martes, 22 de enero de 2013
Israel vota: una aproximación al rompecabezas israelí
jueves, 10 de junio de 2010
La exclusión de la carroza de Tel Aviv: anti-israelismo, discriminación y mala gestión de la noticia

Primero un breve resumen de lo que ha pasado: a raíz del ataque bárbaro, desmedido y pirata del ejército israelí a la flotilla turca, la FELGTB y COGAM han pedido a la delegación del ayuntamiento de Tel Aviv que no participe en la marcha del Orgullo, el 3 de julio, ya que el ayuntamiento no ha condenado el ataque a la flotilla y no pueden garantizar su seguridad. A raíz de esto, Colegas, colectivo LGTB cercano al Partido Popular, acusa a la organización de dejarse llevar por la ola antisemita, los medios de la derecha ultraliberal, como Libertad Digital, aprovechan para hacer apología de las actitudes piratas del ejército de Israel.
Ante la ola de reacciones, donde también está la opinión pública progresista ha visto mal la gestión de la noticia por los organizadores del Orgullo, éstos han tenido que defenderse, primero diciendo que venían a promocionar el turismo a Tel Aviv (buena capital para el turismo LGTB, por cierto, la más liberal de Oriente Próximo), y posteriormente anunciando que buscan la colaboración con organizaciones LGTB israelíes, que signifique participen y resuelvan este desaguisado es otra cuestión que aún está por verse. Una actuación muy pobre y lamentable.
Tenemos la mala gestión de los organizadores de la marcha del Orgullo LGTB, a los que se les ha venido encima la patata caliente de lidiar con lo que iba a suceder: que les acusen de discriminación y antisemitismo, idea en la que coincido bastante, y de buscarse apresuradamente una salida claramente rápida e improvisada.
Está claro que, ante una noticia de este calibre, la derecha mediática, sin liberarse aún de una notoria pulsión homófoba, iba a aprovecharla para atacar el Orgullo y lo que representa, volviendo a la apología y al victimismo del sionismo más radical. Lo que tampoco me sorprende es que una buena parte de progresistas justifiquen la decisión y la mezclen con el asalto a la flotilla.
El ayuntamiento de Tel Aviv no es sólo una corporación municipal electa que puede condenar o no las acciones del ejército israelí, sino que también representa a todos los ciudadanos de Tel Aviv. No se debe eximir al ayuntamiento israelí de criticar su decisión, pero es un acto de agravio para sus ciudadanos, un desplante y una descortesía, más aún para aquellos ciudadanos que defiendan la lucha por la igualdad de derechos para el colectivo LGTB. La decisión no perjudica a Israel o a sus instituciones, sino a sus ciudadanos. El Orgullo no es para discutir todo lo que se hace bien o mal en el mundo, sino para manifestarse y continuar la reivindicación por la igualdad de derechos.
Con ello, me puse a reflexionar, como ya hice una vez en este blog, del persistente antisemitismo (o anti-israelismo, para el que lo prefiera) que existe en la izquierda española, antisemitismo que nace del dualismo entre Israel/malo contra Palestina/buena. ¡Ah! ¿Es que acaso son tan simples las cosas? Quizás para los necios. ¿Acaso Israel no es un Estado de derecho, democrático, además de tener un ejecutivo militarista y un ejército que practica un verdadero apartheid sobre Gaza y Cisjordania? Pero, ¿acaso Palestina, o cualquier país vecino, tienen un Estado (o embrión de Estado) de derecho, o respeto por los derechos humanos? Además de poseer una administración verdaderamente corrupta, neopatrimonial, cuya élite es parásita de los recursos del Estado. ¿Es que no somos capaces de ver más allá de nuestros dogmas? No vemos que la legislación es totalmente indecente cuando establece penas de prisión o muerte para los homosexuales, no vemos que la mujer está totalmente tutelada por el padre o el marido, pero sí vemos que Marruecos es muy malo cuando se trata de la cuestión del Sáhara Occidental. ¿Acaso la estructura del Estado marroquí no se diferencia sensiblemente de la argelina, la egipcia, siria o lo que hacen y quieren hacer la élite palestina?
Recomiendo urgentemente que busquéis El cumpleaños de Laila, una película palestina, y veáis el diálogo entre el juez y el ministro. Os recomiendo Poder y regímenes en el mundo árabe contemporáneo, de Ferrán Izquierdo Brichs para que veáis la naturaleza del poder en estos países, lo mismo que Elecciones sin elección de Luciano Zaccara e Ignacio Álvarez-Ossorio.
En definitiva, qué decepción que los organizadores del Orgullo LGTB, líderes de un colectivo que tanto ha sufrido, tantas persecuciones ha tenido, tantas muertes ha tenido, tantos odios ha recibido, se convierta en un nuevo verdugo contra otros que también fueron, en su día, los parias de la Humanidad. Israel insulta al pasado de los judíos comportándose igual que Hitler, pero los líderes LGTB han obrado igual.
Qué decepción, no sé si con estas circunstancias merece acudir un año más al Orgullo, si no es un Orgullo por la libertad y el respeto a la diversidad.
miércoles, 17 de marzo de 2010
Hatmatzan
¿Israel está derivando hacia un régimen de Apartheid? Basta coger un mapa de la región geográfica de Palestina, fijarnos en la situación actual de Cisjordania y comprobar que los territorios administrados directamente por la ANP se asemejan a los bantustanes de la Sudáfrica de los nats. El ejército israelí controla todas los checkpoints, no solo hacia afuera de Cisjordania, sino dentro del propio territorio. Las familias están incomunicadas. Aquel árabe que se vaya de Jerusalén a ver a un familiar no le dejarán volver.
El muro, (llamado por la sociedad israelí, junto a todo el conflicto, eufemísticamente hatmatzan, “la situación”), no es un único muro. Son varios, en la frontera o dentro de Cisjordania. Se ha llegado al extremo de hacer muros “electrónicos”, donde cualquier persona que toque un punto del muro inmediatamente está controlado por una cámara de vigilancia que, además, viene acompañada de una ametralladora. Ni Orwell se lo imaginó así.
Los árabes palestinos sufren la crueldad de verse encerrados en su tierra. Sin futuro, sin esperanza. Su desgracia es mayor por los líderes que tienen. Todos corruptos, todos dando vagas promesas sobre todo, incluso de los refugiados en los países vecinos. Para comprobar esto, y con un toque de humor, recomiendo ver “El cumpleaños de Laila”, una película palestina.
La sociedad israelí se ve también en una cárcel de sus propias palabras. Por un lado reivindican la naturaleza democrática de Israel. Esa naturaleza democrática impide al Tsahal perpetrar un número mayor de “asesinatos selectivos”, ejecuciones sumarias, y lo que sería la verdadera deportación de todo un pueblo. Por otro lado, Israel mantiene lagunas democráticas que tarde o temprano la llevarán a una contradicción irreversible. Sus ciudadanos árabes israelíes poco a poco van perdiendo sus derechos de ciudadanía (que siempre fueron de segunda) al ir incorporando el régimen militar de Gaza y Cisjordania al interior del propio Israel. Los judíos israelíes que atacan esta tropelía sufren también: los que critican la acción del ejército o la política para Palestina corren el riesgo de verse tildados de “antisionistas” o lo que es lo mismo: traidores. Y verse sometidos a un proceso judicial.
El viernes, en una conferencia en la UAM con Sergio Yahni, de la AIC, oí que el ejército mantiene a una mujer israelí en prisión a la espera de juicio, sin información transparente sobre el proceso. Realmente, no hay información transparente en ninguno de estos procesos.
Intelectuales, escritores y periodistas israelíes sufren la indiferencia social, como el escritor David Grossman o Michel Warschawski, defensor de una solución binacional. El Estado judío camina a una militarización irreversible en búsqueda de la seguridad, jugando con los miedos de los ciudadanos y manipulándolos. Ello conllevará, a medio plazo, el fin de la democracia, a la disgregación de una sociedad ya muy dividida y al recurso autoritario como salvación de la nación.
Si la comunidad internacional y el rigor legal del Tribunal Supremo israelí impiden que la situación se convierta en un infierno aún más grave, en cambio, no pueden hacer nada, o no quieren, frente a la tortura. Es una “expulsión interior”. Los palestinos no pueden irse, pero los humillan, acaban con su futuro, con sus familiares, les llevan a una tortura psicológica colectiva y les anulan su condición humana. Que muchos palestinos opten por el martirio no debería de extrañar. Más que esa promesa del cielo de los mártires, los suicidas se están también liberando de esa cárcel gigantesca. Donde los jóvenes sueñan con el martirio, al otro lado del muro sueñan con cumplir el servicio militar. Todo conduce a la violencia.
¿Qué pasará? La tragedia. Si no se llega a una convivencia, aunque sea la más mínima, uno de los dos pueblos acabará bajo el peso de los bulldozers o bajo el mar. Hay que llegar al compromiso, aunque acabe con la separación estricta, uno al lado del otro y sin poderse ver. Pero el odio y el miedo han llegado a límites muy extremos como para permitir una convivencia pacífica general.
¿Qué puede hacer la sociedad internacional? ¿Qué pueden hacen los Estados y los ciudadanos? Los Estados occidentales callan ante los abusos israelíes. Sólo quedará por ver qué resulta del pulso que Obama ha lanzado a Netanyahu. Dudo que Estados Unidos corte con su aliado de Oriente Próximo, pero sin el agónico imperio americano Israel quedaría en una situación muy comprometida en la región en su afán de colonizar Jerusalén y Cisjordania. En el otro lado, los Estados orientales siguen con sus juegos de equilibrio, no enfadar al gigante americano pero tampoco verse como pusilánimes frente al empuje iraní.
El antisemitismo que exudan los discursos de Ahmadineyad, soñando con echar a los judíos al mar, en la más “moderada” de las situaciones, ponen a la sociedad internacional en un dilema difícil de salir. Los que somos defensores de los derechos humanos, de la paz y de la vida no podemos permitir la deportación palestina, pero tampoco otro genocidio. La desgracia es que ese dilema no se lo plantean muchas voces en Occidente, favorables a la causa palestina. Israel es culpable, piensan, y si debe desaparecer físicamente, mejor.
ShImon Peres se pregunta “por qué resulta tan difícil hacer las paces con los palestinos”, algo que saliendo de él no deja de tener un sesgo hipócrita. Pero yo me pregunto, si nos resulta tan difícil tener unos sinceros sentimientos democráticos y humanos en el continente de la Ilustración, ¿cómo no será difícil en una región tan desgarrada por la violencia?
Finalizo con una frase de David Grossman: “sólo pido un poco de aburrimiento, sinónimo de normalidad".
Enlaces de interés:
Israel y EEUU atraviesan su peor crisis
El cumpleaños de Laila (sinopsis)
jueves, 26 de marzo de 2009
El suicidio del laborismo israelí

El Shas, pequeña formación religiosa, tiene una visión totalmente clientelar de la política, dirigido a la comunidad sefardí. Ya estuvieron en el Gobierno de Olmert. Se esperan hacer con Vivienda, Interior y Religión, para favorecer a las familiar ultraortodoxas y su sistema educativo. Los laicos los llaman extorsionadores. Y con razón. Como el otro partido religioso, Unión de la Torá y el Judaísmo, pretenden crear una sociedad aparte, de los ultraortodoxos, y no sólo eso, sino condicionar al resto de la sociedad, haciendo que el Estado les de privilegios fiscales, exención del servicio militar y subvenciones a las escuelas talmúdicas. Esto, en un país aconfesional o laico, sería inconcebible… ¿o no? ¿Acaso los terrenos regalados a fundaciones religiosas y la destrucción sistemática en la Comunidad de Madrid no está haciendo el mismo flaco favor a la sociedad? Ahondar en la división de la sociedad, que no es otra cosa que impedir la igualdad de oportunidades, deparará grandes problemas en el futuro.

El Partido Laborista, o por lo menos su líder, Ehud Barak, demuestra una irresistible tentación de permanecer en el poder a toda costa. Aunque el futuro ejecutivo esté dominado por la ultraderecha, ¡habrá presencia laborista! ¿Alguien se imaginaría a Llamazares de ministro con Aznar? Sin embargo, la mitad del grupo mayoritario, siete diputados frente a seis, está en contra de esta decisión.
Definitivamente, el Partido Laborista ha perdido toda esperanza de supervivencia. Elección a elección, pierde apoyos; de primer fuerza hegemónica en Israel, ha pasado a segunda, tercera, ¡y cuarta! Es el mejor ejemplo de suicidio total, crear un Estado que coquetea con unas prácticas fascistas que hace sesenta años intentaron aniquilar a todo un pueblo. De momento, ha aniquilado al propio partido que construyó la nación moderna de Israel. El siguiente es el pueblo palestino, algo que sueña sin descaro Lieberman.
No será un Gobierno progresista, será un Gobierno reaccionario, belicoso, gracias a que los laboristas han renunciado a todo ideario. Y Ehud Barak puede pasar a la historia como el que destruyó el laborismo israelí. Tampoco será un Gobierno duradero, pues en la ultraderecha existe la división entre el control religioso de los sefardíes o la legislación civil de los nacionalistas de Lieberman, más la inexorable decadencia del laborismo. ¡Si Lieberman consiguiese esa legislación civil habría que felicitarle, máxime sabiendo sus racistas ideas, porque el laborismo no lo consiguió!
¿Dónde cabe la paz entre Israel y Palestina con este Gobierno? Ahora, al Partido Laborista, si mantiene esa conducta de ahondar en el belicismo, merece toda pérdida y desaparición. Y no estaría mal su expulsión de la Internacional Socialista, porque ya no representa a la izquierda real, sino a una pandilla de lidercillos capaces de todo por permanecer en el poder. NOTA: es interesante la reflexión de Elena Martí en elplural.com.
lunes, 23 de marzo de 2009
Apartheid y violación de los Derechos Humanos en Israel
Rafael Escudero ve que desde Occidente se quiere defender a Israel porque es la única democracia del Próximo Oriente, y él cree que no es tal cosa. Primero se pregunta qué se entiende por democracia. Hay que partir del último ataque a Gaza: el embajador israelí buscó argumentos para justificar el ataque, que es que Israel es un país democrático, con derecho a defender sus fronteras y ciudadanos frente a la organización terrorista Hamás.
Utilizar esto como punto de partido, a juicio de Escudero, impide ver otros puntos de vista que quedan al margen. Se pretende obviar todo lo pasado con la franja, con Cisjordania y con Jerusalén Este. Se están acelerando los asentamientos judíos en Cisjordania mientras en la franja se están abandonando. Desde la perspectiva del derecho internacional, hay una ocupación ilegal, asedio y control total de las fronteras, dejando al 80% de los palestinos en la miseria. Al no reconocerse la victoria de Hamás se condiciona la ayuda humanitaria. Es lógico que Israel o Estados Unidos lo hagan, pero no la UE, porque vulnera sus principios básicos.
Esto se agrava en 2006 con la victoria de Hamás, que no fue reconocida por la comunidad internacional, y fue aprovechado por Israel. No se reconoce la elección por irregularidades, sino por el resultado. La afirmación de que Hamás es terrorista es falsa para Escudero, porque no hay un concepto en el derecho internacional de qué es terrorismo. Eso es porque las listas de organizaciones terroristas las controlan los Estados Unidos y la Unión Europea. Esto no significa que no se puedan condenar los actos de Hamás, pero distinguiendo lo que es una acción terrorista de otra de resistencia. El apresamiento de un soldado israelí no es terrorismo, es derecho a la resistencia porque se trata bajo el código de guerra.
La política israelí sigue practicando la doctrina de anexión y expulsión en Cisjordania, y el muro que construye es ilegal internacionalmente, porque es construido sobre territorio que no pertenece a Israel, y además está dividiendo poblaciones enteras en guetos.
El concepto israelí de seguridad es hobbesiano, cercenando derechos y libertades para garantizar la seguridad, y también esto está ocurriendo en otros países. Así se esconde la realidad de segregación y ocupación. En el mundo se está entendiendo como legítimo limitar los derechos de las personas que pueden ser amenazas a los que no cabe aplicar el mismo derecho penal (“derecho penal del enemigo”), que niega el mismo beneficio del resto de ciudadanos.
Israel arguye la seguridad de sus ciudadanos. ¿De qué ciudadanos?, se pregunta Escudero. Sólo de los judíos. Los árabes son discriminados en un régimen de apartheid, aunque tienen ciudadanía israelí, pero no la nacionalidad israelí. La ciudadanía es un concepto jurídico, pero la no nacionalidad no debe admitirse en un Estado democrático. Pueden ejercer el voto, pero no hay democracia. La legislación israelí es discriminatoria, no está plasmado literalmente en la ley, pero hay leyes manifiestamente discriminatorias.
Una de ellas es la Ley de Ciudadanía y Entrada en Israel, que impide la formación de familias árabes en Israel. Si un árabe israelí se casa con alguien de Palestina no puede hacer la reagrupación familiar, al contrario que cualquier judío, que tiene derecho a instalarse en Israel. La ley se argumenta en razones de seguridad.
Otras leyes son más difusas. Los árabes no pueden trabajar en empresas estratégicas de Israel por motivos de seguridad. Son considerados como un enemigo interior, una quinta columna, y se les deja en labores bajas y vivir en los suburbios en peores condiciones. Son una mano de obra barata, y tampoco pueden hacer el servicio militar. Todo choca cuando se une una discriminación positiva: los judíos ultraortodoxos están exentos del servicio militar y gozan de ventajas fiscales. Esto carece de justificación para Escudero. Tampoco existe el matrimonio civil, sino el religioso.
Según el Parlamento Europeo, en Israel hay 11.000 presos palestinos, 300 de ellos menores de 18 años. Mil de ellos están bajo el modelo que copió Guantánamo, encarcelados sine die, sin derecho de defensa, sin derecho a abogados, sin poder ver a sus familias y sin conocer los cargos por los que se les encarcelan, que son simples órdenes de detención. El sistema jurídico israelí incumple su normativa, ya que Israel ratificó los tratados de justicia internacional, excepto la Corte Penal Internacional.
El derecho a defenderse legítimamente, que tanto esgrime Israel, exige, sin embargo, proporcionalidad entre el daño causado y el ataque militar: la Corte suprema israelí ha valorado los ataques a Gaza y se pronunció a favor de la proporcionalidad, y así puede legitimar los ataques contra supuestos terroristas de forma extrajudicial, pero con límite en la proporcionalidad. La realidad es que de los 3.500 muertos en Gaza, sólo 50 eran miembros de Hamás.
Entonces, si el Gobierno israelí no investiga los crímenes, queda legitimada cualquier otra persona para interponer una querella aunque no haya víctimas de la propia nacionalidad, caso de la pretensión de Garzón de investigar los crímenes militares.
Escudero señala, para marcar la hipocresía del Gobierno israelí, que si Hamás ha utilizado escudos humanos, es un hecho ilegal que puede ser denunciado según el derecho internacional. Israel puede denunciar esos actos, pero no le justifica atacar.
Israel sigue una política similar al tardofranquismo. La propaganda de la dictadura decía que España era un Estado de derecho porque actuaba por normas jurídicas. Por ejemplo, según Escudero, Elías Díaz decía que el Estado de derecho debe actuar por normas, pero con separación de poderes, democracia y respeto a los derechos humanos. Cosa que no hacía España en el franquismo o Israel en la actualidad. La democracia no es sólo votar cada X años, sino unas condiciones: respeto de unas mínimas condiciones de igualdad entre sujetos, niveles aceptables de igualdad material, forma en la que se ejerce la acción de gobierno, respeto a los derechos humanos en el interior de Israel y en los territorios sobre los que se ejerce jurisdicción. Con esto, Israel incumple el habeas corpus, el derecho internacional, la igualdad entre ciudadanos e impide el control judicial sobre el ejecutivo.
Escudero concluye en que podrían aplicarse para Israel las campañas de sanciones, boicot y presión de los Gobierno que se ejecutaron contra la Sudáfrica del apartheid. El partido de Lieberman ha hecho acciones racistas que sí se pueden condenar, porque no reconoce a los otros, los árabes. La UE debería tomar medidas para que no entre en el Gobierno, como con Haider en Austria en su momento.
martes, 24 de febrero de 2009
Reflexiones sobre el Israel postelectoral (y II)

Netanyahu y Obama, los nuevos "centristas".
En sus manos está la paz en Oriente Próximo
...o el sufrimiento de millones de personas
“El entonces candidato demócrata le dijo que ambos tienen mucho en común puesto que son de "centro". Obama le confesó que antes era de izquierdas y ahora es de centro, mientras que Netanyahu había sido de derechas y ahora es de centro”, se dice en Público. Apañados estamos con Netanyahu y con el “progresista” Obama. Si Obama quiere cambiar de verdad, que no sólo sea “progresista” para el interior de Estados Unidos, sino también para el resto del mundo, y pueda haber paz en Oriente Próximo. No es sólo por la existencia o coexistencia de Estados israelí y palestino. Es para que deje de haber muertos, y apoyos a los extremistas. Aunque eso no sería sólo progresista, sería revolucionario, y es lo que inclinaría la balanza para pensar que Obama es un mentiroso más o alguien en quien confiar.
Ehud Barak, el que ha dejado al laborismo militarista en sus cotas más bajas
¿Y sobre la izquierda israelí? Quizás al laborismo le vendría bien una época en la oposición porque, como demuestra Kadima, parece que sólo sobrevive a base del poder y de bombardear. Y además, mal. Y en esa oposición, replantearse su existencia, sus ideas y su estrategia. La izquierda no debe ser militarista, la izquierda debe ser laica, pacifista y transformadora. ¡Curiosa ironía que la extrema derecha pueda conseguir una legislación civil, tras 50 años de hegemonía laborista en Israel sin grandes resultados! La izquierda, del laborismo, de Merezt y de los árabes, no debe permanecer dividida más tiempo. Si los acontecimientos en esta nueva legislatura israelí les son propicios, y si trabaja para convencer a la sociedad, quizás no haya que ir al funeral de la izquierda en Israel.