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martes, 23 de octubre de 2012

Elecciones vascas y gallegas 2012 (I): Galicia, cheques, sorpresas y desapego





A grandes rasgos, las dos elecciones autonómicas del domingo pueden darnos varias claves: el PP mantiene Galicia pese -y no gracias- a la nefasta política económica y antisocial del Gobierno de Rajoy, el PNV volverá al Gobierno vasco aún sin saber de la mano de quién o quiénes o qué hará en materia económica, el PSOE es incapaz de liberarse de la desconfianza que provoca en el electorado y, como última clave y a consecuancia de la anterior, a su izquierda se forman grandes movimientos políticos de protesta, concretados en EH Bildu -este también por otras razones- en Euskadi y por Alternativa Galega en Galicia, además de un gran incremento de los votos en blanco y nulos.






En el caso gallego, todo parecía indicar que Feijóo iba a tener complicado mantener la mayoría absoluta y, en la izquierda, la incógnita era si Alternativa Galega de Esquerdas, la coalición de Esquerda Unida y el partido de Beirás iba a conseguir ningún o uno o dos escaños. Las encuestas erraron y a Feijóo le salió bien la jugada de adelantar las elecciones, antes de que Rajoy profundice en sus políticas impopulares: aunque ha perdido una cantidad nada despreciable de votos -más de 135.000- la izquierda ha perdido muchos más, ya que la suma de PSdeG, BNG y AGE pierde más de 170.000, pese al gran ascenso de estos últimos. 

Es notorio que los votos de Alternativa Galega vienen, sobre todo, del BNG, en la batalla particular sostenida entre un Bloque controlado por el comunismo nacionalista de la Unión do Povo Galego, difuminada su condición de "frente popular" del nacionalismo gallego, y la AGE que, encabezada por Beirás, ha ganado la partida quedando por delante del viejo BNG. Los otros escindidos del BNG, la derecha de Compromiso por Galicia, quedan muy por detrás con un 1,1% de los votos. Pero en la nueva AGE también han recibido votos de antiguos votantes socialistas que, posiblemente de no haber existido esta opción, habrían ido a la abstención como ha hecho otro gran número de votantes socialistas, o habrían mantenido su voto sin mucha convicción. Como apunte, es necesario destacar el gran aumento de la opción del voto en blanco y del voto nulo, que suman alrededor de 75.000 votos, confirmando el desapego por las limitaciones de la política.

Convicción. Confianza. Son las palabras malditas para el PSOE. Es obvio que no hay que dudar del compromiso del socialismo con el Estado del Bienestar y de la comprensión de las responsabilidades que se deben tener al gobernar en cualquier administración. Pero no es suficiente para muchos electores. Al PSOE aún le pesa la mala gestión de los primeros años de crisis, y eso ha sido suficiente para que el PP, libre de competidores potenciales cercanos ideológicamente -UPyD no despega como en otras regiones y el partido de Mario Conde no ha convencido a casi nadie-, vuelva a ganar pese a su desgaste. El PSOE pierde y no consigue votos, incapaz de transmitir ilusión al electorado, anatemizado por buena parte de la izquierda y con los lazos con la intelectualidad progresista deshechos.

El PP quiere -y ya lo hace- presentar la victoria de Feijóo como una validación a sus políticas nacionales. Es dudoso que así sea. Rajoy podrá respirar un poco, pero no mucho: los resultados de Euskadi no son nada buenos para él y seguramente los de Cataluña sean aún peores; además, sobre España aún pesa la sombra del rescate. Los problemas siguen sin solucionarse y está por verse que en 2013 haya "brotes verdes" para este Gobierno. Al PP le sigue beneficiando la inexistencia de opciones que compitan nacionalmente en el campo de la derecha, así como la división de la oposición: desgraciadamente, está claro que el proyecto neoliberal que puede ofrecer el PP es el único de la derecha; desgraciadamente, también, la izquierda presenta demasiadas divisiones y enfrentamientos internos, divididos entre la consciencia de la responsabilidad que supone gobernar y el populismo ansioso de pontificar que es la "única y verdadera izquierda". Es esa misma izquierda, por cierto, que permite pasar los presupuestos del gobierno derechista de Extremadura.

Seguramente, de haber existido en Galicia un proyecto ilusionante e integrador de izquierda, las cosas serían distintas. Es indudable que buena parte de esta incapacidad se deba al recuerdo de los últimos años del Gobierno de Zapatero, así como al recuerdo decepcionante del bipartito gallego, que no consiguió ofrecer un modelo de Galicia alternativa al del PP regional, que aprovechó ese tiempo para renovarse. Es también indudable que otra buena parte de los malos resultados del centro izquierda se deban a direcciones políticas bastante desnortadas. En La Voz de Galicia, Roberto L. Blanco Valdés escribe:

"[Los partidos de hoy] son organizaciones controladas por los profesionales de la política que, una vez encaramados en el grupo dirigente, consideran toda ida que se aparte de la línea oficial una herejía cuando no una traición inadmisible. Y así, aquellos intelectuales colectivos que hace un siglo soñó Gramsci se han convertido en partidos cerrados y profundamente jerarquizados, cuyos dirigentes practican una selección inversa de las élites con la finalidad de evitar la entrada de militantes cualificados con posibilidad de disputar la silla a los que mandan".

Gramsci. El recurso al certero pensamiento de uno de los grandes intelectuales italianos no puede ser más acertado. Aplicado al caso del PSOE, el partido está perdiendo sus lazos con la sociedad, no es capaz de integrar a más gente con ideas no ceñidas al control de una organización declinante -como puede ser el caso del PSM- y la jerarquía y el dominio desdibujan a una militancia decaída y retrasan los debates a momentos acaso más propicios. Para los que lo dominan, se entiende. Siempre que ocurren derrotas así se oye decir "tenemos que tomar nota". Esa es la reacción admitida para el grupo dirigiente, porque es neutra, difusa. Pero cuando se existen voces que piden algo más, como revisar la dirección dada y pedir responsabilidades, lo que se oye, desde altas instancias y agradecidos es "ahora no toca". Suele ocurrir que nunca se toma nota y nunca es la hora de que toque. Y así podría entenderse la situación actual del PSOE. Es más necesario que nunca que el PSOE, que es un partido sensato, consciente de la historia reciente de España -porque también ha sido su propia historia-, sea de nuevo un partido centrado en la sociedad, que sea entregado a la sociedad y no sea controlado por un grupo dirigente. Urgen más que nunca debates abiertos, integrar a gente nueva y rehacer los lazos con la sociedad para volver a crear un nuevo bloque que dispute la hegemonía.

¿Y será verdad que Alternativa Galega es la "Syriza gallega", como no se cansan de mencionar las voces más izquierdistas, algunas tan relevantes como Pablo Iglesias Turrión? Yo, personalmente, lo dudo. Es notorio que la existencia de una amplia indignación en la ciudadanía ha calado sobre todo en los más progresistas y en los más perjudicados por la crisis económica, que se traduce en un voto a las opciones más radicales. AGE, por fortuna o infortunio, es conocida por "lo de Beirás". Su crecimiento impresionante -y loable, dada las grandes energías que compensaron la falta de recursos- se debe, sobre todo, al carisma del viejo líder del BNG unido al sentimiento de indignación. Ha pescado allí donde había peces. No obstante, AGE no es una formación ideológicamente coherente; ha tenido, eso sí, grandes resultados hablando más de la crisis y de lo social que de nacionalismo y de modelo de Estado. Mientras hablen contra la gestión de la crisis de Feijóo, les irá bien, y la presencia de Beirás en el parlamento gallego asegura que los portavoces socialista y del Bloque, sean los que sean, habrán de ponerse las pilas para destacar entre los discursos de Feijóo y Beirás. Si, por el contrario, llegan a hablar de modelo de Estado, será un punto de división: sabemos que Beirás es un nacionalista convencido y que la gente de EU habla alegremente del mal concepto que tiene IU del federalismo. También sabemos que la mayoría de gallegos sabe muy bien lo que significa Galicia y lo que significa España: a diferencia de Euskadi, en Galicia no ha entrado en la campaña el modelo de país que se quiere.


Enlaces de interés:
"Desapego", de Alfredo Vara, (La Voz de Galicia, 23/10/2012).
"El PSOE, de la Tierra a la Luna", de Roberto L. Blanco Valdés (La Voz de Galicia, 23/10/2012).
"Feijóo y Beirás: tanto monta, monta tanto", de Xosé Luis Barreiro Rivas (La Voz de Galicia, 23/10/2012).
"Galicia y el efecto Syriza", de Pablo Iglesias Turrión (Blog Otra vuelta de tuerka, Público, 22/10/2012).
"La factura del bipartito", de I. Bermúdez de Castro (La Voz de Galicia, 23/10/2012).
"La irrupción de AGE en Galicia crea un referente para toda la izquierda", (El País, 22/10/2012).

Nota: más tarde subiré mi opinión de los resultados de Euskadi.

lunes, 26 de marzo de 2012

Análisis de las elecciones andaluzas y asturianas


Este domingo los ciudadanos asturianos y andaluces, en el libre ejercicio democrático de su voto, han renovado sus parlamentos autonómicos. Se puede volver a repetir que la victoria tiene cien padres y la derrota es huérfana. No obstante, los ciudadanos de estas dos regiones españolas han repartido premios y castigos para todos, y por supuesto que hay derrotados, aunque no lo reconozcan. Por mi parte, estoy muy sorprendido con los resultados, no esperaba una salida así.

El Partido Socialista celebra su consolidación como primer partido asturiano en un parlamento más fragmentado, y Javier Fernández tiene serias opciones de encabezar el gobierno si el voto del extranjero da un escaño más a los socialistas en detrimento de Foro, y si UPyD se retrata, optanto por un bloque de izquierdas o de derechas con su voto positivo o neutral. En Andalucía, Griñán ha conseguido hacer frente a unas encuestas que todos creímos que auguraban el cierre de un extenso capítulo de gobierno socialista. En lugar de la brutal derrota con la que soñaba la prensa de derechas -que apostó bien fuerte para movilizar al electorado conservador y desmovilizar al progresista sacando a relucir por encima de todo la corrupción de los ERE; ABC ha perdido las elecciones andaluzas-, el PP ha ganado en votos las elecciones andaluzas, sí, pero con una distancia de poco más de 40.000 votos y un escaso punto porcentual, una distancia muy raquítica comparada con elecciones cercanas como las municipales o las generales. Comparadas con las de 2008, es cierto que la caída socialista es impresionante: los años de gobierno, la corrupción y el agotamiento de un modelo clientelar pasan factura, y se espera que, de llegar a un acuerdo con IU -que debería entrar en el gobierno andaluz-, debe hacer una profunda limpieza interna e institucional si no quiere verse dentro de cuatro años con una derrota total. Los ciudadanos no deben aceptar bromas.


Es cierto que Griñán ha protagonizado una resurrección milagrosa que no solo rompe los planes de Javier Arenas de asaltar, por fin, el gobierno de la junta de Andalucía. De renovar el gobierno con IU, Griñán se convierte en el presidente autonómico socialista con más poder institucional, una gran plataforma para hacer oposición a las contrarreformas neoliberales de Mariano Rajoy con un modelo alternativo socialdemócrata. Es de esperar que la derecha nacional haga todo lo posible por seguir marginando a Andalucía y castigando la libre elección de sus votantes: la derecha mediática ya ha arrancado la típica retahíla de insultos; la máscara demócrata quema mucho ante fachadas tan autoritarias. Pero Griñán también rompe los planes del equipo de Rubalcaba, en concreto los de Manuel Chaves y Gaspar Zarrías, de eliminar un sucesor incómodo y que apostó por Carme Chacón en el 38º Congreso socialista. Aunque a Rubalcaba le perturba bastante un líder socialista poco afín con poder institucional, no hay mal que por bien no venga: lo importante es que el PSOE andaluz, y si se une también el PSOE asturiano, han conseguido conjurar un terrible peligro para la democracia, que sería la concentración excesiva de poder institucional en manos de un solo partido. Sobre todo, más terrible cuando ese mismo partido encarna un proyecto de desmantelamiento del Estado del bienestar.

El Partido Popular, aunque tiene como alegrías del domingo ganar en votos las elecciones andaluzas por primera vez en su historia y ser determinantes en Asturias si el voto del exterior no arrebata la mayoría de derecha, su situación es complicada. Pese a todos los esfuerzos propios y de su aparato mediático por desgastar al socialismo andaluz y conseguir la ansiada mayoría absoluta, Javier Arenas pierde su cuarto intento de llegar al poder. Personalmente, es una gran satisfacción ver a alguien tan autoritario fuera del poder. Al PP y su aparato mediático les ha pasado lo que a la del cuento de la lechera: soñaban demasiado y han tropezado con las urnas. Al PP le ha perdido las contrarreformas que Rajoy ha hecho y anunciado, y también las contrarreformas que aún no ha anunciado. Las formas jugaron un papel muy importante: un nuevo programa electoral poco concreto y la soberbia de rechazar el debate televisivo le han hecho perder votantes potenciales, porque realmente los andaluces sentían necesario un cambio de gobierno, pero no al gobierno que les ofrecía el PP de Arenas. En Asturias ha ocurrido algo parecido, y ni el cambio de candidata ha conseguido que el PP salga de su condición de tercera fuerza, estrenada el año pasado, con la posible humillación de tener que votar a Álvarez Cascos.

Izquierda Unida tiene más cosas que celebrar. Ha aumentado en votos y escaños en las dos comunidades, pese al aumento de la abstención. En Andalucía, la sorpresa ha sido mayúscula, y no solo se evita una mayoría de derecha sino que se aleja el peligro de un extremadurazo con el posible voto díscolo de Sánchez Gordillo, empeñado en no pactar con los socialistas: la mayoría PSOE-IU es cómoda. Estoy de acuerdo que IU de Andalucía debe influir y mucho en el nuevo gobierno de Griñán y en lo que vaya a hacer el PSOE andaluz: la corrupción existente en los ámbitos de poder de los tres partidos debe atajarse de una vez. Pero la IU andaluza debe entrar en el ejecutivo de Griñán: es necesario que se conviertan en una fuerza seria de gobierno, implicándose en el día a día del ejercicio del poder, desmontando de una vez por todas ese discurso purista que solo genera má frustración en la izquierda más utópica. En Asturias debe ocurrir lo mismo: si el voto del exterior da mayoría al centroizquierda y UPyD da su voto o abstención para que Javier Fernández sea el nuevo presidente del Principado, la IU asturiana también debe participar de la responsabilidad de gobierno.

*Gráfico cortesía de Iván Llera

El Foro de Álvarez-Cascos, en Asturias, hizo una apuesta arriesgada al disolver anticipadamente la asamblea del Principado. Quería ganar una cómoda mayoría a costa de culpar a socialistas y populares de no votar unos presupuestos que Cascos no quería negociar, sino imponer. Cascos no ha aprendido cómo funciona el sistema parlamentario y la apuesta está a poco de resolverse. Si la mayoría de centroderecha se consolida, el PP debe tragarse todo lo que le molesta la deserción de Cascos y apoyarle. Si PSOE e IU suman mas, el experimento de Cascos habrá acabado, de momento. Lo paradójico de estas elecciones sería que su causa, esto es, la división y falta de acuerdo entre los dos partidos de derecha, se tradujera en un acuerdo entre esas dos fuerzas políticas. Porque, para ello, lo lógico hubiera sido que ocurriera en la legislatura disuelta y ahorrar a los asturianos ser llamados a elecciones como un arbitraje para desbloquear la situación política.

UPyD, por su parte, fracasa en su intento de abrirse un espacio en el Parlamento andaluz, un alivio por cuanto era cada vez más evidente su posición de sumisión al PP andaluz para darles el gobierno si se hubiera clavado el resultado de las encuestas. En Asturias, su entrada les obligará a retratarse entre optar por dejar que gobierne la izquierda o la derecha, esperando, claro, a saber qué ocurre con el escaño que baila entre Foro y socialistas por el voto del exterior. Esa posibilidad sería un alivio para el PP asturiano, evitando la humillación de votar a Álvarez Cascos y pasarle el muerto al partido magenta.

Cuestión muy importante es el aumento de la abstención en ambas regiones. Lejos del mensaje antisistema de que los actuales partidos no representan a la sociedad, lo cierto es que hay un cansancio y desafección muy grande al comportamiento de la clase política: la abstención ha aumentado porque los ciudadanos no creen que la crisis económica se resolverá por la vía electoral, ni con el PSOE ni con el PP ni con ningún otro. También han castigado la falta de acuerdos estables en Asturias y la corrupción en Andalucía. Los partidos, realmente, son un reflejo de la sociedad que les vota. Pero es cierto que existen grandes distancias entre los intereses de sus élites dirigentes y los intereses reales de los ciudadanos, cuestión que el 15-M quería que se resolviese, y yo suscribo esa necesidad de acercar de nuevo los partidos a la ciudadanía.

sábado, 24 de marzo de 2012

Ante las elecciones asturianas y andaluzas


El domingo los andaluces y los asturianos están llamados a renovar sus respectivos parlamentos autonómicos. Estas dos elecciones autonómicas, tras las generales del 20-N, suponen una primera valoración de parte de la ciudadanía española bajo la hégida de un gobierno conservador embarcado en una contrarreforma sistemática del Estado de bienestar, auspiciado por los vientos neoliberales que circulan por la mayoría de gobiernos europeos.

Los andaluces acuden a una convocatoria ordinaria, marcada por el desgaste del PSOE andaluz tras treinta años de gobierno, al que se une el desgaste que sufre el PSOE nacional por su parte de la gestión de la situación económica y laboral. A todo ello se une también los escándalos de corrupción de los ERE, mina de oro para la prensa conservadora -que los ha destacado incluso por encima de otros de otras afinidades políticas, como el Gürtel o el caso Palma Arena-, unida ante la muy cercana posibilidad de acabar con la hegemonía del PSOE en Andalucía.

En democracia, los excesos nunca son buenos. En Suecia, los socialdemócratas han gobernado en la mayoría de los últimos setenta años, sin perjuicio de su excelente salud democrática, y han perdido el poder cuando no han sabido responder correctamente a los problemas de la ciudadanía, y se mantienen en la oposición por no saber ofrecer una alternativa atractiva. En España, ojalá hubiera funcionado algo parecido de este modo. Con frecuencia, en España los gobiernos prolongados de un solo partido han ido unidos a un impresionante despliegue de corrupción, clientelismo y despilfarro. Independientemente de qué partidos sean. Ha ocurrido en Cataluña, ocurre en Valencia y ocurre también en Andalucía. En este sentido, es cierto que el PSOE andaluz ha generado unas prácticas nada sanas para una democracia seria, inexcusables y penosas. Por cierto que parece que existen dos tipos de corrupción que son castigadas de forma distinta por la ciudadanía: una más visible, que es el robo de dinero público; otra más comprensible, que es el tráfico de influencias, aunque también haya malversación de fondos públicos. También temo que distintas partes de nuestra sociedad se enfrentan a la corrupción de distinta forma: los más progresistas tienden a castigar sin compasión a su partido de referencia, y es bueno que así sea; pero los de tendencia conservadora tienden a comprender y premiar a los suyos, y esto sí que es alarmante. No olvidemos que la política refleja la sociedad donde se desarrolla. A lo mejor hay que debatir seriamente sobre la calidad de nuestra sociedad.

Pese a la clara afinidad ideológica, las prácticas del PSOE andaluz no hacen sino apenarme por la situación, porque actos así merecen el castigo ciudadano, que seguramente tendrá, pero que la perspectiva de la oposición mayoritaria como minoritaria no hace sino agravar. Porque el recambio democrático, con mayoría absoluta o sin ella, no va a suponer sino un quítate tú para ponerme yo, o peor, un nuevo puntal para el neoconservadurismo que nos gobierna para seguir desmantelando sin compasión ni oposición el Estado de bienestar. Y aún mucho peor, que es la gran concentración de poder nacional, autonómico y local que goza y va a seguir gozando el Partido Popular, con los peligros que entraña siempre toda concentración del poder en manos de un solo partido. No puedo sino desear la victoria de la izquierda que representa el PSOE, pero un PSOE renovado, limpio y reconciliado con los ciudadanos. Si eso no puede ser ahora, quizás unos años de oposición no le vengan mal. La desgracia para los andaluces será eso, que ellos mismos pueden acabar con una mala situación para empezar otra peor. ¡Ah, si un pacto con IU resolviera la situación! Imposible cuando están embarcados en una lucha sistemática por la desunión de la izquierda y elevan a práctica política una inquina contra los socialistas que tiene mucho de los males unidos al sentimiento de inferioridad. Ninguna solución ni postura es fácil, y esta no se escapa a esa lógica: se me hace difícil pensar que el domingo los andaluces resuelvan realmente sus problemas.

En Asturias, las condiciones son distintas. En primer lugar, estas elecciones son una repetición de las del año pasado, una demostración del fracaso de mayo de 2011, que acaban repentinamente con la legislatura pero van a dar paso a una legislatura breve, hasta mayo de 2015. El nuevo gobierno que salga de las urnas, si es estable, tendrá menos tiempo para arreglar la situación económica que vive el Principado. Los asturianos coinciden, en gran mayoría, en atribuir la responsabilidad del desgobierno al Foro de Álvarez-Cascos y al PP, que pese a contar con mayoría de las derechas en el parlamento autonómico, sus rencillas les han impedido llegar a acuerdos estables, como sería lo lógico dadas sus grandes coincidencias ideológicas. Las diferencias son personales; el PP no perdona a Cascos su fuga para colmar su ambición por presidir Asturias y Cascos ha demostrado que no sabe el funcionamiento de un sistema parlamentario: si no tienes mayoría hay que llegar a pactos. Él no ha sabido llegar a pactos, pues él demuestra que no sabe gobernar en nuestro sistema democrático.

Ante el desgobierno de la derecha, se debería abrir una esperanza para la izquierda, expulsada del poder en mayo de 2011. En Asturias, PSOE e IU sí han gobernado juntos y la estabilidad, más o menos, ha funcionado. Por ello, estas nuevas elecciones serían idóneas para iniciar la recuperación de los socialistas que, si no ganaran en Asturias y Andalucía, se verían fuera de todos los gobiernos autonómicos, menos Euskadi, y en Canarias y Navarra, donde participan como socios menores. Asturias necesita ser una nueva Covadonga donde los socialistas tuvieran su referencia para recuperarse en la oposición a nivel nacional y en el resto de autonomías y frenar la dañina concentración de poder en manos de la derecha.

A diferencia de Andalucía, donde se tiene más presente la necesidad de cambio político, el freno a la corrupción última de los ERE y la situación económica, en Asturias la economía ha pasado a segundo plano, en beneficio de la búsqueda de la estabilidad. El CIS parecía dar un poco de esperanza a los socialistas, en tanto que ellos no son vistos como culpables del bloqueo político que ha sufrido la región en 2011 y generan más simpatía que los partidos de la derecha asturiana. Lo paradójico es que unas elecciones donde prima la búsqueda de la estabilidad puedan dar lugar, si las encuestas se acercan al resultado que conoceremos el domingo, a una asamblea con más fragmentación política. Los socialistas volverían a ganar por votos, y ahora por escaños, las nuevas elecciones, pero PP y Foro podrían tener mayoría absoluta o acercarse más a ella que los partidos de izquierda. Si UPyD consigue entrar en la asamblea tendría la llave del gobierno, pudiendo optar entre un bloque Foro-PP, si llegasen a un acuerdo, o a una alianza PSOE-IU, si estos también acercan posturas. En cualquier caso, las elecciones serán muy reñidas y habrá muchas esperanzas en juego. Personalmente, no me gustan las posturas de UPyD como tampoco las de IU, renuentes a entrar en gobiernos. IU por una inmediata estrategia de desgastar todo lo posible a los socialistas, aun provocando la entrega del poder a la derecha. UPyD por su hipócrita crítica hacia el comportamiento de los partidos nacionalistas como partidos bisagra, cuando lo que quiere hacer en Andalucía y Asturias es exactamente lo mismo: condicionar gobiernos sin mojarse en la gestión del poder. Si no hay mayorías absolutas, el poder debe compartirse todo lo posible, con mayorías estables y con la implicación de todos los partidos que sostengan dichas mayorías.

Si el PSOE puede gobernar en Andalucía o Asturias, y no tiene mayoría absoluta, debe hacer todo lo posible por integrar a otros partidos en el ejercicio de gobierno. En Andalucía, por supuesto, debería hacer todos los esfuerzos posibles por renovarse y purificarse. En Asturias, IU ve la posibilidad de que la izquierda acaricie la vuelta al poder y, en ocasiones, habla de la posibilidad de entrar en el gobierno. La política no debería ser, o no es solo, una lucha por el poder, sino por saber negociarlo y compartirlo. Quizás la sociedad española no esté muy sana democráticamente, pero los partidos y sus líderes, si tienen sentido de Estado, deberían tener en cuenta que ellos deben dar ejemplo.

martes, 29 de noviembre de 2011

Breves apuntes sobre la reforma electoral propuesta por el PP de Madrid

Hoy el PP de Madrid ha presentado en la Asamblea regional una propuesta de ley para reformar la ley electoral de la Comunidad de Madrid. Inmediatamente, se ha generado un gran revuelo y han empezado a llover críticas muy duras. A la espera de poder leer detenidamente la propuesta, vamos a considerar los avances dados por la prensa:

- De los 129 diputados actuales, un tercio, esto es, 43 escaños, serían elegidos en distritos uninominales. Supuestamente, la fórmula sería "first-past-the-post", es decir, mayoría simple a una vuelta.

- Esos 43 distritos serían fruto de la agrupación de varios municipios, o individuales para ciudades mayores y para los distritos más poblados de la capital.

- Los 86 diputados restantes serían elegidos de modo proporcional con escrutinio de lista (presumiblemente cerrada y bloqueada, si no dicen lo contrario) para partidos por encima del 5% de votos válidos.

A simple vista, podría parecer una propuesta por crear una supermayoría artificial conservadora en la región, ya que el PP suele ser, por ahora, el partido más votado en la mayoría de municipios, así como podría obtener facilidades para conseguir diputados con pocos votos (por ejemplo, el hipotético representante de la zona norte, de 29.000 habitantes) o por el gerrymandering de unir Arganda con Rivas, como han denunciado detractores de la reforma propuesta. En este caso, es de suponer que la negativa del resto de partidos impediría tal solución.

Si el PP de Madrid presenta esta propuesta, está obligado a la negociación, no sólo con el principal partido opositor, esto es, el PSM, sino que sería bueno para la salud democrática de la región buscar el consenso total, creando una ley que cuente con el apoyo de IU y de UPyD. Por ello, creo que la base de partida es muy interesante: se viene reclamando desde muchos foros la reforma de la ley electoral y acercar los diputados a los electores, ¿qué mejor oportunidad que ésta?

No entiendo, pues, la gran oposición inicial, menos de los que aceptan la reforma electoral en un sentido más próximo elector-representante. Podrá decirse, claro, de qué sirve elegir un diputado por distrito cuando se unirán a los elegidos por vía proporcional, pero entonces la ley actual también serviría de poco... ¿conocemos los nombres de los 129 diputados madrileños? ¿O de los 129 candidatos que iban en la lista del PP? ¿O en la del PSM? y así...

Por ello, creo que el PSM debería considerar la propuesta y avenirse en discutirla, si bien teniendo en cuenta ciertas premisas:

- Se podría intentar que esos 43 diputados no sean elegidos por mayoría simple, sino por el sistema de voto preferencial, de manera que el elector tenga tres votos por orden de preferencia para, a través de recuentos, posibilitar que el diputado elegido tenga la mayoría absoluta de votos, además de permitir los acuerdos entre distintas fuerzas políticas. Este es el sistema irlandés.

- Habría que tener muy claro si los 86 diputados por lista proporcional no se unen a los 43 ya elegidos, de modo que la Asamblea tuviera una distribución desproporcionada respecto al número de votos de los partidos; tomando como referencia el modelo alemán, si un partido obtuviera una sobrerrepresentación por distritos uninominales, esto se atenuaría recibiendo menos diputados de la lista proporcional, de tal forma que se mantendría la proporcionalidad, exactamente igual que en Alemania: allí, SPD y CDU/CSU obtienen todos los escaños uninominales, pero el saldo final es proporcional por la corrección en las listas proporcionales.

Si consigo leer la propuesta del PP, ya confirmaré o revisaré estas tesis. Pero antes de criticar por criticar, hay que informarse o contemplar las diversas posibilidades potenciales.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Este país necesita algo más que un Parlamento, necesita esperanza: reflexiones antes del día de reflexión

Mañana se acaba ya la campaña electoral. Dentro de tres días estaremos votando. Uno se pregunta el por qué de ciertas costumbres en las elecciones de nuestro país. Desde el martes previo a la jornada electoral se prohíben encuestas, el día anterior a las elecciones se prohíbe pedir el voto para garantizar una jornada de reflexión, algo que en pocos países existe; se ha convertido, más bien, en un día de descanso tras dos semanas intensivas de promesas, anécdotas, mucho debate (poco entre los presidenciables) y demasiada información acerca de los programas electorales. Esto último es una broma, en estas elecciones. A juzgar por las encuestas, pocos parecen tener aún dudas acerca de su voto; si una campaña existe para dar a conocer un programa, pedir el voto, y hacer que el electorado se vaya moviendo, esta es una campaña con un sonoro fracaso. Esto lleva a otras reflexiones, por ejemplo, de qué sirve hacer mítines hacia grupos que ya están convencidos de su voto, ¿no es quizás el mitin un acto electoral desfasado? Pero, al parecer, queda muy bien en la pequeña pantalla diez segundos de cualquier líder hablando ante miles de personas, atento a la lucecita roja que indica que proceden a grabarle para el telediario del mediodía o de la noche. A pesar de la importancia de la pequeña pantalla, lo que no se ha hecho en cuatro, o en dos años, es imposible cambiarlo en dos semanas.

Rajoy, hay que reconocerlo, lo ha demostrado con creces. En dos semanas no ha hecho lo que tampoco ha realizado en cuatro o dos años. Ciertamente, su estrategia es la de permanecer callado y esperar, y muchas cosas indican que, por desgracia, tendrá éxito aunque, sin querer adelantarme, es una gran verdad que las elecciones las pierde el gobierno y no las gana la oposición. A lo sumo, Rajoy nos dio un par de silogismos sobre economía pero no nos respondió a cómo usaría su varita para resolverlo todo si ganase las elecciones. Sin embargo, creo que terminó por creerse el mantra conservador que, de ganar su partido las elecciones, al día siguiente todo iría por "el buen camino", que dijo hoy Esperanza Aguirre (me aterra que pueda haber ideas tan divergentes sobre el buen camino). Ahora, parece querer curarse en salud y ya va advirtiendo de que "el gobierno no lo puede hacer todo" (que se lo digan a Zapatero) y, si primero decía que no iba a tocar nada de los servicios públicos, ahora es tocar todos, menos las pensiones. ¿Y si en el próximo aviso son todos, y también las pensiones? Elecciones ya pasadas, claro está. Rajoy tiene una máxima: contar la verdad antes de unas elecciones es la mayor insensatez.

Es curioso cómo los políticos se acercan, a regañadientes, a la realidad. Primero el PSOE negó la crisis, pero el PP la quiso ver antes de tiempo, y ni unos ni otros previeron que esta crisis no iba a ser un bache en el camino, ni para España ni para Europa. Rajoy tiene razón: si hay empleo hay más ingresos. Al PSOE le ha ocurrido lo contrario: a menos empleo menos ingresos, y de ahí está cayendo el frágil castillo de naipes de la economía nacional. El PSOE se está quemando haciendo lo que puede para que el barco no se vaya a pique; ciertamente, España no ha sido intervenida, como Irlanda, Grecia o Portugal, pero me temo que la situación no se puede sostener mucho. Sin ingresos, ni la socialdemocracia ni el liberalismo pueden salvar una economía. En un mundo globalizado, y más en un mercado tan integrado como el europeo y sin soberanía monetaria, un país puede hacer muy poco. El PSOE llevaba una lógica: si se aguanta hasta que la economía mundial se recupera, el país se recupera. Por desgracia, la crisis no ha terminado. ¿Y que ocurriría si en pocos meses España necesita un rescate europeo? Rajoy, y Rubalcaba, lo tienen en mente, aunque no lo digan. A Rajoy se le nota, y sus lugartenientes ya lo avisan: si ellos gobiernan, habrá movilizaciones populares, una especie de "os lo advertimos y no tenéis derecho a quejaros".

Hay quienes dicen que Zapatero ha hecho los recortes más grandes de nuestra historia. Lo que no dicen es que si no ahora estaríamos peor. Personalmente, me puse en contra de los recortes (está expuesto en este blog) y, como otros, nos lamentamos de que no se hubiera hecho algo en la época de vacas gordas. Pero, ¿quién lo hubiera hecho? ¿Quién pensaba que se aproximaba este tsunami financiero? La política más antisocial es quedarse sin financiación. Otros, en su programa electoral, hablan también de crear empleo por financiación pública. Sí, a muchos nos parecería bien pero, ¿se podría hacer en este contexto? Porque estamos en lo mismo: el Estado está endeudado, necesita más deuda y esta se encarece cada vez más. ¿Cómo se resuelve? Argumento de Rajoy: más empleo, más ingresos. Sin el cómo, vamos listos. Argumento de Izquierda Unida: empleo pública. ¿Cuáles, cómo, para qué? El mismo callejón sin salida. Argumento de Rubalcaba: inversión en I+D+i y en educación. Otra vez a lo mismo, con qué dinero, pero es el argumento que más se aproxima a la realidad. Las políticas a largo plazo son las más acertadas, pero las que nadie ve ni reconoce. A izquierda y derecha del PSOE se dan respuestas populistas, irreales y a corto plazo. No se puede resolver así nada. Rubalcaba, y cualquier político, tienen difícil vender y ganar con políticas de largo plazo. La herencia de Zapatero es envenenada, sí, pero si no estuviera él, sería la herencia envenenada de cualquier otro, de izquierda o derecha.

Zapatero debe ser, actualmente, el político más odiado de España. La derecha le odia desde siempre, y para ellos el 20 de noviembre es el día del desquite. No sé si a partir de entonces sus brazos mediáticos se moderarán, pero les niego cualquier raciocinio, a juzgar por su comportamiento ilógico. A riesgo de comparar, Zapatero es el Suárez actual. Suárez también dejó una herencia económica nefasta, y era odiado a derecha e izquierda; unos no le perdonaban una reforma en vez de ruptura y otros no le perdonaban una ruptura en vez de reforma. Ahora, izquierda y derecha le alaban, le mitifican y los que tanto le repudiaban antaño ahora intentan reivindicarle. ¡Ay, si Suárez pudiera recordar! Lo mismo que le sucedió a Suárez le sucedió a Carrillo, y ahora a Llamazares, los mismos que le odiaban ahora le reivindican como mejor orador de la última legislatura. Tiene mucha razón Andreotti al decir que existen "amigos, enemigos y compañeros de partido". ¿Signfica esto que Zapatero será reivindicado en el futuro? Lo dejo a los historiadores del futuro.

Unas elecciones sin ilusión, apáticas (será la primera vez que pudiera producirse un cambio político con menos participación), sin hablar sinceramente de economía ni de la Unión Europea. Se necesita más que nunca una agenda única socialdemócrata: el Estado nación ya no sirve como marco de referencia para las políticas económicas y sociales. La Unión Europea necesita una reconversión más política y fiscal para responder a la crisis y, dentro de ella, la emergencia de un Partido Socialista único para todos los europeos. Realmente, estas elecciones no solucionarán nada, ni por la izquierda ni por la derecha, más que victorias pírricas y derrotas inútiles. La respuesta es siempre Europa.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Debate a dos y a cinco


Viendo los debates que se están desarrollando en algunas de las elecciones españolas, podemos dictaminar que los debates de 1993 fueron un gran éxito: salieron tan bien, influyeron tanto en el electorado que algunos no quisieron volver a repetirlos; o permitir unos debates light, encorsetados, aburridos, limitados... nada que ver con otros países donde existen multitud de debates, incluso entre candidatos de un mismo partido, o más dinámicos.

El debate del lunes entre los dos principales partidos transcurrió, a grandes rasgos, como lo esperado. Rajoy intentó no perder terreno y no arriesgarse, de ahí que sus propuestas fueran apenas débiles esbozos, más bien cuestiones teóricas en las que todos estamos de acuerdo. ¡Cómo no vamos a estarlo, cuando es simple que a más empleo, más ingresos! ¡Ese es justamente el problema que tenemos ahora mismo! Ahora bien, no dio respuestas concretas, excepto alguna ayuda a las PYMEs y cuestiones del IVA, música que suena muy bien, pero con el fondo de bajadas de impuestos y los consiguientes recortes.

Rubalcaba tenía una losa muy pesada que ya le impedía ganar, de entrada, el debate: la pésima situación económica. Con todo, su baza era desarmar el programa oculto de los conservadores. Era una estrategia peligrosa: la impresión que me dio, en algún momento, es que nos estaba relatando el programa de humo -pero programa, al fin y al cabo- del PP, y sus propuestas de transformar el ICO, en la contratación, mejoras en I+D+i, servicios públicos, etcétera, quedaba diluido intentando pillar en un renuncio a Rajoy. Tampoco, claro podía darle muchas alas a su adversario, que salió con un esperado "¿y por qué no hizo todo eso en estos últimos años?"

Durante buena parte del debate, Rubalcaba marcó la agenda, llevando la ofensiva, aunque Rajoy intentó no seguirle el juego y, cuando pudo, este supo embrollarle en las neblinas que leía en sus chuletas, como el tema de las diputaciones para no tener que hablar del matrimonio del mismo sexo, aunque al final tuvo que entrar; no sé si hizo bien, porque me dejó preocupado su afán por crear ciudadanos de segunda clase que se pueden "unir", pero no casar.

Rubalcaba dio una impresión de conocer más su programa que el propio Rajoy, que tenía que leer hasta sus propuestas, recordándonos aquella vez que no recordaba las medidas de su partido para crear empleo. No se puede tener mucha confianza en un candidato que no sabe lo que propone. En definitiva, Rubalcaba tenía difícil, si no imposible, ganar; pero podía haber hecho más. Añado un gran suspenso para los dos candidatos por dedicarle a la Unión Europea como proyecto europeo o a las relaciones internacionales apenas unos breves instantes del final.


En el debate a cinco de ayer, de entrada diré el enorme acierto de permitir que fuera Izquierda Unida, representada por Gaspar Llamazares, la que representara el grupo parlamentario que creó con Esquerra Republicana. A juzgar por la intervención de los otros dos grupos nacionalistas, PNV y CiU, el debate hubiera quedado desfigurado entre los dos grandes partidos nacionales y la intervención de los nacionalistas, sesgada sólo para sus más cercanos conciudadanos -lógico, por otra parte; sólo se presentan en una parte limitada de nuestro país-. Lo mismo digo si en vez de ir Gaspar Llamazares hubiese ido Cayo Lara, que no le llega ni a la suela del zapato en cuanto a argumentaciones y réplicas.

Sí es cierto que los dos partidos nacionalistas hablaron -a veces- de temas más generales, pero para ir de inmediato a los problemas de su región. Y no es cierto que en el debate a dos no se hubiera hablado de Cataluña o Euskadi; por supuesto que se habló, porque se hablaron de los problemas que afectan a nuestro país, donde a día de hoy Cataluña y Euskadi son parte integrante del mismo, aunque no les guste, pero ellos no representan la totalidad de sus regiones. A falta de renovar las Cortes, 9 de los 18 diputados vascos y 25 de los 47 catalanes, así como 9 de los 12 senadores por Euskadi y 8 de los 20 por Cataluña pertenecen al grupo socialista.

Ya Josu Erkoreka, del PNV, reconoció que no era el único vasco del debate pero sí el único que tenía un programa "pensado en Euskadi, por Euskadi y para Euskadi", lo que no estaría mal en unas elecciones regionales, pero el día 20 de noviembre elegimos diputados que representan a toda la nación. Ramón Jáuregui, vasco con orgullo y orgullo para todos los españoles, no sólo hablaba por y para Euskadi, hablaba por y para toda España. A diferencia de Rubalcaba, Jáuregui sí reivindicó la labor del gobierno de Zapatero por resolver, aunque infructuosamente, el golpe de la crisis a la economía española; también reivindicó la labor del gobierno en cuanto a derechos sociales y vertebración del Estado autonómico como garante de su pluralidad social y cultural.

Junto con Jáuregui, y como dije antes, Llamazares fue el otro acierto del debate. Es más, incluso para mí fue el verdadero ganador, capaz de obviar el radicalismo demagogo del programa electoral de Izquierda Unida y, frente al nacionalismo de Pere Macias y de Erkoreka, él vino a "hablar de las personas". También fue ganador por encima de Gallardón, al que debió resultar irónico defender que el PP arregla la economía cuando los recortes de las comunidades gobernadas por los conservadores, las de antes y las nuevas desde este año, siguen creando parados y recortando los servicios públicos, aparte del insulto malsano a los madrileños, a los que deja una deuda astronómica que será -y ya es- difícil de pagar.

En definitiva, para el debate a cinco, mi reconocimiento a Llamazares por su discurso de izquierda, socialdemócrata, sí, porque era más realista que el que enarbola ahora su partido, lo que no deja de ser una desgracia por la estirilidad de su triunfo dialéctico.

Un dato: en las elecciones de 2008 ya flotaba sobre el ambiente el fantasma de la crisis, y se celebró un debate económico entre el ministro de economía, Solbes por entonces, y el "ministrable" conservador, Manuel Pizarro. En 2011, cuando la economía es la principal preocupación de los españoles, ni existe un debate monográfico de economía ni existen ministrables reconocidos en uno y otro partido.

Otro dato: la ambigüedad calculada de los conservadores respecto al matrimonio del mismo sexo es preocupante, y las referencias de portavoces del PP en los medios infunden más temor que tranquilidad. Hay que dejarlo bien claro: los derechos no se crean, se reconocen, y no se pueden eliminar. No se pueden crear ciudadanos de segunda, el derecho a la vida es también el derecho a vivirla como queremos, sin hacer daño a los demás. Todos los derechos reconocidos son innegociables.

lunes, 20 de junio de 2011

Una España cada vez más indignada


No deja de ser una ironía que ayer, mientras cientos de miles de españoles se manifestaban pacíficamente por todo el país, el partido que dice identificarse con sus proclamas -aunque en verdad les caiga un jarro de agua fría, literalmente- decidiera, democráticamente, eso sí, propiciar con una abstención que Extremadura vaya a ser gobernada durante cuatro años por el partido que, paradójicamente, representa en España los intereses patronales, económicos y especulativos que han provocado la crisis. Que se me permita la ironía:

Sí, sí, ya sabemos. El PSOE ha dado un giro difícil de explicar aplicando medidas que dificultan la vida de millones de ciudadanos, muchos de ellos desempleados, y no la de los que controlan los resortes de la economía, los de siempre. Con ello nos sacrifica y, como pudiera parecer por los resultados del 22-M, parece que se sacrifican también ellos. Todo por la patria. Por ello, dejarles gobernar es igual que dejar a los otros, a la derecha.

Izquierda Unida, que argumenta haber escuchado a las bases y respetar su decisión -¡para una vez que uno lo hace!, déficit que tanto criticamos-, puede proclamarse la izquierda real, que es lo mismo que única. Es decir, el PSOE -sus militantes, sus electores, sus líderes- no es y no son de izquierda. El mesianismo izquierdista, el único camino posible, redentor y verdadero, la patada, en definitiva, a las partes nobles de los otros millones de electores; ésa es la democrática decisión de las bases de IU, que da también la patada a otra democrática decisión de Cayo Lara de jurar día y noche de no dar gobiernos a la derecha. Como dice Fernández Vara, presidente -aún- de Extremadura, no hay que ensañarse con IU. Lejos de tal intención, hay que respetar la decisión democrática del hermano pequeño de la izquierda, lo que no impide que nos preguntemos por qué e intentemos hallar posibles respuestas.

Dice IU, allá donde ha vacíado de contenido las palabras de Lara, que la decisión de no formar gobiernos de izquierda se debe al ninguneo socialista hacia IU o, peor, a la corrupción allí donde el PSOE pareció haberse enquistado. Son palabras muy fuertes. Sin duda, habrá un resquicio de verdad (sin negar que pueda ser total, la corrupción responde a la naturaleza humana): puede que políticos bajo las siglas del PSOE hayan metido la manita o hayan adjudicado terrenos a dedito y otras irregularidades. Hay que reconocerlo porque es peor ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio; si mal no recuerdo, hubo un candidato de IU imputado, y siguió siendo candidato el día después de que IU nos iluminara el camino de la virtud con su décalogo contra la corrupción: parece que todo lo que anuncia Cayo Lara se convierte en humo inmediatamente al día siguiente. Sobre el ninguneo, si han sido extraparlamentarios, será por decisión de los electores, obviamente. Claro que insultar a un amplio electorado que les abandonó y no les vota en masa a ellos, la única voz de los trabajadores -un retorcido análisis marxista y/o mesiánico- son palabras aún mayores. No pasarse es algo que aún les honra.

Sí, sí, algunos podrán decir que el que escribe y suscribe estas líneas es un borreguito militante más de los socialistas. Salvador Giner, en el prólogo a la edición española de Los orígenes del totalitarismo, de Hannah Arendt, dice: "(el ciudadano) tampoco se confunde con el militante, a quien absorbe la militancia hasta agotar su criterio independiente y la distancia necesaria que debe poseer el buen ciudadano frente a toda obediencia ciega". Sin negarle, por supuesto, validez a dicho argumento, no se me podría acusar de borrego, sino de tonto, porque me identifico cada vez más con esa generación, mi generación, que, como dijo Sampedro, no está perdida, sino amargada pero presente.

No es mi intención enarbolar la bandera de los "cien años de honradez" y presentar lo ocurrido como una oscura conjura para destruir al PSOE. Por supuesto, en la decisión -democrática- de las bases de IU pesan años de adoctrinamiento y rencor contra un adversario en la izquierda que recibe más votos: solo así se entiende el errático discurso del quiero y no puedo de los líderes de IU. Tampoco denunciaré al 15-M como otra conjura más contra el PSOE, ese PSOE que se sacrifica por salvar la patria, ese PSOE que nadie entiende el servicio que presta. No, si me acusarán de perroflauta como siga escribiendo...

¡Ah, debo pecar de idealista! Entre todos los insultos que pudiera recibir -tonto, borreguito, perroflauta...-, me quedaría con idealista. Sí, pertenece al mundo de las ideas que, el 23 de mayo, los dos partidos de izquierdas hubieran dicho: "vamos a negociar allí donde tenemos mayorías", que los de IU hubieran dicho todo aquello del "ninguneo y corrupción" que tanto repiten y el PSOE hubiera respondido "bueno, tenderemos puentes e intentaremos consensuar un programa". Entonces ambos hubieran dicho "sí, hay acuerdo" o "no, no hay acuerdo". Directamente IU cerró las puertas y los del PSOE se quedaron esperando, con un palmo de narices, si se me permite. Debieron haber frecuentado más las marisquerías.

Mientras el teatro -o la farsa- de los políticos prosigue con su enésimo acto, los ciudadanos, que también hacen política, se manifiestan por las calles de España. Pacíficamente, a los de Barcelona aún les duele el cuerpo de los porrazos de Felip Puig. Me indignan las malas decisiones y prácticas de ciertos políticos, pero me indigna más que sigan ninguneando a los ciudadanos y se insista en catalogarles de "antisistema" o fuera del sistema democrático. ¡Justo cuando lo que quieren es regenerar el sistema y la democracia, devolverles su significado y su misión! Marcelino Iglesias dice que la democracia necesita partidos; sí, cierto, pero necesita antes ciudadanos que se vean representados por ellos. Los partidos son sólo medios, no fines. También me indigna la consigna de relacionar indignados con abstencionistas, unos "cientos de miles" frente a esos "22 millones" de electores, como recuerda La Razón.

¡Qué mala época le está tocando vivir al PSOE! Pero peor aún para los ciudadanos, que son los que se están viendo sin empleo, sin pensiones, sin Estado del bienestar. No olvidemos, para alejarnos un poco del idealismo y volver a la realidad, que es la Unión Europea controlada por los mercados financieros la que está imponiendo un modo de salir de la crisis que pasa por la destrucción del Estado, la desprotección del trabajador y la consolidación de una economía no basa en la libertad de mercado, sino en la ley de la selva. No olvidemos que frente a eso los partidos socialdemócratas han pecado de ingenuos y han podido/querido afrontar juntos una solución alternativa; pero sí, sigo pensando que el PSOE puede y debe escuchar con más interés que ningún otro partido.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Elecciones municipales y autonómicas: Madrid


En Madrid no hay mar, pero el azul ha inundado toda la región. De los 179 municipios de la región, 109 tendrán mayoría absoluta de los conservadores y en otros 38 son la primera fuerza, con el 48% de los votos y sumando 1.208 concejales (+138); los socialistas, por su parte, tienen 11 mayorías absolutas y en cinco municipios son los más votados, con 547 concejales (-117) y el 24% de los votos. IU consigue la mayoría absoluta en Rivas y la simple en San Fernando de Henares, con 48 concejales más, llegando a 177 representantes municipales y al 10,8% de votos. UPyD, en su primera convocatoria electoral, consigue 64 concejales y casi el 7% de los votos, con éxitos relativos en su estreno como, con el ex alcalde socialista José Caballero a la cabeza, ser la segunda fuerza de Alcobendas o tener en su mano la llave de ayuntamientos como Getafe o Alcalá, quitando la mayoría absoluta al PSOE y al PP, respectivamente.

Cualquier vestigio del "cinturón rojo" y de otros bastiones del socialismo han pasado a la historia, al menos durante estos próximos cuatro años. Si en el 2007 se perdieron las alcaldías de Alcobendas, San Sebastián de los Reyes, Torrejón de Ardoz y se mantuvo la pérdida de Móstoles, este año dicen adiós Collado Villalba, Alcorcón, Leganés, Getafe (si finalmente UPyD permite la alcaldía a los conservadores, la fuerza más votada), Pinto, Coslada (si con UPyD no forman un tripartito de izquierda) y Aranjuez. Además, en localidades como Alcobendas han quedado por detrás de UPyD y en Torrejón el PSM ha caído del 39% de votos y 12 concejales al 15% y solo 4 ediles. De esta derrota electoral, sólo Fuenlabrada y Parla son las grandes ciudades en manos del PSM, aunque sin mayoría absoluta y dependiendo del apoyo de IU.

Los conservadores también han cosechado algunos retrocesos: en la ciudad de Madrid Gallardón ha perdido 6 puntos (del 55% al 49%), mantiene la mayoría absoluta, e IU y UPyD compensan las pérdidas de conservadores y socialistas, estos últimos pasando de 18 a 15 concejales y del 31 al 24%. En Torrelodones pierden la mayoría absoluta y un partido vecinal podría conseguir el apoyo de socialistas y otro partido local para gobernar la ciudad. En Galapagar el PP tampoco ha conseguido mayoría absoluta, pero tiene ante sí a cinco partidos: Partido Democrático de Galapagar, PSOE, IU, Plataforma Ciudadana e Iniciativa Habitable. En Navacerrada, los conservadores pierden la mayoría absoluta y el PSOE mejora en votos, pero se necesitarían pactos con dos fuerzas locales.

En el ámbito autonómico, Esperanza Aguirre, como su enemigo Gallardón, también ha sufrido desgaste, inadvertido también por la bajada del PSM: los conservadores pasan del 53% al 51% y de los nuevos 9 diputados suman solo 5. La irrupción de UPyD ha evitado que el PP obtuviera una bancada mayor de escaños. Este hecho, sin embargo, resulta inadvertido por los malos resultados de los socialistas, del 33,5% de 2007 al 26% y de 42 a 36 escaños. Izquierda Unida, que experimenta subidas en toda la región, no ha conseguido en cambio obtener todo el voto de izquierda perdido por los socialistas, con lo que su avance es notable, pero sin muchos efectos prácticos.

Ha sido UPyD, como en los municipios, quien ha recogido buena parte del voto perdido por el PSM, consiguiendo lo que ninguna encuesta quería darle: la ansiada representación parlamentaria en Asamblea y ayuntamiento de Madrid. No sé las motivaciones ideológicas de muchos de sus dirigentes, pero lo cierto es que ocupan parte del voto progresista. Espero que se realicen encuestas sociológicas que arrojen luz sobre el perfil del votante upedista.

En lo que más nos puede concernir, la situación del PSM y Tomás Gómez. El castigo electoral ha sido grande y no vale esconderse, ni escurrir el bulto, ni muchos menos culpar a la ciudadanía. Es la ciudadanía la que ha culpado a un PSOE nacional por la crisis y a un PSM regional por su labor de oposición, suspendida por los ciudadanos a lo largo de cuatro años. No vale achacar únicamente los resultados a las circunstancias nacionales, porque aunque se haya perdido en muchos sitios y muchos gobiernos, perder más después de años de oposición es una desgracia. No hay que afilar los cuchillos, ni voy decir porque no es el momento ni el foro adecuado. El momento para replantearse el camino a seguir es ahora, y la discusión debe ser siempre.

De momento, mi apuesta es por el mantenimiento de Jaime Lissaveztky y de Tomás Gómez en ayuntamiento de la capital y en la Asamblea de Madrid, liderando la oposición. Ya está bien de quemar candidatos cada cuatro años, y de apuestas galácticas que acaban estrellándose y volviendo a otros ámbitos. En serio. La gente, ciudadanía y militancia, está cansada de este juego. Hay que dejar que, en Madrid, sean los progresistas de Madrid los que decidan a quién eligen. En este aspecto, Lissaveztky y Gómez pueden tener la oportunidad para reconstruir el espacio socialista y tener más presente la calle que otras latitudes. Ya basta de peleas. Personalmente, yo estoy muy cansado de ver peleas que en modo alguno son ideológicas, es un juego deleznable por ambas partes. No se puede apartar la vista del problema de la corrupción que, como hemos visto en el caso de Trinidad Rollán, ha supuesto muchos problemas para los socialistas en Torrejón. Cualquier caso de corrupción, aunque no implique como este caso enriquecimiento personal, debe ser extirpado. Los votantes de derecha no castigarán a su partido por robar e incumplir la ley, pero en el caso de la izquierda, esto no es así y no se pueden copiar los adyectos métodos del PP.

El PSOE tiene capacidad para hacer oposición desde ahora, una oposición muy dura, a lo que nos espera en los próximos cuatro años: el mantenimiento de las privatizaciones y del expolio de los recursos públicos, el regalo del suelo público a las empresas y las grandes deudas de los ayuntamientos. Numerosas empresas y asociaciones de escasa voluntad de servicio público serán las beneficiadas con el dinero de todos, sin olvidarnos que, en la ciudad de Madrid, Ana Botella es la tapada de un Gallardón con ambiciones más nacionales.

El PSOE necesita reconstruir un nuevo bloque, nuevas relaciones con los medios de comunicación, con las asociaciones vecinales y los movimientos estudiantiles. El PSOE no debe ser un partido dogmático sino abierto a las aportaciones de fuera de sus filas. Hay que hacerlo desde ahora. Por eso el PSM debe ser un partido unido, no por el poder ni por los despojos de la oposición, sino por resolver los problemas de los ciudadanos.

lunes, 23 de mayo de 2011

Elecciones municipales y autonómicas: ahora toca escuchar a los ciudadanos



Existe tal número de resultados, datos, explicaciones y opiniones que condensar en una única entrada al blog una opinión sobre las elecciones del 22-M que prefiero ir poco a poco. Hoy haré una valoración personal sobre las municipales y autonómicas a nivel general. Otros días, según el tiempo me lo permita, me iré parando en algunas autonomías, con especial interés en Madrid, mi tierra.

En líneas generales, la victoria electoral corresponde inequívocamente al Partido Popular. Contabilizando el número total de votos y concejales, entre 2007 y 2011:


*reconociendo que la contabilización nacional no permite apreciar completamente los cambios habidos en ciertas regiones. Ese aspecto ya lo iré cubriendo.

Una cuestión que está rondando en las cabezas de muchos es, ¿qué incidencia ha tenido realmente el movimiento del 15 de mayo? ¿La subida de la participación? ¿El notable incremento de los votos blancos y nulos? ¿El fraccionamiento del voto? No hay una única respuesta para todo ello. La participación siempre es menor que en unas elecciones generales, lo que no deja de ser un suspenso para la política municipal, supuestamente la más cercana a los ciudadanos. El fraccionamiento del voto es relativo: en las elecciones municipales los partidos locales, independientes y regionales consiguen mejores resultados que en otras convocatorias. Partidos alternativos a nivel nacional como IU o UPyD suben, pero no tanto por separado: IU tiene la mitad de sus concejales en Andalucía, donde no ha conseguido mantener el poder municipal como Córdoba ni mitigar la caída del voto socialista; UPyD obtiene muy pocos concejales, su mayor fuente de votos son las grandes ciudades de Madrid.

Lo cierto es que buena parte de los resultados se explican observando la caída del PSOE: ha perdido votos a su derecha, yendo a los conservadores como medio de castigo o confiando en que estos podrán resolver la crisis económica mejor que los socialistas; ha perdido votos a su izquierda, y no sólo han ido a Izquierda Unida, sino que también el voto progresista se ha ido a UPyD, sobre todo en Madrid, obteniendo más electores de ese espectro que por antiguos votantes del PP; ha perdido votos a partidos locales, basta ver un pequeño muestreo de algunos municipios españoles para ver un bloque de derecha bastante consistente frente a un fraccionamiento de partidos, donde el PSOE en muchas ocasiones no destaca, sino que se camufla.

Cabe destacar otro aspecto importante, que el PSOE ha perdido electores que han votado nulo o blanco. En el cómputo general de votos nulos, su crecimiento real ha sido mayor, no olvidemos que en 2007 ANV no pudo presentarse en muchos municipios vasconavarros y el voto nulo fue de más de un 2% en Navarra y de un 8% en Euskadi. Con Bildu como representante de la izquierda abertzale, el voto nulo ha vuelto a niveles normales del 1,37%: en el resto de España el crecimiento del voto nulo ha sido mayor. Por poner un caso cercano pero no representativo: en mi mesa electoral, de 505 votantes más del 5% de votantes han apostado por el voto blanco o nulo, y no por errores, sino nulos realmente, de papeletas tachadas con un gran "NULO", exposiciones de por qué votan en nulo, alusiones al "15-M"... y destaco que parte de los nulos eran papeletas del PSOE con el NULO escrito encima de la lista de candidatos. Debo añadir que, compensando la caída socialista, en mi mesa IU y UPyD casi empataban en votos, con un 9% cada uno, y con el PP sin aumentar o perder sustancialmente sus votos. Repito que no es representativo, pero por desconocimiento de lo sucedido en las miles de mesas electorales de España.

En resumen a ello, creo que los indignados sí que han echo mella en el resultado electoral. La indignación, recuerdo, no nace en el 15 de mayo, sino que esta es su plasmación física. Claro que ha habido movilización de la derecha por una campaña interminable de acoso y derribo de Zapatero, pero también ha existido al mismo tiempo un enfado creciente de la ciudadanía de izquierda ante un PSOE que no han visto a la altura de las circunstancias ni ha reaccionado en la manera que ellos querrían. Si el 15-M fue la plasmación física, el 22-M fue la plasmación electoral. No nos engañemos, puede que parte de los concentrados en las plazas de España sean grupos que han dado desde siempre la espalda al sistema y no creen en él, ¿pero de verdad pensamos que los que se han movilizado hasta Sol para concentrarse, aquellos que no pueden sustraerse de sus tareas cotidianas y no tienen más tiempo que una tarde o una noche para acudir son antisistema? No, queridos lectores. En Sol y en las demás plazas de España había gente que creía en la política (y como decía una pancarta "creo en la política, desconfío del político"), gente que votó ayer, que pudieron votar a IU, también al PSOE, incluso UPyD, o a cualquier partido por diferentes motivos, pero también que iban a votar en blanco y en nulo. O directamente, no votar, algo que tampoco se escapa de la escasa movilización de unas elecciones municipales.

Dentro de los indignados, muchos son potenciales votantes más cercanos al PSOE. Si el Partido Socialista ha perdido buena parte de su poder municipal y autonómico, es al Partido Socialista al que le corresponde tomar nota. Dije que tras las elecciones los partidos y en concreto el Socialista debían escuchar a los ciudadanos. Mantengo lo dicho y me ratifico en manifestar que el PSOE debe tener en consideración que hay aspectos que se deben cambiar, y no de un modo genérico y vacío como los que dicen siempre "algo mal habremos hecho". ¿Pero qué? No hace falta descubrir el Mediterráneo para señalar algunos puntos: han estado toda la semana denunciándolos en la Puerta del Sol. Corrupción, alejamiento político-ciudadano, falta de representatividad, ausencia de mejores mecanismos de participación, ética en la política, subordinación de nuestros representantes ante poderes económicos con otros intereses...

El PSOE no está exento de caer en estos males. Es preocupante, cierto, que al PP no le afecte la corrupción: la pregunta que hay que hacerse es si a cierto votante conservador no le importa lo que hagan con el dinero público mientras a él no le afecte directamente en su nivel de vida, si mantiene una postura crítica y razonada ante lo que haga el partido con el que más simpatiza, si se cree lo que sueltan ciertos medios de comunicación... podríamos llevarlo a otras preguntas como si la derecha carece de alternativas moderadas con las que competir, o si la sociedad española está realmente mal si parte de sus ciudadanos han perdido, si lo tuvieron, un espíritu cívico. Un problema grave del PSOE es que parte del mismo pretenda que lo mismo funcione para ellos. Ayer también hubo elecciones en Bremen, uno de los bastiones del SPD: la derecha alemana, la CDU y los liberales, pierden votos, hasta tal punto que el FDP sale de su parlamento regional. Incluso en regiones conservadores como Baviera o Baden la democracia cristiana puede caer estrepitosamente. La CDU no ha dejado de perder votos desde que Merkel es su candidata a canciller. Sabemos que todo poder es un mal, pero es el mal menor: por eso debe existir pero controlado, premiando o castigando según lo prometido o lo realizado. En Holanda los democristianos dejaron paso a los liberales como primera fuerza. En Flandes los democristianos, el primer partido de toda la vida, cayeron frente a un nuevo partido como protesta de los ciudadanos. ¿Por qué hay sociedades que no tienen miedo a cambiar democráticamente su mapa político? Pensemos seriamente si el modelo de la sociedad española es el más indicado para la salud democrática del país.

Viendo la otra cara de la moneda, esto es, la rotunda victoria conservadora, nos anuncia muchos o renovados gobiernos de la derecha: autonomías como Castilla-La Mancha o la definitiva desaparición del cinturón rojo madrileño, que pasarán a nuevas manos. Esas manos ahora van a tener la oportunidad de enseñarnos cómo, con su varita mágica, podrán "salvar a España". Veremos qué medidas tomarán, que recortes harán, veremos si serán un foco de tensión contra el gobierno de la nación. Si son capaces de sacarse el conejo de la chistera, aplaudiré. Ya no valdrá engañar a los españoles: ellos tienen mucha responsabilidad en la escasa salud democrática de España, en la existencia de un paro juvenil tan alto y en el desempleo y la economía sumergida que existe. Su éxito deparará en una gran responsabilidad y control. La oposición no deberá estar ociosa. No olvidemos que, en porcentajes y número de votos, autonomías tan controladas por los conservadores como Madrid o Valencia el PP pierde votos. Estaremos atentos.

Y ahora, a escuchar y a reflexionar...

miércoles, 18 de mayo de 2011

El movimiento 15 de mayo: la respuesta de los partidos


Faltan cuatro días para acudir a las urnas y renovar los municipios y autonomías. El éxito de la convocatoria de Democracia Real Ya -un éxito tanto mediático como en concurrencia por toda España- ha puesto nerviosos a los partidos políticos. La junta electoral de Madrid ha prohíbido la manifestación convocada para esta tarde en Sol, en base a que "puede afectar a la campaña electoral y a la libertad del derecho de los ciudadanos al ejercicio del voto", pero lo cierto es que ya afecta a la campaña electoral, como ha dicho Pedro Blanco en la SER de Madrid.

Izquierda Unida ha sido el partido que ha acogido con más entusiasmo las protestas, no sé si más por aceptación sincera del movimiento o por miedo a no ser el canalizador de la protesta de la izquierda frente al Gobierno socialista. Cayo Lara ha visto el potencial de la protesta y se ha apresurado a declarar que "no formamos parte de la clase política al uso", en un intento de separarse de las críticas a la clase política.

El PSOE ha recibido con cautela el movimiento. Los socialistas temen que los mensajes de las protestas, que creen que vienen de antiguos votantes decepcionados, calen en los indecisos y potenciales abstencionistas y se unan en el voto de castigo por la gestión de la crisis. Desde el PSOE de Madrid, el candidato a la Comunidad de Madrid, Tomás Gómez, se ha sensibilizado con los manifestantes a la vez que ha reivindicado que la política es "un canal para cambiar el mundo, para cambiar lo que está mal". Los medios de comunicación afines a la izquierda, en diversos debates, han valorado igualmente con cautela y en ocasiones con reservas las motivaciones y organizadores del movimiento del 15 de mayo. Fernando Vallespín, en la SER, hablaba que este malestar que se va generando es el caldo de cultivo de futuros populismos, a imagen de los que se están desarrollando en Europa.

El PP, por último, ha sido el que más ha condenado la existencia de las protestas. Con la ayuda de su red mediática, ha potenciado las imágenes de la violencia de los minoritarios radicales del domingo, hasta el punto de convertirlas prácticamente en las únicas imagénes de la protesta, como pudo verse en uno de los debates de la televisión de Intereconomía. Se les ha llamado radicales, antisistema, violentos. Los conservadores mantienen dos tesis: una, que el movimiento afecta únicamente a la izquierda y, por consiguiente, su existencia beneficia electoralmente a la derecha mediante la desmovilización del electorado progresista; dos, la de Esperanza Aguirre, que ha acusado a PSOE e IU de manipular el movimiento contra la derecha, ha insinuado que Tomás Gómez envió a un "sicario" (sic) a sondear cómo sería recibida una hipotética visita del candidato socialista.

Las protestas han provocado un auténtico pavor en Aguirre, al desarrollarse frente a su despacho de Sol, pidiendo que fueran a manifestarse a La Moncloa, obviando la candidata de la derecha que no se manifiestan contra ella, sino contra toda la clase política que les decepciona, en una de las plazas más emblemáticas y céntricas de la capital de España. El alcalde de Madrid, Ruiz-Gallardón, siguiendo las consignas de los medios conservadores, no ha distinguido entre manifestantes y violentos para desacreditar las protestas diciendo que "su argumentación queda absolutamente desautorizada desde el momento en que se practica la violencia".

Por último, Mariano Rajoy ha sido el más directo en hacer una defensa cerrada de la clase política, en un modo casi de casta, justo lo que critican los manifestantes, al hacer una gran defensa del modo actual de hacer política.

Lo fácil no es descalificar a los políticos, en contra de la opinión de Rajoy. Lo fácil es quedarse tranquilamente en casa viendo la tele y creyéndose lo que unos medios de comunicación con claros intereses dicen. Lo difícil es que estas protestas no sean flor de un día, que se activen no sólo ante grandes acontecimientos como unas elecciones o que se desarrollen incluso en momentos donde no exista crisis. En Facebook, un amigo me decía que por qué no protestaban igual cuando aún no había estallado la crisis y la burbuja inmobiliaria. Protestaban, pero muy pocos. Por eso es difícil que en sociedades tan conformistas y consumistas como la nuestra calen manifestaciones de este tipo y tengan una decidida incidencia sobre la sociedad civil.

No se debe criminalizar al movimiento, sino admirarlo y loar el carácter pacífico que le imprimen. La clase política no puede esconderse, ni hacer una férrea defensa de sus acciones. La realidad objetiva es que la clase política es considerada uno de los problemas existentes en el país y goza de escasa confianza por la ciudadanía, luego existe un problema que hay que abordar. No hay que descalificar las reclamaciones realizadas, sino que los partidos deben escuchar, tenerlas en cuenta y hacerlas suyas, si no todas la gran mayoría. Muchas de ellas son propuestas queridas a los oídos de la izquierda en general y de la socialdemocracia en particular.

Me agrada leer las reclamaciones hechas y comprobar que en buena parte son las mismas realizadas desde las bases y los cuadros del Partido Socialista. El Partido Socialista es el partido que más debe escuchar a la calle, como gran partido de la izquierda, y "aplicarse el cuento", si quiere seguir siendo no sólo el gran partido de la izquierda, sino también el gran partido de España. Coinciden ciudadanos, bases y dirigentes, ¿cuándo se dará el gran paso adelante?
"Instrúyanse, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitaremos todo vuestro entusiasmo. Organí­cense, porque necesitaremos toda vuestra fuerza".

Antonio Gramsci, Fundador del Partido Comunista Italiano

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