José Antonio Griñán es ya el nuevo presidente de Andalucía. Su carrera política, bien datada por Me Sabe Mal, le ha llevado de ser viceconsejero de trabajo y sanidad, consejero de salud de la Junta de Andalucía, ministro de Trabajo y Sanidad, diputado, consejero de Economía y Hacienda de la Junta y vicepresidente hasta el nuevo cargo que hoy ocupa.
La necesidad del cambio de liderazgo en Andalucía era necesaria, no así la necesidad de cambio de fuerzas en el Gobierno. Sin embargo, a Griñán se le presenta el gran reto: renovar el proyecto socialista andaluz, victorioso desde hace tres décadas, y salir con maestría de la crisis económica, con un 18% de paro y un crecimiento negativo de la economía regional. Poco se podrá hacer, obviamente, si no cambia el ciclo en todo el mundo y en España, pero el PSOE andaluz debe ser capaz de resolver el problema del paro estructural en Andalucía, antes de que pierda la oportunidad y otros se apunten el tanto, porque entonces Andalucía podría seguir el mismo camino que Madrid o Valencia. La sociedad andaluza deberá tener como pilar el bienestar, en alternativa a las regiones que tiene como pilar el ladrillo, un pilar muy inestable, muy corrupto y muy desolador.
El País lo presenta como un socialdemócrata puro: defensor de los valores democráticos, creyente de los servicios públicos, de una economía que genere empleo para sostener el bienestar de los ciudadanos y defensor de la igualdad frente a la diferencia regional. Eso es lo que Andalucía necesita, para devolver el vigor al socialismo regional. El País recoge sus palabras: “Hay que ayudar a los que se ayudan, a los que emprenden”. No hay mayor bendición que una economía fuerte y emprendedora para construir el socialismo.
En su investidura ha mostrado su empeño en mantener las prestaciones sociales, sobre todo en las familias que no tienen miembros con ingresos, además de permitir la descentralización de los servicios públicos en los ayuntamientos. Esperemos que con igual celo vigile los desmanes urbanísticos de la Costa del Sol.
En la investidura, es curiosa la oposición frontal que le han dedicado al candidato a presidente el PP e IU. Arenas, ¡nada más y nada menos que le ha llamado Chaves en tres ocasiones! El eterno y recurrente líder de la oposición ha llegado a desarrollar una auténtica manía persecutoria contra Chaves, al que ha sido incapaz de ganar. Un apunte: si tienen que recurrir a un candidato derrotado tres veces es que no tienen gente capaz para el futuro, ¿así cómo se construye una alternativa? Por Izquierda Unida, tienen una composición tan radical, empezando por Sánchez Gordillo y terminando por el discurso del portavoz Diego Valderas, que parecen querer seguir el camino del Partido Andalucista, sin poder reeditar la “pinza” de 1994.
Una gran noticia es la incorporación de Rosa Aguilar como consejera de Obras Públicas. La reacción de IU, más comedida a nivel nacional, más radical en Andalucía, es en parte lógica, ya que se les va un gran peso pesado con mucho tirón, la única alcaldesa de una capital de provincia de la menguante coalición. Pero también deberían preguntarse qué pasa en Izquierda Unida para que las personas con talento y realismo, como Llamazares, Aguilar o Sabanés, cada vez tengan menos peso. No es en la manía de la huelga general ni en la falta de visión de la realidad donde llegarán más votos.
A Griñán, un último aliento de ánimo: a trabajar, para que todos los andaluces puedan hacerlo. Ése debe ser el futuro éxito del socialismo andaluz.
1 comentario:
Tened cuidado con Rosa Aguilar, que se la ve muy pájara. A lo mejor, si el PP le ofrece algo mejor, os abandona. jajaja
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