El ministro de Educación, José Ignacio Wert, ha presentado el último borrador de la contrarreforma ideológica que prepara el Partido Popular sobre el sistema educativo español. El anteproyecto es el certificado de defunción de la LOE de 2006 y de sus principios de consenso en la comunidad educativa, la autonomía escolar, la educación en valores ciudadanos y la progresiva mejora del sistema educativo. Es un proyecto que no contenta a nadie, excepto a los aliados del PP: la Iglesia Católica y los centros educativos privados. Un proyecto que contempla la destrucción del sistema educativo español y de sus valores, volviendo no solo atrás, sino a ninguna parte, no puede ser una reforma; es una contrarreforma. El posicionamiento ideológico de la derecha española no solo va contra los ideales del progreso y del carácter público y universal de la educación, sino en contra de las recomendaciones de la Unión Europea y contra los intereses de la comunidad educativa. Padres, profesores y estudiantes no cuentan en las preocupaciones de Wert.
Pero, ¿qué propuestas concretas contiene la contrarreforma educativa? Repasemos algunas:
- Evaluaciones en Educación Primaria: en 2º o 3º, y a final de este ciclo educativo, se harán unas pruebas en lectura, cálculo y resolución de problemas. En sí mismo, esta medida es aceptable siempre y cuando no derive en una preocupación única para los centros educativos en los resultados obtenidos en lugar de la adquisición de competencias requeridas que, por otra parte, aparte de las tres principales, ¿no tienen una evaluación externa las demás? Da la impresión que solo se preocupan por mejorar los resultados de cara al informe PISA que, como sabemos, no recoge resultados de todas las competencias que se deben adquirir en la educación.
- Al final no se reducirá la duración de la ESO (4 años) ni se ampliará la del Bachillerato (2 años). Los tres primeros cursos de la ESO formarán un ciclo con menos asignaturas, con especial refuerzo de las troncales. 4º de ESO será un curso de iniciación a FP o a Bachillerato. En ese aspecto, me alegro de que la reducción de la ESO planteada inicialmente por Wert no se lleve a cabo, ya que crearía una incongruencia provocar terminar la educación obligatoria a los 15 años (si el alumno no repite ningún curso) cuando, por ley, la escolarización obligatoria finaliza a los 16. Otra opinión que mantengo es la necesidad de aumentar los cursos de Bachillerato a tres años, finalizando, sin repeticiones, a los 19 años, permitiendo mejorar la adquisición de competencias, una mejor distribución de materias y una elección más madura a la hora de optar o no a la enseñanza universitaria.
- Evaluación final y externa en la ESO. Al final, las evaluaciones en Primaria y Secundaria son un rescate de las "reválidas" antiguas y que ya estaban contempladas en la LOCE de Pilar del Castillo. Como en el apartado, anterior, mantengo la misma opinión acerca de estas reválidas.
- Desaparición de la PAU y sustitución por una nota combinada entre las calificaciones de Bachillerato, una prueba final y los requisitos de admisión de las universidades. La desaparición de una prueba nacional y general por implementar requisitos de las universidades, acordados entre estas o no, la veo como una forma de perjudicar a la universidad pública a favor de la privada.
- Recorte de la autonomía educativa. Pese a que Wert ha presentado en su contrarreforma un "aumento de la autonomía", lo cierto es que la dirección de los centros educativos estará controlada por las administraciones con un aumento de su peso en la selección de directores, que además no podrán ser un profesor cualquiera del centro, sino solo los que hayan hecho un curso de dirección. Un golpe a la autonomía implementada desde la aplicación de la LOGSE. Curioso que se haga este recorte a la vez que se reconoce que "a mayor autonomía de los centros, mejores resultados se obtienen".
- Desaparición de EpC y reforzamiento de Religión. Las presiones más conservadoras han conseguido que Wert proponga que no haya ni EpC ni el sucedáneo de "Educación Cívica y Constitucional", más que brevemente en 2º de ESO. Esto es un duro golpe para la transmisión de valores y, en especial, para la adquisición de la competencia social y ciudadana. La educación de un país democrático no consiste solamente en aprender a leer, contar y solucionar problemas: la educación de los países democráticos debe transmitir unos valores de respeto, colaboración y solidaridad con los demás; en definitiva, la educación forma a los ciudadanos del futuro. Wert destruye esto y prima la educación religiosa, a la que pretende dedicar igual número de horas que a las asignaturas específicas.
- Profesores "expertos" (¿nativos?). Una victoria "moral" para Esperanza Aguirre. Wert pretende que las administraciones puedan contratar a profesores "expertos" (que habría que detallar qué considera Wert "experto"), sin pasar por concurso oposición, para la educación bilingüe/plurilingüe. La introducción en el sistema educativo de una lengua extranjera como puede ser el inglés es un elemento positivo, mas no puede usarse como tapadera para reducir el número de profesores y privatizar por la puerta trasera la contratación de personal educativo. La vía de auxiliares de conversación, como ayudantes del profesor, es una buena vía mientras debiera intentarse aumentar el nivel de inglés en las nuevas generaciones de docentes.
- Lengua vehicular. Este punto ha soliviantado a la Generalitat de Cataluña y a la mayoría de partidos catalanes, partidarios de la inmersión lingüística en catalán en la educación. Realmente, pasadas las elecciones catalanas y con el suflé soberanista deshinflándose poco a poco, Wert da un nuevo soplo de aire a las reclamaciones nacionalistas. La contrarreforma aparca a la enseñanza de las lenguas cooficiales a la categoría de especialidad. Además, dispone que debe haber un "reparto razonable" de asignaturas ofrecidas en castellano y en la lengua cooficial, pero, ¿cuál es el reparto razonable? Las sentencias del Tribunal Supremo reconocen, en el caso catalán (la principal fuente de conflicto entre los nacionalistas catalanes y el PP), el idioma catalán es lengua vehicular junto con el castellano, si bien puede darse una preeminencia del catalán sobre el castellano (y jamás exclusión de ningún tipo de cualquiera de estas dos lenguas). Por ello, ¿por qué enfrentarse con el modelo lingüístico catalán, si no es con ánimo de volver a resucitar la confrontación? Wert prevé que, en caso de no llegar a acuerdos, se obligue a las administraciones a pagar una plaza en un centro privado para todas aquellas familias que quieran que sus hijos se escolaricen en tal lengua como lengua vehicular. ¿No será esta disposición un modo de mantener vivo el enfrentamiento contra Cataluña y, a la vez, contentar a los escasos padres que exigen una educación íntegra en castellano, sufragado con el dinero de todos?
Wert crea más problemas de los que es capaz de resolver. Wert ha fallado como ministro de Educación. Wert ha roto el consenso en la comunidad educativa, quiere imponer un sistema que a la mayoría no gusta y sin escuchar la voz de los actores educativos. Wert mantiene la insana tradición española de hacer una ley educativa de partido a cada cambio de gobierno, sin buscar la colaboración política y educativa y sin avanzar sobre los logros de la LOGSE y la LOE. Detrás de los intentos de Wert por desmontar el sistema educativo está la ideología conservadora emanada desde FAES, la fundación del PP.
La sociedad española tiene que responder que no se puede aceptar jamás esta contrarreforma. Empezando por la vía legislativa y manteniendo la labor reivindicativa en las calles, demostrando al Gobierno y a la ciudadanía que la educación pública y de calidad es un patrimonio de todos y que debe mantenerse, tanto para beneficio de la sociedad, como para la transmisión de nuestros valores y el mantenimiento de la cohesión social de España. Por el bien de nuestra sociedad, las aspiraciones de Wert no deben llevarse a cabo.
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