Mostrando entradas con la etiqueta Bernstein. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Bernstein. Mostrar todas las entradas

viernes, 3 de julio de 2009

El pensamiento político de la socialdemocracia


La II Internacional estaba relacionada con los partidos socialdemócratas, imitando al SPD, el partido modelo. Desde sus orígenes, la Internacional tuvo la idea de transformación gradual de las estructuras de la sociedad capitalista, separándose del anarquismo y del comunismo.


Tras la Comuna de París, Marx planteó como objetivos la creación de partidos obreros para la lucha parlamentaria y sindical y para hacer la revolución, que profundizase en la conciencia de clase y fueran recogiendo mejoras sociales.


Como los partidos obreros consiguen tener más votos y avances sociales consiguen mejorar la vida de los trabajadores en el sistema. Acentúan su reformismo y su integración en el sistema. La revolución se arrincona al futuro.


Eduard Bernstein intenta adecuar los principios del SPD. Si la política que domina es la gradual, lo que hay que hacer es olvidar la revolución y revisar los presupuestos marxistas. Tras la revolución rusa de 1917 Karl Kautsky, que ha sido el continuador de la ortodoxia frente al revisionismo, se suma a Bernstein y considera que la revolución rusa no es el camino, que sólo se puede hacer por vía democrática.


Estos partidos se dividen entre revolucionarios y reformistas. El SPD reproduce en su seno los grandes debates del movimiento obrero entre las corrientes de Bernstein y de Kautsky.


Esas dos corrientes estaban presentes mucho antes que ellos. En 1875 se fundó el SPD como fusión del partido socialista de Lassalle, reformista y estatalista, y el partido marxista de Wilhelm Liebknecht y August Bebel. En el congreso de Gotha se hizo un ideario común, que Marx atacó en “Crítica del programa de Gotha”, porque defendía un proceso gradual y reformas dentro del Estado. En el congreso de Erfurt de 1891, se dio un nuevo programa, divido en máximo o teórico, elaborado por Kautsky, y otro mínimo o práctico, de Bernstein.


La socialdemocracia es la teoría más pragmática, la transformación desde el interior del capitalismo. Defendía la extensión del sufragio universal masculino y femenino, la libertad de prensa, la de reunión, abogados gratuitos, abolición de la pena de muerte, educación infantil, milicia popular, democracia social, sistema de sanidad, seguros sociales, jornada de 8 horas y prohibición del trabajo infantil, entre otros. El debate es qué corriente debe dominar.

lunes, 9 de marzo de 2009

La lucha al Estado democrático (IV)


Confieso que no me entusiasma el ideal de vida que nos presentan aquellos que creen que el estado normal del hombre es luchar sin fin para salir de apuros, que esa refriega en la que todos pisan, se dan codazos y se aplastan, típica de la sociedad actual, sea el destino más deseable de la humanidad”.


John Stuart Mill


El socialismo, entonces, se alzó como la doctrina que pretendía acabar con las injusticias del Estado liberal. El socialismo sólo se puede entender con el liberalismo, como derivación del liberalismo y mejora del liberalismo. La superación. El paso siguiente.


Marx dijo que el proletariado haría la revolución en nombre de la inmensa mayoría, que la dictadura del proletariado sería la alternativa a la dictadura de la burguesía, como paso previo a la sociedad sin clases y sin Estado. El Estado era el aparato de represión de la burguesía dominante contra el proletariado dominado.


Los partidos obreros, más que a la revolución violenta, jugaron la carta del reformismo parlamentario. Y se consiguieron mejoras, o se llegó pacíficamente al gobierno, como en Suecia a inicios de los años treinta. En ese juego adoptaron implícitamente el revisionismo de Berstein o las tácticas de Kautsky, al tiempo que se mantenía el lenguaje revolucionario. Esta doble práctica posibilitó la labor de la socialdemocracia para la democratización del sistema al tiempo que la idea de revolución y sociedad socialista permanecían como el futuro categórico.


¿Qué pretendían aquí? Bernstein sostenía que la revolución, aunque no se debía renunciar a ella, sin embargo sí debía alejarse, “por si acaso”, debió pensar, mientras la socialdemocracia se metía de lleno en la lucha por la democratización y la cuestión social. Kautsky, en cambio, nunca abandonó la idea de revolución. Esta siempre seguía allí, llegaría cuando las condiciones subjetivas estuvieran maduras. Mientras, la labor socialdemócrata sería la lucha parlamentaria y la educación de las clases trabajadoras. ¿No convergen en algún punto estos dos próceres del socialismo, que una vez lideraron corrientes divergentes pero unidas?


El socialismo, tal como lo veían, tal como lo veía Pablo Iglesias, era la superación del liberalismo, partiendo de él, conociéndolo (Quienes contraponen liberalismo y socialismo, o no conocen el primero o no saben los verdaderos objetivos del segundo). Los partidos socialdemócratas cumplían esa misión hacia la democracia y hacia la libertad.


Hasta la gran fractura…

miércoles, 4 de marzo de 2009

Reflexiones electorales autonómicas (y III): en general

Conociendo ya lo que ha pasado en Galicia y en Euskadi, hay que hacer una lectura nacional. Las elecciones han sido, eso sí, de ámbito regional y se ha votado en conciencia con los problemas de cada región y las propuestas de cada partido. El bipartito galego ha sido suspendido por sus errores y el tripartito vasco por su matraca conocida por todos. Exceptuando Canarias, España tendrá gobiernos autonómicos sin presidencias nacionalistas. Los nacionalistas clásicos, como CiU y el PNV, se verán desplazados de los Gobiernos que dirigieron durante décadas.

A nivel nacional, el desplazamiento del PNV a la oposición hará que, inevitablemente, nieguen el apoyo que hasta ahora otorgaron al Gobierno nacional. Ellos fueron fundamentales para aprobar los Presupuestos Generales, lo mismo que el PSE a los vascos. La izquierda más allá del PSOE, como IU, ICV, ERC o BNG, representan 7 escaños. Aún la izquierda tiene a nivel nacional mayoría absoluta, pero tres de ellos son de confesión nacionalista, o pseudonacionalista, como ICV, que tendría que mirar el ejemplo de Ezker Batúa de lo que pasa con los partidos de izquierdas que se entregan al nacionalismo (véase lo que pasó con la “atrasada” Extremadura).

Ahora mismo, IU está embarcada en el radicalismo, o lo que es lo mismo, en que la mejor defensa contra su desaparición es un ataque a todo (espero que no sea “morir matando”) y negando todo apoyo al PSOE a nivel nacional, por no ser “suficientemente de izquierdas”. El BNG, tras la experiencia del bipartito y de nuevo en la oposición, quizás tampoco esté por la labor de apoyar al ejecutivo. ERC, en cambio, se ve con posibilidades de adquirir influencia. ¡Esperemos que sólo sea influencia seria, y no “tajadas”, como diría el jeltzale Erkoreka! Falto el PSOE del resto de la izquierda y de los nacionalistas vascos, está CiU. Artur Mas ya ha dicho que no piensa ser el “salvavidas” de los socialistas, quejoso de no tener el Gobierno catalán.

Esto de las formaciones más votadas nos lleva a hacer una reflexión sobre el sistema electoral. ¿Dice alguna ley que deba gobernar la fuerza más votada? No. Gobierna el que tiene más apoyos para poder gobernar. Si se tiene mayoría absoluta, sobran las negociaciones, si se tiene que recurrir a alianzas, a negociar (que no tiene que ser decir sí a todo, como hizo CiU en 2003 para mantenerse en el poder). ¿Gobierna el PSOE en Canarias? Fueron los más votados, pero no consiguieron los apoyos (además de por la estúpida ley electoral canaria, más los intereses de negocios de CC y PP, que eso une mucho) y el Gobierno que hay en su alternativa es legítimo y legal. Igual en Galicia en 2005 con el PP, igual que en Baleares en 2007, etcétera, etcétera… no hay una ley electoral mayoritaria.

Dicho esto, creo que CiU estará a bien llegar a acuerdos con el Gobierno. Unió tiene muchas ganas de llegar a ello y la federación nacionalista tiene una larga costumbre de acuerdos con el ejecutivo nacional, del color que sea. Saben que lo otro, un ejecutivo socialista débil, es malo.

¿Por qué? Aquí hay dos posibles vías.

Un ejecutivo débil no suele sobrevivir mucho tiempo. El punto más importante son siempre los Presupuestos de cada año, y cobran más importancia en un momento de crisis económica. Hasta ahora, el PSOE ha salvado cada año los Presupuestos a base de los votos de la izquierda, de PNV o de CiU, y la mayoría de veces vetada en el Senado inútil. ¿De qué vale un “veto” del Senado? Es veto si consigue impedirlo, no si el Congreso pasa por encima, entonces al veto se le llama tontería, y al Senado inútil.

Pero si el Gobierno no consigue aprobar los Presupuestos para 2010, que supuestamente deben ir totalmente de lleno a luchar contra la crisis económica, lo que pasa es que se prorrogan los Presupuestos de 2009, que sabemos todos que las circunstancias económicas se están degradando cada vez más en todo el mundo y ya no sabe responder a los problemas actuales. Así que con Presupuestos irreales no se arregla una economía.

¿Culpa del Gobierno? No tiene por qué, en esto entra totalmente saber vender lo que pasa: una posible obstrucción a la lucha contra la crisis por parte de los nacionalistas, frente a un Gobierno socialista que lucha para resolver la economía… adiós a los nacionalistas en las elecciones. Ojo, porque también, vendido mal, lo que hace es que en elecciones vuelva el Partido Popular, y entonces los nacionalistas pierden toda capacidad de influencia. Y si es el PSOE quien lo vende bien y se beneficia… quien sabe, quizás consiga una mayoría más amplia…

Los nacionalistas están muy acorralados en esta situación.

Pero no todo es de color de rosa para el Gobierno. Para esto, hay un buen análisis en El País de ayer. El PSOE mantiene la mayoría a nivel nacional por los buenos resultados en Euskadi y Cataluña, donde el PP no los iguala. ¿Y el resto de España? Vamos a hacer un breve recuerdo… Madrid, Valencia, Andalucía… las comunidades más pobladas, pero donde hay un PSOE más débil, aunque con apoyos del 40% en elecciones nacionales en las dos primeras y un socialismo fuerte en Andalucía, pero con un PP cada vez más fuerte. Y a nivel autonómico, la posición del PSM y del PSPV es dramática. No olvidemos que Valencia y Madrid fueron grandes fortalezas socialistas en los inicios de la democracia actual.

El PSOE es la única opción socialdemócrata de éxito en Europa, pero sus bases están flaqueando con la crisis, y una hipotética derrota no es sólo una derrota a un modo distinto de luchar contra la crisis, es el camino a perder la iniciativa política y seguir el camino del PS francés, del SPD alemán o del PD italiano…

Pero no se puede luchar contra la crisis en solitario. Celanova o Zarautz no pueden combatir solas a la crisis económica, lo mismo que ni Galicia ni Euskadi pueden, ni España sin el resto del mundo. Ni la izquierda nacional sin el resto de la izquierda mundial. Está muy claro que se necesita cambiar cuanto antes el sistema económico, porque, no me cansaré de repetirlo, el capitalismo está Agotado, Derrotado. Si la izquierda no actúa Ya, adiós izquierda. No se eligen a doscientos diputados para perder el tiempo en conservar el poder, mantener los ámbitos de influencia y los favores para que todo siga igual. Entonces los ciudadanos progresistas les mandarán, merecidamente y con razón, no a la oposición, sino al garete.

No vale un argumento ya de que “mejor nosotros que ellos, que son peores”. ¡Es que no tiene que darse esa situación, porque es para echarse a correr! No se puede ser menos peor, se tiene que ser mejor Siempre. La corrupción, las malas prácticas, los satélites de favores en torno a los políticos, tienen que acabar. El reformismo no es maquillar el sistema para no cambiar nada, el reformismo es cambiar el sistema radicalmente, y eso mismo pensaban Bernstein y Kautsky, antes que recurrir a la revolución, por lo que puede entrañar, y es que todas las revoluciones son siempre traicionadas desde arriba. Hay que insistir, si el PSOE no camina hacia un reformismo radical del sistema, las cosas no irán bien. Y si no se elimina a los parásitos del erario público, peor.

El Gobierno puede hacerlo, porque Zapatero es una persona muy honrada y con toda la autoridad para hacerlo. Pero también hay que contar con que el resto del mundo también se quiera cambiar el sistema, y si no pueden dar el paso, quizás haya que hacer una red paralela a todo lo existente para animar a que se dé el paso.

jueves, 5 de febrero de 2009

¿El fin de la historia? La socialdemocracia como continuación de la misma

Escribe Domènec Ruiz Devesa en El País del 3 de febrero una interesante reflexión, derivada sobre la teoría de Francis Fukuyama en 1989, acerca del fin de la historia con el derrumbamiento del comunismo y la “victoria” del capitalismo y de la democracia liberal. Tras 1989, la lucha ha ido más en el enfrentamiento del mundo occidental contra el nacionalismo y el fundamentalismo religioso.


Pero, como dice, no se han cumplido las tesis de Fukuyama de resolución de las cuestiones económicas o sociales en los países desarrollados y subdesarrollados, del fin de la contradicción entre capital y trabajo. La persistencia de las crisis económicas y el fracaso del modelo neoliberal en América Latina primero, y en Europa ahora, destruyen esos planteamientos. El neoliberalismo, según Ruiz Devesa, es “una desviación temporal en esa evolución ideológica de impronta hegeliana que proponía Fukuyama, ya que pretende volver a un estado anterior de la humanidad, el del laissez-faire, donde la economía prevalece sobre la política, y donde no hay posibilidad de pacto entre el capital y el trabajo, ya que el primero debe prevalecer, sin ambages, sobre el segundo”.


Fue tanto el poder de esta idea –aunque trajera la privatización de sectores estratégicos, de los servicios públicos, mayores desigualdades, menor crecimiento económico y el final colapso financiero de estos días –que, y al utilizar a Gramsci acierta de pleno, formó la hegemonía cultural y la izquierda cayó presa de su lenguaje, su agenda, sus usos y su discurso. En esto también se puede aplicar a la teoría del marco de lenguaje de Lakoff.


Frente a ello la socialdemocracia, como idea, palabra y movimiento, recupera su fuerza. Ruiz Devesa la condensa muy bien al considerarla como la ideología que “persigue la igualdad real sobre la formal y que opera de acuerdo con el principio de la prevalencia de la política democrática sobre la economía. (…) El sistema de mercado existe (…), pero opera dentro de las reglas que fija el poder político, lo que incluye al Estado de bienestar”. Una explicación perfecta.


El reto para la socialdemocracia, en un mundo cada vez más interconectado e interdependiente, consiste en alcanzar grados de integración y cooperación política entre los países que permitan la recuperación del equilibrio entre Estado y mercado. El momento histórico es propicio”. Exacto.


No falla el planteamiento, falla la puesta en práctica. A día de hoy, el Foro Social Mundial de Belém es un excelente órgano de debate, discusión y creación de propuestas para la izquierda. Desgraciadamente, cuando el Foro termina y cada uno se va a su casa, cada izquierda sigue un planteamiento limitado a sus fronteras nacionales. La Internacional Socialista dejó de ser el órgano de coordinación de los trabajadores del mundo para ser un club de escasa relevancia de partidos, sin una directriz internacional proactiva.


La socialdemocracia se encuentra atravesada por una batalla entre dar el paso al cambio real o el mantenimiento, con las reformas mínimas y a regañadientes, de un sistema que hace aguas por todas partes. La producción baja, el consumo baja, el paro aumenta, se pasa del riesgo de inflación a deflación, las Bolsas dan un continuo vaivén semanal. Los Gobiernos luchan por mantener a flote los bancos, porque si no esto sería ya una desgracia mundial mucho peor que 1929. Los países occidentales tienen mejor capacidad de reacción ante la crisis, mantienen los subsidios de paro y la precaria paz social se mantiene. Pero, ¿por cuánto tiempo? La crisis, si sigue la lógica capitalista, terminará por pasar, y los índices de crecimiento volverán a subir. Sin embargo, ¿los países en vías de desarrollo, o los directamente infradesarrollados, aguantarán? Es por eso que a la lógica capitalista la debemos cambiar por la lógica socialista.


La lógica socialista es aquella que supera al capitalismo. El hombre no es nada sin el hombre, se forma una inevitable colectividad, una sociedad donde cada individuo siempre guarda lazos con otro, y ese con otro, y así al infinito, hasta alcanzar la totalidad de la humanidad. Por ello, se crean infinidad de sentimientos y una conciencia propia y colectiva. Nos preocupan la vida y los problemas de las personas,y la comunidad, unida, puede encarar más fuerte la solución de cualquier problema que se planteen.


Desautorizando la teoría –cualquier teoría –del fin de la historia, no se puede arrogar una sociedad, una época, un país o un bloque mundial el decreto de haber llegado al cenit de la historia, simplemente porque (a menos que mañana el Sol explote, se escapen las cabezas nucleares de Rusia o se abran los cielos para el Juicio Final) la historia del hombre no tiene fin. Se pueden elaborar débiles certezas y teorías de lo que puede suceder en el futuro próximo, pero no llegar a la conclusión que toda la carrera científica, tecnológica y social humana no puede ir a más.


Los liberales veían en el capitalismo el fin de la historia, Marx lo vio en la sociedad comunista. Simplemente observando los infinitos cambios que ha experimentado la humanidad desde que se separó del mono o de la costilla de Adán, la capacidad del ser humano es ilimitada. Hoy el único movimiento posible en la historia es la socialdemocracia y un mundo socialista. Mañana quizás sea otro.


El camino hacia la historia es el socialismo, no tanto el fin del movimiento, sino el movimiento en sí, porque el fin son utopías, frustraciones que obstaculizan el camino. El socialismo debe ser la orientación, pero sin fin definido, para construir siempre el socialismo y abrirlo a nuevos cambios y realidades, a nuevas reivindicaciones y a la democracia. Siempre debe haber transformaciones sociales, como profundización permanente para construir el socialismo, poco a poco pero sin descanso… hasta que en un futuro cercano o lejano el ser humano vaya más allá. Esto lo sostenían Eduard Bernstein y Lev Trotsky.


Es la reforma sin fin, porque el camino del ser humano no tiene fin. Hasta que, como digo, explote el Sol.

sábado, 31 de enero de 2009

Besancenot

Olivier Besancenot fue entrevistado por El País. Besancenot es el líder del partido trotskista Liga Comunista Revolucionaria, y dentro de una semana la izquierda a la izquierda del Partido Comunista Francés creará, con Besancenot como líder, el Nuevo Partido Anticapitalista (pero dale que dale con el anti-algo).


La entrevista me ha gustado, ha salido como una buena persona con ideas. Claro que ideológicamente no estamos en la misma onda. Él es cartero, no un político profesional. Un 13% de los franceses lo votaría en la primera ronda. Cae bien y tiene el reconocimiento de los simpatizantes de la izquierda. En el resto de partidos le temen, unos por su capacidad de convocatoria y otros por los votos que les puede quitar.


“Pues que no soportamos la sociedad actual, que produce más de lo necesario, y que debemos crear algo nuevo donde vivir”. Dice, respecto a qué es para él el anticapitalismo. Sin embargo esa definición queda grande para una palabra tan vacía. Esa es la definición para superar el capitalismo, no ser su anti. Hay que pensar que el socialismo es una opción de superación, y que según Marx es el siguiente estadio, del capitalismo. El anticapitalismo es quizás más algo reaccionario contra un sistema que nunca debió existir… pero sin el capitalismo no se podía llegar tampoco al socialismo. Contradictorio.


Quizás lo más especial de él es que no es político profesional, es un trabajador, un mileurista, algo totalmente distinto a los viejos dinosaurios de la izquierda, viviendo de sus altos sueldos de diputados, senadores, consejeros de administración o de sus conferencias. Ese éxito les ha arrebatado parte del ser de la izquierda, que Besancenot aún conserva. Dice que no quiere dedicarse a la política toda su vida, pero esa es una promesa que yo no creo. Y menos esperanzas a que cuando eso pase no se convierta en uno más. El éxito es realmente perverso para la lucha social, paradójicamente.


Dice buscar algo nuevo, “un socialismo del siglo XXI”, entre el “capitalismo y el estalinismo”. “"Observamos y estudiamos todo lo que, por tradición obrera y anticapitalista, nos es afín: el régimen venezolano, el cubano, el vietnamita, el chino, el guevarismo, el troskismo, los movimientos obreros, los movimientos ecologistas, feministas... Asumiendo que la sociedad ideal por la que luchamos a lo mejor no existe”. Aunque todo lo primero que he escrito aquí sobre él, a base de la entrevista de El País, sea muy bonito y casi esperanzador, en este párrafo hay cosas que ponen los pelos de punta. Socialismo del siglo XXI suena demasiado a aquello que proclama Chávez, que al final ni es socialismo ni es nada, sino algo más parecido a petrolismo, una esperanza radicada en el precio del crudo y no en los individuos. Entre el capitalismo y el estalinismo, tampoco. El estalinismo, por el horror humano y la traición que hizo al socialismo y a la sociedad soviética, es ya reliquia de museo. El capitalismo tiene que ser superado: entonces quizá el nuevo sistema tenga que ser superior al capitalismo.


Observar y estudiar muchos sistemas y movimientos de la izquierda está muy bien, pero sin caer en el error de elegir entre libertad e igualdad, que es lo que pasó en la Rusia bolchevique, y de ahí todas las “revoluciones” y sistemas comunistas siguientes siguieron ahondando. “(…) el vietnamita, el chino…”. ¿Eso son modelos anticapitalistas? Pues en esto sí que ha errado. Me quedo con una frase genial: “Asumiendo que la sociedad ideal por la que luchamos a lo mejor no existe”. Eso sí que es antidogmático y acertado. Aunque sea una de las ideas de la socialdemocracia de Kautsky: al final toda la izquierda asume implícitamente la práctica reformista. A Bernstein y a Kautsky.

jueves, 9 de octubre de 2008

Sobre la dictadura del proletariado


La dictadura del proletariado ha sido uno de los conceptos más pervertidos desde su teorización por Karl Marx. Degradado por la práctica y la traición del leninismo, despreciado y estigmatizado por la derecha, comparándolo con cualquier cosa semejante al autoritarismo y totalitarismo conservador y fascista, dictadura del proletariado nos suena a cualquier cosa menos a un verdadero socialismo, un socialismo como tiene que ser: perfecto.

No por ello voy a decir que defiendo el concepto dictadura del proletariado. Dictadura ha sido siempre algo excepcional, pero también algo negativo. En la República romana los dictadores, los dictadores legales, estaban sujetos a un período de seis meses y sólo porque la situación (guerras, conflictos sociales…) lo requería. En las postrimerías de la República la ley se degradó y dictadores como Sila o César ejercieron su dictadura de forma ilegal, contraria a la tradición romana. En la Edad Media los "dictadores" eran los condottieri italianos, que controlaban ciudades Estado no por la voluntad de sus ciudadanos, sino por la de las armas (como los Medicis). En la época contemporánea los dictadores han venido siguiendo esa situación de negatividad: la dictadura misma era una negación de los valores liberales impuestos al albor de las revoluciones liberal burguesas. Donde antes se había combatido por la libertad del individuo, por la igualdad jurídica y la propiedad privada, se combatía en nombre de un Imperio francés, de una regresión conservadora de la revolución. Luego, tenemos las dictaduras autoritarias de derechas y los horribles totalitarismos fascista y nazi, la negación total del liberalismo y sus conquistas.

En el otro lado, está la dictadura del proletariado. Marx veía en la dictadura del proletariado un proceso temporal, la conquista del Estado por parte del proletariado revolucionario, con un mandato muy expreso: conquistar el Estado para destruir ese Estado. La dictadura del proletariado es el momento del Estado socialista, donde el proletariado se sirve de los aparatos de represión que otrora ejercieron los burgueses contra ellos para eliminar a esa clase burguesa, para cambiar las estructuras socioeconómicas existentes y encumbrar a una nueva sociedad, la sociedad sin clases, la sociedad comunista. En ello, desaparecería todo por lo que el Estado es necesario y entonces sólo tendría que dejar de existir, daría lugar a la más perfecta democracia. Es como una regresión al estado natural que describía Locke en "Dos tratados sobre el gobierno civil", pero sin el egoísmo personal y la arbitrariedad que obligan a la existencia del aparato estatal.

Kautsky lo ve de una manera parecida, pero muy distinta. Condicionado por la situación del Partido Socialdemócrata Alemán a fines del siglo XIX, a caballo entre el revisionismo de Bernstein y el marxismo ortodoxo de Luxemburgo, y con la espada de Damocles de las leyes antisocialistas alemanas pendientes de ellos, teorizó un nuevo concepto: el partido no hace la revolución, ésta viene de por sí; además, la revolución es la llegada al poder del partido, por la vía electoral. La dictadura del proletariado era un estado de cosas que surgía de la democracia cuando el proletariado se había convertido en clase predominante, pero no es una forma de gobierno que niega los derechos políticos y civiles a la oposición, por la sencilla razón de que una clase no puede gobernar. La dictadura del proletariado exige que la clase obrera llegue al poder por la mayoría parlamentaria, y que el partido de la clase obrera transforme el Estado a través del parlamento. El régimen no debe suprimir los derechos políticos y civiles, y estaría obligado, por elecciones, a verificar su mayoría de forma periódica. Así, Kautsky identifica socialismo con la democracia.

La práctica corrompió la teoría. El primer Estado en establecer la dictadura del proletariado fue la Rusia de Lenin. Lenin pervirtió esa tesis de Marx y dio un sentido totalitario a la dictadura: la dictadura es del partido, formado por una élite obrera, que gobierno no por el proletariado, sino sobre él, y sobre el resto de clases. El Estado es socialista, pero se queda anclado en el tiempo en ese estadio intermedio, con un objetivo: controlar el poder, no destruirlo. El partido traiciona los postulados marxistas y se convierte en la personificación misma del Estado, en el empleador absoluto de la represión de la opinión disidente y de todo derecho político y civil, bajo el argumento de lucha contra el mundo capitalista y de la construcción socialista, que exige todos los esfuerzos, sacrificios y penurias para conseguirlo. Trotsky ya denunció en 1904 que los métodos de Lenin conducen a que la organización del partido sustituya al partido mismo, el Comité Central a la organización del partido y, por último, un dictador al Comité Central.

Sigue habiendo un dictador, un control unificado, un poder arbitrario y un abuso despótico. Stalin no es producto de Stalin, Stalin es el producto de lo que ocasionó Lenin. De Stalin, tenemos un Tito, tenemos un Fidel Castro, un Mao, un Kim Yong Il… no es esa la dictadura del proletariado que dijera Marx. Es la dictadura, a secas, la dictadura de una persona, la dictadura de un partido, sobre su población, para el control del poder hasta la eternidad y sin avanzar un ápice a la sociedad comunista. El discurso socialista se convierte en el discurso legitimador del poder. Con algo muy relevante: que es mentira.

Luego, ¿serían estos países socialistas? En mi opinión, no.

Marx quiere destruir el Estado, Kautsky no ve necesidad en destruir el Estado, de momento. El Estado ha demostrado no ser lo que Marx veía con preocupación: el control de la clase burguesa sobre la clase obrera. El Estado ha sido integrador, se ha abierto a las diferentes clases, ha encauzado el camino a la democracia. Camino por el que ha discurrido por las aportaciones del liberalismo democrático y la socialdemocracia. No podemos entender socialismo sin entender el liberalismo: el socialismo nace de él, se nutre de las mismas fuentes, es una ideología nieta de la Ilustración, el estadio posterior al liberalismo.

La visión de Marx no era la de una dictadura sanguinaria y represora. Él, en mi opinión, lo veía como un momento limitado en el tiempo, un gobierno elegido libremente por la clase mayoría, esto es, la trabajadora, cuyo objetivo es establecer los mecanismos que conduzcan a la sociedad comunista en un medio o largo plazo, y mientras defender la revolución contra las clases anteriormente dominantes, la burguesía, si se resiste a los cambios. No es represión, sería defensa contra la reacción, y no tendría por qué ir acompañada de la violencia, a menos que fuera la burguesía la que recurriera a ella. De ningún modo puede ser una dictadura contra su propia clase social, ni podría establecerse como guardián de la ortodoxia revolucionaria frente a otras visiones revolucionarias, porque ello supondría la ruptura de la confianza dada por la clase trabajadora, y ésta, en su derecho, tiene la posibilidad de deponerlo y restaurar el proceso verdaderamente revolucionario con un gobierno que siga las premisas marxistas.

El socialismo, el comunismo, o esa dictadura del proletariado, no pueden renunciar a ni uno de los postulados de la Ilustración: libertad del individuo, igualdad jurídica y propiedad. Esa trilogía unida a las creencias propias: derechos sociales, igualdad de oportunidades y el sometimiento de la propiedad al interés general.

No debería llamarse dictadura del proletariado en tanto que es simplemente la democracia: el sometimiento de la vida en común de la sociedad a las normas dictadas por la mayoría con el respeto de la minoría, limitados por un contrato común basado en las aportaciones del socialismo. Eso será el socialismo, la democracia más perfecta.

La institucionalización de los partidos socialistas como partidos de gobierno y oposición ha derivado en una burocratización de sus estructuras, y un acomodamiento al sistema actual, donde una minoría controla un partido de masas, con un propósito en sus gobiernos: reformas mínimas, sin irse del sistema. No hay que irse del sistema, simplemente hay que cambiarlo, sin miedos, acabando con las antiguas minorías dominantes para un bien común: la no dominación. La no dominación de un monarca en la antigüedad, de una aristocracia o plutocracia política en la modernidad. Aunque sea esa misma minoría la que lo permita y, al igual que el harakiri de las Cortes del franquismo, se de la misma eutanasia para pasar al necesario estadio socialista.

miércoles, 28 de mayo de 2008

El movimiento lo es todo


En primer lugar perdón al compañero Miguel por no poder subir este post ayer que fue cuando lo prometí, pero las obligaciones universitarias en esta época de exámenes quitan mucho tiempo.

Como dije hace poco, mi carnet sigue en la estantería. Pero la experiencia vivida el domingo pasado me hace poco menos que obligado mencionarlo aquí. Como siempre, no pongo en duda ni mi ideología ni mi compromiso con las organizaciones socialistas. Ni mucho menos con mi obligación de mantenerme en la coherencia.

El domingo pasado asistí en calidad de delegado por mi agrupación al Comité Regional de las Juventudes Socialistas de Madrid (ahora por publicar en la universidad no puedo añadir, pero en casa incluiré en un nuevo post las enmiendas que yo elaboré). La verdad, es que aquello pareció la caza de brujas de tiempos pasados, y el ejercicio de la incoherencia.

No entraré en menudencias, como diría un senador por Galicia, como la mala maquetación de las enmiendas, frente a convocatorias anteriores (dificulta mucho el trabajo no ver enmiendas ni páginas numeradas. No me extenderé de que las dos comisiones formadas usaran métodos de aprobación de enmiendas distintos (que me digan por qué en una se deben defender y en la otra se pasan directamente a votación). No me explayaré en la caída de apoyos de la actual ejecutiva.

Cuando entré en las Juventudes pensé, iluso de mí, que no estarían contaminadas por la misma lacra que atañe a los partidos políticos: el trepismo. Cuan equivocado estaba, aquí se combina el trepismo con las ideas trasnochadas, muy acordes si fueran del espíritu del Partido Comunista pero ilógicas, irreales e irrelevantes en el seno del socialismo, máxime sabiendo a ciencia cierta que esas ideas son aparcadas por conseguir cuotas de poder. Me inclino ante tanta coherencia ideológica. Pero su nivel de coherencia es igual que su nivel de aportación. Parece ser que el marxismo más ortodoxo es ducho en criticar incansablemente lo que con tanta dedicación muchos compañeros han propuesto en las enmiendas, pero por el contrario opuesto a la presentación de otras tantas propuestas. Ni una. Eso sí, los jóvenes somos una clase en sí misma e independiente de las otras según algunos.

No me preocupa en absoluto que algunas enmiendas, de claro contenido internacionalista, realista y socialdemócrata, no pasen esos filtros. Hay otros. Y más que nada que esos contenidos los asuma la cúspide del Partido. Discrepo de Alberto en que el “infantilismo de la izquierda” de ellos, que es cierto, se cure. Porque, la verdad, no creo que esas ideas sean tan firmes para que las dejen en la cuneta por algo que puede más que la ideología: que no lo llamaría poder, lo llamaría sacar tajada. Se saca tajada aquí en el socialismo y allá en el conservadurismo, para perjuicio de esas ideologías.

El socialismo no es una ciencia, porque no es exacto, no es inmutable como que dos más dos son cuatro aquí y dentro de cinco mil años. El socialismo es una idea, una filosofía. Que es muy buena, sí. Que es la mejor, en mi opinión sí, y respeto de quien discrepe, porque hay que dudar de todo. Y como hay que dudar de todo, hay que dudar del socialismo.

Por eso, el socialismo es evolucionista, debe adaptarse a la sociedad de la misma manera que la sociedad se adapta al socialismo. No creo que sea igual la sociedad sueca ni el Partido Socialdemócrata sueco de 1932, cuando alcanzó el poder, sean los mismos que la sociedad sueca y los socialdemócratas de 2006, cuando dejó el poder. La sociedad evolucionó, el partido evolucionó, adaptándose los dos en una necesaria simbiosis. Los partidos que no se adaptan a la realidad son los comunistas, que siguen creyendo que la sociedad de 1848, año del Manifiesto Comunista, es igual que la sociedad del siglo XXI.

Como sostuvo Bernstein, el objetivo final no es nada y en cambio el movimiento lo es todo. El final de la sociedad capitalista en una utópica y armoniosa sociedad comunista es, como mencioné en otro post, esperar la llegada del Mesías. La mentalidad en esperar una utopía no es ni pan para hoy, es hambre de todos los días. En cambio, lo que sí es factible, lo que sí es necesario, es el movimiento. Cambiar y transformar la sociedad, y, como dijo Felipe González, en el ritmo que la propia sociedad quiera. Al final, quien tenía razón era Bernstein y no Lenin; y será entonces cuando la continuación y el final será la sociedad socialista, la sociedad de la democracia, de lo público, de los derechos humanos.

lunes, 5 de mayo de 2008

Karl Marx 1818-1883


Hoy 5 de Mayo, hace 190 años, nació en Tréveris, en una familia burguesa de origen judío, el que estaba llamado a ser el padre del socialismo científico y el pensador filosófico más importante para millones de personas.

Karl Marx, como en broma decía, “en cuanto a mí, no soy marxista”. Para empezar, no era proletario, era burgués, y desde el principio fue un liberal radical, un demócrata, poco a poco derivando a la aceptación de que sólo la emancipación de la clase oprimida, el proletariado, podía ser posible a través de una revolución que fuera la expropiadora de los expropiadores y acabara debilitando el Estado hasta hacerlo desaparecer y sólo entonces es cuando el hombre, por fin, sería libre y viviría en la sociedad comunista.

¿Qué queda hoy del legado de Marx? Sus ideas influyeron en los partidos socialistas del mundo, acabaron por hacer temer a los burgueses del peligro de la revolución y de echarles a los brazos del fascismo y del autoritarismo. La derrota fascista en la II Guerra Mundial elevó al primer país socialista a la categoría de superpotencia y alumbrador de la ideología marxista sobre casi la mitad del planeta.

Pero una ideología impuesta por medio del terror, no por el convencimiento, por perversión de Lenin del pensamiento de Marx: de ser el hombre explotado por el hombre, se pasó a la explotación del hombre por el Estado. Una maquinaría estatal despiadada contra el individuo y su conciencia para fortalecer un Estado portador de una ideología que, paradójicamente, en su fin último estaba el debilitamiento del propio Estado para su desaparición.

La caída de la URSS y del bloque socialista llevó a la izquierda mundial a una crisis que aún arrastra: la utopía había caído, la verdad del totalitarismo soviético hizo hundirse a la izquierda del socialismo, un hundimiento del que todavía no sabe salir a flote. Y a la socialdemocracia, que abrazó sus postulados pero los adaptó según las circunstancias de los cambios del mundo, todos siguiendo a Bernstein, también entró en una crisis de fe al derrumbarse el único modelo económico alternativo al capitalismo neoliberal más despiadado.

Las únicas islas de sistemas socialistas, como Corea del Norte, no es más que una dictadura de un estilo orwelliano; Cuba quiere mantener los logros revolucionarios e intentar liberarse de la herencia castrista para abrirse; China no es más que una dictadura neoliberal justificada bajo un nacionalismo furibundo que por un pretendido socialismo.

Del marxismo, de su evolución e interpretación, sólo queda la socialdemocracia, democrática, partidaria de la libertad, sensible a la injusticia y portavoz de los humildes. Y en crisis.

Hay que leer e interpretar a Marx para relanzar la nueva socialdemocracia.

viernes, 15 de febrero de 2008

El Mesías es la revolución

No deja de haber numerosos partidos u organizaciones que sigan proclamando la revolución proletaria, sea de la corriente que sea: marxistas o anarquistas.

En el caso anarquista, la revolución es una forma más de sus ideales utópicos, e ingenuos. Y es que el anarquismo murió exactamente cuando dejó de haber verdaderos anarquistas: Proudhon, Bakunin o Kropotkin, sus ideólogos básicos. Tras ellos el anarquismo ha vivido de sus enseñanzas o ha derivado en un terrorismo marginal. Porque el anarquismo no ha planteado su modelo alternativo ni ha conseguido llevar a cabo en ningún sitio su experimento libertario con éxito. En 1936 cuando el Estado republicano se vino abajo por el golpe militar y la formación de las milicias los anarquistas intentaron llevar a cabo su “revolución social” a la par que luchar contra los rebeldes. Así les fue: derrota tras derrota y Durruti hubo de reconocer que primero estaba la disciplina y ganar la guerra que los experimentos anarquistas. Actualmente el anarquismo no deja de ser un “anti todo”. Sin proponer, más que ideas vagas e imprecisas, sólo protestando contra lo establecido. O peor, derivar a la violencia “antifascista”: el anarquismo deja de ser una ideología de liberación frente a la “opresión” para convertirse en ideología de violentos y opresores, dirimiendo sus diferencias con el otro extremo, neonazi, a base de peleas o asesinatos. ¿Diferencias entre antifascistas y neonazis? Ni una.

En el campo del marxismo, la “revolución” únicamente se ha dado donde es por todos conocido: el antiguo mundo soviético. La Unión Soviética, Cuba, China, Corea del Norte, Camboya, Vietnam… no incluiré a las democracias populares de Europa del Este por no haber vivido una revolución sino más bien la imposición de un gobierno por el dictado de Moscú. El resto vivió una guerra civil y un proceso revolucionario en serio, aunque lo derivado de esas revoluciones hayan sido la imposición de las dictaduras no del proletariado sino de un partido o una persona. La revolución soviética derivó de la abolición de la explotación del hombre por el hombre a la explotación del hombre por el Estado, la revolución cubana a la órbita soviética y al fracaso de una vía democrática frente al antiguo régimen de Batista, la revolución china a las atrocidades de Mao y a un capitalismo salvaje, Corea del Norte a la mayor penuria y miseria de sus ciudadanos y la implantación de una dinastía de dictadores y ya hablar de los jemeres rojos de Camboya… sus millones de asesinados hablan por sí solos.

Esto es la traición a la revolución, la perversión a sistemas totalitarios que necesitan el terror para mantener el poder en manos de una nomenclatura de privilegiados, en países donde supuestamente no había clases sociales. La derivación de estos regímenes manifestó su fracaso de entregar el poder efectivo al pueblo en democracia total y en la eliminación de los grupos oligárquicos. Destruyó esos grupos, sí, pero rápidamente creó unos de nuevo cuño.

A finales del siglo XIX el Partido Socialdemócrata Alemán era el partido modelo de la II Internacional Socialista. Era el partido socialista con más implantación, el más numeroso, el más organizado. Todos los otros partidos lo imitaban.

Karl Kaustky era uno de sus máximos ideólogos, y teorizaba sobre el devenir futuro del derrumbe del capitalismo y la implantación de la sociedad socialista. El programa de Kaustky mantenía los principios del marxismo de la lucha de clases, la revolución, la preparación del proletariado y la dialéctica derivada de esto, y a la par defendía la actuación reformista y parlamentaria de los diputados del partido, a cada elección más numerosos.

Para Kaustky era muy importante teorizar cómo se daría el paso del capitalismo al socialismo. Las premisas eran cómo hacer la revolución, cuándo hacer la revolución y con qué hacer la revolución. Sin embargo Kautsky desechó la idea de que el SPD fuera el provocador de la revolución: la revolución acabaría llegando por la degradación del capitalismo, y sería cuando el SPD obtuviera el poder.

Pero así, descartada la vía insurreccional, Kautsky defendía también la llegada al poder por la vía democrática. Así el SPD se hacía parlamentario, de masas, abierto a los trabajadores y basado en una férrea disciplina para la unidad de acción. Todo resumido simplemente: el SPD es un partido revolucionario que no hace revoluciones.

El partido consigue así conquistas sociales en el parlamento, su oposición parlamentaria al poder liberal le hace obtener mejores resultados con un objetivo: llegar al poder, y, desde él, transformar la sociedad desde la legalidad democrática. Así pues, el SPD es revolucionario en los fines, no en los medios. La revolución se aleja en el tiempo, es como la espera del Mesías que vendrá a liberar a los hombres.

Y esa conquista del poder es lo que para Kaustky es la dictadura del proletariado preconizada por Marx. No la dictadura autoritaria, sino el gobierno de la clase obrera, que a partir de una mayoría parlamentaria imponer su programa socialista y enfrentarse a la voluntad popular a través de las elecciones para que ésta le renueve o no el poder. Es decir, la forma democrática se mantiene, el pluralismo político se mantiene. La sociedad socialista sería la democracia más pura. Kautsky luego sería un renegado para el comunismo, por atacar la dictadura soviética al negar ésta la democracia y el pluralismo, máximas según las que no era posible el socialismo.

Más allá fue Eduard Bernstein. Lo que Kautsky no se atrevió a reconocer nunca, que la revolución nunca llegaría, lo dijo Bernstein. Él dijo lo que todos hacían pero no querían reconocer: el capitalismo no mostraba signos de degradación sino que las crisis periódicas les seguían bonanzas periódicas. Así, el revisionismo de Bernstein proclamaba un socialismo no antisistema, sino, como el Partido Socialista Belga, un partido prosistema. El partido se fundamentaría en la justicia social, la práctica reformista parlamentaria y el mantenimiento en el sistema liberal-democrático: el socialismo es la culminación de las reformas liberal democráticas.

Por mucho que el revisionismo fuera tachado de anatema y condenado por el SPD y la II Internacional, lo cierto es que se impuso y dio forma a la socialdemocracia del siglo XX frente a la socialdemocracia del XIX a caballo entre el parlamentarismo y la revolución.

Tras la I Guerra Mundial los partidos socialistas abandonaron la idea revolucionaria, merced a la deriva totalitaria de la Unión Soviética en formación. La socialdemocracia entró en crisis y se enfrentó al nuevo comunismo, minoritario en la mayoría de países. Pero la socialdemocracia aceptó por fin las tesis revisionistas y se puso a la cabeza de la defensa a ultranza del sistema democrático, y consiguió la incorporación de la mayoría de la clase obrera al sistema, cuando, a la llegada al poder, se sentaron las bases de las prestaciones sociales y del sistema del bienestar.

En Suecia el Partido Socialdemócrata llegó al poder en la década de los 30 y permaneció en él hasta nuestros días con apenas tres breves intervalos. En esos 70 años construyó y potenció el sistema del bienestar y llevar a Suecia de un país perdido del norte en un país modelo y puntero del siglo XXI.

En Italia el Partido Socialista Italiano se vio desgarrado por la división de los socialdemócratas y los comunistas, y por el acoso del fascismo creciente, que asesinó a uno de sus dirigentes, Matteoti, y la protesta de abandono del parlamento por parte de la oposición democrática fue la señal del fin de la democracia italiana en manos del fascismo, con vía libre para la reforma de la legalidad hacia la dictadura.

En Alemania el SPD fue parte de diversos gobiernos de coalición con el Partido del Centro católico y otros partidos liberales, siendo casi el puntal de la República de Weimar frente a comunistas y nacionalsocialistas, ambos cada vez más fuertes. Como todo el mundo sabe esta parte de la historia, qué decir que ante la presión y victoria nazi le siguió la pesadilla del III Reich.

En España el Partido Socialista llegó a la II República muy dividido en dos tendencias: la más socialdemócrata partidaria de ayudar a sostener y consolidar la república, y la más marxista partidaria de llegar cuanto antes a la república socialista. Lo que en otros partidos socialistas de Europa ya no defendían, una parte del PSOE aún prefería. Y así que cuando la derecha católica ganó las elecciones esa facción socialista se inquietó: ya se había consolidado la dictadura mussoliniana y Hitler acababa de llegar al poder. Y la derecha defendía el sistema corporativista italiano y admiraba a ambos fascismos. Así, queriendo evitar seguir el mismo camino que sus partidos hermanos muchos dieran el primer paso de hacer estallar la revolución. Que fracasó. Y en la guerra civil el PSOE fuera junto al Partido Comunista el apoyo casi único, por desaparición o incompetencia de los demás, de defender lo poco que quedaba de legalidad republicana para hacer frente al bando rebelde, cuyas simpatías por los fascismos estaban muy claras.

Así, la revolución demostró su incapacidad para levantar la nueva sociedad.

sábado, 22 de diciembre de 2007

Relaciones Laborales, Sindicalismo y Movimiento Obrero (y V)

II Internacional

Muerto Marx en 1883, Engels se puso al frente del marxismo, animando a reconstruir el internacionalismo proletario.

En 1889 se celebraron en París congresos separados de posibilistas y tradeunionistas por un lado y socialdemócratas, guedistas y anarquistas por otro. En este último surgió la idea de crear la II Internacional y emprender la reivindicación de las 8 horas y el 1 de Mayo.

Su período constituyente se alargó en los congresos de Bruselas 1891, Zurích 1893 y Londres 1896 donde se expulsó a los anarquistas quedando únicamente el marxismo.

Es una federación de partidos socialistas nacionales autónomos que dentro de una pluralidad interpretativa del marxismo acatan las resoluciones congresuales. El congreso de París 1900 creó el Comité Internacional Permanente (Buró), de sede Bruselas y con dos delegados por país. Se le dotó de un secretariado permanente con función ejecutiva al reunirse el Buró una vez al año, y los congresos cada 3 años.

Para su implantación fue determinante el respaldo del SPD, como partido obrero en la lucha en el terreno parlamentario demoliberal. Los dirigentes alemanes Liebknect y Bebel pusieron en marcha tras el período de ilegalidad al que estuvo impuesto el SPD el modelo de partido de masas frente a los partidos de notables liberal burgueses.

En los posteriores congresos se debatieron cuestiones como el revisionismo, el ministerialismo, el colonialismo y el pacifismo, que marcaron la orientación obrera hasta la IGM.

La crítica revisionista de Bersntein causó un gran revuelo en el SPD y en la II Internacional, diciendo lo que todos querían hacer pero ninguno oír. Bernstein contraargumentaba las tesis de Marx de degradación del capitalismo, y propone un socialismo alejado de lo antisistema fundamentado en la justicia social, el reformismo y el sistema liberal-democrático. El socialismo sería la culminación ética del proceso de reformas democráticas. El revisionismo fue condenado por Kautsky y por los congresos anuales del SPD.

Sin embargo el SPD evolucionó hacia la práctica política parlamentaria y reformista y no la revolucionaria. En el congreso de Ámsterdam de 1904 se condenó en la II Internacional el revisionismo. El revisionismo implicaba la alianza parlamentaria con partidos progresistas no obreros, sin descartar participar en gobiernos de coalición. Ya en Francia en 1899 un socialista fue nombrado ministro de industria y comercio.

Sobre el colonialismo la II Internacional tras la crisis marroquí de 1905 no consiguió alcanzar un acuerdo anticolonialista, aunque Vandervelde, MacDonald y Jaures denunciaron la barbarie colonial pero sin cuestionar su efecto civilizador.

El militarismo no tuvo una condena expresa pese a la ya confrontación que se percibía nentr los imperios centrales y las democracias y su aliada Rusia. En el congreso de Copenhague de 1910 se condenaron las guerras por ser producto de la competencia de países capitalistas.

La IGM hizo saltar a la II Internacional y sus partidos se inclinaron por el patriotismo y la guerra defensiva de su país.

El triunfo bolchevique que consiguió transformar una guerra imperialista en revolución proletaria dividió aún más al movimiento obrero con escisiones en los partidos socialistas, que crearían partidos comunistas en los países occidentales, donde debía producirse la revolución según la tesis leninista, pero terminaron en fracaso.

La división de socialistas y comunistas impidió la reconstrucción de la II Internacional. Frente a la III Internacional comunista de 1919 se creó en 1921 en Viena la llamada Internacional dos y media, embrión de la Internacional Socialista fundada en Hamburgo en 1923.

Partidos de la II Internacional:
-Partido Socialista Belga 1879 por Paepe
-Partido Socialista Obrero Español 1879 Pablo Iglesias
-Partido Socialdemócrata Austríaco 1884 Adler
-Partido Obrero Socialdemócrata Ruso 1883 Plejanov (el partido bolchevique)
-Partido Socialdemócrata Suizo por fusión de corrientes en 1901
-Partido Socialista Italiano 1905 Labriola y De Maffi
-Sección Francesa de la Internacional Obrera 1905 Jean Jaures
-Partido Laborista británico 1907 MacDonald
-SPD 1869
Y otros…

El partido modelo fue el SPD, por organización y disciplina, promovía la lucha social y competía electoralmente, educaba a la clase obrera y la preparaba para la sociedad socialista, considerada como inevitable históricamente e implantada desde la legalidad al conquistar el poder como partido mayoritario. Constaba en su vértice de congreso anual, comité y comisión. Por su estructura y sus amplios cometidos el partido se convirtió en una máquina burocrática oligarquizada que perdió la vocación revolucionaria. Sus líderes como Bebel tuvieron una gran reputación y Kautsky fue el gran ideólogo del partido y del marxismo, cuyo programa que sustituía al de Gotha compatibilizaba los principios marxistas y la dialéctica revolucionaria con la práctica reformista y reinvindicativa.

La preocupación fundamental de Kautsky como ideólogo del partido fue definir el paso del capitalismo al socialismo: cómo, cuándo y con qué hacer la revolución. La revolución se alejaba indefinidamente en el tiempo, descartaba la vía insurrecional para defender el parlamentarismo con un partido de masas abierto a los trabajadores, piramidal y democrático basado en la decisión de la mayoría y la unidad de pensamiento para lograr unidad de acción: Partido revolucionario que no hace revoluciones.

El partido es el propulsor de la revolución, prepara a la clase obrera, conforma un movimiento de masas, consigue conquistas sociales por oposición parlamentaria para obtener mejores resultados y llegar al poder y transformar la sociedad desde la legalidad democrática. Es revolucionario es los fines, no en los medios.

Sus tesis prevalecieron frente al revisionismo y al ala izquierda de Rosa Luxemburgo, ésta defendiendo la espontaneidad revolucionaria de la masa desorganizada y del papel de la huelga general revolucionaria.

Lenin, frente a las tesis socialdemócratas de Plejanov, elaboró en el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso una concepción izquierdista revolucionaria insurrecional del marxismo específica para Rusia. La lucha política es condición y no consecuencia de la lucha social, el objetivo es tomar el poder por insurrección y establecer la dictadura del proletariado. Lenin diseñó un partido revolucionario de inspiración blanquista, disciplinado e integrado por una élite de revolucionarios profesionales, la vanguardia obrera. Dirige al proletariado pero no se confunde con él y ejecuta militarmente la toma del poder en el momento de una convulsión de las masas. Defiende la aceleración de las etapas históricas enlazando la revolución burguesa con la proletaria para impedir la consolidación de la democracia liberal.

En el congreso del POSDR de Londres 1903 se impusieron las tesis de Lenin sobre la del socialdemócrata Martov, quedando el partido dividido de facto entre bolcheviques (maximalistas) y mencheviques (minimalistas) aunque la unidad no se rompió de manera formal hasta el congreso de Praga de 1912.

Con la revolución bolchevique de 1917, Kautsky, que ya no era el ideólogo del SPD, se opuso y condenó la deriva bolchevique en “La Dictadura del Proletariado” de 1918 de disolver la asamblea constituyente al perder las elecciones. La dictadura del proletariado practicada por los bolcheviques, que no respetaban los resultados electorales ni se atenían a ningún criterio de legalidad le resultaba inaceptable porque sin democracia representativa y pluripartidista no podía alcanzarse el socialismo. No hay socialismo sin democracia. En “Terrorismo y Comunismo” de 1918 el poder monopolizado por un partido minoritario, sostenía, no podía mantenerse más que a través de un terrorismo de Estado ejercido despiadadamente por un grupo prepotente y privilegiado contra la mayoría de la población.

Por ello, para Trostky, Lenin y todo aquel maravillado por la primera revolución proletaria, Kautsky se convirtió en un renegado, ilustrando la gran brecha del movimiento obrero marxista de posguerra, escindido en socialistas y comunistas.
"Instrúyanse, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitaremos todo vuestro entusiasmo. Organí­cense, porque necesitaremos toda vuestra fuerza".

Antonio Gramsci, Fundador del Partido Comunista Italiano

Bienvenidos

Bienvenidos al Árbol Socialdemócrata, un sencillo blog que pretende dar su pequeña aportación a los ideales del socialismo democrático y de la libertad.

Os invito a leerme, no sólo por afinidad, conformidad a lo escrito o discrepancia, sino para que cada uno cree conciencia propia y ajena. Todos tenemos que contribuir a la libertad, ser una nueva ventana a la esperanza por un mundo mejor.

¡Piensa por tí mismo!

"El pueblo no debería temer a sus gobernantes, son los gobernantes los que deberían de temer al pueblo"

Seguidores

Lo más leído

Mi lista de blogs

Socialistas en Red

Blogs de Socialistas en Red

Karl Marx

Karl Marx

Friedrich Engels

Friedrich Engels

Karl Kaustky

Karl Kaustky

Eduard Bernstein

Eduard Bernstein

Antonio Gramsci

Antonio Gramsci

Enrico Berlinguer

Enrico Berlinguer

Pablo Iglesias

Pablo Iglesias

Se habla de

11 M (4) 20 Minutos (5) África (7) Alemania (26) Alexis de Tocqueville (3) Aluche con Zapatero (4) América (5) anarquismo (5) árbol socialdemócrata (101) Asia (8) Austria (3) Azaña (2) Aznar (9) Bélgica (4) berlusconi (36) Bernstein (10) bisexualidad (7) BNG (6) Bolivia (1) Brasil (6) Burke (3) C's (3) Canadá (5) Canarias (2) capitalismo (32) Carme Chachón (1) Cataluña (24) censura (7) Chávez (12) Chile (9) China (13) cine (8) Comunidad de Madrid (91) comunismo (36) conservador (13) Constant (4) constitucionalismo (24) Convergència i Unió (15) COPE (21) corrupción (74) cristianismo (18) Cuba (2) Dani rectifica (3) Debate del Estado de la Nación (7) democracia (190) derecha (196) derechos humanos (23) dictadura (41) Dictadura de Aguirre (12) EA (6) economía (114) educación nacional (24) educación para la ciudadanía (12) El Mundo (18) El País (146) El Periódico de Andorra (1) elecciones (160) elplural (16) Engels (6) ERC (12) España (105) Esperanza Aguirre (85) Estados Unidos (43) ETA (33) Euronews (3) Euskadi (49) eutanasia (3) familia (14) fascismo (23) feminismo (5) Fichte (1) filosofía (3) Foreign Policy (5) Francia (46) Franco (8) fundamentalismo islámico (7) Galicia (14) Gallardón (9) Gobierno (20) Gordon Brown (7) Grecia (8) Hegel (4) heterosexualidad (1) Hispanoamérica (14) historia (104) homofobia (35) homosexualidad (24) I República (2) Ibarra (3) Ibarretxe (8) Iberismo (2) Iglesia Católica (19) II República (15) III República Española (12) Ilustración (3) inmigración (19) Irán (11) Irlanda (3) Islam (10) islamismo (12) Israel (13) italia (53) IU (47) izquierda (275) Izquierda Republicana (3) Japón (1) José Cepeda (6) jóvenes (12) justicia (13) Juventudes Socialistas (28) Kaczynski (5) Kant (4) Karl Marx (16) Kautsky (9) laicidad (3) LaSexta (1) Le Chemin Rouge (1) Le Monde (2) Lenin (6) Ley de Memoria Histórica (3) Ley electoral (12) liberalismo (57) libertad (152) Libertad Digital (15) literatura (13) Locke (3) Losantos (9) Louis Blanc (2) Lula (7) machismo (3) Marruecos (4) marxismo (24) mass media (23) medio ambiente (3) México (1) MinutoDigital (12) monarquía (13) Montesquieu (4) mundo árabe (9) música (13) Na Bai (2) nacionalismo (69) Navarra (8) NPA (2) Obama (28) Oriente Próximo (4) Ortega y Gasset (2) Pablo Iglesias (8) Países Bajos (1) Palestina (11) Parlamento (9) Partido Comunista Francés (2) Partido Laborista británico (14) Partido Socialista Europeo (5) Partido Socialista francés (17) PCE (4) pederastia (2) periodismo (4) Plataforma Avanza (2) PNV (27) pobreza (5) poder ciudadano (44) Polonia (7) Por la Izquierda (2) Portugal (16) PP (158) Presupuestos Generales (6) PRI (1) progresismo (29) prostitución (3) PSM (35) PSOE (165) Público (83) Rajoy (54) Reino Unido (23) relaciones laborales (29) religión (25) republicanismo (42) Rouco Varela (5) Rousseau (4) Royal (10) Rusia (12) sanidad (18) Sarkozy (28) SER (9) Sieyes (3) sistemas de transporte (1) socialismo (245) solidaridad (1) SPD (17) Stuart Mill (2) Suecia (8) teatro (2) Telemadrid (10) televisión (10) teorías (58) terrorismo (54) The Times (2) Tomás Gómez (28) Tradeunionismo (2) trotskismo (6) Trotsky (3) Turquía (5) Unión Europea (80) UPyD (14) Valencia (17) Veltroni (9) Venezuela (16) vídeos (13) violencia (24) xenofobia (9) Zapatero (60)

Manuel Azaña

Manuel Azaña

"Causas de la guerra de España", Manuel Azaña

En nuestros conflictos políticos, la República tiene que ser una solución de término medio, transaccional y la válvula de seguridad contra sus desaciertos es el sufragio universal. Lo que se pierde en unas elecciones, puede recuperarse en otras. Nada duradero se funda sobre la desesperación y la violencia. La República no puede fundarse sobre ningún extremismo. Por el solo hecho de ser extremismo, tendría en contra a las cuatro quintas partes del país.

Enlaza mi blog

Enlaza mi blog


socialdemokraterna

socialdemokraterna


vuelos baratos

Árbol Socialdemócrata

Últimos comentarios

Lo más leído

Diseñado por Iván Llera empleando la tecnología Blogger