Johann Gottlieb Fichte, nacido en Rammenau, Alemania, en 1762 y muerto en Berlín en 1814, siempre fue liberal y defensor de la Revolución Francesa. Pronunció sus “Discursos a la nación alemana” en 1806 en Berlín, bajo la invasión napoleónica. Alemania desaparecía como nación bajo el imperialismo napoleónico. Éste estableció la Confederación del Rin y redujo el número de sus Estados, y el Sacro Imperio Romano desapareció. La facilidad del derrumbe alemán se debía a la fragilidad del Imperio. Había que buscar nuevos vínculos que salvaran a Alemania como Kulturnation, y también salvarla de Francia.
Fichte intenta encontrar esos vínculos en el pasado, en las esencias y peculiaridades de Alemania. La nación es una realidad orgánica suprapersonal, con vida propia y voluntad propia. No es un sumatorio de individuos y voluntad general como la nación de Sieyès. Está por encima de los individuos, y Fichte podría verla como la voluntad general de Rousseau.
Todos los seres humanos tienen personalidad y voluntad propia que les singulariza. Fichte ve eso mismo con las naciones, su propia manera de ser, el Volkgeist. Tienen unas facultades especiales, una misión histórica específica que cumplir y que le marca su destino.
Es muy superior a sus individuos, estos no son nada sin la nación. No pueden renunciar a su nacionalidad. La nación se desarrolla en el tiempo y condiciona el futuro, viene del pasado. Cualquier pueblo presente debe ser consciente de esa realidad y tener conciencia nacional es ser consciente de esa realidad. El inicio de la nación es conocido, el pasado, pero se desconoce el final.
La lengua alemana supo perdurar en el tiempo, las lenguas latinas se han mezclado a lo largo de su historia. El alemán es una lengua bien preparada para la filosofía y la religión, manteniéndose en su territorio, sin invasiones ni migraciones, conservando su cadena sin ruptura. Así, son los únicos que pueden ser nación auténtica, mientras que los otros no porque están mezclados.
El Estado es una función instrumental, la realización de la nación. Los objetivos del Estado son mantener la estirpe nacional, despertar la conciencia nacional y aunar a todos los que con independencia de sus fronteras tengan una participación en la nación. La filosofía de la historia se marca por mayores cotas de progreso y libertad. Los franceses contribuyeron con la Ilustración y la Revolución a la extensión de la libertad, y en su época, con la invasión napoleónica, mostraba síntomas de agotamiento. Alemania, decía Fichte, estaba preparada para sustituirla como cabeza de Occidente.
Una clara influencia de Fichte, más parte del planteamiento político de Sieyès, se encontraba en Giuseppe Mazzini (1805-1872), uno de los grandes patriotas italianos.
Fichte intenta encontrar esos vínculos en el pasado, en las esencias y peculiaridades de Alemania. La nación es una realidad orgánica suprapersonal, con vida propia y voluntad propia. No es un sumatorio de individuos y voluntad general como la nación de Sieyès. Está por encima de los individuos, y Fichte podría verla como la voluntad general de Rousseau.
Todos los seres humanos tienen personalidad y voluntad propia que les singulariza. Fichte ve eso mismo con las naciones, su propia manera de ser, el Volkgeist. Tienen unas facultades especiales, una misión histórica específica que cumplir y que le marca su destino.
Es muy superior a sus individuos, estos no son nada sin la nación. No pueden renunciar a su nacionalidad. La nación se desarrolla en el tiempo y condiciona el futuro, viene del pasado. Cualquier pueblo presente debe ser consciente de esa realidad y tener conciencia nacional es ser consciente de esa realidad. El inicio de la nación es conocido, el pasado, pero se desconoce el final.
La lengua alemana supo perdurar en el tiempo, las lenguas latinas se han mezclado a lo largo de su historia. El alemán es una lengua bien preparada para la filosofía y la religión, manteniéndose en su territorio, sin invasiones ni migraciones, conservando su cadena sin ruptura. Así, son los únicos que pueden ser nación auténtica, mientras que los otros no porque están mezclados.
El Estado es una función instrumental, la realización de la nación. Los objetivos del Estado son mantener la estirpe nacional, despertar la conciencia nacional y aunar a todos los que con independencia de sus fronteras tengan una participación en la nación. La filosofía de la historia se marca por mayores cotas de progreso y libertad. Los franceses contribuyeron con la Ilustración y la Revolución a la extensión de la libertad, y en su época, con la invasión napoleónica, mostraba síntomas de agotamiento. Alemania, decía Fichte, estaba preparada para sustituirla como cabeza de Occidente.
Una clara influencia de Fichte, más parte del planteamiento político de Sieyès, se encontraba en Giuseppe Mazzini (1805-1872), uno de los grandes patriotas italianos.
1 comentario:
Hola, se te quedó en el tintero una cualidad de Fichte: era masón
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