Lech Kaczynski, presidente de Polonia, líder de un partido ultraconservador, enemigo de los homosexuales polacos, euroescéptico convencido, ha muerto en un accidente de aviación cercano a Smolensk, en Rusia. Junto a él, han muerto un buen número de personalidades de la élite polaca: el presidente del banco central polaco, el defensor del pueblo, miembros del Gobierno y del Parlamento, figuras religiosas y militares, y un largo etcétera. La muerte del presidente más conocido y polémico de Polonia desde Lech Walesa ha creado una verdadera conmoción nacional. Miles de polacos lo lloran. Otros, quizás los menos, callan. Son aquellos cuya libertad, seguridad y condición de ciudadano fueron agredidas. Homosexuales y los antiguos colaboradores del régimen comunista, purgados de la administración. La vergüenza nacional, para muchos de sus compatriotas.
¿Qué ocurrirá ahora? La muerte del jefe del Estado obliga a adelantar las elecciones presidenciales y sitúa provisionalmente al presidente del Parlamento como Presidente de la República, de la liberal Plataforma Cívica, y que además ya era el candidato a las presidenciales con más posibilidades de derrotar a Kaczynski. La victoria del candidato liberal por encima de las candidaturas ultraconservadoras desbloquearía la legislación del actual Gobierno liberal polaco, pero eso no significa que se suavicen las leyes discriminatorias contra la minoría LGTB.
Cada sociedad tiene la clase política que quiere, o merece; Kaczynski, con todo su repertorio extremista, fue elegido democráticamente. Habrá que pensar cómo es posible que en el siglo XXI y en la Unión Europea haya sociedades que aún conserven tanto miedo y rechazo a sus propios conciudadanos. La libertad y la democracia suponen no cercenar los derechos de ningún ciudadano.
Polonia llora, los líderes europeos y mundiales mandan sus condolencias, pero los ciudadanos comprometidos con la libertad lo recibimos como lo que es. Con pena; la muerte de seres humanos de forma tan trágica no puede causar otro sentimiento. No con congoja, sería de hipócritas. No con alegría, eso sería propio de seres inhumanos. Pero sí con una amplia pasividad, poco más merece una persona como Lech Kaczynski.
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