El 11 de marzo de hace cinco años no fue un día entre tantos. Fue un día donde toda España lloró y se solidarizó con las familias de los muertos y asesinados en los atentados terroristas. El horror, el sufrimiento, el dolor y el desconcierto de ese día no será olvidado nunca. Pero tampoco la entereza, sentido cívico e integridad que demostraron los españoles como respuesta, un verdadero orgullo cívico, el verdadero orgullo nacional.
Hoy, a los crímenes mediatizados se les quiere responder con los instintos bajos. Hoy mismo Alemania llora la muerte de tres profesores y diez estudiantes, asesinados por un joven armado de 17 años, más dos viandantes por el tiroteo con los agentes de seguridad.
La libertad, un derecho y un imperativo por el que nuestros antepasados lo dieron todo, no nos puede ser arrebatado por unos asesinos. No podemos callar, no podemos inclinar la cabeza, no podemos dejar obrar a la irracionalidad sin responder con el argumento incontestable de libertad.
Aquel 11 de marzo se nos murió un poquito de nosotros; al recordar aquel 11 de marzo nos invade la tristeza y se nos ensombrece el rostro… pero no se socava nuestro espíritu libre y nuestra firme voluntad de ser, por encima de todas las desgracias y crímenes, combativos con la sinrazón y solidarios con el que sufre.
(Os pongo un extracto de la Elegía de Miguel Hernández, para todos vosotros, los que faltáis)
(…) Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
(Y otro extracto de la autobiografía de Valerie, de V de Vendetta, quizás la parte más trágica, pero hermosa, de esta gran película, que quizá puede expresar mejor que nada lo que se puede sentir este día)
Moriré aquí. Cada centímetro de mí perecerá. Cada centímetro. Salvo uno. Un centímetro. Algo pequeño y frágil, y lo único que merece la pena conservar en el mundo. Nunca debemos perderlo o entregarlo. Nunca debemos dejar que nos lo arrebaten.
Espero, seas quien seas, que escapes de este lugar. Espero que el mundo cambie y que las cosas mejoren.
Pero lo que espero por encima de todo es que entiendas lo que quiero decir cuando te digo que, aunque no te conozca, y aunque puede que nunca llegue a verte, a reírme contigo, a llorar contigo o a besarte... Te quiero. Con todo mi corazón. Te quiero.
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
(Y otro extracto de la autobiografía de Valerie, de V de Vendetta, quizás la parte más trágica, pero hermosa, de esta gran película, que quizá puede expresar mejor que nada lo que se puede sentir este día)
Moriré aquí. Cada centímetro de mí perecerá. Cada centímetro. Salvo uno. Un centímetro. Algo pequeño y frágil, y lo único que merece la pena conservar en el mundo. Nunca debemos perderlo o entregarlo. Nunca debemos dejar que nos lo arrebaten.
Espero, seas quien seas, que escapes de este lugar. Espero que el mundo cambie y que las cosas mejoren.
Pero lo que espero por encima de todo es que entiendas lo que quiero decir cuando te digo que, aunque no te conozca, y aunque puede que nunca llegue a verte, a reírme contigo, a llorar contigo o a besarte... Te quiero. Con todo mi corazón. Te quiero.
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