jueves, 4 de diciembre de 2008

El pensamiento político de John Locke


John Locke nació en Wrington, Gran Bretaña, en 1632, en el seno de una familia acomodada y de pensamiento avanzado. Su padre, de profesión notario, participó en la guerra civil como miembro del ejército parlamentario de Cromwell. Murió en 1704.

Locke asumió los presupuestos de la nueva ciencia y se considera promotor de la nueva ciencia empírica y experimental. Locke se formó como médico y fue secretario personal de Lord Ashley, uno de los fundadores de la facción de los Whigs, la facción que defendía la preeminencia parlamentaria sobre la Corona y el Bill of Rights.

La familia de Locke sufrió el exilio por la oposición al gobierno de Jacobo II, y marcharon a Holanda, hasta la llegada al trono inglés de Guillermo de Orange con la Revolución Gloriosa de 1688 y el establecimiento del Bill of Rights.

Sus dos obras fundamentales, entre otras tantas, son:
- Las tres cartas sobre la tolerancia de 1689
- Dos tratados sobre el gobierno civil de 1690

En Dos tratados sobre el gobierno civil establece que el gobierno debe existir por el consentimiento, con la distinción de poderes con primacía legislativa y el derecho a la resistencia contra un gobierno que no goza de confianza y ha roto el contrato social. Este libro se convirtió en una obra fundamental para el liberalismo, revolucionaria en su tiempo, escrita tras la Revolución Gloriosa y un siglo antes de la Revolución Francesa.

Locke fue un liberal práctico, no sólo escribió y ejerció de médico, sino que fue consejero del Departamento de Comercio a partir de 1696 y amasó una gran fortuna con el comercio de seda y esclavos.

Locke se opone en sus obras al estado de naturaleza que presenta Hobbes. Los hombres vivían en libertad e igualdad, con ayuda mutua, paz y seguridad. La ley natural obliga a los hombres a prestarse auxilio en salud, libertad, posesiones y en no dañar a sus congéneres. Distingue tres derechos: vida, libertad y propiedad. El problema se da en otro derecho, en el de juzgar y castigar al que atente contra sus derechos, son entonces los hombres jueces y parte, con el riesgo de no ser justos y actuar en provecho propio. Así, el estado idílico observa tres fallos: falta una ley, un juez imparcial y un poder coactivo que ejecute las sentencias.

Entonces, los hombres deben renunciar al último derecho, para pasar al estado de sociedad para garantizar el resto de derechos. La explicación por tanto del Estado es garantizar estos derechos, pero mucho más el derecho a la propiedad. Los hombres, dice Locke, tienen derecho a algo completamente suyo, al trabajar extender la personalidad a los objetos producidos, a que sean parte de ellos: la propiedad se asienta en el trabajo.

Cuando en el estado de naturaleza se introdujo el oro y la plata se produjo un desequilibrio de propiedades: unos tuvieron más que otros. Cuando aparece el dinero aparece la diferencia a la propiedad. La gente empieza a producir bienes para el mercado, se inician los conflictos y por ello crean el Estado para evitarlo.

El estado de sociedad se debe hacer por consentimiento, para proteger los derechos naturales. Locke replica al Leviatán de Hobbes, sólo se cede un derecho, el de juzgar, no todos, como sostiene Hobbes.

Locke articula esto a un contrato, libre, voluntario y por común acuerdo, cediendo el derecho de juzgar a un cuerpo político que se debe encargar de proteger los derechos individuales y garantizar la seguridad. Ese cuerpo político actuará y decidirá en nombre de todos. Todos consientes al poder político el poder de castigar, de forma tácita o explícita, y se le da la función de ejercer la soberanía, funcionando por la ley de la mayoría y obligado a respetar los derechos individuales y a no caer en el poder opresor.

Habla de dos contratos, Locke quiere que el consentimiento esté siempre permanente. Uno es el contrato social, y otro el político. El primero es ceder el derecho de juzgar a favor del todo, el segundo es el resultado de la delegación en unos pocos el poder de todos. No se puede volver jamás al estado de naturaleza, el primer contrato es insustituible por tanto. El segundo es siempre revocable, mantiene el primer pacto. Cuando el pacto no se mantiene se puede romper en la medida que está basado en la confianza. Las pautas que establece el contrato social permanecen así invariables en el pacto político.

Todas las instituciones del cuerpo político tienen que tener la obligación de garantizar las libertades. Para evitar el abuso de poder, se hacen tres distinciones, tres poderes divididos: federativo, ejecutivo y legislativo.

El poder federativo se encarga de declarar la guerra, paz y actuar conforme al derecho de gentes, esto es, las relaciones internacionales.

El poder ejecutivo tiene entre sus atributos el poder de juzgar, ejecutar las leyes y el poder de prerrogativa, que Locke otorga a la Corona. Este poder está siempre subordinado al poder legislativo.

El poder legislativo es el más importante en el pensamiento de Locke. El legislativo es el remedio a todos los males, el alma del Estado para garantizar la felicidad del ciudadano, a la libre interpretación de la libertad para darse leyes fijas que garanticen y hagan posible la seguridad, libertad y felicidad de los hombres.

Estos tres poderes no pueden extralimitarse de sus funciones, deben actuar por procedimientos establecidos de antemano, para garantizar el imperio de la ley y el principio de legalidad y seguridad jurídica. Es decir, no deben ir más allá del interés público. ¿Quién controla al legislativo?, se pregunta Locke. El pueblo, el que posee la soberanía.

Si no fuera así y estos tres poderes incumplieran sus funciones y se negaran a marcharse, Locke establece el derecho de resistencia. El poder pierde toda autoridad, porque no se sustenta en el pueblo, y se torna en gobierno despótico. Esto no es un llamamiento a la revolución, ni se debe hacer cuando se cumple el pacto, sólo funciona cuando el contrato se rompe. Una minoría que actúa contra la mayoría es desobediencia, contra la que se puede usar la fuerza. La resistencia es para volver a la legalidad, restaurar el orden, no un orden nuevo. Locke ve en la restauración de la Gloriosa y el Bill of Rights la restauración de la constitución de los Tudor, violada por la dinastía de los Estuardo.

Locke influyó notablemente en el primer ciclo revolucionario, en las revoluciones atlánticas de Estados Unidos, Francia y España, en sus textos, como la Declaración de Independencia americana de 1776, la Declaración de derechos de Virginia de 1776, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 en Francia, en las constituciones moderadas francesas de la Revolución y en la Constitución de Cádiz de 1812.

1 comentario:

bitdrain dijo...

Ten cuidado con las cosas que publicas. Mira que luego te miraran mal.

El articulo genial, siempre es bueno en rastrear en las raices, en el origen del ayer se halla el por que del ahora.

Un saludo.

"Instrúyanse, porque necesitaremos toda vuestra inteligencia. Conmuévanse, porque necesitaremos todo vuestro entusiasmo. Organí­cense, porque necesitaremos toda vuestra fuerza".

Antonio Gramsci, Fundador del Partido Comunista Italiano

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