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miércoles, 5 de diciembre de 2012

La contrarreforma educativa de Wert


El ministro de Educación, José Ignacio Wert, ha presentado el último borrador de la contrarreforma ideológica que prepara el Partido Popular sobre el sistema educativo español. El anteproyecto es el certificado de defunción de la LOE de 2006 y de sus principios de consenso en la comunidad educativa, la autonomía escolar, la educación en valores ciudadanos y la progresiva mejora del sistema educativo. Es un proyecto que no contenta a nadie, excepto a los aliados del PP: la Iglesia Católica y los centros educativos privados. Un proyecto que contempla la destrucción del sistema educativo español y de sus valores, volviendo no solo atrás, sino a ninguna parte, no puede ser una reforma; es una contrarreforma. El posicionamiento ideológico de la derecha española no solo va contra los ideales del progreso y del carácter público y universal de la educación, sino en contra de las recomendaciones de la Unión Europea y contra los intereses de la comunidad educativa. Padres, profesores y estudiantes no cuentan en las preocupaciones de Wert.

Pero, ¿qué propuestas concretas contiene la contrarreforma educativa? Repasemos algunas:

- Evaluaciones en Educación Primaria: en 2º o 3º, y a final de este ciclo educativo, se harán unas pruebas en lectura, cálculo y resolución de problemas. En sí mismo, esta medida es aceptable siempre y cuando no derive en una preocupación única para los centros educativos en los resultados obtenidos en lugar de la adquisición de competencias requeridas que, por otra parte, aparte de las tres principales, ¿no tienen una evaluación externa las demás? Da la impresión que solo se preocupan por mejorar los resultados de cara al informe PISA que, como sabemos, no recoge resultados de todas las competencias que se deben adquirir en la educación.

- Al final no se reducirá la duración de la ESO (4 años) ni se ampliará la del Bachillerato (2 años). Los tres primeros cursos de la ESO formarán un ciclo con menos asignaturas, con especial refuerzo de las troncales. 4º de ESO será un curso de iniciación a FP o a Bachillerato. En ese aspecto, me alegro de que la reducción de la ESO planteada inicialmente por Wert no se lleve a cabo, ya que crearía una incongruencia provocar terminar la educación obligatoria a los 15 años (si el alumno no repite ningún curso) cuando, por ley, la escolarización obligatoria finaliza a los 16. Otra opinión que mantengo es la necesidad de aumentar los cursos de Bachillerato a tres años, finalizando, sin repeticiones, a los 19 años, permitiendo mejorar la adquisición de competencias, una mejor distribución de materias y una elección más madura a la hora de optar o no a la enseñanza universitaria.

- Evaluación final y externa en la ESO. Al final, las evaluaciones en Primaria y Secundaria son un rescate de las "reválidas" antiguas y que ya estaban contempladas en la LOCE de Pilar del Castillo. Como en el apartado, anterior, mantengo la misma opinión acerca de estas reválidas.

- Desaparición de la PAU y sustitución por una nota combinada entre las calificaciones de Bachillerato, una prueba final y los requisitos de admisión de las universidades. La desaparición de una prueba nacional y general por implementar requisitos de las universidades, acordados entre estas o no, la veo como una forma de perjudicar a la universidad pública a favor de la privada.

- Recorte de la autonomía educativa. Pese a que Wert ha presentado en su contrarreforma un "aumento de la autonomía", lo cierto es que la dirección de los centros educativos estará controlada por las administraciones con un aumento de su peso en la selección de directores, que además no podrán ser un profesor cualquiera del centro, sino solo los que hayan hecho un curso de dirección. Un golpe a la autonomía implementada desde la aplicación de la LOGSE. Curioso que se haga este recorte a la vez que se reconoce que "a mayor autonomía de los centros, mejores resultados se obtienen".

- Desaparición de EpC y reforzamiento de Religión. Las presiones más conservadoras han conseguido que Wert proponga que no haya ni EpC ni el sucedáneo de "Educación Cívica y Constitucional", más que brevemente en 2º de ESO. Esto es un duro golpe para la transmisión de valores y, en especial, para la adquisición de la competencia social y ciudadana. La educación de un país democrático no consiste solamente en aprender a leer, contar y solucionar problemas: la educación de los países democráticos debe transmitir unos valores de respeto, colaboración y solidaridad con los demás; en definitiva, la educación forma a los ciudadanos del futuro. Wert destruye esto y prima la educación religiosa, a la que pretende dedicar igual número de horas que a las asignaturas específicas.

- Profesores "expertos" (¿nativos?). Una victoria "moral" para Esperanza Aguirre. Wert pretende que las administraciones puedan contratar a profesores "expertos" (que habría que detallar qué considera Wert "experto"), sin pasar por concurso oposición, para la educación bilingüe/plurilingüe. La introducción en el sistema educativo de una lengua extranjera como puede ser el inglés es un elemento positivo, mas no puede usarse como tapadera para reducir el número de profesores y privatizar por la puerta trasera la contratación de personal educativo. La vía de auxiliares de conversación, como ayudantes del profesor, es una buena vía mientras debiera intentarse aumentar el nivel de inglés en las nuevas generaciones de docentes.

- Lengua vehicular. Este punto ha soliviantado a la Generalitat de Cataluña y a la mayoría de partidos catalanes, partidarios de la inmersión lingüística en catalán en la educación. Realmente, pasadas las elecciones catalanas y con el suflé soberanista deshinflándose poco a poco, Wert da un nuevo soplo de aire a las reclamaciones nacionalistas. La contrarreforma aparca a la enseñanza de las lenguas cooficiales a la categoría de especialidad. Además, dispone que debe haber un "reparto razonable" de asignaturas ofrecidas en castellano y en la lengua cooficial, pero, ¿cuál es el reparto razonable? Las sentencias del Tribunal Supremo reconocen, en el caso catalán (la principal fuente de conflicto entre los nacionalistas catalanes y el PP), el idioma catalán es lengua vehicular junto con el castellano, si bien puede darse una preeminencia del catalán sobre el castellano (y jamás exclusión de ningún tipo de cualquiera de estas dos lenguas). Por ello, ¿por qué enfrentarse con el modelo lingüístico catalán, si no es con ánimo de volver a resucitar la confrontación? Wert prevé que, en caso de no llegar a acuerdos, se obligue a las administraciones a pagar una plaza en un centro privado para todas aquellas familias que quieran que sus hijos se escolaricen en tal lengua como lengua vehicular. ¿No será esta disposición un modo de mantener vivo el enfrentamiento contra Cataluña y, a la vez, contentar a los escasos padres que exigen una educación íntegra en castellano, sufragado con el dinero de todos?

Wert crea más problemas de los que es capaz de resolver. Wert ha fallado como ministro de Educación. Wert ha roto el consenso en la comunidad educativa, quiere imponer un sistema que a la mayoría no gusta y sin escuchar la voz de los actores educativos. Wert mantiene la insana tradición española de hacer una ley educativa de partido a cada cambio de gobierno, sin buscar la colaboración política y educativa y sin avanzar sobre los logros de la LOGSE y la LOE. Detrás de los intentos de Wert por desmontar el sistema educativo está la ideología conservadora emanada desde FAES, la fundación del PP.

La sociedad española tiene que responder que no se puede aceptar jamás esta contrarreforma. Empezando por la vía legislativa y manteniendo la labor reivindicativa en las calles, demostrando al Gobierno y a la ciudadanía que la educación pública y de calidad es un patrimonio de todos y que debe mantenerse, tanto para beneficio de la sociedad, como para la transmisión de nuestros valores y el mantenimiento de la cohesión social de España. Por el bien de nuestra sociedad, las aspiraciones de Wert no deben llevarse a cabo.

Enlaces de interés:

martes, 27 de noviembre de 2012

Elecciones catalanas: la realidad contra el mesianismo




Artur Mas soñaba con hace de Cataluña "la Holanda del sur", y al menos en parte lo ha conseguido: el mapa político catalán, acostumbrado en la década de los 80 y los 90 a un sistema de cinco partidos definidos y estables (CiU, PSC, UCD/PP, PSUC/ICV y ERC) ha ido derivando en cada nueva consulta electoral desde 2006 a un arco político fragmentado y donde la gobernabilidad necesita de grandes dosis de acuerdos y pactos. Con el nuevo Parlament que surgirá de las elecciones del 25 de noviembre serán siete los partidos políticos representados, uniéndose las Candidaturas d'Unitat Popular (CUP); ocupando, quién sabe por cuanto tiempo, el espacio indepententista y de voto de protesta más extremista, donde compitieron, entre otros, Reagrupament (que en esta ocasión ha seguido el camino de otros desde ERC hasta CiU) y Solidaritat, que sin el protagonismo de Joan Laporta no han conseguido mantener su representación. El mapa político catalán se amplía por los extremos independentista y por el reforzamiento del indefinido espacio antinacionalista de Ciutadans, que adquiere grupo parlamentario propio.
(1) CiU, PSC, ERC, ICV-EUiA, SI, CUP, Reagrupament
(2) CiU, ERC, SI, CUP, Reagrupament
(3) ERC, SI, CUP, Reagrupament
(4) PSC, PPC, C’s, UPyD
(5) Es difícil encuadrar a ICV en el eje nacionalista/no nacionalista por su indefinición
(6) PSC, ERC, ICV-EUiA, CUP
(7) C’s, UPyD, SI
(8) CiU, PPC, Reagrupament, PxC


Artur Mas, apoyado por su federación CiU, convocó anticipadamente elecciones en el ecuador de su legislatura amparándose en: el fortalecimiento del movimiento independentista, según parecía demostrar la manifestación de la Diada, para exigir al gobierno central la imposición de un pacto fiscal como alternativa a desencadenar el proceso soberanista (pero también como primer paso para el mismo) y, como negativa a dicho pacto fiscal, a la apelación a los ciudadanos de Cataluña para iniciar el proceso soberanista al "Estado propio" mediante la aceptación de un "derecho a decidir" diferente al del resto de España. Derecho a decidir como eufemismo al derecho de autodeterminación. Estado propio como eufemismo a independencia. Cuestión identitaria por encima de la cuestión social y la crisis económica. Artur Mas se presentaba a las elecciones como el abanderado de la "voluntat d'un poble", un mesias que pedía no rendir cuentas por sus recortes y que remitía todos los problemas de Cataluña (recortes, rescate, pensiones, paro...) a un futuro hipotético donde una Cataluña independiente podría afrontar con éxito todos sus problemas, pero sin concretar el cómo.

Personalmente, me temía que la ciudadanía de Cataluña, inmersa, como el resto de la española, en un gran malestar e indignación por la crisis, su gestión y sus consecuencias, y atrapada como está entre una peligrosa polarización entre dos nacionalismos excluyentes, acabase por sucumbir a los mensajes de Mas y entregase su derecho a decidir, que es el voto, a la capacidad de decisión de una persona, una caricatura grotesca de "un líder, un pueblo, una patria". No oculto mi opinión de que la sociedad catalana, por más que yo admire y ame su cultura, su historia, su tierra y guarde gratos recuerdos de mis visitas a su tierra, tiene graves problemas como son las relaciones con el resto de España, las pasiones que crea la identidad o el idioma y el trato de algunos sectores minoritarios pero estridentes contra los que no se ajustan al ideal nacionalista. Son problemas que igualmente y de grado variable también afectan al resto de España y de Europa, y que no para mí es un asunto urgente que debemos afrontar si valoramos las virtudes de las sociedades plurales y democráticas.

Artur Mas y CiU se han llevado un notable chasco, un "batacazo" como titula El Periódico de Cataluña. Esperaban aumentar de sus 62 escaños a un mínimo de 68 (mayoría absoluta) y así tener las manos libres para llevar adelante la política neoliberal de la segunda generación de líderes convergentes (Oriol Pujol es su representante), como para tener la llave que abriera en el momento que ellos quisieran la caja de Pandora del soberanismo, con la ayuda de un parlamento más independentista donde los no nacionalistas estuvieran arrinconados. Bien. Si el objetivo de Artur Mas y Ciu era la "mayoría amplia" y un peso de los independentistas superior a los 2/3 del Parlament, podemos decir con total tranquilidad que han fracasado notablemente. No solo no han aumentado en votos y en escaños, sino que han perdido ambos y se encuentra en una situación de relativa fragilidad (veremos por qué). Además, los partidos nacionalistas parlamentarios (CiU, ERC, CUP y el ahora extraparlamentario SI) suman el 49% de los votos y 74 escaños, una mayoría clara, sí, e incluso podríamos sumar a Iniciativa (aunque sin saber a ciencia cierta qué quieren exactamente para Cataluña) y daría una mayoría más amplia, pero sin llegar a ser dos tercios de los escaños y, comparando con los resultados de 2010, no dominados por la agenda independentista, resulta que alcanzaron un número de votos del 49,9% del total y 76 escaños. Es decir, menos. Conviene recordar que ese bloque no es homogéneo, menos si sumamos a ICV, y que dichos partidos no comparten los modos de lograr la independencia. Cabe añadir que muchos votantes de CiU no son independentistas, sino adscritos a la derecha catalanista (moderados, por tanto), y parte de los cuadros de la federación tampoco lo son, caso de Unió Democrática.

Es notorio que la mayoría parlamentaria catalana es netamente nacionalista, como lo ha sido en otras ocasiones. Se esperaba que al plantear la cuestión identitaria y soberanista los electores más nacionalistas serían los que acudirían a las urnas con más ganas que los que no lo son, produciendo un parlamento con una mayoría nacionalista reforzada. No ha sido así. Seguramente la polarización identitaria es la principal responsable del aumento de participación: casi un 70%, rompiendo récords en un electorado bastante desmotivado para acudir a las urnas (véase la escasa participación para ratificar el nuevo Estatuto). Con todo, una alta participación siempre es motivo de satisfacción para una sociedad democrática, pues muestra fielmente la opinión de una gran mayoría social. Lo que se puede decir del resultado de esta gran afluencia electoral es que los catalanes han sabido combinar de manera loable tanto el castigo a las políticas de CiU (12 escaños menos y casi cien mil votos perdidos lo atestiguan) como mantener la correlación de fuerzas entre partidos nacionalistas y no nacionalistas, con ajustes en el interior de estos mal llamados "bloques". Ese mantenimiento del statu quo, no obstante, no aleja la apuesta soberanista de Mas, aunque pone algunas piedras en sus pretensiones: si Mas quiere seguir adelante con el proceso, debe compartir el liderazgo con ERC, que ha movilizado para sí más electores de los que CiU ha perdido. Como nota, es preciso señalar que Francisco Llera, director del Euskobarómetro, ha dicho que PNV y Urkullu tomarán nota de las consecuencias adversas que tienen para las fuerzas moderadas radicalizar el debate.

La indefinición de PSC, con demasiadas abstenciones en momentos cruciales (en la investidura de Mas en 2010, en el debate tramposo sobre el "derecho a decidir"), sin saber escapar del esquema trazado por el nacionalismo (donde Cataluña no puede ser algo propio en España y donde "decidir" se ha asociado a autodeterminación e independencia, saltándose las leyes si es preciso, como admitió Mas) ha resultado notablemente castigada por los electores. Cualquier reflexión interna que determine que el resultado es bueno porque "ha mejorado las expectativas de las encuestas" es una necedad. El PSC ha perdido 50.000 votos con mayor participación y, aunque mantiene el puesto de segunda fuerza popular, pierde el de segunda fuerza parlamentaria por un escaño en beneficio de ERC. Su electorado fiel sigue estado concentrado en el cinturón metropolitano de Barcelona (perdiendo de nuevo apoyos, y con un resultado terrible en la Ciudad Condal: cuarto puesto) y compuesto por las clases trabajadoras y medias, castellanohablantes y de orígenes extremeños o andaluces. Mi impresión es que aquellos electores que hicieron del PSC primera fuerza de Cataluña en las autonómicas en 1999 y 2003, y siempre primera fuerza en elecciones nacionales, que son, aparte de los mencionados, las clases medias más catalanistas, que ahora apoyan a CiU y seguramente a ERC. Ni siquiera el PSC mantiene a las clases trabajadoras y a los electores no nacionalistas, que están yendo al PPC y, ahora especialmente, a Ciutadans, sin olvidarnos de ICV. El PSC, si no quiere evitar esta dirección a la irrelevancia, debería intentar establecer un perfil propio enfrentado tanto a CiU como al resto de la izquierda y del campo no nacionalista, deseoso de seguir medrando en el espacio socialista aunque su consecuencia más notable sea la división. Habrá que ver si Pere Navarro y su equipo mantienen el liderazgo del partido. Es probable que sea así, veremos si con cuestionamientos internos, aunque la marcha de parte de los líderes del ala antaño más catalanista, ahora más inclinada al soberanismo, podría contribuir a poner un poco de paz en el PSC y ayudar a crear un discurso más definido que consiguiera combinar catalanismo con izquierda, clases medias y clases trabajadoras y la concepción de Cataluña en España. En buena parte, dependen del contexto, pero sólo si lo saben aprovechar bien.

El salto de ERC lo devuelve a los niveles de la etapa de Carod Rovira y Puigcercós en el tripartito de izquierdas aunque, en esta ocasión, su fuerza vaya a trabajar en una dirección bien distinta. Entonces, el ascenso y la caída de ERC fueron a la par que la fortuna y la ruina del tripartito, vinculados a la colaboración de las izquierdas catalanas (no solo regionalmente, sino en la política nacional con la Entesa Catalana de Progrés en el Senado y con la colaboración parlamentaria con el gobierno de Zapatero). Ahora, la fuerza de ERC está puesta al servicio del proceso soberanista iniciado por Mas. El ascenso de los republicanos viene por una alta movilización de su electorado (más del que haya podido ir de CiU a ERC) para condicionar la política de Mas, tanto si es para continuar con el plan soberanista como si es para la acción de gobierno, combinando el sentimiento independentista (con la boca grande) con la izquierda (con la boca chica), en una bien calculada estrategia para poder considerar tanto la colaboración gubernamental como la postura íntegra de independencia e izquierda.

El PPC puede hacer gala de haber mantenido sus resultados y no verse afectados directamente por la política de Rajoy, consiguiendo movilizar a su electorado a la par que lo ha hecho la totalidad de los votantes, aumentando discretamente. No consiguen, asimismo, ni superar al PSC ni avanzar en su electorado, que ha preferido irse a Ciutadans. No obstante, creo que han podido obtener una parte importante del voto perdido de CiU, moderado en la cuestión nacional y más identificado con valores conservadores. Como en el campo contrario, esto es, del nacionalismo independentista, el campo del "españolismo" o del nacionalismo español también se refuerza con las subidas de C's y PPC.

ICV es otra de las fuerzas, junto con ERC, que han "triunfado" en estas elecciones. Electoralmente, consiguen representación en las cuatro provincias catalanas. Partían con una combinación de la oposición total a la política de CiU pero con el apoyo total en el pacto fiscal, primero, y en el proceso soberanista, después, pese a ciertas indefiniciones de peso (su propuesta de federalismo de libre adhesión no es sino un confederalismo adornado de palabras bonitas, así como la inexistencia de una postura clara -Sí o No- ante una hipotética independencia, que incluso tiene el PSC bien definido pese a tener sus propias incoherencias) que, al parecer, no han sido impedimento para recuperar niveles perdidos durante la época del tripartito (por otro lado, quizás esas indefiniciones también han podido frenar avances en el electorado progresista que ha podido optar por votar al PSC o a C's, pese a las altas simpatías que les provoque el ideario social de ICV. Como me recordaba una amiga, ICV enarbolaba su cartel electoral como "Dret a decidir sí. Drets socials, també" (Derecho a decidir, sí. Derechos sociales también). Como le ocurría al PSC, ICV también se ha encontrado presa del esquema dibujado por CiU, donde el eufemísticamente conocido como "derecho a decidir" es el eje de todo. Con todo, ICV mantendrá su línea de acción política de oposición frontal al gobierno convergente y de apoyo total a la cuestión soberanista. Joan Herrera, su candidato, reivindicaba la herencia del tripartito de izquierdas, pero lo cierto es que, pese a que ICV con diez o trece diputados haga una oposición muy buena a la derecha nacionalista, apenas hay una contribución a una alternativa de gobierno. Quizás esperen que los ecos de Syriza lleguen a España, pero yerran al no ver que la realidad diversa de Cataluña y de España no necesita maximalismos y reivincidaciones acaladoradas de ver quién es la "auténtica izquierda" o quién es "más de izquierdas que otro". Si quieren una alternativa de izquierda democrática y catalanista a CiU, sea de quien sea el liderazgo (PSC, ICV, ERC), será por la vía del acuerdo y la aceptación que ninguno puede imponer ninguna "verdad revelada" o pureza ideológica a los demás.

Ciutadans ha superado expectativas y, doblando su número de votos, consigue no solo grupo parlamentario propio sino hasta nueve escaños y uno fuera de la provincia de Barcelona. C's, pese a lo que pensé en el momento de su entrada en el Parlament en 2006, se ha consolidado en la política catalana (y sobre todo gracias a la crisis del PSC entre su electorado tradicional y, como otros partidos, tiene grandes incoherencias que de momento no le han pasado factura. ¿Cómo definir a C's? ¿Es un partido nacionalista español? ¿Es un partido progresista? ¿Es una derecha disfrazada? Yo creo que C's es la expresión política de ciudadanos que se sienten españoles siendo catalanes y no tienen ningún problema por ello, y no arriesgo mucho al creer que un partido progresista, pese a alianzas que me repugnan como la coalición con la euroescéptica y conservadora Libertas en las elecciones europeas.

La propia existencia de C's es, como vi en un comentario en Twitter, "la prueba del hecho diferencial" de Cataluña, donde UPyD no tiene espacio (0,4% de votos) pero sus postulados son, más o menos, compartidos. Dando un poco la vuelta a la afirmación del "hecho diferencial", lo que prueba es que los catalanes quieren partidos políticos más próximos, incluso llevando a adaptarse a los grandes partidos como el socialista (el PSC es un partido federado al PSOE pero cuya existencia no puede entenderse sin dicho vínculo, cualquier intento de romper lazos sería un disparate; no hay que romper lazos sino clarificar posturas) para, así, incluso, demostrar que ser catalanes es su forma de entender ser españoles. Una reflexión que debería hacerse por algunos en Cataluña y por otros fuera de ella. La incomprensión mutua debe ser no solucionada con la ruptura sino con el entendimiento.

En el campo independentista y extremista hay una constante evolución. Perdido (y quizá para bien) para ERC, no ha habido un partido que haya conseguido consolidarse. En 2010, Reagrupament y Solidaritat pelearon por ese espacio, con la victoria de este último (gracias al empuje de Laporta) y con la deriva de los exERC hacia el mismo camino que siguieron Pilar Rahola y Colom y su Partir per la Indepència a CiU. Ahora, la irrupción de las CUP en las elecciones parlamentarias y la marcha de Laporta de la política ha acabado con la breve presencia parlamentaria de SI. CUP lleva al Parlament la voz de la izquierda independentista, rupturista e indignada por la crisis. A ERC le interesaría que el proceso soberanista discurriera según sus intereses, con el miedo a que una posible (y probable) frustración lleve a la radicalización de su electorado en beneficio de las CUP.

¿Qué puede pasar? Lo principal para la gobernabilidad de Cataluña es saber con qué otros partidos puede contar Artur Mas. Está claro que, dados los resultados, cualquier combinación de gobierno o mayoría pasa por CiU como eje central y con Mas en la presidencia. Eso descarta directamente a ICV, que se niega a apoyar a Mas, a C's, que reclama su dimisión, como a las CUP, en las antípodas de las concepciones políticas del presidente de la Generalitat. Aritméticamente, CiU puede pactar tanto con el PSC (70 escaños), con ERC (71) o con el PPC (69), pero cada uno con condiciones muy distintas: un pacto con el PSC es incierto, si los socialistas quieren desmarcarse de cualquier apoyo a Mas, y llevaría inevitablemente a relajar el ansia soberanista de Mas; un pacto con el PPC es aún más improbable, porque exigiría acabar de raíz con el proceso soberanista, aunque coincidiesen CiU y PP en su política neoliberal. 

Es más posible un pacto final con ERC, aunque los republicanos no quieren entrar en el gobierno. Piensan que pueden combinar estar en la oposición con el apoyo al gobierno. Esto, de primeras, es incoherente: Artur Mas necesita el apoyo explícito de al menos una de las tres fuerzas políticas mencionadas para poder gobernar. Si ERC se convierte en el socio preferente de CiU no puede pretender encabezar la oposición parlamentaria. El apoyo de los republicanos se condiciona a mantener la agenda soberanista, incluso revertir parte de los recortes de Mas. Pero Artur Mas necesita, más que eso, apoyo a las leyes más importantes, como la de presupuestos que, inevitablemente por la ideología de CiU y las circunstancias, tendrán que contener nuevos recortes, así como los malabarismos en el día a día de la administración con el pago de nóminas y pensiones (que se pagan gracias a la deuda y el dinero puesto por el gobierno central en cantidades muy superiores al pretendido "expolio" que no existe). ERC tendrá que tragarse su lado izquierdista (poco le costará, más preocupados por la vía a la independencia) a menos que consiga que Artur Mas de un giro de 180º a su política económica. 

Al final, se impondrá el sentido de estado, o "acuerdos de país", en terminología catalana. No sería recomendable realizar nuevas elecciones por la falta de una mayoría clara de gobierno para nadie (un hartazgo del electorado por el fracaso de sus representantes podría aumentar la abstención de nuevo, cuestionar el proceso soberanista, y ni siquiera CiU sabe si una repetición electoral podría darle más maniobra o perjudicarles), aunque es probable que la legislatura no llegue a completarse, y con ese escenario deben trabajar los partidos. Aún es pronto para saber si el mal resultado de CiU puede llevarles a replantearse su deriva soberanista o a que emergan grietas entre CDC y UDC. No olvidemos que la apuesta soberanista de Mas era para ser liderada por él en exclusiva y quizás por otros como meras comparsas, pero esto ya no puede ser así: Oriol Junqueras, de ERC, reclama su parte. CiU no es una formación que camine con pasos muy inciertos y si esta aventura no tiene visos de reportarle beneficios políticos, tendrá que hayar alguna manera de ponerle freno, bien directa o indirectamente. Indirectamente ya sabemos que un proceso de ese tipo es imposible sin acuerdos para reformar la legislación española y sin acuerdos con el resto de España, a menos que quiera saltarse la legalidad vigente. La pérdida de votos debería ser un aviso para Mas de que llevar a una fuerza moderada a planteamientos extralegales puede ser muy peligroso: los partidos nacionalistas tienen mayoría, sí, pero no olvidemos que los netamente independentistas son aún menos votados que CiU, y creo que en CiU nadie quiere emular los resultados de ERC.

Como breve repaso a la prensa nacional e internacional, de fuera de España se destaca la victoria de los nacionalistas; Der Spiegel destaca que "Abspaltung Kataloniens von Spanien wird unwahrscheinlicher" ("la separación de Cataluña de España es poco probable"). En España, las reacciones han sido más o menos las mismas: fracaso de CiU aunque no (de momento) de la aventura soberanista, pese a que muchos la ven como difícil, caso del Deia. El Punt Avui, periódico catalán claramente independentista, hace algo de malabarismos pues destaca que: son mayoría los partidos nacionalistas, la bajada de CiU se debe a su excesiva personalización de la campaña en Artur Mas y se han movilizado electores no nacionalistas por la polarización. Destaca que "tanto el soberanismo como el españolismo se han neutralizado", creciendo prácticamente en la misma proporción con mayor participación, para reconocer al final que "la voluntad del pueblo es compleja" y, aunque no lo quiera decir, en esa voluntad participan los que no quieren la independencia, que son muchos. El País habla de "órdago fracasado" y, por último, resulta muy interesante el artículo de Enric Juliana en La Vanguardia, una declaración de la opinión del órgano de la burguesía catalana: "Ha ganado España". Resume así en tres palabras (con la palabra maldita para el independentismo catalán) lo que puede resultar de la convocatoria electoral: "El catalanismo es hoy una mayoría sentimental con graves dificultades de operatividad política", "Cuando dentro de unas semanas se negocie la formación del nuevo gobierno, los entusiasmos para formar parte de un ejecutivo obligado a seguir la senda de los duros sacrificios serán perfectamente descriptibles", "la sociedad catalana ha desistido de concentrar en una misma narrativa los deseos de un orden distinto". Bastante revelador.

En definitiva, los catalanes han demostrado en las urnas que no hay una manera única de ser catalán, ni de ser español, y que no hay un único mensaje con la suficiente fortaleza para imponerse a otro sin provocar fuertes rupturas. Se debe imponer el entendimiento. Lo quieren los ciudadanos.

Enlaces de interés:
"Campanya a examen", El Punt Avui, 27/11/2012.
"En CDC todo está muy mal y emperorará", Alfons Quintà, ElDebat.org, 26/11/2012.
"ERC descarta entrar en el Govern", ElDebat.org, 26/11/2012.
"ERC exige a CiU, para pactar, el fin de los recortes en los servicios básicos", ElDebat.org, 26/11/2012.
"Ha ganado España", editorial de Enric Juliana en La Vanguardia, 26/11/2012.
"La separación de Cataluña de España es poco probable", Der Spiegel, 26/11/2012.
"La voluntat del poble és complexa", El Punt Avui, 26/11/2012.
"L'espanyolisme i el soberanisme es neutralitzen", El Punt Avui, 27/11/2012.
"Órdago fracasado", editorial de El País, 26/11/2012.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

¿Cuál es el problema del PSOE?


Hace unos días recibí, como tantos otros militantes del Partido Socialista, un correo en nombre de Rubalcaba. En él, se decía que "son momentos difíciles para el PSOE", un PSOE que es la "alternativa" a las políticas del PP, un PSOE al que la ciudadanía pide unidad, fortaleza y propuestas. También, Rubalcaba se muestra abierto a las iniciativas y comentarios de los militantes y a sus entornos. Pues bien, en calidad de militante de base, esta es la reflexión que quiero transmitirle al secretario general del PSOE:

¿Qué le ocurre al PSOE? En términos electorales, el bienio 2011-2012 va camino de ser la peor época en la historia reciente del partido, y no hay visos de mejora (las encuestas señalan una caída en Cataluña del PSC, y en otras regiones de España parecen no dejar de perder terreno, caso de Valencia, con las únicas excepciones de Extremadura y Andalucía). El PSOE no solo no consigue volver a superar la barrera del 30% del voto sino que sigue cayendo. Las encuestas de mayor calidad son dispares: el CIS mantiene a los socialistas en el 28,6% de intención de voto y Metroscopia en el 22,9%, una diferencia relevante. 

No conviene alcanzar la histeria por resultados tan decepcionantes para un partido de vocación mayoritaria pero tampoco hay que sentirse aliviados por no compartir la suerte del partido socialista griego PASOK. El mantenimiento del PSOE como primer partido de izquierda se debe a su buena sintonía en la escala ideológica del electorado, así como la inexistencia de competición de un partido de centro izquierda de nuevo cuño: ni IU ni UPyD pueden aspirar a hacerse con una buena masa de electores, no sin replantearse su línea ideológica y su vocación de partidos minoritarios. No existe una Syriza española. Esta potencial ventaja para el Partido Socialista solo se encuentra dificultada por la desconfianza que crea entre el electorado afín: el PSOE, con sus errores económicos en la legislatura 2008-2011 y su cambio de política, entre otras razones que se escapan de su control directo (crisis económica mundial, presiones del sector financiero internacional, (des)equilibrio de poder en la UE...) es el culpable de buena parte de la actual situación. 

Las únicas posibilidades que le quedan al PSOE para gobernar en buena parte de las distintas administraciones están en la capacidad o no de llegar a acuerdos con otras fuerzas políticas: menos en Extremadura, donde se ha impuesta una lógica de "todos contra el PSOE"; en Andalucía han incluido a IU en el gobierno; en Asturias gobiernan gracias al apoyo de IU y UPyD; en Galicia, el escenario más favorable sin mayoría del PP era repetir el bipartito con el BNG. En Valencia, una encuesta reciente advertía de un desgaste considerable del PP regional y una mayoría de izquierda formada por un PSPV aún más escuálido y unas Esquerra Unida y Compromís fortalecidas. La respuesta de muchos era algo así como "bueno, perderemos votos, pero gobernaremos con ellos". Reactivar el mensaje de "todos contra el PP" para gobernar. Pero, ¿gobernar cómo? La pobre cultura política de España nos presenta a las coaliciones políticas como negativas, y es cierto que los partidos políticos no ayudan a superar esa opinión: con frecuencia hemos visto cómo las coaliciones han funcionado como gobiernos paralelos, rencillas mutuas, paralización de políticas por desacuerdos. En definitiva, la intransigencia de los partidos para alcanzar grandes acuerdos ha hecho naufragar las coaliciones: el bipartito gallego cayó, el tripartito catalán se hundió en el desacuerdo y hoy cada uno de los tres partidos de la izquierda catalana están lejos de cualquier acción común. A las coaliciones frágiles de la izquierda les sucedió la derecha reforzada. Con estos precedentes, ¿cómo podemos recibir con alegría una perspectiva de tripartito izquierdista en Valencia? ¿Qué políticas se seguirán? ¿Cada partido intentará llevarse todo el mérito de la acción de gobierno y excusarse de los deméritos en los otros, en perjuicio de la labor general? Si existieran garantías de flexibilidad y capacidad de diálogo en la izquierda española, podría no verlo con suspicacia.

Esa intransigencia e incapacidad de diálogo en la izquierda española opera también contra el PSOE. A la desconfianza del electorado se añade la beligerancia con la que la izquierda no PSOE dedica al partido socialista, en la que no solo hay críticas -justas- por la labor del Gobierno socialista, sino el rencor generado tras años de desencuentros y frustraciones por no haber conseguido ganar a los socialistas la disputa por el liderazgo de la izquierda. En los discursos lanzados por la izquierda siempre hay una de cal y otra de arena: reclamar al PSOE que reconsidere su discurso y pida perdón por los errores cometidos y, a la vez, un rechazo continuo de toda propuesta que eleve el PSOE en la oposición ("haberlo propuesto antes cuando gobernábais") y una negación casi total a entendimientos con el socialismo. Es decir, parecen pedir al PSOE una condena perpetua, una penitencia eterna y el silencio por los "pecados" cometidos. De nada parece servir la constatación de que el PSOE perdió las elecciones, se dejó cuatro millones de votos en el camino y ha iniciado un proceso de reconsideración del discurso. Hay una guerra total y el objetivo de la izquierda no PSOE es la desaparición del partido socialista. Cuando el diputado Odón Elorza publicó en su blog sus propuestas de regeneración se le dijo de todo, incluso de entre quienes, en otros partidos, coinciden en algunos postulados. Parece haber voces en la izquierda más preocupadas por la crítica destructiva que por la constructiva, en la que se oyen todos los errores pero no se escucha ninguna propuesta de mejora. Quizás yo pueda pecar de ingenuidad por preocuparme en exponer problemas y soluciones, no lo sé.

Por supuesto, es legítima la aspiración de los partidos al liderazgo político y a la competencia entre ellos. Hay que preguntarse cuál es el precio que se quiere hacer pagar: uno es dejar que la derecha tenga las manos libres para gobernar por la división de la izquierda, caso de Extremadura; otro es plantear un escenario de futuro nacional muy preciado para el PP, con un PSOE debilitado y una izquierda incapaz de enfrentar una visión diferente. Las encuestas, aunque pertenecen al terreno de las posibilidades y de los cambiantes estados de opinión, muestran que la subida de los otros dos partidos nacionales, UPyD e IU, no es tan paralela a la caída de PP y PSOE, y eso se debe a que, o bien se recurren a otros partidos minoritarios con escasas posibilidades de alzar su voz, o se refugian en la abstención, que parece ser el caso. En una época donde la fidelidad de los ciudadanos a una opción política se encuentra en sus cotas más bajas, la participación y el voto se deben a la capacidad de los partidos por ofrecer propuestas creíbles al electorado. El PP consiguió convencer -sin entusiasmo- a los electores hace un año y en Galicia, el PSOE no lo consigue, como tampoco otros partidos, ni muchos menos son vistos como un conjunto coherente frente a la derecha.

Estas podrían ser las condiciones externas que aquejan al PSOE. Las condiciones internas en el partido son: la desconfianza hacia las primarias, la falta de renovación o los "métodos" de elección de cargos internos y candidaturas, la incapacidad para recomponer los lazos con la sociedad y la opinión intelectual. La voluntad de establecer elecciones primarias para la designación de candidatos a las elecciones quedó malograda por la incapacidad para adelantarse a los acontecimientos: en Galicia y en Cataluña no se esperaban el adelanto electoral y no pudieron celebrarse, con la excusa de "falta de tiempo" y de "evitar divisiones". Esa respuesta no puede ir en beneficio del PSOE cuando otras formaciones consiguieron celebrarlas -aunque por su carácter minoritario eran de más fácil celebración y escasa notoriedad- y, muy importante, si se presentan las primarias como "momentos de división" es que no se cree sinceramente en su virtud como herramienta para proporcionar candidatos a las listas electorales. El primer PSOE, el de la Restauración y la República, establecía primarias para la confección de sus listas y cargos internos. En Francia, el PS llega a momentos de verdadera tensión interna en sus elecciones y ahora es el partido más potente de la República. En Estados Unidos, los partidos -de estructura radicalmente distinta a la europea- se enzarzan en múltiples debates y elecciones. En Italia, el centro izquierda celebra elecciones primarias abiertas. Las primarias deben ser un momento de debate y oportunidad de los aspirantes para presentar y confrontar sus ideas.

La amarga historia del PSOE actual con las primarias revela un lastre del partido: la falta de renovación y los cargos internos. Las primarias solo se consideran buenas si el "aparato" consigue controlarlas. No las consiguió en 1998 al perder frente a Borrell. En la actualidad, se alzan voces pidiendo ya las primarias y otras que reclaman paciencia: unos piensan en la repercusión mediática que alcanzaron las primarias del PSM en 2010, otros piensan que hacerlas ahora es precipitado, otros que las elecciones podrían adelantarse y volver a pillar al PSOE con el paso cambiado, finalmente, otros quieren que las primarias se celebren cuando el aparato tenga la certeza de ganar el proceso, sea Rubalcaba u otra persona el candidato. Pero, ¿son ahora tan importantes las primarias? La situación política de España no es, a grandes rasgos, mala para el actual gobierno de Rajoy: no se tiene en la calle la crispación que sí hay en Grecia, su mayoría absoluta garantiza apoyo en el Congreso hasta 2015 y quedan años para nuevas elecciones. Los únicos momentos de crisis pueden ser el agravamiento de la situación económica de la ciudadanía o una deriva irreversible de la cuestión soberanista en Cataluña y en Euskadi. Es de esperar que las primarias prometidas en el PSOE se celebren antes de que puedan ocurrir estas hipótesis.

¿Se trata de personas? Para algunos sí. Se culpa en Rubalcaba y en su equipo la situación actual del PSOE, pero, ¿sería distinto con otros? ¿Patxi López en la dirección? ¿Acaso Carme Chacón o García Page? Para Griñán el problema no es de ideas sino de "personalidades". Es justo lo contrario. Si bien creo que el futuro del PSOE no pasa por la actual dirección y que muchos de los que han controlado el partido tantos años deben dejar paso a otras personas preparadas, así como abrir el partido a la sociedad, la importancia está en las ideas. Como he dicho antes, la gente no ve confianza y convicción en el PSOE para que vuelva a gobernar. Hay que superar algunos esquemas preconcebidos. Uno es que la solución a la crisis es nacional, sea para España o más reducida, como sueña Artur Mas. Cada vez estoy más convencido que los viejos esquemas del Estado nación y los partidos nacionales están anticuados, la respuesta está en la Europa unida, con una ciudadanía europea y partidos europeos como voces fortalecidas de los europeos. Otra idea que hay que romper es que, de momento, se está rompiendo en España la dinámica electoral del bipartidismo imperfecto y habría que considerar un esquema de cuatro fuerzas nacionales (esto merece una opinión más extensa en la que ahora no entraré). 

El PSOE no debe cambiar para que siga siendo el PSOE, al contrario de la lampedusiana frase de Rubalcaba. No al menos si no tenemos claro qué PSOE queremos que sea el PSOE. ¿El PSOE de los barones? ¿El PSOE de las clientelas? ¿El PSOE que pierde militancia porque no se sabe abrir a la sociedad e integrar cuadros capacitados? El PSOE que yo tengo en mente es el PSOE que aúne su experiencia histórica con una estructura dinámica, inserta en las redes sociales y en la calle, abierta a la sociedad y lo suficientemente flexible como para saber captar lo mejor de la sociedad. Un PSOE, en resumen, progresista y moderado, que no conservador, sino consecuente y coordinado para saber qué propuestas puede lanzar a la sociedad, ágil en las respuestas y con una idea bien asentada de una España progresista en Europa como nuevo horizonte que proponer a la sociedad. Estoy dudando mucho de la estructura militante de los partidos. "Recurrir a las bases", "escuchar a la voz de las bases", sí, está muy bien pero, ¿qué bases? ¿Las que cambian de "ideas" según deciden sus jefes de filas? ¿Las que callan ante los errores y despropósitos de "los suyos"? ¿Las que no se cansan de decir "ahora no toca" cuando se quiere debatir? ¿Las que están solo preocupadas de ser gratificadas con cargos? Aborrezco de esas bases. Aborrezco el reparto de los despojos de la oposición, como ocurre en el PSM. Aborrezco la estrechez ideológica. Aborrezco la militancia que significa pérdida del raciocinio. Cuando las bases están más preocupadas por los que controlan el partido que por la ciudadanía, cuando se aíslan, esas bases pierden toda razón de ser.

Uno de los problemas del PSOE es, por desgracia, intrínseco a todos los partidos de la cultura política española, que es la falta de respeto por el debate que circule de abajo arriba y no de abajo arriba con las limitaciones marcadas por los que controlan el partido. Antoni Gutiérrez señala muy certeramente esto al recordarnos una cita de Nietzsche:
"Cuando un partido se da cuenta de que un afiliado se ha convertido de un adepto incondicional en un adepto con reservas, tolera esto tan poco que, mediante toda clase de provocaciones y agracios, trata de llevarlo a la defección irrevocable y de convertirlo en adversario (...)".
Gutiérrez lo define como centralismo democrático. Y tiene razón, como la tiene al señalar que la rigidez es contraria a la porosidad que se precisa. En mi análisis de las elecciones gallegas reproduje una cita de Roberto L. Blanco Valdés que recordaba que, al contrario de los postulados de Gramsci para la formación del partido de vanguardia, en el PSOE se condena y aparta a los que no siguen la línea oficial y se cierra el paso a militantes cualificados.

No contemplo una recuperación milagrosa del partido. Es imperativo recuperar los lazos con la sociedad, recuperar capital social y humano: reconstruir un bloque progresista, captando ciudadanos conscientes políticamente y comprometidos con el servicio público a la comunidad a través de la política, y recuperando las relaciones con la intelectualidad progresista. Cuando se supo que el texto que se debatirá en la prometida conferencia política han participado personalidades no militantes en el PSOE, hubo una ligera indignación en algunos sectores de la militancia. ¿Por qué? ¡Si de lo que se trata precisamente es de buscar gente fuera! El PSOE tiene un gran problema de capital humano. En términos gramscianos, el PSOE necesita que todos sus cuadros sean dirigentes, los eduque, coopte a la juventud intelectual y se lance de nuevo a la conquista de la hegemonía cultural

Si el PSOE tiene que reformarse, es para dejar de ser el PSOE del siglo XX para ser el PSOE del siglo XXI, con mil ojos, el partido de vocación mayoritaria. En eso, hay que recuperar el discurso nacional, así como someterlo al discurso europeo: no estamos en la época de los Estados-nación en Europa, los Estados europeos han perdido buena parte de su soberanía, es estéril pretender crear nuevos Estados mutilados y menos abanderar la bandera de la insolidaridad, que no es solamente por pretendidos "expolios" sino por la convicción de que "ante los problemas, que cada uno reme por su lado". El PSOE, y el PSC, han perdido en este aspecto, la de ser el partido "que más se parece a España", es decir, el que consigue aúnar una mayoría homogénea en todo el país: la propuesta de reforma federal, que desde hace muchos años ha estado en el alma reformista del partido, no convence, lo que en sí es la constatación de una desgracia: una propuesta conciliadora no logra convencer entre la propuesta de ruptura soberanista y la de recentralización y del rancio y estrecho españolismo. El discurso nacional progresista no es el discurso identitario, de esencias ni de Volkgeist, sino el discurso de voluntad de construir una sociedad plural, respetuosa con las identidades múltiples de los ciudadanos, convencido de que son estos, y no las naciones, los portadores de derechos y que unidos, no solo españoles, sino junto a portugueses, franceses, italianos, griegos, etc, se pueden defender mejor los derechos y una Europa construída sobre las bases del bienestar y la democracia.
 
Siguiendo con las tesis de Antoni Gutiérrez, a lo mejor hay que hacer un "reset total" y una reconversión organizativa. No solo en el PSOE, sino en todos los partidos, elevar nuestra cultura política, abandonar irresponsabilidades, abrirlos a la participación y a la reforma de las instituciones políticas con el fin de reconcirliar a la ciudadanía con sus representantes e instituciones.

Enlaces de interés:
Barómetro de octubre de 2012, avance de resultados, CIS.
"¿Dónde está el PSOE?", Concha Caballero, El País,10/11/2012.
"El hundimiento", Guillem Martínez, El País, 3/11/2012.
"El partido sin mil ojos", Alfredo Abián, La Vanguardia, 30/10/2012.
"El Partido y los intelectuales", Javier Bouzas Herrera, en Cafeteoría, 19/09/2012.
"El PSC, en tierra de nadie", Francesc de Carreras, La Vanguardia, 31/10/2012.
"El PSOE, de la Tierra a la Luna", Roberto L. Blanco Valdés, La Voz de Galicia, 23/10/2012.
"El valor político de la discrepancia", Antoni Gutiérrez, Fundación Ideas, 2/11/2012.
"La debilidad del PSOE", editorial de La Vanguardia, 29/10/2012.
"La partitocracia nunca gozará de una huelga, el PSOE como ejemplo", Semillas de esperanza opositando al pensamiento, blog de Bitdrain, 13/10/2012.
"Los pasos perdidos del PSPV-PSOE", El País, 3/11/2012.
"PSC-PSOE: separación amistosa", M. Dolores García, La Vanguardia, 30/10/2012.
"Un año de desplome de PP y PSOE", Fernando Garea, El País, 10/11/2012.

jueves, 2 de febrero de 2012

La contrarreforma educativa de los conservadores

Ayer, el nuevo ministro de Educación, José Ignacio Wert, anunciaba en sede parlamentaria los cambios que el nuevo ejecutivo de Rajoy iba a realizar en la educación nacional. Resumidamente, las medidas son las siguientes:

- Sustitución de Educación para la ciudadanía por una asignatura de Educación Cívica y Constitucional.

- Reducción de la ESO a tres años y ampliación del Bachillerato y la FP de grado medio a tres años.

- Reforma en el acceso a la carrera docente y creación del Estatuto del docente.

- Fomento del bilingüísmo castellano-inglés.

Las dos primeras son las más polémicas, básicamente el núcleo de los cambios en la educación, por lo que la medida, más que reforma, es contrarreforma. Es comprensible el alto grado de indignación que tienen docentes, estudiantes de profesorado y expertos en la materia. Aunque no se va a realizar una nueva ley educativa que sustituya a la actual LOE de 2006, esta reforma en sí desvirtúa completamente el espíritu de la ley. La reforma, en definitiva, supone una nueva ley de partido que en nada va a mejorar la situación de la educación pública; no es, tampoco, la intención del gobierno conservador que, en sintonía con lo que vienen predicando desde la era Aznar, apuesta por la educación concertada. La comunidad de Madrid es un triste ejemplo de la degradación de la escuela pública a favor de un sistema completamente descontextualizado del momento de su creación.

La sustitución de Educación para la Ciudadanía, que no eliminación, supone un reconocimiento implícito de que era necesaria una asignatura que fomentase los valores democráticos y occidentales de nuestra sociedad, aunque esta cuestión ya venía siendo suplida, en buena parte, por la asignatura de Ciencias Sociales e Historia, así como de Filosofía. La queja sustancial de la derecha era el "adoctrinamiento" de la asignatura. Según el decreto de enseñanzas mínimas de la ESO, EpC tiene

"la preocupación por promover una ciudadanía democrática (...), el aprendizaje de los valores democráticos y de la participación democrática con el fin de preparar a las personas para la ciudadanía activa, en sintonía con la Recomendación (2002) 12 del Consejo de Ministros del Consejo de Europa".

¿Dónde está el problema? La EpC tiene como objetivos, siguiendo con el decreto,

"favorecer el desarrollo de personas libres e íntegras a través de la consolidación de la autoestima, la dignidad personal, la libertad y la responsabilidad y la formación de futuros ciudadanos con criterio propio, respetuosos, participativos y solidarios, que conozcan sus derechos, asuman sus deberes y desarrollen hábitos cívicos para que puedan ejercer la ciudadanía de forma eficaz y responsable. Esta nueva materia se propone que la juventud aprenda a convivir en una sociedad plural y globalizada en la que la ciudadanía, además de los aspectos civiles, políticos y sociales que ha ido incorporando en etapas históricas anteriores, incluya como referente la universalidad de los derechos humanos que, reconociendo las diferencias, procuran la cohesión social (...) se incluyen, entre otros contenidos, los relativos a las relaciones humanas y a la educación afectivo-emocional, los derechos, deberes y libertades que garantizan los regímenes democráticos, las teorías éticas y los derechos humanos como referencia universal para la conducta humana, los relativos a la superación de conflictos, la igualdad entre hombres y mujeres, las características de las sociedades actuales, la tolerancia y la aceptación de las minorías y de las culturas diversas".

Lo único claro es que no se tiene nada claro. ¿Qué significa para el gobierno "adoctrinamiento"? La asignatura es necesariamente "dogmática", entendida como transmisora de los valores que tiene nuestra sociedad, y en tales valores se educan a los estudiantes como ciudadanos de una sociedad. Todos los regímenes han tenido una asignatura así, los no democráticos y los democráticos, con la diferencia de que en los regímenes democráticos estos valores son necesariamente los propios de una ciudadanía crítica, participativa, democrática, tal y como se enseña en el resto de Europa. Las palabras son muy importantes: "Educación PARA la ciudadanía" tiene más valor, a mi entender, que "Educación cívica y constitucional", en el sentido que el título expresa una voluntad no solo de transmisión de valores, sino de comprenderlos, cuestionarlos y debatirlos; no es "esto es lo que hay", sino "por qué lo hay".

¿Cuál es realmente el problema? No de la asignatura en sí, sino de otros poderes fácticos, en estrecha conexión con la derecha política y social de nuestro país: la Iglesia católica y adláteres. Es el viejo problema de nuestro país, la misma piedra contra la que chocamos una y otra vez: una educación que no esté separada e independiente de la sombra de la Iglesia no podrá formar verdaderos ciudadanos. No se trata de fabricar ateos o anticristianos, eso es muy difícil (y lo rechazo frontalmente), porque nuestra sociedad tiene unos valores que deben mucho a la cultura clásica y la cristiana. Como digo, y repito, se trata de libertad, libertad de verdad, libertad de criterio y lealtad constitucional, una esfera totalmente separada de la fe.

La reducción de la secundaria obligatoria plantea un nuevo problema, que creo que la derecha no ha meditado seriamente al elaborar su propuesta electoral en educación. Es incongruente acortar en un año la educación obligatoria, y a la vez obligar a un año de Bachillerato o FP, que es lo que muchos estudiantes se enfrentarían si no repiten curso. ¿Y si no quieren cursarlos? ¿Por qué cursarlos, si no se les va a dar un título? Será un año perdido. La idea de ampliar el Bachillerato y la FP no me parece mal, pero creo que se comete un error ampliándolo por el principio, y no por el final: habría que plantearse seriamente cuándo un estudiante adolescente está preparado para decidir qué itinerario desea tomar. La LOE acertaba al plantear 4º de ESO como un curso preparatorio para esos itinerarios. Una buena idea hubiera sido mantener los cuatro cursos de ESO y ampliar el Bachillerato y la FP tres años, hasta los 19 años del estudiante. Añadir un año más de estudio permitiría ayudar al alumno a adquirir la madurez suficiente como para decidir qué camino desea tomar: hay muchos alumnnos de primer curso de universidad, entre 18-19 años, que abandonan la carrera y se cambian a otra.

Si, como cacarea la derecha mediática, lo que se quiere es buscar "el esfuerzo y la calidad" en la educación, la solución no es poner patas arriba el sistema educativo de nuevo, o privilegiar, una vez más, a la enseñanza concertada. Tampoco lo es hablar de la "competencia" entre diversas escuelas, porque la realidad no sería la competencia: lo que los conservadores esconden tras esas palabras es la creación de centros para "buenos" y "malos" alumnos, segregados por nota y por condición social, algo que va radicalmente en contra del espíritu de cualquier ley educativa que se precie.

Calidad es tener una clase docente bien preparada y apoyada por la administración, calidad es tener un sistema educativo consensuado para ser longevo en el tiempo, lo suficiente como para no someter al profesorado a infinitos cambios que afectan a la educación de los jóvenes. Estas cuestiones, como se ve, son incapaces de ser planteadas seriamente por la derecha. Compete a la izquierda seguir apostando por un modelo educativo que busque la calidad, y también el esfuerzo, sí, pero porque hay detrás de los estudiantes un sistema educativo público que les motiva, forma y educa.

Habrá que esperar a que el ministro de Educación concrete las contrarreformas, y si se buscará el consenso político o el encuentro con la comunidad educativa, cosa que dudo, porque lo propuesto va radicalmente en contra del camino iniciado anteriormente. Tampoco se plantean serias respuestas a los problemas de los docentes, que es la carga de trabajo y la falta de plazas para atender las aulas masificadas. El "rigor" presupuestario, además de estrangular totalmente la economía, volverá a crear más "generaciones perdidas", que quizás tengan trabajo en el futuro, sí, pero de peor calidad, y además con peor formación, tanto técnica como intelectualmente, el fin de la ciudadanía y de todo lo que ese concepto supone.

La izquierda tiene que tener muy claro lo que supone el desafío de la derecha y responder claramente con una propuesta bien formada.






domingo, 19 de abril de 2009

Por qué la república


El pasado 18 de abril Madrid vivió una edición más de las manifestaciones por la república. En la manifestación “unitaria” había, desde partidos históricos como el PCE, Izquierda Republicana, colectivos republicanos y jóvenes, muchos de ellos “castellanistas” y de las organizaciones más radicales, como el Colectivo de Jóvenes Comunistas, del leninista PCPE. En lo “unitario”, más bien parece todo muy “minoritario”. Así fue la manifestación de este año, minoritaria, una sombra de lo que fue el año pasado o el anterior.


Yo no acudí a este año, ya que las Juventudes Socialistas de Latina y las de Carabanchel organizaron un acto conjunto el mismo día 14 de abril (con la lectura del manifiesto que subí al blog ese día), al que asistí. Sí presencié la manifestación de cerca, tras visitar el Museo Arqueológico Nacional para proseguir en mis trabajos de clase, y el Museo del Prado para ver la exposición de Francis Bacon. Pude observar la mala educación de una señora, que no dudó en enviar a un sitio, no muy recomendable para nadie, a los manifestantes.


¿Dónde está la unidad? ¿En la minoría más absoluta? ¿Qué nuevo régimen democrático vendrá de una minoría que en muchos casos no puede calificarse de democrática, sino más bien de estalinista? Esa república reivindicada, con su “autodeterminación” de las naciones y su confederalismo, es una república que nunca debería llegar. Esa no es la república que quiere ni muchos de los republicanos, ni muchos de los que se confiesan indiferentes entre la monarquía y la república.


Unitarios de verdad. La unidad sólo puede venir entre el PSOE e IU, las dos fuerzas de izquierda con fuerza de verdad, pero sin que falten el resto de fuerzas políticas, republicanas en buen grado o accidentalistas en el modelo de régimen. Dirán los que se creen “la única izquierda” que el Partido Socialista es un partido del régimen. Poca historia saben y poca realidad conocen. La república debe venir con un amplio apoyo, que aún no existe, y en un momento histórico propicio, que aún no ha venido. Cuando eso ocurra, sin duda muchas fuerzas políticas se pondrán del lado de la ciudadanía por la república. Las Juventudes Socialistas se proclaman republicanas, pero ¿ese republicanismo es sincero? ¿Se seguirá manteniendo esa reivindicación en el propio Partido? ¿Es una forma de ser “más papistas que el Papa”, como son muchas organizaciones juveniles de los partidos políticos?


Cultura cívica. La educación en unos valores cívicos republicanos debería desembocar, primero, en una ciudadanía celosa de sus derechos conquistados, segundo, en una búsqueda de la racionalidad en el sistema político, cosa que sólo puede encontrarse en una república democrática.


Lealtad con la historia. Muchas reivindicaciones por la república parecen querer no la III república, sino la II república. Eso es un error histórico, porque trasladar la II república a la actualidad es un anacronismo y la vuelta a los errores por la que los españoles llegaron a las manos, y al derramamiento de sangre, en más de una ocasión. Entonces, sólo con el reconocimiento de los errores cometidos por unos y otros podremos llevar a cabo un régimen más racional y democrático. No se puede recuperar lo perdido por unos, ni mantener lo imposible por otros, los tiempos han cambiado para todos.


Racionalidad. El reinado de Juan Carlos I, auspiciado por la dictadura franquista, ha conseguido crear un régimen tan legítimo y democrático como el de Portugal, que con un golpe de Estado derrocó a la vieja dictadura salazarista y mediante la ruptura creó la democracia portuguesa. Unos por reforma y otros por ruptura, pero han sido caminos convergentes: en la democracia. Hay que reconocer al rey su trabajo realizado, conjuntamente con los grandes personajes y partidos de la Transición, para que 1976-1982 no fuera un 1936-1939. Si es verdad que sólo se han creado “juancarlistas” en vez de monárquicos, lo racional sería la apertura de un proceso constituyente tras el actual reinado. Aunque la Constitución contemple la sucesión en la monarquía, no hay un verdadero contenido democrático ni legitimidad en el paso de un rey a otro. La sucesión real pertenece a otro tiempo histórico, al de los súbditos, no al de los ciudadanos.


Reforma. El actual sistema camina a su desvirtuación y parálisis. La Constitución no contempla un presidencialismo; por tanto, la concreción de qué sistema quieren los españoles, si presidencial o más parlamentario, es un debate necesario. Y junto a ello, cuál será la forma de elección de las tres grandes instituciones del Estado: Jefatura, Gobierno y Parlamento.


A ello hay que añadirle problemas de índole más directa: el problema del empleo, urbanismo, la sanidad y la educación, cuatro grandes preocupaciones de la ciudadanía. Competencias, contenidos, resultados… no terminamos de salir del debate de qué educación queremos, no nos cansamos de ver cada año corrupciones por el urbanismo, no nos rebelamos por la degradación de la sanidad pública en algunas regiones españolas…


Solidaridad. ¿Por qué las grandes diferencias regionales? España ha creado un federalismo de facto que no se refleja adecuadamente en su ordenamiento constitucional, algo que también hay que plantearse. Pero el federalismo no es la diferencia, es la descentralización de las decisiones, una condición obligada para la participación ciudadana en la toma de decisiones y para dar mejor respuesta a los problemas que cotidianamente surgen. Los ciudadanos tienen derecho a las mismas condiciones sanitarias, educativas, urbanísticas y de empleo en todo el país, otra cosa bien distinta es la forma de administrarlas según las condiciones de cada lugar. Todo nacionalismo o localismo, como forma de apartarse del resto y situarse por encima de los demás, es completamente egoísta e irracional, crítica que vale tanto para el nacionalismo político como para el liberalismo que permite las tan elevadas desigualdades sociales.



La cuestión por la república es algo más que la discusión sobre la forma de elección del Jefe del Estado. Es un problema de racionalidad, democracia participativa y reformulación de las instituciones para responder a la España del siglo XXI. Cuando todos esos problemas se planteen, porque no se puede esperar mucho, habrá que plantearse la cuestión de la república: la república es necesaria para resolver los problemas de los ciudadanos.

sábado, 18 de abril de 2009

sábado, 7 de marzo de 2009

La banlieue española

No han pasado muchos años desde aquellos disturbios de las banlieues (suburbios) francesas, donde los jóvenes se enfrentaron a la policía; mostraron todo su enfado ante el elevado paro que sufren y la discriminación a la que son sometidos, aunque sean ciudadanos franceses con todos los derechos, nacidos allí, pero de padres o abuelos inmigrantes. Y sin embargo, no se consideran franceses: la patria republicana de la fraternidad les niega el amor y el respeto. Ni tampoco del país de sus padres, son unos sin patria y estaban, y siguen, enfadados.


No he podido evitar aquellos acontecimientos cuando leí El País el pasado 3 de marzo. “Yo no me siento español”, rezaba el artículo. No, no eran entrevistas ni estudios a ningún simpatizante del nacionalismo periférico. Por mucho que manifiesten este sentimiento, no harán lo mismo que en los suburbios franceses. Son los hijos de los inmigrantes, nacidos aquí o llegados desde muy pequeños.


Un 65% de ellos, entre los jóvenes de 12 y 17 años, no se considera español. El 40% no tiene interés en quedarse y prefiere ir a otro país desarrollado, como Estados Unidos. Aunque la discriminación es mínima, a su juicio muchos creen que los españoles se sienten superiores.


Los datos de la encuesta publicada no son, en general, muy malos. Pero sí es un aviso de que no hay que descuidar estas cuestiones. Francia las olvidó y ahí se ve lo que pasó en 2006. No hace mucho hubo tensiones en Alcorcón. Está en manos de los Gobiernos de los diversos ámbitos evitar estas tendencias a separarse, recluidos en su mundo, con los suyos, donde se puedan identificar.


Pero también está en manos de los propios inmigrantes y del resto de españoles, y mucho más de los padres de las familias. Si algunos se manifiestan tantas veces para quejarse de abortos, homosexuales y educaciones para la ciudadanía, esperemos que al menos, ejerciendo ese derecho a educar a sus hijos, les eduquen valores para integrar a los que vienen o han venido.


La escuela, está claro, no puede hacer mucho si los padres no hacen nada. Muchos, realmente, no hacen nada (por desidia o por imposibilidad de horario, de ahí que hay que reflexionar mucho acerca de los horarios de trabajo).


En definitiva, que no tengamos una banlieue a la española.

jueves, 26 de febrero de 2009

No mintáis contra la UAM


Recoge Liberticidio Digital que “los radicales de izquierda que tienen tomada la UAM amenazan a los estudiantes”. Interesante…


Vamos a ver, se ve que es necesario una visión real de lo que pasa en la UAM. No sé si Liberticidio Digital cree que la UAM se ciñe a una facultad. La única facultad de la UAM donde están instalados los anti-Bolonia es en la Facultad de Derecho, donde han instalado sus tiendas de campaña y su propaganda, para dar su versión de lo que supone Bolonia. En ninguna otra facultad ocurre lo mismo.


No veo bien que, por excusa de quejarse contra el Plan Bolonia, unos estudiantes se queden días y días en esas condiciones. Pero tampoco que se mienta, y que se intente manchar el buen nombre de una de las universidades de más calidad de España, como es la Universidad Autónoma de Madrid.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Contra Bolonia… por un verano de estudio

Veo en los pasillos de mi facultad la siguiente imagen.



Es, obviamente, contra Bolonia, un cartel del Sindicato de Estudiantes, pidiendo movilización por esa “revelación”: el Plan Bolonia prevé eliminar los exámenes de septiembre.


¡Qué horror!


Claro que, a lo mejor el Sindicato de Estudiantes no ha caído en que dichos exámenes de recuperación, pasan a junio. Es decir, dando la posibilidad de volver a examinarse de algo más fresco y dejando un necesario verano para trabajar o descansar sin estudiar.


¿Lo ha tenido en cuenta el Sindicato de Estudiantes?


A menos que quiera exigir que los alumnos universitarios con asignaturas suspensas se queden todo un verano estudiando para septiembre…


Bolonia es bueno, Bolonia es malo… cada cual que opine libremente, pero en base a certezas, y no a medias verdades.

"Instrúyanse, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitaremos todo vuestro entusiasmo. Organí­cense, porque necesitaremos toda vuestra fuerza".

Antonio Gramsci, Fundador del Partido Comunista Italiano

Bienvenidos

Bienvenidos al Árbol Socialdemócrata, un sencillo blog que pretende dar su pequeña aportación a los ideales del socialismo democrático y de la libertad.

Os invito a leerme, no sólo por afinidad, conformidad a lo escrito o discrepancia, sino para que cada uno cree conciencia propia y ajena. Todos tenemos que contribuir a la libertad, ser una nueva ventana a la esperanza por un mundo mejor.

¡Piensa por tí mismo!

"El pueblo no debería temer a sus gobernantes, son los gobernantes los que deberían de temer al pueblo"

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"Causas de la guerra de España", Manuel Azaña

En nuestros conflictos políticos, la República tiene que ser una solución de término medio, transaccional y la válvula de seguridad contra sus desaciertos es el sufragio universal. Lo que se pierde en unas elecciones, puede recuperarse en otras. Nada duradero se funda sobre la desesperación y la violencia. La República no puede fundarse sobre ningún extremismo. Por el solo hecho de ser extremismo, tendría en contra a las cuatro quintas partes del país.

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