igualdad de oportunidades. Los ciudadanos merecen democracia y progreso.

Los socialistas sabemos que no hay democracia sin progreso, ni progreso sin democracia. La existencia de la monarquía es un anacronismo histórico, una institución antidemocrática en un mundo democrático. El Jefe del Estado debe venir de la voluntad soberana y ser verdaderamente el símbolo de toda la sociedad y, como todos los cargos representativos, abierto a todos los españoles.

Hoy pedimos una España mejor, más democrática, más social y más ciudadana. Hoy pedimos una III República Española de todos los españoles.

¡VIVA LA REPÚBLICA ESPAÑOLA!
"Instrúyanse, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitaremos todo vuestro entusiasmo. Organí­cense, porque necesitaremos toda vuestra fuerza".

Antonio Gramsci, Fundador del Partido Comunista Italiano

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