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martes, 20 de noviembre de 2012

Un año de gobierno del Partido Popular, un año de mentiras y fracasos

Al cumplir un año de la victoria electoral de Mariano Rajoy y el PP, no está de más recordar los datos, los fracasos y las mentiras que han protagonizado el primer año Mariano. Un protagonista trágico: los desahucios y los suicidios ante la impotencia frente a los bancos y la dejadez de las administraciones. Los perdedores: los españoles.

Tres minutos de mentiras populares (vídeo de Al Rojo Vivo, LaSexta)


Enlaces de interés:
"El primer año de Rajoy contra su programa electoral", El País, 20/11/2012.
"Rajoy no logra en su primer año controlar el paro, la inflación ni la prima, El País, 20/11/2012.
"Un año de incumplimientos en Moncloa", Eldiario.es, 19/11/2012.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

¿Cuál es el problema del PSOE?


Hace unos días recibí, como tantos otros militantes del Partido Socialista, un correo en nombre de Rubalcaba. En él, se decía que "son momentos difíciles para el PSOE", un PSOE que es la "alternativa" a las políticas del PP, un PSOE al que la ciudadanía pide unidad, fortaleza y propuestas. También, Rubalcaba se muestra abierto a las iniciativas y comentarios de los militantes y a sus entornos. Pues bien, en calidad de militante de base, esta es la reflexión que quiero transmitirle al secretario general del PSOE:

¿Qué le ocurre al PSOE? En términos electorales, el bienio 2011-2012 va camino de ser la peor época en la historia reciente del partido, y no hay visos de mejora (las encuestas señalan una caída en Cataluña del PSC, y en otras regiones de España parecen no dejar de perder terreno, caso de Valencia, con las únicas excepciones de Extremadura y Andalucía). El PSOE no solo no consigue volver a superar la barrera del 30% del voto sino que sigue cayendo. Las encuestas de mayor calidad son dispares: el CIS mantiene a los socialistas en el 28,6% de intención de voto y Metroscopia en el 22,9%, una diferencia relevante. 

No conviene alcanzar la histeria por resultados tan decepcionantes para un partido de vocación mayoritaria pero tampoco hay que sentirse aliviados por no compartir la suerte del partido socialista griego PASOK. El mantenimiento del PSOE como primer partido de izquierda se debe a su buena sintonía en la escala ideológica del electorado, así como la inexistencia de competición de un partido de centro izquierda de nuevo cuño: ni IU ni UPyD pueden aspirar a hacerse con una buena masa de electores, no sin replantearse su línea ideológica y su vocación de partidos minoritarios. No existe una Syriza española. Esta potencial ventaja para el Partido Socialista solo se encuentra dificultada por la desconfianza que crea entre el electorado afín: el PSOE, con sus errores económicos en la legislatura 2008-2011 y su cambio de política, entre otras razones que se escapan de su control directo (crisis económica mundial, presiones del sector financiero internacional, (des)equilibrio de poder en la UE...) es el culpable de buena parte de la actual situación. 

Las únicas posibilidades que le quedan al PSOE para gobernar en buena parte de las distintas administraciones están en la capacidad o no de llegar a acuerdos con otras fuerzas políticas: menos en Extremadura, donde se ha impuesta una lógica de "todos contra el PSOE"; en Andalucía han incluido a IU en el gobierno; en Asturias gobiernan gracias al apoyo de IU y UPyD; en Galicia, el escenario más favorable sin mayoría del PP era repetir el bipartito con el BNG. En Valencia, una encuesta reciente advertía de un desgaste considerable del PP regional y una mayoría de izquierda formada por un PSPV aún más escuálido y unas Esquerra Unida y Compromís fortalecidas. La respuesta de muchos era algo así como "bueno, perderemos votos, pero gobernaremos con ellos". Reactivar el mensaje de "todos contra el PP" para gobernar. Pero, ¿gobernar cómo? La pobre cultura política de España nos presenta a las coaliciones políticas como negativas, y es cierto que los partidos políticos no ayudan a superar esa opinión: con frecuencia hemos visto cómo las coaliciones han funcionado como gobiernos paralelos, rencillas mutuas, paralización de políticas por desacuerdos. En definitiva, la intransigencia de los partidos para alcanzar grandes acuerdos ha hecho naufragar las coaliciones: el bipartito gallego cayó, el tripartito catalán se hundió en el desacuerdo y hoy cada uno de los tres partidos de la izquierda catalana están lejos de cualquier acción común. A las coaliciones frágiles de la izquierda les sucedió la derecha reforzada. Con estos precedentes, ¿cómo podemos recibir con alegría una perspectiva de tripartito izquierdista en Valencia? ¿Qué políticas se seguirán? ¿Cada partido intentará llevarse todo el mérito de la acción de gobierno y excusarse de los deméritos en los otros, en perjuicio de la labor general? Si existieran garantías de flexibilidad y capacidad de diálogo en la izquierda española, podría no verlo con suspicacia.

Esa intransigencia e incapacidad de diálogo en la izquierda española opera también contra el PSOE. A la desconfianza del electorado se añade la beligerancia con la que la izquierda no PSOE dedica al partido socialista, en la que no solo hay críticas -justas- por la labor del Gobierno socialista, sino el rencor generado tras años de desencuentros y frustraciones por no haber conseguido ganar a los socialistas la disputa por el liderazgo de la izquierda. En los discursos lanzados por la izquierda siempre hay una de cal y otra de arena: reclamar al PSOE que reconsidere su discurso y pida perdón por los errores cometidos y, a la vez, un rechazo continuo de toda propuesta que eleve el PSOE en la oposición ("haberlo propuesto antes cuando gobernábais") y una negación casi total a entendimientos con el socialismo. Es decir, parecen pedir al PSOE una condena perpetua, una penitencia eterna y el silencio por los "pecados" cometidos. De nada parece servir la constatación de que el PSOE perdió las elecciones, se dejó cuatro millones de votos en el camino y ha iniciado un proceso de reconsideración del discurso. Hay una guerra total y el objetivo de la izquierda no PSOE es la desaparición del partido socialista. Cuando el diputado Odón Elorza publicó en su blog sus propuestas de regeneración se le dijo de todo, incluso de entre quienes, en otros partidos, coinciden en algunos postulados. Parece haber voces en la izquierda más preocupadas por la crítica destructiva que por la constructiva, en la que se oyen todos los errores pero no se escucha ninguna propuesta de mejora. Quizás yo pueda pecar de ingenuidad por preocuparme en exponer problemas y soluciones, no lo sé.

Por supuesto, es legítima la aspiración de los partidos al liderazgo político y a la competencia entre ellos. Hay que preguntarse cuál es el precio que se quiere hacer pagar: uno es dejar que la derecha tenga las manos libres para gobernar por la división de la izquierda, caso de Extremadura; otro es plantear un escenario de futuro nacional muy preciado para el PP, con un PSOE debilitado y una izquierda incapaz de enfrentar una visión diferente. Las encuestas, aunque pertenecen al terreno de las posibilidades y de los cambiantes estados de opinión, muestran que la subida de los otros dos partidos nacionales, UPyD e IU, no es tan paralela a la caída de PP y PSOE, y eso se debe a que, o bien se recurren a otros partidos minoritarios con escasas posibilidades de alzar su voz, o se refugian en la abstención, que parece ser el caso. En una época donde la fidelidad de los ciudadanos a una opción política se encuentra en sus cotas más bajas, la participación y el voto se deben a la capacidad de los partidos por ofrecer propuestas creíbles al electorado. El PP consiguió convencer -sin entusiasmo- a los electores hace un año y en Galicia, el PSOE no lo consigue, como tampoco otros partidos, ni muchos menos son vistos como un conjunto coherente frente a la derecha.

Estas podrían ser las condiciones externas que aquejan al PSOE. Las condiciones internas en el partido son: la desconfianza hacia las primarias, la falta de renovación o los "métodos" de elección de cargos internos y candidaturas, la incapacidad para recomponer los lazos con la sociedad y la opinión intelectual. La voluntad de establecer elecciones primarias para la designación de candidatos a las elecciones quedó malograda por la incapacidad para adelantarse a los acontecimientos: en Galicia y en Cataluña no se esperaban el adelanto electoral y no pudieron celebrarse, con la excusa de "falta de tiempo" y de "evitar divisiones". Esa respuesta no puede ir en beneficio del PSOE cuando otras formaciones consiguieron celebrarlas -aunque por su carácter minoritario eran de más fácil celebración y escasa notoriedad- y, muy importante, si se presentan las primarias como "momentos de división" es que no se cree sinceramente en su virtud como herramienta para proporcionar candidatos a las listas electorales. El primer PSOE, el de la Restauración y la República, establecía primarias para la confección de sus listas y cargos internos. En Francia, el PS llega a momentos de verdadera tensión interna en sus elecciones y ahora es el partido más potente de la República. En Estados Unidos, los partidos -de estructura radicalmente distinta a la europea- se enzarzan en múltiples debates y elecciones. En Italia, el centro izquierda celebra elecciones primarias abiertas. Las primarias deben ser un momento de debate y oportunidad de los aspirantes para presentar y confrontar sus ideas.

La amarga historia del PSOE actual con las primarias revela un lastre del partido: la falta de renovación y los cargos internos. Las primarias solo se consideran buenas si el "aparato" consigue controlarlas. No las consiguió en 1998 al perder frente a Borrell. En la actualidad, se alzan voces pidiendo ya las primarias y otras que reclaman paciencia: unos piensan en la repercusión mediática que alcanzaron las primarias del PSM en 2010, otros piensan que hacerlas ahora es precipitado, otros que las elecciones podrían adelantarse y volver a pillar al PSOE con el paso cambiado, finalmente, otros quieren que las primarias se celebren cuando el aparato tenga la certeza de ganar el proceso, sea Rubalcaba u otra persona el candidato. Pero, ¿son ahora tan importantes las primarias? La situación política de España no es, a grandes rasgos, mala para el actual gobierno de Rajoy: no se tiene en la calle la crispación que sí hay en Grecia, su mayoría absoluta garantiza apoyo en el Congreso hasta 2015 y quedan años para nuevas elecciones. Los únicos momentos de crisis pueden ser el agravamiento de la situación económica de la ciudadanía o una deriva irreversible de la cuestión soberanista en Cataluña y en Euskadi. Es de esperar que las primarias prometidas en el PSOE se celebren antes de que puedan ocurrir estas hipótesis.

¿Se trata de personas? Para algunos sí. Se culpa en Rubalcaba y en su equipo la situación actual del PSOE, pero, ¿sería distinto con otros? ¿Patxi López en la dirección? ¿Acaso Carme Chacón o García Page? Para Griñán el problema no es de ideas sino de "personalidades". Es justo lo contrario. Si bien creo que el futuro del PSOE no pasa por la actual dirección y que muchos de los que han controlado el partido tantos años deben dejar paso a otras personas preparadas, así como abrir el partido a la sociedad, la importancia está en las ideas. Como he dicho antes, la gente no ve confianza y convicción en el PSOE para que vuelva a gobernar. Hay que superar algunos esquemas preconcebidos. Uno es que la solución a la crisis es nacional, sea para España o más reducida, como sueña Artur Mas. Cada vez estoy más convencido que los viejos esquemas del Estado nación y los partidos nacionales están anticuados, la respuesta está en la Europa unida, con una ciudadanía europea y partidos europeos como voces fortalecidas de los europeos. Otra idea que hay que romper es que, de momento, se está rompiendo en España la dinámica electoral del bipartidismo imperfecto y habría que considerar un esquema de cuatro fuerzas nacionales (esto merece una opinión más extensa en la que ahora no entraré). 

El PSOE no debe cambiar para que siga siendo el PSOE, al contrario de la lampedusiana frase de Rubalcaba. No al menos si no tenemos claro qué PSOE queremos que sea el PSOE. ¿El PSOE de los barones? ¿El PSOE de las clientelas? ¿El PSOE que pierde militancia porque no se sabe abrir a la sociedad e integrar cuadros capacitados? El PSOE que yo tengo en mente es el PSOE que aúne su experiencia histórica con una estructura dinámica, inserta en las redes sociales y en la calle, abierta a la sociedad y lo suficientemente flexible como para saber captar lo mejor de la sociedad. Un PSOE, en resumen, progresista y moderado, que no conservador, sino consecuente y coordinado para saber qué propuestas puede lanzar a la sociedad, ágil en las respuestas y con una idea bien asentada de una España progresista en Europa como nuevo horizonte que proponer a la sociedad. Estoy dudando mucho de la estructura militante de los partidos. "Recurrir a las bases", "escuchar a la voz de las bases", sí, está muy bien pero, ¿qué bases? ¿Las que cambian de "ideas" según deciden sus jefes de filas? ¿Las que callan ante los errores y despropósitos de "los suyos"? ¿Las que no se cansan de decir "ahora no toca" cuando se quiere debatir? ¿Las que están solo preocupadas de ser gratificadas con cargos? Aborrezco de esas bases. Aborrezco el reparto de los despojos de la oposición, como ocurre en el PSM. Aborrezco la estrechez ideológica. Aborrezco la militancia que significa pérdida del raciocinio. Cuando las bases están más preocupadas por los que controlan el partido que por la ciudadanía, cuando se aíslan, esas bases pierden toda razón de ser.

Uno de los problemas del PSOE es, por desgracia, intrínseco a todos los partidos de la cultura política española, que es la falta de respeto por el debate que circule de abajo arriba y no de abajo arriba con las limitaciones marcadas por los que controlan el partido. Antoni Gutiérrez señala muy certeramente esto al recordarnos una cita de Nietzsche:
"Cuando un partido se da cuenta de que un afiliado se ha convertido de un adepto incondicional en un adepto con reservas, tolera esto tan poco que, mediante toda clase de provocaciones y agracios, trata de llevarlo a la defección irrevocable y de convertirlo en adversario (...)".
Gutiérrez lo define como centralismo democrático. Y tiene razón, como la tiene al señalar que la rigidez es contraria a la porosidad que se precisa. En mi análisis de las elecciones gallegas reproduje una cita de Roberto L. Blanco Valdés que recordaba que, al contrario de los postulados de Gramsci para la formación del partido de vanguardia, en el PSOE se condena y aparta a los que no siguen la línea oficial y se cierra el paso a militantes cualificados.

No contemplo una recuperación milagrosa del partido. Es imperativo recuperar los lazos con la sociedad, recuperar capital social y humano: reconstruir un bloque progresista, captando ciudadanos conscientes políticamente y comprometidos con el servicio público a la comunidad a través de la política, y recuperando las relaciones con la intelectualidad progresista. Cuando se supo que el texto que se debatirá en la prometida conferencia política han participado personalidades no militantes en el PSOE, hubo una ligera indignación en algunos sectores de la militancia. ¿Por qué? ¡Si de lo que se trata precisamente es de buscar gente fuera! El PSOE tiene un gran problema de capital humano. En términos gramscianos, el PSOE necesita que todos sus cuadros sean dirigentes, los eduque, coopte a la juventud intelectual y se lance de nuevo a la conquista de la hegemonía cultural

Si el PSOE tiene que reformarse, es para dejar de ser el PSOE del siglo XX para ser el PSOE del siglo XXI, con mil ojos, el partido de vocación mayoritaria. En eso, hay que recuperar el discurso nacional, así como someterlo al discurso europeo: no estamos en la época de los Estados-nación en Europa, los Estados europeos han perdido buena parte de su soberanía, es estéril pretender crear nuevos Estados mutilados y menos abanderar la bandera de la insolidaridad, que no es solamente por pretendidos "expolios" sino por la convicción de que "ante los problemas, que cada uno reme por su lado". El PSOE, y el PSC, han perdido en este aspecto, la de ser el partido "que más se parece a España", es decir, el que consigue aúnar una mayoría homogénea en todo el país: la propuesta de reforma federal, que desde hace muchos años ha estado en el alma reformista del partido, no convence, lo que en sí es la constatación de una desgracia: una propuesta conciliadora no logra convencer entre la propuesta de ruptura soberanista y la de recentralización y del rancio y estrecho españolismo. El discurso nacional progresista no es el discurso identitario, de esencias ni de Volkgeist, sino el discurso de voluntad de construir una sociedad plural, respetuosa con las identidades múltiples de los ciudadanos, convencido de que son estos, y no las naciones, los portadores de derechos y que unidos, no solo españoles, sino junto a portugueses, franceses, italianos, griegos, etc, se pueden defender mejor los derechos y una Europa construída sobre las bases del bienestar y la democracia.
 
Siguiendo con las tesis de Antoni Gutiérrez, a lo mejor hay que hacer un "reset total" y una reconversión organizativa. No solo en el PSOE, sino en todos los partidos, elevar nuestra cultura política, abandonar irresponsabilidades, abrirlos a la participación y a la reforma de las instituciones políticas con el fin de reconcirliar a la ciudadanía con sus representantes e instituciones.

Enlaces de interés:
Barómetro de octubre de 2012, avance de resultados, CIS.
"¿Dónde está el PSOE?", Concha Caballero, El País,10/11/2012.
"El hundimiento", Guillem Martínez, El País, 3/11/2012.
"El partido sin mil ojos", Alfredo Abián, La Vanguardia, 30/10/2012.
"El Partido y los intelectuales", Javier Bouzas Herrera, en Cafeteoría, 19/09/2012.
"El PSC, en tierra de nadie", Francesc de Carreras, La Vanguardia, 31/10/2012.
"El PSOE, de la Tierra a la Luna", Roberto L. Blanco Valdés, La Voz de Galicia, 23/10/2012.
"El valor político de la discrepancia", Antoni Gutiérrez, Fundación Ideas, 2/11/2012.
"La debilidad del PSOE", editorial de La Vanguardia, 29/10/2012.
"La partitocracia nunca gozará de una huelga, el PSOE como ejemplo", Semillas de esperanza opositando al pensamiento, blog de Bitdrain, 13/10/2012.
"Los pasos perdidos del PSPV-PSOE", El País, 3/11/2012.
"PSC-PSOE: separación amistosa", M. Dolores García, La Vanguardia, 30/10/2012.
"Un año de desplome de PP y PSOE", Fernando Garea, El País, 10/11/2012.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Elecciones vascas y gallegas (y II): Euskadi, paz, nacionalismo y alternancia

El mapa del tiempo de "Euskal Herria" de ETB podría volver a las pequeñas pantallas.


Siguiendo con la estela de la entrada anterior, ahora pasaré a exponer mi visión del resultado electoral en Euskadi. En esta región, las encuestas han predicho la realidad sin grandes diferencias: el leve decline del PNV, la emergencia de la izquierda abertzale, la caída de PSE y PP y, entre los pequeños partidos, UPyD mantiene su escaño gracias al reparto de escaños por los territorios históricos y Ezker Anitza y Ezker Batúa pagan su división quedándose sin representación parlamentaria.





Está claro que estas elecciones vascas son las primeras sin una grave "anomalía", es decir, sin la amenaza de ETA y sin la existencia de una izquierda abertzale que, con su silencio o apoyo expreso, fuera la voz política del terrorismo. En lugar de eso, y siguiengo el ciclo comenzado en las municipales del año pasado. La anomalía de 2009 no era la exclusión de la izquierda abertzale, pues esta estaba representada en Aralar y EA, formaciones claramente contrarias a la violencia en ese momento. Tampoco la anomalía era la Ley de Partidos, pues esta sigue vigente. Lo que ha cambiado es la izquierda abertzale y, aunque viejas actitudes siempre son difíciles de cambiar y su estrategia actual pacífica no oculte que siguen existiendo grupos de talante poco pacífico y democrático, es loable este paso y hay que aceptarlos como un grupo político más, así como a animarle que siga por ese camino y contribuya a reducir esos ánimos violentos. No hay que olvidar que cien mil votantes avalaron la consigna del voto nulo en 2009, cuando ETA mantenía su amenaza y la izquierda abertzale mayoritaria seguía a su siniestra sombra.

El crecimiento de la izquierda abertzale es notable. Comparando datos, sus resultados globales marcan una tendencia al alza. Comparado con 2005, con los datos de EHAK y Aralar, suma 100.000 votos. Respecto a 2009, sumando los resultados de Aralar, Eusko Alkartasuna y el voto nulo, suma 75.000 electores. Estos nuevos electores pueden venir del PNV, en menor medida, porque pierde pocos votos. En una opinión arriesgada y personal, esos votos también pueden venir mayoritariamente del PSE, a menos que se haya dado un cambio de electores que en 2009 optaron por la abstención, abertzales en ese momento -o sensiblemente próximos ideológicamente pero no fieles, que siguieron la consigna del voto nulo-, y en 2012 socialistas desencantados por el desprestigio del PSOE y por el pacto con el PP. El voto indignado, de protesta que en otras regiones iría a IU, ha sido capitalizado por EH Bildu. No obstante, su gestión en Guipúzcoa parece acusar cierto desgaste, a merced de una pérdida de votos en esa provincia y al verse superada por el PNV y el PSE en algunos ayuntamientos gobernados por la coalición soberanista, lo que es en sí una buena noticia: la ciudadanía les ha votado por algo, y por algo también puede dejar de votarlos. También, la coalición no ha conseguido una de sus aspiraciones, que era empatar o superar al PNV y, en lugar de eso, se ha quedado muy por atrás: de un posible empate a 24 escaños y superarles en votos se han quedado 27 a 21 y con cien mil votos de ventaja para los jetzales.

La presencia de la izquierda abertzale hace que el resto de partidos pierdan espacio. De Ezker Anitza, la federación vasca de IU, y Ezker Batúa, se puede decir que no consiguen el voto de protesta y, sumados a Equo, en conjunto las tres formaciones superan los votos de Ezker Batúa en 2009, cuando aún estaba ligada a Izquierda Unida. La división ha perjudicado a la izquierda alternativa, pero también los tradicionales problemas de esta izquierda en una sociedad que opera con dos ejes distintos -izquierda/derecha y nacionalismo/no nacionalismo- donde EB e IU se mueven con mucha dificultad, teniendo la izquierda nacionalista el referente abertzale de turno y la no nacionalista al PSE-EE. De haber concurrido juntos Ezker Anizta y Ezker Batúa, habrían conseguido tres escaños. Programáticamente, las diferencias entre ambas formaciones son relativas, la confusión entre ambas bastante grande y, en competencia con Equo -que con un 1% de los votos en un espacio tan reducido es un resultado notable-, el electorado ha dividido su voto. En un gesto que le honra, Mikel Arana, líder de Ezker Anitza, carga con la responsabilidad por el fracaso y ha dimitido.

La bajada del PP es relativa, pierde una cantidad de votos bastante parecida al PNV y, al igual que el partido nacionalista, 3 escaños. Con todo, su reducida presencia convierte a su grupo parlamentario en prácticamente irrelevante: un hipotético apoyo en solitario del PP al PNV en Ajuria Enea frente al resto de partidos no sería suficiente. La presencia en La Moncloa, que parece favorecer a los partidos no nacionalistas en su particular lucha por la primacía en ese campo, no lo ha beneficiado; es seguro que los recortes de Rajoy, aunque no hayan provocado una bajada considerable de los conservadores, sí que han impedido un resultado distinto. El reto para los populares vascos, y para Rajoy también, es impedir la radicalización de la derecha españolista en un momento donde es seguro que la tensión nacionalista siga subiendo: cualquier radicalidad de esta derecha, alimentada por los refunfuños de Mayor Oreja y de los periodistas más derechistas como Isabel San Sebastían, solo puede ir en beneficio del discurso victimista y separador de la izquierda abertzale. Los radicalismos se retroalimentan, como ya sabemos.

Un dato que tiene una comparación con las elecciones gallegas es el resultado de UPyD. A escala nacional, todas las encuestas predicen una subida de la formación de Rosa Díez en caso de celebrarse elecciones generales. Pero es indudable que su discurso, federalista de forma pero centralista y uniforme de fondo, no prende en las regiones históricas de España. No suben en votos ni en Galicia ni en Euskadi -aunque la conservación de su escaño en Vitoria es una alegría para aquellos que vemos con agrado la pluralidad política- y, seguramente, en Cataluña tampoco cosecharán resultados relevantes. El partido magenta debería analizar seriamente ese rechazo que genera en esos territorios y que dificultan mucho su condición de partido nacional.

Sin duda, el gran derrotado en Euskadi como en Galicia es el PSOE. El PSE de Patxi López ha dirigido un gobierno que sin grandes estridencias ha supuesto cambios importantes para Euskadi, más allá de aquel mapa del tiempo de ETB. Ha sido una legislatura donde se ha puesto la primera piedra para el fin de ETA y para el principio de la convivencia pacífica, donde los socialistas han intentado marcarse como alternativa de gobierno al PNV, donde la crisis también ha hecho mella pero donde se ha actuado bastante bien. Los resultados del domingo ponen punto y final a esa etapa y abren una nueva. El PSE vuelve a niveles de apoyo de antaño, la caída es importante aunque la presencia de EH Bildu tiene bastante que ver, la expectativa de perder el poder quizás también ha tenido mucho que ver en su pérdida de votos, por la dificultad de representar una alternativa en un momento de polarización entre PNV y EH Bildu, así como por la indignación que también existe en Euskadi y de la pérdida de credibilidad del PSOE. Al PSE también le toca reflexionar mucho el camino a seguir ahora, si buscar pactos con el PNV para buscar estabilidad y huir de la radicalidad soberanista, pero también para renovarse y evitar que la sangría siga, en un momento en que la izquierda alternativa no nacionalista está dividida y que la opción alternativa a la izquierda socialista es la izquierda soberanista.

El PNV, pese a su leve bajada, ha ganado claramente y la aritmética electoral le coloca en la posición de que sea su líder, Íñigo Urkullu, quien lidere el nuevo gobierno vasco. Las encuestas preveían, a la vez que una mayoría nacionalista, que se ha cumplido sin sorpresas, una mayoría de izquierdas EHBildu+PSE que no se ha cumplido. No hay mayoría de derecha PNV+PP, que como esa hipotética mayoría de izquierda se queda a un escaño de la mayoría absoluta. Pero Euskadi no es Asturias y el voto de UPyD difícilmente será decisivo en algún momento. Una mayoría PNV+PP garantizaría a Urkullu emprender una política de recortes si llegara el caso, como la mayoría de la que gozó Artur Mas para ejecutar los recortes más dolorosos de la historia de Cataluña, pero ya sabemos que eso no evitaría una deriva soberanista. Una mayoría nacionalista PNV+EHBildu puede funcionar para los temas identitarios, y sin duda funcionará si la política vasca se radicaliza en ese aspecto. PNV y EH Bildu, pese a compartir su idea de una Euskal Herria independiente, difieren bastante del camino a seguir; la izquierda abertzale, además, mantiene la aspiración de sustituir al PNV como partido hegemónico del nacionalismo vasco e intentará contraponer su modelo de país a la política que desarrolle Urkullu, de momento más centrada en la economía y en la crisis. Los abertzales, a diferencia de los jetzales, están más preocupados por el tema identitario porque su alternativa económica es más difusa y no exenta de las mismas críticas que se dirigen a otras administraciones. Por eso, es dudoso que llegara a darse un gobierno de coalición nacionalista, pese a ser la principal preferencia de los vascos. Los abertzales no quieren diluirse en la gestión del PNV. 

Una mayoría PNV+PSE sería más sólida, mantendría la influencia de los socialistas, pero es también difícil por las malas relaciones entre socialistas y peneuvistas; al menos, la coalición está seguramente descartada. El PNV seguirá el ejemplo de Patxi López de gobierno en minoría y buscará apoyos puntuales para según qué casos y con el beneficio de que es casi imposible de componer una mayoría alternativa, al menos en el contexto actual. Al nuevo gobierno, sea como sea, le espera seguir gestionando el final de ETA, la normalización política y la cuestión de los presos, cosas en las que es necesario integrar a la izquierda abertzale a la vez que pedirle cierta voluntad de crítica de su pasado y ánimo integrador. También debe gestionar el sentimiento nacionalista y ver si cae o no en las tentaciones en las que ha sucumbido Mas, y ganarse la enemistad de los no nacionalistas. Por último, y no menos importante, le queda enfrentarse a la crisis económica y comprobar cuáles son sus diferencias respecto a los socialistas, y qué grado de éxito o fracaso les espera en ese campo.

Enlaces de interés:
"A por Basagoiti", Juan Mari Gastaca, (Blog Sirimiri en El País, 22/10/2012).
"Cómoda posición para Urkullu", Luis R. Aizpeolea (El País, 22/10/2012).
"Elecciones nacionales", editorial de El País, 22/10/2012.
"El independentismo roza el récord", Fernando Garea (El País, 23/10/2012).
"¿Por qué todo el futuro es para Feijóo y poco para Patxi?", Javier Casqueiro (El País, 22/10/2012).
"Tarea a compartir", editorial de El Correo, 23/10/2012.

martes, 23 de octubre de 2012

Elecciones vascas y gallegas 2012 (I): Galicia, cheques, sorpresas y desapego





A grandes rasgos, las dos elecciones autonómicas del domingo pueden darnos varias claves: el PP mantiene Galicia pese -y no gracias- a la nefasta política económica y antisocial del Gobierno de Rajoy, el PNV volverá al Gobierno vasco aún sin saber de la mano de quién o quiénes o qué hará en materia económica, el PSOE es incapaz de liberarse de la desconfianza que provoca en el electorado y, como última clave y a consecuancia de la anterior, a su izquierda se forman grandes movimientos políticos de protesta, concretados en EH Bildu -este también por otras razones- en Euskadi y por Alternativa Galega en Galicia, además de un gran incremento de los votos en blanco y nulos.






En el caso gallego, todo parecía indicar que Feijóo iba a tener complicado mantener la mayoría absoluta y, en la izquierda, la incógnita era si Alternativa Galega de Esquerdas, la coalición de Esquerda Unida y el partido de Beirás iba a conseguir ningún o uno o dos escaños. Las encuestas erraron y a Feijóo le salió bien la jugada de adelantar las elecciones, antes de que Rajoy profundice en sus políticas impopulares: aunque ha perdido una cantidad nada despreciable de votos -más de 135.000- la izquierda ha perdido muchos más, ya que la suma de PSdeG, BNG y AGE pierde más de 170.000, pese al gran ascenso de estos últimos. 

Es notorio que los votos de Alternativa Galega vienen, sobre todo, del BNG, en la batalla particular sostenida entre un Bloque controlado por el comunismo nacionalista de la Unión do Povo Galego, difuminada su condición de "frente popular" del nacionalismo gallego, y la AGE que, encabezada por Beirás, ha ganado la partida quedando por delante del viejo BNG. Los otros escindidos del BNG, la derecha de Compromiso por Galicia, quedan muy por detrás con un 1,1% de los votos. Pero en la nueva AGE también han recibido votos de antiguos votantes socialistas que, posiblemente de no haber existido esta opción, habrían ido a la abstención como ha hecho otro gran número de votantes socialistas, o habrían mantenido su voto sin mucha convicción. Como apunte, es necesario destacar el gran aumento de la opción del voto en blanco y del voto nulo, que suman alrededor de 75.000 votos, confirmando el desapego por las limitaciones de la política.

Convicción. Confianza. Son las palabras malditas para el PSOE. Es obvio que no hay que dudar del compromiso del socialismo con el Estado del Bienestar y de la comprensión de las responsabilidades que se deben tener al gobernar en cualquier administración. Pero no es suficiente para muchos electores. Al PSOE aún le pesa la mala gestión de los primeros años de crisis, y eso ha sido suficiente para que el PP, libre de competidores potenciales cercanos ideológicamente -UPyD no despega como en otras regiones y el partido de Mario Conde no ha convencido a casi nadie-, vuelva a ganar pese a su desgaste. El PSOE pierde y no consigue votos, incapaz de transmitir ilusión al electorado, anatemizado por buena parte de la izquierda y con los lazos con la intelectualidad progresista deshechos.

El PP quiere -y ya lo hace- presentar la victoria de Feijóo como una validación a sus políticas nacionales. Es dudoso que así sea. Rajoy podrá respirar un poco, pero no mucho: los resultados de Euskadi no son nada buenos para él y seguramente los de Cataluña sean aún peores; además, sobre España aún pesa la sombra del rescate. Los problemas siguen sin solucionarse y está por verse que en 2013 haya "brotes verdes" para este Gobierno. Al PP le sigue beneficiando la inexistencia de opciones que compitan nacionalmente en el campo de la derecha, así como la división de la oposición: desgraciadamente, está claro que el proyecto neoliberal que puede ofrecer el PP es el único de la derecha; desgraciadamente, también, la izquierda presenta demasiadas divisiones y enfrentamientos internos, divididos entre la consciencia de la responsabilidad que supone gobernar y el populismo ansioso de pontificar que es la "única y verdadera izquierda". Es esa misma izquierda, por cierto, que permite pasar los presupuestos del gobierno derechista de Extremadura.

Seguramente, de haber existido en Galicia un proyecto ilusionante e integrador de izquierda, las cosas serían distintas. Es indudable que buena parte de esta incapacidad se deba al recuerdo de los últimos años del Gobierno de Zapatero, así como al recuerdo decepcionante del bipartito gallego, que no consiguió ofrecer un modelo de Galicia alternativa al del PP regional, que aprovechó ese tiempo para renovarse. Es también indudable que otra buena parte de los malos resultados del centro izquierda se deban a direcciones políticas bastante desnortadas. En La Voz de Galicia, Roberto L. Blanco Valdés escribe:

"[Los partidos de hoy] son organizaciones controladas por los profesionales de la política que, una vez encaramados en el grupo dirigente, consideran toda ida que se aparte de la línea oficial una herejía cuando no una traición inadmisible. Y así, aquellos intelectuales colectivos que hace un siglo soñó Gramsci se han convertido en partidos cerrados y profundamente jerarquizados, cuyos dirigentes practican una selección inversa de las élites con la finalidad de evitar la entrada de militantes cualificados con posibilidad de disputar la silla a los que mandan".

Gramsci. El recurso al certero pensamiento de uno de los grandes intelectuales italianos no puede ser más acertado. Aplicado al caso del PSOE, el partido está perdiendo sus lazos con la sociedad, no es capaz de integrar a más gente con ideas no ceñidas al control de una organización declinante -como puede ser el caso del PSM- y la jerarquía y el dominio desdibujan a una militancia decaída y retrasan los debates a momentos acaso más propicios. Para los que lo dominan, se entiende. Siempre que ocurren derrotas así se oye decir "tenemos que tomar nota". Esa es la reacción admitida para el grupo dirigiente, porque es neutra, difusa. Pero cuando se existen voces que piden algo más, como revisar la dirección dada y pedir responsabilidades, lo que se oye, desde altas instancias y agradecidos es "ahora no toca". Suele ocurrir que nunca se toma nota y nunca es la hora de que toque. Y así podría entenderse la situación actual del PSOE. Es más necesario que nunca que el PSOE, que es un partido sensato, consciente de la historia reciente de España -porque también ha sido su propia historia-, sea de nuevo un partido centrado en la sociedad, que sea entregado a la sociedad y no sea controlado por un grupo dirigente. Urgen más que nunca debates abiertos, integrar a gente nueva y rehacer los lazos con la sociedad para volver a crear un nuevo bloque que dispute la hegemonía.

¿Y será verdad que Alternativa Galega es la "Syriza gallega", como no se cansan de mencionar las voces más izquierdistas, algunas tan relevantes como Pablo Iglesias Turrión? Yo, personalmente, lo dudo. Es notorio que la existencia de una amplia indignación en la ciudadanía ha calado sobre todo en los más progresistas y en los más perjudicados por la crisis económica, que se traduce en un voto a las opciones más radicales. AGE, por fortuna o infortunio, es conocida por "lo de Beirás". Su crecimiento impresionante -y loable, dada las grandes energías que compensaron la falta de recursos- se debe, sobre todo, al carisma del viejo líder del BNG unido al sentimiento de indignación. Ha pescado allí donde había peces. No obstante, AGE no es una formación ideológicamente coherente; ha tenido, eso sí, grandes resultados hablando más de la crisis y de lo social que de nacionalismo y de modelo de Estado. Mientras hablen contra la gestión de la crisis de Feijóo, les irá bien, y la presencia de Beirás en el parlamento gallego asegura que los portavoces socialista y del Bloque, sean los que sean, habrán de ponerse las pilas para destacar entre los discursos de Feijóo y Beirás. Si, por el contrario, llegan a hablar de modelo de Estado, será un punto de división: sabemos que Beirás es un nacionalista convencido y que la gente de EU habla alegremente del mal concepto que tiene IU del federalismo. También sabemos que la mayoría de gallegos sabe muy bien lo que significa Galicia y lo que significa España: a diferencia de Euskadi, en Galicia no ha entrado en la campaña el modelo de país que se quiere.


Enlaces de interés:
"Desapego", de Alfredo Vara, (La Voz de Galicia, 23/10/2012).
"El PSOE, de la Tierra a la Luna", de Roberto L. Blanco Valdés (La Voz de Galicia, 23/10/2012).
"Feijóo y Beirás: tanto monta, monta tanto", de Xosé Luis Barreiro Rivas (La Voz de Galicia, 23/10/2012).
"Galicia y el efecto Syriza", de Pablo Iglesias Turrión (Blog Otra vuelta de tuerka, Público, 22/10/2012).
"La factura del bipartito", de I. Bermúdez de Castro (La Voz de Galicia, 23/10/2012).
"La irrupción de AGE en Galicia crea un referente para toda la izquierda", (El País, 22/10/2012).

Nota: más tarde subiré mi opinión de los resultados de Euskadi.

martes, 25 de septiembre de 2012

La Comunidad de Madrid o aguirrismo sin Aguirre


Mientras escribo estas líneas contemplo en la pequeña pantalla -sintonizado el canal de propaganda, antes servicio público, llamado Telemadrid- la investidura de Ignacio González como nuevo presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid.

Es muy cierto que la dimisión de Esperanza Aguirre ha pillado a todos, incluso a sus más próximos, con sorpresa. Una semana antes, en el debate del estado de la región, Aguirre parecía mostrar ganas de seguir gobernando como siempre lo ha hecho: para beneficio de unos pocos, con la desazón de unos muchos y con el asentimiento silencioso y vergonzante de otros muchos más, tal es la desgracia de la Comunidad de Madrid. Sin duda, no conoceremos las causas reales de su dimisión hasta dentro de mucho, lejos de los bulos lanzados que, de ser reales, no los considero suficientes para que esta "dama de hierro" a la madrileña de un portazo no solo a Mariano Rajoy sino a su coto de influencia política. Me aventuro a imaginar que las razones son más económicas y de cara a la historia: la continua degradación económica de España y de Madrid no pueden empañar el aura de "liberal exitosa" de Esperanza Aguirre que sí ensució, entre otras cosas, el recuerdo de su referente británico, Margaret Thatcher.

No notaremos mucho la diferencia en el gobierno del día a día y a largo plazo, porque lo que se va a ensayar es un aguirrismo sin Esperanza Aguirre, es decir: el mantenimiento de los regalos fiscales a los más ricos; el desmantelamiento del Estado de bienestar a cargo de la Comunidad (sanidad, educación, dependencia y transporte público, principalmente), troceado y regalado a los grupos económicos e ideológicos afines; el uso del nacionalismo español y centralista como herramienta política que complementa y retroalimenta al nacionalismo periférico. 

El modelo económico basado en la construcción y recalificación de suelo público, llenando los bolsillos de algunos ricos de dinero gracias a lo que era propiedad y derecho de todos, y también los bolsillos de algunos cargos públicos de comisiones y regalos por los "servicios prestados", ha terminado porque la coyuntura obliga a ello. Pero eso no pone punto final al proyecto de enriquecimiento del neoliberalismo -o neoconservadurismo para otros- que representa la clientela política de Esperanza Aguirre, enriquecimiento para unos pocos y deterioro de los servicios públicos y las condiciones laborales para la inmensa mayoría, ahora con la mirada cambiada del ladrillo al casino, campo en el que el beneficio para la sociedad es limitado y discutible. Lo que no es discutible es que será el negocio para un grupo muy pequeño y la desesperación para la mayoría: esa es la base del neoliberalismo y, con esos mismos parámetros, de momento está teniendo éxito, para desgracia de la mayoría. Otro ejemplo es el credo liberal de que bajar los impuestos beneficia a la mayoría de la población, lo que no es verdad: los más ricos se han beneficiado de esas bajadas y los más humildes, trabajadores y clase media, la han sufrido porque la han compensado con la subida de las precios de las tasas, universitarias y de transporte: está claro que alguien con ingresos elevados no sufre igual que alguien con menos que una matrícula suba de 1.000 a 3.000 euros -y si no, tiene la universidad privada, donde le regalarán el título mientras pague religiosamente-; está claro que alguien con ingresos elevados no sufre igual que alguien con menos que el precio del billete del transporte público suba de forma brutal desde que gobierna Aguirre - subida que no se corresponde con el nivel de vida y menos en un momento de elevado paro-, simplemente porque ese ciudadano de ingresos elevados usa mucho menos el metro y el autobús que las clases medias y trabajadoras. El liberalismo aguirriano, como vemos, solo beneficia a una selecta minoría con la aquiesciencia de la mayoría.

Ignacio González no goza ni del carisma ni la influencia que posee Esperanza Aguirre. Tampoco de su fortaleza política. Es muy seguro que, al menos en sus primeros momentos de gobierno, la influencia de Aguirre sobre el quehacer del nuevo gobierno de González será de una sombra muy alargada -el "efecto" de que Esperanza Aguirre llegue a la Asamblea de Madrid conduciendo su propio coche pero llevando de copiloto a Ignacio González ya es bastante esclarecedor-. Pero, fuera de la Comunidad de Madrid, no corren buenos tiempos para los afines a Esperanza Aguirre: pesa el pulso que Aguirre pareció lanzar a Rajoy en 2008 y el protagonismo desmedido que, si bien proporciona una buena distracción frente a la crisis -fútbol, nacionalismo, "meteduras de pata"- en otras ocasiones puede ser embarazoso, como presuponer que el gobierno nacional cambiará las leyes laborales y antitabaco al gusto de Aguirre y Adelson, en una total intención de invasión de competencias o marcar el camino a otros. Ignacio González tendrá que intentar acercarse a Rajoy para garantizar su lugar en el seno del Partido Popular o confiar en lo que disponga su referencia, Esperanza Aguirre.

Las mayorías absolutas de Esperanza Aguirre se han basado en la construcción de una imagen pública de cercanía, campechanía con el ciudadano madrileño medio, así como en la publicidad que sin descanso ha vendido una idea de eficacia en la Comunidad de Madrid y de trabajo por el bienestar, cuestiones lejos de la realidad y, aunque fácilmente cuantificables, han generado un mito instalado en el imaginario colectivo de los madrileños que es difícil romper. En buena parte el capital político del Partido Popular madrileño se ha basado en ello y en la explotación de su figura pública. 

Sin Esperanza Aguirre, es posible imaginar un escenario más abierto para la competencia de otros partidos y en la configuración de un mensaje alternativo que perdió su oportunidad en 2003. No obstante, el escenario político ha cambiado y ya no hay una oposición clara y más o menos homogénea al neoliberalismo y al conservadurismo del Partido Popular madrileño. A la opción clara del centro izquierda representado en el PSM y apoyado por una IU que se instalaba en la colaboración de las fuerzas de izquierda y en la participación en los gobiernos como método de influencia y demostración de su capacidad de gestión se ha pasado a una oposición muy dividida y aislada. Por un lado, un PSM muy debilitado e inmerso en sus luchas internas aún ocupa el liderazgo de la oposición, pero sin un mensaje alternativo claro -más allá de una defensa del Estado de bienestar, del sector público sin romper el mensaje conservador de que "sector público" se relaciona con "poder sindical" y que todo ello, en conjunto, es malo y perjudicial para el madrileño (sería paradójico, pero la mayoría de la ciudadanía en Madrid se lo cree)- y no tiene al lado aliados potenciales más que interesados. IU juega a la carta de la representación de la "única y verdadera izquierda" pero no goza de la impresión de saber poder gobernar para el conjunto de la ciudadanía, también inmersa cada pocos años en luchas intestinas de reconfiguración del poder entre los sectores del Partido Comunista y la izquierda más abierta. UPyD, la nueva fuerza parlamentaria en Madrid, bascula entre el apoyo casi gratuito al PP madrileño -Getafe, Alcalá de Henares- y la reivindicación de mensajes regeneradores muy interesantes pero más retóricos que cargados de otras cuestiones, como demostrar que pueden ser un partido para gobernar más que un partido para protestar, como le pasa a Izquierda Unida.

Es de esperar que el cambio de Esperanza Aguirre a Ignacio González sea una oportunidad que aproveche la izquierda política de Madrid para configurar un programa alternativo y reconstruya los lazos perdidos con la sociedad y los medios de opinión pública como paso necesario para la cohesión y la construcción de una nueva mayoría. En democracia, la alternancia es sana pero también la existencia de una potencial alternancia.

domingo, 23 de septiembre de 2012

El Partido y los intelectuales

Os enlazo en esta entrada un artículo que he realizado como colaboración en el blog Cafeteoría, una reflexión desde una perspectiva gramsciana del papel del Partido en la sociedad como guía del bloque que debe conquistar la hegemonía y su relación con los intelectuales, que son los que deben dar cohesión ideológica al movimiento, teniendo como base la situación actual, de hegemonía del discurso neoliberal y, en España, de una crisis política que tiene diferentes facetas, una de las cuales es el movimiento del 15 M, como posible cantera de la nueva intelectualidad joven y su dificultad y rebeldía para integrarse dentro de las estructuras políticas existentes.

Que lo disfrutéis, así como os recomiendo seguir con detalle todo lo publicado en Cafeteoría.

martes, 19 de junio de 2012

Análisis y claves de las elecciones griegas


Hace ya más de un mes que no escribo. Lo echaba mucho de menos. Es lo que tienen los estudios. Pero, una vez más liberado al respecto, vuelvo a mi querido blog y a comentaros mis impresiones, queridos lectores. ¡Han pasado tantas cosas desde la última entrada! Elecciones griegas (primera y segunda parte), elecciones egipcias (y la contrarrevolución militar), elecciones francesas, deterioro de la crisis económica en España, decepción ante la falta de respuestas del Gobierno de Rajoy y la incertidumbre tras el rescate financiero a España. A su debido tiempo.

Hoy toca hablar del resultado de las elecciones griegas. Parece que, esta vez, no habrá que volver a repetirlas y que, definitivamente, saldrá una coalición de gobierno. Antes de este comentario acerca del análisis y claves de las elecciones griegas, habría que resaltar que la apelación a la ciudadanía para marcar un sentido a la resolución de los problemas de un país es un sano ejercicio democrático; no obstante, un uso excesivo es siempre perjudicial, por un sencillo motivo: son los políticos, como representantes del pueblo, quienes tienen que resolver los problemas existentes, buscando y negociando acuerdos, no trasladando continuamente a la ciudadanía sus problemas por la falta de acuerdos o de la necesaria madurez que se requiere para la gestión de la cosa pública.

En el estudio de la historia, y en el de la ciencia política, siempre es interesante los grandes cambios políticos. En el período 2009-2012 se ha iniciado una gran recomposición del arco político griego.

Recordemos algunos datos: durante los últimos años del sistema democrático griego, los grandes partidos alternantes en el poder, el socialista PASOK y el conservador Nueva Democracia manipularon los datos de la economía helena. Este falseamiento fue descubierto por la Unión Europea, provocando la caída del gobierno conservador de Karamanlis, la victoria del socialista Papandreu y el comienzo de un doloroso ajuste para la economía y el pueblo griegos: el rescate económico y las condiciones impuestas por las instituciones comunitarias y el gobierno alemán -el conocido memorándum- solo han servido para lastrar aún más la economía griega. El desempleo ha aumentado, el Estado ha sido obligado a privatizar empresas públicas, a recortar el Estado de Bienestar y, a cambio, la economía sigue sin crecer y el país es incapaz de pagar ni la deuda ni sus intereses. El fraude fiscal es cada vez más grave y el Estado es incapaz de combatirlo. A la crisis económica se suma la crisis política: los socialistas de Papandreu, que capitanearon al país en la senda del ajuste y del rescate, se quemaron políticamente. En la oposición, el principal partido, ND, dirigido por Antonis Samaras, inicialmente se negó a la colaboración -esperando que la crisis quemara a los socialistas y los griegos llamaran de nuevo al poder a los conservadores- y, posteriormente, por presión de la derecha europea, aceptó integrarse en un gobierno de unidad nacional con el PASOK -liderado por el independiente Papadimos, con el beneplácito de la UE y la presión de Merkel- y seguir con la política de recortes.














Ese es el contexto en el que se desarrollan las elecciones de mayo y junio de 2012. Como vemos en el cuadro 1, la crisis griega ha roto los esquemas previos: el sistema tradicional bipartidista ND-PASOK, así como el eje izquierda-derecha, ha pasado a un sistema de pluralismo polarizado y de múltiples ejes: a la izquierda-derecha se le debe sumar el eje partidarios/detractores del memorándum, que es el que se ha impuesto como dominante en estas elecciones para la formación de un nuevo gobierno.

Como resultado de este nuevo cleavage o "línea de ruptura", han surgido nuevos partidos o se han fortalecido los marginales: Griegos Independientes (ANEL) surge como una escisión euroescéptica o antieuropea y nacionalista de ND, con el 10% de votos, así como Alianza Democrática (DISY) o Acción-Alianza Liberal (DRASI-FS), que resultaron extraparlamentarios; del PASOK surgió Acuerdo Social (KOISY) y, junto a una escisión de SYRIZA, Izquierda Democrática (DIMAR), este el único que consiguió representación parlamentaria. La Coalición de Izquierda Radical, SYRIZA, consiguió capitalizar buena parte de la caída socialista, situándose como segundo partido más votado y el primero del campo de la izquierda. El comunista KKE, aunque en las elecciones de mayo ganó votos, no recibió los frutos esperados de su acción política contra los recortes, cosa que DIMAR y SYRIZA sí consiguieron. En la extrema derecha, los populistas de LAOS pagaron cara su entrada en el gobierno de concentración nacional convirtiéndose en fuerza extraparlamentaria, siendo sustituidos por Amanecer Dorado (XA), el partido neonazi griego. Los partidos extraparlamentarios, que en 2009 consiguieron el 4,5% de los votos, aumentaron hasta el 19,6% -sumados con los votos de LAOS- y sin representación parlamentaria. Buena parte de este aumento se debía a los partidos surgidos al albor de la crisis política -DISY, KOISY, DRASI-FS- y los reforzados como Los Verdes, aunque sin el peso necesario para alcanzar representación parlamentaria.

La repetición de elecciones en junio ha venido a consolidar este nuevo sistema polarizado, manteniendo los partidos que obtuvieron representación en mayo y concentrando en estos, en especial los más grandes -Nueva Democracia y SYRIZA- los votos. Es reseñable que el peso de los partidos extraparlamentarios se reduce a niveles previos por un voto útil a las formaciones parlamentarias, sin olvidar constatar que dos de los partidos extraparlamentarios, el derechista DISY y el socialdemócrata KOISY, optaron el primero por presentarse con ND y el segundo por no hacerlo. El sistema que se está formando, de momento, apunta a una bipolarización en torno a ND y SYRIZA, con la existencia de formaciones menores. De estas, es importante apuntar el papel de bisagra de los socialdemócratas del PASOK y de DIMAR y la caída del KKE, sin duda por su negativa a integrarse en pactos, manteniendo una política maximalista. La caída comunista le supone no solo una pérdida de votos respecto a las elecciones de mayo, sino también una pérdida de votos respecto a niveles anteriores a la crisis económica o política: el KKE ha perdido la capitalización de la crisis griega.


El característico sistema electoral griego, que por una reforma constitucional pasaba a otorgar un premio de 50 diputados a la formación más votada, ha producido un perverso efecto distorsionador: como puede verse en el cuadro 2, superior a estas líneas: pese a que las formaciones de derecha tienen un nivel de votos inferior a la izquierda, su menor fragmentación y la concentración de voto en torno a ND ha venido a beneficiarle. Por el contrario, la división de la izquierda en cuatro partidos juega en su contra, aunque sumados los tres partidos democráticos de izquierda (SYRIZA, PASOK y DIMAR) su porcentaje de voto es mayor.



Pero como decía, la comparativa entre partidos por el eje clásico izquierda-derecha ya no es suficiente. No desaparece, pero no es suficiente. Por la división de posiciones respecto al memorándum, la política de pactos se condiciona a este. Los partidos democráticos están de acuerdo en su renegociación: ND y PASOK en cambios mínimos que consideren que pueden contentar a los griegos, y la izquierda de SYRIZA y DIMAR en cambios profundos que primen el crecimiento sobre el pago inmediato de la deuda. La negativa de la derecha nacionalista de ANEL, del KKE y de la extrema derecha de Amanecer Dorado directamente les deja excluidos. Como se ve en el cuadro superior, la solución triunfante, por votos y reforzado por la prima al más votado, es la de una negociación mínima, una salida que contenta bastante a los mercados financieros. La posición de los partidos maximalistas se reduce.

Esa mayoría parlamentaria clara a los partidarios de la negociación mínima, ND y PASOK, favorece su acuerdo para un gobierno de coalición. Es la solución querida por los mercados financieros y por el Gobierno alemán. No porque una victoria de la coalición de partidos que han arruinado a Grecia vaya a ser su salvación, sino porque son los partidos que están de acuerdo en el pago de la deuda por encima de todo. 

La posición de Nueva Democracia, como vimos, fue ambigua y con un claro objetivo político: neutralizar a los socialistas como fuerza de oposición y volver al poder. La satanización de la izquierda de SYRIZA pretende reforzar su papel como garante del sistema establecido y de la moderación, un juego en el que han caído no solo los socialistas griegos, sino también buena parte de la opinión pública progresista en Europa y de algunos partidos socialistas europeos. 

El PASOK, que ha capitalizado las iras de su más directo electorado y ha perdido la posición predominante que gozaba en las últimas décadas, se ve convertido en un complemento a la mayoría de Nueva Democracia, presionado por los mercados financieros y por la derecha europea a sostener a Samaras. Al parecer, esta nueva postura es acogida sin excesivas resistencias en el partido: huidos los grupos más izquierdistas a DIMAR y SYRIZA, en el partido quedan aquellos más afectos al poder que a las ideas progresistas. Nunca sabremos qué habría decidido el PASOK de haber ganado en estas elecciones SYRIZA.

La historia más reciente nos demuestra que la izquierda política tiene que ser capitaneada por un partido democrático y moderado. SYRIZA ha pasado de una pequeña coalición de partidos eurocomunistas, trostkistas y socialistas a, aun englobando a estos, moderar sus postulados para prepararse a ocupar, de momento, la primacía en el seno de la izquierda griega. Sin abandonar un discurso ciertamente populista, ha introducido elementos de izquierda responsable: defensa clara de la Unión Europea y del euro, lejos de la demagogia que hacen gala sobre este tema sus partidos homólogos en Europa. Si quiere mantener la posición conquistada de primer partido de la izquierda griega, es posible que entre en tensiones con sus sectores más radicales, y se acabe en la configuración definitiva de un partido de izquierda socialdemócrata, manteniendo su discurso de reforma radical del Estado griego. 

Perder esa oportunidad podría suponer la recuperación del PASOK -no olvidemos que el Partido Socialista griego aún conserva un gran poder regional y local que puede emplear para recuperar su capital político- o la apuesta de la izquierda social por DIMAR, que se sitúa en una tercera vía entre un PASOK más preocupado por el poder y SYRIZA. DIMAR hace gala de una izquierda pragmática, opuesta a los recortes por encima del crecimiento y partidaria de pactos de gobierno amplios.

En el campo de la derecha, la mala noticia es el apoyo estable a los neonazis de Amanecer Dorado. Que reciban votos es un dato preocupante. El nuevo gobierno tiene que dar soluciones destinadas a reducir ese apoyo, que se basa en el desempleo, la reducción de ayudas sociales y señalar al inmigrante como culpable de todo. No solo bastan decisiones políticas, sino legales: la violencia que está desatando XA debe ser combatida policial y jurídicamente. En democracia se pueden defender desde vías pacíficas todas las opiniones, pero aquellas actuaciones que siembran el odio, son violentas y antidemocráticas deben ser perseguidas y cortadas de raíz. Obviamente, no solo vale la vía legal, sino una labor de concienciación social.

En un aspecto más amplio, hay que destacar la presión internacional a la que han sido sometidos los griegos y que ha influido de manera notable en el resultado electoral. Una decisión libre ha sido condicionada por los miedos reflejados en los mercados financieros, todos temerosos de una victoria de SYRIZA, a la que han anatemizado previendo los mayores desastres para Grecia y la Unión Europea si esta ganaba, desde la salida del euro al cierre del grifo del dinero. Lo cierto es que, como ya temíamos, la derrota relativa de SYRIZA no ha supuesto un alivio en la economía. En España, como hemos comprobado, la prima de riesgo sigue desbocada y los intereses que se pagan por la deuda son inaceptables. En Grecia, habrá que ver si el nuevo gobierno es capaz de sacar adelante una renegociación del memorándum y hacer las reformas que el Estado necesita para generar crecimiento y recaudar impuestos. Grecia tiene un grave problema de liquidez y de credibilidad. La Unión Europea y el proyecto federalista están en peligro, no por Grecia, sino por los gestores de la crisis económica y su sumisión a los mercados. Se esperan respuestas progresistas. Estaremos atentos a Francia.

PD: os añado una tabla más, una descripción de los partidos parlamentarios griegos, no solo por situación ideológica sino por sus posturas referentes a pactos, memorándum, rescate...









lunes, 26 de marzo de 2012

Análisis de las elecciones andaluzas y asturianas


Este domingo los ciudadanos asturianos y andaluces, en el libre ejercicio democrático de su voto, han renovado sus parlamentos autonómicos. Se puede volver a repetir que la victoria tiene cien padres y la derrota es huérfana. No obstante, los ciudadanos de estas dos regiones españolas han repartido premios y castigos para todos, y por supuesto que hay derrotados, aunque no lo reconozcan. Por mi parte, estoy muy sorprendido con los resultados, no esperaba una salida así.

El Partido Socialista celebra su consolidación como primer partido asturiano en un parlamento más fragmentado, y Javier Fernández tiene serias opciones de encabezar el gobierno si el voto del extranjero da un escaño más a los socialistas en detrimento de Foro, y si UPyD se retrata, optanto por un bloque de izquierdas o de derechas con su voto positivo o neutral. En Andalucía, Griñán ha conseguido hacer frente a unas encuestas que todos creímos que auguraban el cierre de un extenso capítulo de gobierno socialista. En lugar de la brutal derrota con la que soñaba la prensa de derechas -que apostó bien fuerte para movilizar al electorado conservador y desmovilizar al progresista sacando a relucir por encima de todo la corrupción de los ERE; ABC ha perdido las elecciones andaluzas-, el PP ha ganado en votos las elecciones andaluzas, sí, pero con una distancia de poco más de 40.000 votos y un escaso punto porcentual, una distancia muy raquítica comparada con elecciones cercanas como las municipales o las generales. Comparadas con las de 2008, es cierto que la caída socialista es impresionante: los años de gobierno, la corrupción y el agotamiento de un modelo clientelar pasan factura, y se espera que, de llegar a un acuerdo con IU -que debería entrar en el gobierno andaluz-, debe hacer una profunda limpieza interna e institucional si no quiere verse dentro de cuatro años con una derrota total. Los ciudadanos no deben aceptar bromas.


Es cierto que Griñán ha protagonizado una resurrección milagrosa que no solo rompe los planes de Javier Arenas de asaltar, por fin, el gobierno de la junta de Andalucía. De renovar el gobierno con IU, Griñán se convierte en el presidente autonómico socialista con más poder institucional, una gran plataforma para hacer oposición a las contrarreformas neoliberales de Mariano Rajoy con un modelo alternativo socialdemócrata. Es de esperar que la derecha nacional haga todo lo posible por seguir marginando a Andalucía y castigando la libre elección de sus votantes: la derecha mediática ya ha arrancado la típica retahíla de insultos; la máscara demócrata quema mucho ante fachadas tan autoritarias. Pero Griñán también rompe los planes del equipo de Rubalcaba, en concreto los de Manuel Chaves y Gaspar Zarrías, de eliminar un sucesor incómodo y que apostó por Carme Chacón en el 38º Congreso socialista. Aunque a Rubalcaba le perturba bastante un líder socialista poco afín con poder institucional, no hay mal que por bien no venga: lo importante es que el PSOE andaluz, y si se une también el PSOE asturiano, han conseguido conjurar un terrible peligro para la democracia, que sería la concentración excesiva de poder institucional en manos de un solo partido. Sobre todo, más terrible cuando ese mismo partido encarna un proyecto de desmantelamiento del Estado del bienestar.

El Partido Popular, aunque tiene como alegrías del domingo ganar en votos las elecciones andaluzas por primera vez en su historia y ser determinantes en Asturias si el voto del exterior no arrebata la mayoría de derecha, su situación es complicada. Pese a todos los esfuerzos propios y de su aparato mediático por desgastar al socialismo andaluz y conseguir la ansiada mayoría absoluta, Javier Arenas pierde su cuarto intento de llegar al poder. Personalmente, es una gran satisfacción ver a alguien tan autoritario fuera del poder. Al PP y su aparato mediático les ha pasado lo que a la del cuento de la lechera: soñaban demasiado y han tropezado con las urnas. Al PP le ha perdido las contrarreformas que Rajoy ha hecho y anunciado, y también las contrarreformas que aún no ha anunciado. Las formas jugaron un papel muy importante: un nuevo programa electoral poco concreto y la soberbia de rechazar el debate televisivo le han hecho perder votantes potenciales, porque realmente los andaluces sentían necesario un cambio de gobierno, pero no al gobierno que les ofrecía el PP de Arenas. En Asturias ha ocurrido algo parecido, y ni el cambio de candidata ha conseguido que el PP salga de su condición de tercera fuerza, estrenada el año pasado, con la posible humillación de tener que votar a Álvarez Cascos.

Izquierda Unida tiene más cosas que celebrar. Ha aumentado en votos y escaños en las dos comunidades, pese al aumento de la abstención. En Andalucía, la sorpresa ha sido mayúscula, y no solo se evita una mayoría de derecha sino que se aleja el peligro de un extremadurazo con el posible voto díscolo de Sánchez Gordillo, empeñado en no pactar con los socialistas: la mayoría PSOE-IU es cómoda. Estoy de acuerdo que IU de Andalucía debe influir y mucho en el nuevo gobierno de Griñán y en lo que vaya a hacer el PSOE andaluz: la corrupción existente en los ámbitos de poder de los tres partidos debe atajarse de una vez. Pero la IU andaluza debe entrar en el ejecutivo de Griñán: es necesario que se conviertan en una fuerza seria de gobierno, implicándose en el día a día del ejercicio del poder, desmontando de una vez por todas ese discurso purista que solo genera má frustración en la izquierda más utópica. En Asturias debe ocurrir lo mismo: si el voto del exterior da mayoría al centroizquierda y UPyD da su voto o abstención para que Javier Fernández sea el nuevo presidente del Principado, la IU asturiana también debe participar de la responsabilidad de gobierno.

*Gráfico cortesía de Iván Llera

El Foro de Álvarez-Cascos, en Asturias, hizo una apuesta arriesgada al disolver anticipadamente la asamblea del Principado. Quería ganar una cómoda mayoría a costa de culpar a socialistas y populares de no votar unos presupuestos que Cascos no quería negociar, sino imponer. Cascos no ha aprendido cómo funciona el sistema parlamentario y la apuesta está a poco de resolverse. Si la mayoría de centroderecha se consolida, el PP debe tragarse todo lo que le molesta la deserción de Cascos y apoyarle. Si PSOE e IU suman mas, el experimento de Cascos habrá acabado, de momento. Lo paradójico de estas elecciones sería que su causa, esto es, la división y falta de acuerdo entre los dos partidos de derecha, se tradujera en un acuerdo entre esas dos fuerzas políticas. Porque, para ello, lo lógico hubiera sido que ocurriera en la legislatura disuelta y ahorrar a los asturianos ser llamados a elecciones como un arbitraje para desbloquear la situación política.

UPyD, por su parte, fracasa en su intento de abrirse un espacio en el Parlamento andaluz, un alivio por cuanto era cada vez más evidente su posición de sumisión al PP andaluz para darles el gobierno si se hubiera clavado el resultado de las encuestas. En Asturias, su entrada les obligará a retratarse entre optar por dejar que gobierne la izquierda o la derecha, esperando, claro, a saber qué ocurre con el escaño que baila entre Foro y socialistas por el voto del exterior. Esa posibilidad sería un alivio para el PP asturiano, evitando la humillación de votar a Álvarez Cascos y pasarle el muerto al partido magenta.

Cuestión muy importante es el aumento de la abstención en ambas regiones. Lejos del mensaje antisistema de que los actuales partidos no representan a la sociedad, lo cierto es que hay un cansancio y desafección muy grande al comportamiento de la clase política: la abstención ha aumentado porque los ciudadanos no creen que la crisis económica se resolverá por la vía electoral, ni con el PSOE ni con el PP ni con ningún otro. También han castigado la falta de acuerdos estables en Asturias y la corrupción en Andalucía. Los partidos, realmente, son un reflejo de la sociedad que les vota. Pero es cierto que existen grandes distancias entre los intereses de sus élites dirigentes y los intereses reales de los ciudadanos, cuestión que el 15-M quería que se resolviese, y yo suscribo esa necesidad de acercar de nuevo los partidos a la ciudadanía.

sábado, 24 de marzo de 2012

Ante las elecciones asturianas y andaluzas


El domingo los andaluces y los asturianos están llamados a renovar sus respectivos parlamentos autonómicos. Estas dos elecciones autonómicas, tras las generales del 20-N, suponen una primera valoración de parte de la ciudadanía española bajo la hégida de un gobierno conservador embarcado en una contrarreforma sistemática del Estado de bienestar, auspiciado por los vientos neoliberales que circulan por la mayoría de gobiernos europeos.

Los andaluces acuden a una convocatoria ordinaria, marcada por el desgaste del PSOE andaluz tras treinta años de gobierno, al que se une el desgaste que sufre el PSOE nacional por su parte de la gestión de la situación económica y laboral. A todo ello se une también los escándalos de corrupción de los ERE, mina de oro para la prensa conservadora -que los ha destacado incluso por encima de otros de otras afinidades políticas, como el Gürtel o el caso Palma Arena-, unida ante la muy cercana posibilidad de acabar con la hegemonía del PSOE en Andalucía.

En democracia, los excesos nunca son buenos. En Suecia, los socialdemócratas han gobernado en la mayoría de los últimos setenta años, sin perjuicio de su excelente salud democrática, y han perdido el poder cuando no han sabido responder correctamente a los problemas de la ciudadanía, y se mantienen en la oposición por no saber ofrecer una alternativa atractiva. En España, ojalá hubiera funcionado algo parecido de este modo. Con frecuencia, en España los gobiernos prolongados de un solo partido han ido unidos a un impresionante despliegue de corrupción, clientelismo y despilfarro. Independientemente de qué partidos sean. Ha ocurrido en Cataluña, ocurre en Valencia y ocurre también en Andalucía. En este sentido, es cierto que el PSOE andaluz ha generado unas prácticas nada sanas para una democracia seria, inexcusables y penosas. Por cierto que parece que existen dos tipos de corrupción que son castigadas de forma distinta por la ciudadanía: una más visible, que es el robo de dinero público; otra más comprensible, que es el tráfico de influencias, aunque también haya malversación de fondos públicos. También temo que distintas partes de nuestra sociedad se enfrentan a la corrupción de distinta forma: los más progresistas tienden a castigar sin compasión a su partido de referencia, y es bueno que así sea; pero los de tendencia conservadora tienden a comprender y premiar a los suyos, y esto sí que es alarmante. No olvidemos que la política refleja la sociedad donde se desarrolla. A lo mejor hay que debatir seriamente sobre la calidad de nuestra sociedad.

Pese a la clara afinidad ideológica, las prácticas del PSOE andaluz no hacen sino apenarme por la situación, porque actos así merecen el castigo ciudadano, que seguramente tendrá, pero que la perspectiva de la oposición mayoritaria como minoritaria no hace sino agravar. Porque el recambio democrático, con mayoría absoluta o sin ella, no va a suponer sino un quítate tú para ponerme yo, o peor, un nuevo puntal para el neoconservadurismo que nos gobierna para seguir desmantelando sin compasión ni oposición el Estado de bienestar. Y aún mucho peor, que es la gran concentración de poder nacional, autonómico y local que goza y va a seguir gozando el Partido Popular, con los peligros que entraña siempre toda concentración del poder en manos de un solo partido. No puedo sino desear la victoria de la izquierda que representa el PSOE, pero un PSOE renovado, limpio y reconciliado con los ciudadanos. Si eso no puede ser ahora, quizás unos años de oposición no le vengan mal. La desgracia para los andaluces será eso, que ellos mismos pueden acabar con una mala situación para empezar otra peor. ¡Ah, si un pacto con IU resolviera la situación! Imposible cuando están embarcados en una lucha sistemática por la desunión de la izquierda y elevan a práctica política una inquina contra los socialistas que tiene mucho de los males unidos al sentimiento de inferioridad. Ninguna solución ni postura es fácil, y esta no se escapa a esa lógica: se me hace difícil pensar que el domingo los andaluces resuelvan realmente sus problemas.

En Asturias, las condiciones son distintas. En primer lugar, estas elecciones son una repetición de las del año pasado, una demostración del fracaso de mayo de 2011, que acaban repentinamente con la legislatura pero van a dar paso a una legislatura breve, hasta mayo de 2015. El nuevo gobierno que salga de las urnas, si es estable, tendrá menos tiempo para arreglar la situación económica que vive el Principado. Los asturianos coinciden, en gran mayoría, en atribuir la responsabilidad del desgobierno al Foro de Álvarez-Cascos y al PP, que pese a contar con mayoría de las derechas en el parlamento autonómico, sus rencillas les han impedido llegar a acuerdos estables, como sería lo lógico dadas sus grandes coincidencias ideológicas. Las diferencias son personales; el PP no perdona a Cascos su fuga para colmar su ambición por presidir Asturias y Cascos ha demostrado que no sabe el funcionamiento de un sistema parlamentario: si no tienes mayoría hay que llegar a pactos. Él no ha sabido llegar a pactos, pues él demuestra que no sabe gobernar en nuestro sistema democrático.

Ante el desgobierno de la derecha, se debería abrir una esperanza para la izquierda, expulsada del poder en mayo de 2011. En Asturias, PSOE e IU sí han gobernado juntos y la estabilidad, más o menos, ha funcionado. Por ello, estas nuevas elecciones serían idóneas para iniciar la recuperación de los socialistas que, si no ganaran en Asturias y Andalucía, se verían fuera de todos los gobiernos autonómicos, menos Euskadi, y en Canarias y Navarra, donde participan como socios menores. Asturias necesita ser una nueva Covadonga donde los socialistas tuvieran su referencia para recuperarse en la oposición a nivel nacional y en el resto de autonomías y frenar la dañina concentración de poder en manos de la derecha.

A diferencia de Andalucía, donde se tiene más presente la necesidad de cambio político, el freno a la corrupción última de los ERE y la situación económica, en Asturias la economía ha pasado a segundo plano, en beneficio de la búsqueda de la estabilidad. El CIS parecía dar un poco de esperanza a los socialistas, en tanto que ellos no son vistos como culpables del bloqueo político que ha sufrido la región en 2011 y generan más simpatía que los partidos de la derecha asturiana. Lo paradójico es que unas elecciones donde prima la búsqueda de la estabilidad puedan dar lugar, si las encuestas se acercan al resultado que conoceremos el domingo, a una asamblea con más fragmentación política. Los socialistas volverían a ganar por votos, y ahora por escaños, las nuevas elecciones, pero PP y Foro podrían tener mayoría absoluta o acercarse más a ella que los partidos de izquierda. Si UPyD consigue entrar en la asamblea tendría la llave del gobierno, pudiendo optar entre un bloque Foro-PP, si llegasen a un acuerdo, o a una alianza PSOE-IU, si estos también acercan posturas. En cualquier caso, las elecciones serán muy reñidas y habrá muchas esperanzas en juego. Personalmente, no me gustan las posturas de UPyD como tampoco las de IU, renuentes a entrar en gobiernos. IU por una inmediata estrategia de desgastar todo lo posible a los socialistas, aun provocando la entrega del poder a la derecha. UPyD por su hipócrita crítica hacia el comportamiento de los partidos nacionalistas como partidos bisagra, cuando lo que quiere hacer en Andalucía y Asturias es exactamente lo mismo: condicionar gobiernos sin mojarse en la gestión del poder. Si no hay mayorías absolutas, el poder debe compartirse todo lo posible, con mayorías estables y con la implicación de todos los partidos que sostengan dichas mayorías.

Si el PSOE puede gobernar en Andalucía o Asturias, y no tiene mayoría absoluta, debe hacer todo lo posible por integrar a otros partidos en el ejercicio de gobierno. En Andalucía, por supuesto, debería hacer todos los esfuerzos posibles por renovarse y purificarse. En Asturias, IU ve la posibilidad de que la izquierda acaricie la vuelta al poder y, en ocasiones, habla de la posibilidad de entrar en el gobierno. La política no debería ser, o no es solo, una lucha por el poder, sino por saber negociarlo y compartirlo. Quizás la sociedad española no esté muy sana democráticamente, pero los partidos y sus líderes, si tienen sentido de Estado, deberían tener en cuenta que ellos deben dar ejemplo.
"Instrúyanse, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitaremos todo vuestro entusiasmo. Organí­cense, porque necesitaremos toda vuestra fuerza".

Antonio Gramsci, Fundador del Partido Comunista Italiano

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