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lunes, 5 de noviembre de 2012

miércoles, 28 de marzo de 2012

El Ayuntamiento de Madrid roba las fiestas de los barrios y en Aluche nos las usurpa


Aluche es un barrio madrileño, situado al sudoeste de la capital, en el Distrito de Latina (256.000 hab.), uno de los más populosos de la villa y Corte, con 78.000 vecinos. Tradicionalmente, ha sido un barrio residencial de clases trabajadoras y medias. Siempre ha sido un barrio receptor de inmigrantes: primero del interior de España, con una gran presencia de extremeños, castellano-leoneses y castellano-manchegos; luego de fuera de España, sobre todo de América Latina.

Cuando España empezaba a salir de la longa noite de pedra que fue la dictadura franquista, en 1976, en plena efervescencia del movimiento vecinal, el movimiento vecinal de Aluche (al principio las asociaciones de vecinos de Aluche y Puerto Chico) comenzó a desarrollar las fiestas del barrio. En 1979, con la constitución de los ayuntamientos democráticos, el Ayuntamiento de Madrid, en ese momento gobernado por el socialista Enrique Tierno Galván, se incorporó a la Comisión de Fiestas encargada de organizarlas, conjuntamente con el resto de asociaciones vecinales y partidos políticos.

Desde entonces y aunque el Ayuntamiento de Madrid pasara a manos de la derecha en 1991, las Fiestas de Aluche no han dejado de crecer en tamaño y popularidad, y aunque el resto de barrios de Latina tenían sus fiestas (como Lucero, Batán, Las Águilas, Los Cármenes, etcétera), ninguna ha alcanzado tanta notoriedad como las de Aluche. Su situación, por otra parte, es excelente: el Parque Aluche, uno de los pulmones del distrito, bien comunicado y con unos espacios e infraestructuras considerables para su desarrollo.

Pero desde que la crisis económica ha afectado a las administraciones municipales, y con más fuerza a Madrid por la mala gestión del ya ex alcalde Gallardón, la deuda y la falta de fondos municipales ahogan al Ayuntamiento de la capital. En la frenética carrera en la que han caído las administraciones para recortar gastos, que han ahogado el crecimiento más que conseguir cuentas saneadas, el Ayuntamiento que actualmente dirige Ana Botella decidió recortar drásticamente el dinero destinado a las fiestas de los barrios, un 61,2%. Muchos distritos de la capital se han quedado sin fiestas. Otros, como en Latina, su junta de distrito decidió dejar de destinar dinero a las fiestas de los barrios. No obstante, se celebrarían unas fiestas, llamadas "del distrito", cuya localización y fechas son las mismas que las de las fiestas de Aluche... esta medida ha contado con el apoyo de los grupos del PP y de UPyD.

El Ayuntamiento y la junta de distrito de Latina han hecho mal al acabar con esas maneras con las fiestas de los barrios, sin hablar con las asociaciones. Porque, lo que dice la junta, es que si esas asociaciones quieren hacer fiestas, que se las paguen. Muchas no pueden. En el caso de Aluche, la más populosa y la de las asociaciones más fuertes, ni siquiera puede plantearse celebrar las fiestas pagadas con su propio bolsillo (que tampoco podría). El problema, como he dicho arriba, es que se han usurpado las fechas y zonas donde siempre han celebrado.

Una de las intenciones del equipo de gobierno es la privatización de las fiestas, un punto más del programa ideológico de la derecha por hacer negocio con la política. Es un robo descarado a unas fiestas que han sido iniciativa de las asociaciones de vecinos, con unas casetas llevadas directamente por los vecinos (menos algunas, como la del PP, subcontratada, ellos no se manchan). Ha sido esa iniciativa vecinal la que ha dotado a estas fiestas de los barrios de arraigo popular. No deja de ser paradoja con el supuesto liberalismo del que quiere hacer gala el PP: porque si ellos defienden que la sociedad civil se organice, están ahogando a la sociedad civil de Aluche y del resto de barrios de Latina. El cierre del grifo a las fiestas de barrio y la creación ex novo de unas fiestas de distrito cambia las reglas del juego: ahora es la administración quien decide quién participa y quién no. Y ya hay algunos que se están quedando fuera.

A los vecinos de Aluche nos queda protestar, movilizarnos. Todos los barrios de Latina tienen derecho a celebrar sus tradicionales fiestas populares, organizadas por los vecinos. Pero los vecinos de Aluche lo tenemos más difícil, al sentirnos expulsados, con unas fiestas usurpadas. Esasas fiestas del distrito quieren usurpar también el prestigio de las fiestas de Aluche. No pueden hacerlo. Porque no es solo el sitio y la fecha, sino su origen: el movimiento vecinal. Todo junto son las fiestas de Aluche, unas fiestas que nos han gustado muchos años, que nos han molestado muchas veces con el ruido en época de exámenes, pero que son nuestras, de los vecinos. Aluche no va a callar ni a claudicar. Lucharemos por nuestras señas de identidad.

Enlaces de interés:
Comunicado conjunto de las asociaciones vecinales
Historia de Aluche
Madrid recorta un 61,16% el gasto en fiestas de barrio

jueves, 2 de febrero de 2012

La contrarreforma educativa de los conservadores

Ayer, el nuevo ministro de Educación, José Ignacio Wert, anunciaba en sede parlamentaria los cambios que el nuevo ejecutivo de Rajoy iba a realizar en la educación nacional. Resumidamente, las medidas son las siguientes:

- Sustitución de Educación para la ciudadanía por una asignatura de Educación Cívica y Constitucional.

- Reducción de la ESO a tres años y ampliación del Bachillerato y la FP de grado medio a tres años.

- Reforma en el acceso a la carrera docente y creación del Estatuto del docente.

- Fomento del bilingüísmo castellano-inglés.

Las dos primeras son las más polémicas, básicamente el núcleo de los cambios en la educación, por lo que la medida, más que reforma, es contrarreforma. Es comprensible el alto grado de indignación que tienen docentes, estudiantes de profesorado y expertos en la materia. Aunque no se va a realizar una nueva ley educativa que sustituya a la actual LOE de 2006, esta reforma en sí desvirtúa completamente el espíritu de la ley. La reforma, en definitiva, supone una nueva ley de partido que en nada va a mejorar la situación de la educación pública; no es, tampoco, la intención del gobierno conservador que, en sintonía con lo que vienen predicando desde la era Aznar, apuesta por la educación concertada. La comunidad de Madrid es un triste ejemplo de la degradación de la escuela pública a favor de un sistema completamente descontextualizado del momento de su creación.

La sustitución de Educación para la Ciudadanía, que no eliminación, supone un reconocimiento implícito de que era necesaria una asignatura que fomentase los valores democráticos y occidentales de nuestra sociedad, aunque esta cuestión ya venía siendo suplida, en buena parte, por la asignatura de Ciencias Sociales e Historia, así como de Filosofía. La queja sustancial de la derecha era el "adoctrinamiento" de la asignatura. Según el decreto de enseñanzas mínimas de la ESO, EpC tiene

"la preocupación por promover una ciudadanía democrática (...), el aprendizaje de los valores democráticos y de la participación democrática con el fin de preparar a las personas para la ciudadanía activa, en sintonía con la Recomendación (2002) 12 del Consejo de Ministros del Consejo de Europa".

¿Dónde está el problema? La EpC tiene como objetivos, siguiendo con el decreto,

"favorecer el desarrollo de personas libres e íntegras a través de la consolidación de la autoestima, la dignidad personal, la libertad y la responsabilidad y la formación de futuros ciudadanos con criterio propio, respetuosos, participativos y solidarios, que conozcan sus derechos, asuman sus deberes y desarrollen hábitos cívicos para que puedan ejercer la ciudadanía de forma eficaz y responsable. Esta nueva materia se propone que la juventud aprenda a convivir en una sociedad plural y globalizada en la que la ciudadanía, además de los aspectos civiles, políticos y sociales que ha ido incorporando en etapas históricas anteriores, incluya como referente la universalidad de los derechos humanos que, reconociendo las diferencias, procuran la cohesión social (...) se incluyen, entre otros contenidos, los relativos a las relaciones humanas y a la educación afectivo-emocional, los derechos, deberes y libertades que garantizan los regímenes democráticos, las teorías éticas y los derechos humanos como referencia universal para la conducta humana, los relativos a la superación de conflictos, la igualdad entre hombres y mujeres, las características de las sociedades actuales, la tolerancia y la aceptación de las minorías y de las culturas diversas".

Lo único claro es que no se tiene nada claro. ¿Qué significa para el gobierno "adoctrinamiento"? La asignatura es necesariamente "dogmática", entendida como transmisora de los valores que tiene nuestra sociedad, y en tales valores se educan a los estudiantes como ciudadanos de una sociedad. Todos los regímenes han tenido una asignatura así, los no democráticos y los democráticos, con la diferencia de que en los regímenes democráticos estos valores son necesariamente los propios de una ciudadanía crítica, participativa, democrática, tal y como se enseña en el resto de Europa. Las palabras son muy importantes: "Educación PARA la ciudadanía" tiene más valor, a mi entender, que "Educación cívica y constitucional", en el sentido que el título expresa una voluntad no solo de transmisión de valores, sino de comprenderlos, cuestionarlos y debatirlos; no es "esto es lo que hay", sino "por qué lo hay".

¿Cuál es realmente el problema? No de la asignatura en sí, sino de otros poderes fácticos, en estrecha conexión con la derecha política y social de nuestro país: la Iglesia católica y adláteres. Es el viejo problema de nuestro país, la misma piedra contra la que chocamos una y otra vez: una educación que no esté separada e independiente de la sombra de la Iglesia no podrá formar verdaderos ciudadanos. No se trata de fabricar ateos o anticristianos, eso es muy difícil (y lo rechazo frontalmente), porque nuestra sociedad tiene unos valores que deben mucho a la cultura clásica y la cristiana. Como digo, y repito, se trata de libertad, libertad de verdad, libertad de criterio y lealtad constitucional, una esfera totalmente separada de la fe.

La reducción de la secundaria obligatoria plantea un nuevo problema, que creo que la derecha no ha meditado seriamente al elaborar su propuesta electoral en educación. Es incongruente acortar en un año la educación obligatoria, y a la vez obligar a un año de Bachillerato o FP, que es lo que muchos estudiantes se enfrentarían si no repiten curso. ¿Y si no quieren cursarlos? ¿Por qué cursarlos, si no se les va a dar un título? Será un año perdido. La idea de ampliar el Bachillerato y la FP no me parece mal, pero creo que se comete un error ampliándolo por el principio, y no por el final: habría que plantearse seriamente cuándo un estudiante adolescente está preparado para decidir qué itinerario desea tomar. La LOE acertaba al plantear 4º de ESO como un curso preparatorio para esos itinerarios. Una buena idea hubiera sido mantener los cuatro cursos de ESO y ampliar el Bachillerato y la FP tres años, hasta los 19 años del estudiante. Añadir un año más de estudio permitiría ayudar al alumno a adquirir la madurez suficiente como para decidir qué camino desea tomar: hay muchos alumnnos de primer curso de universidad, entre 18-19 años, que abandonan la carrera y se cambian a otra.

Si, como cacarea la derecha mediática, lo que se quiere es buscar "el esfuerzo y la calidad" en la educación, la solución no es poner patas arriba el sistema educativo de nuevo, o privilegiar, una vez más, a la enseñanza concertada. Tampoco lo es hablar de la "competencia" entre diversas escuelas, porque la realidad no sería la competencia: lo que los conservadores esconden tras esas palabras es la creación de centros para "buenos" y "malos" alumnos, segregados por nota y por condición social, algo que va radicalmente en contra del espíritu de cualquier ley educativa que se precie.

Calidad es tener una clase docente bien preparada y apoyada por la administración, calidad es tener un sistema educativo consensuado para ser longevo en el tiempo, lo suficiente como para no someter al profesorado a infinitos cambios que afectan a la educación de los jóvenes. Estas cuestiones, como se ve, son incapaces de ser planteadas seriamente por la derecha. Compete a la izquierda seguir apostando por un modelo educativo que busque la calidad, y también el esfuerzo, sí, pero porque hay detrás de los estudiantes un sistema educativo público que les motiva, forma y educa.

Habrá que esperar a que el ministro de Educación concrete las contrarreformas, y si se buscará el consenso político o el encuentro con la comunidad educativa, cosa que dudo, porque lo propuesto va radicalmente en contra del camino iniciado anteriormente. Tampoco se plantean serias respuestas a los problemas de los docentes, que es la carga de trabajo y la falta de plazas para atender las aulas masificadas. El "rigor" presupuestario, además de estrangular totalmente la economía, volverá a crear más "generaciones perdidas", que quizás tengan trabajo en el futuro, sí, pero de peor calidad, y además con peor formación, tanto técnica como intelectualmente, el fin de la ciudadanía y de todo lo que ese concepto supone.

La izquierda tiene que tener muy claro lo que supone el desafío de la derecha y responder claramente con una propuesta bien formada.






viernes, 20 de enero de 2012

Hungría eterna o el síntoma de la Europa enferma


En abril de 2010, Viktor Orbán y su partido conservador, Fidesz-Partido Civico Húngaro, ganaba las elecciones en Hungría con el 53% de los votos y una mayoría de dos tercíos en el Parlamento magiar. La ciudadanía húngara castigaba duramente la gestión de los socialistas en la crisis económica, pero había algo más: los húngaros están muy desilusionados con los partidos que les han gobernado desde el fin del régimen comunista, con la corrupción y las promesas incumplidas. El resultado ha sido la confianza electoral a un partido y un líder, Fidesz y Orbán, que ha abandonado el liberalismo y la democracia por el neopopulismo y el nacionalismo autoritario; además, ha supuesto la emergencia de un partido de extrema derecha, también nacionalista, xenófobo y autoritario como Jobbik-Movimiento para una Hungría mejor, que casi arrincona al Partido Socialista como tercera fuerza parlamentaria.

Con un Parlamento escorado a la derecha, la clase media empobrecida y el país en camino de quebrar, Viktor Orbán inició su "revolución nacional": había que volver a la "Hungría eterna", de orgullo nacional, limpia de los enemigos que la han humillado y minado moralmente, es decir, todas las minorías y movimientos que son la "bestia negra" de los nacionalismos centroeuropeos. Gitanos, homosexuales, socialistas y periodistas independientes. Esta "revolución nacional" se inició con la ley de comunicación de medios de 2010, que silencia a los medios de comunicación con fuertes multas si vulneran la "objetividad", si no revelan sus fuentes... además, los medios estatales tienen que cumplir con su función como medios de propaganda oficial, difusores de los valores que encarna la nueva Constitución: Hungría eterna, cristianismo... en definitiva, la ley de Orbán intenta acabar con la libertad de prensa.

La ley de ciudadanía es otra piedra en la reconstrucción de la "Gran Hungría": concede la nacionalidad a las minorías húngaras fuera de la República húngara. 3,5 millones de húngaros, repartidos entre Eslovaquia, Austria, Croacia, Serbia, Eslovenia y Ucrania pasan a disfrutar de los mismos derechos que los húngaros de la República magiar. Esta iniciativa también cuenta con el beneplácito de la extrema derecha de Jobbik, que por su parte ampara la escalada de violencia contra la minoría gitana de Hungría.

La última piedra es la Constitución de 2011. En ella, las fuentes de la nación húngara vienen de Dios ("Dios bendiga a los húngaros", comienza el texto constitucional), de la cristiandad como concepto indivisible de la nacionalidad y del papel del rey San Esteban, "constructor del Estado húngaro". El Estado asume también la protección de los húngaros de otros países. La familia está basada en la "unión voluntaria de hombre y mujer". El Tribunal Constitucional será ampliado y renovado por afines a Orbán, además de crear otros tribunales especiales, como la Curia, para controlar el poder judicial. La separación de poderes desaparece y se sustituye por el predominio del ejecutivo sobre todos los demás, con control y vigilancia estrictos. Todo bajo la apelación a la nación. Cualquier vestigio democrático queda bajo sospecha: la Constitución, rompiendo toda la evolución política europea, deja de ser un contrato social construido bajo el consenso de la nación. Es una Constitución a la medida del Fidesz, para preservar la hegemonía política, social e institucional del Fidesz. Una Constitución resultado de la dictadura de la mayoría actual.

En la Unión Europea han saltado las alarmas sobre la deriva autoritaria de Orbán, apodado "Viktator" por la oposición socialista en el Parlamento, y social y sindical en la calle, desde la ley de medios de comunicación y también con esta abominable Constitución. La Comisión y el Parlamento europeos han pedido al gobierno magiar que rectifique la deriva autoritaria, amenazando con privarle de derecho a voto en la Unión y, junto a Estados Unidos y el FMI, negarse a concederle ayudas económicas para salvar a Hungría de la bancarrota. La "blandura" de la Comisión ya ha sido criticada por los socialistas y los liberales europeos, y por Daniel Cohn-Bendit, líder de los verdes en el Parlamento Europeo, calificó a Viktor Orbán de emular a Hugo Chávez.

Posiblemente, Orbán maniobrará para limar los aspectos más escandalosos de sus autoritarias leyes. Pero quedan las actitudes. La sociedad húngara se escinde entre una minoría violenta, xenófoba, nacionalista y homófoba, y otra minoría defensora de las libertades, la separación de poderes y el respeto por la democracia y las minorías. En medio, como siempre, una mayoría silenciosa, frustrada, que es el fiel de la balanza entre uno u otro. La frustración y las promesas de una vida mejor mediante la recuperación del orgullo nacional pueden llevarles a los brazos de los populistas; una escalada más autoritaria, y no ya silenciosa sino violenta y ruidosa puede devolverles al otro lado. Pero quizás, sea demasiado tarde. Esto no pasa sólo en Hungría. En la Unión, en todos sus países miembros, se vive la misma frustración con lo existente, ese mismo silencio de la mayoría ante los recortes del Estado de bienestar, la corrupción y las escandalosas actitudes de las élites económicas de la sociedad.

De esta desgracia también participan los demócratas, esos liberales y socialdemócratas desconectados de la sociedad, de dirigentes demasiado conservadores y cómodos en su condición de élites, que no han visto o no quieren ver que están cavando su tumba, y con la suya la de la democracia. Las propuestas que se escuchan por reformar las instituciones, ¿por qué no se hicieron antes? ¿Por qué se abandonaron? ¿Por qué se permite que en la educación pública se abandonen los valores cívicos esenciales para nuestra sociedad? Si no se transmiten esos valores democráticos, que son la base del europeísmo que necesitamos, la Unión Europea seguirá enferma, foco de frustración de los europeos.

La democracia no puede sobrevivir con el silencio pasivo de la sociedad, porque ya sabemos que para que el mal triunfe solo es necesario que los hombres buenos no hagan nada; solo puede sobrevivir con el compromiso activo. La indiferencia es el peor enemigo de nuestra sociedad actual.

Enlaces de interés:
Presseurop en español - La Hungría de Viktor Orbán
Constitución húngara de 2011 (en inglés)
Regresión húngara
Hungría gira hacia el autoritarismo
Hungría en infracción
El espantajo de la revolución cínica de "Viktator"

jueves, 10 de noviembre de 2011

Debate a dos y a cinco


Viendo los debates que se están desarrollando en algunas de las elecciones españolas, podemos dictaminar que los debates de 1993 fueron un gran éxito: salieron tan bien, influyeron tanto en el electorado que algunos no quisieron volver a repetirlos; o permitir unos debates light, encorsetados, aburridos, limitados... nada que ver con otros países donde existen multitud de debates, incluso entre candidatos de un mismo partido, o más dinámicos.

El debate del lunes entre los dos principales partidos transcurrió, a grandes rasgos, como lo esperado. Rajoy intentó no perder terreno y no arriesgarse, de ahí que sus propuestas fueran apenas débiles esbozos, más bien cuestiones teóricas en las que todos estamos de acuerdo. ¡Cómo no vamos a estarlo, cuando es simple que a más empleo, más ingresos! ¡Ese es justamente el problema que tenemos ahora mismo! Ahora bien, no dio respuestas concretas, excepto alguna ayuda a las PYMEs y cuestiones del IVA, música que suena muy bien, pero con el fondo de bajadas de impuestos y los consiguientes recortes.

Rubalcaba tenía una losa muy pesada que ya le impedía ganar, de entrada, el debate: la pésima situación económica. Con todo, su baza era desarmar el programa oculto de los conservadores. Era una estrategia peligrosa: la impresión que me dio, en algún momento, es que nos estaba relatando el programa de humo -pero programa, al fin y al cabo- del PP, y sus propuestas de transformar el ICO, en la contratación, mejoras en I+D+i, servicios públicos, etcétera, quedaba diluido intentando pillar en un renuncio a Rajoy. Tampoco, claro podía darle muchas alas a su adversario, que salió con un esperado "¿y por qué no hizo todo eso en estos últimos años?"

Durante buena parte del debate, Rubalcaba marcó la agenda, llevando la ofensiva, aunque Rajoy intentó no seguirle el juego y, cuando pudo, este supo embrollarle en las neblinas que leía en sus chuletas, como el tema de las diputaciones para no tener que hablar del matrimonio del mismo sexo, aunque al final tuvo que entrar; no sé si hizo bien, porque me dejó preocupado su afán por crear ciudadanos de segunda clase que se pueden "unir", pero no casar.

Rubalcaba dio una impresión de conocer más su programa que el propio Rajoy, que tenía que leer hasta sus propuestas, recordándonos aquella vez que no recordaba las medidas de su partido para crear empleo. No se puede tener mucha confianza en un candidato que no sabe lo que propone. En definitiva, Rubalcaba tenía difícil, si no imposible, ganar; pero podía haber hecho más. Añado un gran suspenso para los dos candidatos por dedicarle a la Unión Europea como proyecto europeo o a las relaciones internacionales apenas unos breves instantes del final.


En el debate a cinco de ayer, de entrada diré el enorme acierto de permitir que fuera Izquierda Unida, representada por Gaspar Llamazares, la que representara el grupo parlamentario que creó con Esquerra Republicana. A juzgar por la intervención de los otros dos grupos nacionalistas, PNV y CiU, el debate hubiera quedado desfigurado entre los dos grandes partidos nacionales y la intervención de los nacionalistas, sesgada sólo para sus más cercanos conciudadanos -lógico, por otra parte; sólo se presentan en una parte limitada de nuestro país-. Lo mismo digo si en vez de ir Gaspar Llamazares hubiese ido Cayo Lara, que no le llega ni a la suela del zapato en cuanto a argumentaciones y réplicas.

Sí es cierto que los dos partidos nacionalistas hablaron -a veces- de temas más generales, pero para ir de inmediato a los problemas de su región. Y no es cierto que en el debate a dos no se hubiera hablado de Cataluña o Euskadi; por supuesto que se habló, porque se hablaron de los problemas que afectan a nuestro país, donde a día de hoy Cataluña y Euskadi son parte integrante del mismo, aunque no les guste, pero ellos no representan la totalidad de sus regiones. A falta de renovar las Cortes, 9 de los 18 diputados vascos y 25 de los 47 catalanes, así como 9 de los 12 senadores por Euskadi y 8 de los 20 por Cataluña pertenecen al grupo socialista.

Ya Josu Erkoreka, del PNV, reconoció que no era el único vasco del debate pero sí el único que tenía un programa "pensado en Euskadi, por Euskadi y para Euskadi", lo que no estaría mal en unas elecciones regionales, pero el día 20 de noviembre elegimos diputados que representan a toda la nación. Ramón Jáuregui, vasco con orgullo y orgullo para todos los españoles, no sólo hablaba por y para Euskadi, hablaba por y para toda España. A diferencia de Rubalcaba, Jáuregui sí reivindicó la labor del gobierno de Zapatero por resolver, aunque infructuosamente, el golpe de la crisis a la economía española; también reivindicó la labor del gobierno en cuanto a derechos sociales y vertebración del Estado autonómico como garante de su pluralidad social y cultural.

Junto con Jáuregui, y como dije antes, Llamazares fue el otro acierto del debate. Es más, incluso para mí fue el verdadero ganador, capaz de obviar el radicalismo demagogo del programa electoral de Izquierda Unida y, frente al nacionalismo de Pere Macias y de Erkoreka, él vino a "hablar de las personas". También fue ganador por encima de Gallardón, al que debió resultar irónico defender que el PP arregla la economía cuando los recortes de las comunidades gobernadas por los conservadores, las de antes y las nuevas desde este año, siguen creando parados y recortando los servicios públicos, aparte del insulto malsano a los madrileños, a los que deja una deuda astronómica que será -y ya es- difícil de pagar.

En definitiva, para el debate a cinco, mi reconocimiento a Llamazares por su discurso de izquierda, socialdemócrata, sí, porque era más realista que el que enarbola ahora su partido, lo que no deja de ser una desgracia por la estirilidad de su triunfo dialéctico.

Un dato: en las elecciones de 2008 ya flotaba sobre el ambiente el fantasma de la crisis, y se celebró un debate económico entre el ministro de economía, Solbes por entonces, y el "ministrable" conservador, Manuel Pizarro. En 2011, cuando la economía es la principal preocupación de los españoles, ni existe un debate monográfico de economía ni existen ministrables reconocidos en uno y otro partido.

Otro dato: la ambigüedad calculada de los conservadores respecto al matrimonio del mismo sexo es preocupante, y las referencias de portavoces del PP en los medios infunden más temor que tranquilidad. Hay que dejarlo bien claro: los derechos no se crean, se reconocen, y no se pueden eliminar. No se pueden crear ciudadanos de segunda, el derecho a la vida es también el derecho a vivirla como queremos, sin hacer daño a los demás. Todos los derechos reconocidos son innegociables.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Una vez más... recuerden, recuerden...


Escribir cada año una referencia más de V de Vendetta, cómic y película, empieza a consolidarse como una costumbre en este blog. Últimamente los quehaceres de los estudios me absorben tanto, y escribo tan poco... qué ironía, un socialdemócrata que apenas tiene tiempo para escribir algo acerca del socialismo democrático, del Partido Socialista o de su candidato a las elecciones encuentra un resquicio para homenajear a un personaje de ficción que, además, es anarquista.

El año pasado hice una semblanza un poco más psicológica y personal de V, víctima y a la vez villano -pero, si alguien tuviera en sus manos su poder, ¿quién no lucharía contra un poder tiránico aun derramando sangre, sangre culpable?-, las anteriores fueron reflexiones personales y cuestiones más de actualidad. ¿Qué podríamos decir este año? Siguen existiendo motivos para luchar por nuestra libertad, pues vivimos en un mundo que se convierte en nuestra pesadilla: que, en nombre de nuestra libertad, se nos ha coartado, instalándonos de nuevo el miedo en la sociedad occidental al "enemigo", comunista en su momento y, una vez caído el muro de Berlín, en este nuevo siglo el enemigo es el musulmán, el inmigrante, el extraño, en definitiva; en nombre del progreso, del empleo y de la felicidad, se nos arrebatan las tres, echan la culpa de la crisis económica al común y nos quieren seguir engañando ofreciéndonos el consumo irresponsable mientras nos arrebatan las bases de la verdadera felicidad.

Justicia, igualdad y libertad, como dijo V, son algo más que palabras, son metas alcanzables. Se nos está arrancando la condición de ciudadano, poco a poco, hasta que la palabra pierda todo su significado, porque justicia, igualdad y libertad son también responsabilidad, pensamiento y solidaridad, sin las cuales no puede existir sociedad humana, que es el reino de la ley, que procede de nuestra participación y consentimiento, sin opresión. Que nadie nos engañe, la libertad no está en los mercados ni en naciones, está en la gente, como ciudadanos y no como consumistas.

En dos semanas elegimos un nuevo parlamento en nuestro país. Somos tan conscientes de qué poco pueden cambiar las cosas... porque sabemos que elegir un reducto tan pequeño de soberanía no arregla las cosas, no sin unión -europea, mínimo-, y plantarle cara a esa clase tan difusa que domina los mercados financieros. Sí, existe la lucha de clases, es estúpido negarla, y seguirá existiendo mientras unos pocos sigan queriendo dominar a la mayoría. Este país necesita algo más que un parlamento, necesita esperanza.

miércoles, 6 de julio de 2011

"Amreeka", una mirada árabe de Estados Unidos


"(...) He aprendido todo el lenguaje y lo he deshecho para componer
una única palabra: Patria..."

Yo soy de allí
Mahmud Darwish

Patria. ¿Qué es la patria? En wikipedia se recoge un comentario a un ministro italiano: "¿Qué entiende por nación, señor ministro? ¿Es una masa de infelices? Sembramos trigo pero no comemos pan blanco. Cultivamos la vid pero no bebemos vino. Criamos ganado pero no comemos carne. No obstante, usted nos aconseja que no abandonemos nuestra patria. ¿Pero es una patria el lugar donde alguien no puede vivir del propio trabajo?"

Con estas mismas palabras podríamos empezar a hablar de "Amreeka" (la pronunciación en árabe de América), película de la cineasta estadounidense de origen palestino, Cherien Dabis. El título señala la intención de la directora por plasmar en una palabra "que resumiera la mezcla de las dos culturas", la árabe-palestina y la estadounidense, que se relacionan, se chocan y se encuentran finalmente en este precioso relato.

La narración comienza en Palestina, en los territorios ocupados por Israel, donde Muna, una palestina divorciada trabaja en un banco y cuida a su familia, un hijo adolescente y una madre anciana. Cada día, Muna, junto con otros tantos miles de palestinos, sufren la humillación del lento tránsito por los controles del ejército israelí bajo la sombra del nuevo muro de la vergüenza. Humillación que se convierte en una tortura psicológica cotidiana, convertidos todos los palestinos, de todas las condiciones -edad, condición social, sexo...- en un único ser: el sospechoso, el enemigo, el terrorista. Así es la verdadera manifestación del muro: no es la seguridad, es la humillación a todo un pueblo y un insulto perpetuo a la humanidad.


La vida de Muna y su hijo dan un vuelco cuando les conceden el permiso de trabajo en Estados Unidos. Con mucho dolor, dejan su patria y a su familia por la tierra de las oportunidades. Mientras, esa misma tierra, the land of the free and the home of the brave, bombardea e invade Irak. Muna y su hijo Fadi son como aquellos inmigrantes de siglos pasados, los venidos de un continente roto por eternas guerras y, como aquellos, quedan asombrados por las luces y las vastas dimensiones del Nuevo mundo, ese cuyo horizonte está coronado por grandes rascacielos que proclaman en sus cabezas el honor de ser esa patria de la libertad, como antaño la Estatua de la Libertad recibía a los recién llegados recitando con una potente voz silenciosa el poema de Emma Lazarus:

"¡Guardaos, tierras antiguas, vuestra pompa legendaria!, grita ella.
Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres
vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad
(...) ¡Yo elevo mi faro detrás de la puerta dorada!"

Pero, como los inmigrantes de hace un siglo, ellos tenían su Isla de Ellis, una nueva humillación modernizada donde también son el mismo estereotipo: el extranjero, el árabe, el posible terrorista. A partir de aquí, Muna y Fadi deben enfrentarse a un país que aún tiene presente la tragedia del 11-S y está convencido de su liderazgo internacional contra un terrorismo que, resumidamente, creen que combaten en cada país que el gobierno de Bush ha señalado como enemigo. "Mi hermano está luchando en Irak para que sean libres", señala un adolescente en la película, perfecto resumen de las consecuencias de tanta propaganda producida desde el poder: la ignorancia. Porque, ¿no se decía lo mismo de Vietnam?

Dentro de tanta hostilidad y desconfianza, surgen aquellos personajes que no están cortados con el mismo patrón de esa masa recelosa. Con esa visión alegre que nos transmite la película, la conversación entre Muna y el director del nuevo instituto de Fadi, el señor Novatski, es quizás una de las miradas más desenfadadas que resumen las sinrazones de los conflictos: la ignorancia y el temor que caen cuando se descubre que el otro no es como pensábamos, y nos percatamos que no somos tan distintos. En el caso de Novatski, él aprende que no todos los árabes son musulmanes -Muna y su familia son cristianos, "somos una minoría aquí y también allí", se lamenta ella-, y Muna descubre que no todos los judíos son como le han enseñado en Palestina. Y esa es quizás la lección más importante que nos puede dar "Amreeka", que quizás los conflictos serían muchos menos si se dejara a la gente conocerse y hablar tranquilamente, liberados de los prejuicios y estereotipos con los que somos constantemente bombardeados.

"(...) Todos los pájaros que ha perseguido
la palma de mi mano a la entrada del lejano aeropuerto,
todos los campos de trigo,
todas las cárceles
todas las tumbas blancas
todas las fronteras
todos los pañuelos que se agitaron,
todos los ojos,
estaban conmigo, pero ellos
los borraron de mi pasaporte (...)"

Pasaporte
Mahmud Darwish


miércoles, 29 de junio de 2011

Cultura de la Transición: ¿qué es? y ¿se muere?


De estos días que uno pasa el tiempo mirando por la ventana del tren, abstraído en diversos pensamientos, o leyendo artículos académicos de diversa índole, la mente suele divagar y formular preguntas. Unido al contexto -la indignación ciudadana por/y la crisis económica- surge plantearse la llamada "cultura de la Transición" o CT.

Pero,
¿qué es la cultura de la Transición? Para una aproximación es bastante recomendable la definición que da Guillem Martínez en dos artículos en El País y en Público. Martínez define a la cultura de la Transición, originada a partir del proceso político homónimo, como una cultura que elimina "cualquier posibilidad desestabilizadora y problemática". En pocas palabras, resume, "todo lo que sea problemático no es cultura de la Transición". La cultura de la Transición, "una cultura tutelada y que tutela", necesita "no construir objetos problemáticos", "no meterse en política", o "en el trance de hacerlo, darle la razón al Estado".

En base a esta definición, podemos entrar en la discusión.
¿Por qué surge la cultura de la Transición? ¿Cuáles son los elementos "problemáticos"? A la primera pregunta, la CT parece ser una construcción de la izquierda, según Guillem Martínez, una cultura "que deja ser el territorio en el que se crea lo problemático (...) la CT es la única cultura europea que tiene como principal función denunciar e impedir lo problemático, y crear cohesión full-time". Lejos de compartir totalmente esa apreciación, si la cultura de la Transición fue una creación de la izquierda, la derecha y el centro han aceptado de forma entusiasta una formulación que legitima la actual forma de Estado y la vía seguida para el establecimiento de la democracia en España: en definitiva -se lee entre líneas- no había, no hay, otra alternativa. Actuando de modo vertical, la cultura -como conjunto de todos los modelos a través de los cuales se manifiesta la sociedad en sus costumbres, prácticas, códigos, rituales, comportamientos, etcétera- es un elemento de propaganda del sistema y la cultura de la Transición no escapa a esta definición.

Ahora bien, ¿cuáles son los elementos "problemáticos? No es difícil elaborar una lista concisa de estos: las discusiones sobre la estructura actual del Estado -desde su articulación federal a su disolución por la secesión de Euskadi o Cataluña-, la monarquía, la democracia representativa, el sistema económico, el planteamiento de la memoria histórica... hasta llegar a algo que existe desde los primeros tiempos de la democracia -el revisionismo histórico de la derecha- a un elemento novedoso. Sí, el movimiento de los indignados, el 15-M.

¿Cuál es la argumentación "oficial" o "mayoritaria"?
Las izquierda y derecha oficiales parecen estar de acuerdo que el actual sistema democrático y todo lo que ello conlleva -desde la monarquía hasta las autonomías- fueron dados por los españoles a sí mismos. Es esa "ruptura pactada", la reforma "de la ley a la ley a través de la ley" en palabras de Fernández-Miranda, la que construye un nuevo edificio político desde la herencia del franquismo aunque parezca emitir la impresión de ex novo. El régimen surgido de la Transición, surgido de la legalidad franquista destruyó la dictadura y estableció la democracia en la Constitución de 1978 en 169 artículos y once disposiciones. La república, la guerra civil y la represión posterior quedaban para siempre en los libros de historia, junto a los otros regímenes fracasados y los sangrientos enfrentamientos de los españoles. En este sentido, el de dar a España un sistema democrático estable y reconocido por la amplísima mayoría de sus ciudadanos, la Transición culminó en éxito rotundo pero no exento de riesgos.

El conservadurismo que produce la cultura de la Transición
se basa en proclamar el actual sistema como el definitivo y único estadio posible de convivencia entre españoles, lo que no deja de revelar uno de los peores cimientos sobre los que se basa esta cultura: el miedo a los españoles. La idea de minoría de edad permanente de los españoles pesa sobre las conciencias de los padres fundadores del régimen y de sus sucesores. Es verdad que desde Cádiz, allá por 1812, los españoles -o mejor dicho, sus élites, ya sea por la tradición o la representación- no han estado de acuerdo en muchos aspectos fundamentales: liberalismo o tradición, república o monarquía, federalismo o centralismo, libertad u orden... pesan mucho y convencen de que, a la mínima que se de a los españoles un espacio de debate trascendental, estos volverán a las históricas andadas.

Cuando se dice "
este es el marco de convivencia que nos dimos los españoles" o "hemos luchado durante 40 años para conseguir la democracia" tropezamos con los sagrados límites de derecha e izquierda. Sí, los españoles aprobaron una Constitución donde monarquía y democracia venían en el mismo paquete; y sí, hubo mucha gente que luchó de diversas maneras para exigir el fin del franquismo. Pero este mensaje pierde convicción cuando se repite demasiado. Han pasado casi 33 años desde aquel 6 de diciembre de 1978, durante los cuales han nacido y crecido generaciones que, ya no es que no vivieran la guerra, es que ni siquiera han vivido la dictadura. Los hijos de la Transición, o de la democracia, ciertamente, pueden matar al padre. La memoria transmitida de la guerra, de los dos bandos, y ahora también de la Transición, siguen perviviendo en las conciencias de las nuevas generaciones. Pero ya no son tan relevantes.

Se parte de una nueva experiencia,
la toma de conciencia en una España democrática y desarrollada, muy lejana a la de 1975 o la de 1931. Las nuevas generaciones poseen una dialéctica que la cultura de la Transición no puede responder. En cierta medida, ¿estamos ante las primeras señales de cambio de una élite por otra? Se dirá que esa nueva élite no se manifiesta, que los indignados no poseen líderes reconocidos por el movimiento, que los cachorros crecen a la sombra de los partidos tradicionales. Sí. Lo que se puede decir es que el movimiento puede aportar nuevos mensajes y nuevos cuadros a los cachorros de la política, mensajes de regeneración de la democracia y regeneración de las ideologías.

Tomando esto en cuenta,
¿se muere la cultura de la Transición? ¿Asistimos al "final de la democracia postfranquista", en palabras de Ramoneda? Parece agotarse al no dar las respuestas necesarias para vencer, neutralizar o integrar a los elementos "problemáticos", esto es, el recurrente nacionalismo que no sabemos si solo tira o quiere soltar amarras, la ofensiva revisionista en lo histórico y neoliberal en lo económico de la derecha y el surgimiento de un amplio sentimiento de indignación contra los defectos del sistema. En otras palabras, el Estado y sus portavoces culturales, creadores de opinión, no han conseguido convencer por qué una España unida conviene a sus ciudadanos o no han podido llegar a una "fórmula de compromiso", es decir, la tan anunciada "España federal". Tampoco han podido reaccionar, en este caso los historiadores y académicos, al abordaje revisionista de la historia: digan lo que digan las fuentes o su ausencia, han metido en el subconsciente colectivo que Carrillo impulsó los asesinatos de Paracuellos o que la República era la culpable de la guerra civil, ¡que es como culpar a un hijo del enfrentamiento entre sus padres!. Y, por supuesto, no están respondiendo adecuadamente a la indignación y, lo que es peor para la cultura dominante, se le están escapando los apoyos: el movimiento ha encontrado simpatizantes en la inmensa mayoría de la ciudadanía y en buena parte de los viejos intelectuales y creadores de opinión, amén de los nuevos.

En definitiva, lejos de una visión apocalíptica, si esta crisis de la cultura dominante encumbra un nuevo marco más pluralista, libre y democrático de la realidad española, una reformulación del perfectible sistema democrático y un revivir de las ideologías que dan respuestas a nuestra sociedad,
bienvenida sea la muerte de la cultura de la Transición. En una visión pesimista, esto puede ser solo el cambio de marco, la sustitución de una cultura dominante por otra, el desplazamiento de una élite por otra. Sea cual sea, los cambios no serán instantáneos, pero serán cambios. También puede ocurrir, por contra, que nada cambie, o que todo llegue a ser una ilusión gatopardista; en ese caso, como dijo Unamuno a los rebeldes, "venceréis, pero no convenceréis".

Enlaces de interés:

Blog de Guillem Martínez

lunes, 23 de mayo de 2011

Elecciones municipales y autonómicas: ahora toca escuchar a los ciudadanos



Existe tal número de resultados, datos, explicaciones y opiniones que condensar en una única entrada al blog una opinión sobre las elecciones del 22-M que prefiero ir poco a poco. Hoy haré una valoración personal sobre las municipales y autonómicas a nivel general. Otros días, según el tiempo me lo permita, me iré parando en algunas autonomías, con especial interés en Madrid, mi tierra.

En líneas generales, la victoria electoral corresponde inequívocamente al Partido Popular. Contabilizando el número total de votos y concejales, entre 2007 y 2011:


*reconociendo que la contabilización nacional no permite apreciar completamente los cambios habidos en ciertas regiones. Ese aspecto ya lo iré cubriendo.

Una cuestión que está rondando en las cabezas de muchos es, ¿qué incidencia ha tenido realmente el movimiento del 15 de mayo? ¿La subida de la participación? ¿El notable incremento de los votos blancos y nulos? ¿El fraccionamiento del voto? No hay una única respuesta para todo ello. La participación siempre es menor que en unas elecciones generales, lo que no deja de ser un suspenso para la política municipal, supuestamente la más cercana a los ciudadanos. El fraccionamiento del voto es relativo: en las elecciones municipales los partidos locales, independientes y regionales consiguen mejores resultados que en otras convocatorias. Partidos alternativos a nivel nacional como IU o UPyD suben, pero no tanto por separado: IU tiene la mitad de sus concejales en Andalucía, donde no ha conseguido mantener el poder municipal como Córdoba ni mitigar la caída del voto socialista; UPyD obtiene muy pocos concejales, su mayor fuente de votos son las grandes ciudades de Madrid.

Lo cierto es que buena parte de los resultados se explican observando la caída del PSOE: ha perdido votos a su derecha, yendo a los conservadores como medio de castigo o confiando en que estos podrán resolver la crisis económica mejor que los socialistas; ha perdido votos a su izquierda, y no sólo han ido a Izquierda Unida, sino que también el voto progresista se ha ido a UPyD, sobre todo en Madrid, obteniendo más electores de ese espectro que por antiguos votantes del PP; ha perdido votos a partidos locales, basta ver un pequeño muestreo de algunos municipios españoles para ver un bloque de derecha bastante consistente frente a un fraccionamiento de partidos, donde el PSOE en muchas ocasiones no destaca, sino que se camufla.

Cabe destacar otro aspecto importante, que el PSOE ha perdido electores que han votado nulo o blanco. En el cómputo general de votos nulos, su crecimiento real ha sido mayor, no olvidemos que en 2007 ANV no pudo presentarse en muchos municipios vasconavarros y el voto nulo fue de más de un 2% en Navarra y de un 8% en Euskadi. Con Bildu como representante de la izquierda abertzale, el voto nulo ha vuelto a niveles normales del 1,37%: en el resto de España el crecimiento del voto nulo ha sido mayor. Por poner un caso cercano pero no representativo: en mi mesa electoral, de 505 votantes más del 5% de votantes han apostado por el voto blanco o nulo, y no por errores, sino nulos realmente, de papeletas tachadas con un gran "NULO", exposiciones de por qué votan en nulo, alusiones al "15-M"... y destaco que parte de los nulos eran papeletas del PSOE con el NULO escrito encima de la lista de candidatos. Debo añadir que, compensando la caída socialista, en mi mesa IU y UPyD casi empataban en votos, con un 9% cada uno, y con el PP sin aumentar o perder sustancialmente sus votos. Repito que no es representativo, pero por desconocimiento de lo sucedido en las miles de mesas electorales de España.

En resumen a ello, creo que los indignados sí que han echo mella en el resultado electoral. La indignación, recuerdo, no nace en el 15 de mayo, sino que esta es su plasmación física. Claro que ha habido movilización de la derecha por una campaña interminable de acoso y derribo de Zapatero, pero también ha existido al mismo tiempo un enfado creciente de la ciudadanía de izquierda ante un PSOE que no han visto a la altura de las circunstancias ni ha reaccionado en la manera que ellos querrían. Si el 15-M fue la plasmación física, el 22-M fue la plasmación electoral. No nos engañemos, puede que parte de los concentrados en las plazas de España sean grupos que han dado desde siempre la espalda al sistema y no creen en él, ¿pero de verdad pensamos que los que se han movilizado hasta Sol para concentrarse, aquellos que no pueden sustraerse de sus tareas cotidianas y no tienen más tiempo que una tarde o una noche para acudir son antisistema? No, queridos lectores. En Sol y en las demás plazas de España había gente que creía en la política (y como decía una pancarta "creo en la política, desconfío del político"), gente que votó ayer, que pudieron votar a IU, también al PSOE, incluso UPyD, o a cualquier partido por diferentes motivos, pero también que iban a votar en blanco y en nulo. O directamente, no votar, algo que tampoco se escapa de la escasa movilización de unas elecciones municipales.

Dentro de los indignados, muchos son potenciales votantes más cercanos al PSOE. Si el Partido Socialista ha perdido buena parte de su poder municipal y autonómico, es al Partido Socialista al que le corresponde tomar nota. Dije que tras las elecciones los partidos y en concreto el Socialista debían escuchar a los ciudadanos. Mantengo lo dicho y me ratifico en manifestar que el PSOE debe tener en consideración que hay aspectos que se deben cambiar, y no de un modo genérico y vacío como los que dicen siempre "algo mal habremos hecho". ¿Pero qué? No hace falta descubrir el Mediterráneo para señalar algunos puntos: han estado toda la semana denunciándolos en la Puerta del Sol. Corrupción, alejamiento político-ciudadano, falta de representatividad, ausencia de mejores mecanismos de participación, ética en la política, subordinación de nuestros representantes ante poderes económicos con otros intereses...

El PSOE no está exento de caer en estos males. Es preocupante, cierto, que al PP no le afecte la corrupción: la pregunta que hay que hacerse es si a cierto votante conservador no le importa lo que hagan con el dinero público mientras a él no le afecte directamente en su nivel de vida, si mantiene una postura crítica y razonada ante lo que haga el partido con el que más simpatiza, si se cree lo que sueltan ciertos medios de comunicación... podríamos llevarlo a otras preguntas como si la derecha carece de alternativas moderadas con las que competir, o si la sociedad española está realmente mal si parte de sus ciudadanos han perdido, si lo tuvieron, un espíritu cívico. Un problema grave del PSOE es que parte del mismo pretenda que lo mismo funcione para ellos. Ayer también hubo elecciones en Bremen, uno de los bastiones del SPD: la derecha alemana, la CDU y los liberales, pierden votos, hasta tal punto que el FDP sale de su parlamento regional. Incluso en regiones conservadores como Baviera o Baden la democracia cristiana puede caer estrepitosamente. La CDU no ha dejado de perder votos desde que Merkel es su candidata a canciller. Sabemos que todo poder es un mal, pero es el mal menor: por eso debe existir pero controlado, premiando o castigando según lo prometido o lo realizado. En Holanda los democristianos dejaron paso a los liberales como primera fuerza. En Flandes los democristianos, el primer partido de toda la vida, cayeron frente a un nuevo partido como protesta de los ciudadanos. ¿Por qué hay sociedades que no tienen miedo a cambiar democráticamente su mapa político? Pensemos seriamente si el modelo de la sociedad española es el más indicado para la salud democrática del país.

Viendo la otra cara de la moneda, esto es, la rotunda victoria conservadora, nos anuncia muchos o renovados gobiernos de la derecha: autonomías como Castilla-La Mancha o la definitiva desaparición del cinturón rojo madrileño, que pasarán a nuevas manos. Esas manos ahora van a tener la oportunidad de enseñarnos cómo, con su varita mágica, podrán "salvar a España". Veremos qué medidas tomarán, que recortes harán, veremos si serán un foco de tensión contra el gobierno de la nación. Si son capaces de sacarse el conejo de la chistera, aplaudiré. Ya no valdrá engañar a los españoles: ellos tienen mucha responsabilidad en la escasa salud democrática de España, en la existencia de un paro juvenil tan alto y en el desempleo y la economía sumergida que existe. Su éxito deparará en una gran responsabilidad y control. La oposición no deberá estar ociosa. No olvidemos que, en porcentajes y número de votos, autonomías tan controladas por los conservadores como Madrid o Valencia el PP pierde votos. Estaremos atentos.

Y ahora, a escuchar y a reflexionar...

viernes, 20 de mayo de 2011

El movimiento 15 de mayo: En respuesta a los comentarios de esta semana

Respondiendo a los últimos comentarios, tenéis mucha razón, comparto vuestros comentarios al 120%. Hay muchos motivos por los que indignarse, que son los que han movido a miles de personas a protestar por toda España. Sin duda, millones de ciudadanos, votantes o abstencionistas, de izquierdas o de derechas, están muy de acuerdo con las propuestas de regeneración democrática y coinciden en señalar como problemas a la partitocracia y los intereses económicos de una élite que ha degenerado nuestra democracia. La primera reacción de la clase política y de casi todos los medios de comunicación ha sido el miedo. Esto me alegra bastante: "el pueblo no debería temer a sus gobernantes, son los gobernantes los que deberían temer al pueblo". Con esta reacción, podríamos reafirmarnos en que no hay una verdadera democracia o, al menos, que está adulterada.

Es una ironía que los que pedían la "rebelión cívica", ahora, cuando se desarrolla una de verdad, la ataquen y la manipulen. El editorial de ABC parecía retrotaernos a hace cien años cuando los regímenes burgueses reprimían con violencia las manifestaciones de los obreros, de los oprimidos: el editorial de ABC exige represión, exige que la policía actúe y no "filosofe". Todo eso es demagogia. Como bien decía el ministro de Interior, Rubalcaba, "la policía está para resolver problemas y no para crearlos". Una ciudadanía que actúa por consignas opuestas a las de los "cauces normales", esto es, los partidos y los medios de comunicación, es una ciudadanía muy peligrosa para los que se llenan la boca de "democracia", "libertad"... palabras abstractas para los demagogos, pero de auténtico contenido para los ciudadanos.

Creo que este movimiento, como dicen sus portavoces, no es para destruir el sistema ni la política; es para darle auténtico significado. El 23 de mayo seguirán existiendo los partidos, los políticos y el sistema, pero si no toman nota y aceptan las principales reivindicaciones de los ciudadanos -lógicas, por otra parte- se habrá producido un divorcio, de esos que acaban tirándose los trastos a la cabeza. Esto no es Túnez ni Egipto, ¡ni comparación! Pero la solución a la crisis económica, a la social y a la política pasa por resolver los problemas de los ciudadanos, no por contentarnos en resolvérselos a los bancos y a los flujos financieros que, como bien decía un comentario a este blog:

"Yo perdí mi pequeña empresa por la crisis y ni siquiera pude cobrar paro. ¿Por qué han de rescatar bancos con mis impuestos y mi dinero que me reclama la Administración por vía ejecutiva, a consecuencia de lo anterior????? ¿Por qué los bancos manejan el país a su antojo y cada año tienen más beneficios???? ¿Hablamos de hipotecas??? ¿¿Sueldos?? ¿¿Ayudas y apoyos al autónomo o pequeña empresa que genera el 80% de empleo??? ¿¿sube la luz, gas, IVA, gasolina, se congelan pensiones, sueldos, paro juvenil??"

Hay que mejorar la democracia, hay que superar el capitalismo, no mantener las cosas como estaban en 2006, antes de la crisis. Los bancos y la economía globalizaba ayudan al progreso de una minoría de países del planeta, están sacando del subdesarrollo a los países emergentes. Son cosas que existen. Pero ayudan más a una pequeña minoría que a una gran mayoría: grandes primas, acuerdos opacos, beneficios millonarios... mientras otros se ahogan en sus hipotecas.

La canciller de Alemania nos pide "descansar menos y trabajar más, como en Alemania". Pero, señora Merkel, dos preguntas: ¿eso incluye que adoptemos el modelo del bienestar alemán, mucho mejor que el mediterráneo, que usted dice que es "muy extenso"? Y, usted es la canciller de Alemania, ¿con qué autoridad se erige usted para darnos órdenes, si quiera consejos más bien "imperativos"? Alemania es un país muy importante de la Unión, pero Alemania no dirige la Unión, sino que existe un Parlamento y una Comisión que tienen más autoridad, aunque sea en la teoría. Ésa es la Europa que no yo no quiero, la Europa de los países.

Otro de los comentarios a este blog me ha gustado mucho: "[hay que] seguir con este movimiento para intentar llevarlo a toda la Unión Europea (hoy en día si no cuentas con este espacio estás perdido)". Tiene toda la razón. Europa, la Unión Europea, no es un problema, debe ser la solución. Todos los ciudadanos europeos deberíamos unirnos para exigir medidas comunitarias, para exigir responsabilidades a toda la burocracia que parasita en las instituciones de Europa. Sí, estoy de acuerdo con Merkel en que deberíamos aúnar las diferentes leyes sobre jubilación, vacaciones, etcétera de los países comunitarios, pero en un sentido radicalmente opuesto, quiero que sea para mejor, y eso pasa por la convergencia social, económica y política de toda la Unión. La Europa que yo quiero es en la que ya no haya Estados independientes y soberanos, sino un único Estado, una única soberanía y una única ciudadanía crítica y exigente, con unas instituciones responsables y democráticas.

El mismo comentarista añadía: "(...) que la política recupere la fuerza que debe tener para oponerse a los mercados". Es esencial este aspecto. Es el motivo principal de indignación. Los elegidos no protegen ni defienden los intereses de los electores, sino que han demostrado perder toda autoridad frente a las élites económicas. El domingo hay que votar, un voto que signifique "te doy un voto para que me defiendas". La política tiene que tener fuerza, pero no para el beneficio de los elegidos ni sus clientelas, sino para enfrentarse a esas minorías neoliberales y espetarles "ahora las condiciones las pone la ciudadanía: vamos a resolver sus problemas y a redefinir nuestro modelo de sociedad".

Sinceramente, creo que no hay crisis de valores en Europa, esa crisis de la que alertan populistas, demagogos, la Iglesia y medios de comunicación extremistas. La crisis la tienen ellos, porque la sociedad se aleja de ellos. La sociedad tiene valores, pero también tiene miedo de un porvenir incierto, está fragmentada e incomunicada. El movimiento del 15 de mayo, en sus modestas posibilidades, intenta romper eso. Ha tenido un cierto éxito: en la campaña electoral hemos dejado de hablar de Bildu, del terrorismo... a la derecha, que no ha hecho una verdadera campaña electoral, que no ha hablado ni en positivo ni de su programa y nos vende humo, prometiendo acabar con los males de España mediante su varita mágica, se le ha esfumado la confianza en una victoria electoral. Ahora, esto es ya una verdadera campaña política: hablamos de la regeneración de la democracia, de la corrupción, de la insatisfacción con los políticos... todos los medios de comunicación empiezan y terminan el día hablando de las protestas, las redes sociales hierven, las personas debaten sobre todo lo que está ocurriendo... la ciudadanía puede dormir, pero la ciudadanía puede ser cítica y muy poderosa. Ojalá esto permanezca, aunque sé que es muy difícil.

Para relajarnos un poco, os dejo una bonita canción argentina que ayer recomendó Jaime Urrutia en La Ventana de la SER, "La marcha de la bronca" de 1970, del dúo Pedro y Pablo, los cantantes Miguel Cantillo y Jorge Durietz.


jueves, 19 de mayo de 2011

El movimiento 15 de mayo: una vuelta por Sol

Hoy he ido a la Puerta el Sol, a ver con mis propios ojos cómo era, cómo estaba organizada y cómo se desarrollaba. Me he llevado de mi paso por ahí una bonita experiencia: era agradable ver el civismo, el ánimo festivo de los asistentes, la organización "autogestionaria" de la acampada, etcétera. En definitiva, se comprueba el "buen ambiente" de los congregados.

No he visto banderas de ningún tipo, al menos ninguna destacable. Sí he visto cientos de pancartas, de todos los tamaños, llenos desde protestas a los políticos a manifestaciones de apoyo de cientos de personas. Las consignas, igualmente, eran comedidas, no por ello dejaban de ser duras y exigentes. He observado el riguroso control de esos organizadores, que no se ven, pero la realidad es la existencia de comités para el abastecimiento, para la limpieza, para la organización... que hacen posible que miles de personas concentradas en un espacio determinado se relacionen con normalidad y no en el caos. Quien esté detrás, los cientos de mujeres y hombres que anónimamente sostienen toda la protesta, lo hacen muy bien.


Viéndolo con mis propios ojos -perdón por prejuzgar por la apariencia (sin menospreciar)- se puede advertir de la concurrencia de una heterogénea mezcla: desde grupos juveniles más alternativos, a gente normal y corriente, esa "gente común" que Tomás Gómez reivindica: mayores, niños, jóvenes, adultos, estudiantes, trabajadores de todas las clases, empresarios... por cierto, no dudo que debe existir mayor control sobre los grupos más radicales, descartados por supuesto los violentos: ni hay pancartas ni consignas que se desvíen de la voluntad cívica de los indignados. Una curiosa mezcla de civismo, como si fuéramos un país europeo desarrollado, impregnado de lo que algún filósofo llamaría republicanismo cívico y de la indignación del libro de Stephane Hessel.

Una cuestión importante es no dar argumentos a los medios de la derecha. Ellos siguen con la campaña de desprestigio: curioso, los mismos que pedían la "rebelión cívica" desde incluso antes de que Zapatero ocupara la presidencia insultan a los ciudadanos que, con motivos más dignos y más reales, lo hacen. Siguen las medias verdades, las provocaciones, cuando no la mentira pura y dura, todo les parece válido para ocultar su miedo y llamar a la movilización de los votantes conservadores, mediante la criminalización, una vez más, de que el Partido Socialista está detrás de todo esto. Otro punto con el que indignarse, otro punto con el que lamentar el desprestigio que estos medios crean al periodismo, al perder todo su rigor y entregarse a la manipulación pura. Para César Vidal, los manifestantes son "proetarras" y los ciudadanos que vuelvan a votar al PSOE "tontos del culo". En fin, es cómodo que él mismo se autodesprestigie.


Todos los españoles que podamos deberíamos poder acercanos a una de las manifestaciones que se desarrollan por las principales ciudades de España y participar, aunque sea brevemente, de "la historia". Solidarizarse con los acampados, simpatizar con sus planteamientos y provocando debate entre todos nuestros conocidos. En Sol sólo caben unos pocos miles de ciudadanos, pero la opinión puede extenderse desde el kilómetro 0 a la localidad más alejada, y que la opinión de miles pueda ser compartida, contrastada y enriquecida con la de más de cuarenta millones. Me quedo con un comentario de un oyente de La Ventana de la SER: "políticos, somos vuestros jefes y os estamos preparando un ERE".

miércoles, 18 de mayo de 2011

El movimiento 15 de mayo: la respuesta de los partidos


Faltan cuatro días para acudir a las urnas y renovar los municipios y autonomías. El éxito de la convocatoria de Democracia Real Ya -un éxito tanto mediático como en concurrencia por toda España- ha puesto nerviosos a los partidos políticos. La junta electoral de Madrid ha prohíbido la manifestación convocada para esta tarde en Sol, en base a que "puede afectar a la campaña electoral y a la libertad del derecho de los ciudadanos al ejercicio del voto", pero lo cierto es que ya afecta a la campaña electoral, como ha dicho Pedro Blanco en la SER de Madrid.

Izquierda Unida ha sido el partido que ha acogido con más entusiasmo las protestas, no sé si más por aceptación sincera del movimiento o por miedo a no ser el canalizador de la protesta de la izquierda frente al Gobierno socialista. Cayo Lara ha visto el potencial de la protesta y se ha apresurado a declarar que "no formamos parte de la clase política al uso", en un intento de separarse de las críticas a la clase política.

El PSOE ha recibido con cautela el movimiento. Los socialistas temen que los mensajes de las protestas, que creen que vienen de antiguos votantes decepcionados, calen en los indecisos y potenciales abstencionistas y se unan en el voto de castigo por la gestión de la crisis. Desde el PSOE de Madrid, el candidato a la Comunidad de Madrid, Tomás Gómez, se ha sensibilizado con los manifestantes a la vez que ha reivindicado que la política es "un canal para cambiar el mundo, para cambiar lo que está mal". Los medios de comunicación afines a la izquierda, en diversos debates, han valorado igualmente con cautela y en ocasiones con reservas las motivaciones y organizadores del movimiento del 15 de mayo. Fernando Vallespín, en la SER, hablaba que este malestar que se va generando es el caldo de cultivo de futuros populismos, a imagen de los que se están desarrollando en Europa.

El PP, por último, ha sido el que más ha condenado la existencia de las protestas. Con la ayuda de su red mediática, ha potenciado las imágenes de la violencia de los minoritarios radicales del domingo, hasta el punto de convertirlas prácticamente en las únicas imagénes de la protesta, como pudo verse en uno de los debates de la televisión de Intereconomía. Se les ha llamado radicales, antisistema, violentos. Los conservadores mantienen dos tesis: una, que el movimiento afecta únicamente a la izquierda y, por consiguiente, su existencia beneficia electoralmente a la derecha mediante la desmovilización del electorado progresista; dos, la de Esperanza Aguirre, que ha acusado a PSOE e IU de manipular el movimiento contra la derecha, ha insinuado que Tomás Gómez envió a un "sicario" (sic) a sondear cómo sería recibida una hipotética visita del candidato socialista.

Las protestas han provocado un auténtico pavor en Aguirre, al desarrollarse frente a su despacho de Sol, pidiendo que fueran a manifestarse a La Moncloa, obviando la candidata de la derecha que no se manifiestan contra ella, sino contra toda la clase política que les decepciona, en una de las plazas más emblemáticas y céntricas de la capital de España. El alcalde de Madrid, Ruiz-Gallardón, siguiendo las consignas de los medios conservadores, no ha distinguido entre manifestantes y violentos para desacreditar las protestas diciendo que "su argumentación queda absolutamente desautorizada desde el momento en que se practica la violencia".

Por último, Mariano Rajoy ha sido el más directo en hacer una defensa cerrada de la clase política, en un modo casi de casta, justo lo que critican los manifestantes, al hacer una gran defensa del modo actual de hacer política.

Lo fácil no es descalificar a los políticos, en contra de la opinión de Rajoy. Lo fácil es quedarse tranquilamente en casa viendo la tele y creyéndose lo que unos medios de comunicación con claros intereses dicen. Lo difícil es que estas protestas no sean flor de un día, que se activen no sólo ante grandes acontecimientos como unas elecciones o que se desarrollen incluso en momentos donde no exista crisis. En Facebook, un amigo me decía que por qué no protestaban igual cuando aún no había estallado la crisis y la burbuja inmobiliaria. Protestaban, pero muy pocos. Por eso es difícil que en sociedades tan conformistas y consumistas como la nuestra calen manifestaciones de este tipo y tengan una decidida incidencia sobre la sociedad civil.

No se debe criminalizar al movimiento, sino admirarlo y loar el carácter pacífico que le imprimen. La clase política no puede esconderse, ni hacer una férrea defensa de sus acciones. La realidad objetiva es que la clase política es considerada uno de los problemas existentes en el país y goza de escasa confianza por la ciudadanía, luego existe un problema que hay que abordar. No hay que descalificar las reclamaciones realizadas, sino que los partidos deben escuchar, tenerlas en cuenta y hacerlas suyas, si no todas la gran mayoría. Muchas de ellas son propuestas queridas a los oídos de la izquierda en general y de la socialdemocracia en particular.

Me agrada leer las reclamaciones hechas y comprobar que en buena parte son las mismas realizadas desde las bases y los cuadros del Partido Socialista. El Partido Socialista es el partido que más debe escuchar a la calle, como gran partido de la izquierda, y "aplicarse el cuento", si quiere seguir siendo no sólo el gran partido de la izquierda, sino también el gran partido de España. Coinciden ciudadanos, bases y dirigentes, ¿cuándo se dará el gran paso adelante?
"Instrúyanse, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitaremos todo vuestro entusiasmo. Organí­cense, porque necesitaremos toda vuestra fuerza".

Antonio Gramsci, Fundador del Partido Comunista Italiano

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Bienvenidos al Árbol Socialdemócrata, un sencillo blog que pretende dar su pequeña aportación a los ideales del socialismo democrático y de la libertad.

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Manuel Azaña

Manuel Azaña

"Causas de la guerra de España", Manuel Azaña

En nuestros conflictos políticos, la República tiene que ser una solución de término medio, transaccional y la válvula de seguridad contra sus desaciertos es el sufragio universal. Lo que se pierde en unas elecciones, puede recuperarse en otras. Nada duradero se funda sobre la desesperación y la violencia. La República no puede fundarse sobre ningún extremismo. Por el solo hecho de ser extremismo, tendría en contra a las cuatro quintas partes del país.

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