http://www.elpais.com/articulo/internacional/Arranca/campana/Italia/elpepuint/20080214elpepiint_6/Tes
http://www.elpais.com/articulo/internacional/partido/familia/elpepuint/20080124elpepiint_6/Tes
*Recomiendo leer sendos artículos de El País para quien pueda perderse con los datos de mi entrada.
Después de asistir al bochornante espectáculo de la caída del gobierno de centroizquierda de Romano Prodi por la traición y cálculos de la UDEUR, Italia se ve una vez más llamada a las urnas para renovar de forma prematura el Parlamento.
Y es que los italianos están hartos de sus políticos, pero los votan. No confían en ellos, no confían en Berlusconi ni en los viejos socialistas, todos unos corruptos por el negocio o la política durante el pentapartito. Ya casi ni siquiera en los herederos del partido más limpio durante aquella época, el viejo Partido Comunista Italiano. Sus herederos están en diáspora desde 1991: el actual Partido Democrático de Walter Veltroni, Izquierda Democrática, Refundación Comunista y los Comunistas Italianos, estos tres últimos unidos con la Federación Verde en la coalición La Izquierda Arcoiris.
El mapa político italiano se reconfigura: Berlusconi une su partido en coalición con la ex fascista Alianza Nacional (recalco, ex fascista, algo de alegría al menos que Fini haya dejado al fascismo italiano a la marginalidad de Alessandra Mussolini, aliada por desgracia de Berlusconi) en el Pueblo de la Libertad. No deja de ser curioso que la derecha hable de libertad y se coaligue con la secesionista y xenófoba Liga Norte de Bossi y la fascista Mussolini, en Italia; y en España clame contra los que no comulguen con su idea de España, a saber, nacionalistas, progresistas, inmigrantes y homosexuales.
Los democristianos de UDC se descuelgan de Berlusconi. Ojalá fuera verdad, pero en el caso de victoria del centroderecha no dudarán en sumarse a él y no a Veltroni: la laicidad de la izquierda para eliminar una incesante injerencia vaticana en la política (UDC y UDEUR, los más grandes restos de la desintegración de la corrupta Democracia Cristiana). Ni siquiera la UDC, pese a mantenerse partidaria de la necesidad de la reforma electoral, se ha atrevido a dar su apoyo a un gobierno de transición dirigido por el democristiano progresista Marini. El poder llama mucho, y las injerencias vaticanas mandan más.
Como ya mencioné, la izquierda comunista, ecologista y los antiguos miembros de los Demócratas de Izquierdas disconformes con el Partido Democrático, se han unido en La Izquierda-Arco Iris. Si sirve de sumar fuerzas para un grupo de izquierda a la izquierda del PD, perfecto, si dan su apoyo serio (y no repetir la experiencia de Bertinotti en 1998 abandonando al gobierno Prodi de entonces) a un futuro gobierno de centroizquierda, tanto mejor.
Llevo destacando desde hace unos meses el acontecimiento de la reunificación del Partido Socialista. El PSI se hundió electoralmente como justo castigo a la corrupción ejercida desde el poder, y los socialistas emprendieron la llamada “diáspora”. Nuevo PSI, Los Socialistas, Socialistas Democráticos, Constituyente Laica Liberal Socialista, Democracia y Socialismo, etcétera, etcétera, etcétera. Los italianos son muy aficionados a dividir y escindir a la quinta potencia todos sus partidos políticos, y así también les va. Todos ellos han vuelto a la formación de un renovado Partido Socialista, que por desgracia como pone la noticia de El País, apenas tiene un 0,5% de apoyos: quizás sea el recuerdo a los actos anteriores a 1994. Por otra parte, veo realmente mal que la alianza de Partido Democrático-Italia de los Valores (un partido loable, Di Pietro en su etapa de fiscal consiguió remover los cimientos políticos italianos con la Operación Manos Limpias y descubrir la corrupción y los contactos con la Mafia del pentapartito italiano) no recurra a la suma del PS, aunque su inicio sea un partido mínimo, pero es de esperar por todos que sus candidatos no tengan en absoluto nada que ver con la corrupción anterior. Todo socialista corrupto deja de ser socialista: es un traidor. A sus principio, a su conciencia y a lo que es peor, a los ciudadanos.
La izquierda, muerta la Unión, comete una torpeza política dividiéndose, conociendo el espantoso sistema electoral impuesto por Calderoni (quien mismamente reconoció que era “una cerdada”) para trabar la victoria de la izquierda. Calderoni puede estar orgulloso: la fragmentación parlamentaria dada por la ley se ha llevado por delante la Unión y las esperanzas de los italianos.
Veltroni es un buen líder. Su gestión en la alcaldía de Roma ha sido ejemplar, sin estridencias (no como Don Carnal alcalde de Madrid). La preservación del casco histórico de Roma es encomiable, aunque yo personalmente haya sufrido ver la mitad de los obeliscos (robados desde Augusto hasta los Papas) tapados por las obras de restauración, o el horrible empedrado de las calles para mantener su vestigio histórico.
Italia no se merece volver a Berlusconi. Si dicen que el ser humano es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra, Italia ya llevaría tres veces. Ni me planteo, eso sí, denominar “coglioni” a quienes no voten al centroizquierda, como en 2006 él denominara a quien no le votara. Experiencias así también sufrimos en España en 2004 cuando la derecha ladraba su rencor por las esquinas. Me permito recordar esa frase de Aznar referidos a los pacifistas contra la guerra.
¡Ojalá Italia se libere de volver a una derecha berlusconiana! Libre de Berlusconis, Bossis y referéndum para un pseudofederalismo que contente al secesionismo de la Liga Norte. Pero, que aprendan de España. Al nacionalismo, ninguna esperanza. Al nacionalismo se le disminuye con los hechos, la verdad y el rigor histórico.
http://www.elpais.com/articulo/internacional/partido/familia/elpepuint/20080124elpepiint_6/Tes
*Recomiendo leer sendos artículos de El País para quien pueda perderse con los datos de mi entrada.
Después de asistir al bochornante espectáculo de la caída del gobierno de centroizquierda de Romano Prodi por la traición y cálculos de la UDEUR, Italia se ve una vez más llamada a las urnas para renovar de forma prematura el Parlamento.
Y es que los italianos están hartos de sus políticos, pero los votan. No confían en ellos, no confían en Berlusconi ni en los viejos socialistas, todos unos corruptos por el negocio o la política durante el pentapartito. Ya casi ni siquiera en los herederos del partido más limpio durante aquella época, el viejo Partido Comunista Italiano. Sus herederos están en diáspora desde 1991: el actual Partido Democrático de Walter Veltroni, Izquierda Democrática, Refundación Comunista y los Comunistas Italianos, estos tres últimos unidos con la Federación Verde en la coalición La Izquierda Arcoiris.
El mapa político italiano se reconfigura: Berlusconi une su partido en coalición con la ex fascista Alianza Nacional (recalco, ex fascista, algo de alegría al menos que Fini haya dejado al fascismo italiano a la marginalidad de Alessandra Mussolini, aliada por desgracia de Berlusconi) en el Pueblo de la Libertad. No deja de ser curioso que la derecha hable de libertad y se coaligue con la secesionista y xenófoba Liga Norte de Bossi y la fascista Mussolini, en Italia; y en España clame contra los que no comulguen con su idea de España, a saber, nacionalistas, progresistas, inmigrantes y homosexuales.
Los democristianos de UDC se descuelgan de Berlusconi. Ojalá fuera verdad, pero en el caso de victoria del centroderecha no dudarán en sumarse a él y no a Veltroni: la laicidad de la izquierda para eliminar una incesante injerencia vaticana en la política (UDC y UDEUR, los más grandes restos de la desintegración de la corrupta Democracia Cristiana). Ni siquiera la UDC, pese a mantenerse partidaria de la necesidad de la reforma electoral, se ha atrevido a dar su apoyo a un gobierno de transición dirigido por el democristiano progresista Marini. El poder llama mucho, y las injerencias vaticanas mandan más.
Como ya mencioné, la izquierda comunista, ecologista y los antiguos miembros de los Demócratas de Izquierdas disconformes con el Partido Democrático, se han unido en La Izquierda-Arco Iris. Si sirve de sumar fuerzas para un grupo de izquierda a la izquierda del PD, perfecto, si dan su apoyo serio (y no repetir la experiencia de Bertinotti en 1998 abandonando al gobierno Prodi de entonces) a un futuro gobierno de centroizquierda, tanto mejor.
Llevo destacando desde hace unos meses el acontecimiento de la reunificación del Partido Socialista. El PSI se hundió electoralmente como justo castigo a la corrupción ejercida desde el poder, y los socialistas emprendieron la llamada “diáspora”. Nuevo PSI, Los Socialistas, Socialistas Democráticos, Constituyente Laica Liberal Socialista, Democracia y Socialismo, etcétera, etcétera, etcétera. Los italianos son muy aficionados a dividir y escindir a la quinta potencia todos sus partidos políticos, y así también les va. Todos ellos han vuelto a la formación de un renovado Partido Socialista, que por desgracia como pone la noticia de El País, apenas tiene un 0,5% de apoyos: quizás sea el recuerdo a los actos anteriores a 1994. Por otra parte, veo realmente mal que la alianza de Partido Democrático-Italia de los Valores (un partido loable, Di Pietro en su etapa de fiscal consiguió remover los cimientos políticos italianos con la Operación Manos Limpias y descubrir la corrupción y los contactos con la Mafia del pentapartito italiano) no recurra a la suma del PS, aunque su inicio sea un partido mínimo, pero es de esperar por todos que sus candidatos no tengan en absoluto nada que ver con la corrupción anterior. Todo socialista corrupto deja de ser socialista: es un traidor. A sus principio, a su conciencia y a lo que es peor, a los ciudadanos.
La izquierda, muerta la Unión, comete una torpeza política dividiéndose, conociendo el espantoso sistema electoral impuesto por Calderoni (quien mismamente reconoció que era “una cerdada”) para trabar la victoria de la izquierda. Calderoni puede estar orgulloso: la fragmentación parlamentaria dada por la ley se ha llevado por delante la Unión y las esperanzas de los italianos.
Veltroni es un buen líder. Su gestión en la alcaldía de Roma ha sido ejemplar, sin estridencias (no como Don Carnal alcalde de Madrid). La preservación del casco histórico de Roma es encomiable, aunque yo personalmente haya sufrido ver la mitad de los obeliscos (robados desde Augusto hasta los Papas) tapados por las obras de restauración, o el horrible empedrado de las calles para mantener su vestigio histórico.
Italia no se merece volver a Berlusconi. Si dicen que el ser humano es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra, Italia ya llevaría tres veces. Ni me planteo, eso sí, denominar “coglioni” a quienes no voten al centroizquierda, como en 2006 él denominara a quien no le votara. Experiencias así también sufrimos en España en 2004 cuando la derecha ladraba su rencor por las esquinas. Me permito recordar esa frase de Aznar referidos a los pacifistas contra la guerra.
¡Ojalá Italia se libere de volver a una derecha berlusconiana! Libre de Berlusconis, Bossis y referéndum para un pseudofederalismo que contente al secesionismo de la Liga Norte. Pero, que aprendan de España. Al nacionalismo, ninguna esperanza. Al nacionalismo se le disminuye con los hechos, la verdad y el rigor histórico.
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