No debe sorprendernos la propuesta de reforma constitucional del presidente de Venezuela. Poco a poco, sin prisa, ha introducido reformas que permitan su perpetuación en el poder. No existe socialismo del siglo XXI, existe chavismo, y chavismo solo con Chávez.
Las esperanzas de las clases humildes venezolanas, cansadas de un sistema de partidos corruptos, cansadas de unas desigualdades escandalosas, de pobreza, de marginación, se van desvaneciendo. Las clases humildes le dieron su apoyo, y él les ha dado ayudas, subvenciones, escuelas, pero no las ha sacado de la pobreza, la pobreza se ha mantenido. Su política se sustenta en los ingresos del petróleo. Así, su gobierno se puede resumir en un lema: pan para hoy y hambre para mañana. Un "socialismo" insostenible.
Y no tiene alternativa, por desgracia. Su alternativa existente son los viejos partidos y otros nuevos levantados en torno a unas personas. Los mismos corruptos que las clases humildes les dieron la espalda. No existe una democracia cristiana creíble, no existe una socialdemocracia creíble. La socialdemocracia se corrompió y traicionó a sus propias bases para verse engullida por el neoliberalismo y la amalgama opositora a Chávez. No hay, repito, alternativa creíble. La socialdemocracia venezolana, para recuperar su posición, debe refundarse para ser una opción progresista frente al chavismo.
Ante las pretensiones de perpetuación de Chávez, sólo queda esperar y apoyar a la sociedad venezolana, para evitar la creación de una dictadura de facto y un culto a la personalidad de su presidente. Y desde el socialismo democrático mundial debemos apoyar a los progresistas venezolanos para configurar un nuevo partido socialdemócrata que sea alternativa tanto a la amalgama neoliberal como al polo chavista, que mucho nos tememos Chávez tenga preparado configurarlo como un partido único.
Democracia frente a dictadura, libre opinión frente a adoctrinamiento, socialismo democrático frente a chavismo.
1 comentario:
Partido Arco Progresista de Cuba
La Habana,1.10.2009
Carta de solidaridad con socialdemocracia venezolana
Venezuela está siendo revisitada por su propia historia, una historia demasiado conocida por América Latina: Buscando la consolidación de un régimen claramente autocrático, con la pretensión del siglo XXI, modo actualizado fascistóide de siempre, ampulosidad de los recién llegados, con modales indecentes y típicos del delincuente, irrespetuosidad de quienes han recibido una educación deficiente, irresponsables que en América Latina sobran, que piensan que pueden controlar el futuro para siempre.
Otra más de las estafas políticas no ideológicas, que se ha instalado en el imaginario de una izquierda reivindicativa, pero que es incapaz de articular un proyecto serio e imaginativo, y que se monta en cualquier triunfo político con retórica y apariencia para los pobres. La izquierda socialdemócrata cubana conoce bien de cerca las nefastas consecuencias del uso gratuito, prolongado y monopólico del lenguaje de izquierda por regímenes típicamente nepóticos. Nada nuevo.
Los efectos de lo que en propiedad debemos llamar Chavismo están siendo duro para la viabilidad estratégica de una agenda progresista continental. Los socialdemócratas venezolanos son las primeras víctimas del sistemático esfuerzo del Chavismo, coronado por no pocos éxitos, de minar la convivencia democrática y el juego del pluralismo. La solidaridad del Arco Progresista quiere unirse a la de otras fuerzas progresistas dentro y fuera del continente para enviarle a nuestros compañeros en Venezuela un mensaje vigoroso de apoyo, conscientes de que la denuncia tiene valor solo si sirve para adelantar propuestas estratégicas y positivas que conecten con los ciudadanos, animando su voz y articulando un nuevo y mejor rumbo para nuestros países.
La solidaridad con la Socialdemocracia Venezolana es algo más que un deber. Constituye también la defensa adelantada de una mejor propuesta progresista continental: aquella que asocie equidad, con la voz y las libertades de los ciudadanos, en medio de unas reglas claras del juego respetadas por todos. Es importante además por necesidad geoestratégica.
Un régimen situado en la copa de la corrupción global, que solicita con despreocupación y solemnidad y en nombre de Simón Bolívar, reconocimiento para narcoguerrilleros y secuestradores; que despliega una carrera armamentista sin precedentes continentales; que inundando de petróleo intenta desplegar una estrategia nuclear en una región desnuclearizada; amigo de Mugabe, aferrado al poder a costa del bienestar de su pueblo; amigo de los regímenes de Irán, Sudán y Libia, que destrozan a sus mujeres y algunos de los cuales niegan el Holocausto; que por encima de todo es incapaz de garantizar la canasta básica para los pobres; un régimen que criminaliza la protesta de los estudiantes y trabajadores, coarta la libertad sindical pretendiendo imponer sindicatos patronales en elecciones amañadas; que arrebata el mandato popular y elimina competencias a Alcaldes y Gobernadores encarcelando a sus funcionarios; un régimen que supuestamente pretende destruir un imperio al que le vende petróleo puntualmente, con el fin de construir el suyo, ¿algo más grotesco?; es un régimen que debe despertar la preocupación y la ocupación de toda América Latina y no solo la de los progresistas.
Los progresistas cubanos estamos bien alertas al lado de nuestros compañeros venezolanos. Ya denunciamos con fuerza la idea, que no consideramos dormida, de crear una confederación entre Venezuela y Cuba, que no sería en beneficio de nuestros ciudadanos, sino de unir la experiencia y el petróleo de dos sobradas autocracias. Creemos sin embargo, que debemos animar una estrategia progresista conjunta que sirva de plataforma para conjugar a fuerzas y a pensadores demócratas de nuestro hemisferio si es que queremos ofrecer una mejor alternativa a nuestros ciudadanos.
El Chavismo no merece el futuro.
Manuel Cuesta Morúa
Portavoz
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