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jueves, 12 de marzo de 2009

El pensamiento político de Karl Marx y Friedrich Engels (III): El materialismo histórico (El Estado como superestructura)


A la hora de construir el Estado como superestructura con la dialéctica, Marx quiere superar a Hegel. Pone su acento en la producción real y lucha por la vida que es clave para entender las relaciones sociales.

El materialismo histórico busca la causa que más ha influido en los hechos sociales: el desarrollo económico, los modos de producción e intercambio y las relaciones agregadas, que son las luchas de clases.

Marx y Engels parten del hombre frente a la naturaleza. Los hombres luchan contra ella para que satisfaga sus necesidades. Es una lucha individual al principio, pero progresivamente es una lucha social, estableciendo relaciones con otros hombres. Al contrario que lo que sostiene Rousseau, el hombre es sociable, no es nada sin otros hombres. El instrumento que relaciona a los hombres es el trabajo productivo, que permite que los hombres se socialicen y la sociedad se humanice. Cada individuo trabaja en lo que permite su perfeccionamiento.

Ese trabajo acaba no produciendo, se convierte en un elemento distorsionador por la alienación, porque ciertas ideas, objetivándose, acaban sometiendo al individuo y se hace ajeno a lo que produce. Esto se da cuando se divide el trabajo y el hombre es un grano del proceso productivo, se hace ajeno del producto y de sus resultados, con la apropiación de los excedentes productivos por parte de otros individuos ajenos.

Se produce la desigualdad y un enfrentamiento irreversible entre los hombres, con sumisión de unos frente a otros, que controlan los excedentes y hacen que el resto no desarrollen su personalidad y no pueden decidir su destino más que como esclavos. Dejan de ser dueños de sí.

En los procesos de producción la alienación se basa en que uno controla la producción y el otro no. Es correlativo el desarrollo de las fuerzas productivas al desarrollo económico, y les corresponde un determinado medio de producción. A cada modo de producción le corresponde un desarrollo propio y unas relaciones de producción propias: comunitario, esclavista, feudal, capitalista y socialista.

Marx y Engels consideran que los modos de producción son históricos, que se suceden en el tiempo y cada uno sucede al anterior.

No hay nada perpetuo. El cambio es revolucionario cuando hay un desajuste en las relaciones de producción con el desarrollo económico y las fuerzas productivas. El enfrentamiento da a un nuevo desarrollo económico frente a los anacrónicos. Se establece un nuevo modelo económico y social que afecta a otros ámbitos como el político o el cultural.

La historia es la sucesión de los distintos modos de producción. Éste es el elemento para entender el Estado como superestructura.

El comunismo es el fin último, porque es la teoría que establece Marx, si no, no tendría sentido. Es volver al estado de la naturaleza, destruyendo no se sabe cómo al Estado, eliminando las clases y la división del trabajo. Es una teoría utópica y sin más contradicción con el anarquismo que los medios.

La historia de toda sociedad es la lucha de clases, que se enfrenta a lo largo de la historia de forma abierta o sosegada, hasta que uno triunfa y establece un nuevo modelo.

Marx y Engels refieren a las clases en el “Manifiesto comunista”, pero no qué es la clase para ellos. Son el conjunto de individuos que ocupan posición similar en la producción, control y consumo de los bienes. Unos son opresores y propietarios y otros oprimidos y dueños de su fuerza de trabajo, que produce la riqueza social.

Unos se necesitan a los otros para existir. La relación se basa en la explotación de los oprimidos por los opresores, expropiando los excedentes productivos.

En el modo esclavista los propietarios se adueñan de todo, menos algo para que puedan subsistir. En el modo capitalista los trabajadores creen que el salario es la expresión del trabajo productivo, y es un engaño, porque falta una parte, la plusvalía. Marx muestra como la clase opresora se queda con la mayor parte de lo producido por rentas, intereses y beneficios.

El paso siguiente es cuando se produce el antagonismo de clases o enfrentamiento. Debe haber dos elementos para que éste se produzca: el primero, que los opresores no se enfrenten por separado a los oprimidos por separado, todos se unen en una lucha de todos contra todos en agregación; el segundo, que entre todos los opresores y oprimidos surja una identidad o conciencia de que sean conscientes de sus intereses de grupo, que son insalvables y están enfrentados a los otros, sin posibilidad de acuerdo.

Es necesario saber la forma de lucha que se debe utilizar. Hay que tener conciencia de clase, clase para sí y clase frente al resto, y haciendo frente no como sindicalismo sino como revolución porque los intereses de clase son insalvables. Las clases son un elemento fundamental, los sujetos de la historia.

Marx decía que era relativamente difícil que en lugares donde las clases tenían obstáculos, como fábricas, no podían imperar o penetrar las tesis de las clases dominantes, y sí se podía crear conciencia de clase obrera

El control de la producción es igual al dominio político y a tener como su ideología las ideas dominantes de su clase burguesa. Esas ideas presentan un mundo armónico, aconflictivo. Plantean legitimar lo existente y detener la historia. Si los oprimidos asumen las ideas de los opresores se forma una falsa conciencia de clase y aburguesamiento ideológico.

Los burgueses quieren integrar a los oprimidos por el engaño y convencerles que su mundo es mejor. El instrumento que expresa las ideas dominantes para construir ese mundo es el Estado, que lo utiliza con sentimiento de agregación y opresión. El Estado es representante de la sociedad en su conjunto para los burgueses cuando sólo representa a los intereses dominantes para mantener el orden social.

El fin del Estado es garantizar la propiedad de la clase dominante. La definición de dominio sobre la superestructura es que toda la realidad jurídico-política depende de la económica. Muerto Marx, Engels limó esa visión y dijo que no implicaba que el elemento económico definía la superestructura. Afirmaba posibilidades a expensas de otras, pero siempre la consideraba como base, la estructura que sustenta la superestructura política. Retoman a Rousseau y lo corrigen. Los iusnaturalistas siguen a Locke en su estado de la naturaleza, que es bueno pero hay que dar el paso necesario al Estado.

Marx y Engels ven en el Estado la guerra de todos contra todos, el homo homini lupus de Hobbes, la máxima expresión de violencia, un conjunto de instituciones políticas que concentran la máxima expresión disponible e imponible de violencia, organización y represión.

Como Rousseau, quieren volver al estado de naturaleza. El fin de la historia es una sociedad sin Estado, donde desaparecen las clases enfrentadas y por tanto desaparece el Estado. Marx ve en el Estado la opresión, y si el Estado es burgués es una dictadura burguesa y si es obrero es una dictadura del proletariado, porque es la opresión de una clase sobre la otra, pero siempre es explotación y dictadura. Aunque ambas son dictaduras, la del proletariado es transitoria hacia una sociedad sin Estado.

martes, 16 de diciembre de 2008

El pensamiento político del idealismo alemán e Immanuel Kant


El idealismo alemán se encuentra enlazado con la teoría francesa de revolución. Surge a raíz de teorizar los cambios producidos por la revolución francesa. La revolución como movimiento político y el pensamiento alemán, al teorizar los cambios producidos, contribuirán a la creación del socialismo.

Alemania no existe en el siglo XVIII como única entidad política. En vez de un Estado, existía el Sacro Imperio Romano, a cuya cabeza estaba un emperador de poder ficticio y formal. Este imperio estaba formado por más de trescientas entidades políticas, con algunos modelos cercanos al despotismo ilustrado. En este Sacro Imperio existía la competencia de Austria y Prusia por el liderazgo, y los pequeños Estados basculaban en torno a uno u otro.

La Ilustración alemana es peculiar, se asienta sobre el Renacimiento alemán y la reforma religiosa protestante. La Ilustración se preocupó poco de la política y la Razón y miró a asuntos morales y religiosos. La reforma luterana, el despotismo ilustrado, la racionalización del poder en base al enriquecimiento personal y bienestar… todo ello se complementa.

Los súbditos se someten al poder elegido por Dios, el despotismo es así “fácil” en Alemania. El Estado es identificado con la comunidad, todos desean el bienestar general, y la monarquía se configura como la garantía de la constitución de libertades y no como una amenaza. Se pretende reforzar y no reducir al Estado, se quieren funcionarios eficientes. Por tanto, la Ilustración y la Revolución francesa llegan a una Alemania no crítica con el poder establecido. Cuando Austria liquida el título de emperador germánico y disuelve el Sacro Imperio para que Napoleón no se apropie de él, éste descompone Alemania, reestructurada como Confederación del Rin sin Austria ni Prusia, para unir poco a poco los pequeños Estados.

El romanticismo alemán no sigue la Razón sino el instinto y busca las diferencias culturales alemanas respecto al resto. Este romanticismo es anti-intelectual, anticosmopolita y nacionalista. El Idealismo se aleja de la Ilustración alemana, queriendo llevar la Razón a su culminación, sustituir a Francia como cabeza cultural de Europa en base de que está más desarrollada que la patria de la revolución. Este movimiento quiere que los ideales rijan las acciones humanos, puesto que las ideas son siempre realizables; por último, con todo esto quiere intentar solventar los problemas del mundo, y específicamente, de Alemania.


Immanuel Kant

Nació en Königsberg (actual Kaliningrado) en 1724 y murió en la misma ciudad en 1804. En 1797 escribió la “Metafísica de las costumbres”. Kant se enfrenta al contraste de desarrollo científico y de las ciencias sociales, quiere establecer una ciencia exacta de la sociedad, una norma universal. El lenguaje es imperativo, prescribe conductas. Él ve dos imperativos: los condicionales, que son los que los individuos fijan su acción con un determinado fin; y los categóricos, una acción que es un fin en sí mismo. Kant cree que los individuos deben obrar libremente según dicta la conciencia: “obra de tal manera que tu conducta pueda ser una voluntad universal para todos”.

Kant tiene una visión positiva del hombre, que viene a este mundo para perfeccionarse, más cuando su razón es la legisladora, su conciencia. Esa voluntad necesita autonomía, actuar con el imperativo categórico es ser libre. Y la libertad es desarrollarse como personas, con autogobierno y perfeccionamiento. Esta idea de libertad es la que adopta la socialdemocracia.

La filosofía del derecho habla de dos libertades: frente a acciones interiores y frente a acciones exteriores. La primera es cuando uno no se deja dominar por las pasiones; la segunda, se cuestiones y colisiona por la acción del otro. Para cada una da una legislación ética o moral de obrar por respeto al deber y derecho.

El orden del derecho es necesario para la libertad interior, el derecho se contenta con la legalidad, la ética exige cumplimiento del deber por el deber, el orden del derecho es el imperativo categórico imprescindible para la libertad.

El derecho es abstracto, universal, natural para todos, plenamente coincidente con la moralidad, un acuerdo sobre el concepto de libertad establecido por los hombres. El derecho señala lo que no puede hacerse para garantizar la máxima libertad, es el establecimiento de las normas mínimas para que todos se hagan libres. El derecho quiere favorecer, no impedir, equilibrando las libertades.

Al derecho le acompaña la coacción, la violencia recíproca para garantizar la libertad: todo impedimento a la libertad debe ser eliminado. Es una legítima defensa, la negación de la negación, contra los que quieren arrebatar la libertad.

Hay que destacar este paso adelante que da Kant. Ya no es la libertad liberal negativa, sino una libertad positiva, de desarrollo y perfeccionamiento que todo hombre necesita para desarrollarse. La libertad es el único derecho innato del hombre por el simple hecho de ser hombre. La esencia del derecho y de la justicia.

El derecho no debía sobrepasar la libertad, sino crear ámbitos de libertad. Sigue los planteamientos optimistas de Locke y lo reinterpreta. La diferencia la sitúa en el Estado de libertad y de naturaleza con un poder coercitivo, para el cumplimiento del derecho como orden cierto de convivencia; el poder coercitivo garantiza la libertad y la seguridad, los derechos y deberes sociales que conforman la sociedad civil.

El contrato social y el estado de naturaleza son ideas de la Razón, no hechos históricos, sino imperativos categóricos: es un imperativo categórico abandonar el estado de naturaleza y dotarse del contrato social.

El contrato que plantea Kant es un hecho de una voluntad unida para hacer posible el derecho y la libertad de individuos que se autogobiernan por el imperativo categórico. El soberano es la forma en que se expresa esa voluntad, la expresión jurídica, no un rey o un pueblo. El soberano es el ordenamiento jurídico del Estado.

El hombre que realiza el contrato, según Rousseau y Locke, es libre, y pasa a ciudadano, conservando autonomía e independencia. La finalidad del Estado kantiano es limitado: hacer posible el derecho, no la libertad o felicidad de los individuos, sólo crear el marco para hacerlo posible, distanciándose de las ideas de la Ilustración de Estado paternalista, que puede derivar en absolutismo. El Estado kantiano es un Estado liberal que busca la mayor libertad posible. Es un Estado de libre iniciativa, donde sólo pueden participar los que son dueños de sí mismos, los ciudadanos activos, frente a los que dependen de otros, los ciudadanos pasivos, que no tienen derecho a participar.

Los poderes existente son el ejecutivo (irresistible), legislativo (irrepensible) y judicial (inapelable). El poder fundamental es el legislativo. Las formas de Estado que distingue según el poder de mando son: la autocracia, la aristocracia, la democracia; y las de régimen republicano, si hay separación de poderes, y despotismo, si no hay separación de poderes.

Kant apuesta por la forma republicana, cuando existe la separación de poderes. La autocracia republicana es la monarquía, porque los poderes están separados. Es plena si el rey está limitado por una monarquía parlamentaria, o es en espíritu si el rey reina solo porque se identifica con el pueblo, y ambas son legítimas para Kant.

No admite la revocación de los representantes porque son la manifestación del derecho y por tanto tampoco el derecho a la resistencia existe porque sería considerar ilegítimo al Estado. Sólo la revolución triunfante es admisible porque el Estado prerrevolucionario era una apariencia de sociedad civil incapaz de cumplir el derecho.

jueves, 4 de diciembre de 2008

El pensamiento político de John Locke


John Locke nació en Wrington, Gran Bretaña, en 1632, en el seno de una familia acomodada y de pensamiento avanzado. Su padre, de profesión notario, participó en la guerra civil como miembro del ejército parlamentario de Cromwell. Murió en 1704.

Locke asumió los presupuestos de la nueva ciencia y se considera promotor de la nueva ciencia empírica y experimental. Locke se formó como médico y fue secretario personal de Lord Ashley, uno de los fundadores de la facción de los Whigs, la facción que defendía la preeminencia parlamentaria sobre la Corona y el Bill of Rights.

La familia de Locke sufrió el exilio por la oposición al gobierno de Jacobo II, y marcharon a Holanda, hasta la llegada al trono inglés de Guillermo de Orange con la Revolución Gloriosa de 1688 y el establecimiento del Bill of Rights.

Sus dos obras fundamentales, entre otras tantas, son:
- Las tres cartas sobre la tolerancia de 1689
- Dos tratados sobre el gobierno civil de 1690

En Dos tratados sobre el gobierno civil establece que el gobierno debe existir por el consentimiento, con la distinción de poderes con primacía legislativa y el derecho a la resistencia contra un gobierno que no goza de confianza y ha roto el contrato social. Este libro se convirtió en una obra fundamental para el liberalismo, revolucionaria en su tiempo, escrita tras la Revolución Gloriosa y un siglo antes de la Revolución Francesa.

Locke fue un liberal práctico, no sólo escribió y ejerció de médico, sino que fue consejero del Departamento de Comercio a partir de 1696 y amasó una gran fortuna con el comercio de seda y esclavos.

Locke se opone en sus obras al estado de naturaleza que presenta Hobbes. Los hombres vivían en libertad e igualdad, con ayuda mutua, paz y seguridad. La ley natural obliga a los hombres a prestarse auxilio en salud, libertad, posesiones y en no dañar a sus congéneres. Distingue tres derechos: vida, libertad y propiedad. El problema se da en otro derecho, en el de juzgar y castigar al que atente contra sus derechos, son entonces los hombres jueces y parte, con el riesgo de no ser justos y actuar en provecho propio. Así, el estado idílico observa tres fallos: falta una ley, un juez imparcial y un poder coactivo que ejecute las sentencias.

Entonces, los hombres deben renunciar al último derecho, para pasar al estado de sociedad para garantizar el resto de derechos. La explicación por tanto del Estado es garantizar estos derechos, pero mucho más el derecho a la propiedad. Los hombres, dice Locke, tienen derecho a algo completamente suyo, al trabajar extender la personalidad a los objetos producidos, a que sean parte de ellos: la propiedad se asienta en el trabajo.

Cuando en el estado de naturaleza se introdujo el oro y la plata se produjo un desequilibrio de propiedades: unos tuvieron más que otros. Cuando aparece el dinero aparece la diferencia a la propiedad. La gente empieza a producir bienes para el mercado, se inician los conflictos y por ello crean el Estado para evitarlo.

El estado de sociedad se debe hacer por consentimiento, para proteger los derechos naturales. Locke replica al Leviatán de Hobbes, sólo se cede un derecho, el de juzgar, no todos, como sostiene Hobbes.

Locke articula esto a un contrato, libre, voluntario y por común acuerdo, cediendo el derecho de juzgar a un cuerpo político que se debe encargar de proteger los derechos individuales y garantizar la seguridad. Ese cuerpo político actuará y decidirá en nombre de todos. Todos consientes al poder político el poder de castigar, de forma tácita o explícita, y se le da la función de ejercer la soberanía, funcionando por la ley de la mayoría y obligado a respetar los derechos individuales y a no caer en el poder opresor.

Habla de dos contratos, Locke quiere que el consentimiento esté siempre permanente. Uno es el contrato social, y otro el político. El primero es ceder el derecho de juzgar a favor del todo, el segundo es el resultado de la delegación en unos pocos el poder de todos. No se puede volver jamás al estado de naturaleza, el primer contrato es insustituible por tanto. El segundo es siempre revocable, mantiene el primer pacto. Cuando el pacto no se mantiene se puede romper en la medida que está basado en la confianza. Las pautas que establece el contrato social permanecen así invariables en el pacto político.

Todas las instituciones del cuerpo político tienen que tener la obligación de garantizar las libertades. Para evitar el abuso de poder, se hacen tres distinciones, tres poderes divididos: federativo, ejecutivo y legislativo.

El poder federativo se encarga de declarar la guerra, paz y actuar conforme al derecho de gentes, esto es, las relaciones internacionales.

El poder ejecutivo tiene entre sus atributos el poder de juzgar, ejecutar las leyes y el poder de prerrogativa, que Locke otorga a la Corona. Este poder está siempre subordinado al poder legislativo.

El poder legislativo es el más importante en el pensamiento de Locke. El legislativo es el remedio a todos los males, el alma del Estado para garantizar la felicidad del ciudadano, a la libre interpretación de la libertad para darse leyes fijas que garanticen y hagan posible la seguridad, libertad y felicidad de los hombres.

Estos tres poderes no pueden extralimitarse de sus funciones, deben actuar por procedimientos establecidos de antemano, para garantizar el imperio de la ley y el principio de legalidad y seguridad jurídica. Es decir, no deben ir más allá del interés público. ¿Quién controla al legislativo?, se pregunta Locke. El pueblo, el que posee la soberanía.

Si no fuera así y estos tres poderes incumplieran sus funciones y se negaran a marcharse, Locke establece el derecho de resistencia. El poder pierde toda autoridad, porque no se sustenta en el pueblo, y se torna en gobierno despótico. Esto no es un llamamiento a la revolución, ni se debe hacer cuando se cumple el pacto, sólo funciona cuando el contrato se rompe. Una minoría que actúa contra la mayoría es desobediencia, contra la que se puede usar la fuerza. La resistencia es para volver a la legalidad, restaurar el orden, no un orden nuevo. Locke ve en la restauración de la Gloriosa y el Bill of Rights la restauración de la constitución de los Tudor, violada por la dinastía de los Estuardo.

Locke influyó notablemente en el primer ciclo revolucionario, en las revoluciones atlánticas de Estados Unidos, Francia y España, en sus textos, como la Declaración de Independencia americana de 1776, la Declaración de derechos de Virginia de 1776, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 en Francia, en las constituciones moderadas francesas de la Revolución y en la Constitución de Cádiz de 1812.
"Instrúyanse, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitaremos todo vuestro entusiasmo. Organí­cense, porque necesitaremos toda vuestra fuerza".

Antonio Gramsci, Fundador del Partido Comunista Italiano

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