Ayer Domingo Venezuela votó NO a las reformas constitucionales propuestas por Hugo Chávez con un 50,7% y un 51% la reelección indefinida y otros artículos respectivamente.
La noticia es buena en tanto que es señal para Chávez de que no tiene un cheque en blanco para hacer y deshacer el buen nombre de su nación en los foros internacionales, en los que queda como el payaso del circo. También es la recuperación del constitucionalismo americano, que basa su democracia en la limitación de cargos para impedir cualquier atisbo de tiranía (como EE.UU, México, Chile, Brasil, entre otros, la práctica mayoria). La reforma pretendía reelección indefinida, ampliar el mandato presidencial a siete años y tomar medidas excepcionales sin aprobación legislativa. Todo ello es un peligro que puede derivar a la dictadura.
Ante esto cabe preguntar si el “socialismo del siglo XXI” es un régimen asentado o un sistema sólo posible con Chávez como líder carismático, y mucho me temo es la segunda opción, pues no es socialismo más que petrosocialismo, sin respeto por la democracia y la libertad de expresión.
Tampoco en la oposición debemos tener muchas esperanzas, siendo la mayoría una oposición dudosamente de costumbre democrática o de venir del antiguo bipartidismo corrupto. Sólo frente al chavismo populista puede haber y debe haber un Partido Socialista democrático, con programa establecido y firme y limpio de contactos con el pasado, para asentar no sólo la democracia sino el verdadero socialismo democrático para seguir la vía chilena y brasileña y abandonar cualquier deriva populista y nacionalista tipo Cuba, Ecuador o Bolivia.
La noticia es buena en tanto que es señal para Chávez de que no tiene un cheque en blanco para hacer y deshacer el buen nombre de su nación en los foros internacionales, en los que queda como el payaso del circo. También es la recuperación del constitucionalismo americano, que basa su democracia en la limitación de cargos para impedir cualquier atisbo de tiranía (como EE.UU, México, Chile, Brasil, entre otros, la práctica mayoria). La reforma pretendía reelección indefinida, ampliar el mandato presidencial a siete años y tomar medidas excepcionales sin aprobación legislativa. Todo ello es un peligro que puede derivar a la dictadura.
Ante esto cabe preguntar si el “socialismo del siglo XXI” es un régimen asentado o un sistema sólo posible con Chávez como líder carismático, y mucho me temo es la segunda opción, pues no es socialismo más que petrosocialismo, sin respeto por la democracia y la libertad de expresión.
Tampoco en la oposición debemos tener muchas esperanzas, siendo la mayoría una oposición dudosamente de costumbre democrática o de venir del antiguo bipartidismo corrupto. Sólo frente al chavismo populista puede haber y debe haber un Partido Socialista democrático, con programa establecido y firme y limpio de contactos con el pasado, para asentar no sólo la democracia sino el verdadero socialismo democrático para seguir la vía chilena y brasileña y abandonar cualquier deriva populista y nacionalista tipo Cuba, Ecuador o Bolivia.
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