Primero, las elecciones del 10 de febrero han dado unos resultados claros:
Kadima (centro): 22% 28 escaños (-1)
Likud (derecha): 21,5% 27 escaños (+15)
Israel es Nuestra Casa (ultraderecha laica): 11,6% 15 escaños (+4)
Partido Laborista (centroizquierda): 9,9% 13 escaños (-6)
Shas (religioso sefardí): 8% 11 escaños (-1)
Unión de la Torá y el Judaismo (religioso askenazi): 4% 5 escaños (-1)
Lista Árabe Unida-Ta’al: 3% 4 escaños
Unión Nacional (ultraderecha sionista): 3% 4 escaños (-5)
Hadash (socialista árabe-israelí): 3% 4 escaños (+1)
Merezt (socialdemócrata): 2,9% 3 escaños (-2)
Hogar Judío (religioso sionista): 2,8% 3 escaños
Balad (árabe socialista): 2,3% 3 escaños
El error histórico del Partido Laborista, otrora hegemónico, fue no haber resuelto los conflictos con Palestina, encumbrando una sociedad en conflicto permanente, propicio para las ideas militaristas y radicales y no para las opiniones propias de izquierda. La consecuencia es que el propio partido ha sellado su destino y se encamina a la extinción, al quedarse como cuarta fuerza tras tres partidos de derechas. Es una pena, pero se lo merecen por sus amplios errores. La izquierda israelí, que englobarían el laborismo, Hadash, Merezt y Balad, son apenas 25 escaños sobre 120 y casi el 20% de los votos. Además, se haya dividida entre la izquierda de los halcones laboristas, en decadencia, y la izquierda pacifista del resto árabe-israelí, estancada.
El eterno conflicto ha fortalecido a los partidos del centroderecha, como el Kadima, Likud e Israel es Nuestra Casa. El Kadima es una unión de exmiembros del Likud, que habrá que ver si se consolidan políticamente, pues sólo les sostiene un discurso duro contra el terrorismo palestino. Israel es Nuestra Casa, de los inmigrantes rusos, tiene un programa de legislación civil que es necesario (matrimonio civil, fin de trabas a las conversiones…) y que no existe. Otro error del laborismo. Pero su discurso, que raya en cuasigenocida respecto a los árabes en Israel, da miedo. El Likud, la derecha israelí por excelencia, tiene muchas oportunidades de formar Gobierno, bien con Kadima y los rusos, o bien con los partidos religiosos y los rusos. Gobierno de derecha o Gobierno radical. Pero todos, como siempre pasa en Israel, potencialmente inestables.
En España hay muchas quejas respecto de los partidos nacionalistas y de sus “exigencias presupuestarias” (a veces bien fundamentadas, véase la “buena tajada” que dijo el portavoz peneuvista del Congreso), pero en Israel, los que sí que piden y piden, son los partidos religiosos. Dinero público para sus escuelas religiosas (véase este documento sobre la educación en Israel, página 7). Y los Gobiernos dan ese dinero, y así pasa, que Israel cuenta cada día con una sociedad más radicalizada, frente a una Palestina más radicalizada. Y Europa y Estados Unidos consienten. Para que el mal triunfe sólo es necesario que los hombres buenos no hagan nada, se dijo una vez.
Tzipi Livni, en la encrucijada
Mañana, Reflexiones sobre el Israel postelectoral (II): qué pasará, qué debe hacer la izquierda israelí y qué pasa con el "progresista" Obama
1 comentario:
es una pena lo de la izquierda en israel, pero es cierto, por las actitudes mantenidas se lo merecen, otra cosa es que la izquierda en israel o la gente se lo merezca, estar en manos de fascistas en israel
que dios les proteja, jaja
soy ateo
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