Opinar sobre la huelga de los trabajadores del Metro de Madrid es difícil y no está exento de interés por varias partes. Es lógico que el ciudadano de a pie, el que acuda a su trabajo, un examen, o cualquier cita importante, pueda enfadarse. Pero echarle la culpa a los trabajadores del Metro de Madrid es una salida muy sencilla, a la vez que equivocada.
Para no entretenerse con este tema tan complicado, los trabajadores de Metro acuden a la huelga porque el recorte de salarios aplicado por el Gobierno de Esperanza Aguirre a todos los trabajadores públicos de Madrid rompe el convenio con los sindicatos de Metro. Los trabajadores de Metro no son funcionarios, sino que están sujetos a negociación colectiva. Los sindicatos del Metro intentaron negociar con el Gobierno de Esperanza Aguirre para llegar a un acuerdo.
Vulnerar el convenio colectivo supondría un grave precedente en la defensa y el respeto de los derechos de los trabajadores. Esta huelga no es exigir que no se lleven a cabo medidas, sino que se respete la ley y se negocie con los trabajadores.
Por supuesto, no hay que obviar el recurso de los trabajadores a impedir trabajar a otros compañeros, supuestas o agresias o, lo más notable, el incumplimiento de los servicios mínimos, cuestiones más que criticables. El afán antisocial de muchas administraciones ha llevado, comprobado está, a servicios mínimos abusivos, que la justicia no logra reconocer a tiempo. Un buen ejemplo son los ejemplos de los servicios mínimos en las huelgas en la sanidad, cuyo recurso puede demorarse años hasta una sentencia definitiva, en perjuicio de los derechos de los trabajadores.
Los trabajadores de Metro, por desgracia, no han tenido muchas alternativas dignas. Comprobamos la tremenda injusticia y desigualdad que se ejerce en muchos campos. Mientras las grandes fortunas escondidas en Suiza, a salvo de Hacienda, no sufrirán sanciones por sus delitos, los pequeños contribuyentes no disfrutan de esos privilegios. Mientras los grandes bancos, el poder financiero, los especuladores y todos aquellos culpables de la crisis se libran de dar un esfuerzo proporcionado a lo que han causado, son los trabajadores en quienes recae el mayor esfuerzo fiscal y salarial, además de la merma de sus derechos como trabajadores y como ciudadanos.
No quiero olvidar un paralelismo histórico, que sin duda le agradaría a la desgracia que gobierna Madrid, Esperanza Aguirre. A ella, que tanto le entusiasma emular a Margaret Thatcher, sin duda le habrá venido a la mente el pulso que mantuvo la "Dama de hierro" con los mineros en huelga de 1984, pulso que acabó ganando la primer ministro.
Por eso, tenemos que tener muy presente la Historia para razonar nuestros argumentos. La reacción de Aguirre a la huelga no es sólo porque quiera demostrar que su partido no es en nada proletario o social, sino porque quiere tumbar a los sindicatos, y con ellos los derechos de los trabajadores. Con ello, ya no habría límite para su soñado Estado liberal no intervencionista, antisocial y elitista.
Hoy, los ciudadanos debemos estar en solidaridad y comprensión con los trabajadores en huelga. Exigir servicios mínimos racionales y dejar trabajar libremente a los que quieran, por supuesto. Pero hoy la lucha es por los derechos de estos trabajadores, para que mañana sean los de todos, manteniendo un movimiento sindical sincero, por encima de la huelga general, ritual de las direcciones centrales de los grandes sindicatos, más preocupados por seguir viviendo a costa del Estado y de los trabajadores, no para los trabajadores.
Para no entretenerse con este tema tan complicado, los trabajadores de Metro acuden a la huelga porque el recorte de salarios aplicado por el Gobierno de Esperanza Aguirre a todos los trabajadores públicos de Madrid rompe el convenio con los sindicatos de Metro. Los trabajadores de Metro no son funcionarios, sino que están sujetos a negociación colectiva. Los sindicatos del Metro intentaron negociar con el Gobierno de Esperanza Aguirre para llegar a un acuerdo.
Vulnerar el convenio colectivo supondría un grave precedente en la defensa y el respeto de los derechos de los trabajadores. Esta huelga no es exigir que no se lleven a cabo medidas, sino que se respete la ley y se negocie con los trabajadores.
Por supuesto, no hay que obviar el recurso de los trabajadores a impedir trabajar a otros compañeros, supuestas o agresias o, lo más notable, el incumplimiento de los servicios mínimos, cuestiones más que criticables. El afán antisocial de muchas administraciones ha llevado, comprobado está, a servicios mínimos abusivos, que la justicia no logra reconocer a tiempo. Un buen ejemplo son los ejemplos de los servicios mínimos en las huelgas en la sanidad, cuyo recurso puede demorarse años hasta una sentencia definitiva, en perjuicio de los derechos de los trabajadores.
Los trabajadores de Metro, por desgracia, no han tenido muchas alternativas dignas. Comprobamos la tremenda injusticia y desigualdad que se ejerce en muchos campos. Mientras las grandes fortunas escondidas en Suiza, a salvo de Hacienda, no sufrirán sanciones por sus delitos, los pequeños contribuyentes no disfrutan de esos privilegios. Mientras los grandes bancos, el poder financiero, los especuladores y todos aquellos culpables de la crisis se libran de dar un esfuerzo proporcionado a lo que han causado, son los trabajadores en quienes recae el mayor esfuerzo fiscal y salarial, además de la merma de sus derechos como trabajadores y como ciudadanos.
No quiero olvidar un paralelismo histórico, que sin duda le agradaría a la desgracia que gobierna Madrid, Esperanza Aguirre. A ella, que tanto le entusiasma emular a Margaret Thatcher, sin duda le habrá venido a la mente el pulso que mantuvo la "Dama de hierro" con los mineros en huelga de 1984, pulso que acabó ganando la primer ministro.
Por eso, tenemos que tener muy presente la Historia para razonar nuestros argumentos. La reacción de Aguirre a la huelga no es sólo porque quiera demostrar que su partido no es en nada proletario o social, sino porque quiere tumbar a los sindicatos, y con ellos los derechos de los trabajadores. Con ello, ya no habría límite para su soñado Estado liberal no intervencionista, antisocial y elitista.
Hoy, los ciudadanos debemos estar en solidaridad y comprensión con los trabajadores en huelga. Exigir servicios mínimos racionales y dejar trabajar libremente a los que quieran, por supuesto. Pero hoy la lucha es por los derechos de estos trabajadores, para que mañana sean los de todos, manteniendo un movimiento sindical sincero, por encima de la huelga general, ritual de las direcciones centrales de los grandes sindicatos, más preocupados por seguir viviendo a costa del Estado y de los trabajadores, no para los trabajadores.
3 comentarios:
Te pongo en la lista que he recopilado en mi blog de entradas a favor de la Huelga. Salud compañero.
En el Metro de Madrid, se pretende romper un convenio colectivo, respetado desde el año 1962, incluso por un régimen fascista, como es bien sabido, sin problemas a la hora de asesinar y ejecutar.
Si romper un convenio colectivo, es el primer ejercicio de inmundicia contra el trabajador, disponer de unos servicios mínimos abusivos para desmontar una huelga legal, es el segundo. Evidentemente a partir de estas actuaciones, todas las consecuencias posteriores tienen unos culpables y negar la mayor para arremeter contra el afectado, es naturalmente exclusivo de gentuza.
Puedes leer mi comentario completo en:
http://el-pinto.blogspot.com/2010/07/piratas-enel-metro.html
Me gusta la reflexión "arremeter contra el afectado, es naturalmente exclusivo de gentuza". Pero atención, el afectado es el pueblo de Madrid que se ha visto secuestrado por los trabajadores de metro.
La cuestión es: ¿Podemos permitir que nos utilicen como rehenes? ¿Podemos permitir que la gente humilde que tiene que ir a trabajar en metro -porque no puede pagarse un transporte privado- tenga que sufrir retrasos o pagarse un taxi? ¿Podemos permitir que se incumplan servicios mínimos en un servicio público tan esencial?
http://elblogdelgatete.blogspot.com/2010/07/metro-de-madrid.html
Publicar un comentario