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miércoles, 16 de febrero de 2011

Mesa redonda "¿Hacia dónde va el mundo árabe? en UAM-Filosofía y Letras


Las revoluciones de Túnez y Egipto -creo que ya podemos calificarlas de tal modo- siguen generando charlas y conferencias de los expertos en el mundo árabe. A día de hoy, sin contar la conferencia de ayer en la Universidad Autónoma de Madrid, he podido asistir a la charla de Casa Árabe del 1 de febrero y al debate del Círculo de Bellas Artes del día después, ambos sobre Túnez. No obvio que se habrán desarrollado muchos otros actos por nuestro país, y también por otros países, que sirven, a todos los que tienen el honor de escuchar las palabras de los entendidos en ese mundo, de conocer un poquito más un mundo cuya impresión está contaminada por los estereotipos, los prejuicios y el sesgo de los medios de comunicación, amén de los intereses de nuestros gobiernos. Estas charlas son una gran oportunidad para intentar superar esos muros con los que habitualmente nos enfrentamos en el día a día. Desde esta modesta posición, y el escaso conocimiento propio, os intentaré sintetizar el acto de ayer, día 15 de febrero, realizado en la facultad de Filosofía y Letras de la UAM.

Organizado por el Departamento de Estudios Árabes e Islámicos y moderado por Ana Planet, profesora de dicho departamento, contó con las intervenciones de dignos expertos en el mundo árabe en nuestro país, muchos agrupados en el Taller de Estudios Internacionales Mediterráneos (TEIM), cada uno intentándonos acercar qué ocurre en cada uno de los países árabe-islámicos.

Miguel Hernando de Larramendi, profesor de la UCLM, nos acercó a la realidad de los regímenes autoritarios árabes y a la serie de revueltas, hoy olvidadas en Occidente. Esas revueltas, que afloraron en los países árabes a finales de los 80, llevaron al derrocamiento de Burguiba por Ben Ali, en Túnez, y al intento de apertura en Argelia, abortado al querer evitar la victoria electoral de los islamistas y la consiguiente guerra civil. Los regímenes autoritarios, en los últimos veinte años, intentaron una serie de reformas de arriba abajo, muy lentas: apertura al exterior, pluralismo limitado y liberalización y privatización de la economía, con la connivencia de su principal aliado, Estados Unidos, unidos a él en un objetivo común tras el 11-S: luchar contra el islamismo y utilizar el miedo a éste en Occidente para resistir a las presiones de democratización.

Luz Gómez García, profesora de la UAM, a través de unos extractos del libro del libanés Samir Kassir (1960-2005), De la desgracia de ser árabe, nos acercó la visión de este autor, asesinado en Beirut. La mentalidad de Kassir era muy pesimista: veía en las causas del subdesarrollo árabe en el analfabetismo, la gran desigualdad social, la superpoblación de las ciudades, la desertización de las provincias, percepción de no existir un futuro... con ello, Gómez García replicaba ese pesimismo a que ahora el espacio público árabe ha cambiado de manos y deja a esa desgracia de ser árabe en paréntesis.

Daniel Marx nos devolvió la atención en Túnez, diluida tras la importancia que ha cobrado la revolución egipcia en los últimos días, hablándonos de las condiciones del régimen de Ben Ali, las causas de su caída y los interrogantes para el futuro. El régimen benalista tenía dos caras, una liberal, por su herencia del régimen de Burguiba y el éxito económico posterior, y otra autoritaria, con un auténtico estado policial donde había 200.000 policías en un país de poco más de diez millones de habitantes. Era un régimen de "consumir y callar", con un potencial acceso a la clase media pero sin derechos políticos. Este régimen cayó desgastado por cuatro factores: un clima de represión y miedo constante sin la excusa real de peligro islamista, la corrupción de los Trabelsi (la familia de la mujer de Ben Ali), la censura a los medios de comunicación y redes sociales y la crisis económica, con la subida del paro joven, hasta un 44,5% entre los jóvenes diplomados. Marx elevó dos interrogantes: ¿Ben Ali se fue empujado por el ejército o pensaba volver para "salvar al país" del caos que pudiera producirse? Como interrogantes para el futuro, planteó el miedo de que el nuevo gobierno provisional, ya sin benalistas, pudiera controlar el caos y la violencia que pueden desatarse en Túnez; también quién pilotará la transición, cómo se depurarán los crímenes de la dictadura, quién ganará las elecciones o quién reformará la constitución.

Para Bárbara Azaola, profesora de la UAM experta en Egipto, la revolución tunecina abrió un momento de esperanza e ilusión en los egipcios, que sentían la desgracia de que no podrían hacer lo mismo que sus hermanos tunecinos. Pero las revueltas han tenido éxito y acabaron con Mubarak. Gracias a ello, los egipcios han perdido el miedo a manifestarse y a soportar las presiones agónicas de Mubarak para desgastar y desacraditar al movimiento ciudadano. A su vez, dentro del régimen se dio lugar a una serie de tensiones entre la nueva y la vieja guardia del partido pero también dentro del ejército, imponiéndose la vieja guardia y tomando el poder tras la salida de Mubarak. Aún está por ver que esto suponga la verdadera entrega del poder a civiles o, por el contrario, los generales sigan controlando el poder. La nueva junta militar va dando pequeños pasos, como la suspensión de la constitución y del parlamento, pero aún no se han liberado los presos políticos, ni se ha reformado la ley de partidos o tomado medidas respecto a la sempiterna ley de emergencia.

Bernabé López García, experto de la UAM en Marruecos, fue un poco pesimista respecto a posibles cambios en nuestro inmediato vecino árabe. Existe, dijo, una sensación de que el "enemigo exterior" quiere que se agite el cambio y eso provoca una cierta contencion pese a que el nivel de insatisfacción es el mismo que en otros países árabes. Hay convocada una manifestación para el día 20 de febrero, pero sin saber dónde y el motivo para manifestarse. El principal escollo es la figura del rey: muchos están cansados de la monarquía y del lastre que supone para la economía del país, pero otros más están acordes con el principio de "viva el rey y muera el mal gobierno": no es el rey el culpable, sino todos los que están directamente por debajo de él, desde sus amigos hasta los políticos que mantienen el sistema corrupto e inoperante. Izquierda y derecha están unidas en un mismo gobierno que es débil e incapaz de desarrollar ninguna política, sólo se reparten el poder y sus prebendas. Las débiles reformas propiciadas por el rey, tales como el estatuto de la mujer, algo avanzado, y el código de familia, se han detenido y aún permanece la incógnita de si la monarquía se parlamentarizará y seguirá el ejemplo de la transición española.

En una línea general, Bernabé López habló de las revoluciones ocurridas como revoluciones de individuos, algo que seria revolucionario en el mundo árabe: el nacimiento del individuo, rebelado frente al clan, la familia y al "papá Estado/rey/presidente". Sería además una "mutación laica", que no daña las religiones existentes.

Desde Yemen vía Skype, Leyla Hamad nos acercó la realidad de un país olvidado, del largo proceso que ha seguido el presidente Saleh desde su inicial mandato como presidente del tradicionalista Yemen del Norte a presidente del Yemen unificado, con la incorporación del sur marxista y la colaboración con la oposición, primero socialista, luego islamista, a la posterior marginación de ambas. El intento de democratización del país, iniciado a mitad de los años 90, se detuvo, derivando al semipresidencialismo y a un cada vez más al presidencialismo autoritario, con la ampliación de los mandados del presidente y de los diputados y el vacíado de competencias del legislativo. A ello se suma la frustración de la oposición y de la ciudadanía por el proamericanismo de Saleh y su eternización en el poder que, pese a prometer en 2006 que no se presentaría a la reelección, se desdijo de sus palabras y ganó unas elecciones claramente falsificadas.

Amaia Goenaga, también vía Skype pero desde Líbano, nos explicó el significado de las últimas manifestaciones en el país de cedro, no relacionadas con las revoluciones del norte de África, sino con asuntos internos. La situación política se degradó más con el nerviosismo de Hezbolá al estar cercano el anuncio de la acusación del tribunal de justicia por el asesinato del primer ministro Rafik Hariri. Hezbolá, temiendo ser acusado, ha mantenido presiones para hacer caer al gobierno y para desacreditar al tribunal. El primer punto ya lo ha conseguido, con la caída del gobierno de Saad Hariri y el nombramiento de un gobierno dirigido por Najib Mikati, con apoyo de Hezbolá y del bloque prosirio. El sistema libanés, pese a garantizar cierta libertad, es sectario, al dividir el poder por cuotas confesionales y estar sometido al control de las élites de cada comunidad religiosa, impidiendo la existencia de un movimiento nacional único.

Rafael Bustos, profesor de la UCM y colaborador del TEIM, habló del caso argelino. Argelia es un caso distinto al de Túnez o Egipto: el régimen no tiene fisuras internas frente a un movimiento de la calle muy dividido, con el recuerdo de la guerra civil de los años 90, que mantiene una sociedad dividida. El gobierno argelino contribuyó a la poca asistencia de la manifestación del 12 de febrero con el bloqueo de los transportes, y el islamismo, en un bloque de oposición diferente, criticó a los convocantes laicos y estudiantiles.

Waleed Saleh, profesor de la UAM, cree que las revoluciones actuales han derrumbado varios mitos: que los árabes sean sumisos a sus gobiernos o que no estaban preparados para la democracia. También habló de la actual situación de su país natal, Irak. Saleh no cree que sea una democracia real: la guerra destruyó un país que, pese a la dictadura de Sadam, funcionaba y contaba con un gran potencial humano. La democracia ha caído en manos de grupos sectarios que no creen en ella: han destruido a la élite cultural y el poder lo pasan a controlar ignorantes que no saben manejar un país. Por ello, ha crecido la sensación de inseguridad, faltan servicios básicos, el petróleo se vende sin control del gobierno central y todas las regiones están controladas por milicias, ya sean suníes, chíies o kurdas. El gobierno central ha perdido su poder y el país se ha dividido en tres zonas: los kurdos, con afán expansionista a Kirkuk por el petróleo de su región; los suníes, y los chíies del sur, que han establecido de facto una república islámica, bajo control e influencia iraní.

Marta Saldaña, becaria del TEIM, hizo un rápido repaso a los países del golfo pérsico, con revueltas en cada país por el paro joven, la corrupción y la violación de derechos humanos, unido a la discriminación de la población chií en países de regímenes suníes. En Kuwait las protestas consiguieron la dimisión del ministro de Información y el mantenimiento de las protestas para pedir democracia. En Bahrein el lunes 14 de febrero hubo manifestaciones masivas en la capital, Manama, con el resultado de un muerto. Protestaban por el fin de la discriminación a los chíies y por los intentos de equilibrio demográfico con la nacionalización de suníes saudíes. En Arabia Saudí hay movimientos reformistas que elevan peticiones al rey, protestas de mujeres por el amejoramiento del abastecimiento de agua, aprovechado para pedir trabajo y criticar la corrupción existente. En Omán las revueltas son por los precios. En Qatar existe una oposición más débil y las reformas se producen, aunque de forma lenta. En los Emiratos existen presiones para convocar nuevas elecciones, las segundas de su historia.

Luciano Zaccara, profesor en la UAM, habló de las reacciones en Irán a las revoluciones árabes. La revolución egipcia, que coincidió con las fiestas de la revolución iraní, fue aprovechado por el ayatolá Jamenei para manifestar que son las reminiscencias de la revolución islámica de Jomeini. Pero, al mismo tiempo, el régimen prohibía manifestaciones de apoyo al pueblo egipcio de los opositores Musavi y Karrubi. En su lugar, se dio lugar a una manifestación oficialista, de menor asistencia, con difusión de imágenes manipuladas de las manifestaciones de 2009 contra Ahmanineyad, más concurridas.

Por último, Carmen Rodríguez, investigadora de estudios turcos en la UAM, habló de la influencia que puede tener o recibir Turquía de las revoluciones del norte de África. Habló de un "invierno democrático", regresión democrática, opuesto al proceso de reformas democratizadoras iniciado en 1999, el "verano democrático", por la oposición de países de la UE a su ingreso, por las medidas ambivalentes del islamista AKP y la debilidad de la oposición laica, configurándose dos bloques, religioso y laico, muy conservadores e inmóviles. A favor de Turquía, posee una sociedad civil consolidada y experiencias democráticas, descontenta con el modelo actual por la falta de laicización, en su opinión, aunque la "primavera árabe" puede dar un nuevo impulso al proceso democratizador.

Y para finalizar esta extensa síntesis, os añado el vídeo que visionaron al principio de la charla, "Sout al horeya", "la voz de la libertad", de la revolución egipcia.



sábado, 27 de febrero de 2010

Los límites de la UE


Europa es un gigante que no para de crecer y de poseer candidatos potenciales o declarados en todas su latitudes. Al este, Turquía, Croacia, Macedonia, Albania, Bosnia, Serbia y Montenegro. Al oeste, Islandia. Y al norte, Ucrania. La Unión es vista como el mayor factor de desarrollo de aquellos países asolados por antiguas guerras, dictaduras e inestabilidades políticas. Asimismo, esta visión se refuerza al convertirse en un paraguas contra la crisis económica, como en el caso de Islandia. El capital, las ideas y las personas circulan libremente por una Unión que atraviesa una crisis de identidad en el momento de mayor apogeo.


Sin embargo, en este paradigma de integración y desarrollo sólo un país recibe largas, Turquía, candidata desde 1999. Turquía, en los ocho años de gobierno del islamismo moderado, ha realizado un gran esfuerzo por cumplir todos los requisitos que la Comisión Europea ha ido recomendando desde entonces. Las reformas económicas y fiscales se han llevado a cabo, y sólo las reformas en materia de democracia y derechos humanos cojean, no hay que olvidar la represión al pueblo kurdo y a la ilegalización de sus partidos, así como el peligro latente de que una islamización radical de la sociedad pueda acabar con la tradición de modernización y secularización de Ataturk, así como una intervención militar, garante de esos pilares de la República turca.


Hace pocos días el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, en una visita a España, se quejaba de que la Unión Europea “nunca impuso a ningún país lo que nos exige a nosotros”. Francia y Alemania son dos de los grandes países miembros de la Unión que mantienen su negativa al ingreso de Turquía. Sus argumentos van desde el miedo a una gran inmigración turca (el mismo miedo que se tuvo con Rumania y Bulgaria, hecho que luego no ocurrió), al gran peso que tendría en la UE un país de más de setenta millones de habitantes, necesitado de grandes inversiones comunitarias. Todo ello se encuentra impregnado del miedo esencial: que Turquía sea el caballo de Troya de la islamización de Europa. Para justificar la negativa al ingreso turco, muchos esgrimen el argumento de que la Unión Europea es una unión de países cristianos. Ese argumento dejaría fuera también a países con una importante presencia musulmana, como Bosnia o Albania.


Estos argumentos ceñirían los límites de la Unión a aquellos países de cultura cristiana y encuadrados geográficamente en el continente europeo, además de poseer sistemas políticos democráticos. Con ello algunos Gobiernos y medios tratan de justificar la negativa a Turquía. Pero la situación en la contraria respecto a Israel. Hace un mes, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, declaraba su deseo de que el país hebreo se convirtiera en un Estado miembro más de la Unión. Los requisitos cristianos y geográficos no cuentan aquí, ni siquiera los relativos a los derechos humanos, aspectos muy discutibles en el conflicto israelí con los árabes palestinos. ¿Qué justificación quedaría aquí? Que la Unión Europea es un club de países occidentales.


Occidente es un término muy ambiguo. Turquía ha sido un país encuadrado geográficamente en una parte de Asia más integrada históricamente en la economía y política europea, de cultura islámica y, desde Ataturk, de posicionamiento claramente occidental.


Otros analistas, para justificar la negativa a Turquía de un modo más “neutral”, defienden que la Unión detenga sus fronteras y se preocupe más por la profundización en la Unión que en la ampliación de la Unión. Motivos no les faltan, por la debilidad de las instituciones europeas frente a los Gobiernos nacionales. Pero Erdogan ya advierte de que su país pierde la paciencia y que Turquía es un actor esencial para la seguridad de los países de Oriente Medio y su democratización, presentando lo que ocurra en el futuro como ejemplo para toda una región histórica y económicamente muy presente en las relaciones internacionales.

lunes, 30 de marzo de 2009

Democracia en Turquía: municipales

El islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo ganó las elecciones municipales turcas, con menos apoyo, evidenciando un desgaste y la negativa a una completa hegemonía de la inspiración islámica en la república turca. Los socialdemócratas del Partido Republicano del Pueblo se quedaron con las ciudades medias y el 20% del voto. Otra gran noticia es el fortalecimiento del socialista Partido de la Sociedad Democrática, prokurdo, doblando su poder municipal.

La cuestión kurda, la crisis económica y la integración europea han pesado mucho en las elecciones. El Gobierno turco ha dado un paso firme para garantizar la democracia en Turquía y avanzar en el respeto a la minoría kurda, exigencias de la Unión Europea para poder proseguir el proceso de integración. El partido prokurdo no ha sido ilegalizado, y a su vez éste abandona cualquier reclamación de independencia por la autonomía y la reforma de la constitución para respetar los derechos de la minoría kurda.

La Unión Europea, por su parte, tiene que permitir el ingreso sin trabas de Turquía a corto plazo, una vez que estén completamente garantizados los derechos humanos y el respeto a la libertad de expresión, que en casos delicados como el ejército, la religión o sobre el Estado son sistemáticamente represaliados.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Turquía: diálogos sobre democratización


En el Círculo de Bellas Artes, organizado por la Fundación Pablo Iglesias y la Universidad Autónoma de Madrid, se celebró hoy a la tarde el acto "Turquía: diálogos sobre democratización", moderada su primera parte "Sociedad civil y derechos humanos en Turquía" por Silvia Escobar, Embajadora en Misión Especial para las cuestiones referentes a los Derechos Humanos, con intervenciones de Ece Temelkuran, escritora y periodista de televisión, del "Diario Milliyet" y "Le Monde Diplomatique", Fuat Keyman, profesor de relaciones internacionales en la Universidad turca de Koç, y de Ender Arat, embajador turco en España.

El embajador ensalzó los logros de Turquía en el campo interno, su estabilidad política con Erdogan, y su labor proactiva en el campo internacional, como la ONU, la OTAN y la Alianza de Civilizaciones promovida por Zapatero: Turquía es un vehículo necesario entre Oriente y Occidente, entre las civilizaciones.

Temelkuran empezó su exposición con una anécdota. Antes de venir a Madrid había acudido a un debate en la televisión turca sobre el ejército y la política. Cuando un historiador criticó al ejército empezaron a llegar amenazas de muerte, y el tema tuvo que cambiarse. En Turquía se puede hablar, pero no se puede ir "más allá", hay miedo a salirse del guión, en esa sociedad profundamente militarista, islámica y nacionalista. Así, la sociedad vive en dos mundos divididos, uno más libre, otro de silencio. El ejército y el islam son cosas con las que hay que tener mucho cuidado.

El artículo 301 de la constitución turca regula estos actos, estos "insultos" a lo turco. El artículo está siendo objeto de modificación por las presiones europeas, pero sin mucho interés por parte del gobernante AKP. En Junio de 2008 116 periodistas fueron llevados a juicio. Según Reporteros Sin Fronteras Turquía ocupa el puesto 102 en libertad de prensa. Temelkuran contó un "chiste" que circula entre los escritores turcos: quien no tiene guardaespaldas no es un escritor serio. Los grandes periódicos nacionales tienen una tirada de apenas dos millones en un país de más de 70 millones de habitantes. De los medios de comunicación, existen 6 grandes grupos, uno incluso con participación de Rupert Murdoch. Sin embargo la confianza en los medios de comunicación es de un 15%, la del ejército es infinitamente superior, es la institución que más confianza crea.

Temelkuran se lamentó que en Turquía siga existiendo una constitución por golpe de Estado, un golpe que pretendió que no se permita recordar ni imaginar, porque si esas cosas no hay libertad de expresión.

El profesor Keyman habló de dos Turquías, una con un déficit democrático y otra es un país con gran enfoque internacional. Por ejemplo Turquía es miembro fundador de la ONU y participa en la OTAN. Tras el 11-S Turquía se reveló como país de confianza para la paz, es un modelo de democracia y economía de mercado en el Islam y un vehículo de diálogo entre civilizaciones. Turquía ha conseguido la separación entre la Iglesia y el Estado, dotarse de estabilidad en un entorno inestable como los Balcanes de la época post-soviética, es la unión entre Oriente y Occidente y del "euroislam", es finalmente un mercado emergente creciente y concentrador económico de la región.

Sin embargo han resurgido problemas: los derechos humanos, el terrorismo de los kurdos del PKK, la islamización de las clases medias, aumento del nacionalismo contra las diferencias y minorías religiosas, miedo a un golpe de Estado, como la amenaza de la justicia de ilegalizar el AKP. Turquía realizó con éxito la transición a la democracia en 1945, pero ha fracasado en su consolidación, la sociedad y el Estado no han interiorizado la democracia, se ve como una competencia contra los otros.

Los partidos políticos prefieren la seguridad nacional a la libertad y a la democracia, la democracia se instrumentaliza a servicio de las mayorías parlamentarias, se olvida la libertad de los kurdos y los no musulmanes. Los partidos practican una disfunción de la democracia, piensan únicamente en sus intereses y en el poder, no en lo que es bueno para Turquía, prevalece únicamente sus intereses partidistas.

En definitiva, señala que hay un declive de la razón cívica por dar importancia a la identidad, entre los kurdos, los laicos, turcos nacionalistas, todos dan prioridad a la suya propia, no se reconoce la diversidad.

Resumió todo en una frase: "la libertad de expresión es la oportunidad de decir al otro lo que no quiere oír".

jueves, 5 de junio de 2008

Sin ganar por las urnas

Yo soy partidario del Estado laico, radicalmente laico. También de la democracia: lo que la ciudadanía elija libremente debe ser acatado sin más. Y en Turquía, nos guste poco o nada, ganó dos elecciones consecutivas el AKP, el Partido de la Justicia y el Desarrollo. Y lo que podemos llamar democracia en Turquía no ha sufrido cortapisas, únicamente llevan a cabo su programa.

Se puede combatir pacíficamente sus postulados, se pueden criticar totalmente. Por mi parte no estoy en contra del uso del velo, que lo use quien quiera. Ojo, libremente. Pero lo que creo que el gobierno turco tendría que hacer más hincapié es en desarrollar una política integral contra el maltrato a la mujer. No podemos permitir que se sigan asesinando a mujeres por “mancillar” el honor de la familia, no llegar vírgenes al matrimonio…

Lo que la oposición pretende desde la justicia es lo que electoralmente no puede, es incapaz: derrotar a los islamistas. No es únicamente prohibir la reforma constitucional que plantea el gobierno, es ilegalizar al partido mayoritario mismo, al gobierno en pleno y al presidente de la república. Y al final, lo que queda es destruir la voluntad mayoritaria de la ciudadanía. Repito, nos podrá gustar poco o nada el AKP, pero lo que no se puede negar es que ha ganado las elecciones.

Casi veo un semejante con Venezuela. El partido de gobierno nos gusta nada, pero la oposición menos. Porque esa oposición es la que ha estado en el poder ininterrumpidamente. En Turquía el CHP, el Partido Republicano del Pueblo, es lo que en Venezuela son el COPEI y AD: partidos de poder, corruptos, empleadores de artimañas. Es lógico que la ciudadanía no quiera un más de lo mismo.

¿El laicismo tiene que estar por encima de la democracia?
"Instrúyanse, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitaremos todo vuestro entusiasmo. Organí­cense, porque necesitaremos toda vuestra fuerza".

Antonio Gramsci, Fundador del Partido Comunista Italiano

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