Por último, es inevitable acabar con esta cuestión: ¿Qué han hecho mal los demócratas? ¿En qué se ha equivocado Obama? Gran parte de la izquierda europea y estadounidense contestará sin dudar que el presidente ha alienado su base por culpa de una política demasiado conservadora; por el contrario, los moderados sostienen que Obama ha aprobado una legislación radical, exprimiendo al límite la división partidista en el Congreso y lanzándose a una orgía de gasto público que ha asustado a centristas e independientes. Por supuesto, los consejos de ambos grupos van en direcciones opuestas. “Hay que seguir el modelo de Clinton” sentencian los segundos, recordando el exitoso viraje al centro de la última administración demócrata; “Hay que ser como Roosevelt” insisten las voces más a la izquierda, con el famoso second New Deal en mente.
Personalmente creo que ambas posturas son sesgadas y muy cortas de miras. Primero, porque las soluciones del pasado no sirven siempre para construir el futuro; pero sobre todo porque Obama se ha visto envuelto en este fuego cruzado por su decisión de hacer algo en lugar de no hacer nada. Si el verdadero juego democrático implica que una puntual mayoría no puede imponer fácilmente sus criterios de forma unilateral, medidas de un alcance tan gigantesco como las reformas sanitaria o financiera requieren de acuerdos que nunca contentan completamente a todos. Por tanto, gobernar con ambición en Democracia es necesariamente un acto divisivo y a veces hasta crispante. Sobre todo cuando se trata de medidas a largo plazo cuyos beneficios tardarán en notarse, como es el caso. Obama dijo: “prefiero ser un buen presidente de un solo mandato que un presidente mediocre de dos”. Esta actitud, unida a una impredecible crisis económica, explica el sombrío horizonte que se dibuja para su partido en estas elecciones.
Dion Baillargeon
1 comentario:
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