“A usted le encantaría coger una camioneta, venirse de madrugada a mi casa y por la mañana aparecer yo boca abajo en una cuneta”. Esto es la respuesta de Francisco Camps a la intervención del portavoz del grupo del PSPV en las Cortes Valencianas, Ángel Luna. Para jugar al despiste, intentó enterrar las críticas de la oposición con un “la palabra corrupción es una palabra que va directamente adherida a la palabra socialista”. Pues que nos detengan a todos.
No es sino la enésima miseria de un político acorralado y desprestigiado. Derrumbada la imagen que tenía la opinión pública de él, no le importa recurrir a la comparación con José Calvo Sotelo, no importa trivializar los grandes horrores de las épocas agitadas de la historia española, no importa, en definitiva, ni la razón misma. Los diputados del grupo popular aplaudieron su alusión al paseo. Pero él ya ha visto, o le han hecho ver, la gravedad de sus palabras, y ha pedido un perdón a cambio de que los socialistas también se disculpen. Cuando ocurren estos aplausos al líder, cabe pensar si realmente atendían a lo que decía su presidente, si el aplauso, la aclamación, es ya algo mecánico, un gesto más de adulación y servilismo al líder partitocrático.
En esta entrada de despropósitos conservadores, podéis observar cómo Camps banaliza hechos como el asesinato y cómo ataca a la oposición. Camps atenta gravemente, como otros tantos caudillitos regionales conservadores, el funcionamiento del sistema democrático. Pero quiero poner otro ejemplo, cómo las bases jóvenes conservadoras atacan a la propia juventud y la pretenden sumir en la servidumbre.
Alertado por el autor del blog Don Tonteque, he visto un vídeo que condensa la esencia de la regresión conservadora. Ángel Rey, ponente del congreso provincial de las Nuevas Generaciones vallisoletanas, dice sobre el salario mínimo: “el salario mínimo atenta contra el empleo juvenil. Por eso, queremos reducirlo progresivamente hasta su eliminación”. El vídeo no dura ni dos minutos pero en pocas ocasiones se consigue condensar de forma magistral las intenciones de endurecer las condiciones de vida de los sectores sociales que menos tienen. No es de extrañar la poca concienciación social de los jóvenes privilegiados, aquellos que tienen papás muy influyentes y que les maleducan colmando sus caprichos.
La vida académica y laboral de una gran mayoría de jóvenes y trabajadores no empieza con el enchufe. Si otros predicaran con el ejemplo… ¿Qué tal un los altos sueldos atentan contra la ética laboral. Por eso, hay que reducirlos hasta su eliminación? Y aquí entra la famosa ley Beckham, el porcentaje de la tributación de los sueldos astronómicos y, muy importante, estudiar a fondo el sistema fiscal nórdico. Que un sueldo de menos de mil euros se dedique íntegramente a pagar hipoteca y facturas muestra que la bondad del liberalismo es una falacia. Que de un sueldo de cien mil euros se quite el 70% para que el Estado ofrezca las mismas oportunidades y servicios públicas a todos muestra que la bondad del modelo nórdico es un éxito.
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