La segunda parte del día, Crisis globales, consecuencias globales, respuestas globales. Resultados de la Cumbre del G-20 de Londres, fue un debate entre Sofiane Khatib, del Foro Económico Mundial; Manuel de la Iglesia-Caruncho, Comisionado para la reforma de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo; Manuel de la Rocha, asesor del Ministerio de Asuntos Exteriores en el área de Unión Europea y organizaciones multilaterales; y moderado por David del Campo, director de la Fundación Jaime Vera.
El debate se centró en los resultados y el papel del G-20 en la actual crisis económica, así como en las respuestas que se deben dar o que se están dando para resolverla. Khatib alertó de los riesgos económicos y ambientales que poner en peligro la economía mundial, tales como la volatilidad del mercado financiero, alimentario y energético, la bajada del crecimiento económico de China o la inestabilidad del dólar.
Manuel de la Rocha distingue hasta cuatro tipos de crisis, la alimentaria, la energética, la financiera y la medioambiental, la más duradera. En el crecimiento económico que vino tras la crisis de 1993, se redujeron en 400 millones el número de pobres, la esperanza de vida global llegó a los 65 años y los conflictos bajaron de 50 a 30. Con la crisis, los países en desarrollo y los más pobres tienen amenazado su crecimiento por la caída de importaciones y la inversión extranjera. Entonces, las soluciones vendrán por la cooperación colectiva frente a las respuestas nacionales, la búsqueda de una nueva combinación de voz y representación de los países en los organismos internacionales, y que Estados Unidos establezca regulaciones en su economía. Internacionalmente, la ONU ha demostrado su ineficacia, y en su lugar el G-20, los países que agrupan el 85% de la riqueza y el 66% de la población, debe ocupar un protagonismo más destacado, también acabando con el club del G-8.
Manuel de la Iglesia-Caruncho hace hincapié en la idea de la confianza como factor importante que, al desvanecerse, ha desarrollado la crisis. El mercado se revela como incapaz de suplir a lo público al otorgarle la generación de bienes públicos, como la sanidad o la educación; así, el Estado no puede cumplir su función reguladora. El reparto actual de la riqueza es muy desigual. Por ejemplo, en Estados Unidos, la riqueza del 20% de la población más pobre aumentó en tan solo un 10% del total, la del 20% más rico el 50%. Y el 1% más rico… el 250%.
Las respuestas a la crisis han venido por devolver la confianza desde las instituciones para que la economía recupere su dinamismo. Estados Unidos ha recortado sus tipos de interés para favorecer el movimiento de dinero, se han dado grandes ayudas a las empresas y supervisado la banca. Según De la Iglesia, el nobel Paul Krugman cree que aún no se puede salir de la crisis, porque se ha hecho poco. En Europa hubo más descoordinación y el Banco Central Europeo tardó mucho en bajar los tipos de interés. En general, el sistema financiero internacional deberá ser reformado, el mercado debe dejar el liderazgo a favor de unas instituciones internacionales más fuertes.
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