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miércoles, 6 de julio de 2011

"Amreeka", una mirada árabe de Estados Unidos


"(...) He aprendido todo el lenguaje y lo he deshecho para componer
una única palabra: Patria..."

Yo soy de allí
Mahmud Darwish

Patria. ¿Qué es la patria? En wikipedia se recoge un comentario a un ministro italiano: "¿Qué entiende por nación, señor ministro? ¿Es una masa de infelices? Sembramos trigo pero no comemos pan blanco. Cultivamos la vid pero no bebemos vino. Criamos ganado pero no comemos carne. No obstante, usted nos aconseja que no abandonemos nuestra patria. ¿Pero es una patria el lugar donde alguien no puede vivir del propio trabajo?"

Con estas mismas palabras podríamos empezar a hablar de "Amreeka" (la pronunciación en árabe de América), película de la cineasta estadounidense de origen palestino, Cherien Dabis. El título señala la intención de la directora por plasmar en una palabra "que resumiera la mezcla de las dos culturas", la árabe-palestina y la estadounidense, que se relacionan, se chocan y se encuentran finalmente en este precioso relato.

La narración comienza en Palestina, en los territorios ocupados por Israel, donde Muna, una palestina divorciada trabaja en un banco y cuida a su familia, un hijo adolescente y una madre anciana. Cada día, Muna, junto con otros tantos miles de palestinos, sufren la humillación del lento tránsito por los controles del ejército israelí bajo la sombra del nuevo muro de la vergüenza. Humillación que se convierte en una tortura psicológica cotidiana, convertidos todos los palestinos, de todas las condiciones -edad, condición social, sexo...- en un único ser: el sospechoso, el enemigo, el terrorista. Así es la verdadera manifestación del muro: no es la seguridad, es la humillación a todo un pueblo y un insulto perpetuo a la humanidad.


La vida de Muna y su hijo dan un vuelco cuando les conceden el permiso de trabajo en Estados Unidos. Con mucho dolor, dejan su patria y a su familia por la tierra de las oportunidades. Mientras, esa misma tierra, the land of the free and the home of the brave, bombardea e invade Irak. Muna y su hijo Fadi son como aquellos inmigrantes de siglos pasados, los venidos de un continente roto por eternas guerras y, como aquellos, quedan asombrados por las luces y las vastas dimensiones del Nuevo mundo, ese cuyo horizonte está coronado por grandes rascacielos que proclaman en sus cabezas el honor de ser esa patria de la libertad, como antaño la Estatua de la Libertad recibía a los recién llegados recitando con una potente voz silenciosa el poema de Emma Lazarus:

"¡Guardaos, tierras antiguas, vuestra pompa legendaria!, grita ella.
Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres
vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad
(...) ¡Yo elevo mi faro detrás de la puerta dorada!"

Pero, como los inmigrantes de hace un siglo, ellos tenían su Isla de Ellis, una nueva humillación modernizada donde también son el mismo estereotipo: el extranjero, el árabe, el posible terrorista. A partir de aquí, Muna y Fadi deben enfrentarse a un país que aún tiene presente la tragedia del 11-S y está convencido de su liderazgo internacional contra un terrorismo que, resumidamente, creen que combaten en cada país que el gobierno de Bush ha señalado como enemigo. "Mi hermano está luchando en Irak para que sean libres", señala un adolescente en la película, perfecto resumen de las consecuencias de tanta propaganda producida desde el poder: la ignorancia. Porque, ¿no se decía lo mismo de Vietnam?

Dentro de tanta hostilidad y desconfianza, surgen aquellos personajes que no están cortados con el mismo patrón de esa masa recelosa. Con esa visión alegre que nos transmite la película, la conversación entre Muna y el director del nuevo instituto de Fadi, el señor Novatski, es quizás una de las miradas más desenfadadas que resumen las sinrazones de los conflictos: la ignorancia y el temor que caen cuando se descubre que el otro no es como pensábamos, y nos percatamos que no somos tan distintos. En el caso de Novatski, él aprende que no todos los árabes son musulmanes -Muna y su familia son cristianos, "somos una minoría aquí y también allí", se lamenta ella-, y Muna descubre que no todos los judíos son como le han enseñado en Palestina. Y esa es quizás la lección más importante que nos puede dar "Amreeka", que quizás los conflictos serían muchos menos si se dejara a la gente conocerse y hablar tranquilamente, liberados de los prejuicios y estereotipos con los que somos constantemente bombardeados.

"(...) Todos los pájaros que ha perseguido
la palma de mi mano a la entrada del lejano aeropuerto,
todos los campos de trigo,
todas las cárceles
todas las tumbas blancas
todas las fronteras
todos los pañuelos que se agitaron,
todos los ojos,
estaban conmigo, pero ellos
los borraron de mi pasaporte (...)"

Pasaporte
Mahmud Darwish


martes, 3 de mayo de 2011

Un mundo sin Bin Laden no es más seguro


Los Estados Unidos han conseguido acabar por fin con su bestia negra, su antiguo aliado y luego enemigo Osama Bin Laden. La repentina operación ha sorprendido a todos y la celeridad con la que el ejército estadounidense se ha preocupado por hacer desaparecer el cadáver del líder terrorista, aun respetando las normas que exige el Islam, no hace sino levantar suspicacias. Habrá que esperar a que se presenten pruebas fidedignas de su muerte, lejos del morbo mediático de recurrir al photoshop.

Un mundo sin Bin Laden no es, por desgracia, más seguro. Sí cambia una cosa muy importante: Obama ha conseguido la importante baza de convertirse en el presidente estadounidense que consigue acabar con el "enémigo número 1 de América", es decir, la carta mágica para la reelección en 2012 por la vía del patriotismo y el revanchismo de los norteamericanos.

Al Qaeda, sin embargo, no pierde su símbolo. Ahora es un mártir. Tampoco cambiará mucho su estrategia: la organización de células autónomas de la organización terrorista no se verá afectada. En todo caso, esto les animará a intentar llevar a cabo nuevos atentados. Los servicios de seguridad de todos los países afectados por este terrorismo internacional deberán extremar a partir de ahora sus investigaciones y vigilancia. El discurso oficial de muchos Estados por la seguridad -con los ocasionales recortes a la libertad- no va a variar.

La muerte no ha sido la derrota de Bin Laden. Al contrario, su obra sobrevive a su desaparición. El mundo tiene miedo y cada vez se argumentan menos excusas con las que "legitimar" las políticas de seguridad y de geoestrategia para controlar los recursos económicos y energéticos y su apoyo internacional a muchos tiranos que están viendo como sus pueblos se escapan de su control.

Si, por el contrario, el terrorismo internacional de corte islamista resulta en debilitarse, será una importante baza para el cambio que está viviendo el mundo arabomusulmán. Occidente no podrá seguir manteniendo a sátrapas a los que ven como frenos a la influencia islamista, radical o moderada, y fieles aliados en sus intereses económicos y geoestratégicos. Tampoco esos mismos tiranos podrán acusar a su pueblo de tener una "agenda oculta" del islamismo radical y cercano al terrorismo, como hemos visto en Egipto, Libia y Siria. Al contrario, los partidos islamistas moderados y también los laicos podrán recuperar un discurso de democracia y progreso para el mundo musulman, bajo la exigencia de que el pueblo es el legítimo soberano que busca su libertad. Es muy importante hacer ver la diferencia que hay entre el terrorismo internacional, que tiene una visión totalitaria del panislamismo, y la de los pueblos árabes, completamente independiente de este y muy lejano a la uniformidad de intransigencia religiosa.

De una vez, tenemos que comprender que hay que ser duros con las causas de la pobreza, del subdesarrollo y de la corrupción de las élites. Sólo por la democracia y el progreso se pueden superar los extremismos. Claro que esto a muchos no les interesa.

viernes, 18 de marzo de 2011

Libia: ¿demasiado tarde?


Por fin, ayer por la noche (hora española) el Consejo de Seguridad de la ONU votó por establecer una zona de exclusión aérea sobre Libia, con las significativas abstenciones de China y Rusia, con derecho a veto, y de los miembros no permanentes Alemania, India y Brasil. De momento, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Qatar son los países dispuestos a intervenir decididamente para evitar los ataques de Gadafi al poder rebelde de Bengasi. Egipto podría contribuir igualmente con tropas.

La decidida intervención militar, en principio, rompe la doctrina Bush de la guerra de Irak: el ataque contra el sanguinario régimen de Gadafi viene avalado por las peticiones de la resistencia de Bengasi, el apoyo de la Liga Árabe y la autoridad de las Naciones Unidas. La otra cara de la moneda es la desesperante tardanza de la comunidad internacional por tomar una decisión al respecto y la persistente división de la Unión Europea sobre las revoluciones y revueltas en el mundo árabe. Ahora, cuando la resistencia agoniza en unas pocas ciudades, esperando el sangriento golpe de Gadafi, quizás sea todo demasiado tarde. A lo mejor se podrá hacer retroceder o destruir el tiránico régimen de la Yamahiriya de Gadafi, pero el daño se ha hecho: la sinrazón humana ha ocasionado ya demasiados muertos. Las dudas del mundo y el contraataque de Gadafi hacen peligrar la "primavera árabe": Los regímenes de Bahrein y Yemen han empezado a reprimir sin piedad a los manifestantes.

¿Qué significa esta posible o inminente intervención? ¿Es un acto más por preservar los intereses occidentales o por evitar la prometida masacre de Gadafi? En una visión perversa, no es la resolución de la crisis libia lo que hará bajar el precio del petroleo, sino la degradación de la crisis nuclear de Japón. Sin duda alguna, está en el acervo de todo país soberano determinados intereses: es intrínseco a toda institución humana. La humanidad, aparte del afán de competencia por la supervivencia, propio de todo organismo vivo, también posee el altruismo, la cooperación y la solidaridad, en simbiosis con lo anterior. Sin duda, ambas facetas están presentes en este caso: habrá quienes consideren o quieran ver con mayor fuerza la existencia de intereses económicos y geopolíticos en la intervención en la guerra civil libia. También habrá los que consideren que la intervención es necesaria para poner freno a las violaciones de los derechos humanos, evitar las amenazas de más muertes o de olas de refugiados, etcétera, reconociendo que ambos bandos pueden cometer esas barbaridades.

La única postura defendible es reconocer que los libios poseen, como todos, derechos inherentes, entre los que se cuentan el derecho a la vida, a la libertad y a gobernarse a sí mismos como decidan. El mundo ha guardado un incómodo silencio a este respecto: Gadafi era, paradójicamente, el "fiel aliado" de las potencias occidentales contra el islamismo, a la vez que uno de los modelos de la extrema izquierda por su "revolución verde". Los mejores ejemplos a estas dos paradojas son las peligrosas amistades de Gadafi con Berlusconi y con Hugo Chávez, así como la financiación de la campaña electoral de Sarkozy, si damos crédito a las palabras de Saif al Islam, el hijo del tirano libio. Igualmente, la apreciación sobre los rebeldes es variopinta: se les llama libertadores, se les reconoce como los legítimos portavoces de Libia por algunos países y también se les acusa de cercenar los derechos de las mujeres.

Es decir, se agita el miedo al islamismo. Pero, una vez más, ¿ese miedo al islamismo radical es justificación suficiente para mantener el represivo poder de Gadafi sobre sus compatriotas? Las medidas palabras de diversos personajes públicos, desde los más "gubernamentales" a los más "anticapitalistas", les unen por primera vez en vagas defensas de la permanencia de Gadafi.

Pese a que estamos viviendo meses movidos por las revoluciones árabes, no nos despegamos de considerar la "minoría de edad" de la nación árabe, a la que muchos aún ven incapaz, propensa a entregar el poder a los que hablan en nombre de Dios y reprimir a sus minorías nacionales, religiosas, a los homosexuales o a las mujeres. Esa visión, la más pura herencia colonialista, es la que justifica la permanencia de tiranos considerados occidentalizados, laicos o revolucionarios. Pero, ¿hemos olvidados la lucha de Europa por la Ilustración, por sacudirnos el yugo de los estamentos y de la Iglesia? ¿Hemos olvidado que hasta hace pocos años aún se justificaba la violencia doméstica, la marginación de los homosexuales, o se prohibía el aborto, el divorcio y no se observaban las mínimas garantías de los derechos civiles? ¿Es que los europeos somos una raza superior, dotada de mayor conciencia propia que el resto de humanos del orbe? No hace mucho que Europa ha vivido los peores crímenes de la Historia, que existieron unos campos de exterminio donde murieron millones de judíos y otras minorías, o que en Yugoslavia también se intentó una limpieza étnica.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Julian Assange, ¿héroe o villano?


La mayor filtración de Wikileaks en su historia, la de los documentos del Departamento de Estado de Estados Unidos o Cablegate, sin duda va camino de convertirse en el acontecimiento del año. No ha sido, claro está, la primera de las filtraciones de Wikileaks, con poco más de tres años de vida, pero sí es la más impactante: a medida que se van conociendo los cables entre el Departamento de Estado y las embajadas estadounidenses, el miedo y la ira de la administración norteamericana y del establishment no dejan de aumentar.

No es únicamente Estados Unidos quien ve al descubierto su diplomacia secreta. Al mismo tiempo, ve la luz el doble rasero de muchos otros gobiernos en el mundo: China, Reino Unido, Rusia, Italia, España, Francia... ninguno escapa de las revelaciones de estos cables diplomáticos. Desde el 28 de noviembre, día que comenzó la publicación de las filtraciones en El País, Le Monde, Der Spiegel, The Guardian y The New York Times, parece habérseles caído una fina máscara a los gobiernos de muchos países.

Hay quienes pensaban que estas filtraciones eran un simple cotilleo. En muchos casos, venían a confirmar muchos de los rumores que circulan sobre los líderes y los gobiernos del mundo. Desde los líos de Sarkozy a los de Berlusconi, la espina de las Malvinas para Argentina a los temores de los países árabes a un Irán nuclear... Luego vinieron otros datos: presiones de Estados Unidos hacia sus aliados para defender sus intereses (ya sea desde el caso Couso a las ventas de armas a Venezuela por parte de España y Rusia), los planes secretos de China sobre la península de Corea, la corrupción en Rusia... en fin, muchos temas y para su recolección ya están los diarios antes citados y, sobre todo, la página de El País a tal efecto.

A los distintos gobiernos se les ha creado un nuevo abismo, mucho más infinito que cualquier otro hasta ahora, entre ellos y sus ciudadanos. En sus reacciones, poco pueden decir excepto intentar negarlo todo, en vano. En esta cuestión (y en otras) nadie les cree ya, tan grande es la desconfianza que poseen entre los ciudadanos, bien cultivada a lo largo de muchos años. Otros gobiernos optan por dar la callada por respuesta, sabiendo que aún no se sabe todo y puede quedar mucho todavía por saber. Tampoco ha hablado la clase política de cada país de forma clara, todos sabiendo lo que se juegan, unidos por un pacto de silencio.

Los distintos gobiernos han perdido legitimidad. Ya no pueden presentarse como reflejo de la voluntad popular y garantes de la independencia nacional. ¿Será el gobierno yemení independiente cuando no puede hacer frente a insurgentes y necesita el apoyo en la sombra del poderío militar norteamericano? ¿Será independiente el gobierno español que entre bambalinas intercedió en favor de los intereses norteamericanos en el Caso Couso? ¿Será el gobierno ruso reflejo de la voluntad popular o de la oligarquía del régimen de Putin?

En muchos casos, la bandera del nacionalismo es una fina cáscara que esconde la sumisión al aún imperio de nuestro tiempo o la hipócrita excusa para mantener, una vez más, la dominación de las minorías dirigentes sobre la mayoría de los dominados.

En estas circunstancias, ¿cómo se puede hablar de democracias, Estados de derecho e independencia en la aldea global? La globalización, inicialmente económica, va dando pasos hacia la globalización de las relaciones humanas paralelas a la del Estado-nación, proceso lento y difícil; en cambio, la globalización de la información es ambivalente. La Red no es inmune a la manipulación o a la opacidad, caso de China. Todos a una, gobierno y oposición, clase política, en definitiva, el establishment de cada país hace piña contra las revelaciones de Wikileaks. En España, los rumores sobre los movimientos dentro de la derecha española se confirman, incluso corroborando que Rajoy no es favorito ni para Estados Unidos, ni para el resto de sus correligionarios.

Al gobierno estadounidense no le ha quedado otra opción que huir hacia adelante y querer matar al mensajero, a Julian Assange. En este caso, el presidente Barack Obama no ha hablado hasta hace bien poco sobre Assange y Wikileaks y ha dejado en manos de su secretaria de Estado, Hillary Clinton, la responsabilidad de enfrentarse a la opinión pública nacional e internacional. Mientras, los miembros del Congreso norteamericano y otras figuras relevantes del panorama político estadounidense, como Sarah Palin o Joe Lieberman, piden desde el asesinato a la detención del terrorista Assange, así como prohibir consultar la página de Wikileaks, amén de querer privarla de cualquier servidor para poder seguir operando. Nos han querido mostrar los límites de la libertad de expresión y así lo han hecho: con el imperio no se juega.

¿Nos ha hecho un favor Julian Assange? Sí, sin duda. El lema de Wikileaks, "we open governments", se cumple o se desborda con creces. Cierto es que todo es siempre una amplia gama de colores grises: las acusaciones de abusos sexuales son graves, igual que las de opacidad de las cuentas de Wikileaks. Una cosa no deslegitima ni quita validez a la otra. No debemos ser ciegos apoyos a una persona y una empresa con sus propios (y legítimos) intereses, como tampoco furibundos opositores y situarnos en el lado peligroso del debate de cuáles son los límites de la libertad de información.

Hemos de mantener una independencia de criterio a la vez que conocer los argumentos y motivaciones de ambas partes. Por ejemplo, leo en ABC que Alonso de los Ríos acusa a Wikileaks de "delictiva" y la prensa que revela su información como la terminal del negocio "criminal" del portal de filtraciones, así como comete el error de englobar en el mismo saco las acciones de Wikileaks, El País y Anonymous, como si fueran parte de una nueva teoría de la conspiración, a imagen de la que la derecha española quiso ver para el atentado del 11-M. Lejos de reconocer al antiguo marxista un profundo amor por una profesión periodística que obtiene de forma limpia la información de sus fuentes, hay una línea clara del periódico monárquico de lamentarse no ser uno de los cinco periódicos que disfrutan de una exclusiva tan jugosa.

¿Qué supondrá Wikileaks y el proceso contra Assange? La posible extradición de Assange de Reino Unido a Suecia, y puede que de Suecia a Estados Unidos para juzgarlo por la filtración de los documentos no será un juicio a una persona concreta, sino un juicio a la libertad de información y a los límites de ésta. Es pronto para determinar si Julian Assange es un héroe de estos tiempos posmodernos o el violador autoritario y sombrío que nos pintan desde otros lares. De momento, es personaje del año para Time. Mientras, sabremos, sabemos ya, que los gobiernos defienden la libertad y la democracia con pasión, pero una pasión muy pequeñita.

¿Por qué calla la clase política? Wikileaks no descubre el Mediterráneo mostrando la verdadera faz de una minoría persiguiendo sus intereses personales y encadenada a los intereses de la clase económica o a los de Estados Unidos. No hay un ataque a la política; en todo caso, podría haber una crítica a aquellos que consideran la política, en toda su extensión, como la esfera de actuación de una minoría con unos intereses concretos en juego.

Sintiendo pecar de utópico, idealista u optimista, no es/no debe ser así, y los ciudadanos tienen el derecho a saber la verdad. No secretos de estado, eso es un consenso universal: Wikileaks no ha dado información que vulnere la seguridad nacional, ni códigos nucleares. Nos ha dado algo más potente: el simple conocimiento, para que cada cual pueda informarse y hacerse una mejor opinión. Así, podrán formarse mejores elecciones de cara al futuro. La minoría y élite que es la clase política es "elegida", en un sistema democrático, para llevar a cabo políticas que vayan en beneficio del interés general. Es una bonita teoría, y por lo tanto irreal.

El profesor Javier Redondo lamenta en La aventura de la Historia la banalización de la política, con la decepción de la democracia 2.0 como un fracaso en la participación de la ciudadanía en un sentido republicano liberal (también llamado republicanismo cívico, que tan en moda estuvo una vez en boca de Zapatero), viendo cómo el ideal democrático y liberal es sustituido por una política del entretenimiento y del pensamiento rápido y simple.

martes, 23 de noviembre de 2010

Sáhara Occidental: una lección de política y relaciones internacionales


Marruecos lleva ocupando, de forma ilegítima y sin reconocimiento internacional, al Sáhara Occidental, antigua colonia española, desde 1976. La región pertenece a la Lista de Naciones Unidas de territorios no autónomos, a la espera de un referéndum de autodeterminación que determine su estatus. En el Sáhara Occidental operan diversos intereses: Marruecos considera al Sáhara Occidental parte integrante de su territorio nacional. En el Sáhara, la principal riqueza de su subsuelo son las minas de fosfatos, y en las costas (en disputa con las aguas territoriales en Canarias) el petróleo. Detrás de Marruecos están los intereses de Francia, la antigua y principal metrópoli colonial, y los de Estados Unidos, deseoso de contar en la región con un fiel aliado contra el islamismo; fiel aliado del "paladín de la democracia" en la era Bush, Estados Unidos, aunque sea a costa de negar la democracia, vulnerar los derechos humanos, la libertad de prensa y propiciar un sistema político corrupto.

¿Cuáles son los intereses de España en la zona?
Empresas españolas mantienen el control de parte de las minas de fosfatos del Sáhara Occidental. Las costas de Marruecos y del Sáhara son de vital importancia para la marina pesquera española, además del contencioso sobre las aguas entre las Islas Canarias y el Sáhara, potencialmente ricas en petróleo. España, a ojos de la legalidad internacional, aún es la potencia administrador Occidental, aunque nuestro país haya renunciado a sus derechos sobre la zona en 1976. España, con la dictadura a del Sáharafranquista, se comprometió a la descolonización del Sáhara Occidental y a convocar un referéndum de autodeterminación para que sus habitantes decidieran su estatus. En los años setenta, los ciudadanos saharauis eran aproximadamente 75.000. Hoy, habitan en el Sáhara Occidental más de 250.000 personas. ¿Tanto ha crecido su población por la natalidad? No. Aproximadamente 85.000 son los integrantes y descendientes registrados en el último censo español, de 1974, y el resto son marroquíes asentados en la zona para hacer efectivo el control del territorio por la monarquía alauita.

El Sáhara está a la espera del referéndum de autodeterminación. ¿Quiénes podrían votar? ¿Todos los habitantes? ¿Los saharauis? ¿Los marroquíes? En el Tíbet y en Xinjiang, en China, el gobierno comunista ha desarrollado políticas de colonización de dichos territorios por ciudadanos chinos pertenecientes a la etnia han, la mayoritaria en China, dejando a los ciudadanos de etnia tibetata y uigures en minoría. ¿Para qué? Para llegado un momento que dichos territorios hubieran de decidir su estatus respecto a China, hubiera una mayoría de ciudadanos afines al régimen chino. Cualquier persona tiene derecho a asentarse y prosperar en el territorio que quiera, pero cuando son llevados a cabo grandes movimientos de población por los gobiernos es inmoral. No se puede negar a las personas sus derechos. Pero, en el caso de Marruecos y el Sáhara (también de China y sus territorios "autónomos"), son el simple instrumento de las políticas expansionistas de la clase dirigente.

¿Es posible albergar esperanzas de que Marruecos llegue a permitir al Sáhara Occidental que decida libremente su estatus? Desgraciadamente, no. Marruecos ha realizado un apagón informativo respecto al Sáhara, impidiendo la entrada de periodistas independientes a la vez que permitiendo la de los más afines. Ha desarrollado en los últimos meses una constante propaganda contraria, además de falsa, a España en sus medios de comunicación oficiales. Marruecos ha vulnerado los derechos humanos en el Sáhara Occidental.

¿Qué puede hacer España en el caso del Sáhara Occidental? Desgraciadamente, el camino emprendido en las últimas semanas no es el correcto. España parte en clara desventaja diplomática, con los intereses de Francia y Estados Unidos en contra de los españoles. España ha renunciado a proteger los intereses del pueblo saharaui además de los propios intereses nacionales en política exterior. España se ha bajado los pantalones dejando que la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, sea ninguneada por el régimen marroquí por ser mujer, algo que no debería haber sido aceptado en ningún momento. España ha presionado a la Unión Europea para no condenar las acciones de Marruecos en el "campamento esperanza" de Tinduf: como consecuencia de ello, el Parlamento Europeo se limitó a condenar la violencia en el Sáhara pero no condenó a Marruecos.

¿Qué lección podemos extraer?
España no puede pretender ser considerado un país serio si no hace valer sus intereses, que no son puramente intereses económicos o políticos; son intereses por la democracia y el respeto de los derechos humanos en el Sáhara Occidental. ¿Qué gobierno puede argumentar, sin sonrojarse de vergüenza, que los saharauis no pueden decidir su futuro? Si Marruecos fuera una democracia y un país que reconozca la multiplicidad de culturas (árabe, beréber y saharaui) que alberga en su seno, ¡no habría mayor problema! Pero Marruecos no es una democracia, es una monarquía autoritaria, con un sistema político corrupto y creado para beneficiar a una minoría elitista a expensas de su ciudadanía. Ni los saharauis, ni los marroquíes, tienen derecho a ser sometidos a un régimen tan aberrante.

España debe actuar
. España debe hacer valer su autoridad. Según el derecho internacional y la ONU, el Sáhara aún es responsabilidad de España. No hay impedimento legal que prohíba a España actuar en el Sáhara, militarmente si es necesario, para mantener el orden y llevar a cabo el referéndum de autodeterminación. Eso simplemente significa cumplir las resoluciones de la ONU de descolonización y las leyes internacionales. Parece mentira que en pleno siglo XXI, cincuenta años después de la gran ola descolonizadora en África, aún tengamos materias pendientes en este aspecto.

martes, 16 de noviembre de 2010

Reflexiones tras las elecciones estadounidenses: té para todos


En primer lugar, es necesario dar las gracias aquí a Dion Baillargeon por sus excelentes aportaciones, que sin duda han ampliado nuestro conocimiento acerca de los procesos políticos en Estados Unidos y de sus instituciones representativas.

En líneas generales, no ha habido excesivas sorpresas: los republicanos ganan la Cámara de Representantes, los electores manifiestan su miedo hacia las reformas de Obama y el Tea Party se hace un hueco en las Cámaras y en las quinielas para saber quiénes serán los presidenciables del Grand Old Party. Gracias al análisis de Dion podemos ver más allá de nuestras limitaciones, las que nos impone la prensa española y las que nos imponemos nosotros mismos a la hora de no preocuparnos de lo que ocurre más allá de nuestras fronteras.

Suscribo al completo el análisis de Dion, por lo que mi reflexión tendrá un componente más de crítica y algo más cercano a lo que a nosotros nos incumbe. Si en Estados Unidos "todos quieren té", como dice Dion, para España yo diría "té para todos". Muchos en España recibieron la victoria de Obama como el triunfo del progresismo más cercano a la izquierda europea (eran demasiado optimistas) y le dedicaron una gran cobertura informativa, o incluso llegaron a calificarlo de "acontecimiento planetario". Hay que decir que en estas elecciones de mitad de mandato, dos años después, no ha habido un esfuerzo similar.

En un país de grandes checks & balances y de gran opinión pública es más difícil imponer reformas radicales. Obama sabía desde el principio que sería un gran reto llevar a cabo su programa reformista y que el verdadero desarrollo de una legislación progresista debe conllevar un período de tiempo más amplio que dos o cuatro años. Obama se juega mucho con una legislación que implica mayor gasto público, auténtica pesadilla para buena parte de la sociedad norteamericana. Esta derrota no es, sin embargo, el posible preludio de una derrota en 2012.

Ya se ha confirmado la victoria de la candidata al Senado por Alaska, la no tea partier Lisa Murkowski, una derrota personal de Sarah Palin, alma mater del movimiento Tea Party. La propia Palin ha vuelto a sonar como presidenciable del Partido Republicano en las próximas elecciones presidenciales. Suscribiendo la tesis de Dion, el Tea Party es muy perjudicial para el partido del elefante. La reacción conservadora, si la hay, no pasará por su versión más ultra.

Los medios de comunicación han jugado un papel muy relevante en estos dos años para despertar las conciencias más conservadoras de los valores de Estados Unidos. Dos años de auténtica guerra mediática han hecho del tímido proyecto sanitario de Obama- que no puede llamarse aún de sistema sanitario como existe en Europa- la antesala del socialismo en Norteamérica. Ha sido esta invasión del gobierno en la vida de los ciudadanos la que ha impulsado el Tea Party.

El fenómeno del Tea Party gana algunas simpatías en los sectores más neoliberales del centroderecha. Sus planteamientos coinciden en buena parte con los del té: mínima intervención del Estado, impuestos bajos a las rentas altas, legislación antiabortista, defensora de los valores tradicionales en sexualidad y familia... estos planteamientos no son inocentes y no van dirigidos al beneficio de toda la sociedad, sino al dominio sempiterno de quienes ya sabemos. A lo mejor hace falta un Coffee Party, un movimiento transversal que intente recuperar los valores progresistas de la sociedad. Ya son muchos años de reacción conservadora. ¿Para cuándo la rebeldía progresista?

lunes, 15 de noviembre de 2010

Análisis postelectoral: todos quieren té

Interpretar los resultados de las elecciones legislativas del pasado 2 de noviembre es una tarea ardua. Requiere de una lectura profunda y cargada de matices que no siempre se adecua al apetito periodístico por titulares rotundos y llamativos. Tal es la magnitud del proceso electoral estadounidense que dos semanas después de cerradas las urnas aún quedan pendientes algunos resultados en distritos especialmente competitivos: el escaño al senado por Alaska, la gobernatura de Minnesota y siete escaños a la Cámara de Representantes.


Sin embargo, en un esfuerzo de síntesis podemos destacar dos cosas. Primero, los Republicanos han reconquistado la Cámara de Representantes. Su victoria es rotunda y representa un varapalo innegable para Obama, pero no es inédita ni tan catastrófica como algunos llegaron a pensar. El Grand Old Party les ha sacado entre 7 y 8 puntos a los demócratas y contará seguramente con 64 representantes más en el Capitolio a partir del próximo enero; una victoria apenas mayor que la de 1994 o 1946 que convierte en speaker al republicano John Boehner.


Pero algo ha pasado en el Senado que va en contra de la tradición electoral americana, en la que normalmente ambas cámaras cambian simultáneamente de manos: el Tea Party venía con un sobre de azúcar para los demócratas. El veterano senador Harry Reid no sólo ha sido reelegido contra pronóstico en Nevada, sino que ha sorprendido el cómodo margen de casi 6 puntos con el que se ha impuesto a la tea partier Sharron Angle en una de las contiendas electorales más significativas y encarnizadas de este año. Lo mismo ha sucedido en Colorado, donde las negras perspectivas electorales del senador Michael Bennet resucitaron gracias a un contrincante excesivamente radical auspiciado por el Tea Party. Bennet vuelve a la bancada demócrata del Senado por la mínima. Por otra parte, los medios le han dado excesivo bombo a la derrota de la pintoresca candidata del Tea Party Christine O’Donell, arrollada por el candidato demócrata en Delaware. Su derrota se daba por segura desde hace tanto tiempo que muchos han olvidado que antes de que la tea partier ganara las primarias republicanas para competir por el escaño que ocupó el actual vicepresidente Joe Biden durante 36 años, las encuestas decían que el moderado Mike Castle (el candidato republicano oficial) iba a conseguir la victoria con facilidad. Por último, quién sabe hasta dónde le deben los demócratas su estrecha victoria en Washington al fragor mediático de los conservadores estos últimos meses.


En conclusión: los demócratas han conservado el Senado gracias al Tea Party. Los medios de comunicación han vendido las elecciones como las de la cristalización de este movimiento ultraconservador y han querido ver en los resultados una gran victoria para los radicales. “El tea party desembarca en Washington” podía leerse en grandes titulares. Pero la victoria de los tea partiers fue hace tiempo ya, en las primarias; este noviembre, la radicalización de las candidaturas republicanas en realidad ha perjudicado las expectativas del partido en las urnas. Aunque en conjunto los republicanos han ganado de forma rotunda, lo han hecho a pesar del Tea Party. ¡Y aún hay más! Los candidatos más exitosos del Tea Party, como Marco Rubio o Rand Paul, han triunfado en lugares donde los republicanos hubieran arrasado de todos modos y con cualquier candidato. Se han hecho con escaños previamente ocupados por republicanos, por lo que no suman nuevas fuerzas a la bancada conservadora. Los tres aspirantes del Tea Party que se enfrentaban a senadores demócratas en estados realmente competitivos han sido todos ellos derrotados. En la Cámara de representantes, la victoria republicana se ha basado en barrer a los demócratas de los distritos donde se impusieron por la mínima en 2006 y 2008. Además, de las 64 bajas en las filas demócratas, 28 son Blue Dogs: demócratas puntualmente electos en distritos muy conservadores. Casi la mitad. Este hecho, sumado a que los congresistas están menos expuestos que los senadores al escrutinio público, explica también la mayor presencia del Tea Party en la cámara baja.


La historia del escaño al senado de Alaska merece una mención aparte. Después de perder las primarias contra un candidato apoyado por Sarah Palin, la senadora republicana en el cargo decidió concurrir a la reelección en la categoría de write-in. Es decir, como candidato cuyo nombre no aparece en la papeleta y debe ser escrito por el votante. Muy pocas veces es posible ganar en estas condiciones: la última fue en 1954. Por si fuera poco, la senadora tiene la desgracia de apellidarse Murkowski, nada menos. Pues bien, a pesar de la división del voto republicano y a las artimañas del candidato tea partier para invalidar las papeletas en las que el apellido de la senadora esté mal escrito (aunque sea clara la intención del votante), Murkowski parece que va a sobreponerse a las dificultades y a derrotar a su rival del Tea Party, humillando así a Sarah Palin en su propio estado.


Y a pesar de todo, persiste un extraño consenso a la hora de ver en estas elecciones un triunfo del Tea Party. ¿Por qué? Por una parte, la extraordinaria movilización de la base más conservadora en reacción a las políticas progresistas de Obama ha sido empleada en el seno de los republicanos por una generación de políticos jóvenes para desplazar a antiguas vacas sagradas en las primarias y llegar luego al poder aprovechando un ciclo electoral favorable en general; el ala dura de Karl Rove, una vez agotado el conservadurismo compasivo de los años de Bush y después de perder la nominación de 2008 a favor del moderado McCain, ha puesto sus medios al servicio de un movimiento que puede reverdecer su dominio sobre el partido. Por eso, los republicanos conservadores creen conveniente diluir los fracasos del Tea Party en la marejada que ha llevado al conjunto del partido a la victoria. Y como ningún moderado quiere asumir el papel de aguafiestas, señalando los matices del triunfo electoral, los conservadores han logrado así hacerse de nuevo con el control del discurso político republicano. Por su parte, a los demócratas también les conviene callar; señalar el radicalismo del rival le sirvió a Clinton para ser reelegido, y le ha funcionado también este noviembre a Harry Reid. No cabe duda de que los demócratas ven en la emergencia del Tea Party un potencial flanco vulnerable de los republicanos de cara a unas presidenciales de 2012 que se van a celebrar en un contexto socioeconómico muy complicado. El miedo a lo radical motiva donaciones y lleva a la gente a las urnas.


¿Y los medios de comunicación? Sospecho que los periodistas ven un mejor titular en el supuesto triunfo del Tea Party que en las complejas matizaciones que requiere el análisis electoral. Lo pintoresco vende periódicos. En cuanto a la prensa española, en política suele contentarse con repetir los mensajes de la norteamericana, sin ningún tipo de análisis crítico o independiente. Eso cuando no se limita a ofrecernos burdas traducciones. Esta curiosa colusión entre republicanos, demócratas y periodistas ha creado un consenso perverso sobre la supuesta radicalización de la sociedad y de la política. Todos quieren su sorbo de té; todos esperan sacar tajada.


Por último, no puedo dejar en el tintero un comentario sobre las prematuras especulaciones sobre la derrota de Obama en 2012. Resulta que Truman, Eisenhower y Clinton también perdieron el control del Congreso en sus primeras legislativas. Reagan sufrió un severo correctivo. Todos ellos resultaron reelegidos. Por el contrario, Jimmy Carter y George Bush padre disfrutaron de unas midterms razonablemente exitosas, y dos años después fueron derrotados en las urnas. Las legislativas son históricamente un muy mal indicador de cara a las siguientes presidenciales.


Es cierto que este Congreso le va a hacer más difícil la vida a Obama, pero la situación iba a ser complicada de todos modos. El presidente verá frenada su agenda legislativa en 2011, algo que ya sabía antes de tomar posesión del cargo e inevitable aunque hubiera salvado sus mayorías. Negociar los presupuestos va a ser más duro, y en el peor de los casos se especula con un shutdown gubernamental: la suspensión de servicios no esenciales si el año fiscal acaba sin un nuevo presupuesto. Los comités quedarán en manos republicanas, y la cámara vigilará más de cerca a la Casa Blanca. Lo habitual. Todo eso es sólo la espuma de la historia. Lo importante es entender las sutiles corrientes de fondo que se ocultan bajo el ensordecedor oleaje de la superficie.


Dion Baillargeon

domingo, 31 de octubre de 2010

Elecciones legislativas en Estados Unidos: la guía electoral

La mañana del miércoles 3 de noviembre, la prensa saldrá a la calle con resultado de estos comicios. Sin duda nos van a contar cómo queda el equilibrio de las fuerzas del Capitolio, pero la democracia estadounidense es mucho más compleja. En realidad se celebran centenares de elecciones, cada una con distinta dinámica, candidatos y significado; para entender este proceso es necesario examinar de cerca al menos algunas de ellas, prestándole especial atención al fenómeno del tea party, que amenaza con forzar una involución de la política americana y con extender su conservadurismo al resto de las democracias occidentales.

Para no abusar del espacio, hay que sintetizar la situación en la Cámara de Representantes. Perder menos de 39 escaños supondría la supervivencia de la mayoría demócrata, y un inesperado triunfo para Obama y la speaker Nancy Pelosi. No es probable, ya que la mayoría de indicadores apuntan a que los republicanos conseguirán entre 50 y 70 escaños y unos 48 o 49 senadores. A día de hoy, este escenario sería malo pero no del todo catastrófico para el presidente. No obstante, algunos analistas apuntan a que es posible una sangría aún mayor para los demócratas, perdiendo incluso ambas cámaras, en el que sería el mayor varapalo en generaciones a uno de los dos grandes partidos.

Paso a reseñar la situación de algunas de las elecciones clave, cuyos resultados pueden ser no sólo el primer paso hacia una nueva política estadounidense para esta década, sino también condicionar el devenir europeo. No olvidemos lo que la “Reagan revolution” de los 80 supuso en todo Occidente. Aprovecho también para agradecer de nuevo a Javier Bouzas el espacio que tan generosamente me ha cedido en su Blog para publicar esta serie de artículos, que espero que hayan sido de utilidad y del agrado de sus lectores habituales.

California. Parece imposible para un demócrata ganar las elecciones presidenciales sin imponerse en este enorme Estado de 38 millones de habitantes y 55 votos en el colegio electoral. Por lo tanto, la derrota de la senadora Bárbara Boxer (opta a un cuarto mandato) o del candidato a la gobernatura Jerry Brown sería una estocada mortal para la Casa Blanca. No sólo podría alentar algún desafío serio en las primarias de 2012 (como el de Ted Kennedy a Carter de 1980), sino que espantaría enormemente a los demócratas supervivientes en el Congreso. Con los legisladores de su propio partido huyendo de su lado en desbandada, es improbable que ni con la mejor de las voluntades el presidente lograra una mayoría bipartidista suficiente como para hacer algo en lo que le resta de mandato.

Afortunadamente, parece que tanto Boxer como Brown han logrado ampliar la ligera ventaja que venían manteniendo en las encuestas. Brown puede estar relativamente tranquilo, ya que adelanta por casi diez puntos a la republicana Meg Whitman. Más apurada está Boxer. Aunque la demócrata ha consolidado una ligera ventaja en las encuestas esta semana, justo en el límite del margen de error (unos cuatro o cinco puntos), sigue sin rebasar claramente el 50%; las esperanzas de la republicana Carly Fiorina, una antigua ejecutiva de HP de perfil moderado, de arrebatarle el escaño siguen por tanto siendo plausibles. Aunque no es probable que el tsunami republicano llegue a barrer este año las playas californianas, los demócratas se sienten obligados a ganar en la costa oeste. Encontrarse aquí con más dificultades de las esperadas sería el más ominoso de los avisos para el partido de Obama.

Nevada. Ganar aquí sería la guinda del pastel para los republicanos, que nunca han estado seguros de sus posibilidades en California. El demócrata Harry Reid, líder de la mayoría en el Senado, parecía políticamente muerto hace un año, cuando estaba hasta 20 puntos por detrás de cualquiera de sus rivales potenciales. No obstante, después de que la moderada Sue Lowden hundiera su campaña con una serie de ineptas declaraciones, Sharron Angle logró imponerse en las primarias republicanas a Danny Tarkanian gracias al apoyo del Tea Party. De repente, las esperanzas de reelección de Reid se recuperaron. El posicionamiento de Angle a favor de eliminar el departamento de educación, el Medicare o la seguridad social, así como la salida de los Estados Unidos de la ONU, movilizó a parte de la base progresista, permitiendo una volátil ventaja del demócrata en las encuestas estos últimos dos meses. Víctima de su impopularidad, Reid confiaba en que el extremismo de la republicana y la peculiar ley electoral de Nevada, que incluye la opción de votar por “none of the above” (es decir, por ninguno de los candidatos) podría dividir el voto independiente anti-Reid y facilitar su retorno al Senado.

Harry Reid es una institución en la política norteamericana. Su firme oposición a la mafia de Las Vegas casi le cuesta la vida en 1981, víctima de un coche-bomba. Es un antiguo boxeador y parte de su historia ha sido reflejada en películas como Casino o Traffic (donde hasta hace un cameo). A pesar todo, sus maneras aristocráticas no le favorecen ante las cámaras, y no salió nada bien parado de su debate televisivo con Angle. La tea partier ha logrado desde entonces una ligera ventaja de entre dos y cuatro puntos en las encuestas. Los republicanos conseguirán un gran golpe de efecto psicológico si logran derrotar por tercera vez en quince años a un líder demócrata del Congreso, después de dejar a Tom Foley o a Tom Daschle sin escaño.

Harry Reid tiene a su favor la experiencia de haber ganado ya unas elecciones como underdog por unos cientos de votos en 1998; en su contra juega el hecho de que (pese a su apoyo a la agenda progresista de Obama), puede ser difícil para un mormón con una visión muy restrictiva en temas como el aborto movilizar al electorado progresista este año. Cabe añadir que su hijo Rory Reid es también candidato a gobernador de Nevada, pero no tiene ninguna posibilidad de derrotar a su rival Brian Sandoval. Parece que 2010 va a ser un mal año para la familia Reid.

Illinois. Una reñida contienda electoral que puede decidir el Senado, con el morbo añadido de que se trata del antiguo escaño de Obama, que el anterior gobernador Rod Blagojevich trató vender al mejor postor, desatando un sonado escándalo que acabó con su destitución. Su sucesor, el demócrata Pat Quinn, lo va a tener muy difícil para mantener la gobernatura, si bien sólo está a unos cuatro puntos del republicano Bill Brady. No mucho, considerando la pesada carga de corrupción que recae sobre sus hombros. Algo mejores son las perspectivas del jovencísimo demócrata Alexi Giannoulias, quien tras una apretadísima campaña contra el moderado Mark Kirk está llegando a la línea de meta electoral sólo con un par de puntos de desventaja. Giannoulias se ha visto además perjudicado por una investigación de las supuestas prácticas financieras fraudulentas del Broadway Bank, negocio familiar en el que trabajó algunos años, si bien él no ha sido salpicado personalmente por el escándalo. Por fortuna, la imagen de Kirk también se ha visto empañada por ciertas exageraciones sobre su historial militar, y la fuerza tradicional del partido demócrata de Illinois hace posible mantener cierta esperanza en que al menos el antiguo escaño del presidente se salve in extremis el día de las elecciones.

Colorado. Otro de los estados en los que se decide no sólo la mayoría en el Senado, sino la fortaleza con la que el Tea Party va a emerger de estas elecciones. Los tea partiers apostaron en las primarias por Ken Buck, que ha visto sustancialmente recortada su ventaja de las encuestas de inicios de octubre, tras hacer controvertidas declaraciones equiparando homosexualidad y alcoholismo. Su rival, el demócrata Michael Bennet, fue nombrado temporalmente por la legislatura del Estado en sustitución de Ken Salazar, a quien Obama designó secretario de interior. A su favor juega el escaso tiempo que lleva en el cargo; en contra, unas duras primarias en que tuvo que enfrentarse a candidatos a su izquierda, lo que puede haberle extraviado parte de la base progresista que se hubiera movilizado en contra de Buck, quien en este momento se encuentra sólo un punto por delante de su rival. Los demócratas esperan mantener aquí la gobernatura del Estado, si bien el candidato independiente Tom Tancredo ha experimentado una sólida recuperación en las encuestas estas últimas semanas. Colorado es un Estado importante para los demócratas, que esperan consolidar su posición aquí gracias a las recientes tendencias demográficas.

Florida. El arranque de la temporada electoral en este competitivo Estado, clave para ambos partidos, no pudo ser más convulso. En mayo de 2009, el popular gobernador republicano Charlie Crist se postuló para ocupar el escaño que su compañero Mel Martínez dejaba vacante en el Senado; durante un año se dio por hecha su candidatura, pero un inoportuno abrazo en público al presidente Obama y su apoyo al plan de estímulo hundieron su campaña de forma inesperada y fulminante. La ventaja de 30 puntos que Crist mantenía sobre el conservador Marco Rubio en las primarias republicanas se esfumó de la noche a la mañana. El gobernador decidió postularse como independiente, mientras que el joven Rubio, antiguo speaker de la Cámara de representantes de Florida, se hacía con la nominación republicana gracias al apoyo del Tea Party. Crist partía con una cierta ventaja en las encuestas para hacerse con el escaño, pero Rubio (hispanohablante hijo de exiliados cubanos, fiscalmente conservador y católico valedor de la familia) ha logrado tomar la delantera a lo largo del mes de octubre, y ahora lidera cómodamente las encuestas. Si logra imponerse con la rotundidad esperada (alrededor de 10 puntos), reforzaría la capacidad de influencia del Tea Party: una paliza a Crist serviría para disuadir a los republicanos moderados de cualquier veleidad progresista. Finalmente, el candidato demócrata es el afroamericano Kendrick Meek, que languidece en un lejano tercer puesto sin ninguna posibilidad de victoria.

Por su parte, la candidata Alex Sink alberga esperanzas de recuperar para los demócratas la gobernatura del Estado tras doce años de dominio republicano, en lo que podría ser una de las escasas alegrías de Obama en la noche del 2 de noviembre. Desde las primarias, su campaña ha sido de las más reñidas, y a día de hoy está totalmente empatada con su rival, Rick Scott.

Virginia Occidental. 2010 no iba a ser año electoral en este pequeño estado, pero la inoportuna muerte del nonagenario senador Robert Byrd el mes de junio abrió un nuevo flanco vulnerable en las líneas demócratas. A pesar de haberse decantado por los republicanos a nivel presidencial esta última década, Virginia Occidental (un territorio de carácter rural, muy ligado a la minería del carbón) sigue siendo fuertemente demócrata a nivel estatal, y el gobernador Joe Manchin confiaba en ganar el escaño que Byrd retuvo cómodamente durante más de seis décadas. No obstante, estas elecciones se han convertido en una montaña rusa en la que el demócrata Manchin (a pesar de su popularidad como gobernador) y su rival John Raese han perdido y recuperado varias veces el liderazgo en las encuestas de forma abrupta. A escasos días de la cita con las urnas, Manchin cuenta con unos cinco puntos de ventaja sobre el republicano, pero la volatilidad de estos comicios los convierte en una de las posibles claves del control del Senado.

Alaska. La senadora republicana Lisa Murkowsky fue derrotada contra pronóstico en las primarias de su propio partido por un joven y desconocido abogado llamado Joe Miller, que contaba con el apoyo de la ex-gobernadora Sarah Palin. Desde entonces, se ha convertido en una de las estrellas del Tea Party, y al igual que pasa en Florida con el duelo entre Marco Rubio y Charlie Crist, su victoria supondría una segura radicalización dentro del seno del partido republicano. Dadas las pocas posibilidades del demócrata Scott McAdams de ganar, Murkowsky decidió luchar por permanecer en el Senado como independiente. La ligera ventaja de Miller sobre su antigua compañera de partido de estas últimas semanas se ha ido estrechando aún más: empate técnico.

Washington. La senadora demócrata Patty Murray ha afrontado una dura campaña de reelección en uno de los estados de la costa oeste que su partido no se puede permitir perder. El rival que la está poniendo en aprietos es alarmantemente mediocre: Dino Rossi, un empresario inmobiliario derrotado ya dos veces consecutivas como candidato a la gobernatura de un estado que se ha escorado notablemente a la izquierda los últimos veinte años. A pesar de lo poco inspirador que resulta el republicano, las encuestas señalan un empate técnico entre ambos candidatos. Si Murray, que apenas le saca uno o dos puntos a su rival (algo muy peligroso para un cargo electo), no logra ser elegida para un cuarto mandato, los demócratas no sólo acusarán la herida en uno de sus feudos, sino que perderán a una de sus legisladoras más fuertes en el Capitolio.

Kentucky. A diferencia de otros candidatos al Senado respaldados por el Tea Party, Rand Paul no es en absoluto un joven desconocido. Este enérgico oftalmólogo y activista en contra de los impuestos es hijo del mítico congresista Ron Paul, quien fuera varias veces contendiente en las primarias republicanas a la presidencia y auténtico sucesor de Barry Goldwater como voz de la conciencia de la derecha republicana (aunque sus ideas beben más de Ludwig von Misses y Friedrich Hayek). Después de imponerse en las primarias, Rand Paul ha conseguido mantener hasta hoy un sólido liderazgo en las encuestas sobre el demócrata Jack Conway que, de materializarse en las urnas, le podría convertir en uno de los principales líderes de la oposición. Rand Paul ha heredado de su padre un sólido bagaje ideológico (aunque su radical individualismo le lleva a mantener ciertas posiciones heterodoxas, como su oposición a la patriot act) que le puede convertir en el perfecto nexo entre el tradicional sector conservador republicano y el Tea Party. Algunos creen ven en él un candidato viable a la presidencia; unos buenos resultados el 2 de noviembre pueden ayudarle a emprender ese camino.

Es imposible comentar in extenso todas las candidaturas significativas. Aunque he dado cierta preferencia a las contiendas más reñidas, no conviene olvidarse de aquellas que estando aparentemente decantadas en las encuestas, también pueden tener lecturas importantes. Conviene mirar por el rabillo del ojo la magnitud de las probables derrotas de demócratas como el senador Russ Feingold de Wisconsin o el gobernador Ted Strickland de Ohio; confiados hasta hace pocos meses en su reelección, ambos se encuentran en estados del medio oeste que se suponían escorados en las últimas décadas hacia los demócratas. Igualmente preocupante sería que, por ejemplo, el emblemático demócrata Dennis Kucinich (el principal portavoz de la izquierda demócrata) tuviera demasiados problemas para ser reelegido en el décimo distrito de Ohio.

Como conclusión, hay que decir que esta guía no caduca el 3 de noviembre. En mi opinión, estas elecciones son el segundo capítulo de un proceso político que comenzó en 2008 y que puede ser clave para definir el rumbo de las democracias occidentales en el futuro. Como a finales de los 70, estamos en un momento de búsqueda de nuevos modelos políticos y económicos; al igual que en el pasado, estas elecciones pueden condicionar decisiones clave y alumbrar líderes insospechados. Conocer sus claves es conocer las raíces del futuro.


Dion Baillargeon

"Instrúyanse, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitaremos todo vuestro entusiasmo. Organí­cense, porque necesitaremos toda vuestra fuerza".

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