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viernes, 20 de enero de 2012

Hungría eterna o el síntoma de la Europa enferma


En abril de 2010, Viktor Orbán y su partido conservador, Fidesz-Partido Civico Húngaro, ganaba las elecciones en Hungría con el 53% de los votos y una mayoría de dos tercíos en el Parlamento magiar. La ciudadanía húngara castigaba duramente la gestión de los socialistas en la crisis económica, pero había algo más: los húngaros están muy desilusionados con los partidos que les han gobernado desde el fin del régimen comunista, con la corrupción y las promesas incumplidas. El resultado ha sido la confianza electoral a un partido y un líder, Fidesz y Orbán, que ha abandonado el liberalismo y la democracia por el neopopulismo y el nacionalismo autoritario; además, ha supuesto la emergencia de un partido de extrema derecha, también nacionalista, xenófobo y autoritario como Jobbik-Movimiento para una Hungría mejor, que casi arrincona al Partido Socialista como tercera fuerza parlamentaria.

Con un Parlamento escorado a la derecha, la clase media empobrecida y el país en camino de quebrar, Viktor Orbán inició su "revolución nacional": había que volver a la "Hungría eterna", de orgullo nacional, limpia de los enemigos que la han humillado y minado moralmente, es decir, todas las minorías y movimientos que son la "bestia negra" de los nacionalismos centroeuropeos. Gitanos, homosexuales, socialistas y periodistas independientes. Esta "revolución nacional" se inició con la ley de comunicación de medios de 2010, que silencia a los medios de comunicación con fuertes multas si vulneran la "objetividad", si no revelan sus fuentes... además, los medios estatales tienen que cumplir con su función como medios de propaganda oficial, difusores de los valores que encarna la nueva Constitución: Hungría eterna, cristianismo... en definitiva, la ley de Orbán intenta acabar con la libertad de prensa.

La ley de ciudadanía es otra piedra en la reconstrucción de la "Gran Hungría": concede la nacionalidad a las minorías húngaras fuera de la República húngara. 3,5 millones de húngaros, repartidos entre Eslovaquia, Austria, Croacia, Serbia, Eslovenia y Ucrania pasan a disfrutar de los mismos derechos que los húngaros de la República magiar. Esta iniciativa también cuenta con el beneplácito de la extrema derecha de Jobbik, que por su parte ampara la escalada de violencia contra la minoría gitana de Hungría.

La última piedra es la Constitución de 2011. En ella, las fuentes de la nación húngara vienen de Dios ("Dios bendiga a los húngaros", comienza el texto constitucional), de la cristiandad como concepto indivisible de la nacionalidad y del papel del rey San Esteban, "constructor del Estado húngaro". El Estado asume también la protección de los húngaros de otros países. La familia está basada en la "unión voluntaria de hombre y mujer". El Tribunal Constitucional será ampliado y renovado por afines a Orbán, además de crear otros tribunales especiales, como la Curia, para controlar el poder judicial. La separación de poderes desaparece y se sustituye por el predominio del ejecutivo sobre todos los demás, con control y vigilancia estrictos. Todo bajo la apelación a la nación. Cualquier vestigio democrático queda bajo sospecha: la Constitución, rompiendo toda la evolución política europea, deja de ser un contrato social construido bajo el consenso de la nación. Es una Constitución a la medida del Fidesz, para preservar la hegemonía política, social e institucional del Fidesz. Una Constitución resultado de la dictadura de la mayoría actual.

En la Unión Europea han saltado las alarmas sobre la deriva autoritaria de Orbán, apodado "Viktator" por la oposición socialista en el Parlamento, y social y sindical en la calle, desde la ley de medios de comunicación y también con esta abominable Constitución. La Comisión y el Parlamento europeos han pedido al gobierno magiar que rectifique la deriva autoritaria, amenazando con privarle de derecho a voto en la Unión y, junto a Estados Unidos y el FMI, negarse a concederle ayudas económicas para salvar a Hungría de la bancarrota. La "blandura" de la Comisión ya ha sido criticada por los socialistas y los liberales europeos, y por Daniel Cohn-Bendit, líder de los verdes en el Parlamento Europeo, calificó a Viktor Orbán de emular a Hugo Chávez.

Posiblemente, Orbán maniobrará para limar los aspectos más escandalosos de sus autoritarias leyes. Pero quedan las actitudes. La sociedad húngara se escinde entre una minoría violenta, xenófoba, nacionalista y homófoba, y otra minoría defensora de las libertades, la separación de poderes y el respeto por la democracia y las minorías. En medio, como siempre, una mayoría silenciosa, frustrada, que es el fiel de la balanza entre uno u otro. La frustración y las promesas de una vida mejor mediante la recuperación del orgullo nacional pueden llevarles a los brazos de los populistas; una escalada más autoritaria, y no ya silenciosa sino violenta y ruidosa puede devolverles al otro lado. Pero quizás, sea demasiado tarde. Esto no pasa sólo en Hungría. En la Unión, en todos sus países miembros, se vive la misma frustración con lo existente, ese mismo silencio de la mayoría ante los recortes del Estado de bienestar, la corrupción y las escandalosas actitudes de las élites económicas de la sociedad.

De esta desgracia también participan los demócratas, esos liberales y socialdemócratas desconectados de la sociedad, de dirigentes demasiado conservadores y cómodos en su condición de élites, que no han visto o no quieren ver que están cavando su tumba, y con la suya la de la democracia. Las propuestas que se escuchan por reformar las instituciones, ¿por qué no se hicieron antes? ¿Por qué se abandonaron? ¿Por qué se permite que en la educación pública se abandonen los valores cívicos esenciales para nuestra sociedad? Si no se transmiten esos valores democráticos, que son la base del europeísmo que necesitamos, la Unión Europea seguirá enferma, foco de frustración de los europeos.

La democracia no puede sobrevivir con el silencio pasivo de la sociedad, porque ya sabemos que para que el mal triunfe solo es necesario que los hombres buenos no hagan nada; solo puede sobrevivir con el compromiso activo. La indiferencia es el peor enemigo de nuestra sociedad actual.

Enlaces de interés:
Presseurop en español - La Hungría de Viktor Orbán
Constitución húngara de 2011 (en inglés)
Regresión húngara
Hungría gira hacia el autoritarismo
Hungría en infracción
El espantajo de la revolución cínica de "Viktator"

martes, 21 de junio de 2011

Las otras guerras y conflictos existentes (y II)


-Insurgencia en el noreste de India: iniciada en 1964 y con un balance de 25.000 muertos, este conflicto es, en realidad, varios conflictos entre la Unión India y diversos grupos armados que reclaman desde mayor autonomía a la independencia total de sus regiones. También se aduce la marginación política que sufren desde el gobierno central a las diferencias étnicas existentes, así como conflictos territoriales entre las diversas regiones. Actualmente, las tensiones se han reducido por las políticas del gobierno indio por el desarrollo de la zona, pero aún permanecen activas algunos de los grupos armados en Assam, Manipur, Nagaland y Tripura.

-Insurgencia en las Filipinas: a finales de los años 60, un grupo del Partido Comunista filipino organizó un ejército guerrillero, el Nuevo Ejército del Pueblo, que prosigue su actividad desde la isla de Luzón, aunque con menor impulso tras la revisión de la estrategia contrainsurgente bajo la presidencia de Corazón Aquino. Igualmente, desde la década de los 60 operan en otras islas guerrillas islamistas separatistas. La Operación Libertad Duradera actuó en Filipinas contra esta guerrilla islamista, aunque actualmente se ha cambiado la estrategia por el diálogo entre el gobierno y las guerrillas comunista e islamista. En total, desde sus inicios las guerrillas se han cobrado la vida de más de cien mil personas.

-Conflicto kurdo en Turquía: desde finales de los años 70, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), comunista, y junto a otras organizaciones revolucionarias y separatistas kurdas mantiene un largo conflicto, con 45.000 víctimas, contra el Estado turco por la independencia de los kurdos de Turquía por la histórica marginación social y política que han venido sufriendo hasta hace bien poco. El PKK, considerado una organización terrorista, se vale del Kurdistán iraquí como base de operaciones contra Turquía. Igualmente, aparte de típicas acciones guerrilleras en el sudeste de Turquía, se han empleado atentados en el oeste del país. Actualmente la marginación de los kurdos en Turquía está reduciéndose, se permite la enseñanza del kurdo y la emisión de canales de televisión en ese idioma y el parlamento cuenta con diputados pro kurdos, si bien el anterior partido pro kurdo, el Partido de Sociedad Democrática fue ilegalizado, acusado de complicidad con el PKK y sustituido por el Partido de la Paz y la Democracia.

-Insurgencia del Ejército de Resistencia del Señor: esta guerrilla de inspiración cristiana inició su lucha en 1987 en el norte de Uganda, aunque actualmente ha ampliado su zona de ataques a Sudán del Sur, a la República Democrática del Congo y a la República Centroafricana. El ERS busca crear una república teocrática cristiana en Uganda y castigar a la etnia acholi, empleando a miles de niños como soldados y esclavos sexuales y, en lo que va de conflicto, ha causado 12.000 muertes directas y más de dos millones de desplazados.

-Conflicto de Cachemira: el conflicto estalló en 1947 tras la independencia y partición de la colonia británica de la India entre Pakistán y la Unión India. La región estaba gobernada por hindúes pero poblada mayoritariamente por musulmanes, y tanto un país como el otro reclaman que el territorio les pertenece, apoyando a diversos grupos terroristas y guerrilleros que se han cobrado la vida de entre 60.000 y 100.000 personas.

-Conflicto de Casamance en Senegal: considerado como una guerra civil de bajo nivel desde 1990 entre el Movimiento de las Fuerzas Democráticas de Casamance y Senegal por la independencia de la región de Casamance, de mayoría jola. Los alto el fuego no dieron resultados a finales de los 90 el movimiento independentista se dividió en dos y comenzó a luchar entre sí, manteniendo los enfrentamientos con el ejército senegalés. El conflicto ya ha provocado la muerte de unas mil personas.

-Insurgencia en el Magreb: tras el final de la guerra civil argelina, del régimen autoritario contra el islamismo, desde 2002 varios grupos guerrilleros y terroristas, como los salafistas o Al Qaeda del Magreb Islámico han llevado a cabo ataques, secuestros y otras acciones en Argelia, Mauritania, Marruecos y Mali, no solo contra sus respectivos Estados o civiles, sino también contra extranjeros -turistas y activistas-, cuyos secuestros provocaron la atención de los medios de comunicación.

-Conflicto en el delta del Níger: el delta del río Níger, en Nigeria, es objeto de frecuentes luchas desde 2004 entre el Estado y los grupos separatistas del Movimiento para la Emancipación y las Fuerzas Voluntarias Populares, de las etnias ogoni e ijaw, por el control de los pozos petrolíferos y justificándolo por la pobreza y la corrupción de la región y el país. Hasta ahora, el conflicto arroja un balance de unos 4.000-5.000 muertos.

-Conflicto de Baluchistán: los insurgentes baluchis luchan contra Irán y Pakistán por la independencia de esta región controlada por los dos Estados. El conflicto ha conocido diversas fases de tranquilidad y lucha desde 1948; el actual período de enfrentamientos surge en 2004, con 7.000 muertos desde entonces. En la zona también han colaborado diversos actores, como los talibanes, o incluso Estados Unidos e Irak para desgastar a Irán.

-Conflicto Irán-kurdos: el Partido por la Vida Libre de Kurdistán (PJAK), al que algunos ven relación con el PKK, pero también con Estados Unidos, sostiene un débil enfrentamiento contra el régimen teocrático iraní por la libertad del Kurdistán de Irán, no necesariamente la independencia, sino bajo un régimen federal y democrático donde se reconozcan los derechos de las otras minorías nacionales que viven en Irán. Las acciones del PJAK se han limitado a la teoría de la acción-represión-acción, al asesinato de miembros de fuerzas de seguridad iraníes en venganza por muertes de kurdos iraníes o en el derribo de helicópteros y pequeños ataques a soldados iraníes. En total, el conflicto lleva unas trescientas muertes desde 2004.

-Insurgencia del sur de Tailandia: desde 2004 la violencia en las provincias más al sur de Tailandia ha aumentado. Los grupos insurgentes, acusados de terrorismo y de vínculos con Al Qaeda y con las guerrillas islamistas de Filipinas, justifican sus actos como respuesta a la falta de representación de los musulmanes en la política tailandesa, así como la pobreza de la zona. Las acciones de los insurgentes, que tienen entre 500 y 15.000 efectivos según las fuentes, se basan en ataques de bombas contra ciudades y edificios oficiales y llevan ya 7.000 muertos.

-Cuarta guerra civil de Chad: mantiene la estela de conflictos anteriores entre árabes musulmanes del norte y africanos cristianos del sur, la lucha por el poder y la tierra, ocultos tras la lucha contra Sudán como excusa para el enfrentamiento entre los diversos grupos sociales rivales. Las nuevas negociaciones, lideradas por las Naciones Unidas y la ayuda humanitaria de Canadá, permitieron el "fin" del conflicto en 2010, a la espera de nuevas elecciones para normalizar la situación. Desde 2005 hasta 2010, ha habido más de mil muertos.

-Insurgencia en el norte del Cáucaso: pese al fin oficial del conflicto de Chechenia y tras las acciones bélicas contra Georgia, la región sigue siendo inestable, con la actividad guerrillera de grupos islamistas en las repúblicas de Chechenia, Daguestán, Ingusetia y Kabardino-Balkaria, concentradas en acciones terroristas de ataques a edificios oficiales, medios de transporte, etcétera, con un balance de 900 muertos. Reclaman la independencia de esas regiones bajo regímenes islamistas, o luchando entre sí, sosteniendo diversas interpretaciones islámicas como el salafismo o el sufismo, mientras el régimen de Putin mantiene el control de la región por el ejército y las violaciones de los derechos humanos en los diversos bandos.

martes, 29 de marzo de 2011

Las otras guerras y conflictos existentes (I)


Una de las muchas críticas a la intervención internacional en la guerra civil libia es la constatación de que este conflicto no es ni el único ni el más sangriento que sufre la humanidad. ¿Por qué no se interviene en el resto de conflictos?, se preguntan con ironía muchos de los contrarios a la intervención en Libia. La comunidad internacional en general, y las potencias occidentales en particular, quedan en evidencia ante el mutismo por otros conflictos que dejan millones de muertos. Los casos, por supuesto, difícilmente pueden ser comparables con el caso libio. En muchos casos, los conflictos existentes suelen ser el reflejo de graves problemas internos que sus países no han sabido, no han querido o no les han dejado resolver. Sus características son variadas: pueden durar desde décadas a pocos meses o años, o su intensidad, de mayor a menor intermitencia.

Voy a hacer una breve síntesis de los actuales conflictos. No debemos caer en el simplismo al que nos acostumbran los medios informativos, ni siquiera la de los partidos que reclaman con orgullo el patrimonio del pacifismo o la defensa de "los pueblos", puesto que tanto manipulan uno como otro desvirtuando la realidad de esos conflictos como manteniendo un silencio absoluto, en ocasiones incómodo para ellos y los intereses que tienen detrás.

- Insurgencia naxalita-maoísta (India): surgida alrededor de 1967 por la guerrilla del Partido Comunista de la India (marxista-leninista)-guerra popular. La situación se ha quedado estancada: la guerrilla se refugia en zonas boscosas, atacando a la policía y reclamando cambios sociopolíticos para acabar con el sistema de castas, reparto de la tierra y emancipación femenina. Han muerto alrededor de 10.000 personas en el conflicto, y según la BBC, el año pasado la guerrilla pidió un alto el fuego para iniciar negociaciones.

- Guerra civil afgana: empezó en 1978 con la toma del poder por parte de su partido comunista, comenzando un largo proceso bélico donde han participado los soviéticos en su famosa invasión de 1979, creando su Vietnam, las insurgencias muyahidin y talibán y finalmente la intervención de la OTAN en 2001. A día de hoy, el Estado afgano es muy débil, apenas controla poco más de la región de la capital, Kabul, estando el resto controlado por señores de la guerra y las distintas divisiones militares de la OTAN, con un balance de muertos muy variados según las fuentes, que van desde 600.000 a los 2 millones de muertos.

-Guerra civil somalí: la situación de Somalia se deterioró a mediados de los 80, con insurrecciones contra la dictadura de entonces y la posterior reacción para reinstalar en el poder al tirano derrocado. Desde entonces, el poder político somalí se resquebrajó, configurando a Somalia como Estado fallido según las listas de Fund for Peace y Foreign Policy. De la desintegración del poder central han quedado varios poderes locales: el gobierno reconocido por la comunidad internacional, que controla poco más de la capital y algunas regiones dispersas, la guerrilla islamista y las regiones independientes de facto de Somalilandia y Puntlandia. El balance de muertos también es variable, de 300.000 a 400.000.

-Guerra en Waziristán (noroeste de Pakistán): las derivaciones de la guerra civil afgana se trasladaron a esta región pakistaní, con una importante presencia de la etnia pastún, base de los talibanes. Parte de los combatientes talibán de Afganistán cruzaron la frontera, los Tehrik-i-Taliban Pakistan, y junto a células de Al-Qaeda, a otros movimientos islamistas como Thereek-e-Nafaz-e-Shariat-e-Mohammadi y los talibanes pakistaníes de Lashkar-e-Islam han llevado a cabo diversos enfrentamientos con las fuerzas de seguridad y el ejército de Pakistán. También han realizado diversos atentados contra la minoría cristiana, mezquitas sufíes y a cualquiera que realice críticas en contra de la Ley contra la blasfemia, como el asesinato acaecido hace un mes del ministro de minorías pakistaní, el cristiano Shahbaz Bhatti. Los enfrentamientos, iniciados desde 2004, han supuesto unos 30.000 muertos, la pérdida del control estatal de la zona tribal y el peligro de desestabilización del régimen pakistaní, con la caída de Musharraf en 2008, el asesinato de Benazir Butto el año anterior y las luchas políticas entre el Partido Popular de los Butto y la Liga Musulmana de Nawaz Sharif.

-Insurgencias chíi y del sur de Yemen: estas son dos insurgencias muy distintas. Primero, tenemos que tener en cuenta el contexto de Yemen, un país suní reunificado en 1990 con Saleh como presidente, con ambición de hacer vitalicio su mandato presidencial (las actuales revueltas parecen haber truncado su plan), provocando la desafección de parte de las tribus yemeníes y de las antiguas élites del sur, marginadas del país unificado, además de la minoría chií zaidí del norte. El conflicto con los chiíes comenzó en 2004, con varias campañas de guerrilla y tierra quemada por parte de los rebeldes a lo largo de estos años, incluidas incursiones dentro de Arabia Saudí, a la que acusan de connivencia con el régimen de Saleh; a su vez, el presidente yemení acusó a Irán de estar detrás de los rebeldes chiíes. La insurgencia del sur comenzó en 2009, con intención de volver a separar el sur del resto del país, pero esta vez la rebelión está capitaneada por islamistas, acusados de colaborar con Al-Qaeda. En ambos casos, el gobierno de Saleh recibió ayuda de Estados Unidos para bombardear las zonas rebeldes, según los cables filtrados por Wikileaks. La cifra de muertos se eleva a entre 12.000 y 16.000 muertos, según las fuentes, aunque la cifra de desplazados es de unas 175.000 personas.

-Guerra contra el narcotráfico en México: tras ser elegido presidente de México en 2006, Felipe Calderón inició una serie de operaciones federales contra los cárteles de la droga. En amplias zonas del país los cárteles se habían convertido en la única autoridad y monopolizaban el tráfico de drogas a los Estados Unidos. Para luchar contra ellos, Calderón ha militarizado parte del territorio federal y ha usado al ejército y a la policía, levantando bastantes críticas: falta de preparación de los cuerpos de seguridad para estas operaciones, no atacar las redes de financiación de la droga y no llevar a cabo campañas de concienciación sobre el consumo de drogas. En ello sin duda se revela la corrupción que afecta al Estado mexicano, y al miedo generalizado por los cárteles: las mafias han realizado diversos ataques para amedrentar a la población civil, así como el asesinato de periodistas, políticos y policías. Las cifras de muertos, también variables, van desde 28.000 a 300.000 muertos.

-Conflicto nómada de Sudán: este conflicto, iniciado en 2009, tiene su origen en la guerra de Darfur. Se enfrentan los clanes nómadas de los Messiria y los Rizeigat por el control de los recursos -escasos- de zonas de pastoreo, ganado y agua, en la región de Kordofan del Sur. El número de muertos -de 2.500 a 3.500- no es nada comparado con el de desplazados, 350.000.

-Segunda guerra civil de Costa de Marfil: el conflicto estalló al no reconocer el presidente saliente, Laurent Gbagbo, su derrota en las elecciones presidenciales de octubre/noviembre de 2010. Gbagbo se negó a traspasar el poder al presidente electo, Alassane Ouattara, pese a las presiones internacionales. A los pocos días de finalizar la segunda vuelta electoral, comenzaron enfrentamientos entre partidarios de Ouattara y fuerzas militares y paramilitares de Gbagbo. Hay que entender la situación de la que partía Costa de Marfil: entre 2002 y 2004 se libró la primera guerra civil entre los musulmanes del norte y los cristianos del sur, con intervención de la ONU con tropas de la antigua metrópoli colonial, Francia. Los resultados electorales de 2010 reflejan la división de la guerra civil: Ouattara recibe el apoyo de los musulmanes y Gbagbo de los cristianos. Las milicias musulmanas volvieron a tomar las armas para poner en el poder al presidente electo y comenzaron a tomar ciudades desde febrero de 2011, denunciando la existencia de matanzas y fosas comunes en las ciudades tomadas, culpando a las fuerzas de Gbagbo, aunque la ONU acusa a las fuerzas de Ouattara de estar detrás de muchas de las muertes. Francia decidió intervenir de nuevo en el país, exigiendo al presidente derrotado la entrega del poder y la celebración de negociaciones entre los dos bandos, que a día de hoy resultan infructuosas. 100.000 se han visto obligadas a desplazarse para huir de los conflictos y alrededor de 1.500 personas han muerto, aunque las cifras podrían ser mayores.

-Conflicto interno de Birmania: los problemas internos de Birmania comienzan desde su independencia en 1948. Los comunistas se rebelaron contra el nuevo gobierno, buscando el apoyo de la amplia capa campesina del país. Los cristianos de Karen (hoy Kayin), se alzaron en armas por la autonomía de la región. La situación empeoró para las de minorías (religiosas, como cristianos o musulmanes; o nacionales, como chinos, , kayin, tailandeses...) al imponerse el budismo como religión oficial. El levantamiento de 1988 y las elecciones libres de 1990 fueron acalladas por la Junta militar birmana, convirtiendo al Estado socialista en una simple dictadura militar, negándose los militares a ceder el poder a la oposición civil de Aung San Suu Kyi. En 2007 ocurrió otro levantamiento, que en muchos aspecto reproducía el de 1988: monjes y estudiantes comenzaron a manifestarse en Rangún, protestando por el aumento de los precios, trasladándose las protestas a más de veinte ciudades del país. Los militares arrestaron a los monjes manifestantes y dispersarón a los civiles con gases lacrimógenos, pese a que algunos soldados se negaron a disparar contra la población. La comunidad internacional no pudo dar una respuesta conjunta: los requerimientos de la ONU de proteger a la población no surtieron efecto por el apoyo público de Rusia y China a la junta birmana.

-Conflito israelo-palestino: desde los años 20 y 30 del siglo XX existían pequeños conflictos entre la comunidad judía y la árabe de Palestina, cada vez más violentos a medida de que surgía la posibilidad de la creación de Israel. Con su creación en 1948, entró en guerra con sus países árabes vecinos en 1948, en 1956 (guerra de Suez), 1967 (guerra de los seís días), 1973 (guerra de Yom Kippur), 1982 (I guerra del Líbano) y 2006 (II guerra del Líbano), además de las dos intifadas con los palestinos. Aparte de los conflictos bélicos clásicos, Israel mantiene a la franja de Gaza bajo bloqueo económico y militar, con bombardeos y acciones bélicas con las milicias de Hamás de Gaza, y ocupa Cisjordania y la zona este de Jerusalén, expulsando a palestinos de sus casas y estableciendo colonias israelíes, además de mantener el muro de Cisjordania, aislando a las ciudades palestina y controlando todos los movimientos de la población. Las diversas negociaciones han fracaso, incapaces de llegar a un acuerdo sobre el reconocimiento de Israel, la existencia de dos Estados o qué fronteras considerar. Las cifras de muertos, diversas, pueden llegar a más de 120.000.

-Conflicto armado de Colombia: el conflicto surgió a mediados de la década de 1960 como plasmación de la política del Frente Nacional y de la imposibilidad de participación política de otros sectores sociales. Las guerrillas de las FARC, ELN, M-19 y EPL y otros pequeños grupos iniciaron acciones contra el Estado, llegando a controlar regiones enteras, sobre todo del interior del país. El Estado colombiano reaccionó, primero, en los años 70, como otros países de su entorno respecto a la guerrilla y el terrorismo, con la guerra sucia, detenciones y torturas, y posteriormente, desde los años 80, con de negociaciones para reinsertar a los grupos en la vida política del país, que tuvo éxito con el M-19. Al conflicto político se le unió el problema de la droga, con enfrentamientos con las mafias de la droga primero, (y la formación de la organización paramilitar AUC) y con el uso del narcotráfico para la financiación de la guerrilla, después. La violencia ha convertido a Colombia en uno de los países más inseguros, aunque se han hecho verdaderos progresos en ese aspecto; sin embargo, alrededor de 200.000 personas han perdido la vida y siguen cometiéndose secuestros y asesinatos tanto de ciudadanos anónimos como de personalidades del país, además de evidenciarse lazos entre el gobierno, el narcotráfico y las bandas paramilitares.

jueves, 24 de marzo de 2011

Consideraciones en torno a la guerra civil libia


"Guerra justa frente a guerra buena"

Lluís Bassets dijo en su blog de El País que "la guerra es el mal por definición". No hay, por tanto, guerras buenas, porque siempre que hay muertos, destrucción y sufrimiento la humanidad muestra su faceta más cruel. Añadía Bassets que, puestos a elegir entre dos males, había que optar por el mal menor, la guerra justa, frente al mal mayor, la guerra injusta. En el caso de la guerra civil libia, la guerra justa sería una incómoda intervención de potencias extranjeras, necesaria sólo para evitar la guerra injusta, que sería dejar a Gadafi retomar el control de Libia, quedándose la comunidad internacional en el papel de mero espectador o de dar la espalda a una segura y anunciada masacre. Es bien conocido que "para que el mal triunfe sólo es necesario que los hombres buenos no hagan nada". Aparte de los hombres buenos, que en este caso son los que pedían intervenir para poner fin a la represión, sin duda entre los que han apoyado la intervención de la coalición internacional hay intereses nada altruistas, que sí tienen más que ver con intereses geoestratégicos o económicos. Por esto esta guerra es un mal menor.

"No a la guerra"

En el Congreso de los Diputados, la izquierda, de herencia pacifista e internacionalista, se halló dividida: no sólo el mayor partido de la izquierda, el Socialista, apoyó la medida de su gobierno, algo lógico, sino que también otros partidos de izquierda, como Esquerra Republicana o Iniciativa secundaron la intervención española; en otro lado, otros partidos de izquierda, como el Bloque Nacionalista Galego o Izquierda Unida vieron en esta situación una reedición de la guerra de Irak, cuyas diferencias ya se han tratado en este blog, y rechazaron apoyar la intervención. Llamazares volvía a enarbolar en discurso y en pegatina el "No a la guerra" y al poco algunos invitados a la sesión hicieron que resonara por el hemiciclo.

Muchos de los que hoy vemos como mal menor y necesario la intervención en Libia no hemos cambiado de planteamientos. Muchos estuvimos en las grandes manifestaciones contra la guerra y, como Llamazares, conservamos esas consignas. Ya hemos mencionado las diferencias entre Irak y Libia. Aunque tampoco es comparable, pensemos en la España de 1936: un Estado legítimo pero débil, en guerra contra un ejército rebelde, pidiendo con angustia la intervención de las potencias extranjeras. Ya sabemos qué ocurrió. En 2011, el pueblo libio se ha manifestado frente a Gadafi pero no ha podido derribarlo, se ha establecido un poder alternativo con una nueva legitimidad, pero en desventaja militar frente a un Estado deslegitimado, pero con un ejército mejor equipado, dirigido por un tirano que promete sangre. La comparación que hizo con la entrada de Franco en Madrid no fue gratuita ni inocente.

Javier Valenzuela, en El País, criticó la confusión del lema "No a la guerra": "no a aquella guerra, pero sabiendo que hay algunas que deben ser libradas". Citaba a la guerra contra Hitler y lamentaba la inacción occidental en otras regiones, como Ruanda o Bosnia cuando se realizaron verdaderas limpiezas étnicas. Y añadía: "el pacifismo a ultranza no es progresista. Sin unas cuantas revoluciones y/o guerras justas la humanidad seguiría en los tiempos de Espartaco".

Pacifismo

El mejor debate en torno a conciliar pacifismo con apoyo a esta intervención quizás puede estar en las decisiones de Los Verdes alemanes o aquí de Iniciativa per Catalunya, argumentando éstos la necesidad de no confundir "la pasividad con un pacifismo mal entendido". Los que creemos en el pacifismo queremos firmemente la paz, pero es por esa paz por la que hay que destruir a los tiranos que reprimen a sus pueblos. Llamazares dijo en el Congreso que por qué no se actuaba entonces en el Sáhara o en Birmania, y tiene razón en desenmascarar la hipocresía de los gobiernos occidentales y de los intereses económicos relacionados. Pero, ¿qué hacemos? ¿No hacemos nada? En todo el mundo no deja de haber buenas personas que denuncian las violaciones de los derechos humanos.

Llamazares expuso el caso de la Sudáfrica del apartheid, que sólo pudo derrumbarse a sí misma por la presión internacional en base a sanciones. Seguramente ese método pueda servir, en algunos casos, para regímenes autoritarios o segregacionistas que mantienen el control sobre la población; ahora mismo, esto no se da en Libia, sino que el Estado libio ha perdido el control de buena parte del territorio y de su población, sosteniendo una guerra civil contra su propio pueblo. Una guerra difiere de los mecanismos de control y coerción: ya no son sólo acciones esporádicas para sembrar el terror, sino acciones bélicas a gran escala donde ya no se guardan las apariencias.

Libia manifiesta los miedos ocultos de la extrema izquierda española. Para algunos, Libia es un modelo de progreso para el norte de África, ya se ve en noticias recogidas por larepublica.es, algo completamente alejado de la realidad. Como con Cuba o Venezuela, no se admiten críticas salvo débiles regañinas, que en ningún paso niegan apoyo o la reconsideración de la misma estructura ideológica que define esos regímenes. Desde 1989, la izquierda tiene miedo de perder más referencias internacionales. Ahora, el nuevo "no a la guerra", sin un análisis objetivo de la nueva realidad, no es más que la demostración del inmovilismo y el conservadurismo de una izquierda no alternativa.

viernes, 18 de marzo de 2011

Libia: ¿demasiado tarde?


Por fin, ayer por la noche (hora española) el Consejo de Seguridad de la ONU votó por establecer una zona de exclusión aérea sobre Libia, con las significativas abstenciones de China y Rusia, con derecho a veto, y de los miembros no permanentes Alemania, India y Brasil. De momento, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Qatar son los países dispuestos a intervenir decididamente para evitar los ataques de Gadafi al poder rebelde de Bengasi. Egipto podría contribuir igualmente con tropas.

La decidida intervención militar, en principio, rompe la doctrina Bush de la guerra de Irak: el ataque contra el sanguinario régimen de Gadafi viene avalado por las peticiones de la resistencia de Bengasi, el apoyo de la Liga Árabe y la autoridad de las Naciones Unidas. La otra cara de la moneda es la desesperante tardanza de la comunidad internacional por tomar una decisión al respecto y la persistente división de la Unión Europea sobre las revoluciones y revueltas en el mundo árabe. Ahora, cuando la resistencia agoniza en unas pocas ciudades, esperando el sangriento golpe de Gadafi, quizás sea todo demasiado tarde. A lo mejor se podrá hacer retroceder o destruir el tiránico régimen de la Yamahiriya de Gadafi, pero el daño se ha hecho: la sinrazón humana ha ocasionado ya demasiados muertos. Las dudas del mundo y el contraataque de Gadafi hacen peligrar la "primavera árabe": Los regímenes de Bahrein y Yemen han empezado a reprimir sin piedad a los manifestantes.

¿Qué significa esta posible o inminente intervención? ¿Es un acto más por preservar los intereses occidentales o por evitar la prometida masacre de Gadafi? En una visión perversa, no es la resolución de la crisis libia lo que hará bajar el precio del petroleo, sino la degradación de la crisis nuclear de Japón. Sin duda alguna, está en el acervo de todo país soberano determinados intereses: es intrínseco a toda institución humana. La humanidad, aparte del afán de competencia por la supervivencia, propio de todo organismo vivo, también posee el altruismo, la cooperación y la solidaridad, en simbiosis con lo anterior. Sin duda, ambas facetas están presentes en este caso: habrá quienes consideren o quieran ver con mayor fuerza la existencia de intereses económicos y geopolíticos en la intervención en la guerra civil libia. También habrá los que consideren que la intervención es necesaria para poner freno a las violaciones de los derechos humanos, evitar las amenazas de más muertes o de olas de refugiados, etcétera, reconociendo que ambos bandos pueden cometer esas barbaridades.

La única postura defendible es reconocer que los libios poseen, como todos, derechos inherentes, entre los que se cuentan el derecho a la vida, a la libertad y a gobernarse a sí mismos como decidan. El mundo ha guardado un incómodo silencio a este respecto: Gadafi era, paradójicamente, el "fiel aliado" de las potencias occidentales contra el islamismo, a la vez que uno de los modelos de la extrema izquierda por su "revolución verde". Los mejores ejemplos a estas dos paradojas son las peligrosas amistades de Gadafi con Berlusconi y con Hugo Chávez, así como la financiación de la campaña electoral de Sarkozy, si damos crédito a las palabras de Saif al Islam, el hijo del tirano libio. Igualmente, la apreciación sobre los rebeldes es variopinta: se les llama libertadores, se les reconoce como los legítimos portavoces de Libia por algunos países y también se les acusa de cercenar los derechos de las mujeres.

Es decir, se agita el miedo al islamismo. Pero, una vez más, ¿ese miedo al islamismo radical es justificación suficiente para mantener el represivo poder de Gadafi sobre sus compatriotas? Las medidas palabras de diversos personajes públicos, desde los más "gubernamentales" a los más "anticapitalistas", les unen por primera vez en vagas defensas de la permanencia de Gadafi.

Pese a que estamos viviendo meses movidos por las revoluciones árabes, no nos despegamos de considerar la "minoría de edad" de la nación árabe, a la que muchos aún ven incapaz, propensa a entregar el poder a los que hablan en nombre de Dios y reprimir a sus minorías nacionales, religiosas, a los homosexuales o a las mujeres. Esa visión, la más pura herencia colonialista, es la que justifica la permanencia de tiranos considerados occidentalizados, laicos o revolucionarios. Pero, ¿hemos olvidados la lucha de Europa por la Ilustración, por sacudirnos el yugo de los estamentos y de la Iglesia? ¿Hemos olvidado que hasta hace pocos años aún se justificaba la violencia doméstica, la marginación de los homosexuales, o se prohibía el aborto, el divorcio y no se observaban las mínimas garantías de los derechos civiles? ¿Es que los europeos somos una raza superior, dotada de mayor conciencia propia que el resto de humanos del orbe? No hace mucho que Europa ha vivido los peores crímenes de la Historia, que existieron unos campos de exterminio donde murieron millones de judíos y otras minorías, o que en Yugoslavia también se intentó una limpieza étnica.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Mesa redonda "¿Hacia dónde va el mundo árabe? en UAM-Filosofía y Letras


Las revoluciones de Túnez y Egipto -creo que ya podemos calificarlas de tal modo- siguen generando charlas y conferencias de los expertos en el mundo árabe. A día de hoy, sin contar la conferencia de ayer en la Universidad Autónoma de Madrid, he podido asistir a la charla de Casa Árabe del 1 de febrero y al debate del Círculo de Bellas Artes del día después, ambos sobre Túnez. No obvio que se habrán desarrollado muchos otros actos por nuestro país, y también por otros países, que sirven, a todos los que tienen el honor de escuchar las palabras de los entendidos en ese mundo, de conocer un poquito más un mundo cuya impresión está contaminada por los estereotipos, los prejuicios y el sesgo de los medios de comunicación, amén de los intereses de nuestros gobiernos. Estas charlas son una gran oportunidad para intentar superar esos muros con los que habitualmente nos enfrentamos en el día a día. Desde esta modesta posición, y el escaso conocimiento propio, os intentaré sintetizar el acto de ayer, día 15 de febrero, realizado en la facultad de Filosofía y Letras de la UAM.

Organizado por el Departamento de Estudios Árabes e Islámicos y moderado por Ana Planet, profesora de dicho departamento, contó con las intervenciones de dignos expertos en el mundo árabe en nuestro país, muchos agrupados en el Taller de Estudios Internacionales Mediterráneos (TEIM), cada uno intentándonos acercar qué ocurre en cada uno de los países árabe-islámicos.

Miguel Hernando de Larramendi, profesor de la UCLM, nos acercó a la realidad de los regímenes autoritarios árabes y a la serie de revueltas, hoy olvidadas en Occidente. Esas revueltas, que afloraron en los países árabes a finales de los 80, llevaron al derrocamiento de Burguiba por Ben Ali, en Túnez, y al intento de apertura en Argelia, abortado al querer evitar la victoria electoral de los islamistas y la consiguiente guerra civil. Los regímenes autoritarios, en los últimos veinte años, intentaron una serie de reformas de arriba abajo, muy lentas: apertura al exterior, pluralismo limitado y liberalización y privatización de la economía, con la connivencia de su principal aliado, Estados Unidos, unidos a él en un objetivo común tras el 11-S: luchar contra el islamismo y utilizar el miedo a éste en Occidente para resistir a las presiones de democratización.

Luz Gómez García, profesora de la UAM, a través de unos extractos del libro del libanés Samir Kassir (1960-2005), De la desgracia de ser árabe, nos acercó la visión de este autor, asesinado en Beirut. La mentalidad de Kassir era muy pesimista: veía en las causas del subdesarrollo árabe en el analfabetismo, la gran desigualdad social, la superpoblación de las ciudades, la desertización de las provincias, percepción de no existir un futuro... con ello, Gómez García replicaba ese pesimismo a que ahora el espacio público árabe ha cambiado de manos y deja a esa desgracia de ser árabe en paréntesis.

Daniel Marx nos devolvió la atención en Túnez, diluida tras la importancia que ha cobrado la revolución egipcia en los últimos días, hablándonos de las condiciones del régimen de Ben Ali, las causas de su caída y los interrogantes para el futuro. El régimen benalista tenía dos caras, una liberal, por su herencia del régimen de Burguiba y el éxito económico posterior, y otra autoritaria, con un auténtico estado policial donde había 200.000 policías en un país de poco más de diez millones de habitantes. Era un régimen de "consumir y callar", con un potencial acceso a la clase media pero sin derechos políticos. Este régimen cayó desgastado por cuatro factores: un clima de represión y miedo constante sin la excusa real de peligro islamista, la corrupción de los Trabelsi (la familia de la mujer de Ben Ali), la censura a los medios de comunicación y redes sociales y la crisis económica, con la subida del paro joven, hasta un 44,5% entre los jóvenes diplomados. Marx elevó dos interrogantes: ¿Ben Ali se fue empujado por el ejército o pensaba volver para "salvar al país" del caos que pudiera producirse? Como interrogantes para el futuro, planteó el miedo de que el nuevo gobierno provisional, ya sin benalistas, pudiera controlar el caos y la violencia que pueden desatarse en Túnez; también quién pilotará la transición, cómo se depurarán los crímenes de la dictadura, quién ganará las elecciones o quién reformará la constitución.

Para Bárbara Azaola, profesora de la UAM experta en Egipto, la revolución tunecina abrió un momento de esperanza e ilusión en los egipcios, que sentían la desgracia de que no podrían hacer lo mismo que sus hermanos tunecinos. Pero las revueltas han tenido éxito y acabaron con Mubarak. Gracias a ello, los egipcios han perdido el miedo a manifestarse y a soportar las presiones agónicas de Mubarak para desgastar y desacraditar al movimiento ciudadano. A su vez, dentro del régimen se dio lugar a una serie de tensiones entre la nueva y la vieja guardia del partido pero también dentro del ejército, imponiéndose la vieja guardia y tomando el poder tras la salida de Mubarak. Aún está por ver que esto suponga la verdadera entrega del poder a civiles o, por el contrario, los generales sigan controlando el poder. La nueva junta militar va dando pequeños pasos, como la suspensión de la constitución y del parlamento, pero aún no se han liberado los presos políticos, ni se ha reformado la ley de partidos o tomado medidas respecto a la sempiterna ley de emergencia.

Bernabé López García, experto de la UAM en Marruecos, fue un poco pesimista respecto a posibles cambios en nuestro inmediato vecino árabe. Existe, dijo, una sensación de que el "enemigo exterior" quiere que se agite el cambio y eso provoca una cierta contencion pese a que el nivel de insatisfacción es el mismo que en otros países árabes. Hay convocada una manifestación para el día 20 de febrero, pero sin saber dónde y el motivo para manifestarse. El principal escollo es la figura del rey: muchos están cansados de la monarquía y del lastre que supone para la economía del país, pero otros más están acordes con el principio de "viva el rey y muera el mal gobierno": no es el rey el culpable, sino todos los que están directamente por debajo de él, desde sus amigos hasta los políticos que mantienen el sistema corrupto e inoperante. Izquierda y derecha están unidas en un mismo gobierno que es débil e incapaz de desarrollar ninguna política, sólo se reparten el poder y sus prebendas. Las débiles reformas propiciadas por el rey, tales como el estatuto de la mujer, algo avanzado, y el código de familia, se han detenido y aún permanece la incógnita de si la monarquía se parlamentarizará y seguirá el ejemplo de la transición española.

En una línea general, Bernabé López habló de las revoluciones ocurridas como revoluciones de individuos, algo que seria revolucionario en el mundo árabe: el nacimiento del individuo, rebelado frente al clan, la familia y al "papá Estado/rey/presidente". Sería además una "mutación laica", que no daña las religiones existentes.

Desde Yemen vía Skype, Leyla Hamad nos acercó la realidad de un país olvidado, del largo proceso que ha seguido el presidente Saleh desde su inicial mandato como presidente del tradicionalista Yemen del Norte a presidente del Yemen unificado, con la incorporación del sur marxista y la colaboración con la oposición, primero socialista, luego islamista, a la posterior marginación de ambas. El intento de democratización del país, iniciado a mitad de los años 90, se detuvo, derivando al semipresidencialismo y a un cada vez más al presidencialismo autoritario, con la ampliación de los mandados del presidente y de los diputados y el vacíado de competencias del legislativo. A ello se suma la frustración de la oposición y de la ciudadanía por el proamericanismo de Saleh y su eternización en el poder que, pese a prometer en 2006 que no se presentaría a la reelección, se desdijo de sus palabras y ganó unas elecciones claramente falsificadas.

Amaia Goenaga, también vía Skype pero desde Líbano, nos explicó el significado de las últimas manifestaciones en el país de cedro, no relacionadas con las revoluciones del norte de África, sino con asuntos internos. La situación política se degradó más con el nerviosismo de Hezbolá al estar cercano el anuncio de la acusación del tribunal de justicia por el asesinato del primer ministro Rafik Hariri. Hezbolá, temiendo ser acusado, ha mantenido presiones para hacer caer al gobierno y para desacreditar al tribunal. El primer punto ya lo ha conseguido, con la caída del gobierno de Saad Hariri y el nombramiento de un gobierno dirigido por Najib Mikati, con apoyo de Hezbolá y del bloque prosirio. El sistema libanés, pese a garantizar cierta libertad, es sectario, al dividir el poder por cuotas confesionales y estar sometido al control de las élites de cada comunidad religiosa, impidiendo la existencia de un movimiento nacional único.

Rafael Bustos, profesor de la UCM y colaborador del TEIM, habló del caso argelino. Argelia es un caso distinto al de Túnez o Egipto: el régimen no tiene fisuras internas frente a un movimiento de la calle muy dividido, con el recuerdo de la guerra civil de los años 90, que mantiene una sociedad dividida. El gobierno argelino contribuyó a la poca asistencia de la manifestación del 12 de febrero con el bloqueo de los transportes, y el islamismo, en un bloque de oposición diferente, criticó a los convocantes laicos y estudiantiles.

Waleed Saleh, profesor de la UAM, cree que las revoluciones actuales han derrumbado varios mitos: que los árabes sean sumisos a sus gobiernos o que no estaban preparados para la democracia. También habló de la actual situación de su país natal, Irak. Saleh no cree que sea una democracia real: la guerra destruyó un país que, pese a la dictadura de Sadam, funcionaba y contaba con un gran potencial humano. La democracia ha caído en manos de grupos sectarios que no creen en ella: han destruido a la élite cultural y el poder lo pasan a controlar ignorantes que no saben manejar un país. Por ello, ha crecido la sensación de inseguridad, faltan servicios básicos, el petróleo se vende sin control del gobierno central y todas las regiones están controladas por milicias, ya sean suníes, chíies o kurdas. El gobierno central ha perdido su poder y el país se ha dividido en tres zonas: los kurdos, con afán expansionista a Kirkuk por el petróleo de su región; los suníes, y los chíies del sur, que han establecido de facto una república islámica, bajo control e influencia iraní.

Marta Saldaña, becaria del TEIM, hizo un rápido repaso a los países del golfo pérsico, con revueltas en cada país por el paro joven, la corrupción y la violación de derechos humanos, unido a la discriminación de la población chií en países de regímenes suníes. En Kuwait las protestas consiguieron la dimisión del ministro de Información y el mantenimiento de las protestas para pedir democracia. En Bahrein el lunes 14 de febrero hubo manifestaciones masivas en la capital, Manama, con el resultado de un muerto. Protestaban por el fin de la discriminación a los chíies y por los intentos de equilibrio demográfico con la nacionalización de suníes saudíes. En Arabia Saudí hay movimientos reformistas que elevan peticiones al rey, protestas de mujeres por el amejoramiento del abastecimiento de agua, aprovechado para pedir trabajo y criticar la corrupción existente. En Omán las revueltas son por los precios. En Qatar existe una oposición más débil y las reformas se producen, aunque de forma lenta. En los Emiratos existen presiones para convocar nuevas elecciones, las segundas de su historia.

Luciano Zaccara, profesor en la UAM, habló de las reacciones en Irán a las revoluciones árabes. La revolución egipcia, que coincidió con las fiestas de la revolución iraní, fue aprovechado por el ayatolá Jamenei para manifestar que son las reminiscencias de la revolución islámica de Jomeini. Pero, al mismo tiempo, el régimen prohibía manifestaciones de apoyo al pueblo egipcio de los opositores Musavi y Karrubi. En su lugar, se dio lugar a una manifestación oficialista, de menor asistencia, con difusión de imágenes manipuladas de las manifestaciones de 2009 contra Ahmanineyad, más concurridas.

Por último, Carmen Rodríguez, investigadora de estudios turcos en la UAM, habló de la influencia que puede tener o recibir Turquía de las revoluciones del norte de África. Habló de un "invierno democrático", regresión democrática, opuesto al proceso de reformas democratizadoras iniciado en 1999, el "verano democrático", por la oposición de países de la UE a su ingreso, por las medidas ambivalentes del islamista AKP y la debilidad de la oposición laica, configurándose dos bloques, religioso y laico, muy conservadores e inmóviles. A favor de Turquía, posee una sociedad civil consolidada y experiencias democráticas, descontenta con el modelo actual por la falta de laicización, en su opinión, aunque la "primavera árabe" puede dar un nuevo impulso al proceso democratizador.

Y para finalizar esta extensa síntesis, os añado el vídeo que visionaron al principio de la charla, "Sout al horeya", "la voz de la libertad", de la revolución egipcia.



miércoles, 2 de febrero de 2011

Conferencia "¿Hacia dónde va Túnez?" en Casa Árabe

La caída de la dictadura de Ben Ali en Túnez es, como vamos comprobando y reflejando desde multitud de foros y medios, la chispa de la oleada democratizadora que protagonizan los ciudadanos árabes. Ayer, en Casa Árabe de Madrid, con Gema Martín Muñoz (directora de Casa Árabe y experta en procesos políticos del norte de África) como moderadora, pudimos conocer las opiniones de Souhayr Belhassen, activista tunecina y presidenta de la Federación Internacional de los Derechos Humanos, y de Kamel Jendoubi, hasta hace poco exiliado tunecino y presidente de la Red Euromediterránea de Derechos Humanos y portavoz del Comité por el Respeto de las Libertades y los Derechos Humanos en Túnez. Asimismo, la conferencia fue de las más concurridas de todas las que organiza Casa Árabe, con una presencia destacada de tunecinos entre el público y de expertos en el mundo árabe-musulmán.

Souhayr Belhassen explicó que el proceso político que está viviendo Túnez es un fenómeno tunecino y que ha servido de catalizador para el resto de los países de su entorno: "está trastocando el mundo árabe", dijo. Por fin, las reuniones de los activistas de los derechos humanos, como cualquier reunión de asociaciones civiles, se pueden celebrar sin el control del "partido-estado".

Para ella, esto ha sido posible por la tradición reformista de Túnez, precursora en el mundo árabe del primer sindicato, de la liga de derechos humanos, el código de las personas más laico y medidas avanzadas en derechos de la mujer, anticoncepción y aborto. ¿Cómo pudieron mantenerse las dictaduras de Habib Burguiba primero y la de Ben Ali después? Burguiba fue un "dictador ilustrado" y Ben Ali prometió desarrollo económico a cambio de "infantilismo político". Pero, a la larga, un régimen no puede perdurar cuando sus valores son el ostracismo, la corrupción y el nepotismo. Ello, unido a la marginación de la población del centro del país del desarrollo económico de la costa, la desesperación de la generación más joven, usuaria de Internet y sin empleo y el empobrecimiento de las clases medias, base del régimen de Ben Ali, fue una frustración contenida, que estalló con la inmolación de Mohamed Bouazizi en la ciudad de Sidi Bouzid.

Los sucesos de Túnez son, para Belhassen, una revolución moderna, mixta, laica, democratizadora y responsable. De momento, no ha experimentado ninguna deriva en la lucha social por la dignidad, la democracia y la libertad.

Más extensa fue la intervención de Kamel Jendoubi. Explicó su alegría y su orgullo de ser tunecino, sin que los represente Ben Ali, como estar "en una nube". Más polémico que Belhassen, Jendoubi recordó que el dictador Ben Ali huyó del país sólo hace unos pocos días, y que el régimen, con toda la tecnocracia y aparatos represivos de los que se sirvió para controlar al pueblo aún existen, sin tampoco olvidar que Ben Ali no contó únicamente con apoyos internos, sino también externos, como todos los gobiernos occidentales. Ahora, dijo, "todos dicen ser revolucionarios", en referencia a todos aquellos que apoyaron a Ben Ali: los medios de comunicación, y los intelectuales e ideólogos afectos al dictador derrocado.

No es, en opinión de Jendoubi, una revolución social -"aún"-, sí una revolución política, iniciada por la fractura del espacio público, causada por el intento del régimen por controlar Internet y, sobre todo, Facebook, usada por miles de jóvenes tunecinos. Es una revolución de los actores de la sociedad civil: los parados universitarios con conciencia, en contacto con los sindicalistas y con los abogados, que han nutrido a las protestas de eslóganes, de conciencia. A la existencia de Internet y Facebook, fundamentales para la difusión de noticias y concentraciones, se ha unido la labor de Al Yazeera al ser un espacio donde "la gente normal ha podido hablar".

El sistema de la dictadura aún permanece. El partido dusturiano, mezclado con el Estado, permanece intacto y los aparatos represivos también: siguen existiendo doce mil miembros de la policía política y toda la red de informadores, la guardia presidencial y las fichas de "nombres negros", los considerados enemigos políticos del régimen, como Jendoubi. Es necesario, añadió, cambiar a los responsables políticos, todos nombrados por el clan de los Trabelsi, la familia de la mujer de Ben Ali.

Existen problemas: el riesgo de que la revolución sea confiscada por cualquiera de las fuerzas políticas, o que por la inexistencia de líderes opositores fuertes los ideólogos del régimen aprovechen la situación, así como el desencadenamiento del caos por la liberación de pequeños criminales para crear inseguridad y así justificar una intervención del ejército o de los aparatos del régimen. A estos problemas le añade el gobierno, que no considera de unidad nacional, o las tres comisiones que se han creado sobre la reforma política, la de investigación de los crímenes y la de anticorrupción. Son comisiones formadas por técnicos nombrados por el gobierno, sin responder a las demandas políticas de la población. Jendoubi se preguntó por las limitaciones de las comisiones, ya que consideró inaceptable que pretendan investigar sólo los crímenes del último mes, cuando son años y décadas las de violaciones de derechos humanos.

Europa debe dejar su papel de "fuerza hipócrita" y ayudar al desarrollo económico de Túnez para ayudar al gobierno a satisfacer las demandas de empleo de los tunecinos, en este impasse de seis meses de transición hasta la celebración de elecciones legislativas y presidenciales.

Con la caída del dictador, el mapa político tunecino se está recomponiendo. El sindicalismo de la UGTT, puntal junto con el partido dusturiano de Burguiba y Ben Ali para la cultura política de la independencia, también está afectado por la corrupción. Pero el sindicalismo y el resto de actores de la sociedad civil deben estar integrados en el nuevo régimen, incluyendo a los islamistas de En Nahda para evitar volver a los viejos tiempos de enfrentamiento entre islamistas y no islamistas, y también a los restos del viejo partido-estado, que reconstituido o con un nuevo partido, sus integrantes también tienen derecho a existir.

Sobre un tema crucial -el papel del islamista En Nahda- Jendoubi recordó que no se quieren presentar a las presidenciales, pero habrá que ver a quién apoyarán, ni intentar dominar el futuro legislativo. Tampoco se sabe cuántos votos recibirán, sólo la capacidad que tengan para llegar a acuerdos con el resto de fuerzas sociales determinará su peso. En Nahda, explicó, "quieren existir políticamente y conciliar Islam y modernidad", en línea con el reformismo tunecino, inspirándose en el modelo turco del AKP. Asimismo, los laicos deben de ser capaces de hacer frente dialécticamente al debate ideológico con los islamistas.

En Nahda no cuestiona el estatuto de las personas, defiende la democracia, la soberanía popular, la libertad de opinión y de conciencia. Todo ello, no obstante, no evita que puedan tener una "agenda oculta", pero eso lo demostrarán los hechos. Por último, Jendoubi explicó que el movimiento islamista está dividido, entre los que querían unirse a Ben Ali y los que se oponían a él, entre la vieja generación de líderes (exiliada) y la nueva (en el interior), que no quiere verse controlada por estos. Y, cuestión muy importante, En Nahda nunca ha recurrido al terrorismo ni llamado a la violencia, excluyendo de sus filas públicamente a los violentos. En pocas palabras, para que el proceso político sea un éxito según Jendoubi, "tiene que prevalecer la inteligencia".

Enlaces destacados:
Vídeos de Casa Árabe
Noticia de la conferencia en El País

jueves, 9 de diciembre de 2010

Julian Assange, ¿héroe o villano?


La mayor filtración de Wikileaks en su historia, la de los documentos del Departamento de Estado de Estados Unidos o Cablegate, sin duda va camino de convertirse en el acontecimiento del año. No ha sido, claro está, la primera de las filtraciones de Wikileaks, con poco más de tres años de vida, pero sí es la más impactante: a medida que se van conociendo los cables entre el Departamento de Estado y las embajadas estadounidenses, el miedo y la ira de la administración norteamericana y del establishment no dejan de aumentar.

No es únicamente Estados Unidos quien ve al descubierto su diplomacia secreta. Al mismo tiempo, ve la luz el doble rasero de muchos otros gobiernos en el mundo: China, Reino Unido, Rusia, Italia, España, Francia... ninguno escapa de las revelaciones de estos cables diplomáticos. Desde el 28 de noviembre, día que comenzó la publicación de las filtraciones en El País, Le Monde, Der Spiegel, The Guardian y The New York Times, parece habérseles caído una fina máscara a los gobiernos de muchos países.

Hay quienes pensaban que estas filtraciones eran un simple cotilleo. En muchos casos, venían a confirmar muchos de los rumores que circulan sobre los líderes y los gobiernos del mundo. Desde los líos de Sarkozy a los de Berlusconi, la espina de las Malvinas para Argentina a los temores de los países árabes a un Irán nuclear... Luego vinieron otros datos: presiones de Estados Unidos hacia sus aliados para defender sus intereses (ya sea desde el caso Couso a las ventas de armas a Venezuela por parte de España y Rusia), los planes secretos de China sobre la península de Corea, la corrupción en Rusia... en fin, muchos temas y para su recolección ya están los diarios antes citados y, sobre todo, la página de El País a tal efecto.

A los distintos gobiernos se les ha creado un nuevo abismo, mucho más infinito que cualquier otro hasta ahora, entre ellos y sus ciudadanos. En sus reacciones, poco pueden decir excepto intentar negarlo todo, en vano. En esta cuestión (y en otras) nadie les cree ya, tan grande es la desconfianza que poseen entre los ciudadanos, bien cultivada a lo largo de muchos años. Otros gobiernos optan por dar la callada por respuesta, sabiendo que aún no se sabe todo y puede quedar mucho todavía por saber. Tampoco ha hablado la clase política de cada país de forma clara, todos sabiendo lo que se juegan, unidos por un pacto de silencio.

Los distintos gobiernos han perdido legitimidad. Ya no pueden presentarse como reflejo de la voluntad popular y garantes de la independencia nacional. ¿Será el gobierno yemení independiente cuando no puede hacer frente a insurgentes y necesita el apoyo en la sombra del poderío militar norteamericano? ¿Será independiente el gobierno español que entre bambalinas intercedió en favor de los intereses norteamericanos en el Caso Couso? ¿Será el gobierno ruso reflejo de la voluntad popular o de la oligarquía del régimen de Putin?

En muchos casos, la bandera del nacionalismo es una fina cáscara que esconde la sumisión al aún imperio de nuestro tiempo o la hipócrita excusa para mantener, una vez más, la dominación de las minorías dirigentes sobre la mayoría de los dominados.

En estas circunstancias, ¿cómo se puede hablar de democracias, Estados de derecho e independencia en la aldea global? La globalización, inicialmente económica, va dando pasos hacia la globalización de las relaciones humanas paralelas a la del Estado-nación, proceso lento y difícil; en cambio, la globalización de la información es ambivalente. La Red no es inmune a la manipulación o a la opacidad, caso de China. Todos a una, gobierno y oposición, clase política, en definitiva, el establishment de cada país hace piña contra las revelaciones de Wikileaks. En España, los rumores sobre los movimientos dentro de la derecha española se confirman, incluso corroborando que Rajoy no es favorito ni para Estados Unidos, ni para el resto de sus correligionarios.

Al gobierno estadounidense no le ha quedado otra opción que huir hacia adelante y querer matar al mensajero, a Julian Assange. En este caso, el presidente Barack Obama no ha hablado hasta hace bien poco sobre Assange y Wikileaks y ha dejado en manos de su secretaria de Estado, Hillary Clinton, la responsabilidad de enfrentarse a la opinión pública nacional e internacional. Mientras, los miembros del Congreso norteamericano y otras figuras relevantes del panorama político estadounidense, como Sarah Palin o Joe Lieberman, piden desde el asesinato a la detención del terrorista Assange, así como prohibir consultar la página de Wikileaks, amén de querer privarla de cualquier servidor para poder seguir operando. Nos han querido mostrar los límites de la libertad de expresión y así lo han hecho: con el imperio no se juega.

¿Nos ha hecho un favor Julian Assange? Sí, sin duda. El lema de Wikileaks, "we open governments", se cumple o se desborda con creces. Cierto es que todo es siempre una amplia gama de colores grises: las acusaciones de abusos sexuales son graves, igual que las de opacidad de las cuentas de Wikileaks. Una cosa no deslegitima ni quita validez a la otra. No debemos ser ciegos apoyos a una persona y una empresa con sus propios (y legítimos) intereses, como tampoco furibundos opositores y situarnos en el lado peligroso del debate de cuáles son los límites de la libertad de información.

Hemos de mantener una independencia de criterio a la vez que conocer los argumentos y motivaciones de ambas partes. Por ejemplo, leo en ABC que Alonso de los Ríos acusa a Wikileaks de "delictiva" y la prensa que revela su información como la terminal del negocio "criminal" del portal de filtraciones, así como comete el error de englobar en el mismo saco las acciones de Wikileaks, El País y Anonymous, como si fueran parte de una nueva teoría de la conspiración, a imagen de la que la derecha española quiso ver para el atentado del 11-M. Lejos de reconocer al antiguo marxista un profundo amor por una profesión periodística que obtiene de forma limpia la información de sus fuentes, hay una línea clara del periódico monárquico de lamentarse no ser uno de los cinco periódicos que disfrutan de una exclusiva tan jugosa.

¿Qué supondrá Wikileaks y el proceso contra Assange? La posible extradición de Assange de Reino Unido a Suecia, y puede que de Suecia a Estados Unidos para juzgarlo por la filtración de los documentos no será un juicio a una persona concreta, sino un juicio a la libertad de información y a los límites de ésta. Es pronto para determinar si Julian Assange es un héroe de estos tiempos posmodernos o el violador autoritario y sombrío que nos pintan desde otros lares. De momento, es personaje del año para Time. Mientras, sabremos, sabemos ya, que los gobiernos defienden la libertad y la democracia con pasión, pero una pasión muy pequeñita.

¿Por qué calla la clase política? Wikileaks no descubre el Mediterráneo mostrando la verdadera faz de una minoría persiguiendo sus intereses personales y encadenada a los intereses de la clase económica o a los de Estados Unidos. No hay un ataque a la política; en todo caso, podría haber una crítica a aquellos que consideran la política, en toda su extensión, como la esfera de actuación de una minoría con unos intereses concretos en juego.

Sintiendo pecar de utópico, idealista u optimista, no es/no debe ser así, y los ciudadanos tienen el derecho a saber la verdad. No secretos de estado, eso es un consenso universal: Wikileaks no ha dado información que vulnere la seguridad nacional, ni códigos nucleares. Nos ha dado algo más potente: el simple conocimiento, para que cada cual pueda informarse y hacerse una mejor opinión. Así, podrán formarse mejores elecciones de cara al futuro. La minoría y élite que es la clase política es "elegida", en un sistema democrático, para llevar a cabo políticas que vayan en beneficio del interés general. Es una bonita teoría, y por lo tanto irreal.

El profesor Javier Redondo lamenta en La aventura de la Historia la banalización de la política, con la decepción de la democracia 2.0 como un fracaso en la participación de la ciudadanía en un sentido republicano liberal (también llamado republicanismo cívico, que tan en moda estuvo una vez en boca de Zapatero), viendo cómo el ideal democrático y liberal es sustituido por una política del entretenimiento y del pensamiento rápido y simple.
"Instrúyanse, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitaremos todo vuestro entusiasmo. Organí­cense, porque necesitaremos toda vuestra fuerza".

Antonio Gramsci, Fundador del Partido Comunista Italiano

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Manuel Azaña

Manuel Azaña

"Causas de la guerra de España", Manuel Azaña

En nuestros conflictos políticos, la República tiene que ser una solución de término medio, transaccional y la válvula de seguridad contra sus desaciertos es el sufragio universal. Lo que se pierde en unas elecciones, puede recuperarse en otras. Nada duradero se funda sobre la desesperación y la violencia. La República no puede fundarse sobre ningún extremismo. Por el solo hecho de ser extremismo, tendría en contra a las cuatro quintas partes del país.

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