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miércoles, 24 de octubre de 2012

Elecciones vascas y gallegas (y II): Euskadi, paz, nacionalismo y alternancia

El mapa del tiempo de "Euskal Herria" de ETB podría volver a las pequeñas pantallas.


Siguiendo con la estela de la entrada anterior, ahora pasaré a exponer mi visión del resultado electoral en Euskadi. En esta región, las encuestas han predicho la realidad sin grandes diferencias: el leve decline del PNV, la emergencia de la izquierda abertzale, la caída de PSE y PP y, entre los pequeños partidos, UPyD mantiene su escaño gracias al reparto de escaños por los territorios históricos y Ezker Anitza y Ezker Batúa pagan su división quedándose sin representación parlamentaria.





Está claro que estas elecciones vascas son las primeras sin una grave "anomalía", es decir, sin la amenaza de ETA y sin la existencia de una izquierda abertzale que, con su silencio o apoyo expreso, fuera la voz política del terrorismo. En lugar de eso, y siguiengo el ciclo comenzado en las municipales del año pasado. La anomalía de 2009 no era la exclusión de la izquierda abertzale, pues esta estaba representada en Aralar y EA, formaciones claramente contrarias a la violencia en ese momento. Tampoco la anomalía era la Ley de Partidos, pues esta sigue vigente. Lo que ha cambiado es la izquierda abertzale y, aunque viejas actitudes siempre son difíciles de cambiar y su estrategia actual pacífica no oculte que siguen existiendo grupos de talante poco pacífico y democrático, es loable este paso y hay que aceptarlos como un grupo político más, así como a animarle que siga por ese camino y contribuya a reducir esos ánimos violentos. No hay que olvidar que cien mil votantes avalaron la consigna del voto nulo en 2009, cuando ETA mantenía su amenaza y la izquierda abertzale mayoritaria seguía a su siniestra sombra.

El crecimiento de la izquierda abertzale es notable. Comparando datos, sus resultados globales marcan una tendencia al alza. Comparado con 2005, con los datos de EHAK y Aralar, suma 100.000 votos. Respecto a 2009, sumando los resultados de Aralar, Eusko Alkartasuna y el voto nulo, suma 75.000 electores. Estos nuevos electores pueden venir del PNV, en menor medida, porque pierde pocos votos. En una opinión arriesgada y personal, esos votos también pueden venir mayoritariamente del PSE, a menos que se haya dado un cambio de electores que en 2009 optaron por la abstención, abertzales en ese momento -o sensiblemente próximos ideológicamente pero no fieles, que siguieron la consigna del voto nulo-, y en 2012 socialistas desencantados por el desprestigio del PSOE y por el pacto con el PP. El voto indignado, de protesta que en otras regiones iría a IU, ha sido capitalizado por EH Bildu. No obstante, su gestión en Guipúzcoa parece acusar cierto desgaste, a merced de una pérdida de votos en esa provincia y al verse superada por el PNV y el PSE en algunos ayuntamientos gobernados por la coalición soberanista, lo que es en sí una buena noticia: la ciudadanía les ha votado por algo, y por algo también puede dejar de votarlos. También, la coalición no ha conseguido una de sus aspiraciones, que era empatar o superar al PNV y, en lugar de eso, se ha quedado muy por atrás: de un posible empate a 24 escaños y superarles en votos se han quedado 27 a 21 y con cien mil votos de ventaja para los jetzales.

La presencia de la izquierda abertzale hace que el resto de partidos pierdan espacio. De Ezker Anitza, la federación vasca de IU, y Ezker Batúa, se puede decir que no consiguen el voto de protesta y, sumados a Equo, en conjunto las tres formaciones superan los votos de Ezker Batúa en 2009, cuando aún estaba ligada a Izquierda Unida. La división ha perjudicado a la izquierda alternativa, pero también los tradicionales problemas de esta izquierda en una sociedad que opera con dos ejes distintos -izquierda/derecha y nacionalismo/no nacionalismo- donde EB e IU se mueven con mucha dificultad, teniendo la izquierda nacionalista el referente abertzale de turno y la no nacionalista al PSE-EE. De haber concurrido juntos Ezker Anizta y Ezker Batúa, habrían conseguido tres escaños. Programáticamente, las diferencias entre ambas formaciones son relativas, la confusión entre ambas bastante grande y, en competencia con Equo -que con un 1% de los votos en un espacio tan reducido es un resultado notable-, el electorado ha dividido su voto. En un gesto que le honra, Mikel Arana, líder de Ezker Anitza, carga con la responsabilidad por el fracaso y ha dimitido.

La bajada del PP es relativa, pierde una cantidad de votos bastante parecida al PNV y, al igual que el partido nacionalista, 3 escaños. Con todo, su reducida presencia convierte a su grupo parlamentario en prácticamente irrelevante: un hipotético apoyo en solitario del PP al PNV en Ajuria Enea frente al resto de partidos no sería suficiente. La presencia en La Moncloa, que parece favorecer a los partidos no nacionalistas en su particular lucha por la primacía en ese campo, no lo ha beneficiado; es seguro que los recortes de Rajoy, aunque no hayan provocado una bajada considerable de los conservadores, sí que han impedido un resultado distinto. El reto para los populares vascos, y para Rajoy también, es impedir la radicalización de la derecha españolista en un momento donde es seguro que la tensión nacionalista siga subiendo: cualquier radicalidad de esta derecha, alimentada por los refunfuños de Mayor Oreja y de los periodistas más derechistas como Isabel San Sebastían, solo puede ir en beneficio del discurso victimista y separador de la izquierda abertzale. Los radicalismos se retroalimentan, como ya sabemos.

Un dato que tiene una comparación con las elecciones gallegas es el resultado de UPyD. A escala nacional, todas las encuestas predicen una subida de la formación de Rosa Díez en caso de celebrarse elecciones generales. Pero es indudable que su discurso, federalista de forma pero centralista y uniforme de fondo, no prende en las regiones históricas de España. No suben en votos ni en Galicia ni en Euskadi -aunque la conservación de su escaño en Vitoria es una alegría para aquellos que vemos con agrado la pluralidad política- y, seguramente, en Cataluña tampoco cosecharán resultados relevantes. El partido magenta debería analizar seriamente ese rechazo que genera en esos territorios y que dificultan mucho su condición de partido nacional.

Sin duda, el gran derrotado en Euskadi como en Galicia es el PSOE. El PSE de Patxi López ha dirigido un gobierno que sin grandes estridencias ha supuesto cambios importantes para Euskadi, más allá de aquel mapa del tiempo de ETB. Ha sido una legislatura donde se ha puesto la primera piedra para el fin de ETA y para el principio de la convivencia pacífica, donde los socialistas han intentado marcarse como alternativa de gobierno al PNV, donde la crisis también ha hecho mella pero donde se ha actuado bastante bien. Los resultados del domingo ponen punto y final a esa etapa y abren una nueva. El PSE vuelve a niveles de apoyo de antaño, la caída es importante aunque la presencia de EH Bildu tiene bastante que ver, la expectativa de perder el poder quizás también ha tenido mucho que ver en su pérdida de votos, por la dificultad de representar una alternativa en un momento de polarización entre PNV y EH Bildu, así como por la indignación que también existe en Euskadi y de la pérdida de credibilidad del PSOE. Al PSE también le toca reflexionar mucho el camino a seguir ahora, si buscar pactos con el PNV para buscar estabilidad y huir de la radicalidad soberanista, pero también para renovarse y evitar que la sangría siga, en un momento en que la izquierda alternativa no nacionalista está dividida y que la opción alternativa a la izquierda socialista es la izquierda soberanista.

El PNV, pese a su leve bajada, ha ganado claramente y la aritmética electoral le coloca en la posición de que sea su líder, Íñigo Urkullu, quien lidere el nuevo gobierno vasco. Las encuestas preveían, a la vez que una mayoría nacionalista, que se ha cumplido sin sorpresas, una mayoría de izquierdas EHBildu+PSE que no se ha cumplido. No hay mayoría de derecha PNV+PP, que como esa hipotética mayoría de izquierda se queda a un escaño de la mayoría absoluta. Pero Euskadi no es Asturias y el voto de UPyD difícilmente será decisivo en algún momento. Una mayoría PNV+PP garantizaría a Urkullu emprender una política de recortes si llegara el caso, como la mayoría de la que gozó Artur Mas para ejecutar los recortes más dolorosos de la historia de Cataluña, pero ya sabemos que eso no evitaría una deriva soberanista. Una mayoría nacionalista PNV+EHBildu puede funcionar para los temas identitarios, y sin duda funcionará si la política vasca se radicaliza en ese aspecto. PNV y EH Bildu, pese a compartir su idea de una Euskal Herria independiente, difieren bastante del camino a seguir; la izquierda abertzale, además, mantiene la aspiración de sustituir al PNV como partido hegemónico del nacionalismo vasco e intentará contraponer su modelo de país a la política que desarrolle Urkullu, de momento más centrada en la economía y en la crisis. Los abertzales, a diferencia de los jetzales, están más preocupados por el tema identitario porque su alternativa económica es más difusa y no exenta de las mismas críticas que se dirigen a otras administraciones. Por eso, es dudoso que llegara a darse un gobierno de coalición nacionalista, pese a ser la principal preferencia de los vascos. Los abertzales no quieren diluirse en la gestión del PNV. 

Una mayoría PNV+PSE sería más sólida, mantendría la influencia de los socialistas, pero es también difícil por las malas relaciones entre socialistas y peneuvistas; al menos, la coalición está seguramente descartada. El PNV seguirá el ejemplo de Patxi López de gobierno en minoría y buscará apoyos puntuales para según qué casos y con el beneficio de que es casi imposible de componer una mayoría alternativa, al menos en el contexto actual. Al nuevo gobierno, sea como sea, le espera seguir gestionando el final de ETA, la normalización política y la cuestión de los presos, cosas en las que es necesario integrar a la izquierda abertzale a la vez que pedirle cierta voluntad de crítica de su pasado y ánimo integrador. También debe gestionar el sentimiento nacionalista y ver si cae o no en las tentaciones en las que ha sucumbido Mas, y ganarse la enemistad de los no nacionalistas. Por último, y no menos importante, le queda enfrentarse a la crisis económica y comprobar cuáles son sus diferencias respecto a los socialistas, y qué grado de éxito o fracaso les espera en ese campo.

Enlaces de interés:
"A por Basagoiti", Juan Mari Gastaca, (Blog Sirimiri en El País, 22/10/2012).
"Cómoda posición para Urkullu", Luis R. Aizpeolea (El País, 22/10/2012).
"Elecciones nacionales", editorial de El País, 22/10/2012.
"El independentismo roza el récord", Fernando Garea (El País, 23/10/2012).
"¿Por qué todo el futuro es para Feijóo y poco para Patxi?", Javier Casqueiro (El País, 22/10/2012).
"Tarea a compartir", editorial de El Correo, 23/10/2012.

lunes, 27 de junio de 2011

Bildu ya gobierna


Con el gobierno de la Diputación de Guipúzcoa y más de la mitad de los ayuntamientos de esa provincia, amén de otros tantos en el País Vasco y Navarra, Bildu, la coalición de EA, Alternatiba y los independientes abertzales obtiene el registro más alto de gobiernos forales y locales en toda la historia de la izquierda independendista.

Esta es la oportunidad histórica, no solo de la izquierda abertzale, sino también del conjunto de los vascos y navarros de normalizar por fin una situación que, desde el inicio de la democracia en España, ha pasado por múltiples fases y en ningún momento, excepto hasta ahora, ha camino tan obviamente hacia la posible resolución del terrorismo y de la reconciliación.

Ni siquiera en los años 80, cuando Herri Batasuna era legal, la izquierda abertzale obtuvo resultados electorales tan destacables. Han cambiado las condiciones: ETA está débil y se le escapa el control de su antigua base social, lo que es la mejor noticia; la izquierda abertzale ha sabido iniciar el camino a la paz, soltando el lastre de todo lo que conlleva la sumisión a la organización terrorista; todo ello le ha sido premiado en votos, no solo por su apuesta por la vía política, sino merced a un voto de castigo a otras opciones políticas -PNV, Aralar, EB...- que trataron captar votos en ese sector, además de cierto voto por simpatía frente a la amenaza de ilegalización o gracias a que otras fuerzas políticas -PNV, PSE, PP- le prestaron una gran ayuda en la campaña electoral.

EA, junto con las otras fuerzas que componen Bildu, perdió en las elecciones autonómicas su espacio político. En cierto modo, el éxito de Bildu no ha sido su éxito, si acaso que ha conseguido incluir a la izquierda abertzale dentro del campo de las fuerzas democráticas. Pero lo que no ha conseguido es la moderación de la ideología socialdemócrata que inspiró a Eusko Alkartasuna, sino que, en cambio, ha tenido que adoptar el discurso más radical de los abertzales.

Ahora Bildu ya gobierna tres exponentes de la vida pública vasca: los municipios rurales, antiguos feudos abertzales, la ciudad de San Sebastián y la diputación foral. Ahora, Bildu tiene una gran responsabilidad: tiene que demostrar que la izquierda abertzale puede no solo mantener el ritual soberanista, sino tambien gobernar, y gobernar bien, cumpliendo la ley y respetando las reglas de la democracia.

Las primeras medidas tomadas por Bildu desde sus diferentes administraciones -la retirada de retratos del rey o de la bandera, la prohibición de los escoltas, la petición de retirar la policía y el ejércto de Euskadi...- son, principalmente, simbólicas. Tampoco sorprenden. Lo que sí hacen es alentar aquellas voces que ahora dicen "¿véis cómo teníamos razón al pedir que fueran ilegales?" Obviamente aceptar y alegrarse su legalización para presentarse a las elecciones no es lo mismo a suscribir su programa.

La conclusión no es tan simple. Por supuesto, como demócratas, como progresistas y como partidarios de la unidad, muchos no podemos compartir esa decisión. La democracia exige que participen todas las opciones políticas. Recordemos que han sido sus votantes, y no el Tribunal Supremo o el Constitucional -mucho menos el gobierno- el que ha metido a Bildu en las instituciones. Nunca puede ser democrático excluir la opción política de, ahora, un cuarto del electorado vasconavarro. Estas medidas y las futuras que le corresponde tomar a Bildu exigirán, si están dentro de la legalidad, por supuesto, respuestas políticas y sociales.

Entre las medidas futuras, por ejemplo, parece que Bildu desea paralizar la alta velocidad en Euskadi. Independientemente de la criticable falta de política en infraestructuras de ferrocarriles regionales y convencionales que tiene el gobierno nacional, el ideario de Bildu revela la concepión tradicional que la izquierda abertzale ha tenido de Euskadi: una arcadia como se reconoce en "La pelota vasca", una versión moderna del tradicionalismo carlista. En resumen, el paraíso euskaldún de Bildu pasa por su aislamiento, algo que en un mundo globalizado ninguna región puede permitirse sin condenar a su sociedad.

Esas son las cosas que, dentro del juego democrático, hay que hacer ver y convencer de que esa opción no es deseable, ni para la sociedad vasca en particular ni para la española en general. Estoy en desacuerdo en pedirles a los cargos electos de Bildu una declaración diaria de condena de la violencia. Ya lo han realizado, por ello son legales. Si no lo hicieran o se mostraran contradictorios con sus principios, ya existen vías legales -la ley de partidos- y políticas -las elecciones- para subrayar que solo se puede participar en la vida pública por medios pacíficos, como hace el movimiento del 15-M. Ojalá se fuera tan escrupuloso con la ley con otros políticos, como los corruptos que, aunque no recurren al terrorismo, también sus actos causan daño a la sociedad.

viernes, 6 de mayo de 2011

Bildu


Confieso que ayer, mientras la campaña electoral estaba a punto de dar comienzo, iba revisando continuamente el móvil en la espera de una noticia: si Bildu iba a estar o no en las elecciones. Cuando al fín llegó, ya volviendo a casa, no pude ocultar mi alegría.

No estoy alegre porque simpatice con los ideales de Bildu, ni los de sus partidos integrantes, EA y Alternatiba ni de los independientes abertzales que incorporan. Estoy alegre porque el Tribunal Constitucional, pese a contar sólo con la mayoría progresista, ha salvado uno de los obstáculos que se encuentran en el camino de la paz y el entendimiento en Euskadi. Hoy, la izquierda abertzale tiene mucho que agradecer al TC por quitarles uno de sus queridos argumentos. Hoy, la izquierda abertzale no puede decir que está criminalizada por ideas, no puede decir que tiene en frente suya un Estado que le niega sus derechos. Como he dicho, no estoy alegre porque simpatice con ellos, porque nunca les votaría, pero en una democracia deben estar presentes todas las opciones democráticas para que los ciudadanos puedan elegir con libertad.

Estas semanas, y todos los meses que han pasado, han sido una auténtica vergüenza. Como dijo un amigo en mi facebook, se ha demostrado que la ley de partidos ha funcionado y ha sido necesaria porque ha obligado a la izquierda abertzale ha mover ficha, renunciar la tutela de los terroristas e iniciar su viaje a la democracia.

Comparto impedir que los que defendieron a ETA y justificaron sus atentados no pudieran estar en las elecciones. Hay que recordar que no fue la ilegalización de la izquierda abertzale, sino la de Batasuna, ya que los abertzales que sí condenaban la violencia estaban presentes: Aralar.

Pero frente a este paso tan esperado por todos los que queremos la paz y el entendimiento, ha sido una completa decepción que el Gobierno socialista haya tenido tanto miedo a la reacción de la derecha y que se uniera a ella para intentar echar a perder una oportunidad histórica. La ilegalización de Sortu y luego la prohibición a Bildu de concurrir a las elecciones hubiera podido haber marchitado el histórico paso abertzale, dando argumentos a los "duros" de que frente al Estado sólo cabe la "lucha". No sólo eso, sino que hubiera herido gravemente a la legitimidad de las instituciones por su empeño en criminalizar a partidos democráticos de amplio recorrido como Eusko Alkartasuna.


Los argumentos de la derecha y del Gobierno han sido descabellados. ¿Cómo se "contaminan" personas? Puede ser verdad que muchos de los candidatos de Bildu procedan del movimiento abertzale, pero es la pertenencia a ETA lo que es delito, no las ideas. Pero, ¿acaso no ha habido/hay antiguos etarras militando en las filas socialistas? ¿Qué hicieron antes? Rechazar la violencia. ¿Qué hizo Sortu? Rechazar la violencia. La caza de brujas ha sido esperpéntica: no tiene sentido intentar leer de forma fundamentalista la ley de partidos como una ley anti-abertzale, como tampoco tiene sentido ir pidiendo nuevas reclamaciones a los abertzales como si esto fuera una carrera de obstáculos: primero rechazar la violencia, luego exigir tal cosa a ETA, luego decir que no pueden estar hasta que desaparezca ETA, etcétera...

Yo me pregunto si este rigorismo "democrático" lo tendrían a la hora de impugnar listas electorales donde hubiera corruptos, presuntos o implicados. Porque si se argumenta que hay que impedir que los etarras lleguen a los cargos para financiar el terrorismo, ¿es que acaso dejar que otros se corrompan para enriquecerse es preferible? Como en cualquier democracia seria, son los individuos los que deben ser llamados ante la justicia si cometen delitos.

Bildu debe estar en las elecciones. Espero que en estas dos semanas de campaña no haya nuevos impedimentos que truncen esta oportunidad. Es por las urnas donde se deben confrontar las ideas. Como no soy ningún simpatizante de Bildu, sino que me defino como socialdemócrata y europeísta, espero que por la vía democrática se derrote al nacionalismo. Es imperante superar el eje nacionalismo-autonomismo por el eje izquierda-derecha para discutir los planteamientos. Dudo que para arreglar las calles o los problemas de vivienda sea necesario discutir que bajo tal o cual Estado o nación puede conseguirse.

Recientemente hemos visto el caso de Canadá, donde los electores quebequeses han dado la espalda al nacionalismo para apostar por un partido socialdemócrata que habla de los verdaderos problemas de la ciudadanía. En Escocia, los nacionalistas han conseguido la victoria ha costa de abandonar el prometido referéndum independentista y de apostar por hablar de los problemas de los escoceses.

En España, es de recibo esperar que en Galicia, Madrid, Euskadi, La Rioja, etcétera, en todas las regiones españolas, se hable en todos y cada uno de los municipios de sus problemas y del método de resolverlas, no para hacer perder el tiempo a la gente, adormecerla y espantarla de la política, que no es patrimonio de los partidos, sino de la sociedad.

viernes, 12 de noviembre de 2010

¿Un regalo por Navidad?

Arnaldo Otegi, líder de Batasuna, en la Audiencia Nacional: "Nosotros hemos hecho una apuesta por las vías pacíficas y democráticas, nosotros rechazamos el uso de la violencia para imponer un proyecto político, nosotros abogamos por un proceso de soluciones democráticas".

La declaración de Otegi prosigue la línea mantenida por la izquierda abertzale, pero nunca lo había oído con un carácter tan "claro, nítido, prístino", con sus palabras, como en esta ocasión.

Los pasos seguidos por Batasuna son los correctos. Sin embargo, sus palabras hay que analizarlas con cautela: Rechazar, no condenar. ¿Cómo tenemos que interpretarlo?

Según el DRAE:
-Rechazar, en su quinta acepción: Mostrar oposición o desprecio a una persona, grupo, comunidad, etc.
-Condenar, en su tercera acepción: Reprobar una doctrina, unos hechos, una conducta, etc., que se tienen por malos y perniciosos.

Rechazar no es lo mismo que condenar. A estas alturas, no hay que tener dudas de la voluntad de la izquierda abertzale por dar por finalizado el terrorismo o lucha armada. En cambio, aún hay que dudar si la voluntad de ETA es la misma que la del brazo político abertzale.

El lenguaje de Batasuna oculta un hecho: no tienen la suficiente influencia sobre ETA para que siga sus pasos. Su única esperanza es hallar el apoyo suficiente de la sociedad vasca y en el resto de España para exigir a la organización terrorista el fin de sus acciones. Ante ella, y ante el movimiento social abertzale, tiene que esgrimir poder volver a presentarse a las elecciones. Batasuna debe dar el último paso, el paso más valiente.

El Gobierno tiene la obligación de apoyar la solución que integre a los representantes políticos de una parte sustancial de los vascos a la vida pública, la reconciliación de la sociedad vasca y la sociedad española en su conjunto. En toda España, debemos apoyar al Gobierno, y que nuestros representantes políticos, desde el Gobierno a la oposición pasando por todas las fuerzas políticas, incluidas las vascas, sean por una vez estadistas a la altura de la situación.

Jesús Eguiguren profetiza la tregua definitiva de ETA para Navidad. ¿Será verdad? ¿Será el fin de verdad? ¿Sin engaños, sin trampas? ¿Será este un regalo para toda la sociedad española? En ese caso prescindamos de ropa, dinero, libros, juguetes, cualquier cosa, y pidamos una sola cosa, como dijo el poeta: En el nombre de España, paz.

martes, 7 de septiembre de 2010

La tregua propuesta por ETA

Parecería que el alto el fuego ("ofensivo", se cuidan al elegir las palabras) de ETA responde, por una parte, a la realidad con la que se enfrentan los terroristas, con varios jefes capturados en pocos meses y cúpulas dirigentes desmanteladas, con la organización en manos de miembros jóvenes, de poca experiencia; y a la presión de la izquierda abertzale, incapaz de seguir justificando la lucha terrorista, ansiosa por poder presentarse a las elecciones municipales y mantener su espacio político, y por la presión de los antiguos etarras encarcelados, la mayoría pidiendo el fin del terrorismo.

Esta noticia debería ser un motivo para la esperanza de la libertad, la seguridad y la paz no sólo en Euskadi, sino en el resto de España. Lamentablemente, ETA arrastra en su historia otras treguas, otras negociaciones, que no han sido sinceras. El Gobierno ha hecho bien en mantener la cautela y en exigir no sólo la tregua, sino el fin de toda actividad terrorista. ETA aún tiene mucho que aprender del proceso de paz de Irlanda del norte, del IRA y del Sinn Féin para aceptar que sólo el fin del terrorismo puede llevar a una solución aceptada por todos. ¿Hasta dónde llega la voluntad de la izquierda abertzale y de ETA?

No se puede engañar a todos todo el tiempo. La izquierda abertzale no deja de ser una minoría, que para nada tiene tras de sí a la mayoría de la sociedad vasca, nacionalista o no nacionalista, que prefirió apoyar a una organización terrorista muy alejada de ese idealismo en el cual basa su "lucha". Es una anomalía que en un Estado de derecho un partido no pueda presentarse a las elecciones y ser apoyado por sus votantes, pero es también una anomalía que dicho partido apoye a una organización terrorista. La oportunidad para redimirse y aceptar el juego democrático de mayorías y respeto a las minorías se está agotando. Ellos lo saben y saben cuáles deben ser sus pasos.

miércoles, 7 de julio de 2010

Historia de Vasconia (II): La formación de los señoríos vascos en “Nueva Vasconia”


Los territorios que actualmente conforman el País Vasco (Álava, Vizcaya y Guipúzcoa) estaban ocupadas hasta época tardorromana por los pueblos de los berones, autrigones, caristios y várdulos. Sobre estos pueblos ha habido un debate muy importante acerca de su origen, si celta, indoeuropeo o vascón. Los berones se clasifican como celtas o celtíberos y ocupaban las tierras de Álava y Logroño. Los autrigones ocupaban las tierras de los ríos Nervión y Asón, siendo considerados indoeuropeos o vascones. Los caristios ocupaban Vizcaya y su filiación es igualmente tan discutida como la de los autrigones. Por últimos, los várdulos vivían en las tierras guipuzcoanas, y su filiación tiene los mismos problemas que la de autrigones y caristios.


Algunos historiadores preconizaron una tesis de “vasconización tardía” para las tierras del País Vasco. Adolf Schuten, historiador y arqueólogo alemán interesado por la historia de España, sostenía que entre los siglos II y VI los vascones ampliaron sus territorios desde las tierras altas del Ebro (lo que sería la Vasconia primitiva) hacia el oeste, a las tierras de los berones, autrigones, caristios y várdulos (la nueva Vasconia), y hacia el norte, a Aquitania. El historiador español Sánchez Albornoz sostuvo esta misma hipótesis, incidiendo en la vasconización de estos pueblos prerromanos, facilitado porque pudieron hablar lenguas análogas al protovasco. Estos movimientos de población bien pudieron estar relacionados con las invasiones germanas del siglo V. Por otra parte, esta teoría de la vasconización tardía está discutida por autores como Julio Caro Baroja o Koldo Mitxelena, entre otros (añado un enlace sobre esta tesis en Wikipedia, para no extender este escrito).


Durante la época visigoda, el territorio de la nueva Vasconia se halló con pocos lazos con el poder principal de Hispania, el reino visigodo de Tolosa, primero, y de Toledo, después. Aún así, hay constancia de saqueos de pueblos germanos como los hérulos en Vardulia (posteriormente de vikingos), así como intervenciones del rey visigodo Leovigildo a finales del siglo VI, creando la ciudad de Victoriacum (la Vitoria actual). En general, estas tierras permanecieron en una condición pre-estatal y de declive de la romanización, asemejándose a los períodos prerromanos.


No es hasta después de la invasión musulmana del siglo VIII cuando estas tierras se insertan en el conjunto de relaciones de los poderes peninsulares. El pequeño reino astur-cántabro parece extender su influencia sobre las tierras de Vizcaya y Álava desde el siglo IX, lo mismo que el reino de Pamplona poseía las tierras guipuzcoanas y riojanas. El problema de este período es la escasez, inexistencia o dudosa veracidad de las fuentes. La escasez de fuentes escritas refuerza los relatos míticos, como la batalla de Padura, acaso un relato posterior que viniese a reforzar la legendaria bravura de los vascones.


A mediados del siglo XI acaban surgiendo poderes autónomos al avanzar el proceso de feudalización de la sociedad, con la dotación de instituciones y leyes propias y el dominio de la nobleza local. Se forman el señorío de Vizcaya (dividida a su vez en condado o merindad de Durango, las Encartaciones y la Tierra Llana) y el condado de Álava.


El condado de Álava:

El condado de Álava estuvo en su origen vinculado al condado de Castilla, siendo el conde señor de ambos territorios. El condado de Álava era autónomo respecto a otros poderes, pero sometido por vasallaje y linaje al reino astur-leonés. Desde el primer mítico conde Rodrigo de Castilla (762-800), pasó por ser gobernada por señores propios como Vela Jiménez (870-883), perteneciente a la dinastía pamplonesa de los Jimeno, lo que revelaría el traspaso del dominio astur-leonés al navarro. Para ampliar y relacionar una historia del artículo anterior de Historia de Vasconia, Sancho Garcés I de Pamplona había casado a su hija Sancha con el conde de Álava, Álvaro Herrameliz (921-931), cuyo sucesor fue Fernán González, primer conde de Castilla.


Ambos condados volvieron a poseer un mismo señor, incluso cuando el condado castellano pasó a formar parte del vasto reino navarro de Sancho Garcés III (1004-1035) por matrimonio con Muniadona de Castilla. El condado alavés pasa al hijo de Sancho Garcés III, Fernando I, en 1035, y de éste a su hijo Sancho II, primer rey de Castilla, en 1065, quedando Álava definitivamente ligada al nuevo reino castellano y luego al reino unificado de Castilla y León.


Las instituciones alavesas eran varias. La Cofradía de Arriaga poseía Juntas, órgano de representación de la nobleza y la hidalguía del territorio, hasta que en 1332 deciden adoptar la legislación castellana e integrarse en el territorio de realengo castellano. El señorío de Ayala poseía su propio fuero, hasta 1487 cuando decidió adoptar las leyes de Castilla. Otras villas del territorio poseían fueros propios, y Llodio aplicaba el fuero de Vizcaya.


El señorío de Vizcaya:

El señorío de Vizcaya tiene su origen legendario en la batalla de Padura de 840 contra las tropas astur-cántabras de Alfonso II, donde la victoria vizcaína lleva a los vascones a elegir como señor propio al noble Lope Fortún, llamado Jaun Zuria (Señor Blanco) por su aspecto físico, rubio y de piel clara. Este y sus hijos, los primeros señores de Vizcaya, son considerados legendarios al carecer de pruebas sólidas de su existencia, aunque algunos investigadores creen que Jaun Zuria era en realidad un caudillo vikingo o un aristócrata sajón exiliado, hecho que justificaría su presunto origen del matrimonio entre un noble local y una princesa escocesa.


Entrando en un período de evidencias históricas, a comienzos del siglo XI el territorio vizcaíno estaba bajo dominio navarro, gobernado por Íñigo López, conde en Vizcaya (y no conde de Vizcaya, al ser una delegación del gobierno), un cargo designado y no hereditario de por sí. Deseando liberarse del poder navarro, aprovechó la rivalidad navarros con astur-leoneses para declararse vasallo del rey astur-leonés, que a cambio le concedió el ansiado título hereditario, garantizando la autonomía del señorío vizcaíno.


Íñigo López dio comienzo a la primera dinastía vizcaína, la Casa de Haro, que decía descender del legendario Jaun Zuria. La Casa de Haro gobernará Vizcaya desde el año 1040 hasta 1334, que pasa de la heredera de Haro, María Díaz II, a su esposo Juan Núñez, primer conde de la dinastía castellana de Lara, familia que poseerá el título hasta 1359, año de la muerte de la condesa Juana de Lara, pasando el condado a su esposo el infante Tello de Castilla, hijo del rey Alfonso XI. A la muerte de Tello en 1370, el condado pasará a Juan I de Castilla, quedando desde ese momento vinculado el título de conde de Vizcaya a la corona castellana de los Trastámara.


El señorío de Vizcaya se gobernaba por varias instituciones, al estar dividido en varios territorios. La tierra llana poseía unas Juntas que se reunían en Guernica y el llamado fuero de Vizcaya, formadas por representantes de las anteiglesias (municipios con concejo abierto) y merindades (regiones intermedias a cargo de un merino). Las Encartaciones poseían unas Juntas propias, que se reunían en Avellaneda, y un fuero específico (que fue confirmado por los Reyes Católicos, posteriormente, y pervivió hasta 1576, año en que las Juntas acordaron aplicar el fuero de Vizcaya). Finalmente, la merindad de Durango, que pasó a control de los condes de Vizcaya desde 1212, con el conde Diego López II de Haro, por su participación en la batalla de las Navas de Tolosa. Durango poseía una Junta de merindad, que se reunía en Abadiano y estaba formada por las doce anteiglesias del territorio que seguían el fuero de Durango, quedando las villas sin derecho a participar en ella, ya que se regían según el fuero de Vizcaya. En 1576 la merindad de Durango adopta el fuero de Vizcaya y en 1628 se integra en las Juntas de Guernica.



El señor de Vizcaya, así como el conde de Álava, acabaron poseyendo el título hereditario, pero su gobierno sobre el territorio no podía ser arbitrario. Siguiendo las lógicas feudales de la época, los señores debían obediencia al rey al que declaraban su vasallaje, fuera el navarro o el leonés. Además, los distintos fueros les obligaban a administrar justicia y acordar impuestos de acuerdo con los representantes de las Juntas, formadas por la nobleza local. Igualmente cuando los títulos condales recayeron en los reyes de Castilla, éstos confirmaron los fueros de Vizcaya y Álava y hubieron de gobernar en esos territorios de acuerdo con las Juntas, lo mismo que en el resto del reino habían de llegar a acuerdos con las Cortes medievales. Sobre la organización social y económica, los párrafos dedicados a ello en el primer artículo de esta serie son válidos para estos señoríos.


Guipúzcoa y la región de Baztán permanecieron bajo control de Navarra hasta el año 1200, cuando pasa a formar parte de Castilla y adoptando su legislación, abandonando el derecho navarro. En 1463, a la par que la Hermandad de Álava, surge la Hermandad de Guipúzcoa y la promulgación de los Cuadernos Ordenanzas. Estas normativas, y la consolidación de las Juntas de Guernica como órgano principal de gobierno de Vizcaya, suponen la creación de las modernas Juntas Generales de los tres territorios, que estuvieron vigentes desde el siglo XV hasta 1876. Concentraban el poder jurisdiccional de los territorios y nombraban a un Diputado General que era a la vez representante de la voluntad del rey como comisionado de las Juntas para el gobierno de los territorios.


En el siglo XVI se reglamentaron las condiciones para ser miembro de las Juntas: propietarios varones, de determinada renta, y con certificado de limpieza de sangre, excluyendo clero y abogados. Con ello se reforzaba el poder de la aristocracia terrateniente y se excluía al resto de estamentos sociales. El asunto de la limpieza de sangre no se reducía a no tener ascendencia musulmana o judía, sino a haber nacido, tanto la persona como sus antepasados, en los territorios vascos, acreditado mediante certificados de limpieza de sangre, a los que podía accederse mediante grandes sumas de dinero, convirtiéndose en un foco de corrupción e intereses para cerrar el paso a otros segmentos sociales.

lunes, 28 de junio de 2010

Eguiguren, Batasuna y EA


Hace pocos días venían de Euskadi dos noticias de gran interés. Una, el presidente del Partido Socialista de Euskadi, Jesús Eguiguren, pidiendo al gobierno vasco el liderazgo del proceso de paz y la reconciliación entre vascos, teniendo presente como punto final la legalización de Batasuna y algún tipo de compromiso entre vascos, ya que "hay unas realidades que no debemos olvidar". La otra, es el acto conjunto entre Eusko Alkartasuna y representantes de Batasuna, sin nombrar a ETA, acordando unir fuerzas para construir el tan buscado "Polo Soberanista".

La reflexión del presidente de los socialistas vascos entra dentro de la lógica de la racionalidad, así que bastantes de las críticas a su iniciativa han sido demagógicas.
Lo que se plantea es poder discutir de todo con dos cuestiones esenciales: consenso (nada podrá resolverse sin un acuerdo general en Euskadi) y condena y fin de la violencia (única barrera que separa a Batasuna de la legalidad). Simplemente, Eguiguren augura el futuro más racional pero, por desgracia, aún no el inevitable.

El
acto de EA-Batasuna, ¿significa la fagocitación del pequeño partido nacionalista por Batasuna? Son de esa opinión de politólogos. Eusko Alkartasuna, partido independentista socialdemócrata, nació como escisión del PNV, y su recorrido electoral parte del 15,84% (13 diputados) de 1986 al 8,69% (6 diputados) de 1998, último año en que concurrió en las elecciones regionales para formar un acuerdo con el PNV, hasta las de 2009, donde volvió a presentarse en solitario, quedándose con un 3,68% y 1 diputado.

En consecuencia,
EA ha ido perdiendo su espacio político, y el acuerdo con Batasuna sería la única vía para su supervivencia electoral, esperando recibir sus votos, que mayoritariamente ya van para Aralar, a la que también buscan atraer al nuevo Polo (por fuerza electoral, tendría que ser ésta, como partido mayoritario en la izquierda abertzale). ¿Este acuerdo supone la radicalización del partido socialdemócrata y una preocupación más laxa por la búsqueda de la paz? Realmente, sería una pena que esto fuera así.

Está claro que pese a su extrema debilidad, ETA sigue siendo una constante en la política vasca y nacional. Pese a toda la polémica que pueda tener la Ley de Partidos, parece evidente que sin ella no se habría presionado adecuadamente a Batasuna para empezar a soltar lastre. Los españoles ya no vivimos en la dictadura franquista, ahora existe realmente un Estado de derecho donde las propuestas deben pasar inevitablemente por el apoyo ciudadano, basado en las elecciones libres, el respeto a la libertad y conforme a las reglas de mayorías y respeto de las minorías. Una democracia, imperfecta (lo son todas), pero democracia, al fin y al cabo. Los viejos discursos no tienen validez, nadie oprime más que ETA.

Sería una verdadera inmoralidad pensar que la existencia de ETA es lo único que mantiene a raya cualquier proyecto serio de independencia de Euskadi
. No son pocos los que creen que es el precio a pagar, pero no es más que la constatación de su incapacidad política. Hay mucho en juego: cómo llegar al poder en la dialéctica de polos nacionalista/no nacionalista, cómo mantener sus estructuras de dominio y clientelismo sobre la sociedad, cómo no perder influencia política para las pequeñas opciones... una gran serie de combinaciones donde ha ocurrido de todo: ver un acuerdo PSOE-PP, que en el resto de España es imposible; un PNV que aún sin poder se comporta como si Euskadi fuera suyo; una IU que ha llegado a subordinarse al nacionalismo de derechas y al lenguaje confederalista; y una izquierda abertzale en el dilema de definirse ante la violencia.

Verdaderamente, el discurso nacionalista ha traido mucho daño. Tras el nacionalismo, la reescritura de la historia y el ensalzamiento de una identidad común pero diferenciadora siempre está lo mismo, o los mismos: la lucha de élites por el control de la sociedad. No hay naciones enfrentadas, no hay historias de glorias milenarias ni pasados utópicos ni perfectos, sólo bloques dominantes, intereses contrapuestos y muchos tontos útiles. La historia, cuando está condicionada por las relaciones de poder, deja de ser historia para ser cuento. Sinceramente, no sólo espero que se acabe el "problema vasco", y que se hable solamente de Euskadi con normalidad, sino que también se hable de ciudadanos y de libertad.

viernes, 16 de abril de 2010

El nacionalismo vasco y la legitimación de la violencia (y II)


La comunidad necesita una cohesión en base a unas normas, el nacionalismo. Y defenderlo. El idioma vasco era la diferencia que distinguía a los que sabían, que se consideraban superiores, de los que no, los que no eran vascos. Pero esto no arrancó en el XIX, sino muchos siglos atrás, cuando las medievales Juntas de Guipúzcoa y Vizcaya pidieron la hidalguía universal, concedida por la Corona de Castilla. Pertenecer a esa nobleza universal es controlada a través de la limpieza de sangre: la diferencia no es sólo estamental, es ya biológica. No deja de ser curioso que los descendientes de los criollos vascos en América, la actual oligarquía, sigue manteniendo esa psicosis de limpieza de sangre.


Sabino Arana parte de este aspecto de limpieza de sangre e hidalguía universal con una nueva justificación: el pueblo vasco es el pueblo elegido por Dios porque respeta con mayor fidelidad la religión cristiana, lo que hace del pueblo vasco un pueblo superior por derecho divino. A ello se junta el elemento xenófobo, el racismo, en auge en la Europa del XIX. Lo que es extraño es extranjero, no es vasco, es inferior. El castellano es la hez del “pueblo maketo”, es inconcebible la existencia de matrimonios mixtos porque acaba con la limpieza de sangre y la diferencia biológica. El español es el pueblo degenerado, el estereotipo del chulo de navaja, cobarde y blasfemo. El baile suelto es puro y limpio, el baile vasco; el baile agarrado es un baile español, obsceno e inmoral, un vicio que hombre y mujer bailen agarrados.


Arana juega con la manipulación de la historia: el fuero vasco es un elemento que diferencia las provincias vascas del resto del país, y construye el mito de que el fuero ha existido desde el principio de los tiempos. Uno de los mayores enfrentamientos con el Estado vino con la supeditación del fuero a la constitución. El español ha traído el liberalismo, ha supeditado el fuero a la constitución y todo ello supone la descristianización del pueblo vasco.


Así, el nacionalismo vasco se construye de modo etnicista, radicalmente distinto al nacionalismo cultural catalán. El nacionalismo vasco impone una visión bipolar: los buenos, los vascos, contra los malos, los españoles.


La existencia del franquismo choca con el planteamiento de Arana. Y es que en la guerra civil los vascos luchan contra vascos; requetés carlistas contra milicias nacionalistas. Pero es que el requeté carlista es un movimiento de masas en Navarra y Álava, enfrentado a las más nacionalistas Guipúzcoa y Vizcaya. Ambos movimientos partían del mismo elemento constructivo, las mismas nociones de lo vasco y de la comunidad tradicional vasca.


Se reformula el planteamiento. La dictadura franquista había producido una ocupación militar, una destrucción de las instituciones históricas y una desvasquización de la sociedad. Los carlistas son recuperados como origen del nacionalismo, como antepasados de la lucha contra el ocupante. ETA, en su fundación, no parte ya de argumentos etnicistas, sino como un movimiento de liberación nacional y el idioma, elemento central para conseguir la independencia del pueblo oprimido, un derecho natural. ETA justifica cualquier medio, como la violencia, porque hay que valerse de la fuerza de las armas para luchar contra un régimen que también emplea la fuerza de las armas para sostenerse.


Parece una constante de la política española confundir terrorismo con nacionalismo. La dictadura actuó de forma miope ante ETA porque extendió de forma indiscriminada la represión a todo el nacionalismo vasco, lo que produjo una simpatía popular a la organización.


Por último, hay que hacer una distinción en el análisis: la resistencia armada a la dictadura es resistencia a la opresión, aunque ésta era general en todo el país, no sólo para Euskadi; la violencia en el momento de la Transición y la democracia es terrorismo. ¿Acaso no podemos ejercer la violencia contra la tiranía? ¿Se puede tratar a ETA de la misma forma en los años 60 que en los años 80?


(Las dos entradas de "Nacionalismo vasco y la legitimación de la violencia" se han realizado a través de apuntes de Historia de la UAM)

"Instrúyanse, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitaremos todo vuestro entusiasmo. Organí­cense, porque necesitaremos toda vuestra fuerza".

Antonio Gramsci, Fundador del Partido Comunista Italiano

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