martes, 25 de septiembre de 2012
La Comunidad de Madrid o aguirrismo sin Aguirre
miércoles, 25 de mayo de 2011
Elecciones municipales y autonómicas: Madrid

Cualquier vestigio del "cinturón rojo" y de otros bastiones del socialismo han pasado a la historia, al menos durante estos próximos cuatro años. Si en el 2007 se perdieron las alcaldías de Alcobendas, San Sebastián de los Reyes, Torrejón de Ardoz y se mantuvo la pérdida de Móstoles, este año dicen adiós Collado Villalba, Alcorcón, Leganés, Getafe (si finalmente UPyD permite la alcaldía a los conservadores, la fuerza más votada), Pinto, Coslada (si con UPyD no forman un tripartito de izquierda) y Aranjuez. Además, en localidades como Alcobendas han quedado por detrás de UPyD y en Torrejón el PSM ha caído del 39% de votos y 12 concejales al 15% y solo 4 ediles. De esta derrota electoral, sólo Fuenlabrada y Parla son las grandes ciudades en manos del PSM, aunque sin mayoría absoluta y dependiendo del apoyo de IU.
Los conservadores también han cosechado algunos retrocesos: en la ciudad de Madrid Gallardón ha perdido 6 puntos (del 55% al 49%), mantiene la mayoría absoluta, e IU y UPyD compensan las pérdidas de conservadores y socialistas, estos últimos pasando de 18 a 15 concejales y del 31 al 24%. En Torrelodones pierden la mayoría absoluta y un partido vecinal podría conseguir el apoyo de socialistas y otro partido local para gobernar la ciudad. En Galapagar el PP tampoco ha conseguido mayoría absoluta, pero tiene ante sí a cinco partidos: Partido Democrático de Galapagar, PSOE, IU, Plataforma Ciudadana e Iniciativa Habitable. En Navacerrada, los conservadores pierden la mayoría absoluta y el PSOE mejora en votos, pero se necesitarían pactos con dos fuerzas locales.
En el ámbito autonómico, Esperanza Aguirre, como su enemigo Gallardón, también ha sufrido desgaste, inadvertido también por la bajada del PSM: los conservadores pasan del 53% al 51% y de los nuevos 9 diputados suman solo 5. La irrupción de UPyD ha evitado que el PP obtuviera una bancada mayor de escaños. Este hecho, sin embargo, resulta inadvertido por los malos resultados de los socialistas, del 33,5% de 2007 al 26% y de 42 a 36 escaños. Izquierda Unida, que experimenta subidas en toda la región, no ha conseguido en cambio obtener todo el voto de izquierda perdido por los socialistas, con lo que su avance es notable, pero sin muchos efectos prácticos.
Ha sido UPyD, como en los municipios, quien ha recogido buena parte del voto perdido por el PSM, consiguiendo lo que ninguna encuesta quería darle: la ansiada representación parlamentaria en Asamblea y ayuntamiento de Madrid. No sé las motivaciones ideológicas de muchos de sus dirigentes, pero lo cierto es que ocupan parte del voto progresista. Espero que se realicen encuestas sociológicas que arrojen luz sobre el perfil del votante upedista.
En lo que más nos puede concernir, la situación del PSM y Tomás Gómez. El castigo electoral ha sido grande y no vale esconderse, ni escurrir el bulto, ni muchos menos culpar a la ciudadanía. Es la ciudadanía la que ha culpado a un PSOE nacional por la crisis y a un PSM regional por su labor de oposición, suspendida por los ciudadanos a lo largo de cuatro años. No vale achacar únicamente los resultados a las circunstancias nacionales, porque aunque se haya perdido en muchos sitios y muchos gobiernos, perder más después de años de oposición es una desgracia. No hay que afilar los cuchillos, ni voy decir porque no es el momento ni el foro adecuado. El momento para replantearse el camino a seguir es ahora, y la discusión debe ser siempre.
De momento, mi apuesta es por el mantenimiento de Jaime Lissaveztky y de Tomás Gómez en ayuntamiento de la capital y en la Asamblea de Madrid, liderando la oposición. Ya está bien de quemar candidatos cada cuatro años, y de apuestas galácticas que acaban estrellándose y volviendo a otros ámbitos. En serio. La gente, ciudadanía y militancia, está cansada de este juego. Hay que dejar que, en Madrid, sean los progresistas de Madrid los que decidan a quién eligen. En este aspecto, Lissaveztky y Gómez pueden tener la oportunidad para reconstruir el espacio socialista y tener más presente la calle que otras latitudes. Ya basta de peleas. Personalmente, yo estoy muy cansado de ver peleas que en modo alguno son ideológicas, es un juego deleznable por ambas partes. No se puede apartar la vista del problema de la corrupción que, como hemos visto en el caso de Trinidad Rollán, ha supuesto muchos problemas para los socialistas en Torrejón. Cualquier caso de corrupción, aunque no implique como este caso enriquecimiento personal, debe ser extirpado. Los votantes de derecha no castigarán a su partido por robar e incumplir la ley, pero en el caso de la izquierda, esto no es así y no se pueden copiar los adyectos métodos del PP.
El PSOE tiene capacidad para hacer oposición desde ahora, una oposición muy dura, a lo que nos espera en los próximos cuatro años: el mantenimiento de las privatizaciones y del expolio de los recursos públicos, el regalo del suelo público a las empresas y las grandes deudas de los ayuntamientos. Numerosas empresas y asociaciones de escasa voluntad de servicio público serán las beneficiadas con el dinero de todos, sin olvidarnos que, en la ciudad de Madrid, Ana Botella es la tapada de un Gallardón con ambiciones más nacionales.
El PSOE necesita reconstruir un nuevo bloque, nuevas relaciones con los medios de comunicación, con las asociaciones vecinales y los movimientos estudiantiles. El PSOE no debe ser un partido dogmático sino abierto a las aportaciones de fuera de sus filas. Hay que hacerlo desde ahora. Por eso el PSM debe ser un partido unido, no por el poder ni por los despojos de la oposición, sino por resolver los problemas de los ciudadanos.
miércoles, 18 de mayo de 2011
El movimiento 15 de mayo: la respuesta de los partidos

Izquierda Unida ha sido el partido que ha acogido con más entusiasmo las protestas, no sé si más por aceptación sincera del movimiento o por miedo a no ser el canalizador de la protesta de la izquierda frente al Gobierno socialista. Cayo Lara ha visto el potencial de la protesta y se ha apresurado a declarar que "no formamos parte de la clase política al uso", en un intento de separarse de las críticas a la clase política.
El PSOE ha recibido con cautela el movimiento. Los socialistas temen que los mensajes de las protestas, que creen que vienen de antiguos votantes decepcionados, calen en los indecisos y potenciales abstencionistas y se unan en el voto de castigo por la gestión de la crisis. Desde el PSOE de Madrid, el candidato a la Comunidad de Madrid, Tomás Gómez, se ha sensibilizado con los manifestantes a la vez que ha reivindicado que la política es "un canal para cambiar el mundo, para cambiar lo que está mal". Los medios de comunicación afines a la izquierda, en diversos debates, han valorado igualmente con cautela y en ocasiones con reservas las motivaciones y organizadores del movimiento del 15 de mayo. Fernando Vallespín, en la SER, hablaba que este malestar que se va generando es el caldo de cultivo de futuros populismos, a imagen de los que se están desarrollando en Europa.
El PP, por último, ha sido el que más ha condenado la existencia de las protestas. Con la ayuda de su red mediática, ha potenciado las imágenes de la violencia de los minoritarios radicales del domingo, hasta el punto de convertirlas prácticamente en las únicas imagénes de la protesta, como pudo verse en uno de los debates de la televisión de Intereconomía. Se les ha llamado radicales, antisistema, violentos. Los conservadores mantienen dos tesis: una, que el movimiento afecta únicamente a la izquierda y, por consiguiente, su existencia beneficia electoralmente a la derecha mediante la desmovilización del electorado progresista; dos, la de Esperanza Aguirre, que ha acusado a PSOE e IU de manipular el movimiento contra la derecha, ha insinuado que Tomás Gómez envió a un "sicario" (sic) a sondear cómo sería recibida una hipotética visita del candidato socialista.
Las protestas han provocado un auténtico pavor en Aguirre, al desarrollarse frente a su despacho de Sol, pidiendo que fueran a manifestarse a La Moncloa, obviando la candidata de la derecha que no se manifiestan contra ella, sino contra toda la clase política que les decepciona, en una de las plazas más emblemáticas y céntricas de la capital de España. El alcalde de Madrid, Ruiz-Gallardón, siguiendo las consignas de los medios conservadores, no ha distinguido entre manifestantes y violentos para desacreditar las protestas diciendo que "su argumentación queda absolutamente desautorizada desde el momento en que se practica la violencia".
Por último, Mariano Rajoy ha sido el más directo en hacer una defensa cerrada de la clase política, en un modo casi de casta, justo lo que critican los manifestantes, al hacer una gran defensa del modo actual de hacer política.
Lo fácil no es descalificar a los políticos, en contra de la opinión de Rajoy. Lo fácil es quedarse tranquilamente en casa viendo la tele y creyéndose lo que unos medios de comunicación con claros intereses dicen. Lo difícil es que estas protestas no sean flor de un día, que se activen no sólo ante grandes acontecimientos como unas elecciones o que se desarrollen incluso en momentos donde no exista crisis. En Facebook, un amigo me decía que por qué no protestaban igual cuando aún no había estallado la crisis y la burbuja inmobiliaria. Protestaban, pero muy pocos. Por eso es difícil que en sociedades tan conformistas y consumistas como la nuestra calen manifestaciones de este tipo y tengan una decidida incidencia sobre la sociedad civil.
No se debe criminalizar al movimiento, sino admirarlo y loar el carácter pacífico que le imprimen. La clase política no puede esconderse, ni hacer una férrea defensa de sus acciones. La realidad objetiva es que la clase política es considerada uno de los problemas existentes en el país y goza de escasa confianza por la ciudadanía, luego existe un problema que hay que abordar. No hay que descalificar las reclamaciones realizadas, sino que los partidos deben escuchar, tenerlas en cuenta y hacerlas suyas, si no todas la gran mayoría. Muchas de ellas son propuestas queridas a los oídos de la izquierda en general y de la socialdemocracia en particular.
Me agrada leer las reclamaciones hechas y comprobar que en buena parte son las mismas realizadas desde las bases y los cuadros del Partido Socialista. El Partido Socialista es el partido que más debe escuchar a la calle, como gran partido de la izquierda, y "aplicarse el cuento", si quiere seguir siendo no sólo el gran partido de la izquierda, sino también el gran partido de España. Coinciden ciudadanos, bases y dirigentes, ¿cuándo se dará el gran paso adelante?
viernes, 11 de marzo de 2011
¡Es el metrobús, estúpido! (I)
Nota: desde que gobierna Esperanza Aguirre, el precio de los billetes básicos de transporte en Madrid (abono mensual y metrobús, si existe), ha seguido el siguiente incremento recogido en este gráfico elaborado por El País:

martes, 10 de agosto de 2010
Madrid o las elecciones primarias

Estas primarias vienen a ser el medio de arreglar la situación interna del PSM de cara a las elecciones regionales del año que viene. En 2007, Tomás Gómez fue elegido secretario general del PSOE madrileño gracias al apoyo de los alcaldes socialistas de Madrid (cuyo número va, por desgracia, decreciendo elección tras elección en Madrid) y, sobre todo, por el apoyo del aparato de Ferraz. Tomás Gómez ha pasado de ser la apuesta de Ferraz a ser su obstáculo. Las relaciones con José Blanco son notoriamente malas y Ferraz sabe que todas las encuestas son adversas para el PSM en Madrid si Tomás Gómez encabeza la candidatura socialista.
Tomás Gómez ha conseguido agrupar a la mayoría del partido en torno a él. Sin embargo su liderazgo viene lastrado por el desconocimiento de su trabajo por la opinión pública, el hándicap de no ser miembro de la Asamblea de Madrid y sus tibias propuestas políticas que apenas se han podido observar por los medios de comunicación. Cualidades, sin duda, no le faltarán. Ha sido uno de los alcaldes con más apoyo popular de España, con una gestión eficiente y un ejemplar saber relacionarse con la ciudadanía, caso de las asambleas vecinales (a dos de las cuales pude asistir), celebradas por la región. Todo ello, empero, no le ha valido para convertirse en un duro adversario de Esperanza Aguirre. De ahí surge la candidatura de Trinidad Jiménez.
Trinidad Jiménez también tiene experiencia en la política madrileña, como candidata y líder de la oposición en el Ayuntamiento de Madrid. Conocido es el "trinimaratón" que realizó por los barrios de la capital y su famosa chupa de cuero de la propaganda electoral. A esa imagen cercana se le añade su gestión al frente del ministerio de Sanidad, que le ha dado experiencia de gobierno y notoriedad suficientes como para igualarse a Aguirre. En ello se basa su candidatura, apoyada directamente por Zapatero.
Zapatero se juega mucho en esta operación. Resulta gracioso que los dos candidatos se proclamen adalides de las primarias, proceso que se celebro por primera y única vez en 1999 de forma general (no hay que olvidar que sí se han celebrado primarias en otras zonas de España), cuando se eligieron candidatos por las alcaldías, regiones y a Josep Borrell a la presidencia del gobierno. Ninguno quería primarias, por el simple hecho de que nadie amenazar una cómoda posición. Zapatero, sinceramente, está mostrando los efectos del síndrome de la Moncloa y la "aznarización" en la designación digital de candidatos electorales.
¿Qué riesgos suponen estas primarias? Hay que alejarse de los discursos de autoalabanza de que "se da la voz a los militantes" o que se demuestra la democracia interna del partido socialista. Hay que ir a lo que está detrás, lo que se juega en este proceso. Una derrota de Trinidad Jiménez supondría una censura a Zapatero, venida directamente de una federación del partido. Tómas Gómez sabe que tiene oportunidades y ventaja porque está seguro de contar con la mayoría de la federación regional de su parte. Habrá que ver si esa mayoría permanece sólida o el poder del aparato de Ferraz es más atractivo. No quiero arriesgarme a pronosticar qué ocurrirá.
El PSM parece enfrentarse a un terrible dilema: una candidata con buena valoración electoral con un aparato regional abverso, frente a un candidato con pésimas opciones electorales controlando ese mismo aparato regional. Trinidad es apoyo a Zapatero y quizás un buen combate entre izquierda y derecha en Madrid, además de una remodelación de su gobierno que podría traer muchas sorpresas. Tomás es censura a Zapatero y la pérdida, una vez más, de la Puerta del Sol, con la consiguiente crisis en el liderazgo del presidente y en el seno del partido.
Ninguna opción es sencilla. El partido socialista ha dado una mala imagen en Madrid, región esencial si se quiere mantener el gobierno una legislatura más. Su opositor, el Partido Popular, no está en mejor situación. El pulso de Camps por mantener su candidatura en Valencia y el de Aguirre de vetar a los próximos de Gallardón, como Cobo, en la ciudad de Madrid, son un enfrentamiento directo al liderazgo de Rajoy.
No mantengo muchas esperanzas en lo que pueda venir, no mientras sea más importante saber quién ocupará tal puesto o cargo, en vez de qué proyectos e ideas se están confrontando para servir a la sociedad.
miércoles, 30 de junio de 2010
Huelga de Metro de Madrid
Para no entretenerse con este tema tan complicado, los trabajadores de Metro acuden a la huelga porque el recorte de salarios aplicado por el Gobierno de Esperanza Aguirre a todos los trabajadores públicos de Madrid rompe el convenio con los sindicatos de Metro. Los trabajadores de Metro no son funcionarios, sino que están sujetos a negociación colectiva. Los sindicatos del Metro intentaron negociar con el Gobierno de Esperanza Aguirre para llegar a un acuerdo.
Vulnerar el convenio colectivo supondría un grave precedente en la defensa y el respeto de los derechos de los trabajadores. Esta huelga no es exigir que no se lleven a cabo medidas, sino que se respete la ley y se negocie con los trabajadores.
Por supuesto, no hay que obviar el recurso de los trabajadores a impedir trabajar a otros compañeros, supuestas o agresias o, lo más notable, el incumplimiento de los servicios mínimos, cuestiones más que criticables. El afán antisocial de muchas administraciones ha llevado, comprobado está, a servicios mínimos abusivos, que la justicia no logra reconocer a tiempo. Un buen ejemplo son los ejemplos de los servicios mínimos en las huelgas en la sanidad, cuyo recurso puede demorarse años hasta una sentencia definitiva, en perjuicio de los derechos de los trabajadores.
Los trabajadores de Metro, por desgracia, no han tenido muchas alternativas dignas. Comprobamos la tremenda injusticia y desigualdad que se ejerce en muchos campos. Mientras las grandes fortunas escondidas en Suiza, a salvo de Hacienda, no sufrirán sanciones por sus delitos, los pequeños contribuyentes no disfrutan de esos privilegios. Mientras los grandes bancos, el poder financiero, los especuladores y todos aquellos culpables de la crisis se libran de dar un esfuerzo proporcionado a lo que han causado, son los trabajadores en quienes recae el mayor esfuerzo fiscal y salarial, además de la merma de sus derechos como trabajadores y como ciudadanos.
No quiero olvidar un paralelismo histórico, que sin duda le agradaría a la desgracia que gobierna Madrid, Esperanza Aguirre. A ella, que tanto le entusiasma emular a Margaret Thatcher, sin duda le habrá venido a la mente el pulso que mantuvo la "Dama de hierro" con los mineros en huelga de 1984, pulso que acabó ganando la primer ministro.
Por eso, tenemos que tener muy presente la Historia para razonar nuestros argumentos. La reacción de Aguirre a la huelga no es sólo porque quiera demostrar que su partido no es en nada proletario o social, sino porque quiere tumbar a los sindicatos, y con ellos los derechos de los trabajadores. Con ello, ya no habría límite para su soñado Estado liberal no intervencionista, antisocial y elitista.
Hoy, los ciudadanos debemos estar en solidaridad y comprensión con los trabajadores en huelga. Exigir servicios mínimos racionales y dejar trabajar libremente a los que quieran, por supuesto. Pero hoy la lucha es por los derechos de estos trabajadores, para que mañana sean los de todos, manteniendo un movimiento sindical sincero, por encima de la huelga general, ritual de las direcciones centrales de los grandes sindicatos, más preocupados por seguir viviendo a costa del Estado y de los trabajadores, no para los trabajadores.
viernes, 9 de abril de 2010
PSM y PP-Madrid o cómo David puede derrotar a Goliat (I)

Varios datos a recordar:
No es verdad que el Gobierno de España no invierta en Madrid:
-Presupuestos Generales
-Plan E
-Planes de desarrollo de ferrocarril en estaciones, Cercanías y Alta Velocidad
-Operación Campamento
-Terrenos de la cárcel de Carabanchel, etcétera
El Gobierno de Esperanza Aguirre está haciendo lo siguiente:
-Recorta sistemáticamente todas las ayudas a clases de apoyo, extraescolares, cursos y locales de ocio y cultura, como cibers y centros de lectura.
-Construye nuevos hospitales a la vez que mantiene la misma población sanitaria, con lo que disminuye la media de efectivos por hospital. El tiempo de consulta se reduce ininterrumpidamente. La inversión es por tanto mínima y orientada únicamente a la construcción y gestión o, en otras palabras, constructoras y empresas privadas.
-Incumple el desarrollo de la ley de dependencia, con el agravante que supone este desequilibrio respecto a otras comunidades autónomos. Los madrileños no estamos en igualdad de condiciones respecto al resto de españoles.
¿Quién invierte y quién no? Esperanza Aguirre puede ser todo lo Thatcher que quiera, recibir muchos votos y una buena popularidad. Pero sus planteamientos son falsos, su discurso es populismo de ricos.
Ahora bien, ¿conseguirá la oposición socialista ganar las elecciones desde la última vez hace 23 años? Parto del hecho que las elecciones las pierde el Gobierno y no la oposición, con lo que al PSM le queda poco margen de maniobra más que:
-Ser conscientes que los cambios no se consiguen en cuatro años en circunstancias normales.
-Mantener una línea coherente a largo plazo. Integrar un buen equipo donde prime más la capacidad que la afinidad no ideológica. Asimismo, apartar a aquellos cuya única aspiración es medrar sobre el resto. Dudo que hayan ganado alguna vez equipos no cohesionados. Los asientos y cargos de la oposición no son la meta.
-Respetar y alentar el debate externo e interno, obviamente encaminado a defender un programa netamente progresista. Es más legítimo decir “este señor de aquí no propone nada más que su promoción personal” a “este fulanito de aquí no me gusta”. Los silencios cómplices a la espera del momento del oportunismo son deplorables.
-Posibilitar una formación ideológica íntegra desde las bases hasta las cúpulas. No basta decir que algo del Gobierno está mal, hay que saber por qué y qué conlleva el ideario progresista.
Por otro lado, el PSM debe en tener en cuenta diversos datos que lastran su crecimiento:
-El descuido dado al cinturón rojo de Madrid y a los barrios obreros de la ciudad, ya sea por no llevar a cabo una concienciación ciudadana progresista al margen de los ingresos y la movilidad social, no ayudar en la integración de jóvenes y en la relación con la llegada de inmigrantes.
-Creo que no se han comprendido bien los cambios de esta sociedad. Por otro lado, la gestión prepotente y sospechosa en muchos ayuntamientos ha provocado la reacción de parte de los ciudadanos.
-Hay que tener presente una cosa bastante simplona: ROBAR ES MALO. Que los otros roben no es un consuelo, la desgracia es que haya tentaciones en ambos lados y que los controles ciudadanos brillen por su ausencia.
-El desprestigio que arrastra el sector público: malos transportes, fracaso escolar y hospitales colapsados. Allá donde quede un gobierno socialista, éste debe gestionar sus servicios públicos de forma transparente y eficiente. Un buen coche es una prueba de ascenso social, pero es mucho mejor coger un autobús o un tren con buen horario que sean capaces de ir de los barrios a los lugares de trabajo y ocio.
-A lo mejor hay que llegar a un nuevo modelo de ciudad más heterogénea que combine mejor industria y servicios con las residencias y el ocio. Dejemos los modelos radiales, Madrid no debe ser el agujero negro de la región.
No he hablado de personas. Me da igual si es Tomás Gómez u otro. Los ciudadanos quieren un líder firme y que hable claro. Las conciencias de clase y de izquierda y derecha se van difuminando por las nuevas formas de comunicación y del desarrollo de la sociedad. Ahora bien, tenemos que ser capaces de decir si queremos un anuncio vacio a uno con contenido.
martes, 2 de febrero de 2010
Populismo de derechas
Hay teóricos (los estructural-funcionalistas) que sostienen que el fenómeno del populismo sólo puede darse en aquellos países con menor grado de desarrollo y débil consolidación democrática. Pero yo no creo que esto sea así. Esos parámetros son válidos para el populismo de izquierdas, aquel que incorpora a las masas empobrecidas al sistema. Pero, ¿acaso no hay un populismo de derechas, un populismo para ricos?
El populismo crea la idea de un “pueblo” como una totalidad de individuos enfrentados a los que no son el “pueblo”, en el caso del populismo de izquierdas el pueblo es la masa empobrecida, discriminada de la participación política, contra las viejas élites, celosas de sus privilegios. En el populismo de derechas la situación se invierte: el pueblo está formado por individuos dotados de un buen nivel de vida (gracias al desarrollo del Estado de bienestar socialdemócrata) pero que se niegan a abrirlo a las nuevas capas sociales, sobre todo inmigrantes, parados, incluso jóvenes, a los que se tilda de “vagos” para negarles las ayudas del bienestar. A los inmigrantes incluso se les cataloga como enemigos de la sociedad por el “peligro que suponen” sus costumbres y cultura.
El populismo de derechas no deja de ser un ideario de derecha, profundamente elitista, ya que las instituciones deben estar controladas por un número reducido de clientelas controladas. Pero, fiel al ideal liberal de que el individuo debe crearse su propio camino sobre el resto para ser ciudadano, crea la ilusión de hacer partícipes de la vida pública a esos mismos ciudadanos que han adquirido un buen nivel de vida. El populismo de derechas hace que quieran identificarse con la élite, situándose, como pueblo, por encima de esos “peligros” que he citado anteriormente. Para crear esta idea es muy importante la figura del líder.
El líder debe tener el carisma weberiano. Es él quien representa a la totalidad de ese “pueblo”, y el partido no es más que un instrumento para el dominio. El líder se identifica con el pueblo, adopta un aire campechano, lejos de cualquier ideal culto, pero sin dejar de tener un aire elitista. El “pueblo”, a su vez, ve en él su modelo, con el que quieren identificarse, cercano pero superior, y así crean esa motivación de formar parte de la élite, por encima de los elementos nefastos de la sociedad.
El control se asegura por la distribución de los cargos públicos como premios por la fidelidad, y no por las capacidades de los individuos. Así, se tenderá a apartar a los “disidentes” y a mantener coaliciones de personalidades por las prebendas del poder público, que no son sólo puestos bien retribuidos, sino la influencia que generan. La corrupción es inevitable, pero no es censurada, ya que se esgrime que los beneficios que genera esa administración son mayores que lo que han robado, aspectos circunstanciales inherentes al poder. La corrupción se presenta como un mal inevitable, pero justificado, y como modelo para la sociedad, que ve el éxito que han tenido y quieren emularlos.
¿Y la oposición? La oposición existe, pero es incapaz de tomar el poder. Primero, porque se halla dividida; segundo, porque su programa alternativo, casi siempre moralista y republicanista, no convence porque no presenta los “beneficios” del gobierno populista; tercero, sus líderes no gozan del carisma del líder populista, no son capaces de aunar voluntades; y cuarto y último, parte de la oposición está comprada por el poder o animada por éste a dividir las fuerzas opositoras. Si por casualidad consiguen llegar al poder, son desestabilizados de tal forma que no puedan o no se atrevan a llevar a cabo reformas tendentes a acabar con este populismo de derechas. Los recursos son amplios: compra de votos, disgregar la coalición gobernante, desprestigiarlos, ¡acusarlos de corrupción!...
Con estas premisas se entiende el populismo que han creado Berlusconi en Italia, Sarkozy en Francia (con menores resultados), y en España los caudillos regionales de Madrid y Valencia. Con esto se entiende el trágico papel que han asumido el PS francés, el PD italiano, el PSOE madrileño o valenciano, las “traiciones” de los centristas franceses, del italiano Mastella, de los Tamayo y Sáez, las triquiñuelas que se esconden en las leyes-escudo de Berlusconi, la caza de enemigos de Sarkozy como Villepin, las tejemanejes de Caja Madrid o los trajes de Camps… y, sobre todo, por qué por estos motivos la sociedad no ha acabado con su voto con los corruptos, con los ladrones, con los populistas que han asesinado a la democracia política y a la libertad.