"Kirchner marcó una época". Así titula en portada Clarín, principal diario de la República Argentina (y alejado en intereses e ideología con el peronismo gobernante) la muerte del ex presidente Néstor Kirchner.
Su muerte ha cogido a todos por sorpresa. Tan pronto como se supo la noticia se pusieron en marcha tanto los periódicos para los acostumbrados obituarios, comentarios de expertos... como los políticos argentinos a especular qué sucederá ahora.
La historia reciente argentina no puede explicarse sin el peronismo. No es un movimiento social al uso ni un partido político corriente. Es algo más. La historia del peronismo es muy recurrente y repleta de figuras y modelos que ahora todos usamos para analizar qué está pasando.
Hay quienes comparan la figura de Néstor Kirchner con la de Juan Domingo Perón o Carlos Menem, amados y odiados a partes casi iguales por la sociedad argentina. Motivos no les faltan. En su presidencia, Kirchner tuvo que enfrentarse a la penosa situación económica precedente, caracterizada por el corralito, la falta de confianza en la clase política y el deterioro del nivel de vida. Hasta la crisis económica mundial, la economía ha crecido con fuerza y las clases más desfavorecidas, la base del peronismo kirchnerista, han visto mejorar sus condiciones de vida. Kirchner había conseguido una legitimidad carismática que en su momento sólo han tenido Perón y Evita. Incluso en la presidencia de su mujer, Cristina Fernández de Kirchner, su sombra tras el poder ha sido alargada, preparando su vuelta a la primera magistratura de la nación argentina.
Igualmente, Cristina Fernández también es comparada con otras dos figuras importantes del peronismo: Eva Duarte de Perón, Evita, y María Estela Martínez de Perón, Isabelita. La comparación no se ha hecho a la ligera: sin el soporte de su marido, Cristina debe demostrar la fortaleza de su posición en el gobierno y en el peronismo, si será la Evita fuerte del golpe del 45 o la Isabelita de la guerra sucia e incapaz frente al caos social, político y económico de los años 70.
La supuesta imagen de una Cristina Fernández débil y aislada sin la influencia de su marido no deja de tener cierta carga machista y de subestimar su figura política. No hay que olvidar que en los comienzos de los Kirchner en los cargos públicos Cristina ocupó puestos más elevados que su marido, siendo legisladora provincial de Santa Cruz entre 1987 y 1995, y diputada y senadora nacional entre 1995 y 2007. Por su parte, Néstor Kirchner fue intendente de Río Gallegos de 1987 a 1991 y gobernador de Santa Cruz de 1991 a 2003.
¡Fuerza, Cristina!, animan los simpatizantes peronistas. Los problemas a los que ahora se enfrenta Cristina Fernández en solitario son ya conocidos: pérdida de la mayoría en la Cámara de Diputados, conflictos con la CGT (el sindicato peronista), conflictos con la prensa por la controvertida Ley de Radiodifusión, conflictos con la patronal agropecuaria, deterioro de la situación económica... con o sin su marido, estos problemas requieren de mucho diálogo, negociación y compromisos. Sin duda, muchos políticos ambiciosos querrán sacar rédito electoral para desgastar a la presidenta argentina en beneficio propio.
¿Qué sucederá? Aún es pronto para saberlo. Se concretarán alianzas para el futuro, puede que Cristina vea reforzada una imagen de mujer luchadora contra la adversidad, puede que sin la legitimidad carismática de su marido pierda apoyos... La movilización de las bases peronistas será fundamental en el futuro, la mismo que la continuación de la campaña de la prensa en contra de la actual administración para la oposición. La oposición no es un bloque homogéneo (formada por radicales, peronistas disidentes y pequeños grupos de izquierda y derecha) que no puede sobrevivir a base de ser anti-Kirchner. A día de hoy, no hay en Argentina una alternativa única al peronismo kirchnerista. Quizás así sobreviva unos años más. Quizás mañana todo sea distinto. El tiempo lo dirá.
Su muerte ha cogido a todos por sorpresa. Tan pronto como se supo la noticia se pusieron en marcha tanto los periódicos para los acostumbrados obituarios, comentarios de expertos... como los políticos argentinos a especular qué sucederá ahora.
La historia reciente argentina no puede explicarse sin el peronismo. No es un movimiento social al uso ni un partido político corriente. Es algo más. La historia del peronismo es muy recurrente y repleta de figuras y modelos que ahora todos usamos para analizar qué está pasando.
Hay quienes comparan la figura de Néstor Kirchner con la de Juan Domingo Perón o Carlos Menem, amados y odiados a partes casi iguales por la sociedad argentina. Motivos no les faltan. En su presidencia, Kirchner tuvo que enfrentarse a la penosa situación económica precedente, caracterizada por el corralito, la falta de confianza en la clase política y el deterioro del nivel de vida. Hasta la crisis económica mundial, la economía ha crecido con fuerza y las clases más desfavorecidas, la base del peronismo kirchnerista, han visto mejorar sus condiciones de vida. Kirchner había conseguido una legitimidad carismática que en su momento sólo han tenido Perón y Evita. Incluso en la presidencia de su mujer, Cristina Fernández de Kirchner, su sombra tras el poder ha sido alargada, preparando su vuelta a la primera magistratura de la nación argentina.
Igualmente, Cristina Fernández también es comparada con otras dos figuras importantes del peronismo: Eva Duarte de Perón, Evita, y María Estela Martínez de Perón, Isabelita. La comparación no se ha hecho a la ligera: sin el soporte de su marido, Cristina debe demostrar la fortaleza de su posición en el gobierno y en el peronismo, si será la Evita fuerte del golpe del 45 o la Isabelita de la guerra sucia e incapaz frente al caos social, político y económico de los años 70.
La supuesta imagen de una Cristina Fernández débil y aislada sin la influencia de su marido no deja de tener cierta carga machista y de subestimar su figura política. No hay que olvidar que en los comienzos de los Kirchner en los cargos públicos Cristina ocupó puestos más elevados que su marido, siendo legisladora provincial de Santa Cruz entre 1987 y 1995, y diputada y senadora nacional entre 1995 y 2007. Por su parte, Néstor Kirchner fue intendente de Río Gallegos de 1987 a 1991 y gobernador de Santa Cruz de 1991 a 2003.
¡Fuerza, Cristina!, animan los simpatizantes peronistas. Los problemas a los que ahora se enfrenta Cristina Fernández en solitario son ya conocidos: pérdida de la mayoría en la Cámara de Diputados, conflictos con la CGT (el sindicato peronista), conflictos con la prensa por la controvertida Ley de Radiodifusión, conflictos con la patronal agropecuaria, deterioro de la situación económica... con o sin su marido, estos problemas requieren de mucho diálogo, negociación y compromisos. Sin duda, muchos políticos ambiciosos querrán sacar rédito electoral para desgastar a la presidenta argentina en beneficio propio.
¿Qué sucederá? Aún es pronto para saberlo. Se concretarán alianzas para el futuro, puede que Cristina vea reforzada una imagen de mujer luchadora contra la adversidad, puede que sin la legitimidad carismática de su marido pierda apoyos... La movilización de las bases peronistas será fundamental en el futuro, la mismo que la continuación de la campaña de la prensa en contra de la actual administración para la oposición. La oposición no es un bloque homogéneo (formada por radicales, peronistas disidentes y pequeños grupos de izquierda y derecha) que no puede sobrevivir a base de ser anti-Kirchner. A día de hoy, no hay en Argentina una alternativa única al peronismo kirchnerista. Quizás así sobreviva unos años más. Quizás mañana todo sea distinto. El tiempo lo dirá.
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