Mostrando entradas con la etiqueta Cataluña. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cataluña. Mostrar todas las entradas

martes, 27 de noviembre de 2012

Elecciones catalanas: la realidad contra el mesianismo




Artur Mas soñaba con hace de Cataluña "la Holanda del sur", y al menos en parte lo ha conseguido: el mapa político catalán, acostumbrado en la década de los 80 y los 90 a un sistema de cinco partidos definidos y estables (CiU, PSC, UCD/PP, PSUC/ICV y ERC) ha ido derivando en cada nueva consulta electoral desde 2006 a un arco político fragmentado y donde la gobernabilidad necesita de grandes dosis de acuerdos y pactos. Con el nuevo Parlament que surgirá de las elecciones del 25 de noviembre serán siete los partidos políticos representados, uniéndose las Candidaturas d'Unitat Popular (CUP); ocupando, quién sabe por cuanto tiempo, el espacio indepententista y de voto de protesta más extremista, donde compitieron, entre otros, Reagrupament (que en esta ocasión ha seguido el camino de otros desde ERC hasta CiU) y Solidaritat, que sin el protagonismo de Joan Laporta no han conseguido mantener su representación. El mapa político catalán se amplía por los extremos independentista y por el reforzamiento del indefinido espacio antinacionalista de Ciutadans, que adquiere grupo parlamentario propio.
(1) CiU, PSC, ERC, ICV-EUiA, SI, CUP, Reagrupament
(2) CiU, ERC, SI, CUP, Reagrupament
(3) ERC, SI, CUP, Reagrupament
(4) PSC, PPC, C’s, UPyD
(5) Es difícil encuadrar a ICV en el eje nacionalista/no nacionalista por su indefinición
(6) PSC, ERC, ICV-EUiA, CUP
(7) C’s, UPyD, SI
(8) CiU, PPC, Reagrupament, PxC


Artur Mas, apoyado por su federación CiU, convocó anticipadamente elecciones en el ecuador de su legislatura amparándose en: el fortalecimiento del movimiento independentista, según parecía demostrar la manifestación de la Diada, para exigir al gobierno central la imposición de un pacto fiscal como alternativa a desencadenar el proceso soberanista (pero también como primer paso para el mismo) y, como negativa a dicho pacto fiscal, a la apelación a los ciudadanos de Cataluña para iniciar el proceso soberanista al "Estado propio" mediante la aceptación de un "derecho a decidir" diferente al del resto de España. Derecho a decidir como eufemismo al derecho de autodeterminación. Estado propio como eufemismo a independencia. Cuestión identitaria por encima de la cuestión social y la crisis económica. Artur Mas se presentaba a las elecciones como el abanderado de la "voluntat d'un poble", un mesias que pedía no rendir cuentas por sus recortes y que remitía todos los problemas de Cataluña (recortes, rescate, pensiones, paro...) a un futuro hipotético donde una Cataluña independiente podría afrontar con éxito todos sus problemas, pero sin concretar el cómo.

Personalmente, me temía que la ciudadanía de Cataluña, inmersa, como el resto de la española, en un gran malestar e indignación por la crisis, su gestión y sus consecuencias, y atrapada como está entre una peligrosa polarización entre dos nacionalismos excluyentes, acabase por sucumbir a los mensajes de Mas y entregase su derecho a decidir, que es el voto, a la capacidad de decisión de una persona, una caricatura grotesca de "un líder, un pueblo, una patria". No oculto mi opinión de que la sociedad catalana, por más que yo admire y ame su cultura, su historia, su tierra y guarde gratos recuerdos de mis visitas a su tierra, tiene graves problemas como son las relaciones con el resto de España, las pasiones que crea la identidad o el idioma y el trato de algunos sectores minoritarios pero estridentes contra los que no se ajustan al ideal nacionalista. Son problemas que igualmente y de grado variable también afectan al resto de España y de Europa, y que no para mí es un asunto urgente que debemos afrontar si valoramos las virtudes de las sociedades plurales y democráticas.

Artur Mas y CiU se han llevado un notable chasco, un "batacazo" como titula El Periódico de Cataluña. Esperaban aumentar de sus 62 escaños a un mínimo de 68 (mayoría absoluta) y así tener las manos libres para llevar adelante la política neoliberal de la segunda generación de líderes convergentes (Oriol Pujol es su representante), como para tener la llave que abriera en el momento que ellos quisieran la caja de Pandora del soberanismo, con la ayuda de un parlamento más independentista donde los no nacionalistas estuvieran arrinconados. Bien. Si el objetivo de Artur Mas y Ciu era la "mayoría amplia" y un peso de los independentistas superior a los 2/3 del Parlament, podemos decir con total tranquilidad que han fracasado notablemente. No solo no han aumentado en votos y en escaños, sino que han perdido ambos y se encuentra en una situación de relativa fragilidad (veremos por qué). Además, los partidos nacionalistas parlamentarios (CiU, ERC, CUP y el ahora extraparlamentario SI) suman el 49% de los votos y 74 escaños, una mayoría clara, sí, e incluso podríamos sumar a Iniciativa (aunque sin saber a ciencia cierta qué quieren exactamente para Cataluña) y daría una mayoría más amplia, pero sin llegar a ser dos tercios de los escaños y, comparando con los resultados de 2010, no dominados por la agenda independentista, resulta que alcanzaron un número de votos del 49,9% del total y 76 escaños. Es decir, menos. Conviene recordar que ese bloque no es homogéneo, menos si sumamos a ICV, y que dichos partidos no comparten los modos de lograr la independencia. Cabe añadir que muchos votantes de CiU no son independentistas, sino adscritos a la derecha catalanista (moderados, por tanto), y parte de los cuadros de la federación tampoco lo son, caso de Unió Democrática.

Es notorio que la mayoría parlamentaria catalana es netamente nacionalista, como lo ha sido en otras ocasiones. Se esperaba que al plantear la cuestión identitaria y soberanista los electores más nacionalistas serían los que acudirían a las urnas con más ganas que los que no lo son, produciendo un parlamento con una mayoría nacionalista reforzada. No ha sido así. Seguramente la polarización identitaria es la principal responsable del aumento de participación: casi un 70%, rompiendo récords en un electorado bastante desmotivado para acudir a las urnas (véase la escasa participación para ratificar el nuevo Estatuto). Con todo, una alta participación siempre es motivo de satisfacción para una sociedad democrática, pues muestra fielmente la opinión de una gran mayoría social. Lo que se puede decir del resultado de esta gran afluencia electoral es que los catalanes han sabido combinar de manera loable tanto el castigo a las políticas de CiU (12 escaños menos y casi cien mil votos perdidos lo atestiguan) como mantener la correlación de fuerzas entre partidos nacionalistas y no nacionalistas, con ajustes en el interior de estos mal llamados "bloques". Ese mantenimiento del statu quo, no obstante, no aleja la apuesta soberanista de Mas, aunque pone algunas piedras en sus pretensiones: si Mas quiere seguir adelante con el proceso, debe compartir el liderazgo con ERC, que ha movilizado para sí más electores de los que CiU ha perdido. Como nota, es preciso señalar que Francisco Llera, director del Euskobarómetro, ha dicho que PNV y Urkullu tomarán nota de las consecuencias adversas que tienen para las fuerzas moderadas radicalizar el debate.

La indefinición de PSC, con demasiadas abstenciones en momentos cruciales (en la investidura de Mas en 2010, en el debate tramposo sobre el "derecho a decidir"), sin saber escapar del esquema trazado por el nacionalismo (donde Cataluña no puede ser algo propio en España y donde "decidir" se ha asociado a autodeterminación e independencia, saltándose las leyes si es preciso, como admitió Mas) ha resultado notablemente castigada por los electores. Cualquier reflexión interna que determine que el resultado es bueno porque "ha mejorado las expectativas de las encuestas" es una necedad. El PSC ha perdido 50.000 votos con mayor participación y, aunque mantiene el puesto de segunda fuerza popular, pierde el de segunda fuerza parlamentaria por un escaño en beneficio de ERC. Su electorado fiel sigue estado concentrado en el cinturón metropolitano de Barcelona (perdiendo de nuevo apoyos, y con un resultado terrible en la Ciudad Condal: cuarto puesto) y compuesto por las clases trabajadoras y medias, castellanohablantes y de orígenes extremeños o andaluces. Mi impresión es que aquellos electores que hicieron del PSC primera fuerza de Cataluña en las autonómicas en 1999 y 2003, y siempre primera fuerza en elecciones nacionales, que son, aparte de los mencionados, las clases medias más catalanistas, que ahora apoyan a CiU y seguramente a ERC. Ni siquiera el PSC mantiene a las clases trabajadoras y a los electores no nacionalistas, que están yendo al PPC y, ahora especialmente, a Ciutadans, sin olvidarnos de ICV. El PSC, si no quiere evitar esta dirección a la irrelevancia, debería intentar establecer un perfil propio enfrentado tanto a CiU como al resto de la izquierda y del campo no nacionalista, deseoso de seguir medrando en el espacio socialista aunque su consecuencia más notable sea la división. Habrá que ver si Pere Navarro y su equipo mantienen el liderazgo del partido. Es probable que sea así, veremos si con cuestionamientos internos, aunque la marcha de parte de los líderes del ala antaño más catalanista, ahora más inclinada al soberanismo, podría contribuir a poner un poco de paz en el PSC y ayudar a crear un discurso más definido que consiguiera combinar catalanismo con izquierda, clases medias y clases trabajadoras y la concepción de Cataluña en España. En buena parte, dependen del contexto, pero sólo si lo saben aprovechar bien.

El salto de ERC lo devuelve a los niveles de la etapa de Carod Rovira y Puigcercós en el tripartito de izquierdas aunque, en esta ocasión, su fuerza vaya a trabajar en una dirección bien distinta. Entonces, el ascenso y la caída de ERC fueron a la par que la fortuna y la ruina del tripartito, vinculados a la colaboración de las izquierdas catalanas (no solo regionalmente, sino en la política nacional con la Entesa Catalana de Progrés en el Senado y con la colaboración parlamentaria con el gobierno de Zapatero). Ahora, la fuerza de ERC está puesta al servicio del proceso soberanista iniciado por Mas. El ascenso de los republicanos viene por una alta movilización de su electorado (más del que haya podido ir de CiU a ERC) para condicionar la política de Mas, tanto si es para continuar con el plan soberanista como si es para la acción de gobierno, combinando el sentimiento independentista (con la boca grande) con la izquierda (con la boca chica), en una bien calculada estrategia para poder considerar tanto la colaboración gubernamental como la postura íntegra de independencia e izquierda.

El PPC puede hacer gala de haber mantenido sus resultados y no verse afectados directamente por la política de Rajoy, consiguiendo movilizar a su electorado a la par que lo ha hecho la totalidad de los votantes, aumentando discretamente. No consiguen, asimismo, ni superar al PSC ni avanzar en su electorado, que ha preferido irse a Ciutadans. No obstante, creo que han podido obtener una parte importante del voto perdido de CiU, moderado en la cuestión nacional y más identificado con valores conservadores. Como en el campo contrario, esto es, del nacionalismo independentista, el campo del "españolismo" o del nacionalismo español también se refuerza con las subidas de C's y PPC.

ICV es otra de las fuerzas, junto con ERC, que han "triunfado" en estas elecciones. Electoralmente, consiguen representación en las cuatro provincias catalanas. Partían con una combinación de la oposición total a la política de CiU pero con el apoyo total en el pacto fiscal, primero, y en el proceso soberanista, después, pese a ciertas indefiniciones de peso (su propuesta de federalismo de libre adhesión no es sino un confederalismo adornado de palabras bonitas, así como la inexistencia de una postura clara -Sí o No- ante una hipotética independencia, que incluso tiene el PSC bien definido pese a tener sus propias incoherencias) que, al parecer, no han sido impedimento para recuperar niveles perdidos durante la época del tripartito (por otro lado, quizás esas indefiniciones también han podido frenar avances en el electorado progresista que ha podido optar por votar al PSC o a C's, pese a las altas simpatías que les provoque el ideario social de ICV. Como me recordaba una amiga, ICV enarbolaba su cartel electoral como "Dret a decidir sí. Drets socials, també" (Derecho a decidir, sí. Derechos sociales también). Como le ocurría al PSC, ICV también se ha encontrado presa del esquema dibujado por CiU, donde el eufemísticamente conocido como "derecho a decidir" es el eje de todo. Con todo, ICV mantendrá su línea de acción política de oposición frontal al gobierno convergente y de apoyo total a la cuestión soberanista. Joan Herrera, su candidato, reivindicaba la herencia del tripartito de izquierdas, pero lo cierto es que, pese a que ICV con diez o trece diputados haga una oposición muy buena a la derecha nacionalista, apenas hay una contribución a una alternativa de gobierno. Quizás esperen que los ecos de Syriza lleguen a España, pero yerran al no ver que la realidad diversa de Cataluña y de España no necesita maximalismos y reivincidaciones acaladoradas de ver quién es la "auténtica izquierda" o quién es "más de izquierdas que otro". Si quieren una alternativa de izquierda democrática y catalanista a CiU, sea de quien sea el liderazgo (PSC, ICV, ERC), será por la vía del acuerdo y la aceptación que ninguno puede imponer ninguna "verdad revelada" o pureza ideológica a los demás.

Ciutadans ha superado expectativas y, doblando su número de votos, consigue no solo grupo parlamentario propio sino hasta nueve escaños y uno fuera de la provincia de Barcelona. C's, pese a lo que pensé en el momento de su entrada en el Parlament en 2006, se ha consolidado en la política catalana (y sobre todo gracias a la crisis del PSC entre su electorado tradicional y, como otros partidos, tiene grandes incoherencias que de momento no le han pasado factura. ¿Cómo definir a C's? ¿Es un partido nacionalista español? ¿Es un partido progresista? ¿Es una derecha disfrazada? Yo creo que C's es la expresión política de ciudadanos que se sienten españoles siendo catalanes y no tienen ningún problema por ello, y no arriesgo mucho al creer que un partido progresista, pese a alianzas que me repugnan como la coalición con la euroescéptica y conservadora Libertas en las elecciones europeas.

La propia existencia de C's es, como vi en un comentario en Twitter, "la prueba del hecho diferencial" de Cataluña, donde UPyD no tiene espacio (0,4% de votos) pero sus postulados son, más o menos, compartidos. Dando un poco la vuelta a la afirmación del "hecho diferencial", lo que prueba es que los catalanes quieren partidos políticos más próximos, incluso llevando a adaptarse a los grandes partidos como el socialista (el PSC es un partido federado al PSOE pero cuya existencia no puede entenderse sin dicho vínculo, cualquier intento de romper lazos sería un disparate; no hay que romper lazos sino clarificar posturas) para, así, incluso, demostrar que ser catalanes es su forma de entender ser españoles. Una reflexión que debería hacerse por algunos en Cataluña y por otros fuera de ella. La incomprensión mutua debe ser no solucionada con la ruptura sino con el entendimiento.

En el campo independentista y extremista hay una constante evolución. Perdido (y quizá para bien) para ERC, no ha habido un partido que haya conseguido consolidarse. En 2010, Reagrupament y Solidaritat pelearon por ese espacio, con la victoria de este último (gracias al empuje de Laporta) y con la deriva de los exERC hacia el mismo camino que siguieron Pilar Rahola y Colom y su Partir per la Indepència a CiU. Ahora, la irrupción de las CUP en las elecciones parlamentarias y la marcha de Laporta de la política ha acabado con la breve presencia parlamentaria de SI. CUP lleva al Parlament la voz de la izquierda independentista, rupturista e indignada por la crisis. A ERC le interesaría que el proceso soberanista discurriera según sus intereses, con el miedo a que una posible (y probable) frustración lleve a la radicalización de su electorado en beneficio de las CUP.

¿Qué puede pasar? Lo principal para la gobernabilidad de Cataluña es saber con qué otros partidos puede contar Artur Mas. Está claro que, dados los resultados, cualquier combinación de gobierno o mayoría pasa por CiU como eje central y con Mas en la presidencia. Eso descarta directamente a ICV, que se niega a apoyar a Mas, a C's, que reclama su dimisión, como a las CUP, en las antípodas de las concepciones políticas del presidente de la Generalitat. Aritméticamente, CiU puede pactar tanto con el PSC (70 escaños), con ERC (71) o con el PPC (69), pero cada uno con condiciones muy distintas: un pacto con el PSC es incierto, si los socialistas quieren desmarcarse de cualquier apoyo a Mas, y llevaría inevitablemente a relajar el ansia soberanista de Mas; un pacto con el PPC es aún más improbable, porque exigiría acabar de raíz con el proceso soberanista, aunque coincidiesen CiU y PP en su política neoliberal. 

Es más posible un pacto final con ERC, aunque los republicanos no quieren entrar en el gobierno. Piensan que pueden combinar estar en la oposición con el apoyo al gobierno. Esto, de primeras, es incoherente: Artur Mas necesita el apoyo explícito de al menos una de las tres fuerzas políticas mencionadas para poder gobernar. Si ERC se convierte en el socio preferente de CiU no puede pretender encabezar la oposición parlamentaria. El apoyo de los republicanos se condiciona a mantener la agenda soberanista, incluso revertir parte de los recortes de Mas. Pero Artur Mas necesita, más que eso, apoyo a las leyes más importantes, como la de presupuestos que, inevitablemente por la ideología de CiU y las circunstancias, tendrán que contener nuevos recortes, así como los malabarismos en el día a día de la administración con el pago de nóminas y pensiones (que se pagan gracias a la deuda y el dinero puesto por el gobierno central en cantidades muy superiores al pretendido "expolio" que no existe). ERC tendrá que tragarse su lado izquierdista (poco le costará, más preocupados por la vía a la independencia) a menos que consiga que Artur Mas de un giro de 180º a su política económica. 

Al final, se impondrá el sentido de estado, o "acuerdos de país", en terminología catalana. No sería recomendable realizar nuevas elecciones por la falta de una mayoría clara de gobierno para nadie (un hartazgo del electorado por el fracaso de sus representantes podría aumentar la abstención de nuevo, cuestionar el proceso soberanista, y ni siquiera CiU sabe si una repetición electoral podría darle más maniobra o perjudicarles), aunque es probable que la legislatura no llegue a completarse, y con ese escenario deben trabajar los partidos. Aún es pronto para saber si el mal resultado de CiU puede llevarles a replantearse su deriva soberanista o a que emergan grietas entre CDC y UDC. No olvidemos que la apuesta soberanista de Mas era para ser liderada por él en exclusiva y quizás por otros como meras comparsas, pero esto ya no puede ser así: Oriol Junqueras, de ERC, reclama su parte. CiU no es una formación que camine con pasos muy inciertos y si esta aventura no tiene visos de reportarle beneficios políticos, tendrá que hayar alguna manera de ponerle freno, bien directa o indirectamente. Indirectamente ya sabemos que un proceso de ese tipo es imposible sin acuerdos para reformar la legislación española y sin acuerdos con el resto de España, a menos que quiera saltarse la legalidad vigente. La pérdida de votos debería ser un aviso para Mas de que llevar a una fuerza moderada a planteamientos extralegales puede ser muy peligroso: los partidos nacionalistas tienen mayoría, sí, pero no olvidemos que los netamente independentistas son aún menos votados que CiU, y creo que en CiU nadie quiere emular los resultados de ERC.

Como breve repaso a la prensa nacional e internacional, de fuera de España se destaca la victoria de los nacionalistas; Der Spiegel destaca que "Abspaltung Kataloniens von Spanien wird unwahrscheinlicher" ("la separación de Cataluña de España es poco probable"). En España, las reacciones han sido más o menos las mismas: fracaso de CiU aunque no (de momento) de la aventura soberanista, pese a que muchos la ven como difícil, caso del Deia. El Punt Avui, periódico catalán claramente independentista, hace algo de malabarismos pues destaca que: son mayoría los partidos nacionalistas, la bajada de CiU se debe a su excesiva personalización de la campaña en Artur Mas y se han movilizado electores no nacionalistas por la polarización. Destaca que "tanto el soberanismo como el españolismo se han neutralizado", creciendo prácticamente en la misma proporción con mayor participación, para reconocer al final que "la voluntad del pueblo es compleja" y, aunque no lo quiera decir, en esa voluntad participan los que no quieren la independencia, que son muchos. El País habla de "órdago fracasado" y, por último, resulta muy interesante el artículo de Enric Juliana en La Vanguardia, una declaración de la opinión del órgano de la burguesía catalana: "Ha ganado España". Resume así en tres palabras (con la palabra maldita para el independentismo catalán) lo que puede resultar de la convocatoria electoral: "El catalanismo es hoy una mayoría sentimental con graves dificultades de operatividad política", "Cuando dentro de unas semanas se negocie la formación del nuevo gobierno, los entusiasmos para formar parte de un ejecutivo obligado a seguir la senda de los duros sacrificios serán perfectamente descriptibles", "la sociedad catalana ha desistido de concentrar en una misma narrativa los deseos de un orden distinto". Bastante revelador.

En definitiva, los catalanes han demostrado en las urnas que no hay una manera única de ser catalán, ni de ser español, y que no hay un único mensaje con la suficiente fortaleza para imponerse a otro sin provocar fuertes rupturas. Se debe imponer el entendimiento. Lo quieren los ciudadanos.

Enlaces de interés:
"Campanya a examen", El Punt Avui, 27/11/2012.
"En CDC todo está muy mal y emperorará", Alfons Quintà, ElDebat.org, 26/11/2012.
"ERC descarta entrar en el Govern", ElDebat.org, 26/11/2012.
"ERC exige a CiU, para pactar, el fin de los recortes en los servicios básicos", ElDebat.org, 26/11/2012.
"Ha ganado España", editorial de Enric Juliana en La Vanguardia, 26/11/2012.
"La separación de Cataluña de España es poco probable", Der Spiegel, 26/11/2012.
"La voluntat del poble és complexa", El Punt Avui, 26/11/2012.
"L'espanyolisme i el soberanisme es neutralitzen", El Punt Avui, 27/11/2012.
"Órdago fracasado", editorial de El País, 26/11/2012.

domingo, 25 de noviembre de 2012

miércoles, 14 de noviembre de 2012

¿Cuál es el problema del PSOE?


Hace unos días recibí, como tantos otros militantes del Partido Socialista, un correo en nombre de Rubalcaba. En él, se decía que "son momentos difíciles para el PSOE", un PSOE que es la "alternativa" a las políticas del PP, un PSOE al que la ciudadanía pide unidad, fortaleza y propuestas. También, Rubalcaba se muestra abierto a las iniciativas y comentarios de los militantes y a sus entornos. Pues bien, en calidad de militante de base, esta es la reflexión que quiero transmitirle al secretario general del PSOE:

¿Qué le ocurre al PSOE? En términos electorales, el bienio 2011-2012 va camino de ser la peor época en la historia reciente del partido, y no hay visos de mejora (las encuestas señalan una caída en Cataluña del PSC, y en otras regiones de España parecen no dejar de perder terreno, caso de Valencia, con las únicas excepciones de Extremadura y Andalucía). El PSOE no solo no consigue volver a superar la barrera del 30% del voto sino que sigue cayendo. Las encuestas de mayor calidad son dispares: el CIS mantiene a los socialistas en el 28,6% de intención de voto y Metroscopia en el 22,9%, una diferencia relevante. 

No conviene alcanzar la histeria por resultados tan decepcionantes para un partido de vocación mayoritaria pero tampoco hay que sentirse aliviados por no compartir la suerte del partido socialista griego PASOK. El mantenimiento del PSOE como primer partido de izquierda se debe a su buena sintonía en la escala ideológica del electorado, así como la inexistencia de competición de un partido de centro izquierda de nuevo cuño: ni IU ni UPyD pueden aspirar a hacerse con una buena masa de electores, no sin replantearse su línea ideológica y su vocación de partidos minoritarios. No existe una Syriza española. Esta potencial ventaja para el Partido Socialista solo se encuentra dificultada por la desconfianza que crea entre el electorado afín: el PSOE, con sus errores económicos en la legislatura 2008-2011 y su cambio de política, entre otras razones que se escapan de su control directo (crisis económica mundial, presiones del sector financiero internacional, (des)equilibrio de poder en la UE...) es el culpable de buena parte de la actual situación. 

Las únicas posibilidades que le quedan al PSOE para gobernar en buena parte de las distintas administraciones están en la capacidad o no de llegar a acuerdos con otras fuerzas políticas: menos en Extremadura, donde se ha impuesta una lógica de "todos contra el PSOE"; en Andalucía han incluido a IU en el gobierno; en Asturias gobiernan gracias al apoyo de IU y UPyD; en Galicia, el escenario más favorable sin mayoría del PP era repetir el bipartito con el BNG. En Valencia, una encuesta reciente advertía de un desgaste considerable del PP regional y una mayoría de izquierda formada por un PSPV aún más escuálido y unas Esquerra Unida y Compromís fortalecidas. La respuesta de muchos era algo así como "bueno, perderemos votos, pero gobernaremos con ellos". Reactivar el mensaje de "todos contra el PP" para gobernar. Pero, ¿gobernar cómo? La pobre cultura política de España nos presenta a las coaliciones políticas como negativas, y es cierto que los partidos políticos no ayudan a superar esa opinión: con frecuencia hemos visto cómo las coaliciones han funcionado como gobiernos paralelos, rencillas mutuas, paralización de políticas por desacuerdos. En definitiva, la intransigencia de los partidos para alcanzar grandes acuerdos ha hecho naufragar las coaliciones: el bipartito gallego cayó, el tripartito catalán se hundió en el desacuerdo y hoy cada uno de los tres partidos de la izquierda catalana están lejos de cualquier acción común. A las coaliciones frágiles de la izquierda les sucedió la derecha reforzada. Con estos precedentes, ¿cómo podemos recibir con alegría una perspectiva de tripartito izquierdista en Valencia? ¿Qué políticas se seguirán? ¿Cada partido intentará llevarse todo el mérito de la acción de gobierno y excusarse de los deméritos en los otros, en perjuicio de la labor general? Si existieran garantías de flexibilidad y capacidad de diálogo en la izquierda española, podría no verlo con suspicacia.

Esa intransigencia e incapacidad de diálogo en la izquierda española opera también contra el PSOE. A la desconfianza del electorado se añade la beligerancia con la que la izquierda no PSOE dedica al partido socialista, en la que no solo hay críticas -justas- por la labor del Gobierno socialista, sino el rencor generado tras años de desencuentros y frustraciones por no haber conseguido ganar a los socialistas la disputa por el liderazgo de la izquierda. En los discursos lanzados por la izquierda siempre hay una de cal y otra de arena: reclamar al PSOE que reconsidere su discurso y pida perdón por los errores cometidos y, a la vez, un rechazo continuo de toda propuesta que eleve el PSOE en la oposición ("haberlo propuesto antes cuando gobernábais") y una negación casi total a entendimientos con el socialismo. Es decir, parecen pedir al PSOE una condena perpetua, una penitencia eterna y el silencio por los "pecados" cometidos. De nada parece servir la constatación de que el PSOE perdió las elecciones, se dejó cuatro millones de votos en el camino y ha iniciado un proceso de reconsideración del discurso. Hay una guerra total y el objetivo de la izquierda no PSOE es la desaparición del partido socialista. Cuando el diputado Odón Elorza publicó en su blog sus propuestas de regeneración se le dijo de todo, incluso de entre quienes, en otros partidos, coinciden en algunos postulados. Parece haber voces en la izquierda más preocupadas por la crítica destructiva que por la constructiva, en la que se oyen todos los errores pero no se escucha ninguna propuesta de mejora. Quizás yo pueda pecar de ingenuidad por preocuparme en exponer problemas y soluciones, no lo sé.

Por supuesto, es legítima la aspiración de los partidos al liderazgo político y a la competencia entre ellos. Hay que preguntarse cuál es el precio que se quiere hacer pagar: uno es dejar que la derecha tenga las manos libres para gobernar por la división de la izquierda, caso de Extremadura; otro es plantear un escenario de futuro nacional muy preciado para el PP, con un PSOE debilitado y una izquierda incapaz de enfrentar una visión diferente. Las encuestas, aunque pertenecen al terreno de las posibilidades y de los cambiantes estados de opinión, muestran que la subida de los otros dos partidos nacionales, UPyD e IU, no es tan paralela a la caída de PP y PSOE, y eso se debe a que, o bien se recurren a otros partidos minoritarios con escasas posibilidades de alzar su voz, o se refugian en la abstención, que parece ser el caso. En una época donde la fidelidad de los ciudadanos a una opción política se encuentra en sus cotas más bajas, la participación y el voto se deben a la capacidad de los partidos por ofrecer propuestas creíbles al electorado. El PP consiguió convencer -sin entusiasmo- a los electores hace un año y en Galicia, el PSOE no lo consigue, como tampoco otros partidos, ni muchos menos son vistos como un conjunto coherente frente a la derecha.

Estas podrían ser las condiciones externas que aquejan al PSOE. Las condiciones internas en el partido son: la desconfianza hacia las primarias, la falta de renovación o los "métodos" de elección de cargos internos y candidaturas, la incapacidad para recomponer los lazos con la sociedad y la opinión intelectual. La voluntad de establecer elecciones primarias para la designación de candidatos a las elecciones quedó malograda por la incapacidad para adelantarse a los acontecimientos: en Galicia y en Cataluña no se esperaban el adelanto electoral y no pudieron celebrarse, con la excusa de "falta de tiempo" y de "evitar divisiones". Esa respuesta no puede ir en beneficio del PSOE cuando otras formaciones consiguieron celebrarlas -aunque por su carácter minoritario eran de más fácil celebración y escasa notoriedad- y, muy importante, si se presentan las primarias como "momentos de división" es que no se cree sinceramente en su virtud como herramienta para proporcionar candidatos a las listas electorales. El primer PSOE, el de la Restauración y la República, establecía primarias para la confección de sus listas y cargos internos. En Francia, el PS llega a momentos de verdadera tensión interna en sus elecciones y ahora es el partido más potente de la República. En Estados Unidos, los partidos -de estructura radicalmente distinta a la europea- se enzarzan en múltiples debates y elecciones. En Italia, el centro izquierda celebra elecciones primarias abiertas. Las primarias deben ser un momento de debate y oportunidad de los aspirantes para presentar y confrontar sus ideas.

La amarga historia del PSOE actual con las primarias revela un lastre del partido: la falta de renovación y los cargos internos. Las primarias solo se consideran buenas si el "aparato" consigue controlarlas. No las consiguió en 1998 al perder frente a Borrell. En la actualidad, se alzan voces pidiendo ya las primarias y otras que reclaman paciencia: unos piensan en la repercusión mediática que alcanzaron las primarias del PSM en 2010, otros piensan que hacerlas ahora es precipitado, otros que las elecciones podrían adelantarse y volver a pillar al PSOE con el paso cambiado, finalmente, otros quieren que las primarias se celebren cuando el aparato tenga la certeza de ganar el proceso, sea Rubalcaba u otra persona el candidato. Pero, ¿son ahora tan importantes las primarias? La situación política de España no es, a grandes rasgos, mala para el actual gobierno de Rajoy: no se tiene en la calle la crispación que sí hay en Grecia, su mayoría absoluta garantiza apoyo en el Congreso hasta 2015 y quedan años para nuevas elecciones. Los únicos momentos de crisis pueden ser el agravamiento de la situación económica de la ciudadanía o una deriva irreversible de la cuestión soberanista en Cataluña y en Euskadi. Es de esperar que las primarias prometidas en el PSOE se celebren antes de que puedan ocurrir estas hipótesis.

¿Se trata de personas? Para algunos sí. Se culpa en Rubalcaba y en su equipo la situación actual del PSOE, pero, ¿sería distinto con otros? ¿Patxi López en la dirección? ¿Acaso Carme Chacón o García Page? Para Griñán el problema no es de ideas sino de "personalidades". Es justo lo contrario. Si bien creo que el futuro del PSOE no pasa por la actual dirección y que muchos de los que han controlado el partido tantos años deben dejar paso a otras personas preparadas, así como abrir el partido a la sociedad, la importancia está en las ideas. Como he dicho antes, la gente no ve confianza y convicción en el PSOE para que vuelva a gobernar. Hay que superar algunos esquemas preconcebidos. Uno es que la solución a la crisis es nacional, sea para España o más reducida, como sueña Artur Mas. Cada vez estoy más convencido que los viejos esquemas del Estado nación y los partidos nacionales están anticuados, la respuesta está en la Europa unida, con una ciudadanía europea y partidos europeos como voces fortalecidas de los europeos. Otra idea que hay que romper es que, de momento, se está rompiendo en España la dinámica electoral del bipartidismo imperfecto y habría que considerar un esquema de cuatro fuerzas nacionales (esto merece una opinión más extensa en la que ahora no entraré). 

El PSOE no debe cambiar para que siga siendo el PSOE, al contrario de la lampedusiana frase de Rubalcaba. No al menos si no tenemos claro qué PSOE queremos que sea el PSOE. ¿El PSOE de los barones? ¿El PSOE de las clientelas? ¿El PSOE que pierde militancia porque no se sabe abrir a la sociedad e integrar cuadros capacitados? El PSOE que yo tengo en mente es el PSOE que aúne su experiencia histórica con una estructura dinámica, inserta en las redes sociales y en la calle, abierta a la sociedad y lo suficientemente flexible como para saber captar lo mejor de la sociedad. Un PSOE, en resumen, progresista y moderado, que no conservador, sino consecuente y coordinado para saber qué propuestas puede lanzar a la sociedad, ágil en las respuestas y con una idea bien asentada de una España progresista en Europa como nuevo horizonte que proponer a la sociedad. Estoy dudando mucho de la estructura militante de los partidos. "Recurrir a las bases", "escuchar a la voz de las bases", sí, está muy bien pero, ¿qué bases? ¿Las que cambian de "ideas" según deciden sus jefes de filas? ¿Las que callan ante los errores y despropósitos de "los suyos"? ¿Las que no se cansan de decir "ahora no toca" cuando se quiere debatir? ¿Las que están solo preocupadas de ser gratificadas con cargos? Aborrezco de esas bases. Aborrezco el reparto de los despojos de la oposición, como ocurre en el PSM. Aborrezco la estrechez ideológica. Aborrezco la militancia que significa pérdida del raciocinio. Cuando las bases están más preocupadas por los que controlan el partido que por la ciudadanía, cuando se aíslan, esas bases pierden toda razón de ser.

Uno de los problemas del PSOE es, por desgracia, intrínseco a todos los partidos de la cultura política española, que es la falta de respeto por el debate que circule de abajo arriba y no de abajo arriba con las limitaciones marcadas por los que controlan el partido. Antoni Gutiérrez señala muy certeramente esto al recordarnos una cita de Nietzsche:
"Cuando un partido se da cuenta de que un afiliado se ha convertido de un adepto incondicional en un adepto con reservas, tolera esto tan poco que, mediante toda clase de provocaciones y agracios, trata de llevarlo a la defección irrevocable y de convertirlo en adversario (...)".
Gutiérrez lo define como centralismo democrático. Y tiene razón, como la tiene al señalar que la rigidez es contraria a la porosidad que se precisa. En mi análisis de las elecciones gallegas reproduje una cita de Roberto L. Blanco Valdés que recordaba que, al contrario de los postulados de Gramsci para la formación del partido de vanguardia, en el PSOE se condena y aparta a los que no siguen la línea oficial y se cierra el paso a militantes cualificados.

No contemplo una recuperación milagrosa del partido. Es imperativo recuperar los lazos con la sociedad, recuperar capital social y humano: reconstruir un bloque progresista, captando ciudadanos conscientes políticamente y comprometidos con el servicio público a la comunidad a través de la política, y recuperando las relaciones con la intelectualidad progresista. Cuando se supo que el texto que se debatirá en la prometida conferencia política han participado personalidades no militantes en el PSOE, hubo una ligera indignación en algunos sectores de la militancia. ¿Por qué? ¡Si de lo que se trata precisamente es de buscar gente fuera! El PSOE tiene un gran problema de capital humano. En términos gramscianos, el PSOE necesita que todos sus cuadros sean dirigentes, los eduque, coopte a la juventud intelectual y se lance de nuevo a la conquista de la hegemonía cultural

Si el PSOE tiene que reformarse, es para dejar de ser el PSOE del siglo XX para ser el PSOE del siglo XXI, con mil ojos, el partido de vocación mayoritaria. En eso, hay que recuperar el discurso nacional, así como someterlo al discurso europeo: no estamos en la época de los Estados-nación en Europa, los Estados europeos han perdido buena parte de su soberanía, es estéril pretender crear nuevos Estados mutilados y menos abanderar la bandera de la insolidaridad, que no es solamente por pretendidos "expolios" sino por la convicción de que "ante los problemas, que cada uno reme por su lado". El PSOE, y el PSC, han perdido en este aspecto, la de ser el partido "que más se parece a España", es decir, el que consigue aúnar una mayoría homogénea en todo el país: la propuesta de reforma federal, que desde hace muchos años ha estado en el alma reformista del partido, no convence, lo que en sí es la constatación de una desgracia: una propuesta conciliadora no logra convencer entre la propuesta de ruptura soberanista y la de recentralización y del rancio y estrecho españolismo. El discurso nacional progresista no es el discurso identitario, de esencias ni de Volkgeist, sino el discurso de voluntad de construir una sociedad plural, respetuosa con las identidades múltiples de los ciudadanos, convencido de que son estos, y no las naciones, los portadores de derechos y que unidos, no solo españoles, sino junto a portugueses, franceses, italianos, griegos, etc, se pueden defender mejor los derechos y una Europa construída sobre las bases del bienestar y la democracia.
 
Siguiendo con las tesis de Antoni Gutiérrez, a lo mejor hay que hacer un "reset total" y una reconversión organizativa. No solo en el PSOE, sino en todos los partidos, elevar nuestra cultura política, abandonar irresponsabilidades, abrirlos a la participación y a la reforma de las instituciones políticas con el fin de reconcirliar a la ciudadanía con sus representantes e instituciones.

Enlaces de interés:
Barómetro de octubre de 2012, avance de resultados, CIS.
"¿Dónde está el PSOE?", Concha Caballero, El País,10/11/2012.
"El hundimiento", Guillem Martínez, El País, 3/11/2012.
"El partido sin mil ojos", Alfredo Abián, La Vanguardia, 30/10/2012.
"El Partido y los intelectuales", Javier Bouzas Herrera, en Cafeteoría, 19/09/2012.
"El PSC, en tierra de nadie", Francesc de Carreras, La Vanguardia, 31/10/2012.
"El PSOE, de la Tierra a la Luna", Roberto L. Blanco Valdés, La Voz de Galicia, 23/10/2012.
"El valor político de la discrepancia", Antoni Gutiérrez, Fundación Ideas, 2/11/2012.
"La debilidad del PSOE", editorial de La Vanguardia, 29/10/2012.
"La partitocracia nunca gozará de una huelga, el PSOE como ejemplo", Semillas de esperanza opositando al pensamiento, blog de Bitdrain, 13/10/2012.
"Los pasos perdidos del PSPV-PSOE", El País, 3/11/2012.
"PSC-PSOE: separación amistosa", M. Dolores García, La Vanguardia, 30/10/2012.
"Un año de desplome de PP y PSOE", Fernando Garea, El País, 10/11/2012.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

La oportunidad de los ciudadanos de Cataluña


Artur Mas ha dado por finalizada la legislatura más corta de la historia reciente de la Generalitat de Cataluña y ha llamado a elecciones para el próximo 25 de noviembre. Los adelantos electorales suelen deberse a diversos motivos: la inexistencia de una mayoría parlamentaria para gobernar, la existencia de sondeos favorables a ampliar la mayoría del partido gobernante o el fracaso total de la política del gobierno de turno.

Está claro que no es por la falta de una mayoría. Convergència i Unió tiene mayoría relativa (62 de 135), Artur Mas pudo ser investido presidente gracias a la abstención de los socialistas y ha contado con la ayuda de diversos partidos de la oposición para llevar adelante sus políticas: ha podido contar con el PP para la aprobación de los presupuestos y perpetrar los terribles recortes en la sanidad, en la educación o la introducción del repago; ha podido contar con Esquerra Republicana para evitar llevar al Parlament su corrupción en el caso Palau a cambio de tensar la cuerda con el resto de España y llevar al debate político la idea del pacto fiscal -para cuya aprobación también contó con la ayuda de Iniciativa per Catalunya- y dar ánimos al independentismo y a la extensión de los típicos estereotipos -"España nos roba", "el sur subvencionado", expolio fiscal, etcétera-. Ha sido una legislatura con apoyos variables y bastante fecunda en cuanto a recortes y eclosión del independentismo como vía para desviar la atención. Es cierto que han existido grandes manifestaciones de los trabajadores del sector público (personal sanitario, educativo, bomberos, trabajadores del transporte público, etcétera), pero no han tenido ni la repercusión mediática ni el apoyo masivo que han tenido otras convocatorias, las de tinte identitario y secesionista. Son estas manifestaciones independentistas, como la convocada por la Assemblea Nacional Catalana, a las que han ido dirigidas los mayores esfuerzos de partidos y colectivos que se dicen de izquierda, pero que han prestado un gran servicio a Artur Mas para no hablar de los recortes que sufren las clases medias y trabajadoras. 80.000 enfermos en listas de espera y 800.000 parados (más de 135.000 respecto a 2010) es la herencia de este bienio.

Son a estos manifestantes y a sus mensajes -"Catalunya, nou estat d'Europa"- los que han sido asumidos por Artur Mas para presentar a Rajoy su propuesta de pacto fiscal y, tras recabar la negativa, envolverse en la senyera y apelar a los catalanes y al derecho a decidir. Artur Mas se ha situado en un callejón sin salida, una huida hacia adelante pero de corto recorrido, ya que ha apostado por la unilateralidad y la confrontación no solo con el resto de España sino con las reglas democráticas. Mas, y los líderes de Esquerra, Iniciativa y Solidaritat juegan con el populismo de proclamar que "no hay límites a los deseos de la ciudadanía", obviando que el respeto a las reglas de la democracia no es un límite, es la garantía del respeto a la voluntad popular, la conservación de la convivencia y del respeto a la minoría y de evitar la tiranía de la mayoría. Las proclamas esencialistas del nacionalismo y de los que se suman a ese carro harían que Thomas Jefferson, defensor del republicanismo, se revolviera en su tumba.

La propuesta de resolución para el Debate de Política General del Parlament de Cataluña, defendiendo -una vez más- el derecho a la autodeterminación, en su argumento, dice así: "Bona part d’aquest catalanisme ha volgut trobar durant molts anys un encaix de la nostra realitat nacional al si de l’Estat espanyol mitjançant l’aportació d’estabilitat econòmica i regeneració en les formes de Govern, a canvi del reconeixement de la nostra llengua, la nostra cultura i un cert nivell d’autogovern", no hace falta traducirlo. Parece notorio observar que el catalanismo, en cuanto obtener el reconocimiento del catalán, de la cultura catalana y del autogobierno de Cataluña ha tenido un éxito total. En la Constitución de 1978 se reconocen las nacionalidades que se integran en España y el respeto por el autogobierno de las regiones, en directa influencia de la Constitución de 1931. Pero, añade la propuesta, "diferent en funció del període històric", es decir, abierto. Personalmente, creo que esta interpretación política del catalanismo es una más de las posibles; yo creo que la intención esencial del catalanismo histórico fue la lucha por la democracia y la configuración de una España plural, dado que tan grandes son los lazos de Cataluña con España hasta tal punto que, aunque es imaginable una Cataluña fuera de España, no es imaginable una España sin Cataluña

Sigue la propuesta en mantener los tópicos y retorcer la realidad: "la col•laboració amb l’entrada a la Unió Europea i a l’euro, la contribució a la modernització econòmica i al progrés democràtic, han topat amb una clara voluntat de recentralització i de laminació de l’autogovern –expressada amb les continuades invasions competencials i, de forma molt significativa, amb la sentència del Tribunal Constitucional sobre l’Estatut d’Autonomia de 2006-, l’incompliment dels compromisos continguts en els diferents acords entre Catalunya i l’Estat Espanyol, una inversió en infraestructures molt menor al pes econòmic sobre el conjunt de l’Estat,  el menyspreu i l’assetjament contra la llengua i la cultura catalanes i un dèficit fiscal continuat durant aquest període equivalent anualment al 8% de la creació de riquesa que avui posa en perill la cohesió social i el progrés econòmic". Es decir, acoso a Cataluña manteniendo el fantasma del expolio fiscal -contestado de forma muy buena por Francesc de Carreras, catedrático de la UAB- y presentar el trabajo del Tribunal Constitucional como algo distinto a su observancia de la constitucionalidad de las leyes que emanan de la soberanía nacional, en tanto que el Estatuto de Cataluña de 2006 es una ley orgánica elaborada por el Parlament catalán, sí, pero aprobado en última instancia por las Cortes españolas y refrendado por los ciudadanos de Cataluña -aunque fuera en una consulta con la participación muy reducida, lo que debería haber llevado a reflexión en Cataluña si el nuevo Estatuto era una demanda tan clara de la ciudadanía tal y como se presentaba en 2003-. Las reglas están para cumplirlas y, como son reglas libremente elaboradas, pueden cambiarse. La respuesta del nacionalismo catalán no es pedir el cambio de reglas, sino violarlas. La reivindicación nacionalista y la independencia son legítimas, no las formas en lo que podría sentar un peligroso precedente. ¿Con qué autoridad pretende presentar Artur Mas su transició y sus estructures estatals si alienta la violación de las reglas que no gustan? 

Esta transició y las estructures estatals que utiliza Artur Mas para evitar la palabra independencia son acertadamente replicadas por Guillem Martínez ayer en El País: "vete a saber lo que es". ¿Incluirá Convergència i Unió la independencia en su programa electoral para la nueva convocatoria? Está claro que introducirá el "derecho a decidir" -tan limitado que no se trata de decidir sobre los recortes, que debería ser el tema estrella de las elecciones anticipadas, sino de los temas identitarios, que tapan el verdadero debate que afecta a los ciudadanos en Cataluña y en el resto del mundo- y la promesa de convocar un referendo sobre la autodeterminación pero, ¿incluirá la preferencia de CiU ante hipotéticas consultas? En la posición respecto a España están posicionados claramente el resto del arco político: PSC, PP y C's apuestan por mantenerse en España y, de ellos, el PSC apuesta claramente por una configuración federal del Estado; ERC y Solidaritat per la Independència defienden la separación radical de Cataluña e incluso la declaración de independencia unilateral. Solo CiU es ambigua a este respecto, junto con Iniciativa per Catalunya, que primero defiende un federalismo que es confederalismo encubierto -la izquierda más allá de los socialistas siempre tiene problemas con los conceptos políticos- y luego el derecho a decidir, pero no se han decidido claramente si quieren a Cataluña dentro, fuera o al lado de España.

Una carta al director en El País es bastante elocuente:


Estoy a favor de un referéndum de autodeterminación para acabar de una vez con esta incertidumbre. Ahora bien, en caso de que salga el ,me surgen muchas preguntas:
¿Continuaremos con la impunidad penal de los políticos corruptos?
¿Continuaremos culpabilizando de todo a Madrid?
¿Continuaremos sin pedir responsabilidades a los políticos malversadores?
¿Continuaremos siendo una sociedad acrítica como hasta ahora?
¿Continuará la manipulación mediática y el fomento del pensamiento único?
¿Continuaremos regalando millones de euros a las entidades parasitarias de siempre?
¿Es esta la Cataluña independiente que queremos, una Cataluña endogámica, cerrada en sí misma y que todo el día se mira el ombligo?
¿Queremos una Cataluña donde se persiga la pluralidad, dividida en dos, donde unos son los buenos y los otros los malos (Mas dixit)?
Creo que hablo en nombre de los millones de catalanes que no quieren volver al siglo XIX, los catalanes invisibles a los medios de comunicación de casa. Laia Puig Martí.


Hay un discurso impuesto de que criticar el nacionalismo o al catalanismo, una opción legítima dentro de la libertad de expresión, es un ataque a las esencias de Cataluña. ¡Nada más lejos de la realidad! Cierto que existe un cierto anticatalanismo que, como otros discursos son deleznables, como el de que Extremadura o Andalucía son regiones subvencionadas o subdesarrolladas, como sostuvo un concejal de ICV, y cuyos parados aprovechan el dinero de Cataluña (de Cataluña, dicen, no de los ciudadanos, ni siquiera de los catalanes) para irse a bares, como dijo Duran i Lleida. El discurso victimista me recuerda al discurso sostenido por los políticos y cierta opinión pública de Israel, de que cualquier crítica contra Israel es antisemita y justificaría hasta el Holocausto. Cataluña, como cualquier otra región de España o de Europa, es digna de visitar y disfrutar de su cultura, sus municipios, sus paisajes y su gente. Pero si es una ciudadana de Cataluña, y por cuyo nombre no parece que sería acusada de "inmigrante", "charnega", etcétera, es la que nota que en Cataluña también hay problemas de acriticismo, de señalización de enemigos internos -inmigrantes, "malos catalanes"- o externos -Madrid-, de clientelismo alimentado con el dinero del contribuyente y casi de "sociedad enferma" y prepotente, ¿no será que existe realmente un problema en Cataluña que no se resuelve con la independencia? Ojo, que lo que pasa en Cataluña es lo mismo que pasa en el resto de España o en otros países: superados los argumentos esencialistas de la nación, el modelo del independentismo catalán es el de la Liga Norte de Umberto Bossi, el nacionalismo de ricos.

A la ciudadanía en Cataluña se le presenta una oportunidad. Artur Mas y CiU intentarán que la convocatoria electoral sea una elección entre independencia sí o no, y puede que -desgraciadamente- lo consigan, independiente de que incluyan el soberanismo o no en su programa, aunque se exige un poco de concreción a los ciudadanos. Los recortes quedarán ocultos tras la ola del soberanismo; ERC hablará de que lucha nacional y lucha social son lo mismo, pero, en realidad, Esquerra ha subordinado la denuncia de los recortes sociales en pos del apoyo al gobierno de Mas para la transició nacional; ICV, que es cierto que se ha opuesto con ahínco a los recortes de Mas, ha contribuido a que la cuestión nacional sea el debate predominante en Cataluña con su apoyo al pacto fiscal; el PP ha sido el principal avalista de los recortes de CiU y contribuye, con su nacionalismo español más centralizador, al anticatalanismo y a la separación; Solidaritat, como Esquerra, tendrá difícil situarse si CiU decide capitalizar el independentismo y tendrá que derivar a un nacionalismo más visceral, más retrógrado y antiespañol; Ciutadans parece gozar de un apoyo electoral estable pero estancado en lo que Duverger llamaría "partido testimonial" y, como UPyD, su programa genera un amplio rechazo de la mayoría de los catalanes. ¿Sería la hora del "nou PSC"?

Artur Mas, con el intento de obviar la gran regresión que ha sufrido Cataluña por su propia responsabilidad, quiere que la discusión política se desplace del eje entre izquierda y derecha a independencia-no independencia. Es notoria la esterilidad de este camino: después de la separación, ¿qué? ¿Los problemas se resolverían automáticamente? ¿Cómo se configuraría la política catalana? ¿CiU daría marcha atrás a los recortes y abandonaría su neoliberalismo, que es la marca de CDC, y su conservadurismo, de Unió, por apoyar la lucha social que dice defender Esquerra? ¿Cómo pretenden vender la idea de un Estado soberano pleno, cuando en la UE ya no puede existir tal cosa? ¿Cómo pretenden argumentar si la UE exige a sus socios la transferencia, en fondos de cohesión, de rentas de países más ricos a los más pobres, o las exigencias de Alemania a los países con mayores problemas económicos? Está claro que Cataluña no puede ser la "Holanda del Mediterráneo", como dice Mas, en todo caso podría convertirse en lo mismo que es ahora: un país con muchos problemas económicos de los que los gobiernos catalanes son directamente responsables. El nacionalismo no puede responder ni a la realidad ni a las hipótesis.

No, es necesario que la cuestión social, la defensa del Estado del bienestar y las opciones socialdemócratas a la crisis se cuelen en el debate electoral. El PSC, al que el desafío nacionalista parece haber centrado su defensa del federalismo y de los lazos que existen entre Cataluña y el resto de España, podría convertirse de nuevo en opción alternativa a CiU. Es cierto que el PSC ha tenido muchos complejos para configurar un discurso alternativo al nacionalismo, que su labor en el tripartito deja mucho que desear y que no han contestado con fuerza ni al pacto fiscal ni a los fuertes recortes. Es necesario que se diga claramente a la ciudadanía que la política de recortes y privatizaciones no resuelve la crisis, sino que profundiza la crisis y hace que la gente acepte más sacrificios mientras una selecta minoría, la élite económica, se beneficia; esa es la salida neoliberal, un nuevo fantasma que recorre Europa, pero sembrando el temor y generando apatía entre la mayoría social. Es imperiosa una respuesta unificada de la izquierda europea al desafío neoliberal; es en esta óptica donde se entiende el federalismo que defiende el PSC, de colaboración con el PSOE -porque Cataluña por sí sola no puede resolver la crisis ni reconstruir el Estado de bienestar-, como el socialismo español defiende el federalismo europeo y la unión política de Europa, colaborando con el resto de partidos socialistas europeos.

Parece que el PSC no va a celebrar primarias por la premura de las elecciones. Es algo que deberían haber previsto. Aún así, creo que la celebración de primarias sería una buena oportunidad para situar al PSC en el centro del debate político y así introducir el mensaje socialista en las elecciones frente al nacionalista. Son muchos los problemas que aquejan al PSC: debilidad del liderazgo de Pere Navarro, tensiones con los miembros más sensibles al soberanismo, pérdida del poder municipal, etcétera... el PSC tiene que recuperar el voto de los trabajadores, aquellos que, aunque sus familias no sean de origen catalán, son igualmente catalanes -pese a lo que opinen sectores del nacionalismo más radical- pero les preocupan cuestiones más sociales, porque las identitarias ya están a salvo con el respeto a la Constitución, a la libertad consagrada en ella y en el autogobierno catalán. El PSC tiene que recuperar también los votos de la clase media, mucho más catalanista y ahora empujada por el discurso dominante hacia salidas soberanistas. Ciertamente, la posición dubitativa del PSC respecto al pacto fiscal, apoyando una parte, absteniéndose en otra, es difícilmente defendible, menos cuando se abdica de explicar la realidad, que parece que en Cataluña no llega y que en España no se escucha apenas: que la Unión Europea camina -a ver si es verdad- hacia la unión fiscal, que es un elemento, junto con la unión política, del necesario federalismo europeo. Mientras, en el Parlament catalán, los representantes de los catalanes iban a contracorriente de Europa.

Quizás todo este gran circo quede en nada. Quizás, y seguramente, CiU vuelva a ganar las elecciones y consiga lo que pocos gobiernos han conseguido en Europa: revalidar su mandato tras una política brutal de recortes, aunque está claro que su victoria o derrota no dependerá de este aspecto, sino de si los catalanes consiguen -o quieren- quitarse la venda que el nacionalismo les quiere poner en esa transició nacional y reflexionan si, quizás, la mejor defensa de Cataluña es la defensa de sus propios derechos, la defensa de la libertad individual y colectiva más que la supuesta libertad nacional, que, parece que no, pero están todas recogidas en la Constitución de 1978 y en el Estatuto de autonomía.

Notas:
Catalanistas, amortizados o moderados, Albert Sáez (El Periódico de Catalunya, 5/09/2012).
Catalonian CT, Guillem Martínez (El País, 25/09/2012).
Cataluña es plural, (Editorial de El País, 26/09/2012).
Funámbulos (CiU) y conservadores (PSC), Albert Sáez, (El Periódico de Catalunya, 14/08/2012).
Gigantomaquia nacional, José María Ridao (El País, 26/09/2012).
¿Independencia?, Laia Puig Martí (Carta al director, El País, 24/09/2012).
La independencia no existe, Xavier Vidal-Folch (El País, 25/09/2012).
La salida soberanista, Francesc Valls (El País, 25/09/2012).
Las cuentas de la lechera, Ángel de la Fuente y Sevi Rodríguez Mora (El País, 24/09/2012).
Lo siento, niego la mayor, Francesc de Carreras (La Vanguardia (26/09/2012).
¿Qué ocurre con Cataluña?, Jordi Font (El País, 17/09/2012).
Perturbaciones en la fuerza del PSC, Xavi Casinos (El Periódico de Catalunya, 5/09/2012).
Racionalidad y burbujas, Jordi Gracia (El País, 12/09/2012).

viernes, 11 de marzo de 2011

¡Es el metrobús, estúpido! (I)

esto es un billete de metrobús, ¿realidad o ilusión óptica?

El precio del transporte ha adquirido importancia con la decisión del Gobierno de Zapatero de reducir el precio del transporte público dentro de su plan de ahorro energético. Ya sabemos las negativas del nuevo ejecutivo convergente de la Generalitat de Cataluña y las del Gobierno de la Comunidad de Madrid. Sobra replicar el comentario del gobierno de Aguirre de que el precio del transporte madrileño "es muy bajo", que no es si no una frivolidad más de un gobierno y de un partido conservador que desconocen los problemas de los madrileños. El comentario de Francesc Homs, portavoz de la Generalitat, sí me parece interesante: "ellos invitan a café, la gente se toma el café y después dicen que pagues la cuenta". Hay que tener en cuenta que la gestión de las líneas de Rodalies (Cercanías de Cataluña), explotadas por Renfe, pasaron al gobierno catalán a principios de 2010. Es decir, no es que "inviten a café" al gobierno catalán, sino que le han dado ya el bar, la cafetera y el café, pero aún quieren que los antiguos dueños le financien el bar y le suministren el café, corriendo con todos los gastos, además de dar la cara ante los viajeros/clientes.

Ayer, Modesto Nolla, diputado socialista en la Asamblea de Madrid, criticó la subida del precio de los billetes de transporte en la Comunidad de Madrid y, en especial, la del metrobús de 10 viajes (un 79% desde que gobierna Aguirre). La respuesta que tuvo no pudo dejarle más perplejo a él y al resto de madrileños: "¿qué titulo utiliza usted para coger el transporte público? Yo creo que no lo coge nunca, porque el metrobús yo creo que no existe (...), si va usted a hablar de transporte y de títulos, enterése de qué está hablando". En pocas líneas, su interlocutor no podía haber errado más: Modesto Nolla se caracteriza por ser de los pocos diputados madrileños que usa el transporte público y no tiene coche; además, su replicante demostraba desconocer que el billete de 10 viajes, válido para Metro de Madrid y autobuses de la Empresa Municipal de Transportes (EMT), recibe el nombre de "metrobús", no únicamente coloquial, sino que está impreso en el mismo billete.

El error no hubiera adquirido relevancia si se hubiera dicho en una conversación desenfadada, o lo hubiera pronunciado un diputado que no se hubiera "preparado la materia", pero es que lo dijo el mismo consejero de Transportes, José Ignacio Echeverría. Para añadir un aire de tragicomedia, la bancada conservadora pareció no advertirse del error y apoyó la nefasta intervención de Echeverría con un asentimiento generalizado y un cerrado aplauso, haciendo suyo el chascarrillo. Sobra decir que casi inmediatamente el comentario del consejero se difundió por las redes sociales y (parte de) los medios de comunicación.



Hay que hacerse hoy un breve repaso por la prensa de ámbito nacional para ver la reacción al comentario, no por ensañamiento, sino por comparación, ya que, si hubiera sido pronunciado por un político de signo opuesto habría adquirido dimensiones desproporcionadas. La noticia ha tenido un tratamiento comedido por la prensa no afín al PP: sólo Público lo comenta en su portada como noticia secundaria, y El País lo recoge en su interior y le da cobertura. Por parte de la prensa más acérrima de los conservadores, El Mundo lo trata con relativa prudencia y alguna encuesta en su web sobre si Echeverría debería dimitir; ABC apenas le da espacio y hasta lo disculpan. La Gaceta y La Razón ni se molestan en mencionar la noticia. La COPE permitió que Echeverría pudiera explicarse: alegó que estaba pensando en el desaparecido "bonobús", un billete de 10 viajes válido solo para autobuses de la EMT, que fuera sustituido por el moderno metrobús en 1998. Tuvo que darle muchas vueltas para intentar explicar que él "tenía en mente" el billete de 10 viajes como "categoría general" donde están incluidos varios tipos de billetes, donde estaría el metrobús. Añadió Echeverría que intentaba decirle a Nolla que "estaba anticuado" porque, a su juicio, metrobús es un término que le "suena antiguo".

Antiguo o no, el término permanece en los billetes expendidos por Metro de Madrid (como vemos en la imagen que encabeza esta entrada), además que en ningún momento de su intervención nos lleva a la más mínima alusión del desaparecido "bonobús", término que, siguiendo la "lógica" de Echeverría en su empeño de presentar a Nolla como desfasado, nos sonaría prehistórico.

En un Estado contemporáneo no se puede exigir a sus últimos responsables el conocimiento hasta el más mínimo detalle de su funcionamiento y características, pero desconocer y negar la existencia del metrobús en Madrid escapa a esa lógica: es un mínimo de preocupación, aunque sea aparente, por el ciudadano de a pie. Europa sigue quedando al norte de los Pirineos: si a un ministro alemán le cuesta su cargo copiar una tesis, ¿qué no le ocurriría a cualquier cargo público europeo que no conoce el sistema de transporte público en donde vive? Echeverría, y por extensión y aplauso el resto del Gobierno y del grupo parlamentario del PP de Madrid, han demostrado una total frivolidad ante una cuestión básica del madrileño como no es solo el precio, sino la existencia de un billete de transporte básico. Quizás sea que no lo usen mucho, excepto para fotos; nunca rodeados de sus conciudadanos, aunque les separen un muro de guardaespaldas.

Nota: desde que gobierna Esperanza Aguirre, el precio de los billetes básicos de transporte en Madrid (abono mensual y metrobús, si existe), ha seguido el siguiente incremento recogido en este gráfico elaborado por El País: Resultando que, en palabras de Modesto Nolla: "(antes de Aguirre) cuando un usuario utilizaba el metrobús se ahorraba un 50%; hoy, cuando lo utiliza, solo ahorra 7 céntimos por viaje".

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Epílogo a las elecciones catalanas

No quisiera terminar este importante tema sin recoger una carta de opinión, de Antonio R. Campoy Martínez, en El País, a propósito de las elecciones catalanas:

"Creímos ser muchos, la mayoría. Hijos de la emigración. Pero catalanes. Crecimos en los cinturones del área metropolitana, pero nos gustaba tanto ir a Vic, a Olot, a Ripoll, a pasear por Girona o La Seu d'Urgell, que también las considerábamos nuestras.

Nos lanzamos a hablar catalán antes de depurar las vocales neutras y los pronombres. De fuera, de aquí, charnegos. Tuvimos parejas cuyo nombre (Meritxell) era impronunciable para nuestra madre (nacida en Jaén). Tuvimos hijos y nos esforzamos en que conocieran las dos lenguas. Leímos a Gabriel Ferrater, a Maragall, a Sagarra, a Martorell. Y a Marsé.

Nos gustaba enseñar, a nuestros amigos sevillanos, la casa en la que había vivido Cervantes, frente al Puerto de Barcelona, y les invitábamos a esqueixada, escalivada y les mostrábamos cómo untar el tomate en el pan.

Fuimos a Madrid y explicamos qué fantástica era Cataluña. En Barcelona, explicamos qué chula era Madrid. Sí, nos subimos al ascensor social, pero seguimos yendo en metro.

Un día, unos que se nos parecían llegaron al Gobierno de la Generalitat. Cataluña, esta vez ejemplar, unía a independentistas con cordobeses. Pudimos ser un ejemplo, una esperanza. España no sabía tener un presidente catalán, pero Cataluña tenía un president nacido en Andalucía y con un catalán precario. Por encima de la identidad estaban las personas. La identidad la hacían las personas, porque es en ellas en las que se une la historia, la cultura, el respeto al pasado y la fe en el futuro. Cataluña no era lo que las radios bramaban que era.

Pero, pasado el tiempo, los que se parecían tanto a nosotros lo hicieron tan mal, tan mal, que acabamos eligiendo entre ser una cosa o la otra. Era el Palau de la Música, sí, pero también era Pretoria. Y a mí me duele más Pretoria. Acabamos eligiendo, decía, entre la española bandera de la plaza Colón o la estelada. Vencidos, los que no somos ni una cosa ni la otra, o somos ambas, nos subimos al AVE conscientes de la derrota.

Los que se nos parecían siguen ahí, balbuceando que el problema fue que nos les entendimos. Después de tantos errores y tantas oportunidades perdidas, siguen ahí, esperando no sé qué.

Creíamos ser muchos. Nos equivocamos. Otro día ya decidiré qué soy a partir de ahora. Por el momento, seguiré siendo ciudadano del AVE".

martes, 30 de noviembre de 2010

Elecciones en Cataluña (y II): Opinión personal


Hago dos intervenciones en el blog sobre las elecciones catalanas para poder dar cabida al análisis electoral y a mi opinión personal en textos ni muy densos ni muy extensos para comodidad del lector. También para no empañar el análisis del primer texto de opiniones personales que pudieran alterarlo. Los datos son objetivos y las opiniones subjetivas. Estas elecciones han dado para ambas cosas, por ello mi decisión de no juntarlas, aunque partan de la misma realidad.

En las elecciones que se han celebrado desde que tengo conciencia política, más o menos desde las de 2003, no dejo de observar ciertas coletillas insulsas, sobre todo en aquellas citas electorales adversas para los partidos de izquierda. "Algo habremos hecho mal", "por qué el trabajo realizado no se traduce en votos".... frases de autocompasión más propios para llorar colectivamente y lamerse las heridas causadas. No se necesita autocompasión. La izquierda española, y la izquierda catalana, no necesitan autocompasión. Ni siquiera merecen lástima.
El 23 de septiembre escribí en este mismo blog que la izquierda no merece ganar Cataluña, no mientras sea esta izquierda. Es desolador volver a tener que ver como sinónimos estabilidad con derecha e inestabilidad con izquierda. Peor aún, inestabilidad con coaliciones de gobierno de varios partidos. España no tiene aún una cultura política avanzada que vea como un bien el multipartidismo, la colaboración entre diversos sectores sociales y políticos y la lealtad institucional. Tendemos al exclusivismo a la vez que somos incapaces de construir agrupaciones de amplio espectro. Por ejemplo, ¿cuándo se debatirá con naturalidad que la mejor garantía de estabilidad y progreso con la izquierda pasa por su unión de fuerzas?

El tripartito ha caído con estruendo; el PSC, como dice Jordi Barbeta en La Vanguardia,
ha implosionado. Todo ello no me causa lástima. Ni siquiera ya puedo tener una cierta afinidad ideológica a ese Partido de los Socialistas, con cada vez menos socialistas y menos votantes. Decía también Barbeta que "el PSC ha pasado de tener varias almas a quedarse sin ninguna". Más bien, los socialistas catalanes conservan todas sus almas pero ninguno de sus cuerpos (electorales): en siete años han perdido medio millón de votos, la mitad de su electorado en elecciones autonómicas.

La izquierda, repito, no tiene que ser autocompasiva. Tiene que ser ferozmente autocrítica. La cuestión no es baladí: la derrota en la batalla de las ideas es la antesala a la derrota en la batalla política. Izquierda social e izquierda política se han distanciado, han roto sus lazos. La regeneración ideológica no viene por un simple retroceso electoral: son muchos años de malos resultados y de mala imagen. La izquierda ha quedado como jaula de grillos y mala gestora (pese a los avances del tripartito, que no deben ser obviados). Esta regeneración ideológica no debe venir (al menos, únicamente) de los políticos. Son políticos más preocupados por sus cargos y su nivel de influencia que por la generación de ideas que sustenten sus propuestas e intereses. ¿Dónde están los intelectuales?

Los intelectuales, siendo gramscianos, son los que tienen que reconfigurar un nuevo mensaje para reconstruir la hegemonía social y política. Está claro que el divorcio entre intelectuales y política es notorio: menos políticos son intelectuales y menos intelectuales están comprometidos en la política. Es más, cada grupo desconfía del otro. Fue muy relevante la frase de la ministra González-Sinde (pese a su procedencia del mundo cultural), "los que no son expertos, que no opinen".

Con este planteamiento se niega la potencialidad de cada individuo de ser intelectual. Para los exclusivistas, la política, las decisiones y las opiniones deben ser puestas en mano de "los que saben", un concepto sumamente reduccionista y, por lo tanto, elitista, negación de la democracia. Una de las vías para ser libre es el conocimiento: la sociedad más democrática y libre será aquella donde todos sean "los que saben", al menos de forma colectiva, sin ninguna exclusión deliberada. ¿Acaso no es esto una de las reclamaciones del movimiento socialista desde sus inicios?


Artur Mas ha esperado siete años para lograr el objetivo por el que fue elegido candidato de CiU: suceder a Jordi Pujol. Y lo ha logrado no por una herencia directa, a la vieja usanza del PRI mexicano. Su partido perdió el poder, vivió en la oposición y ha ganado las elecciones con una mayoría incontestable. Con ello se ha dotado de una mayor legitimidad a su liderazgo. Mariano Rajoy no sólo se congratula por la derrota de la izquierda catalana y el castigo que ello supone al Gobierno y a Zapatero. Rajoy sueña con emular a Mas a nivel nacional, hacer olvidar que fue elegido directamente por Aznar, llevó al partido conservador de la mayoría a la minoría y espera que a la tercera
va la vencida. Siendo malévolo, siempre quedarán esos hilillos...

Artur Mas lleva bajo el brazo la promesa de severos recortes para
atajar la crisis económica en Cataluña. Me atrevo a decir que sus propuestas son las mismas que el PP espera llevar a cabo si, en 2012, gana las elecciones, pero que no se atreve a concretar. Sabemos que tanto CiU como PP admiran los recortes realizados por el gobierno conservador-liberal del tandem Cameron-Clegg. La cuestión, para Cataluña y para España, será cuándo se empezarán a aplicar por Mas. Es importante porque puede afectar de una u otra manera el comportamiento electoral para 2012. Si CiU comienza sus recortes antes de las elecciones municipales, se arriesga a que el avance electoral de noviembre se detenga en mayo, y de nuevas energías a los socialistas a mantener Barcelona y el cinturón rojo, así como las principales ciudades. Por ello, es arriesgado pensar que lo vayan a concretar inmediatamente. Sí es más importante, en cambio, si lo hacen antes o después de las elecciones generales. Si fuera antes, sería una gran baza para la izquierda, al manifestarse el calado de los recortes de la derecha y a qué clases sociales afecta.

La
sociovergencia, una vez más, no se manifestará. Al menos, en la escena catalana. En la nacional, a CiU le conviene siempre colaborar con el gobierno central. Cuestiones como el concierto económico o intentar saltarse la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto son temas más complicados, ya sea con izquierda o derecha. Una nueva radicalización de las relaciones entre Cataluña y el resto de España no es beneficiosa para ninguna de las partes: CiU vuelve a tener la oportunidad de acaparar la mayoría del campo nacionalista catalán y los socialistas necesitan de la moderación para no verse comidos por populares y republicanos. Al Partido Popular también le vendría bien la moderación, puesto que la tensión de las relaciones le dio buenos resultados en Euskadi en 2001, pero a costa de estancar el bloque no nacionalista.
"Instrúyanse, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitaremos todo vuestro entusiasmo. Organí­cense, porque necesitaremos toda vuestra fuerza".

Antonio Gramsci, Fundador del Partido Comunista Italiano

Bienvenidos

Bienvenidos al Árbol Socialdemócrata, un sencillo blog que pretende dar su pequeña aportación a los ideales del socialismo democrático y de la libertad.

Os invito a leerme, no sólo por afinidad, conformidad a lo escrito o discrepancia, sino para que cada uno cree conciencia propia y ajena. Todos tenemos que contribuir a la libertad, ser una nueva ventana a la esperanza por un mundo mejor.

¡Piensa por tí mismo!

"El pueblo no debería temer a sus gobernantes, son los gobernantes los que deberían de temer al pueblo"

Seguidores

Lo más leído

Mi lista de blogs

Socialistas en Red

Blogs de Socialistas en Red

Karl Marx

Karl Marx

Friedrich Engels

Friedrich Engels

Karl Kaustky

Karl Kaustky

Eduard Bernstein

Eduard Bernstein

Antonio Gramsci

Antonio Gramsci

Enrico Berlinguer

Enrico Berlinguer

Pablo Iglesias

Pablo Iglesias

Se habla de

11 M (4) 20 Minutos (5) África (7) Alemania (26) Alexis de Tocqueville (3) Aluche con Zapatero (4) América (5) anarquismo (5) árbol socialdemócrata (101) Asia (8) Austria (3) Azaña (2) Aznar (9) Bélgica (4) berlusconi (36) Bernstein (10) bisexualidad (7) BNG (6) Bolivia (1) Brasil (6) Burke (3) C's (3) Canadá (5) Canarias (2) capitalismo (32) Carme Chachón (1) Cataluña (24) censura (7) Chávez (12) Chile (9) China (13) cine (8) Comunidad de Madrid (91) comunismo (36) conservador (13) Constant (4) constitucionalismo (24) Convergència i Unió (15) COPE (21) corrupción (74) cristianismo (18) Cuba (2) Dani rectifica (3) Debate del Estado de la Nación (7) democracia (190) derecha (196) derechos humanos (23) dictadura (41) Dictadura de Aguirre (12) EA (6) economía (114) educación nacional (24) educación para la ciudadanía (12) El Mundo (18) El País (146) El Periódico de Andorra (1) elecciones (160) elplural (16) Engels (6) ERC (12) España (105) Esperanza Aguirre (85) Estados Unidos (43) ETA (33) Euronews (3) Euskadi (49) eutanasia (3) familia (14) fascismo (23) feminismo (5) Fichte (1) filosofía (3) Foreign Policy (5) Francia (46) Franco (8) fundamentalismo islámico (7) Galicia (14) Gallardón (9) Gobierno (20) Gordon Brown (7) Grecia (8) Hegel (4) heterosexualidad (1) Hispanoamérica (14) historia (104) homofobia (35) homosexualidad (24) I República (2) Ibarra (3) Ibarretxe (8) Iberismo (2) Iglesia Católica (19) II República (15) III República Española (12) Ilustración (3) inmigración (19) Irán (11) Irlanda (3) Islam (10) islamismo (12) Israel (13) italia (53) IU (47) izquierda (275) Izquierda Republicana (3) Japón (1) José Cepeda (6) jóvenes (12) justicia (13) Juventudes Socialistas (28) Kaczynski (5) Kant (4) Karl Marx (16) Kautsky (9) laicidad (3) LaSexta (1) Le Chemin Rouge (1) Le Monde (2) Lenin (6) Ley de Memoria Histórica (3) Ley electoral (12) liberalismo (57) libertad (152) Libertad Digital (15) literatura (13) Locke (3) Losantos (9) Louis Blanc (2) Lula (7) machismo (3) Marruecos (4) marxismo (24) mass media (23) medio ambiente (3) México (1) MinutoDigital (12) monarquía (13) Montesquieu (4) mundo árabe (9) música (13) Na Bai (2) nacionalismo (69) Navarra (8) NPA (2) Obama (28) Oriente Próximo (4) Ortega y Gasset (2) Pablo Iglesias (8) Países Bajos (1) Palestina (11) Parlamento (9) Partido Comunista Francés (2) Partido Laborista británico (14) Partido Socialista Europeo (5) Partido Socialista francés (17) PCE (4) pederastia (2) periodismo (4) Plataforma Avanza (2) PNV (27) pobreza (5) poder ciudadano (44) Polonia (7) Por la Izquierda (2) Portugal (16) PP (158) Presupuestos Generales (6) PRI (1) progresismo (29) prostitución (3) PSM (35) PSOE (165) Público (83) Rajoy (54) Reino Unido (23) relaciones laborales (29) religión (25) republicanismo (42) Rouco Varela (5) Rousseau (4) Royal (10) Rusia (12) sanidad (18) Sarkozy (28) SER (9) Sieyes (3) sistemas de transporte (1) socialismo (245) solidaridad (1) SPD (17) Stuart Mill (2) Suecia (8) teatro (2) Telemadrid (10) televisión (10) teorías (58) terrorismo (54) The Times (2) Tomás Gómez (28) Tradeunionismo (2) trotskismo (6) Trotsky (3) Turquía (5) Unión Europea (80) UPyD (14) Valencia (17) Veltroni (9) Venezuela (16) vídeos (13) violencia (24) xenofobia (9) Zapatero (60)

Manuel Azaña

Manuel Azaña

"Causas de la guerra de España", Manuel Azaña

En nuestros conflictos políticos, la República tiene que ser una solución de término medio, transaccional y la válvula de seguridad contra sus desaciertos es el sufragio universal. Lo que se pierde en unas elecciones, puede recuperarse en otras. Nada duradero se funda sobre la desesperación y la violencia. La República no puede fundarse sobre ningún extremismo. Por el solo hecho de ser extremismo, tendría en contra a las cuatro quintas partes del país.

Enlaza mi blog

Enlaza mi blog


socialdemokraterna

socialdemokraterna


vuelos baratos

Árbol Socialdemócrata

Últimos comentarios

Lo más leído

Diseñado por Iván Llera empleando la tecnología Blogger