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martes, 10 de noviembre de 2009

Octubre rojo (y II): Noviembre


Si en la primera entrega hablaba de la revolución rusa de febrero de 1917, hoy toca hablar de la de octubre, noviembre en el calendario gregoriano. Con un poco de retraso, más que el que lleva el calendario juliano, pero es lo que tiene el estudio como prioridad.


Siguiendo el relato de Trotsky, la revolución de febrero se vio sobrepasada por el discurrir de los acontecimientos. El gobierno provisional, dominado por los partidos burgueses liberales y democráticos, seguía sin afirmarse como el único poder superior. La guerra, cada vez más impopular, seguía y el frente occidental se hundía, perdiendo el Báltico y en Ucrania y otras regiones periféricas tomaba fuerza la idea de la secesión. Los soviets de obreros y soldados se radicalizaban y elegían diputados bolcheviques. Lenin regresó del exilio y preconizó la toma insurreccional del poder como forma de dar todo el poder a los soviets. Kerensky maniobraba para hacerse con el poder, atrapado entre el radicalismo bolchevique de las jornadas de julio y la reacción burguesa, con el golpe de Kornilov como mejor manifestación.


En octubre juliano, cuando Lenin juzgó maduras las condiciones para que el partido bolchevique se hiciese con el poder, la Guardia roja se alzó en Petrogrado el día 25, tomando los edificios de la administración y el Palacio de Invierno, sede del gobierno provisional. El golpe, exento de la movilización de grandes masas, fue rápido: la Guardia roja apenas encontró oposición en la toma del poder. Kerensky huyó y el Segundo Congreso Panruso de los Soviets, dominado por bolcheviques y socialrevolucionarios de izquierda decidió otorgar el poder a los soviets rusos y creó el Consejo de Comisarios del Pueblo, presidido por Lenin y dominado por los bolcheviques.


Sin embargo, la convocatoria de la asamblea constituyente se mantuvo firme, hasta que fue disuelta tras su constitución, donde el partido bolchevique era minoría y el partido socialrevolucionario estaba profundamente dividido. Por otro lado, el dominio bolchevique se imponía con dificultad: en Moscú hubo grandes enfrentamientos por el control de la ciudad y los países bálticos, además de Ucrania, declararon su independencia. Los grupos contrarios al poder bolchevique, los anarquistas, mencheviques, socialrevolucionarios, burgueses y zaristas radicales sostuvieron una guerra civil de dos años, sin una unidad de acción contra el nuevo poder. La derrota de los ejércitos blancos permitió la consolidación del régimen soviético y el establecimiento de un Estado proletario que pretendía transitar al socialismo.

jueves, 2 de julio de 2009

El pensamiento político de Trotsky y Stalin: dos visiones del comunismo


Trotsky, antes de enfrentarse con Stalin contribuye a construir la doctrina leninista y a la que luego contribuyó su rival en la Unión Soviética. La revolución permanente y la internacionalización de la misma son sus planteamientos.


Trotsky justifica el paso de la revolución de febrero a la de octubre sin solución de continuidad (primer pilar), las transformaciones sociales como profundización permanente en todos los ámbitos hacia el socialismo (segundo pilar), de forma paulatina pero sin descanso. Por ello, se opone a la Nueva Política Económica y defiende el comunismo de guerra.


Defiende la globalización de los sistemas económicos porque el capitalismo sobrepasa todas las fronteras. La revolución debe extenderse a los eslabones fuertes y débiles del capitalismo.


Hasta la muerte de Lenin esto no se cuestionó, sino que se adaptó en la política del Komintern o en la URSS, como unión de diversos territorios hasta alcanzar un nivel mundial y universal. Esto choca con el socialismo en un solo país de Stalin. Trotsky publica en 1924 “Lecciones de octubre” y reitera la revolución permanente, reeditado en 1930 en “La Revolución permanente”, en el exilio, pero con las mismas ideas de 1905. Stalin le acusa de denigrar al partido y al pueblo ruso, de no ser capaces de llegar al socialismo.


En 1936, en “La revolución traicionada”, se suma a la socialdemocracia en la acusación de que la URSS es totalitaria y que el partido ha absorbido al proletariado, pero no critica lo anterior a Stalin. Con Stalin se ha degenerado en un cuerpo burocrático, un país aislado y en un pluralismo y una democracia interna eliminada. Es una pausa del capitalismo al socialismo, una negación del mismo y de las contradicciones externas e internas.



Stalin se enfrenta al tercer pilar de las tesis de Trotsky, la expansión mundial. Stalin se basa en la deificación de Lenin, y a él como continuador e intérprete del marxismo-leninismo. Para no contradecirse con Lenin, distingue la construcción del socialismo de la construcción definitiva, que sí necesita la revolución mundial. Lo fundamental es construir primero el socialismo en un solo país, a lo que se deben subordinar el resto de movimientos y partidos comunistas del mundo. Mantiene que el Estado debe seguir existiendo porque el capitalismo mundial aún resiste. Repite los postulados de Lenin de militancia ferviente y de intelectualidad orgánica.


La diferencia es el grado de concentración del poder en manos de una persona. Se recupera la idea del patriotismo ruso para demostrar que los rusos pueden construir el socialismo, hasta que bajo el liderazgo soviético se llegue a todo el mundo.

miércoles, 29 de abril de 2009

El pensamiento político de Lenin: Tras la revolución (y IV)


Tras la revolución, el partido recupera todo su valor, se libra del campesinado en su dictadura del proletariado y del campesinado, y los proletarios son sustituidos por el partido. Acaba siendo la dictadura del partido proletario.


El partido bolchevique se acaba por convertir en el único partido legal tras la disolución de la asamblea constituyente, controla el ejecutivo, el legislativo, los Soviets, los sindicatos y establece la policía política. El poder termina de concentrarse en la dictadura de los líderes del partido.


Lenin lo justifica por el problema de la relación entre el partido y los gobernados. Si no hay más interés de clase, los líderes representan al proletariado, independientemente de que el proletariado lo quiera o no, y entonces los líderes representan el interés de los proletarios. Así, el partido dirige el Estado y la industria en lugar de los obreros. A esto Lenin lo llama la democracia proletaria.


Lenin entra en debate con los otros pensadores socialistas. Kautsky, en “La dictadura del proletariado”, califica al modelo soviético como antidemocrático y antisocialista. Para él, el modelo de dictadura proletaria es la Comuna de París. Lenin, en “La revolución proletaria y el renegado Kautsky”, le acusa de ignorante y de no saber distinguir la democracia burguesa de la obrera, porque cada una responde a los intereses de su clase específica. La consecuencia es que la socialdemocracia se aleja de Lenin porque la dictadura soviética presenta más Estado y más opresión que la dictadura de la burguesía.

viernes, 24 de abril de 2009

El pensamiento político de Lenin: El partido bolchevique (III)


Pero para ser coherente con la ortodoxia marxista, en “Qué hacer”, de 1902, y en “Un paso adelante, dos pasos atrás” de 1904, adecua las condiciones subjetivas a Rusia. Prolonga el estudio sobre los comunistas, la vanguardia del movimiento obrero. Para él, cualquier movimiento obrero por sí solo, es burgués, espontáneo, reformista y sindicalista. Necesita la teoría revolucionaria, que viene de fuera, del partido obrero, y sólo de él. Y más concretamente, de la minoría de líderes del partido. Ellos establecen las líneas generales a seguir.


El SPD alemán, para Lenin, es burgués, porque por mucho apoyo que tenga, no es un partido revolucionario. El partido bolchevique de 1912 sí lo es, porque tiene la ideología marxista y la encarnación de la conciencia proletaria y la vanguardia obrera. Si el partido, y en ellos los líderes, son los que saben, el partido debe sustituir a los trabajadores, porque sin él no se puede hacer la revolución.


Por eso el partido bolchevique no es un partido abierto ni flexible, no busca una gran afiliación. Necesita una gran disciplina, es elitista, es inflexible ideológicamente, una estructura centralizada. En su cúspide están los teóricos que señalan el camino.


Tras ello debe haber unos agentes revolucionarios, sin importar su origen social, que se adhieran sin rechistar a la ideología. Es un modo de ejército, con gran efectividad, trabajo dividido y decisiones concentradas, formando un cuerpo.


Esto es el centralismo democrático: todos los cargos están abiertos a los militantes y son electivos, con libertad para deliberar pero, una vez elegidos los cargos y las líneas a seguir, todo es indiscutible, hay una subordinación jerárquica de los cargos. La autoridad viene de arriba, la confianza viene de abajo.


Los mencheviques acusaron a Lenin de adulterar el marxismo porque la revolución no se producía, sino que se provocaba de forma deliberada. El partido, según Lenin, decide cuándo las condiciones están maduras y le da un gran papel en el desarrollo de la revolución.


En 1917, previendo la revolución, Lenin esperaba mientras escribía “El Estado y la Revolución”, notas de lecturas de Marx y Engels con las que se quería oponer a la socialdemocracia alemana. Son notas con un alto grado de utopía e ingenuidad. Destaca distintos casos, rechaza que el socialismo se logre por el parlamento. Mientras exista la propiedad privada existirá el Estado burgués. El socialismo debe venir con la revolución violenta porque la burguesía peleará por conservar el poder. Tras el triunfo revolucionario el proletariado debe sustituir el Estado burgués por el Estado obrero, con la opresión hacia los burgueses y la emancipación de los obreros. A la fuerza, es democracia, asimilando la Comuna a los Soviets.


Su argumento es que está al servicio de la mayoría. Esa democracia consigue, por eliminación de la burocracia, menos papel del Estado, por una administración de los obreros en las empresas y en la administración general. Se elimina el parlamentarismo. Las instituciones representativas serán administrativas, porque el Estado va camino de la extinción. Pero no se sabe cuándo se terminará esa transición al comunismo.


Sin embargo, este programa de extinción del Estado se olvida. La dictadura del proletariado que se establece se aleja de esta premisa, y Lenin acaba por rebatirse a sí mismo.

miércoles, 15 de abril de 2009

El pensamiento político de Lenin (II): La revolución


La revolución, como imperativo moral, asumiendo las premisas de Marx, debe cumplir las condiciones objetivas y subjetivas. Sólo puede haber revolución en países de gran desarrollo capitalista y donde el proletariado tuviera conciencia de clase. Los territorios subdesarrollados deben industrializarse, según Marx, y reformarse con la revolución burguesa y el Estado liberal. El proletariado de alía con la burguesía para que avance la historia, y hacer acciones revolucionarias estratégicas. Esto Trotsky no lo asume, él ve factible la revolución socialista en Rusia tras 1905, y Lenin también lo ve. 1905 muestra las posibilidades revolucionarias del proletariado, se ha desarrollado una rápida y tardía industrialización, con un papel de la burguesía local corto, más por iniciativa estatal y extranjera. No hay burguesía para la revolución, pero el proletariado es importante, está concentrado y tiene conciencia de clase, con grandes posibilidades revolucionarias.

En una primera etapa la revolución sería burguesa, pero no debe detenerse, debe sucederle la revolución proletaria (tesis de la revolución permanente de Trotsky). Hay que reducir a la burguesía y al campesinado y esperar a las revoluciones paralelas en Europa para evitar la reacción occidental y así reducir a opositores interiores y exteriores.

Lenin es más cauto que Trotsky, cree que el apoyo europeo es esencial, da un gran papel al campesinado como sujeto revolucionario y como dictadura del proletariado y del campesinado. Trotsky cree que el marxismo es una guía de análisis, y Lenin ve dificultades para encajar la revolución rusa en las tesis marxistas, hasta la I Guerra Mundial y sus tesis reflejadas en “El imperialismo, fase superior del capitalismo”.

En esa obra, Lenin ve que se produce la concentración del capital en monopolios con gran peso en las economías nacionales, aparece un nuevo capitalismo financiero, por fusión de bancos e industrias, adquiere más peso la explotación de capitales en vez de mercancías y las grandes potencias se reparten el mundo colonial subdesarrollado.

Se produce un gran debate en los teóricos marxistas (Rosa Luxemburgo, Bujarin, Kautsky, Lenin…). La I Guerra Mundial es una guerra burguesa, imperialista, para tener más territorios coloniales. Es la expresión del colapso del capitalismo y de una gran crisis, de ahí que el imperialismo sea la última fase del capitalismo.

Los problemas de la I Guerra Mundial para Lenin son: Marx dijo que se produciría una gran crisis capitalista y se producirían las revoluciones en los países desarrollados. Pero en ellos la población entera se ha unido a la guerra. El capitalismo ha provocado alteraciones por el imperialismo: los trabajadores han incrementado su nivel de vida por la explotación de los trabajadores coloniales y se aburguesan teórica y prácticamente en el revisionismo socialista reformista, arrinconan la revolución y se luchan en la guerra contra otros trabajadores.

Se incrementa la explotación y las contradicciones de clase, y es más factible la revolución en los países menos desarrollados, que Lenin señala como la teoría del eslabón más débil del capitalismo. En Rusia se dan esas condiciones. Con atraso económico, político y social, una burguesía débil, opresión y subdesarrollo. Ahora ya coincide con Trotsky en la idea de revolución en Rusia.

domingo, 5 de abril de 2009

El pensamiento político de Lenin: Introducción (I)


El marxismo-leninismo ha sido visto como la revisión adulterada del marxismo o la fiel aplicación en una realidad determinada. La ortodoxia estalinista, en “Los principios del leninismo”, escrito por el mismo Stalin, es el marxismo en la época del imperialismo de la revolución soviética. Algunos ven en el bolchevismo la aplicación marxista a la realidad rusa, y los socialdemócratas como la no aplicación, la negación del marxismo.


La obra de Marx y Engels es abierta, plantea lugares vacíos, ambiguos, y da visiones contradictorias. El marxismo-leninismo es para Lenin el marxismo que él ve. Sus seguidores lo consideran un credo, un instrumento para hacer la revolución y la acción. Lenin convierte el marxismo en un dogma que no admite discusión, es una fe, con la fuerza que ello conlleva de adhesión militante.


Lenin siempre justifica todo paso como lo que hubiera hecho Marx, y cuando critica lo hace en base a que no se ajusta a los criterios de Marx. Lenin lo ve como una teoría para la acción, un conjunto de pautas para estudiar cada posibilidad para que la acción tenga éxito.


La práctica se adelanta a la teoría que la argumenta, siempre justificado en Marx. Si el marxismo es dogma, la revolución es un imperativo moral. Para hacerla hay que distanciarse del modelo de la socialdemocracia rusa y occidental. Es el distanciamiento del revisionismo y del reformismo, porque se alejan de la revolución: hay que volver a los orígenes y a la teoría revolucionaria.


En un mundo de lucha de clases no puede haber neutrales, siempre hay posición burguesa y posición proletaria. Lenin no cree en la objetividad científica, es un intelectual militante, uno actúa siempre en función de su clase.


La visión contradictoria es el marxismo como credo. Lenin justifica todo en axiomas, el materialismo dialéctico es incuestionable, no hay neutralidad entre clase obrera y burguesa.


La ideología es para Marx el engaño de la realidad. Para Lenin queda vinculado a la clase obrera y burguesa. Para Antonio Gramsci, Lenin es un intelectual orgánico, todo se ve desde una perspectiva ideológica de clase.

"Instrúyanse, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitaremos todo vuestro entusiasmo. Organí­cense, porque necesitaremos toda vuestra fuerza".

Antonio Gramsci, Fundador del Partido Comunista Italiano

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